XXVIII. face to face with the deVil.
NOTA DE AUTOR.
Quiero aclarar algo antes de iniciar, y es que al igual que la fiesta de Patrick este capítulo no se centrará los seis mimados, por lo que su narración será de manera omnisciente.
Arriba les dejé un trailer promocional de este capítulo, espero que lo disfruten y se suscriban para que estén al pendiente de mis nuevos proyectos.
Dejando en claro esto, comencemos.
¡Espero que lo disfruten!
***
27- Cara a cara con el diablo
CAPÍTULO FINAL
TIPO DE NARRADOR: OMNISCIENTE.
¡Oh, Rosefield!
El soñado poblado que últimamente había sido testigo de los crímenes más atroces, cuya conexión y culpable dejaba como firma una muy tétrica letra V hecha con una yerra en sus víctimas.
Y a pesar que de sus cinco víctimas hasta el viernes en la noche, de los cuales 2 fueron asesinados, 1 de ellos brutalmente y marcada con su firma; la vida privada de las otras dos fue expuesta y finalmente la última fue casi asesinada, quedando con una pequeña cicatriz en la palma de su mano.
Pero había un patrón recurrente en esa figura desconocida: atacaba a los miembros de la familia más poderosa del pueblo —es decir, Los Altamira—, o aquellos quienes se atrevían a meterse con sus malditos mimados, al igual que los que amenazaban con revelar su identidad.
La mañana del sábado, las aves canturreaban y revoloteaban por el pueblo asustadas por los sonoros gritos de terror que emitía una señora quien se encontraba trotando por la zona.
¿Qué había pasado para que aquella persona gritara de manera tan desgarradora?
La policía local fue llamada, siendo el detective Guy Campbell el encargado de la brutal escena del crimen. Se trataba de una nueva víctima de la que aquella horrible persona cobró la vida, pues su emblemática firma estaba marcada en su pecho.
Tal y como si fuera un animal de granja.
Su cuerpo fue arrollado al menos dos veces, y su rostro golpeado en varias ocasiones con un martillo haciéndolo casi irreconocible; pero no fue hasta que vieron la identificación en sus pertenencias que supieron que se trataba de Gavin Quintino, un estudiante de último año que asistía al West Coast.
¿Lo primero que hizo el detective?
Dado a que todos los extraños acontecimientos recientemente ocurridos giraban en torno a Verónica Altamira y a su familia —aunado a esto el cadáver pertenecía a un estudiante de último año de su instituto—, por lo que el detective fue a la Villa Altamira a aclarar los acontecimientos.
— ¿Sabes qué hora es Campbell? —se quejó la recién despierta Verónica, entrando en la sala de estar.
—Es la hora del interrogatorio —respondió él, con un claro tono de sarcasmo.
Verónica estiró sus brazos hacia arriba lo más que pudo, un fuerte y sonoro bostezo escapó de sus labios, y al abrir bien sus ojos notó que Campbell y ella no eran los únicos en la sala de estar: también estaban sus primos y sus tíos ahí.
— ¿A qué se debe su visita tan temprano detective? —cuestionó Xavier Altamira.
—Hemos encontrado el cadáver de un joven que asistía al instituto al que van sus hijos. Necesitamos hacer algunas preguntas con respecto a él.
—Detective, con todo el respeto que usted se merece, ¿Tiene alguna fijación con los jóvenes o una obsesión con nosotros? —Preguntó Louis, frunciendo el ceño—. Porque a alguien le da un infarto en este pueblo y viene a preguntarnos si lo conocíamos.
Aurora Altamira, su madre lo golpeó levemente detrás de su cabeza—. Discúlpelo detective, a veces habla sin pensar.
—Tranquila Señora Altamira, no hago caso a bromas de mal gusto con respecto a mi trabajo —dijo Campbell—. Como detective encargado del caso de V es mi deber interrogar a los involucrados en el caso, y como las víctimas de esta persona los rodean a ustedes seis estoy en mi derecho y mi deber de hacerles las respectivas preguntas.
"¿La policía sabía sobre los mensajes amenazantes de V?".
Pensó Matthew Altamira, tensando su mandíbula.
— ¿Por qué le llaman así al caso? —Preguntó Courtney, quien sabía perfectamente la respuesta—. ¿Y por qué asocian la muerte del chico con nosotros, o con el caso?
—Lo vinculamos porque al igual que a Adam Larson, el asesino ha dejado como firma la letra V en el pecho de la víctima marcada con una yerra —explicó Campbell—. Y el chico fue brutalmente asesinado, al igual que el joven Larson.
— ¿Qué le ocurrió? —preguntó Oriana Altamira, la madre de los gemelos.
Al explicar las causas de tan trágica muerte todos los miembros de la familia Altamira hicieron una mueca de desagrado, incluso Sabrina lucía como si fuese a vomitar.
—Es una lástima que alguien pierda la vida, y más a tan corta edad —dijo Xavier Altamira.
—Así es —concordó Campbell—. Estamos hablando de Gavin Quintino, un estudiante del West Coast que cursaba el último año.
Joey rascó su manzana de Adán.
Louis cerró su puño tan fuerte que podía sentir sus uñas clavarse en la piel de sus palmas.
Matthew contuvo la respiración durante un par de segundos.
Sabrina tenía unas horribles náuseas repentinas.
Courtney mordió la parte interior de su mejilla derecha.
Verónica mordió tan fuerte su labio por dentro que empezó a brotarle un poco de sangre.
"¡¿Cómo es posible que V hiciera eso justo después de haber hablado con él?!".
Pensaba Verónica de manera inquietante.
—Eso es imposible —murmuró Verónica—. Yo cené ayer en su trabajo y él me atendió... Hasta propina le dejé.
—Pues sí señorita Altamira, es una lamentable pérdida —dijo Campbell—. Eso quiere decir que lo conocía.
—Sí pero no —dijo Verónica, negando con la cabeza—. O sea, estudiábamos juntos pero hasta ahí. No compartíamos palabras.
— ¿Se llevaban mal? —inquirió el detective.
Verónica negó en respuesta—. Solo era un compañero de clase y ya... De hecho fue el que me rompió la nariz jugando Voleibol el martes.
— ¡Vaya! Después de eso es imposible creer que no le tengas odio —cuestionó Campbell.
—No estoy para tus acusaciones Campbell —dijo Verónica—. Así que si no tienes otra pregunta, ¿Puedo retirarme?
— ¿Dónde estabas anoche entre las diez y las dos de la madrugada? —preguntó.
—A las diez estaba aquí en la Villa, y a las dos ya estaba dormida —respondió Verónica, con un semblante un tanto nervioso.
— ¿Tienes a alguien que pueda corroborar eso? —preguntó Campbell.
Verónica blanqueo sus ojos en respuesta, levantándose del sofá—. ¿Puede alguien decirle a Campbell que estaba en mi habitación para volverme a dormir?
—Sí lo estaba —dijo Aurora Altamira—. De haber salido los guardias lo habrían notificado.
— ¡Gracias!, ¿Puedo irme a mi habitación? —preguntó Verónica a Campbell, quien asintió en respuesta.
Joey miró como Verónica se alejaba del lugar—. ¿Usted conocía al joven? —preguntó Campbell, dirigiéndose al anteriormente mencionado.
—Solo tengo dos semanas en ese instituto y siempre desayuno con mis primos —explicó Joey—. Creo que ya tiene su respuesta, no lo conocía. Y anoche estaba en mi habitación con Louis y Matthew, ellos pueden confirmarlo —añadió, y sus dos primos asintieron en respuesta.
— ¿Qué hay de usted? Señorita Sabrina.
