XIX. Mereces todo lo malo que te pase.
Verónica.
Miedo.
Era lo único que podía sentir en ese momento.
¿Cómo pudo V hacer eso?
Jodida.
Estaba perdida, maldita y estúpidamente jodida.
V dejó su marca, y por la mirada que Patrick y sus padres me habían lanzado era obvio que pensaban que fui yo.
¿Cómo no hacerlo?
Después de que vieron cómo me trató esa última semana su hijo y que casualmente esas horribles imágenes que tuve que borrar de mi mente estaban en el vídeo que hice.
¿No era eso tétrico?
V estaba ahí, tan cerca de nosotros que nos grabó; y así como usó su cámara fácilmente pudo utilizar un cuchillo y matarnos a ambos como lo hizo con el pobre Adam, o dispararnos como lo hizo con mi abuelo.
— ¿Estás bien? —preguntó Jayden, viéndome con preocupación.
A pesar de que la mayoría de los invitados ya se habían marchado del lugar, la policía pidió que los pocos que estaban aún presentes se quedaran, pues en ese momento todos éramos sospechosos por Difamación y exhibición de Pornografía infantil, pues Nolan aún no cumplía la mayoría de edad.
Asentí repetidas veces—. No te preocupes.
—Estoy enfadado —admitió—. Él le pega a una chica pero le toman más importancia que fue expuesto delante de todos que es gay, ¿Por qué?
—Ya sabes lo machista que es el sistema —dije.
—Sabes que no estoy hablando de eso —añadió—. ¿Por qué permitiste que ese imbécil te levantara la mano?
—Jayden, yo... —dije, pensando durante un par de segundos lo que diría y continué—. Yo no quiero hablar de eso ahora.
—Me lo habrías dicho y le habría partido la cara —dijo Jayden—. Sabes perfectamente que no dejaría que nadie te hiciera daño.
—Jayden, tú y yo somos amigos —recalqué—. Y nada más que eso.
Frunció sus labios. Pude notar la decepción en sus ojos—. Dejaste ese punto claro aquella vez —dijo con ironía—. Los amigos siempre se ayudan Vero, y no me importa partirle la madre a ese imbécil si me lo pides.
El ambiente a nuestro alrededor se volvió pesado, por lo que traté de evitarlo sumergiéndome nuevamente en mis pensamientos.
Esa noche fue tan agotadora: fingir ser novia de Patrick fue más incómodo que de costumbre, enfrentarme a sus familiares odiosos, tener que fingir un número musical con las chicas, y finalmente lo de V. Creo que es todo, pero sentí que se me olvidaba algo...
¡Sabrina!
Salí del trance en el que me mantenían mis pensamientos y me levanté de la mesa, abandonando a Jayden a mis espaldas y caminando rápidamente hasta donde estaban los chicos: Courtney estaba revisando su celular preocupada, Matthew estaba recostado en una silla con su brazo derecho sobre sus ojos y Louis estaba intentando calmar a Joey, quien de los nervios se había quitado el saco que vestía, dejándolo en el espaldar de su silla.
— ¿Nos podemos ir? —preguntó Courtney observándome.
La preocupación se le notaba.
—Aún no han dicho nada, la policía todavía está hablando con Patrick y sus padres. ¿Han sabido algo sobre Sabrina? —inquirí.
—No —respondió Joey con tono de preocupación—. Si estos inútiles nos dejaran ir estuviera en la estación... Ni siquiera sé por qué se la llevaron.
—Esto me huele a V —murmuró Matthew.
—No puedo imaginarme a mi pobre hermana una asquerosa celda. No me perdonaría a mí mismo si permito que pase una noche ahí —dijo Joey con rostro de preocupación.
— ¿Por qué no llamas a mi tía? —sugirió Courtney.
—Lo intenté, pero tiene el teléfono apagado.
— ¿Intentaste con tu padre? —preguntó Louis, dándole una calada nerviosa a su cigarro.
Courtney miró a Joey expectante, como si esperaba a que dijera lo que quería oír.
