CAPÍTULO 35
Rocamadour, norte de Toulouse
El camino era largo, to misma lo sabía pues se trataba de mi casa. El aire que se respiraba tan floral como pacífico, me hacía esbozar una pequeña sonrisa. No era la única propiedad de la que disponía, pero sí era mi predilecta. Allí todos los Toffana, los grandes nobles que pintaron la historia de mis raíces, acudían a selectas fiestas donde grandes negocios se cerraron. Y allí fue donde un misterioso Víktor, hizo acto de presencia.
No fue complicado para él convencer a mi padre de que se uniera a la causa; en cuanto mencionó que él mantendría a raya a aquellos que osaran robar las grandes fortunas de las personas más acomodadas. Eso y su sentido del deber y la justicia, hizo brillar de orgullo los ojos de mi progenitor. Por aquel entonces, yo era una mujer de dos caras: buena y servicial cuando papá miraba y una audaz y sádica criatura a sus espaldas. Nunca supo de lo que yo era capaz, hasta claro, cuando tuve que quitármelo de en medio para poder llegar al nivel dónde me encontraba sentada.
Sus ojos mostraban una gran incredulidad cuando fue apresado para ser llevado al Exilio. Tuve que reunir cientos de pruebas en su contra para así que fuera algo creíble. La gran cantidad de adeptos que tenía bajo mi ala era suficiente como para ser casi imparable. Desde médicos, abogados o simples peones a los que utilizar; todos ellos formaban parte de la intrincada red de engranajes de la que se trataba mi existencia.
Y no sentaba nada mal todas aquellas atenciones, aunque claro, todo aquello tenía un costo.
Mientras que Víktor seguía ampliando su telaraña, yo aprovechaba en ese descanso que todos los integrantes del Exilio, disfrutábamos por orden de nuestro señor. Algunos aprovecharon para viajar, no demasiado lejos porque no eran más que un par de semanas de asueto. Antonella ya había despertado cuando tan solo estaba a unos veinte minutos de mi casa. Ni una sola pregunta salió de sus labios, pero eso no me sorprendía. Si ella escondía a Sophie, nunca me lo diría por mucho que yo le amenazara con todas las armas y artillería pesada que tuviera a disposición.
Por orden expresa, ninguno de mis sirvientes se encontraba en la mansión. Mi inteligencia siempre me susurraba que las cosas mejor hacerlas una misma para evitar cualquier imprevisto que pudiera ocurrir. ¿ventajas de que la mansión se encontrara en medio de la nada? Pues que, precisamente, nadie se acercaba allí y, por tanto, mi rehén no podría escapar por mucho que quisiera. No subestimaría el poder de esa mujer de fuego en la mirada; era hermana de Víktor y, vampira o no, compartían poder ilimitado.
Salí al exterior revisando cada árbol y punto muerto desde donde nos podían observar, pero nada me indicaba la presencia de terceros. Ni un cambio en el aroma, ni un solo crujir de alguna rama; todo despejado.
Tiré de sus cadenas para que me siguiera hasta la puerta principal. El aroma a polvo era fuerte, pero, ¿Qué esperaba? Hacía mucho que no venía por aquí.
De un empujón, obligué a que Antonella entrase de una vez al salón de mi casa, cerrando la puerta de un puntapié. Ni una sola queja, ni un solo lamento o reproche; la maldita mujer lobo estaba muda.
—¿Sabes? Muchos me toman como una estúpida y me infravaloran. Pero pocos saben de cuanto soy capaz. Y, sobre todo, de cuánto sé.
Los ojos de ella me miraron directamente por primera vez en mucho tiempo. No pude evitar sonreírle de una manera diabólica; ahora que tenía su atención, podía intentar manipularla para sacar algún beneficio de ella.
—Es lo que tiene juntarse con otras grandes mentes, que descubres mucho de cada uno que te tiende la mano. Sé más de vuestro pasado de lo que crees, Antonella, y pronto tendré la clave para saber qué debilidad tenéis tú y tu hermano. Dime, ¿Siempre ha sido así de cabrón?
—Vete al infierno del que saliste, arpía. Nada se te ha perdido aquí. Si tanto te acuestas con mi hermano, tienes confianza suficiente como para saber de su pasado, ¿O déjame adivinar? Nunca te llevó a ninguna de sus casas, ¿verdad? Que extraño que nos encontremos precisamente en Francia; si no fuera estúpida, pensaría que es una simple coincidencia, pero algo me dice que no lo es.
Le golpeé en la cara sin poder evitar la rabia que iba conteniendo desde que decidió comenzar a hablar. Los dardos de aquella loba eran venenosos; podía ver ciertas similitudes con el bastardo de su hermano, pero había algo en ellos que los diferenciaba con claridad. Uno era malvado hasta unos límites insospechados y la otra, simplemente deseaba sobrevivir en el mundo que le había tocado. Por lo que, si Antonella trabajaba para nosotros en el Exilio, era, precisamente, por el parentesco que tenía con Víktor, no porque le apasionara joderle la vida a los demás.
Decidí contraatacar.
—Por supuesto que no ha sido al azar. No muy lejos de aquí, nuestro adorable Víktor conoció a una trabajadora Sophie. Que estampa tan romántica, ¿Verdad?
—Por eso conseguiste una mansión aquí, por Víktor.
—Francia es hermosa y, para colmo, interesante si tiene retazos de una historia que me interesa mucho. No comprendo qué es Sophie para Víktor, pero está claro que es su favorita.
Aquello la hizo reírse hasta casi llorar. Pero para mí, aquella reacción no significaba nada bueno. Si él tenía un estrecho vínculo con Sophie, podía abandonar toda la mierda del Exilio y ella jugaba bien sus cartas. Él no era precisamente un santo, pero un diablo enamorado era fácilmente manipulable.
Las piernas de Antonella se cerraron en torno a las mías para hacerme caer justo a su lado. Sus ojos llameaban con la misma intensidad que lo hacía Víktor.
—Ella está en un lugar donde ni tú ni ninguna de las mujeres que ha pasado por la cama de Víktor, estará jamás. Él no comprende el significado de los sentimientos, pero sé que eso es temporal, que tiene una cura. Por eso me quedé a su lado, por eso acepté todos sus planes. Porque amo a mi hermano y voy a sacarlo de ese pozo negro donde está metido desde siempre. Y sí, ama a Sophie mucho más de lo que amará a nadie. Así que empieza a aprenderlo sino quieres ser un juguete roto para él. Nunca lo doblegarás, ni lo someterás a su antojo. Así que ríndete y vete con el rabo entre las piernas ahora que puedes.
—Eres una sucia traidora que nos hizo creer a todos que estabas a favor de la causa. Mereces la peor de las muertes, pero, por desgracia, aun tendría que ocuparme de Víktor—Le dije sujetándole del pelo y tirando de él con fuerza.
—Buena...suerte con ello...Somos de puto grafeno. Y si no sabes qué es, te recomiendo que estudies.
—¡Dime dónde coño está Sophie!¡Dímelo, joder!
Pero su sonrisa silenciosa fue la respuesta. El fuego de sus ojos continuaba llameando, incluso con el rostro cubierto de sangre y el pelo completamente despeinado. Aquella mujer era algo inaudito; una salvaje ola que me golpearía de lleno si ésta se soltara.
Me tomé un descanso. Era hora de dar un paseo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro