CATHERINE

El ambiente era extraño, recargado y asfixiante, como si hubiera acontecido algo tan horrible que ninguna palabra pudiera describirlo. Lorie no era de las que callaban durante tanto tiempo y nunca mostró una mueca tan triste y desamparada como mostraba ahora.

Me recordaba a cuando ella comenzó a recuperarse más bien de las heridas emocionales que le había llevado vivir la tremebunda experiencia de encontrarse bajo el poder de la tiranía de Claudette. Su ceguera parcial fue algo a lo que no le costó acostumbrarse o aceptar, ya que su naturaleza positiva fue una carta a favor en cuanto a tomar el nuevo rumbo de lo que sería a partir de ese momento, su vida.

Y era una eternidad en casi completa oscuridad.

Madeline también parecía preocupada, pero no en el estado en el que se encontraba Lorie. Mi mirada pasaba de la una a la otra, preguntándome una y otra vez la razón de aquel afilado silencio. Necesitaba actuar pues no soportaba la soporífera atmósfera silenciosa de la mansión

Me levanté del marco de la ventana, avanzando a grandes pasos en dirección a Madeline. Ella leía un pequeño libro de pie apoyada en uno de los arcos del comedor, con la mirada más bien perdida entre páginas sin saber bien qué estaba leyendo. Como escritora, sabía perfectamente cuando alguien se encontraba sumido en una historia o bien en una profunda pena cuya solución parecía esperar pasando un tiempo muerto entre páginas. Ella se sorprendió, pero no opuso resistencia, quedándose Lorie impertérrita en el mismo lugar en donde había pasado horas.

Marchamos a la cocina, cerrando ligeramente la puerta para amortiguar el ruido. Era gracioso porque incluso un vampiro normal y corriente, sería capaz de escuchar nuestros cuchicheos, por lo que ella sería capaz de escuchar cada sílaba que ambas pronunciásemos. Pero en su estado, dudaba que si quiera se hubiera dado cuenta que nos habíamos marchado de la sala.

Puse en marcha la cafetera, y aunque el resto de los mortales se hubiera tomado alguna hierba tranquilizante, yo le metía más combustible a mi templanza casi completamente desmoronada. Quizás era como un libro abierto y Madeline ya sabía acerca de lo que íbamos a hablar, ya que asentía levemente mientras que golpeaba rítmicamente el cristal de mi taza humeante.

Ella fue la que comenzó la charla.

—Dime qué es lo que te ronda por la cabeza. Si te soy sincera, no eres la única a la que los pensamientos parecen no darle tregua.

La miré con detenimiento, observando unas marcadas ojeras. Aun nadie había regresa y eso nos mantenía a todas en un estado excesivamente tenso. Ni qué decir para alguien como yo, en la que en cualquier situación de peligro tan solo podía gritar por una ayuda que no llegaría o bien para crear estúpidas distracciones que no solucionarían nada. Era frustrante y en ocasiones envidiaba a Nicole por ser alguien poderoso con el don de proteger, pero si era sincera conmigo misma y con nuestro pasado, ella siempre había sido la protectora y la valiente de la familia.

Así que, finalmente, tenemos lo que merecemos y lo que somos capaces de manejar.

La voz de Madeline me sacó del trance de golpe, preguntando lo evidente.

—Estás así por Lorie, ¿Verdad?

Asentí lentamente mirando el fondo de mi taza. Esperaba que tan solo fuera simple preocupación, pero temía que nos estuviera ocultando algo más de lo que no quisiera hablar. Y por la actitud de Maddy, ella parecía saber algo y le exigí que hablase por el bien de saber lo que ocurría a nuestro alrededor.

—Sé más bien poco. Entré a mi dormitorio para cambiarme de ropa y me la encontré ojeando en los armarios del cuarto de baño. Se puso histérica cuando encontró uno de mis perfumes y aun no comprendo el motivo de ello. Salió corriendo tan aprisa que no pude averiguar nada más.

—¿Un perfume? ¿Cuál perfume?

—Era mi preferido, pero admito que llevo mucho sin usarlo por culpa de Alexei. Me lo regaló por mi cumpleaños y, desde ese día, lo he aborrecido. Cada vez que veo la caja, se me encoge el estómago.

