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XIV. bienVenido a Rosefield.

Louis

Las palabras de Verónica resonaron con estruendoso eco en mi cabeza.

¿Cómo el abuelo pudo hacerle algo así?

Verónica se sentó nuevamente en la cama junto a nosotros: todos a excepción de Matthew que había ido por agua a la cocina, la estábamos abrazando, con la esperanza de que alguna vez pronunciara otra palabra, pues no había parado de llorar desconsoladamente luego de soltarnos esa desgracia.

Después de varios minutos finalmente se calmó un poco y secó su rostro con los dorsos de sus manos. Matthew entró a la habitación con una jarra con agua, un vaso y un paquete de pañuelos, entregándole uno a Verónica y sirviéndole agua. Ella bebió lentamente del vaso, respiró hondo y abrió parcialmente la boca, como si intentase decirnos algo, pero la cerró nuevamente.

Si no quieres contarnos no importa —dije, con tono comprensivo—. No tienes que hablar de algo que no qu...

Tenía ocho, o nueve, quizás diez años cuando sucedió —interrumpió Verónica en un hilo de voz, una lágrima se deslizó por su mejilla mientras su mandíbula temblaba—. Alberto tenía una importante reunión en la empresa que aparentemente terminó en fiesta, pues llegó muy ebrio como para mantenerse de pie. Y por alguna razón llegó molesto también.

— ¿No sabes por qué? —preguntó Courtney, frunciendo el ceño.

Verónica negó en respuesta.

—Entró en medio de la madrugada a mi habitación y me miró como nunca me había mirado. Nunca lo había visto así... En ese estado, se acercó a mi oído y me susurró "no temas, todo estará bien, no te haré daño".

Todos compartimos miradas llenas de tristeza y asco: Sabrina estaba llorando, Matthew tenía los ojos aguados, Courtney estaba claramente incómoda y Joey miraba al vacío procesando todo lo que salía de la boca de Verónica.

Ella respiró hondo y continuó—. ¿Hacerme daño? ¿Cómo podría Alberto lastimarme? ¿Cómo iba a imaginarme lo que pasaría?

— ¿Qué te hizo? —preguntó Joey, con voz quebrada.

Verónica respiró profundo, conteniendo sus notorias ganas de llorar.

Se bajó los pantalones y me hizo tocarlo, luego me quitó mi pijama... — cerró fuerte sus ojos, dejando caer lágrimas por sus mejillas—. "Este será nuestro secreto, no te haré daño", abusó de mí y me dejó tirada como un trapo en mi cama.

Sentí que se me hizo un nudo en la garganta del tamaño de una pelota de tenis, al igual que mi estómago dio un vuelco.

—Dios mío —murmuró Courtney entre lágrimas.

Verónica rompió nuevamente en llanto, pero continuó hablando.

—En el momento no entendí que estaba pasando, era pequeña como para hacerlo, ¿Cómo diablos iba a saber que estábamos haciendo algo mal?

— ¿Qué hiciste después? —Preguntó Matthew en un hilo de voz—. ¿No cambió tu infancia?

Verónica negó con la cabeza—. No fue hasta que entré en bachillerato y Blake Clark intentó besarme en aquella fiesta, mi primera fiesta de chicos y chicas que recordé todo. Sentí tanto asco que corrí de ese armario enseguida. Me sentía asqueada de mí misma, me sentía sucia, sentía que todo había sido mi culpa.

Verónica rompió en llanto y todos guardamos silencio.

Por mi parte, realmente no encontraba las palabras correctas para decirle: no podía imaginarme cómo se sintió cuando pasó, ni cómo se sentía en ese momento que lo estaba reviviendo por nosotros. Sólo sabía lo que sentía en ese instante: odio y repulsión por Alberto.

¿Cómo pudo haber hecho una cosa tan abominable como abusar de una niña?

Una niña para la cual él era su todo, lo único que tenía en el mundo.

