Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VI. el Vídeo | Parte I.

¡Noticias de último momento! Nos encontramos en las afueras de la Estación de Policía de Rosefiel: al parecer los oficiales tuvieron un hallazgo en lo que ahora denominan "El caso de Alberto Altamira", pues a pesar de que se disparó delante de todos sus invitados no fue su arma la que efectuó el disparo. Se presume que alguien aprovechó la situación para asesinar al popularmente conocido como Don Alberto. Señora Altamira ¿Algo que quiera comentar?

De parte de mi familia y de mi persona quiero que la prensa esté fuera de esto, por favor. Por respeto, por la memoria de mi padre, quiero que el entierro sea algo muy íntimo y familiar, dennos la privacidad que merecemos, ya hemos sufrido demasiado con enterarnos que asesinaron a mi padre —declaró Aurora Altamira.

Esas fueron las declaraciones de la señora Aurora Altamira, los mantendremos informados sobre los avances en este horrible caso de asesinato, Mallory Jones para Rosefield News, volvemos al estudio.

***

Louis.

Esas últimas semanas habían sido desconcertantes.

Primero pasó lo de mi padre antes ir a Rosefield, luego estaba el asunto de mi abuelo —que literalmente hizo explotar mi cabeza—, pero hice centré todos mis esfuerzos en aparentar estar bien por mi madre.

No podía permitir que me viera triste.

No después de ver a su padre volarse la cabeza enfrente de nosotros y de ella, luego de haberlo abandonado y cortado relaciones con él durante trece años para posteriormente enterarse que en realidad no se disparó a sí mismo sino que alguien más lo había hecho.

¿Estaría premeditado?

Me refiero a si el abuelo sabía lo que pasaría: el punto estaba en que después nos enteramos de que el abuelo no se suicidó, alguien lo mató y eso es lo que no me cabía en la cabeza, no lograba entenderlo.

Estaba en la sala de espera de la estación de policía junto con mis primos y una chica que al parecer era hija de la viuda de mi abuelo; mis padres, la viuda y el abogado del abuelo se encontraban hablando con los policías y el detective con respecto a lo sucedido la noche anterior.

¿Cómo no fue suicidio?

¿Cómo alguien más pudo disparar y pasar desapercibido?

Era increíble la verdad.

Estaba sentado con Matthew a mi derecha y Sabrina a mi izquierda mientras esperaba a mi madre para irnos de la comisaría. Twenty One Pilots sonaban en mis audífonos a la par que revisaba mi celular y mis primos charlaban entre sí —a excepción de Verónica, quien estaba sentada aparte revisando su teléfono—.

—Ahí viene mamá —informó Courtney, quitándome el audífono izquierdo.

Mi atmósfera de tranquilidad fue interrumpida.

— ¿Qué está pasando? —Preguntó Sabrina, levantándose de su sitio—. ¿Por qué se han llevado a mi abuelo de vuelta a la morgue?

—Al parecer la revólver que tenía su abuelo si estaba cargado, pero le faltaba una bala antes de ser disparado —explicó mi madre.

— ¿Qué quiere decir eso? —preguntó Verónica, uniéndose a la conversación.

—Que alguien quería asegurarse de que tu abuelo muriera, porque la carga que se gastó fue la que estaba vacía —explicó mi mamá.

— ¿Está diciendo que...? —murmuró Matthew.

—Sí, sobrino —interrumpió mi madre—. A su abuelo lo asesinaron.

Verónica se fue hacia atrás y Joey la sentó en mi silla.

— ¿Cómo alguien podría ser capaz de hacerle esto a mi abuelo? —preguntó Verónica con un hilo de voz. Lágrimas comenzaban a correr por su rostro.

Lucía completamente atemorizada.

—Sobrina, tu abuelo... —murmuró mi madre, haciendo una breve pausa—. Era una persona con muchísimo poder, tenía muchas empresas a su nombre, muchas propiedades. Cualquiera pudo hacerle esto.

—Pero encontrarán al responsable, ¿No? —cuestionó Verónica.

—Haremos lo posible por encontrar a quien lo hizo —dijo mi madre, secando las lágrimas de Verónica con un pañuelo.

—Señorita Altamira —dijo el detective Campbell—. Necesitamos hablar con usted.

—Es una menor de edad —dijo mi madre—. ¿No debería de estar acompañada?

—Si así lo desea, son sólo preguntas de rutina —dijo el detective.

—Estamos en una comisaría, detective, es obvio que será una declaración —refutó mi madre.

—Está bien voy a responder lo que sea —dijo Verónica, asintiendo con la cabeza y levantándose de la silla—. Pero quiero que mi tía esté presente.

—Me parece perfecto —accedió el detective—. Vengan conmigo.

—Después de usted —dijo mi madre.

El detective Campbell se perdió por el pasillo de la comisaría, seguido de mi madre y Verónica. Nosotros —por nuestra parte—, nos quedamos sentados muy pensativos, porque así como iban a interrogar a Verónica lo mismo harían con nosotros.