Joey nos miró de reojo—. Tampoco he logrado comunicarme
—Sigue intentando con la tía Oriana —dijo Courtney.
Joey se inclinó hacia delante para alcanzar su celular
— ¡No! —Dije, tomando su celular de la mesa y sujetándolo con ambas manos contra mi pecho—. Si es como dijo Matthew... Si V también tiene que ver con el arresto de Sabrina tendríamos muchísimo que explicar a mis tíos.
—Verónica tiene razón —dijo Louis—. Adam intentó ayudarnos y mira cómo terminó.
—Estamos hablando de mi hermana —recalcó Joey con voz quebrada.
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas las cuáles comprimía, pues solo pocas lograron escaparse por sus mejillas.
—Por eso mismo —añadió Louis, arrojando la colilla de cigarro al piso y destrozándolo con la punta de sus zapatos—. Si nuestros padres se enteran acerca del arresto de Sabrina ahora tendremos que explicarles lo de V, y no me perdonaría que le pasara algo a nuestros padres por nuestra culpa.
—Joey —dije, agachándome frente a él, juntando sus manos con las mías—. Te prometo que apenas terminemos aquí vamos a la estación de policía por Sabrina.
—Otra vez los Altamira juntos en una fiesta y termina en tragedia —dijo Campbell, acercándose a nosotros—. ¿No les parece sospechoso?
Me puse de pie nuevamente y me volví hacia él, cruzando mis brazos sobre mi pecho—. Sin rodeos Campbell, nos queremos ir.
—Lo que le hicieron al señorito Ray esta noche es un crimen —nos explicó—. Y no se va a quedar así.
— ¿Qué hay de los golpes que recibió Verónica por parte de Patrick? —preguntó Courtney frunciendo el ceño.
—Eso, la infidelidad de Patrick y el que firmaran con V la ponen como sospechosa principal —explicó Campbell—. Añadiendo el hecho de que ella fue la encargada de la producción de ese vídeo.
—Claro, el que sacaran a Patrick del closet por él es un crimen, pero la agresión física y verbal que recibió Verónica por su parte no es agresión —añadió Courtney molesta—. Este es la sociedad en la que vivimos, una machista.
—Voy a hablar con ustedes por separado —informó Campbell—. Empezando con... —dijo, recorriéndonos con la mirada—. ...tigo, acompáñeme señorito Altamira —señaló a Matthew, quien vaciló un poco antes de levantarse
Matthew y Campbell se alejaron un poco de donde estábamos. Di un ligero suspiro y emprendí camino dentro de casa de los Ray, quería ver como estaba Patrick.
Sé que después de todo lo que me hizo esa semana no merecía mi misericordia, y que tal vez anhelaba más que nadie que ese día llegara para que por fin me dejara en paz; pero saber que V fue el causante y que lo hiciera de esa manera me hacía sentir de alguna forma culpable.
Los pocos invitados que quedaban a petición de la policía después de lo ocurrido rondaban por el patio al igual que yo. Entré a la casa, encontrando la planta principal con un poco de movimiento, pues aún estaban los trabajadores de la fiesta limpiando el lugar.
Llegué a las escaleras y me dispuse a subirlas, encontrándome un segundo piso desierto; las luces del pasillo estaban apagadas, y no fue hasta que perdí la poca luz que llegaba del primer piso que encendí la linterna de mi celular para dirigirme a la habitación de Patrick.
Un escalofrío recorrió mi espalda cuando lo primero que iluminó mi linterna fue una fea cabeza de Alce que tenían los Ray colgada en el pasillo. Tragué fuerte y caminé por el extenso pasillo, estando al final de él la habitación de Patrick.
Escuché murmullos conforme me iba acercando a la puerta que no estaba cerrada completamente, dejando escapar un poco de luz desde su interior; apagué la linterna de mi celular y me quedé fuera de la habitación, pues junto a la puerta había un espejo desde el cual se podía ver la cama de Patrick, donde él estaba sentado.