¿Cómo Verónica pudo lidiar con eso todo ese tiempo?

¿Cómo pudo vivir bajo el mismo techo que su abusador?

¿Cómo pudo soportar vivir con la persona que le arrebató su niñez de una forma tan nefasta?

—Cuando caí en cuenta de lo que había pasado aquella noche me alejé de todos, de Emma, Jayden, Michael... Entré en una depresión horrible, dejé de comer y perdí muchísimo peso. Durante mucho tiempo escapé de eso, recuerdo que el día de aquella fiesta le dije a Alberto que lo contaría a todos y él me amenazó con que a mí me enviarían a un orfanato y a él a la cárcel, que perdería todo.

—Es un maldito —escupí—. No puedo creer que te hiciera pasar por todo eso.

—Es por eso que Alberto nunca me dijo que no a nada —continuó Verónica—. Todos mis caprichos los hizo realidad.

— ¿Cómo entra Patrick en todo esto? —preguntó Sabrina con voz quebrada.

Sus mejillas estaban húmedas debido a las lágrimas.

—Patrick llegó a mis quince años, fue cuando comenzamos a andar por los convenios de Alberto con los Ray. Cada vez que intentamos tener sexo pero siempre recordaba lo que había hecho Alberto, sentía asco por los hombres, asco por mí misma —una lágrima se deslizó por su mejilla—. Fue entonces que una de esas veces Patrick tuvo el valor de preguntarme si no sentía atracción por él, o por los chicos... No pude más. Se lo conté todo y él me ayudó a superarlo, me llevó con su psicólogo y prometimos que nunca hablaríamos de eso de nuevo, que no permitiría que nadie volviera a hacerme daño. Después de un tiempo por fin pude tener relaciones con Patrick.

—No sé quién es peor —añadió Matthew, todo teníamos expresiones tristes—. Si Patrick o Alberto.

—Alberto —respondió Verónica—. Él fue el que me violó, Patrick sólo me ayudó a superarlo... Es irónico, ¿No? La persona que me reconstruyó es la misma que me quiere destruir.

—Verónica, yo lo lamento —dijo Courtney, secándose las lágrimas—. Te hemos juzgado mal todo este tiempo.

—No tenían que saberlo —dijo Verónica, secándose las lágrimas con un pañuelo—. Se supone que nadie lo sabría, ahora deben prometer no comentárselo a nadie.

—No estoy de acuerdo —añadí—. Creo que debemos de hacer algo al respecto.

— ¿Hacer qué Louis? —Cuestionó Verónica—. Ya Alberto está tres metros bajo tierra.

— ¿Qué tal si no fuiste la única persona de la que Alberto abusó? —sugerí.

—Eso tendría sentido —dijo Sabrina—. Si no fuiste la única que fue abusada por el abuelo estamos hablando del posible asesino del abuelo, y... ¿Quién sabe? Podríamos estar hablando de V.

— ¿Por qué una víctima de mi abuelo querría hacernos algo? —cuestionó Verónica, bebiendo un sorbo de agua.

—Por venganza tal vez —sugirió Sabrina—. No lo sé, pero no lo descartemos.

—Lo que sea —dijo Verónica—. Ya Alberto murió y no puede volver a lastimar a nadie más.

— ¿No te gustaría saber si lo hizo antes de morir? —insistí.

—Si van a hacer algo déjenme fuera —dijo Verónica—. Suficiente infierno tengo con Patrick amenazándome con decirlo y con el que viví estando bajo el mismo techo que él.

***

—No hay tiempo —dijo Maddison, colocándose unos tacones negros altos.

— ¡Vamos!, ¿No podemos hacer un rapidín? —dije, sujetándola por la cintura y atrayéndola hacia mi cuerpo, restregándole mi erección por su espalda baja.

Maddison quitó mi mano de su cintura y se puso un pendiente verde en su oreja izquierda—. ¡Tengo mucho trabajo por hacer Louis! Además, ya estoy retrasada.