— ¿Qué vamos a decir? —pregunté.

— ¿A qué viene la pregunta? —curioseó Joey.

—Anoche antes de que mi abuelo hiciera lo que hizo discutí con él en las escaleras —confesó Courtney.

— ¡¿Qué?! —gritó Sabrina.

— ¡Shhhh! —chistó Courtney—. Puedes llamar la atención de alguien.

— ¿Qué ocurrió exactamente? —preguntó Matthew.

Courtney comenzó a relatar aquella noche.

Luego de la discusión en la mesa y de que el abuelo se levantara, Court también lo hizo; le quitó una botella de Altamira's Champagne a uno de los meseros y comenzó a beber sin parar directo del pico: esos tragos, más los que ya tenía encima empezaron a surtir efecto.

Todo pasó en las escaleras principales: como la fiesta era en el patio no se permitía a los invitados deambular por la casa, por lo que esa área en particular estaba vacía.

Courtney, no puedo hablar ahora dijo Don Alberto, subiendo los escalones.

¡Escúchame abuelito! —Gritó Courtney—. ¡No te conviene que arme un escándalo con lo que diré! —ella sostenía la botella de Altamira's Champagne en su mano derecha, y apenas podía sostenerse en pie.

— ¡Baja la voz! —gritó Alberto, bajando los escalones que había subido—. ¿Tu madre no te enseñó a comportarte?

—Escúchame muy bien, viejo —le dijo, apuntándole con su dedo índice en el pecho repetidas veces—. Sé muy bien por qué nos fuimos de aquí hace trece años, y créeme que a tu princesita no le gustará para nada.

—A ver, niña estúpida —dijo Alberto, bajándole la mano con la que lo estaba apuntando—. A mí no me amenaces.

—No es necesario que lo haga, Alberto —dijo, señalándole de nuevo—. Estás viejo, acabado, y eres un maldito cobarde, por eso nos fuimos —agregó, empujándolo.

Alberto le abofeteó fuerte su mejilla derecha—. ¡Tu madre tiene que enseñarte a respetar! —exclamó enfadado.

— ¡Hey! —Grité, entrando en el área—. ¡¿Qué está pasando aquí?!

—Hermano, él me pegó —dijo Courtney con voz quebrada y llorando.

—Controla a la alcohólica de tu hermana.

Un ruido sonó en el piso superior que se suponía que estaba vacío—, por lo que todos miramos hacia arriba, logrando divisar una sombra. Alberto comenzó a subir nuevamente los escalones.

—No voy a tolerar esas conductas bajo mi techo —aclaró Alberto.

— ¡Tranquilo! —Gritó Courtney— ¡Mañana mismo me voy de tu choza, cobarde! —Ella le lanzó la botella que estaba sujetando, estrellándose pocos metros detrás de él contra la pared—. ¡Ojalá se hubiera quebrado en tu cabeza!

Los ojos de Alberto estallaron en llamas—. ¡Malditos mimados! —espetó, y continuó subiendo las escaleras.

— ¡¿Y tú qué?! —grité a un mesero que estaba parado en una esquina observándonos—. ¡Limpia eso y te callas! —le ordené, metiendo un billete de 100$ en su bolsillo.

—Y eso pasó —terminó de relatar Courtney.

— ¿Vieron a alguien en el primer piso? —preguntó Sabrina.

—No, oímos un ruido y vimos su sombra —aclaré.

— ¿Si el mesero que los vio habla con la policía? —cuestionó Joey.

—Ustedes quedarían como principales sospechosos —dijo Matthew.

—Y eso no puede ocurrir —dijo Courtney—. Yo no lo hice, pero tenemos a V detrás de nosotros, y no sabemos de lo que es capaz.

—Un momento —dijo Sabrina—. ¿Dijiste que escucharon un ruido y vieron una sombra?

—Sí —asintió Courtney.

— ¿Y el abuelo subió las escaleras normal en vez de aterrado? —preguntó Sabrina.

— ¿En dónde estabas cuando conté la historia?

—Sólo digo que si el abuelo subió tranquilo eso quiere decir que V lo conocía —insinuó Sabrina.

—Claro, por eso el abuelo subió relajado —concordó Matthew—. Pero ¿V era un conocido de mi abuelo o también lo amenazaba?

—Y si también lo amenazaba, eso quiere decir que... —murmuré.

—Eso quiere decir que V estuvo en ese balcón también —interrumpió Matthew—. Y que mató al abuelo.

Court, ¿Por qué nos fuimos hace trece años de la villa? —preguntó Joey.

—Esa es una conversación para después —dijo Courtney—. Concentrémonos en qué vamos a decir.

— ¿Tú agarraste la botella delante de todos, no? —preguntó Sabrina.

—Pues sí, estaba en el patio aún, y había un montón de gente ahí —respondió Courtney.

