V. La mañana después.
—Estamos aquí en la Villa Altamira, donde hace unos instantes Don Alberto Altamira, dueño de Altamira's Group se quitó la vida con un arma de fuego, luego de haber dicho unas palabras hacia los invitados y familiares desde el balcón de su habitación, se disparó en la parte derecha de la cabeza cayendo desde la altura hasta el patio. Esta tragedia cometida delante de sus familiares, amigos y algunos miembros de la empresa; condolencias para la familia Altamira Sanders y paz para el alma de Don Alberto, fuerte pilar para nuestra sociedad, Mallory Jones para Rosefield News.
***
Joey.
Verónica —quien estaba sentada sobre sus pantorrillas con la cabeza del abuelo en sus muslos—, se encontraba en estado de shock: ella peinaba al abuelo con sus manos llenas de sangre. Sus amigos estaban sentados a sus costados consolándola, mientras a su vez intentaban sacarla de esa horrible escena.
—Señorita, levántese por favor —pidió uno de los trabajadores de la casa, en un vago intento por levantarla.
Verónica sólo apartó su mano del hombro y continuó acariciando la cabeza del abuelo. Los amigos de Verónica le hicieron una seña para que se marchara y él lo hizo.
—No puedo creer que mi abuelo haya hecho esto —dije entre lágrimas mi madre.
Sabrina y yo llorábamos desconsoladamente, mientras que su madre trataba de mantener la compostura, cosa que no evitaba que algunas lágrimas se le escaparan.
—Es increíble que el abuelo nos hiciera esto —dijo mi melliza entre lágrimas.
—Verónica, ¿Puedo hacerte compañía? —pidió Maddison llorando—. Después de todo era mi prometido.
Verónica continuó mirando al vacío sin responder, como si no estuviese presente en el entonces, por lo que sus amigos le pidieron espacio a Maddison.
Ella se alejó.
A lo lejos un chico muy bien parecido iba corriendo hacia Verónica, agachándose y abrazándola por la espalda una vez que estuvo junto a ella.
—Vine apenas vi las noticias amor lo lamento tanto. Debí haber estado aquí.
¿Amor? Era obvio que debía de ser el novio de Verónica.
— ¡Oh por dios! —repetía Courtney una y otra vez, llorando.
—Todo fue por nuestra culpa —dijo Louis sollozando.
—No es culpa de nadie, mis niños —dijo la tía Aurora—. Su abuelo estaba fuera de sus casillas.
—No puedo creer que el abuelo se sintiera tan solo —dijo Matthew, llorando en el pecho de su padre—. Nosotros causamos esto.
—No digas eso, él tomó su decisión —dijo el tío Xavier pasando su mano por la espalda de su hijo.
Luego de un rato llegaron los camilleros de la morgue junto con la policía: se acercaron a Verónica —aún en estado de shock—, para levantarla y la sentaron junto a la ambulancia para limpiarla un poco. Sus brazos y vestido estaban llenos de sangre.
Después de todo tenía la cabeza del abuelo en sus piernas.
A su lado izquierdo estaba su mejor amiga acariciándole el cabello; a su derecha estaba su novio, sosteniendo su mano mientras la acariciaba, diciéndole repetidamente que todo estaría bien y sus otros amigos le buscaban agua. La policía se encargó de despejar el lugar, mientras interrogaban a algunos de los invitados y despachaban a otros.
Nunca imaginé que una visita a casa de mi abuelo —donde viví un corto tiempo de bebé y no recordaba nada—, pasaría de ser alegre a una escena de un crimen... De un horrible crimen.
***
Eran las 3:30 de la mañana: los policías habían echado a la prensa de la casa, los meseros estaban recogiendo las mesas, y el frío de la madrugada envolvió la villa.
Ya la ambulancia y las patrullas se habían marchado: hablaron sólo con los trabajadores de la villa y con nuestros padres. Nosotros —a excepción de Verónica—, estábamos sentados en la sala viéndonos las caras, intentando asimilar todo lo que acabábamos de vivir.
Hacía un rato desde que Verónica se había ido a su habitación junto con su mejor amiga, quien la ayudó a cambiarse de ropa y la metió a bañar —pues, a pesar de que tenía a mi abuelo sobre su vestido, sus manos y su cara estaban manchadas con sangre—, y su otro par de amigos.
— ¿Es normal que no sienta nada? —Preguntó Matthew—. O sea, no digo que no me duela, porque si me dolió un poco el hecho de que se suicidara frente a nosotros, es muy creepy la idea, pero tengo...
— ¿Sentimientos encontrados? —interrumpió Courtney, frunciendo sus cejas.
—Exacto, justo eso —él asintió con la cabeza—. Al menos ustedes deben de tener algún recuerdo de cuando vivían aquí con mi abuelo, pero yo no recuerdo nada.
—Es comprensible, sólo eras un bebé cuando vivíamos aquí —dijo Sabrina.
—Tengo recuerdos muy vagos de cuando vivíamos aquí, pero nada como la noche del accidente —dije, bebiendo un sorbo del vodka que contenía en mi petaca mientras recibía una mirada juzgona de Courtney—. ¿Qué? Es para pasar el mal trago.
Ella blanqueó sus ojos.
—Esa noche... —murmuró Sabrina, retomando el tema de la tía Venecia—. Fue increíble. Recuerdo cómo mi abuelo enloqueció preguntándonos a todos si no sabíamos dónde estaba la tía Venecia.
—Quería escapar de Alberto y su fortuna —dijo Courtney, dio un resoplo y continuó—. Sí que estaba loca: toda una vida resuelta y por una mala decisión cambió su futuro y el de su hija. Súper heavy.
— ¿Y las discusiones? —preguntó Louis.
— ¿Discusiones? —cuestionó Courtney confundida.
—Entre la tía Venecia contra básicamente todos —respondió Louis, jugando con la mecha de su encendedor.
—Recuerdo lo rebelde que era —dijo Sabrina—. A pesar de ser la mayor, siempre tenía actitud de niña rica consentida.
—Era una caprichosa malcriada —dijo Courtney—. No me sorprende que Verónica se haya vuelto así.
—Siempre iba en contra del abuelo, chocaban mucho sus personalidades —añadió Louis.
—En contra de todos, hermano —corrigió Courtney—. Su problema con el alcohol la hacía discutir con todo lo que se moviera.
—Lo que recuerdo vivamente es las cantidades enfermas de dinero del que hablaba, no entiendo porque nos fuimos de aquí —dijo Louis.
—Espero que nos deje una cantidad igual de enferma —dijo Courtney.
—Es increíble —dijo Verónica, entrando al lugar.
El aire de la sala cambió, haciendo que reinara un silencio incómodo. Los chicos y yo compartimos mirada de pena.
¿Cuánto de lo que hablamos había escuchado?
A nadie le gusta que hablen mal de su madre, y menos si está muerta. Por mi parte, los nervios se apoderaron de mí —a pesar de que yo no había dicho nada despectivo con respecto al abuelo o a la tía Venecia—, pues Verónica no había pronunciado palabra por horas.
No después de ver la horrible escena con el abuelo.
Y sí: era de esperarse que saliera del shock en el que estaba algún día, sólo no esperaba que fuera tan pronto. Verónica fue una bomba de tiempo, iba a reventar en cualquier momento —en ese por ejemplo—.
— ¿Cómo pueden hablar así de la persona que era su abuelo? —dio un suspiro y volvió a hablar—. ¡Son unos malditos interesados!
—Primita relájate, vas a quedar afónica —dijo Courtney con un tono chocante—. Además, no tienes de qué preocuparte, estuviste trabajando esa herencia trece años continuos, tenemos suerte si nos deja un caramelo al menos.
— ¡Courtney! —gritó Louis molesto, apretando su encendedor en su puño derecho.
— ¡Cállate! —gritó Verónica molesta—. ¡Eres una arrastrada! —caminó unos pocos pasos siendo frenada por sus amigos.
— ¿Arrastrada yo? ¡Ja! —rio Courtney de forma chocante.
— ¡Al igual que todos viniste por el maldito dinero!
— ¿Un dinero que no nos corresponde? —Difirió Courtney—. A ver Princess, ¿En qué planeta vives? Aterriza, para nadie es un secreto que toda la sucia fortuna está a tu nombre. Es lógico. ¿Por qué nos dejaría algo a nosotros que no tenemos absolutamente nada que ver con él? Con suerte su sangre corre por nuestras venas, pero hasta ahí.
— ¡Cállate! —Gritó Verónica, al mismo tiempo que nuestros padres entraban a la sala—. ¡Todos ustedes son unos malditos interesados!
— ¡Ay, ya! —Dijo Courtney con fastidio—. ¿No te cansas de hacer el ridículo? Empezaste en la cena y ya ves cómo terminó, ni siquiera el abuelo te soportó, creo que estaba decepcionado tanto de ti como de nosotros, ¿Es por eso que hizo lo que hizo?
— ¡Ya basta! —Gritó la tía Aurora entrando al lugar—. ¡Courtney subes ya a tu cuarto y no sales!
Louis guardó su encendedor apenas notó la presencia de su madre.
— ¡¿Su cuarto?! —Gritó Verónica—. ¡Ustedes no tienen nada aquí!
—Verónica —dijo Emma—. Ya está. Déjalo así, vámonos a tu cuarto, necesitas descansar.
Verónica suspiró varias veces—. Está bien, vayámonos a mi habitación.
Tan pronto Verónica y sus amigos abandonaron la sala, recibimos un gran sermón por parte de nuestros padres para luego irnos a acostar.
***
Unos minutos después Louis, Matthew y yo irrumpimos en la habitación en la que se quedarían las chicas. Acomodamos un montón de almohadas y cojines en el suelo y tratamos de dormir, hasta que el ruido de nuestros celulares nos interrumpió. Maldije para mis adentros mientras busqué mi celular: había sido un día realmente agotador y lo único que quería era dormir. Encendí la pantalla de mi teléfono una vez que lo tuve en mis manos, leyendo lo que se anunciaba en ella.
NUEVO MENSAJE.
BLOCKED ID.
Fruncí el ceño como señal de mi clara confusión mientras desbloqueaba mi celular y me metía en la bandeja de entrada para leer el texto que acababa de llegar.
—"Todo comenzó con Alberto..." —leyó Sabrina en voz alta, confundida.
—"Y terminará con la vida de ustedes..." —interrumpió Courtney.
—"Malditos mimados..." —continué.
—"XOXO..." —interrumpió Louis.
—"V..." —terminó Matthew de leer el mensaje confundido—. ¿erónica?
Los cinco que estábamos en la habitación compartimos miradas confusas, viéndonos las caras gracias al brillo de las pantallas de nuestros teléfonos.
¿Cómo era posible que nos hubiera llegado exactamente el mismo mensaje?
—Quien quiera que sea tiene el número privado y sinceramente no me interesa —dijo Courtney, bloqueando su celular y colocándolo a un lado.
—Mañana será un día duro y debemos apoyar a nuestros padres —dije, imitando la acción de Courtney.
—Hablaremos de este mensaje con Verónica en privado —sentenció Louis.
Todos —al igual que yo—, se volvieron a acostar, pero yo no podía conciliar el sueño después de aquel extraño mensaje que habíamos recibido en conjunto. ¿A qué se refería con que terminaría con la vida de nosotros?
¿Quién era V y por qué nos había mandado aquél mensaje?
***
Sabrina.
No dormimos nada.
Para comenzar, fue una pésima idea dormir en el suelo: el montón de almohadas sólo sirvió para que no nos doliera tanto la espalda, pero sería la última vez que dormía con los chicos.
Al menos así.
