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XXI. De tal palo, tal astilla.

Courtney

Bad bitch de Bebe Rexha estaba sonando en mis audífonos mientras admiraba la inmensidad del universo en esa noche estrellada del domingo desde el patio de la villa, pues estaba acostada en las sillas reclinables de junto a la piscina

Esos últimos dos días habían sido difíciles; desde que V me envió ese odioso mensaje de que destruyera a una de las chicas o a mí lo pensé demasiado y estaba dispuesta a responder, pero no lo hice. Simplemente no pude.

Era egoísta, lo admito, pero no podía hacerlo.

Si respondía ese mensaje con 2 nombres significaba que V tendría el poder sobre mí, y no solo podía controlarme, sino que nos controlaría a todos. Los chicos no entendían que yo no envié el mensaje, o tal vez no querían creerme; aunque lo había pensado y —viéndolo desde su perspectiva—, era muy difícil de creer que yo no haya elegido salvarme el pellejo antes que ser expuesta por V.

No podía hacerle eso a mi familia.

Si ese vídeo salía a la luz la carrera de mi padre se desplomaría. Tal vez lo odiaba por haber golpeado aquel día a mi madre, pero no podía hacerle eso, no así. Si ese vídeo salía a la luz no me complacería saber que fue a causa mía. ¿Lo que me dolía más de toda esa situación?

Sencillo, Louis.

Aunque siempre traté de ser independiente y mostrarme fuerte ante los demás, la opinión de mi hermano siempre fue importante.

Siempre estaba primero.

Aquel vídeo con el que V amenazó sacar a la luz para destruir a mi familia es solo un fragmento de todo el infierno que vivíamos a puertas cerradas; papá usualmente llegaba cansado, molesto y estresado después de cumplir con sus jornadas laborales, y siempre pagaba todo el estrés acumulado con mi madre.

Cada vez que mis padres discutían por toda la casa, Louis se escabullía a mi habitación con un bote de helado y pasábamos la noche viendo películas a un volumen exagerado para no escuchar los gritos de mis padres.

Mi hermano siempre prometió sacarnos a mi madre y a mí de ese infierno al que forzosamente llamábamos hogar, y de no ser por nuestro indecoroso acosador V esos noventa días en la villa serían unas vacaciones, pero se había empeñado en que fueran un verdadero infierno.

Admiré la inmensidad del universo con ambas manos sobre mi pecho, y en ellas sujetaba mi celular mientras que con mis audífonos —como antes mencioné—, escuchaba música. Me sentía de alguna manera, relajada; encontré paz en ese pequeño momento en el que me desconecté del mundo.

¿Lo único malo?

Mientras más intentaba olvidar todo por lo que V nos había hecho pasar esas dos últimas semanas, más pensaba en ellas.

¿Por qué nosotros?

¿Merecíamos todo eso?

¿Quién era el maldito detrás de los mensajes?

Había visto un par de series, al igual que he leído acerca de personas en situaciones similares a la que estamos atravesando: una persona acosando anónimamente a un grupo de amigos, y siempre me pregunté cómo sería pasar por algo así.

¿Qué se sentía esa presión de tener a alguien tan lejos y a la vez cerca de ti?

¿Qué haría yo en una situación como esa?

Fui una verdadera estúpida al pensar que sería divertido jugar a los detectives.

Guess what, bitches.

Sólo es entretenido en libros, series y películas. Por lo que estábamos atravesando no era nada agradable; no era algo que le recomendaría, ni mucho menos desearía a nadie.

Al menos...

¿Realmente creían que nombraría a alguien a quien le desearía pasar por ese mal?

¡No gente!

Era horrible pasar por una situación como esa, y lo único que esperaba era que las cosas no empeoraran. Di un pequeño brinco en mi sitio al sentir que alguien más se sentó en la silla reclinable en la que estaba.

Llevé una mano a mi pecho para asegurarme que mi corazón siga latiendo—. ¡Sabrina! —Exclamé sobresaltada, llevando mis audífonos a mi cuello—. ¡Vas a causarme un infarto! —agregué con dramatismo.

—Te busqué por toda la casa y no te conseguí ¿Qué haces aquí afuera sola? —inquirió, cruzándose de brazos por la repentina brisa fría que sopló.