—Diremos que yo estaba buscándote y que te encontré vomitando en el baño —dijo Sabrina—. Por lo que fui a buscar a Louis, que estaba con Matthew y Joey, los tres vinieron detrás de mí y estábamos contigo mientras vomitabas.

— ¿Cinco personas en un baño porque una estaba vomitando? —cuestionó Joey

—Claro —dijo Sabrina—. Si decimos que estaban los dos solos será como si se estuvieran cubriendo entre ellos.

—Sí, porque cinco personas en un baño no parece encubrimiento —dijo Matthew sarcásticamente.

—No hay testigos que digan lo contrario, estábamos en uno de los baños dentro de la villa, y nadie podía pasar —puntualizó Sabrina.

—Ahí te equivocas —dije—. ¿Qué hay del mesero que limpió el desastre de la botella rota?

—Pues... —dijo Sabrina, quedando pensativa unos instantes—. Court venía de su habitación, se tropezó y quebró la botella, le dio cien dólares al chico para que limpiara y callara, no quería que su madre se enterara que estaba ebria.

— ¿Y si llaman a los meseros a declarar? —Preguntó Matthew—. De igual manera todos somos sospechosos, ¿No?

—Encontraremos a ese mesero antes que la policía —dije.

— ¿Lo haremos? —cuestionó Courtney frunciendo el ceño.

—Tenemos que, es el único que puede tumbar nuestra historia —dijo Joey.

—Y si Courtney cae, todos caemos —aclaró Sabrina.

— ¿Matthew Altamira? —llamó una oficial de cabello castaño con ondas rebeldes.

—Soy yo —respondió Matthew, levantándose de la silla.

—Venga conmigo —ordenó la oficial.

Matt —lo agarré del brazo, él se volteó hacía mí. Asentimos con nuestras miradas—. Tu teléfono.

Verónica venía de regreso y se sentó a mí lado izquierdo.

— ¿Pueden creer que me estaban tratando de asesina? A esos idiotas les falta un cerebro. ¡Por Dios! Era mi papá —se quejó Verónica.

Todos guardamos silencio y compartimos miradas llenas de culpa; Verónica —por su parte—, se desconectó del mundo metiéndose en su celular, mientras nosotros sólo pensábamos en lo que nos costaría si esa mentira se descubriera.

***

Siete y cuarto de la noche marcaba el reloj: Matthew, Joey, Sabrina, Courtney y yo estábamos sentados en los bancos altos de la encimera de mármol de la cocina exterior —que quedaba junto al comedor techado del patio—, mientras que nuestros padres seguían en la comisaría con la policía.

Fue un día largo y no era el único que estaba agotado después de todo lo acontecido.

Y como si ya mis preocupaciones no fueran suficientes, ahora teníamos que encontrar a un mesero que ni idea de cómo se llamaba siquiera; sumado a eso, lidiar con un cargo de conciencia por la mentira que dijimos a la policía.

¿Qué pasaría si nos descubrían la mentira?

Como dijo Sabrina, si Courtney caía no lo haría sola, todos nos metimos en eso, todos decidimos mentir.

¿Por qué no dijimos la verdad y ya?

Tal vez Courtney fuera la principal sospechosa, pero...

¿Realmente no lo había hecho?

Después de todo ni siquiera yo sabía dónde estaba cuando mi abuelo nos dio el discurso de suicidio y alguien le disparó en la cabeza. Estaba empezando a ver conexiones donde claramente no las había.

¿De dónde Court pudo sacar un arma?

No sabía por qué estaba dudando de su inocencia.

— ¿Le diremos a Verónica? —preguntó Matthew, sacándome de mis pensamientos.

— ¿Decirle qué? —preguntó Courtney.

—Sobre tu discusión con el abuelo —respondió Matthew.

— ¡No! —Gritó Courtney—. Ni lo pienses, sólo empeoraría las cosas con ella. Además, también tendríamos que darle muchas explicaciones acerca de lo que pasó el día en que nos fuimos hace trece años.

— ¿Qué pasó el día que nos fuimos? —preguntó Joey nuevamente.

—Ya dije que no quiero hablar de eso ahora —espetó Courtney—. Concentrémonos en cómo encontrar una lista de los empleados que trabajaron en la fiesta.

—La prometida de mi abuelo es su secretaria, ¿No? —inquirió Sabrina.

—Sí pero, ¿Qué tiene que ver ella con esto? —dijo Joey.

—Que si es la secretaria, quiere decir que ella se encargó de contratar al personal de la fiesta —sugirió Sabrina.

—Es secretaria, no asistente —aclaré, dándole una calada al cigarro que tenía entre mis dedos.

—Sí era su fiesta de compromiso, ¿Por qué no trabajar en ella para que fuera perfecta? —dijo Sabrina

—A ver Sabrina, la perra estaba igual de sorprendida por la propuesta que Verónica —dijo Courtney—. Sólo trabajó en el pito del abuelo, no en la fiesta.