—No pretendes dejarme así —dije, señalando a mi pelvis—. ¿O sí?

—Yo no he hecho nada que provocara eso —se excusó mientras se pintaba los labios—. Es muy tu problema lo que hagas, yo me voy.

Me paré en la puerta, obstruyendo el paso—. No te irás sin echarme una mano al menos.

—A ver señorito, tengo cosas importantes que hacer en la empresa, hay un montón de trabajo ahora que los Ray quieren tomar el control.

—También tenemos mucho entre nosotros —dije, envolviendo uno de sus mechones rojizos en mi dedo índice.

— ¿Nosotros? —Cuestionó ella, luego bufó y blanqueó sus ojos—. Louis, no existe un "nosotros", sólo nos hemos acostado cuanto... ¿Un par de veces?

—Sí, pero pensé...

— ¿Pensaste qué? —interrumpió—. A ver, yo te veo sólo como un fuckboy, ¿Ubicas?

—Si ubico —dije, esbozando una expresión de decepción.

—Tampoco te sientas mal —dijo, agarrando mi brazo y sentándome en la cama junto a ella—. Escucha, lo de nosotros está mal en todo los sentidos, empezando porque soy la viuda de tu abuelo, tú eres el hijo de quien sería mi hijastra, básicamente vendría siendo tu abuela, o abuelastra, si esa palabra existe claro. Además de eso, ¿Cuántos años es que tienes?

—Diecinueve.

—Nos llevamos dieciséis años, fácilmente puedes ser mi hijo.

—La edad no fue un problema para ti y mi abuelo —dije sagazmente.

—Es diferente.

—Claro, empezando por las pastillas azules que no necesito.

Maddison se mofó ante mi comentario—. Escucha, Alberto y tú son situaciones completamente diferentes, no quiero robarte la juventud.

—Claro, conmigo no te quedas porque a diferencia de Alberto yo no pago tus cuentas.

Maddison bufó con fastidio y se levantó molesta de la cama. La agarré de la muñeca—. Suéltame.

—Lo siento, no lo dije con esa intención.

—Dijiste exactamente lo que piensas y te dejaré algo muy claro: no soy una cualquiera. Creí que eras maduro, pero sólo eres como un puberto detrás de la primera chica que le abra las piernas.

Maddison se soltó de mi agarre y salió de su habitación.

— ¡Mierda! —exclamé, arrojando una almohada a la cama.

Bajé las escaleras y me dirigí hasta el comedor donde estaban Courtney, Sabrina, Joey y Matthew tomando café para irse al instituto.

—Hoy se te pegaron las sábanas —dijo Courtney.

—No dormí bien después de lo de anoche —me excusé.

—Yo ni siquiera pude —dijo Sabrina—. Es increíble lo que pasó y que nunca haya dicho nada.

— ¿Y si está mintiendo? —insinuó Courtney.

— ¡Dios mío Courtney! —Espetó Sabrina—. ¿Por qué mentiría sobre algo tan horrendo como eso?

— ¿En serio se creyeron todo eso? —Cuestionó Courtney—. La perra ha sido una maldita desde que llegamos y de repente nos defiende en el instituto, nos cuenta "algo traumático", ¿Y si sólo está buscando ganarse nuestra confianza?

—Por lo que vi tú también te lo creíste —añadió Joey—. Por algo estabas llorando.

—Se llama actuación —dijo Courtney—. Pobrecito, ¿Cuántas chicas habrán fingido contigo y tú creyendo que lo estabas haciendo bien?

Joey blanqueó sus ojos ante el comentario de Courtney.

—Entiendo que siempre pienses lo peor de las personas hermanita, pero esta vez te pasaste.

—No digo que haya mentido, sólo lo estoy sugiriendo.

— ¿De qué hablan? —Curioseó Verónica, entrando al comedor y tomando asiento—. ¿Quién está mintiendo?