La miré con una expresión de "Seriously?" mientras me sentaba—. No soy exactamente bienvenida allá adentro, ¿O se te olvidó?

—Sabes que no es así —dijo con condescendencia.

— ¿Y cómo es Sabrina? —Dije con voz quebrada—. Yo no envié nada y ninguno me cree.

Miré al suelo apenada porque estaba llorando. No me gustaba que me vieran en ese estado tan vulnerable. Sabrina se apiadó de mí y me abrazó de lado, posicionando mi cabeza en su hombro.

—Yo... —balbuceé entre lágrimas—. Es... Me siento horrible.

—No tienes que decir nada —dijo, pasando su mano por mi espalda, mientras colocaba su mejilla sobre mi cabello.

Lloré desconsoladamente durante unos cuantos minutos, siendo acompañada en silencio por Sabrina, quien sólo se limitó a sobar mi brazo izquierdo con suavidad. Finalmente terminé de llorar; intenté decir algo un par de veces sin tener éxito, hasta que finalmente lo hice.

Sabri... —murmuré, secando mi mejilla derecha con el dorso de mi mano, sin despegarme de ella—. Sé que suelo ser mala con los demás... Egoísta... Egocéntrica... Sé que me gusta joderle la vida a Verónica, pero te juro, por lo más sagrado que tengo: mi armario... Yo no envié ese mensaje Sabri, no quería hacerle daño a ustedes, ni a mí. Y si así sería, caeríamos todas.

—Sé que no lo hiciste —dijo con un tono triste—. He estado muy apegada a ti estás últimas dos semanas. Aunque quieres demostrar lo contrario, te conozco, y sé que no nos harías daño. Al menos no intencionalmente.

Despegué mi mejilla izquierda de su hombro, ella se enderezó en su sitio—. Pero hoy dijiste que creías que sí había sido yo.

—Lo hice porque es lo que los chicos querían oír, pero sé que no lo hiciste —admitió, poniéndose de pie frente a mí—. Ahora vamos al cuarto de Verónica, ya Evan habló con los chicos y se fue, nuestros padres están durmiendo.

Noté una mancha de maquillaje en el hombro de la holgada camisa roja de Sabrina, por lo que me metí en la cámara de mi celular y miré que tenía el maquillaje corrido—. Lo lamento, arruiné tu camisa —dije, señalando el área donde se corrió mi maquillaje.

—No importa —dijo, tomándome de los hombros—. Ahora arréglate y vamos a la habitación de Verónica.

—Ve tú, voy enseguida —dije, por lo que ella asintió y comenzó a caminar—. Y recuérdame comprar un rímel aprueba de agua.

— ¡No demores! —insistió—. Y si de algo te sirve, los chicos lo superarán.

Me dirigí al baño de la piscina para lavarme el rostro e ir a hablar con los chicos, por lo que me introduje en él cerrando la puerta al entrar: tenía tres lavamanos blancos postrados sobre la encimera de mármol negro, el cual contrastaba con el blanco de sus azulejos; también tenía tres casetas donde estaban los inodoros, y otras tres que eran las duchas.

Até mi cabello en una apretada cola de caballo para no mojarlo. Puse mi celular en mi bolsillo derecho y me incliné en el lavabo. Hice una cesta con mis manos para acumular agua en ellas, y una vez con mi rostro empapado con agua, mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo. Sequé mi cara y mis manos con una toalla que se encontraba a mi derecha y saqué mi teléfono del bolsillo.

Quedé petrificada ante lo que estaba leyendo.

LLAMADA ENTRANTE
Blocked ID

De todas las personas posibles, sólo podía pensar en una sola.

V.

Temblorosa, contesté la llamada.

— ¿A-Aló? —balbuceé como una tonta. Los nervios hablando por mí.

Un escalofriante silencio se escuchaba al otro lado de la línea, con unas fuertes respiraciones de vez en cuando.

—Puedo oír tu respiración idiota —dije, sin obtener respuesta—. No es gracioso, voy a colgar —dije, caminando hacia la puerta del baño.

Tenía el pomo de la puerta en mi mano y estaba a punto de girarlo, cuando finalmente habló

Yo no saldría de ahí si fuera tú— dijo una voz distorsionada.

Retiré mi mano del pomo lentamente—. ¿En serio crees que le tengo miedo a un cobarde?— pregunté, sin obtener respuesta—. Incluso si eres un hombre, solo eres una perra asustada, ¿Por qué no nos das la cara? Imbécil.

FIN DE LA LLAMADA.

Me puse de rodillas y miré a través del pequeño espacio entre la puerta y el piso que una persona se posicionó al otro lado de ella. Tragué fuerte y pasé seguro en la puerta La persona que se encontraba al otro lado de ella empezó a girar lentamente el pomo de la puerta.

— ¡No es gracioso! —Exclamé, con la esperanza de que fuera una broma de los chicos—. ¡Dejen de ser unos imbéciles!

Giraron un par de veces de manera forzada el pomo, por lo que aterrada corrí a la última caseta de inodoros y me encerré en ella, sentándome sobre el inodoro con ambas piernas arriba de él.

Mi teléfono vibró, miré su pantalla encontrándome con un nuevo mensaje, y al abrirlo lo leí.

De: Blocked ID.
¿Qué tan buena eres jugando a las escondidas?
Tu vida depende de ello a partir de ahora.
XOXO
V.

Después de forzarla por un rato, finalmente abrieron la puerta: escuché el contacto del hierro con la cerámica provocando un horrible sonido chirriante, por lo que cubrí mis oídos llorando en silencio.

El sonido se detuvo.

Llevé mi mano derecha a mi boca, intentando no emitir ningún ruido que delatase mi posición, a la vez que trataba de calmar mi agitada respiración. Traté de agachar un poco mi cabeza, mirando a alguien parado frente a la primera caseta, y escuchar el golpe que le dio para abrir la puerta de la misma fue suficiente para volver a mi posición.

Escuché un estruendoso golpe justo en la caseta de al lado, por lo que me estaba preparando para lo que venía. Mi corazón no paraba de latir con intensidad cuando la persona se quedó de pie frente a mi puerta. Intentó abrirla sin tener éxito, pues había puesto el seguro.

toc toc toc.

Golpeó la puerta con suavidad, lágrimas recorrían mi rostro. Llamé a Louis por teléfono pero su celular sonaba apagado.

Toc Toc Toc.

Volvió a golpear, esa vez un poco más fuerte; mi corazón amenazaba con salir por mi boca.

¿Iba a dejar que acabaran con mi vida sin pelear por ella?

TOC TOC TOC.

Golpeó fuerte.

Si mi vida iba a terminar no iba a ser así.

Me paré decidida y quité el seguro de la puerta con cuidado, con la ilusión de que no emitiera ningún ruido.

Respiré hondo y lo hice: pateé la puerta con todas mis fuerzas y la persona al otro lado de ella cayó al suelo. Salí de la caseta y corrí en dirección a la puerta, pero me detuve antes de salir: la persona aún estaba en el suelo.

¿Era esa mi oportunidad de saber quién era V de una vez por todas?

Miré a V en el suelo del baño y volteé hacia la puerta, estaba realmente indecisa.

¿Huir hacia mi libertad o descubrir la identidad de V?

Liberé un suspiro de frustración y volteé hacia V, di unos pocos pasos hacía él/ella o lo que sea, pues se levantó de golpe y me saludó. Quedé petrificada sin saber qué hacer: tenía una horrible máscara que le cubría todo el rostro, cuernos enredados brotando de su frente.

Parecía una cabra.

Cuando finalmente decidí correr por mi vida, V me tomó de la muñeca y con fuerza me jaló hacia su cuerpo. Intenté con todas mis fuerzas zafarme de su agarre, y no vi más solución que patearle en sus partes.

Ahora o nunca.

Llevé mi mano derecha a uno de los cuernos y tiré de él, pero V sostuvo la máscara con fuerza con una mano, con la otra sostuvo firme un cuchillo y tiró con miras a apuñalarme, por lo que extendí mi mano izquierda hacia el frente, recibiendo una raja a lo largo de mi palma.

Grité de dolor y apreté mi muñeca para disiparlo. Volví a patear a V, esta vez en su rostro, y con mi mano chorreando sangre corrí hacia la casa, siempre con la vista hacia atrás, pues temía ser seguida por V.

Choqué con alguien, y al darme cuenta que era Louis lo abracé.