— ¡No seas asquerosa! —exclamó Sabrina, haciendo un gesto de desagrado.

—Y tú no seas Santa Sabrina —dijo Courtney—. Es obvio que le gustaban sus millones, no su miembro.

—No sé si le gustaban los millones o el miembro de mi abuelo —dijo Joey, bebiendo un trago de su petaca—. De lo único que estoy seguro es que tengo hambre, voy a buscar algo de comer en esta cocina.

—Yo también tengo hambre, pero las trabajadoras de la casa aún no vuelven de la comisaría — dijo Matthew.

—Si dejaremos la comida en manos de Joey comeremos a la brasa —bromeó Sabrina—. Y sinceramente no tengo ánimos de cocinar.

— ¿Por qué no mejor pedimos una Pizza? —sugirió Courtney.

— ¿Una pizza para seis personas? —Cuestionó Verónica, entrando al lugar—. No he comido nada en todo el día y mi estómago no para de sonar.

— ¿Dónde están tu novio y tu séquito? —preguntó Courtney.

—Se acaban de ir —informó Verónica—. Yo quiero una margarita familiar, llamen a Lazzaro's que son las mejores de aquí.

—Ya los llamo —dijo Matthew.

Él caminó hacia la piscina y se acostó en una de las sillas reclinables junto a ella.

— ¿Hablaremos sobre el asunto de V o haremos como que no existe? —preguntó Sabrina.

— ¡Ho-ly-shit! —Espetó Verónica—. ¿En serio haremos caso a esos mensajes? Es claro que es alguien molestándonos.

—Es lógico que te quieran molestar a ti —dijo Courtney—. Estamos en Rosefield, aquí nadie nos conoce. Además, si así nos recibiste no me imagino como eres con los demás. Todos deben odiarte.

—A ver, perra seca —dijo Verónica—. Tengo un montón de amigos aquí.

—Claro, por eso el cementerio estaba abarrotado de amigos tuyos. Bueno, si tienen de 30 en adelante —dijo Courtney sarcásticamente.

—Escúchame —dijo Verónica.

—Tus únicos "amigos" son los 3 chicos que estuvieron anoche en la fiesta y hoy en el funeral, junto a tu novio —interrumpió Courtney—. Lo único que sabemos es que a alguien se le está yendo la mano con esta "broma", que según tú nos están haciendo. Así que te callas y nos soportas, y créeme que soportarnos será fácil, el trabajo difícil lo tenemos nosotros soportando tus malcriadeces.

— ¡Ya! —Grité, apagando el cigarro una vez que me lo terminé y botando la colilla—. Parecen dos niñas discutiendo.

—Louis tiene razón —dijo Joey—. Peleándonos no descubriremos quién nos envió esos mensajes.

—Además, esto es más serio de lo que parece —dijo Sabrina—. Porque V puede ser el culpable o cómplice del asesinato del abuelo.

— ¿De qué hablan? —cuestionó Verónica, frunciendo el ceño.

—Lo que pasa es que Courtney vio... —dijo Joey.

—Yo pienso que V tuvo que ver con la muerte del abuelo —interrumpió Courtney.

— ¿Por qué lo piensas? —preguntó Verónica.

—Vamos, él, ella, eso o lo que sea —dijo Courtney, buscando su celular en el bolsillo de su pantalón—. Nos mensajeó "Todo comenzó con Alberto y terminará con la vida de ustedes, malditos mimados" —leyó de su celular.

—Ajá, ¿Y?

— ¡Pfff! —bufó Courtney—. Yo pensaba que Dios no castiga dos veces, pero aparte de rubia, tonta. "Todo comenzó con Alberto" —releyó— ¡ES OBVIO QUE SABE QUÉ PASÓ!

— ¡No me grites que te entiendo hablando! —Exclamó Verónica.

— ¡Courtney cálmate! —Ordenó Joey—. No vaya a ser que te mueras tú también.

Verónica se cruzó de brazos mirándolo disgustada, por lo que Sabrina le dio un leve golpe en la cabeza a su hermano, por lo que este se quejó instantáneamente.

—Definitivamente primero haces el daño y después piensas —reprendió a su mellizo.

— ¿Piensa? —Cuestionó Verónica, frunciendo el ceño—. ¿Estás segura de que no tiene a dos cucarachas jugando póker en su cerebro?

Apreté los labios en un intento por contener la risa ante el comentario inapropiado que acababa de decir Joey, al igual que lo que dijo Verónica ante su clara imprudencia. Respiré hondo para poder articular palabras.

—El punto es que V mató o encubrió la muerte de mi abuelo —dije finalmente.

— ¿Pero mi abuelo lo conocía? —preguntó Verónica.

—O recibía amenazas de su parte —insinuó Sabrina—. Eso es lo que tenemos que averiguar.

— ¿Y cómo haremos eso? —preguntó Joey, sobándose aún el área que había golpeado su hermana.

