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XII. Siento algo por ti.

Sabrina.

Verónica entró al salón de clases masajeando su muñeca izquierda junto con Emma, en su mirada era muy notable que algo le estaba pasando: desde aquella repentina salida del sábado por la noche estaba extraña, el domingo apenas comió y tenía la cara hinchada como aquella madrugada del martes en que mi abuelo se disparó.

¿Qué le habría pasado para que estuviera tan mal?

Ciertamente nadie había tenido el valor de preguntarle. Temíamos que Verónica reaccionara mal y siguiera haciendo de vivir en la misma villa un infierno como los primeros días. Siendo sincera extrañaba a la Bad bitch de los primeros días, hacía interesante la estancia en la villa. Y aunque creí que estaba así por terminar con Patrick descarté la idea cuando él la saludo de amorcito esa mañana.

—Aterriza Sabrina —dijo Joey, sacándome de mis pensamientos al chasquear sus dedos en mi cara—. Pareciera que te estuviera dando un derrame.

—No tengo la suerte suficiente —dije, golpeando su hombro.

—Ustedes dos me causan gracia —dijo Destiny Jackson.

Ella era una chica morena de cabello muy oscuro con la que hicimos equipo para un examen grupal que estábamos haciendo

—Debe ser de otro mundo tener un gemelo, que piense igual que tú, diga tus mismas frases o hablen al mismo tiempo —añadió Destiny.

—Nosotros no hacemos eso —dijimos Joey y yo al unísono.

Blanqueé mis ojos en respuesta a lo que inconscientemente acabábamos de hacer.

— ¿Es cierto que pueden sentir cuando al otro le pasa algo? —interrogó Ryan McCarty.

Negamos con la cabeza en respuesta.

—Como son nuevos y no saben cómo es la movida por acá yo haré esto —Informó Destiny, aludiendo a que haría el examen por nosotros.

—Gracias, pero no tienes que...

—Tranquila —interrumpió Destiny—. Cuéntennos de ustedes para distraerme.

—Estudiábamos en el East Side high school —contó Joey—. Yo era capitán del equipo de fútbol allá y Sabrina siempre ha sido una nerd.

— ¡Eres un idiota! —Exclamé, golpeándolo detrás de la cabeza—. Pero sí, me gustaba sacar buenas notas, eso no me convierte en una nerd.

— ¿Qué hay de sus padres? —inquirió Ryan.

—Mi madre es editora de libros, se llama Oriana Altamira —dije.

— ¿Tu madre es esa Oriana Altamira? —preguntó Destiny asombrada.

Asentí en respuesta—. ¿Quién es Oriana Altamira? —preguntó Ryan confundido.

—Es sólo la mejor de las editoras que existe —dijo Destiny—. Es la editora que publicó Kill me at midnight, la saga más exitosa que ha publicado, lástima que terminara —reí un poco en respuesta—. ¿No me digas que...?

—Sí —interrumpí—. Están haciendo una continuación.

— ¡¿No inventes?! —Dijo boquiabierta, a lo que negué con la cabeza en respuesta—. ¡No inventes! —El profesor nos lanzó una mirada de desaprobación, por lo que agachamos un poco la cabeza—. No sabes lo que he esperado este momento, es mi saga favorita.

—La mía también —admití—. No puedo esperar a que esté listo.

—Dos nerds mirándose fijamente —dijo Joey en tono burlón. Lo pisé fuerte bajo la mesa—. ¡Hey!

—Disculpa, estaba practicando para cuando me enseñes a manejar tu moto —dije en tono burlón, esbozando una sonrisa.

— ¿Qué hay de su padre? —Preguntó Destiny—. ¿Qué hace él?

—De hecho nuestro padre está... —dijo Joey.

—En Italia —interrumpí, pisándole el pie levemente debajo de la mesa—. Es manager. Ha trabajado con Rihanna, Bebe Rexha, Ed Sheeran, infinidades de artistas, y tiene una empresa distribuidora de dulces internacional, por eso está allá.

—Me gusta Ed Sheeran —admitió Ryan.

—Bueno, y eso que no les mencioné lo cercana que soy con Ari.

— ¿Ari? —preguntó Joey, mirándome con incredulidad.