Todos nos miramos con complicidad—. Hablábamos de los Ray y las mentiras sobre el documento —dije sagazmente.

— ¿Qué hay de Altamira's Group? —Preguntó Courtney—. ¿Sabrina no pudo conseguir los papeles ayer?

Sabrina negó con la cabeza—. Estuve tan cerca de tenerlos, pero Prudence me interrumpió.

—Tenemos una segunda oportunidad el sábado, en la fiesta de Patrick —dijo Verónica.

— ¿Y si nos atrapan como ayer? —cuestionó Sabrina.

—Necesitaremos una distracción —sugerí—. ¿Qué podemos hacer para mantener a todos ocupados?

Todos quedamos pensativos por un par de minutos, hasta que finalmente Verónica aclaró su garganta, captando nuestra atención.

—Tengo una idea, pero necesitaré ayuda. No voy a humillarme sola.

—Cuentas con nosotros —dijo Matthew—. ¿Qué necesitas?

—Diane hace tiempo me había pedido que le cantara algo a Patrick en su cumpleaños, tenía pensado hacerle algo sencillo.

—Problema resuelto —dijo Courtney—. Verónica correrá a todos de la fiesta apenas abra su chillona boca.

Verónica blanqueó sus ojos ante el comentario de Courtney.

—No le hagas caso —dijo Sabrina—. ¿Cómo encajamos nosotros con tu plan?

—Sí le hago algo sencillo la gente se aburriría y con el infierno que Patrick me está haciendo vivir estos días, añadiendo la situación de la empresa, esta puede ser mi oportunidad de vengarme de él y salvar Altamira's Group.

— ¿Qué tienes en mente? —preguntó Joey.

—Sabrina, Courtney y yo distraemos a las personas mientras que tú, Matthew y Louis consiguen los documentos originales.

— ¿Haré qué? —dijo Courtney.

—Lo que escuchaste, querida —dijo Verónica—. Me ayudarán a distraer a todos, mientras yo canto ustedes me harán los coros... Bailarán conmigo... O no sé, ya se nos ocurrirá algo.

— ¿Cómo nos comunicaremos? —interrogó Matthew.

—Yo puedo conseguir esos auriculares diminutos —dije. Todos voltearon a verme con asombro e incredulidad—. No son tan difíciles de conseguir, además, tengo mis contactos.

—Pero estamos en Rosefield —cuestionó Courtney.

—Y tú estás fuera de ranking. No me subestimes, hermanita.

Courtney blanqueó sus ojos—. Como sea, sólo díganme qué tengo que hacer y lo haré.

—Así me gusta —dijo Verónica—. Descerebrada pero obediente.

Courtney se rio sarcásticamente.

Chicos, Ethan y Erick están esperándolos afuera —informó el tío Xavier.

—Hablamos luego —dije, señalando con la cabeza hacia la salida del comedor.

Los chicos se levantaron y salieron del comedor, dejándome sólo con mi desayuno y mi celular. Me dispuse a darle una mordida a mi sándwich y un sorbo a mi café cuando me llegó una llamada.

Llamada Entrante.
Alex

—Escuché que trabajabas temprano, pero no pensé que fuera tan temprano.

Ya tengo el pedido que me hiciste —dijo una voz grave al otro lado de la línea.

—Así me gusta, ¿Dónde y a qué hora te veo?

¿Ubicas el parque Kennedy?

—Te recuerdo que este es un territorio nuevo para mí.

Te mando la ubicación por texto.

—Perfecto. Aprovechando que nos vamos a ver, ¿No sabes dónde puedo conseguir esos auriculares diminutos? Ya sabes, estilo James Bond.

—Sesenta.

— ¿Tienes de esos?

—Sí, nos vemos en quince minutos.

— ¿Cómo sabré quién eres?

—Tendré una gorra puesta y estaré en una banca frente a la fuente.