—Empecemos con una lista de los invitados y de los trabajadores de la fiesta —sugerí.

—Aquí había un montón de gente que no conozco —dijo Verónica—. Además, con suerte me sé alguno de los nombres de los invitados, imagínense de alguien que trabajó aquí nada más esa noche. Me parece imposible.

—Bueno... —murmuró Sabrina—. Estaba pensando en que tal vez Maddison tenía una lista de las personas que trabajaron aquí, después de todo era la secretaria del abuelo, ¿No?

—Sea lo que fuera de mi papá no me importa —dijo Verónica—. Y conmigo no cuentan, yo no le hablaré a esa perra.

— ¡Vamos Verónica! —insistí—. Ella haría lo que fuera por estar bien contigo, después de todo eras la única que vivía con el abuelo.

— ¿Y eso a mí qué? —Dijo Verónica—. Si tanto quieren saber hablen ustedes con ella, a mí no me van a pegar las pulgas.

— ¿Puedes dejar de ser tan egoísta? —pedí.

— ¡Ay ya! —Espetó Verónica—. No entiendo por qué se preocupan tanto por V, es una persona inofensiva de seguro, ¡Es una bro-ma! Además, ustedes de seguro se irán mañana después de la lectura del testamento, porque han venido aquí es por el dinero que mi abuelo tenía, muertos de hambre.

—Muertos de hambre estábamos todos —dijo Matthew entrando con las seis cajas de pizza apiladas una sobre la otra, y una bolsa con una Coca-Cola de dos litros en su otra mano—. Pero ya ese problema está resuelto —añadió, colocando cuidadosamente las cajas en la encimera de mármol.

—Subamos a nuestra habitación —dijo Sabrina, todos agarramos una caja y la seguimos—. Verónica, eres bienvenida si quieres comer con nosotros y seguir hablando de esto.

—Claro que soy bienvenida —dijo Verónica—. Sería el colmo que no me dejaran entrar a una habitación en MI casa.

Anyway —dijo Courtney—. Haz lo que te dé la gana.

Verónica fue tras nosotros, pero al subir las escaleras se dirigió a su habitación, se introdujo en ella y cerró la puerta.

***

Verónica

¿Qué se creían ellos?

No los soportaba.

No aguantaba que estuvieran un segundo más dentro de la villa.

Decidí darme un baño de burbujas para drenar todas las malas energías acumuladas en mi cuerpo gracias a lo sucedido esos días, por lo que prendí varias velas también y un incienso de lavanda para ambientar el lugar. Mientras la tina se llenaba bajé a la bodega de vinos de la villa que estaba en una de las habitaciones del sótano: agarré una botella y le sacudí un poco el polvo y al leer que contenía vino blanco me la llevé.

Fui a la cocina en busqué una copa y finalmente me dirigí a mi habitación. De vuelta en ella, sincronicé mi iPhone con mi HomePod plateado y reproduje el álbum de Ariana Grande, Thank u next. Cerré la llave de la tina y me despoje de mi ropa.

Serví una copa de vino, me introduje en la tina, bebí un sorbo y me relajé un poco. Me recosté de la tina y cerré mis ojos por unos instantes debido a que llegó una notificación en mi celular, por lo que sequé mi mano derecha y lo agarré, encontrándome con un Whatsapp de Patrick.

Amor, Nolan tuvo una recaída, me quedaré en su casa hoy. Hablamos mañana en el insti.

Era tan típico que Nolan recayera en las drogas que si empezara a contar las veces que lo hizo no terminaría en un mes.

Está bien amor. Cuídate, dulces sueños

Salí de la aplicación y me llegó un mensaje, por lo que me metí en mi bandeja de entrada para leer el texto que me acababa de llegar.

De: Blocked ID
Ay cariño, a veces puedes ser tan ingenua, tal vez no tengas la talla, pero sí los cuernos de una vaca🐮.
XOXO
V.

¿Quién carajos era V y por qué se metía en mi relación con Patrick?

Sí, estaba un poco distante aquellos días pero no sospechaba nada. Apenas el día anterior me dijo te amo y nunca antes lo había hecho.

¿Lo hizo para que dejara de insistir en que fuera a la fiesta?

¡Genial! Lo que faltaba.

Nueva inseguridad desbloqueada

***

Desperté después de una larga noche que parecía no acabar.

Eran las seis y media de la mañana: mis clases ese día comenzaban a las ocho de la mañana, por lo que me levanté de mi cama y me estiré un poco para comenzar la rutina matutina de arreglarme, y una vez completada bajé a la cocina en busca de mi desayuno, el cual pedí que me lo guardaran para llevar.

Recogí el envase del sándwich, la botella del jugo y los metí en mi bolso de mano —el que llevaba aparte de mi mochila—. Al pasar por el espejo de la sala, verifiqué que mi maquillaje se encontrara en orden, mi diadema de perlas estuviera derecha, que aún tuviera los dos pendientes de perlas a juego con mi collar de Tiffany's y me dirigí al garaje, en busca del sobrino de Erick.