Ariana Grande —aclaré, lamiendo mi labio inferior y jugando con mi cabello. Destiny quedó asombrada—. Le digo Ari de cariño, y ella me dice Sabri.

—Los envidio —admitió Destiny—. No imagino como debe ser su vida.

—No es tan interesante —admití—. Sí, hemos ido a París un par de veces pero ya me aburre.

—Es extraño, ¿No? —Dijo Anna, quien estaba sentada con otros tres chicos pocos metros a nuestra derecha—. Tanto dinero y quedándose en Rosefield por una mísera herencia.

—N-no nos es-estamos quedando a-aquí por eso —balbuceé, tratando de controlar mi nerviosismo—. Estamos aquí para apoyar a Verónica, el abuelo era lo más cercano que tenía y ha muerto.

—Cuéntanos entonces ¿Cómo se llama la compañía de dulces de tu padre? —preguntó Anna con arrogancia.

Miré las nubes a través la ventana del salón y el envoltorio de la paleta que tenía en mi mochila—. Sugar Clouds —dije finalmente.

Anna frunció sus labios—. Nunca he oído hablar de ella.

—No son tan famosas aquí —aclaré—. Su mercado es más internacional, querida.

—Igual que tus mentiras —dijo Anna—. ¿O no Sabrina?

—Deja de ser envidiosa Anna —intervino Verónica, quien estaba sentada con Emma, Michael y Jayden en la mesa frente a la de Anna—. Algunos pueden lograr una fortuna trabajando por ella, sin necesidad de acostarse con viejos, ¿O no es por eso que tu madre se está quedando en mi casa?

Todos nuestros compañeros hicieron un estruendoso ¡Ouchhhh! resonando en cada rincón del aula, hasta nuestro profesor se había reído un poco.

Anna suspiró profundo—. ¿De qué me perdí Verónica? Porque hasta donde recuerdo ustedes se odiaban hace una semana, ¿O no fue por eso que tu abuelo se disparó delante de todos?

Otro ¡Ouchhhh! unísono inundó la habitación—. Primero, a mi abuelo le dispararon —aclaró Verónica—. Y segundo, si quería dispararse es por lo mala que es tu mamá en la cama, ni hacerte bien pudo.

Todos estábamos asombrados de lo que estaba pasando, otro ¡Ouchhhh! resonó en la habitación—. Yo creo que el problema en esa familia eres tú, cuidado chicos— dijo Anna refiriéndose a Emma, Jayden y Michael—. No la quieran mucho, pueden terminar muertos.

Otro ¡Ouchhh! inundó el salón de clases—. Por lo menos mueren de amor por mí, a ti te abandonan porque no te soportan como lo hizo tu padre hace años y tu madre ahora, ¿O por qué otra razón no te llevó a vivir a la villa con ella?

Todos en el aula enloquecieron, gritando ¡Ouchhhh! y golpeando mesas y paredes. El profesor finalmente se levantó de su silla, golpeando el borrador de pizarra fuertemente contra el escritorio.

— ¡Ya basta! —gritó—. ¡Hagan silencio o anulo la actividad!

Todos guardamos silencio enseguida, Anna le lanzó una mirada llena de odio a Verónica. Saqué mi celular y le escribí un whatsapp a Verónica.

Gracias, no tenías que hacerlo

Presioné a enviar y volteé a ver a Verónica, esbozando una sonrisa.

Verónica revisó su celular y comenzó a teclear en él, luego subió la mirada en mi dirección, un whatsapp me llegó—. Tranquila, esa perra tiene que entender que con un Altamira no se mete.

Ambas nos miramos, esbozamos una sonrisa y asentimos con nuestras cabezas, Verónica masajeó su muñeca izquierda. Esperen un momento...

¿Verónica me acababa de defender?

Ahora sí estaba súper confundida.

***

— ¿Puedes explicarme qué hiciste en clases? —Cuestionó Joey—. Porque sinceramente no entendí.

—Nos aseguré un lugar Joey —dije, colocando la bandeja con el almuerzo en la mesa para posteriormente sentarme a comer—. No quiero que se repita la historia del East Side.

