CAPÍTULO 3
NICOLE
Casi todos se encontraban en sus dormitorios o paseando bajo la luz de la luna, intentando absorber un poco de normalidad. En cambio, para Nicolae y para mí, el horror no había hecho más que comenzar.
Habíamos recibido una llamada proveniente de Antonella, dándonos unas terribles noticias; tanto Claudette como Víktor, habían desaparecido sin dejar rastro. Nadie sabía dónde demonios se habían escondido y, si alguien lo sabía, desde luego mantendría la boca cerrada por el bien de su vida.
Tras esa llamada, no pude evitar sentir la rabia por mi espina dorsal, tambaleándome ligeramente. Mientras que hablaba con Antonella, los ojos grisáceos de Nicolae, intentaban ver en mi interior para así ver qué demonios estaba pasando.
—Siento tanto ser portadora de tan malas noticias, pero he mandando a varios de mis hombres para comprobar si pueden averiguar algo. Aunque claro, al pertenecer al club de los 10, tengo derecho a ir al Exilio para así saber más sobre mi hermano.
—No lo veo factible, ¿Y si saben que has sido una traidora? Pueden tenderte perfectamente una trampa.
—Soy la hermana de uno de los superiores, tengo gran poder y no solo por ser familia directa de Víktor, sino porque yo misma me hice un nombre. Fui una de las fundadoras del Exilio, por tanto, yo mando igual que él.
No estaba de acuerdo con ella; aunque fuera poderosa, la superaban en número. Recordé la cantidad ingente de vigilantes y trabajadores del lugar, lo cual hacía casi imposible salir de allí con vida. Pero, por mucho que le dije e intenté convencerla, ella siguió con su plan.
—Lo siento querida, pero debo de hacer algo mientras esperamos los refuerzos. No debo de darle todo el trabajo a Ludwig. Él está buscando a uno de los suyos que estuvo secuestrado por un grupo que actuaba bajo el mando del Exilio, así que debo de ocuparme de mis propios asuntos.
—Sabes perfectamente que podemos ayudaros, tanto a ti como a él, ¿Sabes a quién busca?
—Al Alpha de su clan, bueno, al anterior Alpha ya que lo han destituido y ahora es Ludwig el que manda. Tengo constancia desde hace unas pocas horas.
Me sorprendía la rapidez con la que se propagaban las noticias, pero lo hacía aún más el comprobar como la información siempre llegaba a ella con tal velocidad. Nicolae parecía ciertamente descontento escuchando nuestra conversación: odiaba que alguno de nuestros aliados, operase solo. La situación era crítica y no podíamos escatimar en criaturas de todo tipo de naturaleza en nuestras vidas.
—Lo siento Nicole, pero tengo que prepararme. No sé qué demonios me voy a encontrar en cuanto pise por allá, por tanto, tanto física como mentalmente, tengo que relajarme y mantener en todo momento la concentración.
—Sabes lo que opino, pero por mucho que lo intente, la cabezonería de los licántropos es legendaria. Solo te pido que mantengamos el contacto en todo momento. Por favor, llévate tu teléfono móvil.
Antonella era de esas mujeres ancladas en la antigüedad, cuando los teléfonos tenían cable y se escribían cartas. Pero tras mucha insistencia, decidió aplicar algo del mundo moderno en su vida; un teléfono móvil para así mantenernos en contacto en todo momento. Tras varios gruñidos, ella aceptó y colgó con la promesa de volverme a llamar cuando tuviera la oportunidad.
Los brazos de Nicolae me envolvieron la cintura, besando ligeramente mi cuello. Él lograba disipar algo de la intranquilidad que aguardaba en el corazón, pero las noches posteriores se me harían demasiado largas sobre todo al saber del embarazo de mi hermana.
Justo cuando nos íbamos a la cama, alguien tocó la puerta principal. Nos pusimos en guardia ya que la hora era bastante tardía. Nicolae me colocó tras de él, pero le di un pisotón para colocarme justo delante. Con un gruñido le dejé claro que iba a ser yo quién abriera la puerta.
—Princesa...
—¡Oh cállate!¡No soy una blanda!
Una enorme sonrisa se dibujó en el rostro de mi amado. Estaba claro que a él le iba el masoquismo, porque entonces no podía explicarse que estuviera enamorado de mí.
Cuando miré por la mirilla, observé el rostro de una mujer que no conocía, cuyo aspecto era más bien frágil. Por su aura supe enseguida que no se trataba de una simple humana, sino de alguien con capacidades especiales.
Nicolae no estaba de acuerdo en abrir, pero dadas las circunstancias, pensé que quizás había sido atacada por alguien perteneciente al Exilio. El mundo comenzaba a desmoronarse y ahí estábamos nosotros para sujetar los tambaleantes cimientos.