—Lo mismo que Joey —dijo ella—. Pero yo estaba en mi habitación con Courtney.
—Había escuchado que los gemelos compartían cosas, pero que compartan la manera de pensar es ridículo —dijo Campbell.
—Si mis hijos dicen que no conocían a ese chico y que anoche estaban aquí es porque así es —defendió Oriana Altamira—. Yo los crie así, ellos no dirían mentiras jamás.
¿No es gracioso?
Mentir era lo que estaban haciendo desde que pisaron Rosefield: desde lo del asunto de su padre, luego la muerte de Adam Larson y después el incidente en la fiesta de Patrick.
—Con todo el respeto que se merece señora Altamira, pero yo sólo estoy haciendo mi trabajo —se excusó Campbell—. Y no sé si lo saben, pero mi trabajo es hallar al culpable de la reciente ola de crímenes que está azotando al pueblo.
—Pues yo no conocía al chico ni de vista, y anoche estaba en mi habitación con Sabrina —dijo Courtney, levantándose del sofá—. Y permiso, voy a desayunar.
—Yo no he dicho que pueda retirarse señorita —la frenó Campbell—. Pero puede hacerlo, así que adelante.
—Yo no sé de quién está hablando detective —dijo Matthew—. Y anoche estaba en mi habitación con los chicos.
—Yo ni siquiera asisto a ese instituto y muy poco salgo de esta villa. Además de que anoche estaba con los chicos en nuestra habitación —dijo Louis, levantándose—. Así que si me lo permite, me retiro.
Campbell asintió e hizo una seña para que los malditos mimados que quedaban en la sala de estar se retiraran de ella.
—Bueno, ya que aclaré las cosas con sus hijos puedo retirarme —dijo Campbell.
—De hecho detective, le tenemos una petición —dijo Xavier, cuando solo quedaban él, sus hermanas y Campbell en la sala de estar—. Si no tiene como vincular a ninguno de nuestros hijos con una escena del crimen es mejor que se ahorre sus viajes a esta villa, porque mientras usted acosa a nuestros hijos con absurdas preguntas, fuera de lugar y sin fundamento el asesino de nuestro padre, que como dice usted puede ser el autor de la muerte de los otros chicos sigue suelto.
—Así que si no quiere ganarse una demanda por acoso limítese a hacer su trabajo —advirtió Aurora.
—Y deje a nuestros hijos en paz, que ellos no tienen nada que ver con ese asesino —sentenció Oriana.
—Como dije antes, yo solo estoy haciendo mi trabajo —recalcó por enésima vez Campbell—. Y con permiso, pero tengo que seguir haciéndolo. El deber llama —añadió, saliendo de la sala de estar.
Luego de esa amarga despedida el detective Campbell no tuvo más opción que abandonar la Villa Altamira. Los hijos de Don Altamira estaban más unidos que nunca.
Alberto debía de estar orgulloso.
***
Las fiestas, lo que absolutamente todos amamos.
¿Qué sería de una iniciación de porristas del West Coast de Verónica Altamira sin una salvaje e inolvidable fiesta de por medio?
Y la se rumoreaba que la de este año iba a ser la más salvaje de todas, después de todo era la última que Verónica Altamira celebraría para el West Coast; y aunque sólo era un chisme de pasillo ella estaba acostumbrada a siempre ser legendaria.
Como en su cumpleaños número dieciséis, cuando contrató a Lady Gaga para que le cantara en su cumpleaños, o a los quince cuando llevó a sus amigos para un safari en África. Aquellos lujos de los que todo el instituto hablaba durante años, y que solo Verónica Altamira se había dado.
— ¡Su atención perdedores! —dijo Verónica por el micrófono.
Estaba vestida tan glamurosa como acostumbraba, con un pantalón de vestir alto color negro azabache, un top blanco con tirantes delgados y tacos de 15 centímetros blancos con brillantes. Diamantes adornando su cuello y orejas.