—A mí me fue genial en el East Side —alardeó Joey—. Que tú no hayas aprovechado estar allá no es mi culpa.

—Parece que se te olvidó que me decían Pigbrina hasta segundo año le recordé—. Primero era porque parecía una cerda y ahora porque soy muy delgada.

—Una cosa es que bajaras de peso y otra muy diferente es que te pongas esquelética —dijo Joey—. Además, no hablaba de eso ¿Por qué mentir acerca de nuestros padres?

—No he mentido sobre mamá.

—Lo sé —asintió Joey—. Pero sobre nuestro padre...

— ¿Y qué debía decir? —interrumpí—. "Nuestro padre es un..."

— ¡Shhhh! —chistó Joey, señalando con su cabeza a su derecha.

— ¿De qué hablan? —inquirió Matthew, sentándose a la derecha de Joey.

—De nada —murmuré.

— ¿Es cierto que Verónica los defendió de una tal Anna? —cuestionó Courtney, quien se sentó a mi izquierda.

—Los chismes fluyen como el aire en este instituto —dije—. Pero sí, es cierto.

—Estamos hablando de la abeja reina del West Coast —dijo Courtney—. Raro sería que no pasara.

—Yo creí que era mentira —admitió Matthew—. Nunca creí que Verónica nos defendería.

—Créeme que yo también estoy sorprendida —dije—. Pero ya, no hablemos de eso, ¿Cómo les fue hoy?

—Genial —admitió Matthew—. Me han pedido unirme al equipo de fútbol.

— ¡Eso está bien Matthew! —Felicitó Joey—. Yo quiero intentar también, ¿Qué les has dicho?

— Que sería bueno —respondió Matthew—. Claro, si me interesara el fútbol.

— ¿No te gusta el fútbol? —preguntó Joey incrédulo llevándose una mano a su pecho, como si Matthew le hubiera dicho que estaba a punto de morirse.

— ¿Tengo cara de practicar algún deporte? —Cuestionó Matthew—. No le veo la ciencia a correr detrás de una pelota y encestar un gol.

—Anotar un gol —corrigió Joey.

—Eso sí lo dices bien —bromeó Courtney, destapando su soda de lata

Joey blanqueó sus ojos—. Como sea. Si no te han visto jugar ¿Por qué te han pedido que te unas al equipo?

—Porque soy un Altamira, y pensaron que si alguien de nuestra familia se unía al equipo el director apoyaría más las actividades deportivas.

—La gente aquí en Rosefield sí que está cegada por este bendito apellido —dijo Courtney.

— ¿Por qué no le dices que tu primo está interesado? —Sugirió Joey, mirando hacia sus alrededores mientras de forma disimulada le echaba un poco de licor directo de su petaca a su jugo de naranja —. Después de todo yo también soy un Altamira.

—Les diré, pero no prometo nada —accedió Matthew, viendo como Joey guardaba la petaca en su blazer escolar—. Espero que no apestes a alcohol si te llegan a hacer pruebas.

—Tú mueve las influencias que del resto me encargo yo —repuso Joey, bebiendo un sorbo de su vaso.

— ¿No notan rara a Verónica? —pregunté, tomando un sorbo de mi jugo y viendo disimuladamente a la mesa donde estaba sentada con Patrick y sus amigos.

—Está así desde que salió el sábado —señaló Courtney.

Por un segundo Joey, Matthew y ella estaban viendo en dirección a Verónica.

—Claro, si la miran los tres al mismo tiempo no se dará cuenta que hablamos de ella —dije sarcásticamente, por lo que los tres volvieron a sus posiciones normales.

—Hoy está más apegada a Patrick que de costumbre —dijo Joey—. ¿No creerán que él tenga algo que ver con lo del sábado?

—Es posible —dijo Courtney—. Psycorónica se encerró a llorar en su cuarto cuando llegó en la noche.

— ¿Cómo lo sabes? —interrogó Matthew.

—Mi madre me mandó a hablar con ella y cuando me acerqué a la puerta la escuché llorar.

— ¿Entraste a ver qué pasaba? —interrogó Matthew.

Courtney blanqueó sus ojos—. No soy psicóloga, simplemente me fui; y como sabía que se pondría a la defensiva dije a mi madre que estaba bien.