La mujer me miró ojiplática; se pensaba que no íbamos a abrir la puerta. Nada más vernos, se arrodilló con tal fuerza que por seguro se había dañado las rodillas.
—Gracias, gracias....
Su voz era débil a pesar de la enorme ola energética que recorría por su cuerpo. Estaba cubierta de manchas y de tierra, ¿Qué demonios le había pasado?
—Ven conmigo, hablaremos a solas.
Ella asintió y Nicolae nos siguió tras de nosotras. La llevé hasta uno de los salones que no se solía utilizar, cerciorándome previamente que no hubiera nadie. Tras entrar, cerramos con el enorme pestillo de hierro forjado para evitar ser interrumpidos.
Nicolae se quedó pegado a la puerta para así escuchar si alguien se acercaba. No estábamos seguros si lo que nos iba a contar tendría una gran repercusión en nuestras vidas o, simplemente, era un ataque aislado. La mujer apenas podía hablar.
—Sebastián...lo estoy buscando...
—¿Quién es él? Cuéntame.
—Él es nuestro Alpha. Es además el médico de nuestro clan, es alguien muy importante para los pocos que quedamos con vida. Es el padre de muchos de nuestros hijos...
—Espera, espera. Repite eso—Le interrumpí. No podía ser el mismo Sebastián....
—Al ser el Alpha de nuestro clan, tiene la obligación de tener descendencia con aquellas que aún están solteras ya que nuestro clan es cada vez más pequeño. Pero dentro de poco tan solo podrá tener ese tipo de actividades conmigo ya que estoy prometida a él. Ventajas de que sus padres y los míos fueran amigos desde hace mucho tiempo.
Me sujeté a la silla completamente impactada. Si mi hermana se enteraba de esto, iba a sufrir el peor ataque de histeria de su vida. Era cierto que no amaba profundamente a Sebastián, pero iba a tener un hijo con él y, el saber que las épocas en las que él desaparecía varios días era precisamente para inseminar varias mujeres mientras que mi hermana sufría sola, levantaba varias ampollas de odio hacia su persona.
Me prometí una charla, una entretenida charla con golpes incluidos. No iba a permitir que esto quedase así y menos que él viniera a dar lecciones a Cathy cuando él estaba con varias mujeres. Al menos mi hermana le era fiel a sus sentimientos.
Nicolae hervía de rabia, pero eso no era justificación para abandonar a la pobre mujer a su suerte, pero tampoco la podíamos tener bajo nuestro mismo techo.
Pronto dio una solución que me dio una relativa calma.
—No muy lejos de aquí hay una cabaña que solemos usar para alejarnos del mundo. Queda dentro de las inmediaciones de la mansión, por lo que puedes sentirte segura. Si lo deseas puedo llevarte allá para que descanses.
—Pero debo de encontrar a Sebastián, lo vi caminar no muy lejos de aquí. Por eso pensé que vivía aquí.
Deseaba terminar con la conversación antes de que cualquiera se enterase de la presencia de ella. Le prometí que lo buscaría pero que debía de descansar para reponer fuerzas.
Nicolae odiaba dejarme sola, pero tenía una buena razón para ello. Le pedí por favor que tuviera cuidado y que volviera pronto.
Ellos se deslizaron por una puerta oculta de la sala, no evitando preguntar cantas puertas secretas había en la mansión. Él me sonrió y me dijo:
—Tantas que te faltarían varias manos para contar.
Y con rapidez, ambos desaparecieron y la pared volvió a su lugar. Decidí salir de la sala para verificar si todo estaba en orden en la mansión. Nada más salir al pasillo, me topé con Lorie, que estaba aún acostumbrándose a su parche y su bastón. Cuando sintió mi olor, me sonrió como solo ella sabía hacer.
—Nicole...me alegro tanto de verte. Me encantaría pedirte un favor.
—Soy todo oídos y todos ojos—Bromeé con ella. Mi humor negro hacía que Lorie llevara mejor su nueva condición. Seguía recuperándose de la operación, pero a pasos agigantados. Enrolló su brazo al mío y me dijo:
—A mi habitación, por favor.
—Entonces me necesitas de guía. Eso requiere un pequeño coste.
—No, quiero pedirte que me leas un libro. Me siento nostálgica y quiero rememorar buenos recuerdos.
Aquella petición hizo crujir mi corazón. No pude negarme, nunca podía negarle nada a esa mujer que se convirtió en mi segunda hermana. Ella me guio por la oscuridad cuando más sola y perdida me encontraba y logró que comprendiera mejor mi naturaleza.
Su vida fue un infierno cuando era un bendito ángel.
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