A pesar de que con Verónica eran 24 miembros oficiales de las animadoras, esa noche estaban presente 23; Rachel dijo que asistiría pero aún no había hecho presencia en la gran cabaña de los Altamira.
Frente a Verónica se cernía una mesa donde había 50 shots de vodka, y atrás de ella estaban las cinco aspirantes, incluidas los otros dos miembros de la familia Altamira. La persona encargada de la música la bajó un poco.
—Ustedes cinco perdedoras son aspirantes a animadoras, si pasan las pruebas de esta noche oficialmente lo serán —anunció Verónica por el micrófono.
Todos en el lugar estaban alrededor de las cinco nerviosas aspirantes a porristas del West Coast
—Para comenzar la noche deberán beberse los 10 shots de vodka que están servidos en la mesa frente a ustedes— indicó Emma Woods, la mejor amiga y mano derecha de Verónica.
— ¿Qué tienen que ver 10 shots con ser animadoras? — cuestionó Sabrina.
—Bébelos y ya ¿O es que no te atreves? —desafió Verónica, cruzándose de brazos.
Sabrina recordó el incidente que sucedió en una fiesta a la que asistió unos años atrás cuando asistía en su antiguo colegio en la que estaba tan ebria que se orinó encima, y ya para el lunes de esa semana todo su instituto lo sabía. Luego de que Sabrina lo pensara durante unos cortos segundos, miró a Verónica con un semblante muy desafiante y comenzó a beber los shots, seguida por las otras aspirantes y terminando primero que sus compañeras. El lugar se llenó de aplausos y silbidos.
— ¿Es todo lo que tienes primita? —dijo Sabrina con tono amenazante.
La gente enloqueció ante su provocación.
—Solo estaba calentando —dijo Verónica con el mismo tono—. Ahora juguemos algo que a mí me gusta llamar El espiral del vómito —dijo por el micrófono, abriéndose paso entre los invitados—. Síganme, perdedoras —añadió, refiriéndose a las aspirantes.
Verónica encaminó a las cinco chicas al piso superior y las frenó junto a las escaleras que se cernían tras de ellas.
—El juego es simple: van a dar vueltas donde están paradas durante diez segundos y deben correr hasta aquella silla —explicó, señalando a las cinco sillas que estaban a unos cuantos metros del pie de las escaleras en la piso inferior.
—Sencillo —dijo Courtney.
—Sin vomitar —añadió Verónica.
Esta última bajó nuevamente las escaleras dejando a las aspirantes en la planta superior; contó hasta 3 y las chicas comenzaron a girar como ella les había indicado, comenzando un nuevo conteo hasta diez. Las chicas intentaron mantenerse en pie en vano, dado a que en pocos segundos rodaron escaleras abajo.
— ¡Auch! No fui yo y me dolió —dijo Verónica por el micrófono.
La mayoría de los presentes hicieron muecas de dolor y asco, pues las cinco chicas tuvieron arcadas que no pasaron a vómitos; como pudieron se levantaron del piso y corrieron a las sillas indicadas, tambaleándose un poco en el camino mientras intentaban no tropezar.
Por suerte para las cinco muchachas todas lograron llegar a las sillas y se sentaron en ellas, para luego correr a los baños dispersos por la cabaña. Hubo una pausa de diez minutos durante la cual las cinco candidatas se encontraban recobrando fuerzas, mientras que los presentes estaban bebiendo o bailando por el lugar.
La música fue bajada nuevamente—. ¡Novatas al centro! —dijo Verónica, quien estaba sentada en un sillón en el medio de la sala de la cabaña.
El lugar era de concepto abierto, por lo que se podía apreciar las rusticas terminaciones desde cualquier área de la cabaña; frente a Verónica estaba una mesa pequeña mesa de café con 15 cervezas sobre ella.
—Para la próxima dinámica deberán beberse las tres cervezas, una tras otra —explicó Emma, quien estaba sentada en la reposadera derecha del sillón.