Me levanté dándome cuenta de que era la única que estaba en la habitación, por lo que busqué mi bolso donde empaqué mis cosas personales y saqué mi cepillo de dientes, para posteriormente lavarlos, limpiarme la cara, darme una ducha y bajar a desayunar.
Salí de mi habitación con la toalla en mi hombro izquierdo y mi cepillo de dientes en mi mano derecha; caminé escasos metros hasta el baño y me introduje en él. Abrí el agua fría y caliente de la ducha para que se fuera entibiando, mientras que lavaba mi rostro y cepillaba mis dientes para posteriormente meterme a bañar.
Salí de la ducha y me di cuenta de que había dejado todo en mi habitación: mi ropa íntima, mi bata de baño... No tuve más remedio que secarme con la toalla, rodear mi cuerpo con ella y correr hasta la habitación. Cerré la puerta a mis espaldas —al igual que mis ojos—, una vez que estuve en ella, acompañado de un sonoro suspiro mientras rogaba que los trabajadores de la villa no me hayan visto correteando en toalla. Al abrir nuevamente mis ojos noté algo extraño en el espejo de la habitación, por lo que me acerqué y leí un mensaje escrito con labial en él.
Pobre Sabrinita Ballenita, el negro no esconderá sus lonjas redonditas
XOXO
—V.
¿Quién era V?
Juré que si era una broma de Verónica le iba a dar una cachetada tan fuerte que el cuello daría interminables vueltas; busqué mi celular, le saqué una fotografía y limpie el espejo; me apliqué un poco de maquillaje para luego vestirme. Miré en el espejo cómo se me veía el pantalón negro con la blusa blanca, subí el cierre de mis botines de gamuza negros Jimmy Choo Mavin 85 y bajé al comedor de la villa, donde estaban mis tíos y primos —exceptuando a Verónica y sus amigos—.
—Buenos días —dije, sintiendo malas miradas dirigidas hacia mí.
¿Cómo pude decir buenos días después de lo que pasó la noche anterior?
Nada más a mí se me ocurría.
Caminé cabizbaja al puesto junto a Courtney y me senté para servirme el desayuno.
—Buen provecho —dijo Louis.
—Gracias —respondí con amabilidad—. ¿Alguna señal de Verónica?
—Creo que está desayunando en su cueva, junto con sus mascotas —dijo Courtney, refiriéndose a que estaba en su habitación con sus amigos.
— ¿Han hablado con ella? —preguntó Matthew.
—Eso le pregunto yo a ustedes, recién me levanto —dije, dándole un sorbo a mi café—. De hecho, tenemos que hablar con ella hoy, esta bromita está un poco pesada, vean lo que me escribió en el espejo.
Desbloqueé mi celular para mostrarles la foto que le tomé al mensaje que V —o más bien Verónica—, me había dejado en el espejo.
—Definitivamente está loca —dijo Courtney—. Espero irnos después del entierro, o mañana al menos porque imagínense: primero Alberto se vuela la cabeza, luego Psicorónica nos manda estos patéticos mensajes, si nos quedamos más tiempo saldremos de atar de esta villa.
— ¿De atar? —cuestionó Joey, vertiendo un poco del licor de su petaca en su jugo de naranja.
—Locos, Joey —dijo Courtney, haciendo énfasis en lo obvio—. Deberías de hacerte un favor a ti mismo y dejar el alcohol. Te está quemando las neuronas, querido.
Joey rio hipócritamente ante el comentario de Courtney; el tío Xavier encendió el televisor y colocó el canal de noticias, esto con la esperanza de que la prensa no haya dicho nada acerca de lo ocurrido la noche anterior durante la cena de etiqueta —cosa que era inevitable porque mi abuelo era muy conocido—.
—Las tragedias llegan a Rosefield, ha pasado un mes desde el increíble incendio del Rosefield Sanatorium y aún no encuentran al responsable; hasta ahora todo indica que se trata de una fuga de gas. Aunque ya se ha dado por sentado que las personas que estaban dentro de esta institución de salud mental están muertas en su totalidad, no se descarta la idea de que un paciente haya escapado —explicó el reportero.