— ¿Qué pasó? —interrogó confundido.

—Yo... V... —balbuceé, pues aún estaba en shock.

Louis me tomó de los hombros—. Cálmate, respira —dijo, indicándome como respirar—. ¡Por Dios Courtney! —gritó asombrado, tomando mi muñeca izquierda llena de sangre.

V me atacó en el baño —dije entre lágrimas.

— ¡Mierda! —espetó, corriendo en dirección al baño.

— ¡Louis no! —grité, corriendo detrás de él.

Pero como era de esperarse, V había desaparecido.

***

Sabrina

— ¡Traigan un botiquín! —ordenó Louis a gritos, entrando a la habitación de Verónica.

—En el baño hay uno, pero no es removible —dijo ella, en broma, hasta que se dio cuenta de la sangrienta mano de Courtney.

Corrí junto con Verónica al baño por el arco que estaba a la izquierda de su cama, mientras que Louis corría con Court por el arco a la derecha. Louis abrió el grifo del lavamanos y metió la mano de Courtney bajo el chorro que salía de él.

Verónica le pasó una toalla negra y una vez que la sangre dejó de salir, Louis secó con delicadeza la mano de su accidentada hermana. Matthew y Joey habían agarrado las cosas del botiquín y las pusieron en la cama. Todos salimos del baño; Louis encendió la linterna de su celular y alumbró la mano de Courtney, detallando cada aspecto de su punzante herida.

— ¿Qué le pasó? —me vi obligada a preguntar, puesto que los chicos estaban demasiado impactados como para hacerlo.

V me atacó en el baño de la piscina —explicó Courtney entre lágrimas.

— ¿Viste a V? —gritamos los demás al unísono, a excepción de Louis.

— ¿Le cuelga o tiene una cueva? —interrogó Joey.

—En español, no hablo trogloditanes —dijo Courtney con tono despectivo, sin parar de llorar.

Aún asustada no dejaba de ser una perra.

—No es una herida profunda —dijo Louis—. Gracias a Dios es sólo superficial, denme el alcohol —dijo, extendiendo su mano para que alguno de nosotros hiciéramos lo que nos indicó. Joey le pasó el alcohol, y Matthew le pasó unas bolas de algodón.

Louis mojó el algodón con el alcohol y lo pasó suavemente sobre la herida, repetidas veces—. ¡Auch auch auch! —Se quejaba Courtney—. ¡Duele!

— ¡¿Crees que no lo sé?! —Exclamó Louis—. Tuviste suerte de que no te matara, así que deja de quejarte.

— ¡Arde como un demonio Louis!

— ¡Sólo cállate, y aprieta el algodón!

Louis se inclinó en la cama en busca de algo, y se volvió hacia Courtney cuando lo consiguió—. Por favor dime que trajiste tus ridículos guantes de diseñador —ella asintió, mientras que él envolvía su mano con una gasa.

— ¿Qué tienen que ver mis guantes de diseñador con esta cortada? —preguntó una Courtney más calmada.

—Porque las cajas con el resto de nuestras cosas llegan hasta el martes —explicó Louis—. Y mi madre no puede enterarse de que tienes la mano lastimada.

— ¡¿Excuse me?! —Espetó Courtney—. Pensé que estabas jugando a ser el Doctor House para después llevarme con un doctor real.

—Si te llevamos al médico harán preguntas, y llamarán a nuestros padres —se excusó Louis—. Y si empiezan a hacer preguntas, involucraremos a nuestros padres en esto.

— ¿Por qué nadie está preguntando cómo luce V? —interrogó Joey, cruzándose de brazos.

— ¡V de váyanse a la mierda! —Espetó Courtney—. Tienen que llevarme al doctor a que me revisen esto.

—Louis tiene razón, bruja —dijo Verónica—. Ya V mató a Alberto, Adam, y por poco nos da la dicha de matarte a ti.

Blanqueé mis ojos ante el comentario de Verónica, por lo que Courtney rio sarcásticamente y dijo:

—Primero muerta que morirme antes que tú.

— ¿La palma se conecta con el cerebro? —Preguntó Verónica—. Porque parece un comentario de Joey.

— ¡Hey! —se quejó él.

—Como si tuvieras el suficiente IQ para entender lo que quise decir —dijo Verónica ante la reacción de Joey, frunciendo sus labios.

