III. la entreVista.
Verónica.
¿En qué momento se habían hecho las 2 de la tarde?
Debía ir a mi casa, después de todo no había hablado con Don Alberto —sí, seguía enfadada por lo de esa mañana—, al igual que ignoré sus llamadas y mensajes. Mi almuerzo con los chicos y ese rato que estuvimos de compras fue muy agradable, pues me hizo olvidar toda mi mañana de mierda —al igual que por poco olvidé que los oportunistas muertos de hambre estaban invadiendo mi espacio—.
Mi casa.
Tenía unos minutos rondando sola por el centro comercial, pues mis amigos ya se habían ido —no sin antes invitarlos a la cena de esa noche—. Llamé a Erick con anterioridad para que fuera a buscarme por lo que ya había llegado por mí.
Salí hacia el estacionamiento del centro comercial donde ya se encontraba Erick esperando por mí y me dispuse a montarme en la camioneta para emprender el camino hasta la casa, el cual no fue tan largo como esperaba.
— ¡Verónica! —Exclamó Oriana, con un tono exagerado de emoción al verme—. ¡Al fin has llegado!
Inspeccioné el aspecto de todos los presentes en el comedor techado junto a la piscina.
— ¡Pero mira lo grande que estás! —dijo Aurora, haciendo énfasis a lo obvio.
— ¿En serio? —Dije con chocancia—. No nos veíamos desde hace, no sé, ¿Trece años ya?
— ¡Estás muy linda! —Dijo Xavier—. Me recuerdas a Venecia cuando tenía tu edad.
— ¡Tienes razón! — Concordó Aurora—. Eres como una réplica exacta de tu madre —añadió, moviendo sus manos hacia mis mejillas, acción que detuve inmediatamente.
Alberto me miró con desaprobación, reprendiéndome mentalmente por mi conducta con respecto a mis tíos.
—Sí, ya había escuchado acerca de mi madre antes —dije con frialdad—. Además, hay miles de fotos en los álbumes familiares, es algo irrelevante.
Una vez más mi abuelo me lanzó una de sus miradas. Di un profundo suspiro, seguido de mis últimas palabras dirigidas hasta esos momentos hacia mis tíos.
— ¿Y los chicos? —iba a decir "abominaciones" pero no tenía cabeza para lidiar con lo que podía pasar.
—Están en la piscina —señaló Xavier.
Miré por sobre mi hombro y fingí una sonrisa; caminé hasta la piscina donde se encontraban 3 chicos adentro y una chica tomando sol en las sillas reclinables junto a ella.
— ¡Verónica! —exclamó uno de los chicos saliendo de la piscina.
Caminó hacia mí con intenciones de abrazarme, cosa que interrumpí dando un paso hacia atrás y posicionando mi mano en su pecho.
— ¿Y tú eres? —pregunté, mirándolo de arriba a abajo.
—Louis.
—Floor Louis —lo llamé por el apodo que le asigne—. ¿Sigues viviendo en el piso?
— ¿Uhm? —hizo, mirándome confundido.
—Recuerdo que siempre te caías, básicamente no salías del suelo.
—No recuerdas mi rostro pero sí mis fallas —dijo con aspereza.
— ¿Qué hay de ti? Blue Whale —dije mirando a la chica.
— ¿Sabes quién soy? —preguntó confundida.
—Claro, Sabrinita Ballenita, aún puedo ver la celulitis y las estrías en tus piernas —dije, mirándola de arriba a abajo—. Y no creas que esa patética camisa tapa tus rollitos, sólo los hace más notables —Sabrina se sentó y se cubrió el abdomen por encima de su camisa con los brazos—. ¡No te preocupes! Para eso tienes a un tío cirujano, aunque si te va a corregir imperfecciones —tensé mi mandíbula, mirándola de forma despectiva—. Cuidado, porque tal vez no quede nada de ti cuando suceda.
— ¿Escupes tu veneno porque temes ahogarte con él? —dijo un chico idéntico a Sabrina, por lo que deduje que se trataba de Joey.
— ¿Qué tiene para decirme Green Joey? ¿Los mocos siguen siendo tu comida favorita?
—Ya no tenemos cuatro años, Verónica —dijo Joey molesto.
— ¿Y qué hay de ti? Baby Matt —dije, fijando mi mirada en Matthew—. Has crecido, la última vez que te vi apenas podías caminar.