—En otras noticias, anoche el pueblo de Rosefield se vistió de luto, pues en horas de la madrugada, Don Alberto Altamira, dueño de Altamira's Group se quitó la vida con un arma de fuego en lo que sería su cena de compromiso: luego de haber dicho unas palabras hacia los invitados y familiares desde el balcón de su habitación, se disparó en la parte derecha de la cabeza cayendo desde la altura hasta el patio, esta tragedia cometida delante de sus familiares, amigos y algunos miembros de la empresa, y hoy sus familiares y amigos le darán un último adiós, pues sus restos serán enterrados en el cementerio local a las tres de la tarde, nuestras condolencias para la familia Altamira Sanders. Y para Don Alberto, paz a su alma —informó la reportera.
Una foto de la familia completa la noche anterior —tomada en el área fotográfica—, fue colocada en el noticiero.
—Haremos una breve pausa y enseguida volvemos con más de Rosefield News —dijo el reportero y posteriormente pusieron comerciales.
Mi tío Xavier puso el televisor en silencio y agarró su celular para llamar a alguien en altavoz, mi madre y mi tía Aurora se acercaron al celular.
—Buenos días, morgue de Rosefield, ¿En qué puedo ayudarle? —dijo alguien al otro lado del teléfono.
—Buenos días, habla Xavier Altamira, estoy llamando para saber si ya los servicios funerarios fueron a buscar a Alberto Altamira.
—Lo siento, no puedo darle esa información. Sólo familiares del difunto.
—Es su hijo el que está hablando.
— ¿Podía decirme su nombre? —Pidió la grave voz al otro lado del teléfono—. Es para ver si está de acuerdo con los documentos.
—Aurora Altamira —dijo mi tía acercándose al teléfono—. Los forenses hablaron conmigo anoche.
—Señora Altamira, le informo que su familiar sigue en nuestras instalaciones.
— ¿Por qué? —Preguntó mi madre—. Si anoche los forenses nos dijeron que lo iban a entregar hace media hora a los servicios funerarios.
—Al parecer la autopsia se demoró un poco más de lo acostumbrado, y algunos análisis aún no están listos.
— ¡¿Por qué están haciendo una autopsia que no pedimos?! —Gritó el tío Xavier alterado, dándole un golpe a la mesa—. ¡¿Nos dirán lo que cenó?! ¡Mi padre se dio un tiro delante de nosotros! —mi madre y mi tía lo tomaron de los brazos y lo sentaron nuevamente, pidiéndole que se calmara.
—Señor cálmese por favor, aquí dice que la autopsia la pidió la misma señora que habló con los forenses, Aurora Altamira.
Mi tío Xavier miró con desaprobación a la tía Aurora—. Tal vez fue un error, yo no pedí nada —aclaró.
— ¿Cómo te llamas? —preguntó mi tío Xavier.
—Elliot, señor —respondió la voz.
—Escúchame Elliot: tienes 10 minutos para llamar a los servicios funerarios y que ellos vayan a buscar a mi padre, eso si quieres seguir trabajando en algún sitio —amenazó el tío Xavier.
—Pero señor, yo no he tenido la culpa.
— ¡Pero nada! —Gritó mi tío, golpeando nuevamente la mesa—. ¡Tienes diez minutos! —colgó el teléfono y se retiró de la mesa.
— ¿Por qué pediste una autopsia? —Preguntó mi madre a mi tía Aurora—. ¿No te bastó con ver lo que pasó?
—Yo no pedí nada, no entiendo qué pasó —aclaró nuevamente—. No sé qué habrá pasado —ambas se retiraron del comedor.
Verónica entró al comedor, mirando a su alrededor en busca de alguien.
— ¿Han visto a Emma? —preguntó.
—No, pero contigo queríamos hablar —dijo Courtney, desbloqueando su celular—. Explícanos estas amenazas.
—Regalo de bienvenida... —murmuró Verónica.