FIN DE LA LLAMADA

***

Quince minutos más tarde estaba en el parque Kennedy, resulta que quedaba a una cuadra del West Coast, —el instituto donde los chicos asistían—. Luego de estacionar el auto del tío Xavier y bajarme de él, comencé a caminar por el parque. Estaba un poco lleno de gente: había personas trotando, otras estaban con sus mascotas, uno que otro llevaba mochila, por lo que fue fácil deducir que se trataba de estudiantes rumbo al colegio.

Cuando finalmente llegué a la fuente del parque empecé a caminar alrededor de ella, viendo palomas, niños corriendo, bancas ocupadas. Segundos después fijé mi mirada en una chica con una hermosa piel morena, cabello salvajemente crespo negro, vestía puesta una gorra roja, camisa blanca con chaqueta negra, ajustados blue jeans claros y zapatos deportivos blancos.

La chica estaba leyendo un libro del cual no logré distinguir el título por la distancia. Miré la gorra y sin dudarlo me acerqué a ella.

— ¿Tú eres Alex? —pregunté.

La chica bajó su libro y me miró de arriba a abajo.

— ¿Louis?

Asentí—. Por la voz te creí más alta, y con una entrepierna diferente.

—Por tu voz creí que eras un hombre —dijo en respuesta—. Pero veo que eres un niño rico tratando de "independizarse".

— ¿Por qué me dices "niño rico"?

—No trabajo con nadie sin investigarlo —aclaró—. Además, ¿Sesenta dólares por unos auriculares sin quejas? Lo que me sorprende es tu necesidad por hacer esto, pero esos no son mis problemas.

—Tienes razón, no son tus problemas, ¿Tienes lo que me dijeron que me darías?

—5 kilos de éxtasis como prueba, y los auriculares que me pediste —dijo, entregándome una bolsa de regalo—. ¡Feliz cumpleaños!

— ¡Gracias! —dije, recibiendo la bolsa y entregándole los sesenta dólares que me pidió.

—No sé si te lo dijeron, pero las ganancias serán un setenta-treinta.

—Que derrochadores son, ¿No creen?

—Nos gusta tener a nuestros trabajadores contentos —aclaró—. Pórtate bien y puedes tener comisiones. Pero recuerda, si te atrapan no nos conoces y está prohibido consumir la mercancía sin pagarla.

Asentí repetidas veces como respuesta a sus indicaciones—. Entendido.

—Bienvenido a Rosefield —dijo, dándome la espalda y desapareciendo entre la gente.

***

Courtney.

—Tenemos diez minutos antes de que comiencen a extrañarme —dijo Jayden, besando mi cuello contra la pared.

—Se supone que estoy en el baño —dije, mordiendo mi labio inferior.

Jayden deslizó su mano derecha desde mi pecho hasta mis shorts: se suponía que estaba en clases de gimnasia, pero en lugar de eso estaba encerrada en el vestidor de las chicas con Jayden.

— ¿Por qué me atraes tanto? —preguntó Jayden, apartándose de mi cuello y viéndome a los ojos.

Rodeé con mis brazos su nuca y esbocé una sonrisa pícara—. No lo sé, tal vez es por mi encanto natural o lo irresistible que soy.

Jayden soltó una pequeña risa ante mis comentarios y volvió a besarme, mientras desabrochaba sus pantalones y los bajaba hasta sus tobillos.

—Es increíble que me tengas así —dijo, refiriéndose a su erección.

—Verónica te mataría si se entera de esto —bromeé.

—Sí que sabes matar un momento —dijo Jayden, subiéndose nuevamente los pantalones.

— ¿Dije algo que no debía? —cuestioné confundida.

—Olvidé que tenía algo importante que hacer —dijo, quitándole el seguro a la puerta y saliendo del vestidor.

¿Qué mierda hice mal?

Mencioné a Verónica y fue como si le molestara el hecho de que lo hiciera.

Los chicos de Rosefield eran taaaaaan raros.