—Entonces, ¿Por qué lo guardas? —Le pregunté intrigada.

—Para recordarme de quién debo deshacerme para que no interfiera más en mi vida. Si es necesario, acabaré con él, aunque sea lo más difícil que haga en mi vida. —Dijo tras ponerse de pie y comenzar a caminar nerviosamente por la cocina. Dudas asaltaron mi pecho, demostrándome que tenía mucho que aprender si quería sobrevivir en aquel mundo hostil.

—Tenía entendido que los vampiros eran inmortales y que podían curarse de cualquier herida.

—Eso es cierto pero la sangre de un hombre lobo Alpha y no alimentarse por un tiempo, podría hacer que un vampiro experimentado se pudriera bajo tierra. No muchos han muerto pero los suficientes como para comprobar que es la única forma de darles caza.

—Por lo que necesitamos que los licántropos estén a nuestro favor, porque si no, no podríamos acabar con El Exilio y su gobierno de terror.

Ambas quedamos en silencio, ojeando a veces nuestros teléfonos. A veces nos preguntábamos con la mirada si habíamos recibido noticias, pero siempre las respuestas eran tan silenciosas como negativas.

Decidimos volver al comedor donde Lorie aún seguía sentada en la vieja butaca más alejada de la habitación. En completa penumbra y escudada tras la capucha de su sudadera, no mostraba las facciones de su rostro, aunque tan solo sentir el ambiente frío y pesado, sabíamos perfectamente que ella seguía exactamente igual.

Y todo apuntaba a ese perfume, ¿Qué contenía que la ponía en aquel estado?

Era muy tarde, la madrugada había hecho acto de presencia y ella necesitaba descansar. Tras acercarme, Lorie se puso en pie y levantó su cabeza en dirección al reloj de pared. Sin mediar palabra, se marchó a su dormitorio y cerró con llave, quedando Madeline y yo solas ante aquel misterio.

Ambas resoplamos.

—No comprendo nada y para colmo, no tenemos noticias de ninguno de ellos.

—Lo sé y me escama tanto. Peter es alguien muy precavido y siempre me informa cuando no está en casa y se encuentra haciendo guardia por los alrededores, ¿Y si el atacante era más fuerte de lo que parecía?

—Recordaba los movimientos de él y el cómo había pasado de largo de mi presencia. Si hubiera querido herirnos, lo hubiera logrado sin problemas, pero más que eso parecía querer cansarnos o ganar tiempo para algo más.

De nuevo, un callejón sin salida. Madeline me pidió por favor que subiera a descansar y que necesitaba comer para reponer fuerzas. Me negué a ello, pero insistió, pidiéndome que esperase a que terminara la cena. Me sorprendía que una vampira supiera cocinar, a lo que me respondió.

—Te sorprendería a lo que tenemos que estar sujetos muchos de nosotros para encajar en este mundo de humanos. Podremos ser poderosos, pero no tenemos un lugar en este mundo, por lo que tenemos que favorecernos y camuflarnos entre todos vosotros. Quizás tu deseas ser más fuerte, pero yo solo deseo una vida normal con Peter.

Pestañeó dulcemente haciéndome un gesto para que subiera y yo, ante todas aquellas atenciones, no pude negarme. Le agradecí con una breve reverencia, agradeciendo el poder colocarme un camisón y algo más cómodo para mi cada vez más gran estómago.

No sé por cuantas veces estuve anclada en la bandeja de llamadas y mensajes con la esperanza de saber algo más. Me vi tentada a llamar a cualquiera de ellos, pero no deseaba ponerlos al descubierto fuera de la mansión. Los conocía y sabía de sus capacidades; no eran unos blandos y todos ellos volverían a casa.

Unos pasos amortiguados me hicieron girar el rostro en dirección a la puerta, pero al no pararse en la mía, me vi obligada a asomarme. Estaba preparada para toparme con Lorie o Madeline, pero nada más lejos de la realidad.

Un Drogo lleno de arañazos sangrantes y ropa desgarrada, se encontraba en la puerta de su dormitorio, dispuesto a entrar. Pero al detectar mi presencia, se giró lentamente para dedicarme una mirada demasiado mordaz para mi gusto.

Algo dentro de mí supo que él lo sabía todo.