—Dejen los dramas para después —intervine, intentando calmar un poco el ambiente—. Debemos llevar a Courtney al médico.

—Sabrina, tienes que entender: le dispararon a Alberto frente a nuestros ojos, mataron a Adam por nuestra culpa —insistió Louis.

—Pero... —añadí.

— ¡Casi matan a Courtney en esta maldita villa! —interrumpió Louis.

— ¿No escuchas lo que dices? —Diferí en su opinión—. ¡Casi matan a Courtney bajo nuestro propio techo! ¿Quién sigue ahora? ¿Verónica? ¿Matthew? ¿Joey? O tal vez nuestros padres.

—Escúchame —dijo Louis.

—No, tú escúchame —interrumpí—. No estamos seguros ni en nuestra propia casa; V asesinó a dos personas y casi fue por una tercera —añadí, señalando a Courtney, quien estaba admirando su vendaje sin pronunciar palabra alguna—. V me metió a la cárcel, expuso la sexualidad de Patrick delante de toda su familia. V es despiadado, y no pienso seguirle el juego.

Todos, a excepción de Courtney, comenzamos a discutir sobre qué haríamos con respecto a la mano herida de ella. Solo eran gritos y gritos, nada en concreto, hasta que luego de intervenir un par de veces siendo ignorada, Courtney fue la que tomó palabra.

— ¡Chicos! —Gritó por enésima vez—. Entiendo el punto mi hermano y, nunca creí que diría esto, el de Verónica. No iremos a ningún lado, usaré los putos guantes hasta que la cicatriz sane; pero por nada del mundo incluiremos a nuestros padres en esto. V tiene nuestras vidas completamente controladas, y no me perdonaría que por nuestra inmadurez nuestros padres también salgan afectados.

— ¿Courtney, estás...? —dije, con un claro tono de confusión.

—Estoy bien —asintió—. Voy a estarlo... Vamos a estarlo, solo denme un calmante y aseguremos todas las puertas y ventanas.

—Mientras nos mantengamos juntos, V no podrá contra nosotros —añadió Louis—. Yo, sugeriré aumentar la seguridad en la casa.

—Y yo usaré los guantes hasta sanar —dijo Courtney.

Y yo me iba a asegurar de no volver a meterme en un lío con V,

Dije para mis adentros.

— ¿Cómo le dirás a nuestros padres que aumenten la seguridad de la villa sin que hagan preguntas? —interrogué, frunciendo el ceño.

—A nuestro abuelo le dispararon dentro de estos mismos muros, un chico fue asesinado en su colegio —contabilizó Louis con sus dedos—. Rosefield es todo menos seguro, convencerlos sin que hagan preguntas será pan comido.

— ¿Dónde dices que te atacaron? —preguntó Verónica, revisando su celular.

—En el baño de la piscina.

—Deben ir a limpiar —ordenó Verónica—. Me imagino que para seguir viva hubo forcejeo, y si lo hubo tiene que ser un desastre.

—No pienso volver ahí, y menos de noche —aclaró Courtney.

—Yo lo limpiaré mañana temprano —se ofreció Louis—. No es seguro que salgamos dentro de la propiedad solos a esta hora.

El silencio reinó por varios minutos en la habitación, hasta que Louis y los chicos salieron de ella para asegurar todas las puertas y ventanas de la villa, fue hasta entonces que Courtney volvió a pronunciar palabra.

—A todas estas, ¿El ridículo que hicimos ayer sirvió para algo? —preguntó, mirando fijamente su mano vendada.

— ¿A qué te refieres? —preguntó Verónica.

— ¿Qué dijo Evan? —Agregó Courtney—. ¿Los documentos servirán de algo?

—Digo, y cito —dije. Aclaré mi garganta y con tono fingido masculino continué—. "A pesar de que estos documentos son los originales, la manera en cómo lo obtuvieron no es válida ante un juez"

—Maldita sea —espetó ante lo que dije—. ¿Qué haremos ahora? No podemos dejar que la empresa quiebre.

—Sólo tenemos una opción —dije—. Pero ALGUIEN no está de acuerdo —añadí, refiriéndome a Verónica.