— ¡¿En qué mierda estabas pensando cuando te metiste con ese chico?! —gritó Joseph molesto.
—Papá, yo... —dijo Patrick en un hilo de voz, lágrimas corrían por sus mejillas.
Nunca lo había visto llorando de esa manera, ni siquiera cuando lo conseguí con Nolan hace una semana.
— ¡Cállate! —gritó Joseph, dándole una fuerte y sonora bofetada.
— ¡No le pegues al niño! —gritó entre llantos Diane.
— ¡Es un maldito hombre! —Gritó Joseph—. ¡Por tu culpa es...! —Añadió, señalando a Diane con el dedo—. Tus sobreprotecciones, tus consentimientos, si me hubieras dejado criarlo a mi manera.
— ¡¿Qué Joseph?! —Gritó Diane—. ¡¿Qué habría pasado?!
— ¡No fuéramos el hazmerreír de la familia, de nuestros amigos y del pueblo! —gritó Joseph.
—Escúchame muy bien —murmuró Diane—. Yo no lo crie como una niña, ¿Crees que estoy orgullosa de que nuestro hijo sea...? Yo sólo lo crie para que fuera un buen chico, no para que le aborreciera a las chicas.
Joseph deslizó su mano derecha desde su rostro hasta su cabello—. Mi hijo —dijo, caminando hacia la pared y rescatándose de frente en ella—. Mi único hijo... —golpeó la pared—. Mi hombrecito —añadió, seguido de un segundo golpe—. ¿Qué hice mal?, ¿Por qué mi único hijo tuvo que ser...? —golpeó la pared nuevamente—. ¿Qué estaré pagando yo? Mi niño es...
— ¡Gay papá! —gritó Patrick, poniéndose de pie. Joseph se volteó hacia él—. ¡Soy gay! ¡¿Tanto te cuesta decirlo?! ¡¿Cuál es el probl...?!
Joseph golpeó fuerte a Patrick en el rostro, quien cayó en la cama y rompió en llanto. Asombrada, llevé mi mano derecha a mi boca
—Espero que así como te gusta coger con Nolan también te guste vivir, porque para mí ya estás muerto —sentenció Joseph—. No más tarjeta de créditos, no más fiestas, no más lujos. Cuando todo este rollo con la policía termine te vas de la casa, no me importa a dónde ni con quién, vas a trabajar por tu cuenta y ya no tendrás nuestro sustento. Cuando seas un hombre, y sólo cuando eso suceda, volverás a casa.
Miré por el espejo que Joseph estaba caminando hacia la puerta, por lo que aproveché la oscuridad del pasillo y me oculté en la esquina donde la luz de la habitación no alcanzaba. Joseph salió de la habitación, y sin notar mi presencia se perdió en el pasillo, por lo que volví a acercarme a la puerta
— ¿Ves lo que causas? —Dijo Diane—. Por tu culpa nuestra familia se está desmoronando. Espero que estés feliz.
Escuché los tacones de Diane acercarse a la puerta, al igual que miré su reflejo en el espejo aproximándose a esta, por lo que volví a ocultarme en la esquina del pasillo, rezando para que Diane no notara mi presencia, cosa que logré con éxito. Escuché a Patrick llorar desconsoladamente dentro de la habitación; me paré frente a la puerta, observando de reojo el oscuro pasillo detrás de mí analizando mi situación.
¿Debía de entrar para calmar a Patrick o irme?
A pesar de lo infernal que fue fingir que todo estaba bien entre nosotros esa semana, los maltratos e insultos de Patrick, dejando de lado su infidelidad, Patrick siempre fue bueno conmigo.
Él fue el que me ayudó a superar la violación de mi abuelo después de todo.
Y fue quien me acompañó cuando Alberto se disparó —o V lo mató—, o lo que sea que pasó esa noche. Miré lo mal que estaba Patrick por el espejo; cerré los ojos, respiré hondo armándome de valor, me quité los tacones para no hacer ruido y entré a la habitación. Me acerqué a la cama sin que Patrick lo notase, gracias a mis pies descalzos mis pasos no hacían ruido.