— ¿Cómo es que te llamas tú? —pregunté.

—Ethan, señorita.

— ¿Tú me llevarás hoy al instituto?

—Por supuesto, ¿Ya está lista?

— ¿Qué no es obvio? —cuestioné, frunciendo el ceño.

—Sólo me aseguraba —aclaró, mientras caminaba a la puerta trasera izquierda—. Súbase señorita.

Me subí en el asiento de atrás de la Tundra, y mientras él daba la vuelta al puesto del piloto se me ocurrió algo.

— ¿Me puedes llevar en el Audi del abuelo?

—No tengo autorización para eso —respondió.

—Yo te estoy autorizando —aclaré.

—Pero mi tío...

—Pero mi familia es la que te paga, es más —interrumpí, bajándome del auto—. Estás trabajando para mí ahora así que nos vamos en el Audi y es la última palabra —me quedé de pie junto a la puerta de copiloto del Audi.

— ¿Es en serio? —cuestionó, frunciendo el ceño.

— ¡Hello! —Exclamé— ¿Te parece que es un chiste?

—Déjeme buscar las llaves.

Ethan buscó las llaves en el gabinete, quitó la alarma y el seguro, abrió la puerta y se metió en el auto, cerrándolo una que vez estuvo dentro.

Di tres leves golpes en la ventana del copiloto y él la bajó—. ¿La puerta se abre sola? —cuestioné, siendo un poco chocante.

Ethan bajó del auto y dio la vuelta por el frente del mismo, me abrió la puerta de copiloto—. Adelante, señorita.

— ¡Wow! —exclamé—. ¿Crees que no puedo abrir una puerta por mi cuenta? —añadí, subiéndome en el carro y cerrando la puerta. Ethan se quedó extrañado afuera del auto; bajé el vidrio—. ¿No te piensas montar o estás esperando que te abra la puerta? Su majestad.

Ethan volvió a dar la vuelta hasta la puerta del piloto, luego se subió, encendió el motor y emprendimos nuestro viaje.

— ¡Vaya! —exclamó.

— ¿Qué? —pregunté.

—Aparte de boxeadora, comediante —bromeó—. Esa sí que no me la esperaba.

— ¿Es de familia eso? —cuestioné.

— ¿A qué te refieres con eso? —preguntó confundido.

—Ser tan entrometido —dije.

Ethan dibujó una sonrisa en sus labios: tenía esos tiernos hoyuelos en las mejillas y una sonrisa realmente encantadora, sus labios eran carnoso y rosados, su dentadura blanca y perfecta; sus ojos color avellana y su cabello negro rebelde.

Antes no lo había detallado bien —pues las únicas dos ocasiones que compartimos palabras fue durante mi pelea con Courtney y cuando mi abuelo, bueno... ya saben lo que pasó—, pero era realmente atractivo.

—Entonces... —murmuré para hacer conversación.

—Entonces... —murmuró de vuelta.

— ¿Eres sobrino de Erick? —curiosee.

—Sí —asintió con la cabeza—. Es hermano de mi madre.

— ¿Cuántos años tienes?

—Veinte.

— ¿Estás estudiando o algo? —pregunté.

—Estaba —respondió.

— ¿Por qué no seguiste? —curiosee—. No me digas que no te gusta.

—Dejé los estudios porque mi madre enfermó.

— ¿Qué tiene tu madre?

—Recién le detectaron cáncer —dijo—. Estoy trabajando para pagarle los estudios, tratamientos, medicinas... Todo lo que necesite.

— ¿Qué hay de tu padre?

—Está comprando café... Desde hace 13 años.

¡Wow! —exclamé asombrada—. Mis padres murieron en un accidente hace trece años.

—Sí, pero al menos tú sabes que tus padres ya no están —dijo—. Yo no sé si mi padre está vivo, muerto, en este país o hundido en las drogas.

—Yo...

—Tranquila —me interrumpió—. Desde que papá se fue mi tío siempre nos ha ayudado a mi madre y a mí en todo, con mis estudios, los trabajos de mi madre... En fin, siempre estuvo ahí, es como un segundo padre para mí.

—Sí, Erick es bueno —dije—. Ha escuchado mis dramas desde pequeña, me aconseja, hablaba con mi abuelo para mis permisos...

— ¿El tío Erick hacía eso por ti? —preguntó, arrugando su frente.

—Eso y más —aclaré—. Es un ángel caído del cielo.

— ¿Yo? —preguntó con tono burlón.

—Pues a ti de seguro te dolió cuando caíste del cielo —noté que Ethan se sonrojó y continué—. Porque pareces una mierda de pájaro.

— ¡Pff! —resopló y estalló en risas—. Te descubrí una nueva personalidad.

— ¿Me has estado observando? —pregunté.

