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XXII. sabor a Victoria

Joey

Maldito V de mierda.

Malditas mentiras.

Maldito instituto.

Malditos todos.

— ¡Sabrina espera! —gritó Verónica, corriendo detrás de ella.

— ¡Jóvenes, sus pases para el baño! —gritó un renacuajo de primer año de bachillerato.

— ¡Quítate! —espeté, empujando al cuatro ojos fuera del camino.

Verónica, Destiny y yo corrimos tras Sabrina por el desierto pasillo del instituto, dando un par de vueltas hasta que finalmente llegamos al baño de chicas; Destiny y Verónica se detuvieron en la puerta, girando en sus lugares.

—No creo que deberías... —murmuró Verónica.

—Me importa una mierda —la interrumpí, apartándolas con mis brazos de la puerta negra con un ícono de chica blanco—. Es mi hermana —sentencié, adentrándome en el baño.

Azulejos blancos hasta la mitad de la pared, una barra de mármol negra y tres lavamanos frente a cinco casetas de inodoros lo componían, al igual que papel tapiz turquesa desde la mitad de la pared hasta el techo.

— ¡Es el baño de chicas! —exclamó una chica morena.

Puse mi brazo izquierdo en L sobre mi estómago, posicionando mi codo derecho sobre el dorso de mi mano izquierda, relajando mi postura y dejando caer mi mano derecha.

— ¡No nena! —Exclamé, con un fingido tono afeminado—. Ese labial no va con esas uñas, ¡Hmm hmm! —añadí, haciendo una mueca de pato y moviendo mi cuello en círculo.

Ella blanqueó sus ojos en respuesta—. ¡Pervertido! —espetó, dirigiéndose a la salida.

La seguí con la mirada, encontrándome a Verónica y Destiny con sus brazos cruzados sobre sus pechos mientras negaban con la cabeza.

—Salió del baño, al menos funcionó —me excusé.

Verónica blanqueó sus ojos en respuesta, desfilando frente a las casetas de inodoros. Finalmente se detuvo en la del medio, soltando un sonoro suspiro.

—Sé que estás ahí Sabrina, olvidaste recoger tu mochila del suelo.

— ¡Déjenme en paz! —exclamó entre lágrimas, recogiendo su mochila.

—Sabrina, puedes sacar a quien se te dé la gana de tu vida, pero a mí no —sentencié—. Todo estará bien. Es un pueblo pequeño, alguien más hará una estupidez y se les olvidará.

— ¡No es cierto! —Gritó, su voz aún estaba quebrada—. Precisamente porque es pequeño todos lo sabrán.

—En primer lugar no tenías que mentir —dijo Destiny—. Y en segundo lu...

—No —la interrumpí, levantando mi dedo índice con intención de que se callase—. No digas más, porque lo menos que haces es ayudar.

Destiny blanqueó sus ojos ante mi comentario—. En segundo lugar —continuó ella—. Siempre supe que era mentira.

— ¡¿Qué?! —exclamamos los tres restantes al unísono.

—Vamos Sabrina, ¿Cercana a Ariana Grande y ni una foto con ella? —hice un gesto de asco al escuchar la nariz de mi hermana moquear—. Sonaba demasiado perfecta su vida como para acabar viviendo aquí en Rosefield.

— ¿Por qué seguiste siendo mi amiga? —preguntó Sabrina ahogada en lágrimas.

—Porque me agradas Sabri —admitió Destiny, con una sonrisa en su rostro—. Es normal sentir presión cuando eres nueva en un lugar, aunque...

Destiny hizo una larga pausa.

— ¿Aunque qué? —añadió Sabrina.

—Sí exageraste un poco —dijo Destiny finalmente—. Pero no importa. Como dije antes, me agradas Sabri, sólo se honesta de ahora en adelante.

Un silencio se adueñó de la habitación, hasta que Verónica decidió romperlo—. ¿Sabrina, estás bien?

Escuchamos unos cortos pasos provenientes del interior de la caseta, hasta que la puerta de la misma se abrió y Sabrina salió de su interior; su mochila colgaba de su hombro izquierdo, su mirada estaba fija en el piso y su larga cabellera avellana colgando a los lados de su rostro.

Limpió con el dorso de su mano las lágrimas de su rostro—. Lo siento, Destiny —murmuró, caminando hacia el lavamanos sin despegar la vista del suelo.