— ¿No lo ven demasiado juntos? —cuestioné, frunciendo mis labios.

— ¿A qué te refieres con "demasiado juntos"? —preguntó Matthew.

—La semana pasada estaban un poco distantes, además de que esta mañana no la vi muy contenta cuando lo vio y nos dijo que nos adelantáramos.

—No se ve cómoda —añadió Courtney—. O sea, siempre está riendo o hablando con sus amigos. Pero hoy parece ausente.

—Y a mí me parece que ustedes son muy chismosas —dijo Joey en tono burlón—. Déjenla en paz, tal vez tenga su periodo o discutió con Patrick.

—No creen que V tenga que ver con su repentina salida del sábado... ¿O sí? —insinuó Matthew.

—Nos habría dicho —difirió Joey—. O bueno, al menos en eso quedamos: en no ocultarnos los mensajes. Después de todo estamos juntos en esto, ella misma lo ha dicho.

—Bueno, si ignoramos el hecho de que tiene los ojos hinchados nada está fuera de lo normal —dijo Courtney.

— ¡Miren! —Exclamé, señalando con los ojos hacia donde estaba Verónica—. ¡Pero no lo hagan al mismo tiem...! —Tarde, ya lo habían hecho—. Ella entró al salón hoy sobándose la muñeca y lo estaba haciendo hace un instante.

—Al grano —dijo Matthew, dándole un mordisco a su sándwich.

—Si lo hace es obvio porque le duele, y ella no estaba así ayer, y tampoco al llegar hoy aquí.

—Me empiezas a preocupar Sabrina —dijo Courtney—. Creo que se te está pegando la locura del abuelo y de brujónica.

—No seas estúpida Courtney, algo en serio puede estarle pasando y no sé porque creo que V tiene que ver.

—No hemos sabido nada de V el fin de semana —añadió Courtney—. ¿Por qué crees que sólo se comunicaría a Verónica?

—Si lo supiera ya sabría quién es V.

***

Matthew

—De verdad que las cosas en la empresa están un poco tensas —dijo mi padre—. Los Ray quieren hacer cambios drásticos, planean darle de baja a más de la mitad del personal.

— ¿Ellos tienen el poder de hacer eso? —cuestioné, llevándome un tenedor lleno de arroz a la boca.

—Vi los papeles y se ven legales —añadió mi padre.

—El abuelo nunca dejaría la empresa en manos de los Ray —recalcó Verónica, cortando un trozo de su pollo—. ¿Por qué la dejaría en manos de la competencia?

—Alberto hacía cosas increíbles, pero esto está en la cima de lo absurdo —dijo la tía Aurora.

—Patrick puede ser mi novio, pero sé lo tramposos que son sus padres —aclaró Verónica.

— ¿Joseph y Diane? —interrogó la tía Oriana.

Verónica asintió, masticando un trozo de pollo—. Y yo sé dónde guardan sus cosas, puedo buscar los acuerdos con el abuelo entre sus documentos.

—Con todo esto que está pasando ¿De verdad crees que te den acceso a esos documentos? —pregunté, tomando un sorbo de mi jugo.

—En ningún momento dije que los pediría —aclaró Verónica—. Los tomaré prestados.

—No hace falta sobrina —dijo mi padre, posando su mano sobre la muñeca izquierda de Verónica, quien la quitó de inmediato y se la sobo—. Disculpa, ¿Te lastime? —inquirió mi padre angustiado.

Los chicos y yo compartimos miradas.

—No, sólo... —dijo Verónica, dejando de sobarse la mano—. Cerré mal el casillero esta mañana y me duele un poco la muñeca, es todo.

—Bueno, como te decía —continuó mi padre, refiriéndose a Verónica—. No tienes que hacerlo, puedes meterte en problemas si consigues esos documentos sin consentimiento de los Ray.

—Está bien —asintió Verónica, mientras masticaba—. No haré nada que pueda meternos en problemas.

—Que así sea —dijo la tía Aurora—. Suficientes problemas tenemos con que aún no encuentren al asesino de tu abuelo.

— ¿La policía no ha avanzado con esto? —inquirí, frunciendo el ceño.