—Si lo hiciera no lo notarías, princesa —dijo frenando el auto y acercándose lentamente hacia mí. Sus ojos conectaron con los míos, bajando su mirada lentamente hacia mis labios, liberando un profundo suspiro—. Ya llegamos —anunció, estirando su mano hasta la puerta y sacándole el seguro—. Ya está abierta.

Miré por las ventanas del auto, dándome cuenta que ya estábamos en el West Coast. Dirigí nuevamente mi mirada hacia Ethan —quien ya se había enderezado—, y lamí mi labio inferior.

—Sa-salgo a las do-doce —balbuceé nerviosa.

Él se quedó con las manos en el volante mirando hacia el frente, luego volteó a verme extrañado—. ¿Qué estás esperando?

— ¿No vas a abrirme la puerta? —pregunté.

—La feminista de hace 10 minutos dijo que podía hacerlo por su cuenta —recalcó en tono burlón.

Reí sarcásticamente—. Nos vemos, looser —agregué, bajándome del auto.

—Hasta luego, princesa.

Otra vez en el instituto.

Al entrar en los pasillos del West Coast era muy notable que todas las miradas apuntaban en mi dirección: pues era la nieta del tipo que se dio un tiro delante de todos en una fiesta, pero que no se suicidó sino que alguien más lo mató.

¡Yeah, so complicated!

Caminé hasta mi casillero y lo abrí, metí mi bolso de mano donde estaba mi desayuno, agarré el libro de matemáticas, cerré el casillero y me llevé un susto

— ¡Patrick! —Grité—. ¡Me vas a dar un infarto!

Patrick me besó—. ¿Cómo amaneciste?

—Estoy bien —afirmé lo mejor que pude, intentando que no se preocupara—. Ya sabes, acostumbrándome un poco al hecho de que mi abuelo no esté.

—Yo pensé que no vendrías por esta semana

—No es lo que mi abuelo hubiera querido, estoy aquí porque sé que él desea que esté aquí, continuando con mi vida.

—Cualquier cosa que necesitas sabes que cuentas conmigo amor, y con los chicos.

—Lo sé, últimamente estás muy ausente —señalé—. ¿Podrías venir a la villa para almorzar hoy? Necesito apoyo, hoy van a leer el testamento del abuelo.

—Sí, cuando salga de clases te busco para irnos en mi auto —dijo.

—Perfecto, ¿Nos vemos para desayunar?

—Te veo en la cafetería —me besó nuevamente, siendo interrumpidos por el timbre—. Tengo examen de química, me tengo que ir.

—Suerte, te amo.

—Lo dijiste —dijo, quedando perplejo.

—Pues... Es lo que siento —dije, esbozando una pequeña sonrisa.

Los ojos de Patrick se llenaron de estrellas y sus labios dibujaron una sonrisa muy tierna.

¿Qué era ese sentimiento de culpa que invadió mi cuerpo?

Las cosas con Patrick habían estado tan frías en esos días que realmente me sentía en un sube y baja de emociones con respecto a lo que sentía por él. Y Ethan... Sí, era lindo, pero era mi chófer. Ad emás, apenas habíamos hablado un par de veces...

¿En serio estaba dudando de mi relación con Patrick por algo tan bobo que sucedió en el auto?

Sólo estaba quitando el seguro a mi puerta, pero... Él podía hacerlo desde su puerta, o desde las llaves del auto.

¿Estaba imaginándome cosas donde no las había?

Fui sacada de mis pensamientos por la vibración de mi teléfono en mi bolsillo derecho, por lo que lo saqué.

¡Genial! Un mensaje nuevo.

Y tenía la ligera sospecha de saber quién era.

De: Blocked ID
¡Cuidado! A veces involucrar sentimientos puede jugar en tu contra. Si no me crees, pregúntale a la tumba de tu madre👻.
XOXO
V.

***

Lamento que las demás me tengan tanta envidia, pero no puedo evitar ser popular —dijo Gretchen en el televisor.

Era una tarde muy nublada en Rosefield: me encontraba acostada en mi cama viendo Mean Girls con Patrick a mi lado. Mi cabeza reposaba en su pecho y mi mano izquierda sobre su abdomen, lo que hacía que escuchara su ritmo cardiaco a la vez que su respiración moviera algunas hebras de mi cabello; Gretchen se tiró entre la multitud de chicas y ellas se apartaron, lo que ocasionó que cayera sobre su amiga Karen. Patrick y yo reímos.

— ¿La estás pasando bien? —pregunté, alzando mi mirada para verlo a los ojos a la par que llevaba un puñado de palomitas a mi boca.

— ¿Tú lo haces? —cuestionó, a lo que respondí con una leve asentida de cabeza mientras masticaba.

Él removió algunas hebras de cabello que se cruzaban por mi frente y depositó un beso en ella, por lo que esbocé una sonrisa tierna al tragar las palomitas.

—Vas a estar bien —aseguró, devolviéndome la sonrisa y llevando su mirada a mis labios.