— ¿Vas a estar bien? —preguntó Destiny. Sabrina se limitó a asentir—. Cuentas conmigo Sabrina, pronto lo olvidarán. Yo volveré al aula, nos vemos allá —nos informó, para luego salir del baño.

Sabrina abrió el grifo y se lavó la cara. Busqué en el bolsillo de mi blazer escolar mi petaca y se la ofrecí a Sabrina, pues esa mañana la había llenado con un poco de vodka. Ella negó con la cabeza.

—Ten, necesitas un trago más que yo —insistí.

Mi hermana la vio durante un par de segundos en mis manos y luego me la quitó, bebiendo un buen sorbo de ella y tosiendo un poco cuando lo tragó en seco. Yo también bebí un trago antes de volver a guardarla en mi blazer.

— ¿Por qué no nos dijeron lo de su padre? —preguntó Verónica, recostándose de la encimera y cruzándose de brazos.

—Qué más da —dijo Sabrina, subiendo y bajando sus hombros al tiempo que fruncía sus labios.

—Teníamos que guardar apariencias Verónica —respondí a su pregunta—. Además, se suponía que solo serían dos días, no estaba en nuestros planes quedarnos durante tres meses en este maldito pueblo.

—Pero sí en los de Alberto —dijo Verónica, posicionándose a mi lado—. Ahora ya entiendo porque no se fueron en un principio.

—Como sea —espetó Sabrina, cerrando el grifo y sacudiendo sus manos, liberándose un poco del agua que aún corría por ellas—. Ya todos se enteraron, y por culpa de V.

— ¿De V? —pregunté confundido.

— ¿Por qué siempre tenemos que explicarte lo obvio siempre? —dijo Verónica, golpeándome en la parte trasera de mi cabeza.

— ¡Auch! —me quejé del dolor. Sabrina secó sus manos y leí el mensaje de V que recientemente había llegado— ¡Wow!

—Dame eso —dijo Verónica, arrebatándome el celular de las manos. Verónica leyó para sus adentros de manera rápida el contenido del mensaje—. ¡Vaya mierda!

— ¿Qué te sorprende? —espeté—. No se supone que era obvio que V fue quien envió las fotos de mi padre.

—"Esto apenas comienza" —leyó Verónica, devolviéndole el teléfono a Sabrina—. Se supone que empezó hace dos semanas con el asesinato del abuelo, ¿Qué más puede hacernos V?

—Espero que no nos haga más nada —dije, en tono de súplica.

—Ya asesinó a dos personas, expuso a Patrick frente a literalmente todo el pueblo, casi mató a Courtney en nuestra propia casa y ahora nos expuso a nosotros —dijo Sabrina, contabilizando los hechos con sus dedos—. Lo más prudente es ir con la policía antes de que esto se nos salga de las manos.

—Escúchame bien —dijo Verónica de forma amenazante, señalándola con su dedo, caminando en dirección Sabrina lentamente, quien dio pasos hacia atrás hasta quedar contra la encimera de granito—. Primero: hablamos con los demás porque no vamos a decidir tres por seis personas. Y segundo: no creo prudente involucrar a mis tíos en esto, si apenas podemos nosotros sobrellevar la situación, ¿Cómo reaccionarían ellos ante estos mensajes?

—Creo que mejor que nosotros —dijo Sabrina—. Son adultos después de todo.

Puse mis brazos entre ellas para separarlas—. ¿Por qué te pones como loca cuando mencionamos a la policía y a V en la misma oración? —Pregunté cruzándome de brazos, dejando a Sabrina atrás de mí—. No me digas que tú eres V, aunque eso tendría muchísimo sentido ahora.

— ¿Qué estás insinuando? —dijo ella, aligerando su peso.

—Alberto te violo y lo asesinaron —dije, dando un paso hacia ella—. Adam nos iba a decir la identidad de V y no quisiste esperar por cinco minutos más cuando ya habíamos esperado veinte y apareció muerto —agregué, dando otro paso hacia ella—. Patrick te puso los cuernos con su mejor amigo y V lo expuso delante casi todo el pueblo —añadí, dando otro paso—. Sin mencionar que nos dejó en ridículo... En parte por culpa de Sabrina —dije, volteando a verla. Cerré fuerte los ojos y negué repetidas veces con la cabeza—. Pero ese no es el caso.

— ¿Y cuál es entonces? —preguntó Verónica, cruzándose de brazos.

—El caso es que tú eres V —la acusé.