—Están evaluando un millón de posibilidades —dijo la tía Oriana—. Siendo tu abuelo un empresario, cualquiera pudo haberle disparado.

— ¿Mi abuelo era una persona odiada? —preguntó Joey.

—Al parecer sí —asintió la tía Aurora—. Tanto poder puede generar envidia... Incluso puede generar odio.

—A mí no me han dicho nada —dijo Maddison, tomando un sorbo de jugo—. Pero, ¿No han interrogado a los Ray?

—Como testigos —dijo mi padre—. ¿Por qué la pregunta?

—Porque Alberto muere y ellos toman el control de la empresa —dijo Maddison—. ¿No es demasiada coincidencia?

— ¿Estás sugiriendo que los Ray tienen algo que ver? —cuestionó Coutney, llevando ensalada a su boca.

—Sólo digo que lo interrogaron como testigos —dijo Maddison—. Y lo más común es que le pregunten su relación con Alberto y si vieron algo sospechoso o que consideren fuera de lo normal, pero si los interrogan como persona de interés es más profunda las cosa.

— ¿Qué es una persona de interés? —pregunté, colocando los cubiertos sobre el plato una vez que terminé de cenar.

—Es alguien que la policía considera que tiene que ver con un crimen —aclaró la tía Aurora.

—Básicamente, un sospechoso —dijo Sabrina.

—Buena teoría Maddie —dijo Verónica—. Y si resulta ser cierto, los Ray pagarán caro.

***

— ¿Notaron lo de la muñeca de Verónica? —preguntó Louis

La llama de su encendedor se reflejaba en sus ojos miel cada vez que abría y cerraba su tapa.

—Si nos vimos las caras fue por algo hermanito —dijo Courtney, blanqueando sus ojos.

—Está así desde esta mañana —aclaró Sabrina—. La dejamos sola con Patrick y pasó al salón así.

— ¿Algún mensaje de V? —pregunté.

—Parece que al fin se cansó de nosotros —respondió Sabrina—. O bueno, al menos yo no he recibido sus mensajes amorosos, ¿Ustedes sí?

Todos negamos con la cabeza en respuesta—. Nosotros estamos bien, ¿Pero Verónica? —insinué.

—No nos ha dicho nada —repuso Joey—. Si algo le estuviera pasando ya nos habría comentado.

— ¿Te escuchas a ti mismo cuando hablas? —Interrogó Courtney, frunciendo el ceño—. Estamos hablando de Psycorónica, para nadie es un secreto que no confía del todo en nosotros, así como no confiamos en ella —añadió, fijando la mirada en su hermano—. ¡Podrías por favor dejar de jugar con la mecha! —espetó, arrojándole una almohada.

Louis cerró la tapa del encendedor sagazmente, por lo que cuando la almohada lo golpeó y su encendedor cayó al suelo la mecha ya estaba apagada.

—Pudiste haber causado un incendio —refunfuñó Louis, devolviéndole la almohada a su hermana.

—Sería tu culpa por jugar con el encendedor —repuso Courtney, esquivando la almohada.

—Algo pasa con Verónica —dije, retomando el tema mientras dibujaba círculos con mi dedo en mi jean negro—. Y le está pasando desde su salida nocturna del sábado.

—Si ella no nos quiere compartir que le pasa, nosotros la haremos hablar —dijo Louis.

— ¿Cómo vamos a hacer eso? —pregunté.

—Tenemos que hacerle entender que todos estamos en esto, como ella misma nos dijo —explicó Louis.

— ¿Vamos a su habitación? —sugirió Sabrina.

—Tenemos que —dijo Louis, posicionándose en el umbral de la puerta y haciéndonos una seña con la cabeza para que saliéramos de nuestra habitación.

Salimos de la habitación que compartía con Louis y Joey y nos encaminamos hasta el final del pasillo, donde estaba la habitación de Verónica, Louis tocó la puerta sin recibir respuesta, por lo que colocó su oreja en ella.

—Está llorando —susurró—. Vamos a entrar —ordenó, girando de a poco el pomo de la puerta

Al entrar, Verónica estaba de espaldas secándose rápidamente su rostro, con un tazón lleno de helado de chocolate y If i stay en el televisor.