Las demás miembros oficiales del equipo de pie detrás de ambas.
—Juegos de niños —dijo Courtney.
Verónica se inclinó hacia delante, apoyándose sobre sus codos, miró a Courtney de pies a cabeza de forma amenazante—. De un zapato sudado.
Gestos de asco expresaron los rostros de las cinco chicas, al igual que de algunos de los presentes: Verónica chasqueó los dedos de su mano derecha y enseguida cinco chicos del equipo de fútbol se posicionaron junto a ella, cada uno quitándose el zapato derecho para luego destapar las empañadas botellas de cervezas, vertiendo su contenido en los zapatos.
Las cinco chicas recibieron los zapatos y tuvieron arcadas—. Aún no sé qué tenga que ver esto con ser porristas —dijo Sabrina—. Pero si morimos, será tu culpa
— ¿Quieren ser una animadora? —cuestionó Verónica. Las cinco chicas asintieron incrédulas—. Entonces deben hacer lo que sea para estar en el equipo.
—Así que dejen el drama —añadió Emma—. El que tenga miedo de morir que no nazca.
—Pues yo no pedí nacer —bromeó Sabrina, mirando el zapato asqueada.
Las cinco chicas respiraron hondo y se dispusieron a beber de su respectivo zapato.
— ¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo! —las alentaba el público.
Luego de un par de segundos, las aspirantes habían terminado de beber la cerveza del zapato, tragando cada gota de ella mientras hacían gestos de asco. Los presentes comenzaron a gritar y aplaudir.
—Vamos con la prueba final —dijo Verónica, levantándose del sillón—. Síganme.
Los presentes se quedaron en la planta inferior mientras que Verónica, Emma y las cinco chicas subieron a la superior y se encaminaron por un pasillo hasta detenerse en una puerta; Verónica sacó una llave y abrió la misma.
—Adelante —dijo ella, poniéndose a un lado de la puerta e indicando con su mano derecha que entraran.
Verónica y Emma se quedaron de pie en el pasillo—. ¿Ubican lo que es una sala de escape? —Preguntó esta última.
Todas asintieron en respuesta—. Bienvenidas a una propia. Tienen treinta minutos para salir de aquí o están fuera —sentenció Verónica, cerrando la puerta y dejándolas encerradas.
Las cinco chicas corrieron a la puerta y comenzaron a golpearla—. ¡¿Estás loca?! —Gritó Courtney—. ¡¿Cómo vas a dejarnos encerradas con una ex presidiaria?!
Sabrina blanqueó sus ojos ante el comentario de Courtney mientras seguían tocando la puerta, cosa que dejaron de hacer ya que era inútil. No obtenían respuesta y Verónica ya había bajado a la planta inferior. Un televisor que estaba en una estantería se encendió mostrando un cronómetro que comenzó una cuenta regresiva desde 00:30:00.
—Bien, comencemos a buscar —dijo una chica morena.
—No puedo creer que en serio estemos haciendo esto —dijo Sabrina, buscando alguna pista por el lugar.
—Supongo que debemos encontrar la combinación de esto para salir de aquí —dijo una chica pelirroja.
Las cinco chicas miraron detenidamente la caja fuerte y buscaron a sus alrededores alguna pista.
— ¿Eso nos sirve? —dijo Courtney, señalando a alguna especie de adivinanza puesta en la pared.
—Para de aquí escapar el tiempo deberás tomar —leyó Sabrina.
—Pero si llegas a tardar encerrado... —leyó Courtney.
—Quedarás —leyeron todas al unísono.
—Genial —dijo una chica castaña—. Estamos perdidas.
Ya el cronómetro marcaba 00:27:35 minutos transcurridos y lo único que tenían era una caja fuerte y una pista nada convencional colgada en la pared.