Verónica rio sarcásticamente ante mi comentario—. Los tragos del sábado te hicieron efecto retardado —cruzó sus brazos sobre su pecho, mirándome de pies a cabeza de manera despectiva—. Aunque bueno, retardado ya estás —agregó, dibujando una sonrisa hipócrita en sus labios—. Finjamos que no acabas de contarnos teorías estúpidas para que podamos seguir conviviendo en paz y volvamos al salón.

Verónica se giró y caminó hacia la salida, deteniéndose en la puerta para mirar a Sabrina—. Quita esa cara de perra triste, a un Altamira la tumba quien puede, no quien quiere. Y créeme que tú no serás la excepción —Sabrina se limitó a asentir en respuesta.

***

Al devolvernos al salón, todas las miradas estaban puestas en nosotros tres; Verónica se dirigió a su puesto, mientras que Sabrina y yo compartimos una mirada de "Todo va a estar bien" y seguimos nuestro camino hacia los nuestros.

— ¿Alguien puede explicarme qué sucedió hace unos segundos? —preguntó el profesor.

Todo el salón se quedó en silencio, Sabrina, Verónica, Destiny y yo compartimos miradas. Finalmente me puse de pie—. Profesor, no fue...

—Tuvimos una emergencia familiar —interrumpió Sabrina, levantándose de su puesto—. Internaron a un tío de emergencia y sólo estaban llamando para avisarnos.

— ¿En la cárcel con tu padre o en una clínica? —preguntó alguien en la fila de enfrente con cinismo.

Nuestros compañeros estallaron en carcajadas; podía ver lo tensa que estaba Sabrina.

— ¡Silencio! —Ordenó el profesor, golpeando tres veces su escritorio con el borrador de la pizarra—. Señoritos Altamira, Mitchell y Jackson —mencionó, poniéndonos de pie al escuchar nuestros apellidos—. Primera y última vez que se salen de mi clase sin aparente explicación, ¿Les quedó claro?

Los cuatro asentimos en respuesta—. Sí profesor —dijimos al unísono.

—Y en cuanto a usted —dijo, señalando al autor del comentario anterior, por lo que un chico con cabello castaño se levantó en su puesto—. No voy a permitir actitudes que atenten contra el bienestar de sus compañeros en mi clase, y dado a que no es la primera vez que sucede —añadió, haciendo referencia a hechos pasados antes de nuestra llegada, pues nunca había escuchado algo de ese chico en esta clase—. Quedas expulsado lo que queda del año escolar de mi clase.

— ¡No puede hacer eso! —gritó el chico, golpeando su escritorio.

—Por supuesto que puedo —corrigió el profesor, llenando una planilla de pie junto a su escritorio—. Así que recoge tus cosas y espérame en dirección, llamaremos ya mismo a tus padres.

El chico se limitó a meter sus cosas de manera abrupta en su mochila, recogió la planilla que acaba de llenar el profesor y salió molesto del salón, azotando la puerta al abandonar el lugar.

***

Verónica

—Sólo inténtalo —insistió Sabrina, quien estaba con su bandeja del desayuno esperándonos al resto de nosotros.

—No pierdes nada con hacerlo —añadió Courtney, saliendo de la fila—. Además, sus padres están cometiendo un crimen y deben pagar por ello.

—Si denunciarán a alguien en la policía recuerden hacerlo con la gente de esta cocina —añadió Joey, recibiendo una mala cara por parte de la señora que estaba sirviendo el desayuno. Al darse cuenta de lo que hizo, negó un par de veces con la cabeza—. ¡No hablaba de esta cocina! —Espetó, en un fallido intento por remediar su estúpido comentario—. Lo siento —murmuró finalmente, ofreciendo una sonrisa suplicante.

— ¡Avanza niño! —Ordenó la señora—. Sólo congelas la fila.

Joey hizo caso sin protestar.

—Tal vez no quiera hacerlo, porque a pesar de todo son sus padres —añadió Matthew, saliendo tras de Joey—. Pero si no lo haces, acabarán con Altamira's Group antes de que el heredero tome posesión de ella.

— ¡Gracias! —dije amablemente a la señora una vez me sirvió el desayuno.

Me salí de la fila uniéndome a los chicos—. Y volviendo a lo de Patrick, no creo que él nos quiera ayudar —los chicos comenzaron a protestar cosas a las que no presté atención—. Pero lo intentaré para que me dejen en paz —accedí finalmente.

Dejé a los chicos atrás y caminé hasta la mesa donde estaban sentados únicamente Patrick y Nolan.

¿Acaso los del equipo dejaron de hablarle luego de enterarse que su capitán tiene una relación con su medio campo?

O peor aún...

¿Los echaron a ambos del equipo?

Lo peor de todo era que Patrick pensó que yo causé todo el desastre de su fiesta de cumpleaños, que yo lo expuse así delante casi todo el pueblo. Pero aparentemente no todo el instituto lo sabía, y tal vez solo pensaban que rompimos nuestra relación.

Tomé una bocanada de aire, armándome de valor para tener una conversación con Patrick: no habíamos hablado después de nuestra discusión del sábado en la madrugada, aquella que tuvimos en su habitación.

— ¡Hmm hmm! —Aclaré mi garganta, captando la atención de ambos—. ¡Hey! —saludé de manera tímida con mi mano derecha.

Nolan —quien tenía puestas unas gafas de sol—, soltó un suspiro de fastidio y Patrick me quitó la mirada enseguida.

— ¿Puedo sentarme con ustedes? —no obtuve respuesta por parte de ninguno—. Tomaré su silencio como un sí —sentencié, sentándome junto a la derecha de Nolan.

Ambos se levantaron de la mesa de inmediato, por lo que agarré a Patrick por la muñeca—. Sé que las cosas no terminaron bien entre nosotros tres pero, ¿Podrías por favor regalarme cinco minutos?

Patrick soltó un suspiro e hizo una seña con la cabeza a Nolan para que nos dejara a solas.

—Solo cinco minutos —sentenció mi exnovio.

— ¿Cómo estás? —pregunté con amabilidad y preocupación.

Su expresión denotaba cansancio, por lo que parecía que no había descansado bien.

— ¿Realmente te importa? —Dijo con un tono frío—. Mírame, estoy hecho un maldito desastre y es por tu puta culpa.

—Ya te dije que no fui yo —insistí. Él hizo un gesto de incredulidad y chasqueó la lengua—. Pero no quieres creerme y no perderé el poquito tiempo que me dedicas explicándote eso.

—Ve al grano Verónica.

Saqué de mi mochila la carpeta con el archivo que recuperamos de su casa y se lo entregué; mientras leía con detenimiento el documento, buscaba en mi celular la foto de la escritura falsa que sus padres habían presentado y hecho pasar por originales para tener el control de la empresa. Le entregué el teléfono con la imagen anteriormente mencionada.

— ¿Ves alguna diferencia? —pregunté, entrelazando mis dedos y mirándolo expectante.

—No tienen los mismos términos —señaló Patrick, entregándome la carpeta y mi celular.

—Estos son los documentos reales —dije, refiriéndome a los que estaban dentro de la carpeta—. Y los de la foto son los que tus padres falsificaron y están haciendo pasar por originales.

— ¿Cómo conseguiste eso? —interrogó sagazmente.

—Los conseguí en tu casa —mentí—. Pero como los conseguí de forma ilegal, no tiene validación ante un juzgado.

— ¿Qué pretendes tú que haga yo? —dije, echándose hacia atrás en su puesto y cruzándose de brazos.

—No es un secreto para mí que ahora que eres mayor de edad tienes cierto poder en la empresa de tus papás —aclaré—. Y si tú dices que me diste estos documentos tus padres pueden ir presos.

— ¿Realmente crees que después de lo que me hiciste voy a ayudarte?

—Yo te guardé el secreto, y no fui quien lo divulgó —repetí por milésima vez—. ¿Realmente crees que después de que me amenazaste con revelar lo que tú y yo sabemos me dieron ganas de hacer algo en tu contra?

—No estoy diciendo que fueras tú —admitió—. Pudiste contárselo a alguien, y esa persona fue la que se encargó de divulgarlo.

Courtney

Pensé: después de todo fue ella la que decidió que Sabrina y yo saliéramos lastimadas, y así salvarse el pellejo.

— ¡Vamos! —insistí—. ¿Desde cuándo me conoces? Sabes perfectamente que yo jamás haría algo así.

— ¿Quién fue la que repitió mil y una vez lo herida que estaba porque le mentí?

—Yo, pero...

— ¿Quién fue la que dijo que me merecía todo lo malo que me pasara? —me interrumpió.

—Yo, pe...

— ¿Quién te conoce mejor incluso que tú misma? —volvió a interrumpir.

—Tú, pero Pat...