Ella blanqueó sus ojos ante mi acción—. El bastardo piensa que yo le desgracie la vida ¿Realmente creen que exista la remota posibilidad de que Patrick diga que él mismo nos dio los documentos? —se excusó Verónica.

—No pierdes absolutamente nada con intentar —insistí—. Es nuestra única oportunidad de recuperar el control de la compañía.

—A ver, ¿Desde cuándo te importa que Altamira's Group se mantenga a flote? —interrogó Verónica, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos.

Si la empresa quebraba, no había herencia; sin herencia no había dinero, y sin dinero, mi padre se pudriría en la cárcel.

— ¿Quieres que la empresa quiebre o eres imbécil? —intervino Courtney.

—Puedo ser imbécil, pero al menos no estoy gorda como Sabrina —dijo Verónica.

Tensé mi mandíbula y abracé mi estómago por encima de mi holgada camisa.

¿Realmente estaba engordando?

—Como sea —dijo Courtney—. Tiene que haber alguna forma de que hables con Patrick para que la empresa no se vaya a la mierda.

—Haré lo que pueda —accedió finalmente—. Pero no les prometo nada.

***

Lunes por la mañana

14 días transcurridos en ese pueblo infernal, 12 desde el pre-testamento. Sólo faltaban 78 días para completar los 90.

¡Casi nada! Solo una maldita eternidad más.

Estaba en el comedor de la villa con los chicos antes de irnos al West Coast.

Y si se preguntan por el desastre del baño, ya Louis había limpiado todo el lugar; mientras que los chicos terminaban de comer su desayuno, yo me fui por algo mucho más ligero, por lo que sólo escogí cereal de granola con algunos trozos de fruta incluidos.

No quería a Blue Whale de vuelta.

No podía con esa idea en la cabeza.

No podía engordar de nuevo.

— ¿Hablarás hoy con Patrick? —preguntó Louis a Verónica, aprovechando que sólo estábamos nosotros en el comedor.

—Lo haré, pero no les prometo nada. No terminamos en buenos términos.

—Define buenos términos —dijo Joey.

—Define definir —dijo Verónica, desafiándolo con la mirada.

Whatever —dijo Courtney—. Solo habla con él para que nos ayude.

—No sé si quiera ayudarme después de decirle que se merecía todo lo malo que le estaba pasando — dijo Verónica.

—Chicos, Erick y Ethan están esperándolos —nos informó Martha.

—Que tengan buen día —dijo Louis, mientras nos levantábamos de nuestras sillas—. Y Verónica, ya sabes que hacer.

Ella asintió en respuesta.

Y como ya era costumbre, Verónica se fue en el Audi con Ethan, mientras que nosotros nos fuimos en la Tundra con Erick, Joey de copiloto, Matthew, Courtney y yo atrás, en ese orden. Miré por la ventana como nos alejábamos de la casa principal y llegábamos al portón de la villa, admirando sus alrededores.

¿Cómo un lugar tan bello pudo ser testigo de varios horrores?

Y hablando de eso...

—Court... —murmuré, llamando su atención—. ¿Cómo estás?

—Bien —di una leve mirada a sus manos, y ella no tardó en captar mi señal—. ¡Oh! Esto —asentí. Courtney agarró mi mano derecha con la suya—. Voy a estar bien, no hay nada que un lindo par de guantes no pueda ocultar.

Mi curiosidad me llevó a preguntar lo que no fue respondido la noche anterior—. ¿Cómo luce?

— ¿Qué cosa? —preguntó ella.

—Ya sabes de quién hablo.

—Es un poco alto, y tiene una horrible máscara de cabra —describió Courtney—. Después de que te fuiste yo fui a lavarme la cara y me llamó.

V la llamó, tal y como mí.

Courtney relató su historia de cómo tuvo que vivir el ataque de V y no pude evitar sentir ansiedad por la situación tan peligrosa en la que estuvo envuelta.

—Pudo haberme matado —dijo en un hilo de voz, concluyendo su historia.

—Pero no fue así —dije, abrazándola de lado—. Eres fuerte, te enfrentaste a V. Y créeme que cuando lo atrapemos pagará mi mal rato en prisión, tu herida en la mano... Pagará todo lo que nos ha hecho hasta ahora.