— ¿Qué tienes Verónica? —pregunté—. No aceptamos un "nada" como respuesta.

— ¿Qué hacen en mi habitación? —Interrogó Verónica—. No les he dicho que pasaran.

Verónica estaba hecha un desastre: sus mejillas estaban húmedas, su cabello atado en un desordenado moño en su cabeza, una bata de seda roja y el maquillaje un poco corrido.

—Lo sabemos querida —dijo Courtney, con tono arrogante—. Pero, aunque me cueste admitirlo, nos preocupamos por ti.

— ¿Por qué estás llorando? —preguntó Joey.

—Teddy acaba de morir.

— ¿Teddy? —preguntó Louis, frunciendo el ceño.

—El hermano de Mia —dijo Verónica, señalando al televisor.

—No seas estúpida Verónica —dijo Sabrina, apagando el televisor.

— ¡Hey! —Gritó Verónica, sentándose en la cama—. ¡Yo estaba viendo eso! —añadió, cruzándose de brazos.

—Sabemos perfectamente que no estás llorando por una película —dijo Louis, sentándose a su derecha—. Estás así desde que saliste el sábado.

— ¿Eso es problema de ustedes? —cuestionó Verónica, blanqueando sus ojos.

—Tú misma lo dijiste —añadí—. Juntos en esto.

— ¿Tiene que ver con V que estés así? —preguntó Courtney.

Verónica negó con la cabeza en respuesta—. Entonces es por Patrick —insinuó Sabrina.

La expresión de Verónica cambió completamente, como si algo le preocupase—. No seas estúpida Sabrina —dijo Verónica en respuesta.

—Precisamente eso es lo que no estoy siendo —dijo Sabrina—. Vi como tu expresión cambió totalmente cuando Patrick te habló hoy, y desde que hablaste con él te duele la muñeca.

—A mí no me duele nada —dijo Verónica a la defensiva.

Courtney tomó su muñeca izquierda y ella gimió de dolor.

— ¿Patrick te lastimó? —interrogó Louis.

— ¡Por Dios, no! —Dijo Verónica—. Él no sería capaz de hacerme algo.

—Yo creo lo contrario —dije.

—Y yo creo que V los tiene paranoicos —dijo Verónica—. Si estoy triste es porque les recuerdo que a mi abuelo lo mataron hace una semana.

—Lo sabemos —dijo Joey—. Pero estás peor que la semana pasada.

—Verónica, si algo te está pasando puedes contarnos —insistí—. Estamos juntos en esto, tal y como lo dijiste.

—Si tanto se preocupan por mi denme espacio —dijo Verónica—. No tengo nada, lo prometo.

—Me extraña, porque hasta el sábado en la noche eras perra empoderada y ahora pareces perra atropellada —dijo Courtney, mirándola de arriba a abajo.

—Que raro, porque la semana pasada parecías una arrastrada y, ¡Sorpresa!, lo sigues siendo —dijo Verónica sarcásticamente.

—No estamos aquí para que discutan —dije, pidiendo de alguna manera que no empezaran con sus niñerías—. Estamos aquí porque nos preocupamos por ti Verónica.

—No se preocuparon por mí trece años y lo harán ahora —murmuró Verónica.

— ¡Sú-pe-ra-lo! —Gritó Courtney—. Deja de vivir en el pasado y avanza.

—Lo hago si me dejan en paz con lo de mi muñeca —dijo Verónica—. Ya les dije, cerré mal el casillero y me lastimé la mano.

—Nuestros padres se comieron eso rápido —dijo Sabrina—. Pero adivina, no puedes mentirle a un mentiroso.

Verónica se levantó de la cama y caminó hasta la puerta—. Dejemos esto así, quiero dormir, ¿Pueden ser tan amables de irse de mi cuarto? —pidió, abriendo la puerta y posicionándose en el umbral de ella.

—Ya que te vas a dormir, me llevaré esto—dije, agarrando el tazón de helado.

—Deja eso donde lo encontraste —ordenó Verónica, por lo que volví a colocarlo en la cama.