—Exacto —interrumpió nuevamente él—. Y precisamente por conocerte como lo hago es que sé de todo lo que eres capaz Verónica; eres tóxica, eres dañina si te lo propones. Lastimas a los demás con tal de que o te hieran primero, por eso fue que te enfadaste con respecto a mi relación con Nolan, porque no fuiste tú quien fue infiel primero.

— ¡¿Disculpa?! —Espeté confundida, frunciendo el ceño—. ¿Por qué hablas como si fuera una carrera?

—Todos sabemos que no te gusta perder Verónica —recalcó Patrick—. Y todos sabemos que eres capaz de cualquier cosa con tal de recuperar el poder.

Respiré hondo, tratando de no ponerme al nivel de Patrick para poder persuadirlo—. ¿Dónde te estás quedando?

—En mi casa.

—Patrick —dije, desafiándolo con la mirada. Yo más que nadie sabía que mentía—. Escuché la pelea con tus padres y sé que no tienes dinero, y mucho menos un techo. Y los lentes de Nolan no ocultan su ojo morado, por lo que no me sorprendería si también lo echaron de casa.

Patrick vaciló un poco antes de responderme y guardó silencio unos pocos segundos

—Tenía algo de dinero ahorrado. Nos estamos quedando en un motel mientras conseguimos rentar una casa, un departamento o algo.

Me incliné hacia delante, mirando fijamente a Patrick a los ojos.

—No mereces esto Patrick, y si sigues permitiendo que tu familia robe a la mía significa que eres igual o peor que tus padres.

— ¿En serio crees que haré algo en contra de ellos? —Preguntó Patrick, levantándose del asiento y recogiendo su bandeja—. Ya se les pasará y mi vida volverá a la normalidad.

—Solo piénsalo —insistí, viéndolo alejarse.

Mi teléfono sonó en mi bolsillo, por lo que lo saqué de su interior y encendí la pantalla

NUEVO MENSAJE
Blocked ID.

Tragué grueso. Desbloquee el celular y me dirigí a la bandeja de mensajes, y justo como lo temía, era uno más de los infames mensajes de nuestro indecoroso acosador V.

De: Blocked ID
Besa a Ethan delante de todo el instituto y obtén tu recompensa.
¿Quién sabe?
Tal vez Patrick cambie de opinión.
XOXO
V.

¿Cómo V sabía que necesitaba persuadir a Patrick?

O mejor aún...

¿Cómo V iba a persuadir a Patrick?

Con esas dos grandes interrogantes dando vueltas en mi cabeza, me levanté de la mesa en la que me encontraba sola y me dirigí a donde estaban mis primos reunidos, quienes me miraban expectantes, y sabía que era porque esperaban buenas noticias. Me senté en medio de Sabrina y Courtney, liberando un sonoro suspiro de frustración y expresión de derrota.

—Esta es la parte en la que saltas de alegría y dices que es una broma, que conseguiste que Patrick nos ayude —dijo Joey, esperanzado.

Blanqueé mis ojos ante el excesivo optimismo de Joey—. No estamos en la televisión Joey, Patrick no quiere ayudarme.

— ¿Por qué no querría destruir a sus padres? —cuestionó Joey.

— ¿No se escucha cuando habla? —le pregunté a Sabrina, quien estaba sentada a mi derecha.

Le di un mordisco a mi sándwich.

—Bienvenida a mi vida —respondió ella, soltando un gran suspiro.

Joey sacó su petaca negra del bolsillo de su blazer escolar.

— ¿No es muy temprano para eso? —cuestionó Courtney, viendo como Joey vertía un poco de vodka de su petaca en su jugo de naranja.

Joey se encogió de hombros y suspiró—. Hay que digerir las malas noticias.

—A este paso se va a quedar sin las pocas neuronas que le quedan —dije a Sabrina.

— ¡Hey! —Se quejó él—. No hablen de mí como si no estuviera aquí.

—Estamos hablando de ti, pero no contigo —aclaré—. Acostúmbrate a no ser entrometido.

— ¿Qué? —dijo Joey, con una clara expresión de confusión.

—Cosas de chicas, Joey —señaló Matthew—. Ni siquiera ellas se entienden.

—Son cosas demasiado elaboradas para ustedes —repuso Courtney.

—Como sea —dijo Matthew—. ¿Qué te dijo Patrick?

—Básicamente me declaró la guerra.

Pero V parecía tener algo con que ayudarnos.