Patrick me dio un beso corto para luego darme otro lento y largo: me senté en sus piernas y él se enderezó mientras seguíamos besándonos, llevando sus cálidas manos por debajo de mi blusa blanca e intentando subirla.

—Lo siento —dije, deteniendo su acción mientras me despegaba un poco de él—. No estoy de ánimos ahora.

—Pero mira como me tienes —dijo, haciendo referencia a lo dura que estaba su entrepierna debajo de la mía.

Patrick volvió a besarme y a meter su mano derecha debajo de mi blusa para llevarla a mi pecho, mientras que aferraba la otra a mis caderas haciendo que me moviera un poco sobre él —acciones a la que de a poco fui resistiéndome—.

—Amor, te dije que no estoy de humor —dije, despegándome momentáneamente de él.

—No querrás desperdiciar una, ¿O sí? —cuestionó, volviéndome a besar.

El ambiente pasó de ser romántico a incómodo, cosa que antes no había pasado entre nosotros dado a que él nunca había sido tan insistente con respecto al sexo.

— ¡Te he dicho que pares! —espeté, poniendo mis manos sobre su pecho para separarme de él.

— ¿Verónica? —llamó a la puerta una voz femenina.

Seguido a esto alguien tocó la puerta, lo que ayudó a que finalmente saliera de la situación en la que mi novio me estaba poniendo. Me bajé de Patrick y acomodé un poco mi aspecto para abrirle a quien con tanta insistencia tocaba la puerta: se trataba de la tía Oriana.

— ¿Todo en orden? —preguntó al verme, pasando sus ojos de mí a Patrick.

Volteé a verlo y miré nuevamente a mi tía—. ¿Por qué no iba a estarlo? —cuestioné, fingiendo una sonrisa.

—Bueno, te venía a avisar que ya el abogado de tu abuelo y Maddison están aquí, sólo faltas tú en la sala de proyecciones para leer el testamento.

—Perfecto, bajaré enseguida.

—Te esperamos entonces —dijo mi tía, alejándose del lugar, por lo que cerré la puerta a mis espaldas y me dispuse a ponerme unas zapatillas.

Un par de minutos más tarde salí de mi habitación junto con Patrick, dirigiéndonos ambos al salón de proyecciones que estaba en uno de los cuartos del sótano: al entrar había una silla vacía que estaba justo en el medio —frente a la gran pantalla—. La mesa era amplia y en forma de U: a mi derecha estaban sentados mis primos y a mi izquierda Maddison y mis tíos.

— ¡Buenas tardes, señorita Verónica! —me saludó Evan, el abogado de mi abuelo.

—Evan, déjate de formalidades que eres como de la familia —dije.

Patrick aclaró su garganta en un intento por llamar mi atención, por lo que —al lograrlo—, se lo presenté a mis familiares antes de sentarnos.

—Buenas tardes, disculpen la demora —dijo Erick, entrando a la sala y sentándose junto a mi tío Xavier.

Evan se levantó y se puso en el centro de la gran pantalla con un control remoto en la mano.

—Bueno, como sabrán estamos aquí para la lectura de la última voluntad de su padre, abuelo, prometido y jefe, Don Alberto Altamira. Él me pidió personalmente hacer que el testamento fuera audiovisual, por lo que hoy lo veremos nuevamente gesticulando palabras. A continuación, les mostraré el vídeo con la última voluntad del señor Altamira. ¿Están preparados?

—Reprodúcelo —ordené—. Terminemos con esto de una vez.

***

GLOSARIO.

Twenty one pilots: es un dúo musical estadounidense de Columbus, Ohio. La banda se formó en 2009 por el vocalista Tyler Joseph junto con Nick Thomas y Chris Salih, quienes se fueron en 2011.

iPod: es un dispositivo portátil multipropósito diseñado y comercializado por Apple Inc. con una interfaz de usuario basada en pantalla táctil.

Anyway: de todas formas.

iPhone: es una línea de de alta gama diseñada y comercializada por . Ejecuta el móvil , conocido hasta mediados de 2010 como "iPhone OS".

HomePod: es una bocina revolucionaria de alta fidelidad que se adapta a cualquier lugar.

Ariana Grande: cantante, compositora, actriz, productora musical y diseñadora de modas estadounidense.​ Comenzó su carrera en 2008 en el musical Trece de Broadway, antes de interpretar el papel de Cat Valentine en la serie de televisión Victorious de Nickelodeon y en la secuela, Sam & Cat.

Tiffany's: es una empresa estadounidense de joyería y orfebrería fundada por Charles Lewis Tiffany y Teddy Young en la Ciudad de Nueva York en 1837 como Stationery and Fancy Goods Emporium.

Hello: Hola

Looser: Perdedor

¡Yeah, so complicated!: Sí, tan complicado

Mean Girls: Película de comedia del 2004, protagonizada por Lindsay Lohan y Rachel McAdams

Gretchen: Personaje ficticio perteneciente a la película Mean Girls.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro