CAPÍTULO 12
CATHY
Mis pasos eran torpes aun a pesar de encontrarme a plena luz del día. Me acordaba a duras penas de las palabras de Maddy acerca del camino que Drogo había tomado esa noche, maldiciendo una y mil veces de no tener una mente prodigiosa que me ayudase en momentos claves como éste.
—¡Malditos poderes de seres no humanos!¡Hace que los humanos parezcamos peleles sin importancia! —Me grité a mi misma sin darme cuenta que no podía hacer demasiado ruido por si acaso Drogo se encontrara por el lugar. Pero aparentemente, por el momento todo seguía tranquilo. Al ser el comienzo del día, el trino de los pájaros era ya más evidente, restándole peligrosidad al lugar, una falsa seguridad que conocía bien.
Lo que estaba haciendo era una completa locura y si mi hermana se enterara, sus gritos se instalarían en mi cabeza durante un tiempo además de vigilarme constantemente como si fuese una niña. Ella no se había dado cuenta, pero comenzaba a parecerse a los Bartholy al preocuparse tanto por la protección de todos, olvidándose de la propia. Había madurado tanto que a veces me planteaba si era la misma persona.
Di varios pasos, pero el sonido de mi teléfono me hizo tropezar y caer al suelo al tropezar con las raíces de un árbol por culpa del susto. Me raspé las rodillas hasta hacerlas sangrar al igual que las palmas de mis manos. Con gran nerviosismo y cierta molestia, abrí la bandeja de mensajes y me topé con un número conocido. Suspiré profundamente mientras que leía un mensaje completamente inesperado:
—"Comprendo que te escaqueaste de la mansión por alguna razón que no deseas que el resto sepa, pero debes de considerar tus debilidades. En el mundo exterior eres el caramelo perfecto para los miembros del Exilio, pues eres una rehén valiosa con la que podrían atraer a Nicole y al resto de nosotros. No seas necia, yo te acompañaré donde necesites ir.
Lorie.
Releí varias veces esas palabras, quedando completamente atónita al darse cuenta que me había marchado de la mansión. Para mi fortuna, ella me había tapado, por lo que tenía una posibilidad de encontrar aquello que Drogo nos había ocultado una de las noches en las que él se había marchado en plena noche. Lorie tenía razón, conocía mis debilidades y ahora que sangraba, aunque fuera un poco, era el mayor reclamo para un hambriento vampiro.
A regañadientes y con la cabeza baja, volví a la mansión como una niña pillada en medio de una travesura. No podía evitar preocuparme por ese estúpido rubio de ojos avellana, que para bien o para mal, me hacía sentir mariposas y lombrices reptar por mi estómago y mi piel. Era una extraña sensación, pero era real, aunque bien sabía que era una relación un tanto imposible.
Nicole era el ejemplo de ser una vampira convertida por amor, pero si éramos justos, fue una decisión tomada por Nicolae. Si hubiera estado en sus manos, ella lo hubiera rechazado. Y si le decía que yo deseaba ese mismo destino, ella se opondría. Además, tenía claro que no lo haría por mi hijo, pues una madre no debería ver morir a sus pequeños.
Mi camino ya estaba marcado y aunque Drogo siempre estaría en mi corazón y compartiríamos momentos, nunca tendríamos una relación normal. Lo que nunca iba a cambiar era mi continua preocupación por él, aun a pesar de mi condición humana débil. Decidí alejar todos esos pensamientos negativos, centrándome en llegar cuanto antes a la mansión, ¿Hacia dónde debería ir? ¿Lorie me estaría esperando en algún lugar? Las heridas me escocían conforme iba caminando más y más ya que el sudor me perlaba la piel. La humedad ambiental tampoco me ayudaba, maldiciendo mi mala forma que ralentizaba mis pasos.
¿Pero qué esperaba? No solo era una humana sino una humana embarazada y encima de alguien quien había desaparecido con Drogo y esa extraña visitante. Cuantas más vueltas le daba a la cabeza a ese asunto, más inverosímil me parecía todo.
La entrada de la mansión ya se encontraba dentro de mi campo de visión, agudizando la vista para comprobar si alguien más se encontraba en el jardín. No me sorprendía ver a Lorie sentada en uno de los bancos de piedra, con una expresión serena, pero con resquicios preocupados. No tenía idea de la excusa que le había contado a todos, pero parecía ser que le habían dejado estar sola en el exterior sin ningún tipo de impedimento.
No tuve que ni siquiera saludarla para que supiera que yo estaba allí. Palmeó el lado vacío del banco donde se encontraba sentada, esbozando una ligera sonrisa que interpreté como una invitación a sentarme. Tan pronto como lo hice, ella comenzó a hablarme.
—Parece mentira como algo que es una debilidad, se convierte en una habilidad que está por encima del resto. Quizás no pueda ver prácticamente nada, pero mis otros sentidos podrían rivalizar con cualquier vampiro Original. Supe que eras tú precisamente por tu olor; conozco el aroma de todos vosotros. Cuidado con las ráfagas de aire, pueden traer información sobre ti bastante valiosa al enemigo y por lo que me puede decir mi nariz, estás herida, aunque no es muy profunda, pero es lo suficiente como para dejar un rastro.
Asentí ligeramente, aunque ella no vería mi gesto. Mi solo silencio confirmó todo lo que ella dijo, mostrando orgullosa su triunfo con una risa jovial. Hasta el día del accidente, nunca supe la verdadera entereza de la hermana de los Bartholy, una fortaleza que podría derribar a cualquier vampiro u hombre lobo experimentado. Quise saber un poco más sobre cómo le iban las cosas, ya que ahora su entrenamiento debía de ser especial.
Alisó su camiseta y me contestó poniendo la vista sobre mí.
—Nicolae insistió en entrenarme cada día para que pudiera defenderme. Por lo que tengo entendido, todos están pensando en irse de la mansión.
—Espera, ¿Qué?¡No podemos irnos, hay gente desaparecida! —Le contesté con el corazón a punto de salir de mi boca. Si ése era el maldito plan de la terca de mi hermana, no lo seguiría. Quizás a ella se le había ido la cabeza con ese nuevo rol de ser una especie de líder de nuestro grupo, pero no le daba derecho a elegir por mí. Quizás mi contestación además de mi cambio de voz, le dio a Lorie información sobre mí que no quería que supiera, mostrando un semblante triste, realizando de nuevo el gesto para que me sentase a su lado. Pero esta vez, no podía hacerlo, por lo que ella se levantó con ayuda de su bastón.
—Sé quiénes están fuera y comprendo también que tu situación es realmente complicada. El padre de tu hijo y el hombre que amas han desaparecido con una extraña mujer, yo también estaría confusa y molesta. Pero sobretodo, tendría miedo.
—No sé cómo demon...
—Mira, quizás no pueda ver con mis ojos, pero no es necesario para no saber ciertas cosas. Drogo te mencionaba en nuestras conversaciones, por lo que era evidente el interés que tenéis el uno en el otro. Y no hay que ser científico para saber que vivías con Sebastián porque intentabas quitarte a Drogo de tus pensamientos y, aunque parece ser que estuvisteis un tiempo que la relación estaba mejorando, pronto te diste cuenta que Sebastián era un simple parche.
—Lorie...no tienes ni idea...
—Sí que la tengo, pero no te preocupes, tu secreto está a salvo con nosotros. Nicole nos lo dijo en la reunión para saber de tu estado y maximizar tu protección. En cuanto a lo de decírselo a Drogo o no, es algo que todos te dejamos a ti. Comprendo que su temperamento puede echarte para atrás, pero no hay nada que más admire mi hermano que la verdad. Si él te ama, tarde o temprano comprenderá.
—Lorie, no entiendes que lo de Drogo es algo imposible. Pertenecemos a mundos diferentes y ahora con un bebé en camino, es imposible que pueda hacer una vida con él. No quiero ver a los míos morir, así que tu hermano siempre será algo que no pudo ser pero que siempre protegeré como un tesoro inalcanzable. Y ahora, necesito que me acompañes a un lugar que necesito ir. Confío que tu olfato puede oler la ceniza de cualquier hoguera que haya sido apagada recientemente. Tu hermano quemó algo en una que hizo no demasiado lejos de aquí, así que podría darnos una pista sobre lo que le ocurre.
Con esa contestación, di por zanjada la conversación y ella lo sabía. Asintió y comenzó a caminar delante de mí para guiarme grácilmente por las profundidades del bosque, casi como si algo la llevara al preciso lugar al que requería ir. El resto del camino fue silencioso e incómodo, aunque había veces en las que los cantos de los pájaros y la brisa de la mañana, quitaba hierro a la situación. conforme más pasaba el tiempo, más reconocía el lugar, hasta el punto que vi la hoguera que tanto ansiaba encontrar. Pero Lorie me hizo un gesto de que parase y me mantuviera callada.
Sus ojos se dilataron, como un gato listo para cazar. Desde que perdió su vista, desde el color hasta la forma de sus pupilas, habían variado y ahora no se teñían de un color rojo sino más bien de un magenta salpicado con destellos amarillos. Era un espectáculo insólito verla transformarse así al estar acostumbrada a verla con ese semblante tan pacífico.
Medio agachada, ella caminó alrededor de la hoguera apretando con fuerza su bastón. Ella me miró como si hubiera escuchado algo inaudible para mí.
—¡Catherine, al suelo!
Y entonces, una nube de color blanco, comenzó a cubrir el lugar como si se tratase de espesa bruma. Con un rápido movimiento, del bastón de Lorie surgió una daga cuya hoja era una intrincada sucesión de dibujos grabados en la misma. Tenía la forma de un colmillo, de cuya empuñadura ahora colgaba una especie de cinta con un cascabel que se escuchaba con gran intensidad. No comprendía la función del mismo, ya que eso daría pistas al enemigo de dónde se encontraría Lorie.
Pero pronto lo entendí, ya que varias manos me tomaron en brazos y me llevaron a un lugar seguro. En tan solo unos instantes, mi familia luchaba codo con codo con Lorie, aunque si era sincera, ella no requería de ayuda alguna al poder ver con mis asombrados ojos, como la joven blandía con una maestría descomunal, esa daga sacada del infierno.
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