Quería decir, pero sabía que mencionar las palabras "Ayuda" y "V" en una misma oración sonaría muy desquiciado; y sabía perfectamente que los chicos no apoyarían mi idea.

***

Luego de una atareada mañana de clases, el timbre sonó indicándonos que llegó el final de nuestra jornada estudiantil, por lo que cerré la libreta en mi escritorio y la guardé en mi mochila.

— ¿Nos reunimos esta tarde en tu casa para hacer la tarea de historia? —preguntó Emma, posicionándose a mi lado.

—Pensé que almorzarías conmigo hoy —dije, parándome de mi asiento y colgando mi mochila en mi hombro derecho.

—Mi padre llamó, dijo que vendría a buscarme porque iríamos a casa de la tía Ellen —explicó Emma, mientras caminábamos a la salida del salón.

—No hay problema entonces ¿A las tres está bien? —propuse.

—Apenas me desocupe voy a tu casa —respondió ella, mientras bajábamos las escaleras a la planta principal—. Iré a la cafetería a comprar algo, ¿Vienes conmigo o ya te vas?

—Ethan y Louis esperan por nosotros afuera —informó Sabrina, parándose junto a mí.

—Tengo que irme —dije, despidiéndome con un abrazo de Emma—. ¿Nos vemos en mi casa entonces?

—Ahí estaré —dijo ella, desapareciendo por el pasillo.

Caminé hasta la salida con Sabrina, Joey, Courtney y Matthew. Al abrir las puertas del West Coast miré el Audi del abuelo estacionado frente al instituto; Patrick y Nolan me dieron una vista de odio, y por alguna razón muchas personas a mi alrededor murmuraban entre sí, viéndome a mí, para luego voltear a ver a Patrick.

¿Acaso nunca habían visto una pareja romper o qué?

Murmullos, risas, y comentarios iban y venían.

—Mira a Patrick —susurró Sabrina, quien estaba a mi derecha.

Y al verlo me di cuenta que todas las miradas estaban puestas en la nueva pareja del West Coast: Patrick y Nolan.

Muchas chicas se reían entre ellas viendo en mi dirección.

¿Acaso se reían porque Patrick me dejó por un chico?

¡Por Dios!

¿Qué tan mal estaba para que con tantas chicas que había en Rosefield me engañaran con el mejor amigo?

Mi teléfono comenzó a sonar con el tono de llamada, pero no le hice caso; en lugar de eso recordé el mensaje que recibí luego de hablar con Patrick en el desayuno.

Besar a Ethan...

La idea no sonaba tan descabellada después de todo; Ethan era muchísimo más apuesto que Patrick, y estaba segura de que él quería ese beso tanto como yo, y en todo caso de que fuera otro de los juegos de V.

¿Por qué no besar a Ethan?

Después de todo, me quitaría las ganas

— ¿Qué tal su día, señorita Altamira? —dijo, ofreciéndome una sonrisa.

Relamí mis labios y le di una sonrisa coqueta—. ¡Al carajo! —dije, jalándolo de la corbata y dándole un beso corto en los labios.

— ¿Po-Por qué hiciste eso? —balbuceó asombrado, sonriendo en mis labios.

Miré a mis alrededores, todas las miradas puestas en mí: murmullos, risas, asombro.

Incluso Patrick dejó de besar a Nolan, quedando boquiabierto por lo que acababa de hacer. Miré nuevamente a Ethan a los ojos

— ¿Por qué no? —cuestioné

Y ahí estábamos, siendo el centro de atención. Y lo que para algunos era un simple beso, para mí fue uno con sabor a victoria: finalmente estaba besando al chico que tantas ganas le traía desde hacía un par de semanas.

¿Y quién sabe?

Tal vez venía de la mano con la destrucción de los Ray's.

***

NOTA DE AUTOR.

¡ACTUALIZACIÓÓÓÓÓÓÓÓÓN!

Y viene de la mano con *redoble de tambores*

¡BUENAS NOTICIAS!

Este viernes terminé la primera parte del semestre, soooo...

¡Las actualizaciones volverán a su normalidad!

Durante mes y medio tendrán derecho de quejarse si no he actualizado ya que literalmente no tengo excusas para no hacerlo.

Trataré de fijar un día específico de la semana para subir los capítulos.

¡Ethan y Verónica finalmente se besaron!

Y esta vez no fue un sueño.

¿O si?

Los adoro un montón, gracias por todo el apoyo y cariño que le dan a esta historia.

Sin más que decir, me despido

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