—Y me recibiste a golpes —recordó Courtney.
Verónica blanqueó sus ojos y continuó leyendo la pantalla, frunciendo el ceño—Todo comenzó con Alberto y terminará con la vida de ustedes, malditos mimados —leyó confundida en voz alta—. XOXO... ¿V?
—Sí, V-erónica —dijo Courtney.
— ¿Estás mal de la cabeza? —Preguntó Verónica—. ¿Qué gano yo con enviarte esto? Además, a esa hora ya me había quedado dormida de tanto llorar. Ni siquiera tengo sus números telefónicos de todos modos.
—Primero, enviarnos, porque no fue sólo a mí, también a Joey, Matt, Sabri y Louis —aclaró Courtney—. Y segundo, esto que escribiste en el espejo de nuestra habitación —añadió, mostrándole la foto que le tomé al espejo antes de limpiarlo a Verónica.
Verónica —al ver la foto—, se le escapó una pequeña risa—. Bueno, quienquiera que sea V tiene razón, eso no oculta tus lonjas.
Crucé mis brazos sobre mi estómago.
¿Realmente me veía gorda con lo que tenía puesto?
— ¿Sabes qué es lo más chistoso? Sólo tú le dices Sabrinita Ballenita —dijo Louis con ironía—. Así que déjanos en paz.
—Repito, ¿Qué gano yo con esos mensajes? —Recalcó Verónica—. Además, yo también recibí varios ayer desde la mañana, y el último lo recibí en la fiesta —añadió, mostrándole la pantalla de su celular a Courtney.
—Bueno, zorra sí eres —dijo Courtney, leyendo el teléfono de Verónica—. Vida perfecta no tienes, diste mil escándalos anoche y algo sobre tu novio infiel.
—Mi novio no es infiel —repuso Verónica, quitándole el celular a Courtney y cruzándose de brazos.
—Claro, a nosotros nos amenaza con golpes, muerte y a ti te llama por lo que eres, te dice todas tus verdades y algo estúpido sobre tu novio. Súper creíble.
—No seguiré gastando energía, nos vemos. Perdedores —dijo Verónica y salió del comedor.
—Entonces... —murmuró Matthew—. ¿Le creemos?
—Su mensaje es tan falso como sus cejas —dijo Courtney—. Es obvio que la perra se lo envió a sí misma para que no sospechemos de ella.
***
—Estamos aquí reunidos para darle un último adiós al popularmente conocido como Don Alberto Altamira —dijo el sacerdote.
En un pueblo pequeño como Rosefield los funerales y los entierros son el mismo día, por lo que los funerales se hacen en la catedral y luego se sepultan en el cementerio local, el cual era un tanto sombrío —después de todo era un cementerio—, más sin embargo tenía algunos atractivos, como su grama verde y perfectamente recortada.
Había un montón de gente en el funeral del abuelo, amigos, conocidos y personas de la industria como periodistas, por lo que también estaba la policía para mantener a la prensa en la raya y que nada fuera de lo normal sucediera. Después de todo mi abuelo era muy querido en Rosefield, al igual que a nivel nacional.
¡Vamos! era el dueño de una empresa muy poderosa.
—Sí hay alguien que quiera decir algunas palabras de despedida, este es el momento indicado —dijo el padre.
Verónica —acompañada de sus amigos—, empezó a caminar en dirección a él.
—Ahí va Mad-rónica con su séquito de imbéciles —susurró Courtney en mi oído.
La golpeé con mi codo derecho, bajé mi rostro logrando que mi sombrero lo cubriera y reí un poco.
—No diré buenos días porque no lo son. Anoche ocurrió algo muy trágico y es por eso que hoy estamos aquí —hizo una pausa y continuó—. Es increíble. Nunca creí que mi papá era capaz de hacerme algo así. Y sí, dije papá, eso era lo que era para mí. Para nadie es un secreto que perdí a mis padres hace trece años, momento en el cual mi abuelo decidió hacerse cargo de mí. Asumió un rol que no le correspondía, vio por mí, me cuidó durante mis enfermedades, estuvo conmigo cuando mis padres murieron, y no huyó como lo hicieron otras personas —hizo énfasis en lo último.