Me miré en el espejo y acomodé un poco mi aspecto para luego salir del vestidor, dirigiéndome nuevamente al gimnasio del West Coast.

— ¿Dónde estabas? —Interrogó Maggie, una chica de mi clase—. El profesor ha preguntado por ti y tuve que mentir.

—Estaba... —dije, quedando pensativa por unos segundos—. Tomándome una pastilla, estoy en mis días y ya sabes cómo es, no aguantaba el dolor.

— ¿Por qué no le has dicho nada al profesor? —interrogó ella, cruzándose de brazos.

Imité su acción—. No me siento cómoda hablando de mi período con un chico, y menos con un profesor.

—No importa, pero al menos me lo habrías dicho para no estar como una pendeja si me preguntaban por ti.

—Lo importante es que ya estoy aquí. Gracias por encubrirme —dije, abrazándola de lado—. De verdad te agradezco todo, has sido tan buena desde que llegué a este instituto.

—Tranquila, sé lo que se siente ser la nueva —dijo, con tono comprensivo—. Además, eres muy agradable.

— ¡Gracias! —Dije, esbozando una sonrisa—. Tú también eres muy agradable, me sorprende que no tengas muchos conocidos.

—He pasado siempre desapercibida. Pero así está bien, no me gusta llamar la atención.

—Querida... —posé mis manos en sus hombros y entrecerré los ojos, negando con la cabeza—. A todos nos gusta la atención, y sé perfectamente que detrás de esos cristales y todos esos libros está una reinita pidiendo salir a gritos.

—Courtney, yo... No puedo —dijo, negando repetidas veces—. Ya el West Coast está bajo el régimen de Verónica.

— ¿Y qué? —cuestioné—. Ella se gradúa este año, alguien tiene que tomar su lugar.

—Tal vez Jannet lo haga.

La miré con desaprobación—. Tú lo harás —insistí—. Sólo estaré en Rosefield hasta final de curso, por lo que el último año no lo cursaré aquí.

— ¿Es en serio?

Asentí repetidas veces—. En tres meses sale Verónica de aquí, pero tú saldrás del anonimato mañana.

— ¿Qué piensas hacer conmigo?

Darling, hoy Loser Maggie cuatro ojos se queda en el pasado —le quité sus lentes y los partí en dos.

— ¡¿Qué haces?! espetó—. Ese es el único par que tengo.

—Te estoy haciendo un favor —me excusé—. Mañana Queen bee Maggie reinará en los pasillos, y todos la amaran.

—No veo sin mis lentes Courtney —me informó.

La campana sonó—. Vamos a los vestidores, tengo un par de lentes de contacto ahí.

***

—Sólo quiero pararme de aquí y partirle la cara —dijo Joey, quien tenía la mirada puesta en Patrick.

—No eres el único que quiere hacerlo —dije—. Quiero cortarle el par que tiene colgando, no puede golpear a Verónica y hacer como si nada pasara.

— ¿Estás poniéndote de parte de Verónica? —cuestionó Sabrina incrédula, dándole un mordisco a su sándwich.

—No es eso, sólo digo que golpeó a una chica, merece más que una cicatriz o un ojo morado.

Don't worry baby —dijo Sabrina—. No le diremos a Verónica que tiene una nueva Verolover.

Matthew se ahogó un poco de la risa—. ¿Verolover?

— ¿No saben que tenemos una prima influencer? —cuestionó Sabrina.

— ¿A qué te refieres con "influencer"? —pregunté, haciendo comillas.

—Revisa su Instagram —ordenó Sabrina.

Desbloqueé mi teléfono y me metí rápidamente en Instagram—. Se supone que nos tiene bloquea... Forget it, ya nos desbloqueó.

—Tiene un montón de seguidores —dijo Matthew.

Verolover —dijo Joey, seguido de una sonora carcajada.

—Justo cuando creí que no podía ser más patética —añadí.