—Y lo que nos hará hasta que descubramos quién es —dijo Courtney—. Mantengámonos siempre unidas, y con los chicos, somos seis y ese maldito es uno.

— ¿Es un chico? —pregunté asombrada.

—No lo sé, pero quienquiera que sea no se salvará de nosotros.

—Eso escríbelo —añadí—. Lo haremos pagar por cada cosa que nos haga.

¿Cómo V se adueñó de nuestras vidas de forma tan rápida?

Habían transcurrido solo dos semanas desde que llegamos a Rosefield y nuestras vidas habían cambiado de manera trágica; pues tal parecía que estábamos atrapados en una horrible historia de terror narrada durante una fogata en algún campamento remoto.

Aún no lograba explicarme cómo sabía todo de todos, aun estando en estados de diferencia.

Supo acerca de mi padre, la igual que tenía que saber algo grande de Courtney como para que estuviera tan preocupada cuando la amenazó con hundirla. Pero...

¿Y si todo fue una trampa?

¿Si Courtney no envió ese mensaje y fue V en su lugar?

Después de todo, V me dijo que nos veríamos las caras en la fiesta de Patrick y sabemos perfectamente que eso no sucedió, tal vez sí estaba ahí pero nosotros no sabíamos su identidad, así que le fue demasiado fácil camuflarse a simple vista.

Finalmente nos bajamos en el West Coast.

—Court, ¿Dónde estaba tu celular cuando cantamos en el cumpleaños de Patrick?

—No recuerdo —admitió—. En nuestra mesa tal vez.

Mierda.

¿Caí en una trampa de V?

Mató a nuestro abuelo delante de todos sin dejar rastro, le quitó los ojos a Adam, casi mató a Courtney en la villa, y hasta donde sabía también asistió a la fiesta de cumpleaños de Patrick.

No te tengo miedo —le había dicho cuando me llamó.

Deberías, porque estoy tan cerca que hoy nos veremos, pero ustedes no sabrán quien soy.

La conversación telefónica con V vino nuevamente a mi mente, y si hizo todo lo anteriormente mencionado, hackear un teléfono no debía ser difícil para un acosador. El timbre sonó, indicándonos que ya era hora de asistir a nuestras respectivas clases.

—Nos vemos en el comedor —dijo Courtney, despidiéndose para luego desaparecer por el pasillo.

¿Courtney fue contándome algo en todo el camino hasta ahí?

Me sentía culpable de no haberle prestado atención.

— ¿Vienes? —preguntó Verónica, quien se detuvo en las escaleras junto a Emma.

Asentí, caminando escaleras arriba junto a ellas. Todo el camino hasta el salón pude notar que algunas personas nos veían, algunas murmuraban y otras reían. Desde afuera del aula se podían escuchar algunas risas y murmullos, por lo que era fácil deducir que el profesor aún no había llegado.

Dichos sonidos se acabaron cuando entramos en él, siendo víctimas de miradas despectivas, pequeñas risas y murmullos. Aún no sabía de qué se trataba, por lo que simplemente ignoré la acción de las personas a mí alrededor.

—Como les contaba —dijo Anna—. Es una lástima para aquellos que no pudieron asistir a la fiesta del sábado, se perdieron el circo que montó nuestra influencer favorita.

— ¡Ay ya deja la envidia! —Espetó Verónica—. Ya quisieras tú tener al menos la mitad de talento que yo. Soy una estrella y tú una hater que paga por verme.

Anna blanqueó sus ojos y ladeó la cabeza, mirando a Verónica de forma despectiva—. Pfff, ¿Talento? —Algunos mechones rojos se cruzaban en su rostro—. Lo único en lo que concordamos es en que eres una estrella. Pero bien estrellada.

Algunos ¡Oohhh! inundaron la habitación.

—Podré estar estrellada, pero al menos yo tenía invitación —dijo Verónica, esbozando un sonrisa de suficiencia.

Otros ¡Oooohhhh! llenaron la habitación.

Anna blanqueó sus ojos—. ¿Pero saben que es lo mejor de todo? —Añadió Anna, evadiendo el comentario de Verónica—. La verdadera cereza del pastel fue que se llevaron en patrulla a Sabrina, y no precisamente a dar un paseo.

Quedé petrificada.

¿Qué se supone que debía decir o hacer?

Desde que llegué a ese instituto Anna se había metido conmigo por el simple hecho de ser familia de Verónica.

— ¿No te cansas de quedar en ridículo Anna? —Intervino Verónica—. Deja a Sabrina en paz, que ni cuenta se da de que existes.

—No le hagas caso —murmuró Destiny a mi lado, ofreciéndome una sonrisa—. Odia a tu prima porque siempre se ha robado la atención, sólo es una envidiosa y ya.

—Tranquila, sé que es una estúpida —dije, sonriéndole en respuesta.

Verónica y Anna siguieron diciéndose cosas a las que no presté atención.

V me había comprado un vestido, unas joyas y metido a la cárcel.

Todo en 48 horas, o tal vez menos; y a pesar de que sé que fue V quien me envió a casi pasar una noche en prisión, la mayor de las culpables era yo. Yo acepté el vestido, yo acepté las joyas.

Jugué con el diablo y vi el mismísimo infierno.

— ¡Buenos días alumnos! —Saludó Miller con amabilidad—. Por favor vuelvan a sus puestos y pongan sus celulares en silencio —ordenó, colocando su maletín en el escritorio para posteriormente comenzar a escribir en la pizarra.

Un teléfono sonó, y suspiré aliviada porque no era el mío.

—Sabrina —susurró una voz femenina.

Al buscar entre mis compañeros di con Verónica, quien estaba gesticulando cosas que no logré entender mientras señalaba su celular.

¿Acaso se trataba de V?

Luego sonó el teléfono de Destiny.

—Celulares apagados o en silencio —repitió el profesor, sin despegar el marcador de la pizarra.

Progresivamente sonaron los celulares de mis compañeros. Comenzaron a haber murmullos y risas, incluso miradas, todas iban dirigidas hacia mí.

— ¿Qué está pasando? —pregunté a Destiny.

Y finalmente mi celular vibró, y al encender su pantalla leí lo que esta decía.

NUEVO MENSAJE
Blocked ID.

Desbloqueé el celular y me dirigí a la bandeja de mensajes.

De: Blocked ID
De tal palo tal astilla
¿Pensaste que las horas en prisión fueron lo malo?
Esto apenas comienza, Blue Whale.
XOXO
V.

— ¿Ya lo viste? —preguntó Destiny.

—Era mí... Padre —balbuceé.

— ¿Te escribió desde la prisión? —interrogó ella, enseñándome su teléfono.

No podía creer lo que estaba viendo: un mensaje multimedia fue enviado a todos los de mi salón —quien quitaba y también a todo el instituto—. El mensaje contenía 3 fotos: una de mi padre y yo en navidad, otra de mi padre con su ficha policíaca y la otra de mí, la foto que me tomaron el sábado con una ficha policíaca.

El mensaje decía:

De tal palo, tal astilla.
Lo único que representa el padre de Sabrina y Joey es la prisión.

Un fuerte nudo se me formó en la garganta y mi estómago se sentía vacío; me levanté de mi silla y corrí hacia la puerta del salón mientras todos reían a mis espaldas.

V logró destruirme.

***

GLOSARIO.

Guess what bitches: Adivinen qué perras

Seriously?: ¿En serio?

Excuse me: Discúlpame

Doctor House: Es una serie de televisión estadounidense estrenada en 2004 por la cadena FOX y finalizada en 2012.

Whatever: Lo que sea.

Hater: Son personas que muestran sistemáticamente actitudes negativas u hostiles ante cualquier asunto.

***

NOTA DE AUTOR.

Ni siquiera sé como comenzar esta nota de autor.

Primeramente quiero agradecerles porque...

¡Ya somos 1k de leídas!

Para mí es algo increíble saber que el libro está creciendo, y que lo siguen leyendo, siguen la historia porque les está gustando, los atrapó, o idkwhy la siguen pero quiero agradecerles también por eso.

No existen palabras exactas que describan como me siento ahora mismo.

Gracias por todo el amor y el apoyo que le brindan a esta historia, espero seguir creciendo juntos.

¡No olvides dejar tu voto y compartir esta historia!

Los amo un montón, el universo les queda chiquito para lo que merecen.

Actualización un poco tarde, pero la tienen.

Pregunta de la semana:

¿Sienten más pena por Courtney o por Sabrina?

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