— ¿No ibas a dormir? —cuestioné deteniéndome junto a ella, ya todos habían salido del cuarto

Verónica esbozó una sonrisa—. Buenas noches, Baby Matt —dijo, empujándome fuera de su habitación y cerrando la puerta mis espaldas.

Baby Matt.

Creo que de todos con los que convivía en la villa era con el que menos rencor tenía. Mi teléfono sonó sacándome de mis pensamientos, por lo que lo saqué del bolsillo de mi chaqueta de jean y me dispuse a desbloquearlo, encontrándome con un mensaje nuevo.

De: Blocked ID.
Hay un corazón roto en la villa, y esta vez no es el de tu padre.
XOXO
V.

¿Cómo V podía saber lo de mi padre si pasó antes de que viniéramos a Rosefield?

O mejor aún, ¿Se referirá a Verónica? Si le decía eso a los chicos querrían ver el mensaje, y no podían saber lo de mi padre, prometí no decirle a nadie. Mierda.

V lo sabía todo.

***

Verónica

Desperté porque escuché pasos en el pasillo que se aproximaban a mi puerta, y al estar frente a ella la tocaron.

— ¿Verónica? —Llamó una voz masculina— ¿Estás despierta?

Me levanté y abrí la puerta, encontrándome con Ethan al otro lado de ella

— ¿Qué haces aquí? —Interrogué, frunciendo el ceño—. Son como las tres de la mañana.

— ¿Puedo pasar? —preguntó, recostándose del umbral de la puerta.

Ethan llevaba puesto un mono gris de algodón, crocs verdes con medias blancas y una franela negra, un poco holgada. Extendí mi brazo derecho hacia dentro de la habitación.

—Pasa y siéntate, estás en tu cuarto.

Ethan entró y se sentó en mi cama, yo cerré la puerta y me senté junto a él—. No puedo dejar de pensar en la noche del sábado —confesó.

—Estoy bien Ethan, no hace falta que me des un sermón —dije con tono suplicante.

—No me refiero a tu novio —aclaró—. Me refiero a lo sincero que fuimos entre nosotros.

—Es fácil hablar contigo —admití, posando mi cabeza sobre su hombro—. Sabes escuchar.

—Nos conocemos hace una semana, pero siento que te conociera de siempre Verónica... Creo que estoy empezando a sentir cosas por ti.

—Ethan, yo...

— ¡Shhhhhh! — me chistó, llevando su dedo índice a mis labios y viéndome directamente a los ojos—. No hace falta que digas nada, sé que sientes lo mismo por mí, puedo notarlo cuando te hablo, como tu respiración cambia cuando estamos cerca, como me miras de reojo cuando vamos en el auto.

Un repentino calor empezó a inundar la habitación.

Bajé la mirada puesto que me estaba sonrojando y no quería que Ethan lo notara, cosa que fue inútil debido a que me tomó del mentón y acercó su rostro lentamente al mío. Nuestras respiraciones se fundieron en una sola, estábamos realmente cerca, cerré los ojos esperando lo que venía.

Y lo hizo...

Ethan me besó.

***

GLOSARIO.

Bad bitch: Perra mala.

Rihanna: es una cantante, empresaria, diseñadora de moda, actriz, diplomática, escritora, bailarina y filántropa barbadense. Es conocida por fusionar algunos géneros caribeños con música pop y por reinventar su imagen a través de los años.

Bebe Rexha: es una cantante estadounidense de origen albanés, que saltó a la fama por colaborar en el sencillo «Take Me Home» del grupo de disc jockeys Cash Cash y por tener dos nominaciones a los premios Grammy.

Ed Sheeran: es un músico y cantante británico.​ A corta edad, comenzó a cantar en la iglesia a la que asistía y también aprendió a tocar la guitarra. A los dieciséis años abandonó la escuela secundaria, y se trasladó a Londres para perseguir una carrera artística.

If i stay: es una de de protagonizada por Chloë Grace Moretz y Jamie Blackley, basada en la novela juvenil homónima de 2009 escrita por Gayle Forman.

Crocs: es una fábrica de calzados fundada por el empresario George B. Boedecker Jr., para producir y distribuir un diseño de chanclas adquirido de la empresa canadiense Foam Creations.

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