—Cada vez me sorprende más —dijo Sabrina—. ¿En serio tenemos que bailar delante de los invitados de Patrick?

—Todo sea por salvar la empresa familiar —dijo Joey.

Aprovechando que estaba en el celular, me metí en el chat de Jayden

¿Todo está bien entre nosotros?

Tecleé, para luego enviarlo: fijé mi mirada en Jayden quien estaba sentado con Michael, Emma, Verónica y Patrick, sacó su teléfono y miró algo en la pantalla. Claramente sabía que se trataba del mensaje que acababa de enviar; estaba ansiosa esperando su respuesta, pero lo único que conseguí es un bufido, negaciones con la cabeza y una mirada de fastidio, acto seguido Jayden guardó nuevamente su celular.

¿Qué hice mal?

—Courtney, ¿Terminaste de copiar mis apuntes? —preguntó Maggie sentándose a mi lado.

—Sí, muchísimas gracias —dije, sacando su libreta de mi mochila y entregándosela.

—De nada —dijo, levantándose de la silla.

La agarré de la muñeca—. ¿A dónde vas? Desayuna con nosotros.

—Tranquila, voy a sentarme por allá.

—Vamos Maggie —insistí—. Es lo menos que puedo hacer por lo amable que has sido conmigo los últimos días.

—En serio, no quiero molestar —se excusó.

—Siéntate con nosotros, ellos son Sabrina Joey y Matthew, son mis primos.

—Un placer —dijo Maggie, sentándose nuevamente a mi lado

Pude notar un pequeño brillo en los ojos de Maggie al ver a Joey.

—Chicos ella es Maggie, una chica increíble que conocí la semana pasada y ha sido tan amable conmigo desde entonces.

—Gracias por ser amable con Courtney —dijo Joey—. No sabes lo difícil que han sido estos días para nosotros —añadió, esbozando una sonrisa tierna.

Maggie se sonrojó—. No tienen que agradecerme, Courtney es increíble.

***

Luego de un rato charlando en el comedor estudiantil, finalmente nos dirigimos de nuevo a nuestras aulas de clase. Cuando me senté junto a Maggie mi teléfono comenzó a sonar.

—Celulares apagados o en silencio —dijo el profesor de ciencias.

Saqué mi celular y encendí la pantalla para que dejara de sonar, encontrándome con un mensaje, por lo cual desbloquee el teléfono para colocarlo en vibrar y leer el mensaje.

De: Blocked ID.
De tal palo tal astilla.
Por lo visto eres igual de zorra que tu madre.
Veamos cuanto te dura el secreto.
XOXO.
V.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, causando que la arqueara un poco. Enseguida llegó otro mensaje, pero esa vez multimedia: era un vídeo. Cuando lo reproduje me quedé en shock con su contenido, dejando caer el celular al piso.

Éramos Jayden y yo...

Alguien más estaba en ese vestidor...

Alguien más nos había visto.

No sé qué era peor, el que me sintiera espiada o el hecho de que V estuvo en el mismo sitio al mismo tiempo que yo.

***

GLOSARIO

Fuckboy: chico que solo buscan sexo en una relación.

Darling: querido/a.

Looser: perdedor/a.

Queen bee: reina abeja.

Don't worry baby: no te preocupes bebé.

Forget it: olvídalo.

***

NOTA DE AUTOR.

¡Gracias por leer y por tener paciencia!

Esta semana tuve un montón de contra tiempos, por lo que se retrasó un poco la subida de este capítulo.

En el capítulo pasado casí llegábamos a los 300 views, y ya hoy tenemos 350.

¡Gracias por los 350 views y por el cariño que le están dando a esta historia!

Como lo prometido es deuda, revisen los capítulos del 1 al 3, donde les dejé un regalito.

Pista: Es material visual con respecto a los personajes.

No olvides dejar tu voto y comentar qué te está pareciendo.

Los amo un montónnnnn.

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