Él estaba acostado boca abajo, mirando en dirección a la ventana mientras lloraba desconsoladamente; me senté en la orilla de la cama y me acerqué a él, pasando mi mano por su espalda. Se volteó hacia mí y me miró, su expresión pasó de triste a enojada de manera rápida.
—Patrick, no sabes cuánto lamento todo esto.
—Deberías, todo esto es tu maldita culpa —dijo, con voz quebrada y mirándome directo a los ojos—. No creas que no sé que eres V.
— ¿Me crees capaz de hacerte algo como eso?
—Que conveniente que tú eras la única que sabía lo mío con Nolan, a ti te estaba obligando a fingir que seguíamos juntos, tú fuiste la editó el vídeo y, ¡Oh sorpresa! Feliz cumpleaños maricón, firma V.
— ¡Ho-ly-shit! —espeté—. Si hubiera querido decir que eras gay lo habría hecho desde la primera vez que me levantaste la mano —aclaré—. Y te recuerdo que a mí no me convenía decir tu secreto, ¿O se te olvidó que amenazaste con el mío?
—Jugaste sucio —dijo, sentándose en la cama—. No tengo casa, dinero, familia y tal vez me quede sin amigos, pero créeme que no me voy a quedar con esta.
— ¿Qué estás queriendo decirme?
—Prepara tus declaraciones Verónica, porque más temprano que tarde todos sabrán lo que te hizo Alberto.
—No serías capaz.
—Ya no tengo nada que perder —dijo, mirándome de manera desafiante—. El tango es un baile de pareja, y ya diste el primer paso.
—Haz lo que te dé la gana —lo reté—. Como tú lo ves te creerán, y como yo lo veo estás dolido por lo que asumes que te hice, por lo que estás desesperado por destruirme. No tienes hechos, tampoco pruebas, solo tus palabras.
—Eso no dirá el psicólogo de mi familia —añadió.
—Claro, el que trabaja para tus padres —dije—. Personas para las que, por cierto, estás muerto.
Su expresión cambió, dejando una lágrima escaparse por su mejilla—. Vete a la mierda Verónica —murmuró—. Sal de mi habitación.
—Me voy, pero no porque me lo estés pidiendo —aclaré, parándome de la cama y caminando al espejo que estaba junto a la puerta—. Ya me cansé de entenderte Patrick y de que me trates como una mierda. No voy a seguir perdiendo mi tiempo con alguien que no está a mi nivel —sujeté el pomo de la puerta y la jalé. Tirándole una última mirada a Patrick añadí—. Te mereces todo lo malo que te está pasando.
Mis palabras parecían herirlo, pues volvió a quebrar en llanto, pero esta vez no me importaba.
Salí de la habitación cerrando la puerta a mis espaldas y colocándome nuevamente los tacones. De vuelta en el patio, los chicos estaban de pie en círculo por lo que caminé hacia ellos, o al menos eso intenté, puesto que alguien me tomó de la muñeca.
—Con usted quería hablar, señorita Altamira —dijo una voz masculina que reconocí al instante.
Di media vuelta encontrándome con el autor del anterior comentario. Blanqueé mis ojos y di un profundo suspiro.
— ¿Qué quieres Campbell?
—Acabar con esto de una vez —admitió—. Así que vamos al grano, ¿Fuiste tú o pagaste a alguien?
—Son fuertes sus acusaciones detective —dije, cruzando mis brazos sobre mi pecho—. Espero que tenga bases para hacerlas; porque creo que hacer acusaciones falsas va contra la ley, y usted debería cumplirás, ¿O me equivoco? —levanté mi ceja derecha al finalizar de hablar.
—No tengo pruebas, pero estoy seguro de que si no estás detrás de los recientes ataques tienes a alguien trabajando para ti —afirmó—. Ya sabes, para no mancharte las manos haciendo el trabajo sucio.