—Encerrado... —susurró Sabrina, mientras veía un cofre. Curiosa por descubrir que había en su interior lo abrió, encontrando un reloj de muñeca marca BOSS—. Chicas... —murmuró, llamando la atención de sus compañeras que se encontraban dando vueltas por el lugar—. El tiempo deberás tomar... La hora está detenida a las dieciséis y veinticinco —dijo, caminando hacia la caja fuerte e insertando los dígitos al derecho y al revés, cosa que fue inútil porque no se abrió.
— ¿De dónde te robaste eso? —cuestionó Courtney.
Sabrina blanqueó sus ojos ante el comentario de su prima—. La escritura en la pared decía que quedaríamos encerradas y busqué en aquel cofre —explicó, dándose cuenta de que había cofres, cajas y todo tipo de objetos con tapas en la habitación. Sabrina caminó hacia otra caja y buscó en su interior, encontrándose con que estaba vacía—. Busquen en el interior de todo lo que tenga tapa.
Las cinco chicas se dispersaron por la habitación consiguiéndose con diferentes objetos con tapa, y cuando finalmente registraron todos tenían en su poder diez relojes de muñeca marca BOSS incluyendo el que Sabrina había encontrado antes. Todos estaban detenidos en una hora en específico, y las aspirantes intentaron poniéndolas al derecho y al revés sin tener éxito.
—Han pasado casi diez minutos y no hemos resuelto una mierda —se quejó la pelirroja.
—Hay diez relojes, ¿No? —Cuestionó la morena, a lo que todas asintieron en respuesta—. ¿Por qué intentamos con diez diez? ¿O con cero uno cero uno? O no sé... Alternando esos cuatro números.
—Buena idea —dijo Courtney.
La chica morena se alternó los cuatro números en todas las combinaciones posibles, pero fue inútil dado a que la caja se mantenía cerrada. Las cinco jóvenes se encontraron reflexivas durante un par de minutos más, hasta que Sabrina se agachó frente a la caja fuerte sin despegar la vista del reloj que tenía en la mano.
—No estoy segura, pero... —murmuró, apretando los números 8 0 5 5, y finalmente la caja se abrió.
—Por fin la noche que pasaste en prisión nos sirve de algo —dijo Courtney sarcásticamente.
— ¿Cuál era la combinación? —Inquirió la castaña—. ¿Y cómo la adivinaste?
—Los diez relojes son BOSS, y si se dan cuenta a los números que se asemejan a las letras son ocho cero cinco cinco... Solo lo intenté y funcionó —explicó Sabrina, abriendo la caja.
En su interior se encontraban un pequeño destornillador y una nota escrita a mano.
—Para salir de aquí, deberán desatornillarme a mí —leyó Sabrina.
— ¿Desatornillar qué? —Cuestionó la pelirroja, cruzándose de brazos—. Esa cosa no tiene tornillos.
— ¿Por qué no han dicho nada de que es estúpidamente pequeño el destornillador? —cuestionó Courtney.
Todas dejaron los relojes en una mesa junto con el destornillador.
Sabrina conservó la nota para ella misma, pues la estaba leyendo mientras deambulaba por la habitación; la chica morena se acercó a la mesa y observó los relojes con detenimiento, hasta que finalmente se dedicó a desarmar uno de los ellos.
—Chicas —murmuró, por lo que todas se acercaron a ella—. Encontré una nota dentro de un reloj —añadió.
La pelirroja le quitó la pequeña nota de sus manos—. Estás buscando en el incorrecto. Encuéntrame —leyó.
—Sigue desarmando los demás —ordenó Sabrina.
Luego de abrir todos y cada uno de los relojes que habían encontrado antes dieron con cinco pequeñas llaves, y una nueva nota la cuál decía "Una salida encontrarás sólo si sabes buscar, paredes tendrás que tocar para espacios pequeños encontrar"
Las cinco aspirantes se encontraban dispersas por el lugar tocando paredes como locas, pues la última pista hacía una clara referencia que había una especie de pasadizo secreto entre ellas. El cronómetro no paraba de marchar, y tan solo quedaban 00:08:29 minutos restantes y las chicas aún no encontraban manera de salir, pues la habitación en la que se encontraban no poseía ventanas.