Era obvio que se refería a nosotros.
—Supéralo de una vez, Drama Queen —susurró Courtney.
— ¡Shhh! —chisté—. No me dejas escuchar.
—Ayudó con mis tareas, a formarme; me enseñó a ser la mujer que soy hoy en día. Aún no lo acepto, y jamás lo haré. Me rehúso a que se haya salido de mi vida de forma tan abrupta, pero no lo quiero recordar así. Lo recordaré como el hombre bueno, bondadoso, bufón y alegre que era. Como Alberto Altamira nunca habrá otra persona, era simplemente irremplazable. Él me hacía reír cuando quería llorar, él cumplía mis caprichos, él siempre estaba ahí, aconsejándome, cuidándome, protegiéndome, trabajando duro en sus múltiples proyectos para beneficio mutuo, luchando porque pueda tener un buen futuro, aunque no imagino mi futuro sin él a mí lado — Verónica se quebró en llanto. Sus amigos la consolaron y la llevaron a la silla donde estaba antes.
—Gracias por tus bellas palabras Verónica —dijo la tía Aurora—. Quiero agradecerte por cuidar a papá en nuestra ausencia. Y quiero agregar... — añadió.
—Detengan todo —interrumpió un hombre con traje, enseñando su placa—. Soy el oficial Guy Campbell, detective local.
— ¿Todo en orden? —preguntó mi madre.
—No pueden enterrar ese cuerpo, es material de una investigación.
— ¿Investigación de qué? —preguntó Verónica.
—Homicidio, señorita Altamira.
— ¿Homicidio? —Preguntó la tía Aurora—. Mi padre no podría matar a nadie.
—Su padre no, pero alguien a él sí —aclaró el detective.
— ¿Qué está tratando de decir? —cuestionó el tío Xavier.
—A su familiar lo asesinaron —aclaró el detective—. No puedo continuar dándole detalles, necesito que todos hagan espacio para que mis paramédicos puedan hacer su trabajo.
—No pueden llevárselo sin una orden —dijo el abogado del abuelo.
—Aquí está su orden —dijo el detective, entregando un documento al abogado.
—Pueden proceder —indicó el abogado a los paramédicos.
Mi celular —al igual que el de Courtney, Matthew, Louis y Joey sonaron—, por lo que inmediatamente deduje de qué se podría tratar. Saqué el teléfono de bolsillo de mi pantalón y encendí su pantalla, leyendo lo que se anunciaba en ella.
NUEVO MENSAJE.
BLOCKED ID.
— ¿Es de V? —preguntó Joey.
—Sí —respondió Matthew.
—"Espero que sepan jugar..." — leyó Courtney.
—"Pero cuidado con equivocarse..." — continué, interrumpiéndola.
—"Porque no seré amable con las consecuencias..." —leyó Louis, interrumpiéndome.
—"Respiren mientras puedan, malditos mimados..." —leyó Verónica, incorporándose en nuestro círculo.
—"XOXO" —leyó Matthew.
—"V" —leímos todos en coro.
Mi estómago dio un vuelco y comencé a sentir náuseas. Todos vimos a nuestro alrededor, en busca de algo o alguien sospechoso, encontrándonos con que desde un auto nos estaba viendo una persona.
Parecía una chica.
Llevaba un sombrero negro y un velo del mismo color, que le tapaba todo su rostro, pero antes de que pudiéramos acercarnos, subió el vidrio y el auto se fue.
***
GLOSARIO
Heavy: intenso.
Princess: princesa.
Jimmy Choo: es un diseñador de moda malayo, establecido en Londres, conocido principalmente por sus zapatos de mujer hechos a mano, es el diseñador en jefe de la casa de modas Jimmy Choo Ltd.
Mavin 85: modelo de zapatos.
Drama queen: reina del drama.
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