Reí sarcásticamente—. Tiene tanta imaginación que debería de escribir un libro —bromeé—. Le iría mejor como escritor que jugando a ser detective.
—Se me hace curioso que todos los afectados giren en torno a usted —añadió—. Larson... Ray... ¿Quién quita y Don Altamira también?
Blanqueé mis ojos ante su comentario—. ¿Se escucha cuando habla? Parece que no lo hace —afirmé—. ¿Por qué querría yo a mi abuelo muerto? Además, estaba suplicando por que no se quitara la vida.
—No estoy diciendo que usted fue la que le disparó —aclaró—. Cómodamente pudo contratar a alguien para que hiciera el trabajo sucio por usted.
—No quiero seguir perdiendo mi tiempo— sentencié—. Así que si me va a seguir con sus falsas acusaciones, mejor hágalo con otra persona. Permiso, me retiro.
***
Joey
— ¿No ha llegado Ethan? —Preguntó Verónica, uniéndose al círculo—. Tenemos que buscar a Sabrina e irnos, ni siquiera sé por qué se la llevaron.
—Ninguno de nosotros sabe —dijo Matthew.
Una llamada entró en mi celular, era de un número desconocido. Los chicos continuaron hablando, por lo que caminé hasta la mesa donde estábamos sentados hace un rato para recoger mi saco, pues me lo había quitado por los nervios.
Contesté la llamada.
— ¿Joey? —Dijo una voz femenina entre llantos, la cual reconocí al instante—. Lo siento... Yo lo lamento... Es mi culpa
—Hermanita cálmate —le pedí—. ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo?
—Dicen que tengo que pagar una fianza para salir —dijo entre lágrimas—. Es un dinero que no tenemos Joey, y no puedes permitir que nuestra madre se entere.
— ¿Cuánto es?
—Son cuatrocientos dólares.
— ¡Cuatrocientos!
—Lo siento hermano, me están diciendo que tengo que colgar —dijo, un nudo en la garganta casi no le permitía hablar—. Por favor, sácame de aquí.
—Ya vamos —dije, cosa que fue inútil porque la llamada había sido colgada.
Un mensaje llegó a mi celular pero lo ignoré, colocándome el saco y metiendo el teléfono en su bolsillo, sintiendo algo extraño en su interior, por lo que nuevamente saqué la mano, pasándome el teléfono a la otra para rastrear qué había dentro del bolsillo.
Un fajo de billetes.
Lo miré incrédulo durante unos segundos y al contabilizarlos, me encontré con 1000 dólares en efectivo.
¿Quién pondría eso ahí y por qué?
¿Alguien se habrá equivocado de saco y por los nervios tomé el que no era mío?
Tal vez era de uno de los chicos, pero Verónica y Courtney llevaban sus bolsos, y los chicos sus billeteras. Al pensar en todas las alternativas recordé el mensaje que antes llegó a mi celular e ignoré; y al desbloquearlo e ingresar a la bandeja de mensajes encontré justo lo que esperaba:
Nuevo mensaje
De: Blocked ID
Espero que sepas para qué debes usarlo, si sobra un poco puedes quedártelo.
Pero recuerda, es un préstamo y pronto deberás pagarlo.
Si tienes alguna duda puedes preguntarle a Sabrina, ella sabe perfectamente las modalidades de pago.
XOXO
—V.
"Espero que sepas para qué debes usarlo"...
¿Se refería al arresto de Sabrina?
Un préstamo... Sabrina... Modalidades de pago.
¿A qué se refiere V con todo eso?
Al menos ya había resuelto el dinero para sacar a Sabrina de la cárcel.
—Joey, Ethan está afuera —me informó Matthew, sacándome de mis pensamientos.
Matthew y yo seguimos a los chicos hasta el frente de la propiedad, donde nos esperaba Ethan en la Tundra, para posteriormente emprender nuestro camino hacia la comisaría
***
— ¡Muchísimas gracias! —Exclamó Sabrina, saltándome encima para abrazarme apenas el oficial abrió la celda—. No sabes lo feliz que estoy de verte hermano. Perdóname por favor.
—Tranquila —dije, correspondiendo su abrazo—. No me perdonaría si pasabas la noche aquí.
— ¿Ahora me cree que soy una Altamira? —Dijo Sabrina al oficial—. Voy a hablar con nuestro abogado sobre lo mal que tratan a la gente aquí.
Al oficial pareció no importarle lo que Sabrina dijo, pues su inexpresivo rostro se mantuvo todo el tiempo de la misma manera. Empezamos a caminar a la salida de la comisaría.
—Puedes explicarme lo que sucedió —pedí amablemente—. ¿De qué te estaban acusando?
—De un robo que no hice —aclaró—. Unas joyas que me puse.
— ¿Cómo llegaron a ti?
Sabrina quedó unos segundos callada, jugó con algunos mechones avellanas de su cabello un par, miró a su alrededor y relamió sus labios.
La conocía lo suficiente para saber que cuando hacía iba seguido de una mentira.
—Eran unas... —balbuceó—. Eran de... —añadió, mordiendo su labio inferior—. Eran de mamá, al parecer fue una confusión o algo así.
—Si fue una confusión, ¿Por qué te tenían encerrada?
—Alguien dijo que yo las robé —añadió—. De seguro fue alguien haciéndose el gracioso.
— ¿Cómo dieron contigo?
—Por una llamada anónima —aclaró—. Tal vez la persona que las robó me culpó para que al azar para que no lo buscaran.
—Curioso... —murmuró.
— ¿Qué es curioso? —me miró con confusión.
—Que las joyas eran de mamá y no te las devolvieron —dije, frenándome con Sabrina en la entrada de la comisaría—. Además de que pagamos cuatrocientos dólares por tu liberación.
—Yo...
—Pero lo más curioso aún —interrumpí. Saqué el celular de mi bolsillo y lo desbloquee, mostrándole el último mensaje que me envió V—. Que por alguna razón V pagó tu fianza, y me dijo que te preguntara acerca de las "modalidades de pago" de este "préstamo".
—Joey, yo...
—Quiero la verdad Sabrina —interrumpí nuevamente—. Pero te daré a escoger, ¿Me lo dirás a mí o nos lo contarás a todos?
—Joey, te explicaré todo, pero no aquí. No ahora —dijo, en tono de súplica—. Cuando lleguemos a la villa te explicaré todo con detalle. Pero por favor, no puedes decirles nada a los chicos.
— ¿Por qué no pu...?
—Prométemelo —interrumpió. Su rostro expresaba una preocupación única, sus ojos estaban llorosos—. Promete por el código de gemelos que no dirás nada a nadie.
—Eso lo decidiremos luego —sentencié—. Ahora vamos, que nos están esperando y estoy cansado.
¿Por qué Sabrina se pondría así por un mensaje de V?
Lo único que esperaba era que no hubiera cometido una verdadera locura.
***
NOTA DE AUTOR.
¡Les debo una enorme disculpa por dejarlos al aire durante casi dos semanas!
No saben lo apenado que estoy por no haber subido nuevo capítulo la semana pasada, como muchos saben ya que me siguen en instagram —Por enésima vez, pueden encontrarme como @itsexpossito—, y creo que también se los comenté por aquí, estoy en la universidad.
Y saben lo que significa: Universidad + Cuarentena = Clases online ; Clases online + Un montón de tarea = Estrés.
Apenas tengo tiempo para respirar.
¡Pero no se desanimen!
Más temprano que tarde volveremos a las actualizaciones semanales, los mentirosos aún tienen muchos errores por cometer, y tenemos que estar en primera fila para leerlos todos. Les quiero dar las enormes gracias por apoyar tanto este libro.
Los amo inmenso por eso.
Y quiero darles unas gracias especieles a mis amigos de la Editorial GaleAlfaro por las críticas tan objetivas que me dieron. Si no la han leído, les dejaré un enlace.
¡No olviden compartir esta historia con sus amigos!
Así me ayudan a crecer.
Los amo.
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