— ¿Me ayudan con esto? —pidió la pelirroja, haciendo referencia a una larga estantería de la cual ya habían removido todos los libros y buscado en cada rincón de ella.
— ¿Qué quieres hacer? —preguntó Courtney.
—Ver si hay algo detrás de ella —informó la chica.
Las cinco aspirantes empujaron y tiraron con fuerza de la pesada estantería, pues el cronómetro no paraba de avanzar y ellas se aferraban más que nunca a obtener un puesto en el equipo de animadoras.
— ¡Empujen con más fuerza y más rápido! —Espetó Sabrina—. Hay un ducto de ventilación ahí.
Las cinco lograron apartar el librero lo suficiente como para poder abrir aquella ventilación e introducirse una a una en ella; dicho ducto conectaba la habitación en la que estaban con otro cuarto que quedaba a su derecha, en el cuál había una puerta. Sabrina fue la primera en entrar a la habitación de junto, corriendo directamente a la puerta de esta pero estaba cerrada con llave.
La alarma sonó, indicando que solo les quedaba un minuto para salir del juego; Sabrina era todo un manojo de nervios, por lo que le fue un tanto difícil probar todas y cada una de las llaves en la puerta.
— ¡No es ninguna! —gritó, mirando a su alrededor.
La habitación estaba vacía por completo, y lo único que la constituía eran esa puerta y una ventana que tenía techo bajo de ella y un escrito sobre su marco en el que se leía "Caída libre".
— ¿Intentaste abrir la ventana? —preguntó la chica pelirroja por lo que Sabrina negó con la cabeza.
La alarma de que restaban treinta segundos no paraba de sonar, enloqueciendo a las chicas. Sabrina intentó abrir la ventana con las llaves que tenía consigo y lo logró. Las cinco chicas salieron con cautela al techo, acercándose al borde y viendo que estaban frente a la alberca de la cabaña.
—Caída libre... —murmuró Courtney—. Tenemos que saltar.
— ¡Quince! —gritaron los espectadores, viéndolas desde el piso inferior.
—Yo ni loca saltaré —dijo la pelirroja.
—Cariño, ya llegamos hasta aquí, así que... Lo siento —dijo Courtney, empujándola al vacío.
Los gritos de la chica se escucharon por sobre la música, pero finalmente cayó dentro de la alberca.
— ¡Ocho, siete! —gritaron los espectadores.
Las cuatro chicas se agarraron de las manos y se miraron entre sí, asintiendo con la cabeza y corriendo al borde del tejado para luego saltar de él.
— ¡Cinco, cuatro, tres! —lograron escuchar antes de sumergirse en el agua.
Las cuatro chicas llegaron a la superficie y recobraron el aliento.
— ¿Realmente pensaron que dejaría que cinco perdedoras formaran parte del equipo? —Cuestionó Verónica por el micrófono—. Pues están equivocadas.
—Esta noche demostraron que tienen agallas —dijo Emma—. Y que harían lo que sea por ganar, por lo que tienen carácter.
— ¡Bienvenidas a las animadoras! —felicitó Verónica.
Las cinco aspirantes dejaron de serlo finalmente, convirtiéndose ahora en miembros oficiales de las West Coast Cheer, por lo que se abrazaron entre sí a modo de celebración dentro de la alberca a excepción de Sabrina y Courtney quienes mantenían distancia la una de la otra.
Verónica apagó el micrófono y se bajó de la mesa en la que se había subido antes, miró algo en su celular y luego se acercó emocionada a su amiga.
— ¡Ethan me está esperando en la habitación principal! —Exclamó con entusiasmo—. Encárgate de lo demás.
—Diviértete —dijo Emma—. Después quiero que me cuentes con lujo de detalles como te fue anoche en la cita y hoy allá arriba.
—Que sucia eres —bromeó Verónica, golpeando el hombro de su mejor amiga y desapareciendo entre la multitud.
Diez minutos más tarde se le vio a Courtney con ropa seca mientras coqueteaba un poco con Jayden Michaels; mucha gente especulaba que ambos tenían una relación fugaz, y hay quienes aseguraban verlos actuar de forma sospechosa. Pero no eran más que rumores.
De la nada la actitud de Courtney cambió cuando leyó la pantalla de su celular.
NUEVO MENSAJE
Blocked ID
Su respiración cambió y una expresión de preocupación se adueñó de su rostro, por lo que se alejó de Jayden y desbloqueó su celular, se metió en la bandeja de mensajes y todo estuvo claro para ella.
De: Blocked ID
Hora de conocernos Courtney.
Te esperaré en la dirección que programé en tu google maps.
Ven sola o sufrirás las consecuencias.
XOXO
—V.
Asintió lentamente mirando a su alrededor. Courtney recibió unas coordenadas del lugar donde finalmente se encontraría con V y sabría su identidad.
¿Aceptaría su invitación y finalmente se uniría al equipo?
Ella se adentró en el espeso bosque que rodeaba la propiedad, el lugar donde la habían citado no quedaba tan lejano de la misma.
¿Estaba viendo lo que creía que era?
Había una persona vestida completamente de negro y con capucha puesta agachada de espaldas hacia ella, la cual tenía frente a sí un cadáver. A pesar de que alumbraba con la linterna de su celular no pudo detallarle la cara al cuerpo sin vida que yacía frente a la figura.
Courtney volvió a sentir miedo de perder su vida.
Unos nervios casi incontrolables invadieron su cuerpo y su respiración se tornó dificultosa. Iluminó con su linterna a la persona que estaba de espaldas hacia ella mientras buscaba la valentía para pronunciar alguna palabra.
— ¿Qui-Quién eres? —murmuró, disimulando un poco su nerviosismo.
La persona se levantó lentamente. Su cuerpo también temblaba y no tenía guantes como la noche en que Courtney fue atacada, por lo que sus manos estaban completamente desnudas.
—Date la vuelta y levanta las malditas manos si no quieres que te vuele la cabeza aquí mismo —ordenó Courtney, sacando un revólver de su espalda y sujetándolo con firmeza, aunque de vez en cuando temblaba.
Finalmente pasaría: al fin sabría la identidad de la persona que había convertido su vida en un completo infierno. La persona se volvió lentamente hacia Courtney, quitándose al mismo ritmo con la capucha. El miedo podía percibirse en el aire.
Una lágrima se escapó por el rostro de Courtney, quien bajó el arma lentamente—. No puedo creerlo... Es imposible.
***
GLOSARIO.
Lady Gaga: es una cantante, compositora, productora, bailarina, actriz, activista y diseñadora de moda estadounidense.
BOSS: es una casa de moda de lujo alemana, fundada en 1924 en Metzingen, cerca de Stuttgart, por Hugo Ferdinand Boss y Fran Rides.
Google maps: es un servidor de aplicaciones de mapas en la web que pertenece a Alphabet Inc. Ofrece imágenes de mapas desplazables, así como fotografías por satélite del mundo e incluso la ruta entre diferentes ubicaciones o imágenes a pie de calle con Google Street View, condiciones de tráfico en tiempo real (Google Traffic) y un calculador de rutas a pie, en coche, bicicleta (beta) y transporte público y un navegador GPS, Google Maps Go.
***
NOTA DE AUTOR.
¡WAIT A FUCKING MINUTE!
¡¿A QUIÉN VIO COURTNEY?!
Calma gente, todas sus dudas serán aclaradas en el epílogo.
Los amo un montón.
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