—Han pasado trece años desde entonces ya tengo quince.
—Aquí están cuatro, ¿Dónde está la perra seca de Courtney? —pregunté caminando entre ellos con dirección a la casa.
Louis y Sabrina se recostaron nuevamente a tomar el sol, Matthew se sentó en la orilla de la piscina con los pies dentro de ella y Joey se lanzó de clavado.
—De hecho ella está en... —respondió Sabrina.
— ¡No me digas! —la interrumpí—. No vino, una oportunista muerta de hambre menos.
— ¿Cómo nos dijiste? —preguntó Sabrina con un tono de voz fuerte.
—Lo que escuchaste, blue whale.
Caminé nuevamente hasta la casa para dirigirme a mi habitación, no sin antes buscar un vaso de jugo de naranja en la cocina. Había un montón de gente esparcida por la casa decorándola para la gran cena de esa noche, por lo que me apresuré en llegar a mi cuarto.
Subí las escaleras rápidamente y caminé hacia mi habitación, cerrando a mis espaldas la puerta una vez que entré en ella. Escuché una voz femenina desconocida proveniente del vestidor, por lo que me quité los tacones, sujetando firme el derecho con ambas manos mientras caminaba en puntillas hasta el vestidor.
— ¡¿Quién mierda eres y qué haces en mi habitación?! —grité.
De un salto estaba en la puerta del vestidor, con mi pierna derecha delante y la izquierda atrás, mientras sujetaba temblorosa con la mano derecha el tacón negro, pues estaba nerviosa al no saber quién estaba ahí.
Fácilmente me disparaban y se marchaban.
— ¡Ve-Verónica! —balbuceó nerviosa una muchacha delgada y con un rostro familiar.
— ¡Ho-ly-shit! ¿Pero a quién tenemos aquí? Sí es la perra seca de Courtney —di un suspiro y grité—. ¡¿Qué haces con mis cosas puestas?!
— ¿A quién le dices perra seca?
— ¡Dame ese collar ahora mismo! —espeté al mismo tiempo.
— ¡Cálmate! —pidió—. Es un horrible collar pasado de época.
— ¡Vale más que todas tus cosas juntas! —grité.
—Por Dios, ambas sabemos que son diamantes falsos, como los que usaba la alcohólica de Venecia.
— ¡A mi madre no la nombres! —grité.
Realmente me había enfadado.
— ¡Por Dios! —Blanqueó sus ojos—. Para nadie es un secreto que Venecia era una borracha deprimida, tanto así que quiso acabar no sólo con su vida, arrastró a tu papá y por poco a ti también.
— ¡A mi mamá la respetas! —grité, dándole una fuerte bofetada.
— ¡No me vuelvas a tocar la cara, perra! —gritó, devolviéndome la bofetada.
— ¡Te equivocaste de persona! —le devolví una bofetada más fuerte, seguida de un empujón, sacándola del vestidor hacia la habitación.
Y fue así como Courtney y yo comenzamos a pelear.
Luego de unos instantes dándonos golpes como chicos ebrios Sabrina entró a la habitación, quien en un intento fallido por separarnos se paró en el pasillo y comenzó a pedir ayuda. Fue hasta después de un par de segundos que entró acompañada de un chico que tiró de mí por la cintura mientras Sabrina tiraba de Courtney de la misma manera.
— ¡¿Qué pasa aquí?! —gritó el muchacho alterado.
— ¡Verónica no soporta que su madre sea una alcohólica muerta! —gritó Courtney.
— ¡Dilo una vez más y te mato! —grité molesta.
Intenté zafarme del chico, y a pesar de ser muchos metros más alto que yo no impidió que por accidente le diera un codazo en el pecho, por lo que me solté por un segundo, ya que él me volvió a tomar de la cintura. Sabrina sacó a Courtney de mi habitación y cerró la puerta, dejándome a solas con el chico, quien me soltó al escuchar el cerrojo de la puerta.
— ¡¿Y tú quién coño eres?! —pregunté mientras me acomodaba un poco.
Al menos le había ganado a Courtney.
—Mucho gusto, me llamo Ethan —extendió su mano derecha delante de él—. ¿Y tú eres?
—Verónica —extendí mi mano derecha y estrechamos nuestras manos—. Soy la nieta de Altamira, dueño de la villa.
—Yo soy sobrino de Erick, tu chófer.
— ¿Y qué haces aquí?
—Pues tu abuelo...
—Me refiero a en mi habitación, salte —lo agarré por los brazos, lo giré y lo saqué de mi habitación, cerrando la puerta a sus espaldas.
— ¡Un placer! —gritó en tono burlón al otro lado de la puerta.
— ¡Espero que lo que acabas de presenciar quede entre los cuatro! —grité desde dentro de mi habitación.
***
Mi día no había sido el mejor.
Para comenzarlo con el pie izquierdo había discutido esa mañana con el abuelo, después tuve que escapar del director y el imbécil de Adam derramó café en mi uniforme y alguien se encargó de grabarme cuando le reclamé, haciendo que gracias a Anna todo el instituto —y algunos medios de comunicación—, tuvieran el vídeo; posteriormente tuve una pequeña e insignificante discusión con una chica durante las audiciones del equipo de animadoras del cual era capitana y por para cerrar mi tarde con broche de oro: la pelea con Courtney.
¡Vaya día de mierda el que estaba teniendo!
Y lo peor de todo es que parecía que nunca acabaría.
Todavía tenía que hacer un último sacrificio si quería sobrevivir completamente a ese día, pues debía tratar a mis familiares de la mejor manera delante las cámaras y el ojo público: sí, Don Alberto se había encargado de hacer toda una cena de gala.
¿Planeado de un día para otro? Claramente no.
Esto último lo confirmé mientras deambulaba por mi vestidor en bragas y sujetador a juego de encaje blanco, encontrándome con un nuevo forro de cuero negro en uno de los clósets de vestidos.
— ¿Y eso? —preguntó Emma, mirándome de reojo mientras se colocaba un vestido amarillo.
—No lo sé —dije confundida, frunciendo el ceño.
Estaba tan sumergida en mis pensamientos que fue hasta después de que abrí el forro que encontré una nota adhesiva rosa pegada en él, la cual agarré y leí enseguida.
"Un lindo vestido para una linda Princesa. No puedo cambiar tu estado de ánimo, pero sería magnífico verte luciéndolo esta noche. Te ama, tu abuelo".
Al ver la etiqueta del vestido con el nombre del diseñador lo entendí todo, teniendo un ligero recuerdo de hacía apenas un mes cuando fuimos a su atelier para que confeccionara el vestido que llevaría en mi fiesta de cumpleaños número dieciocho.
Por lo visto mi abuelo había mandado a confeccionar dos.
Analicé el vestido y me lo puse con delicadeza para no dañarlo, colocando una mano en mi pecho para presionarlo contra mí y que no se cayera mientras caminaba hasta el espejo del vestidor.
— ¿Me ayudas con el cierre? —pedí a Emma.
Vi a través del reflejo como Emma subía el cierre de mi espalda con delicadeza, apreciando mejor cada detalle del vestido: tenía miles de diamantes incrustados en el área del torso y en mi busto sobre una elegante transparencia color piel, su falda era larga y roja, la cual se ajustaba perfectamente a mi cuerpo y —gracias a su ausencia de mangas—, mis hombros estaban descubiertos.
— ¡Ho-ly-shit! —Gritó mi mejor amiga en mi oído, provocando que me exaltara—. ¡Vero te ves preciosa!
— ¿Tú crees? —Cuestioné sarcásticamente, admirando como el vestido se ajustó perfectamente a mi cuerpo—. A mí no me convence mucho, Em —agregué, mordiendo mi labio inferior en un intento por contener la risa.
— ¿Estás mal de la cabeza? —Cuestionó, golpeándome en el hombro.
Liberé un pequeño quejido y le devolví el golpe, dirigiéndome hacia los estantes de los zapatos, dando una vista rápida y fijando mi mirada en unos tacones plateados, por lo que los agarré y caminé hasta la silla victoriana del tocador para colocármelos.
— ¿Me veo bien? —pregunté, poniéndome de pie.
Emma siseó de forma coqueta—. Si así es el infierno, llévame diabla.
Reí un poco ante su comentario mientras veía a mi amiga terminándose de arreglar—. Tú también te ves preciosa Em —dije, apreciando como el vestido amarillo resaltaba su peculiar tonalidad de piel: el escote en frontal en V hacía notar un poco sus bustos, sin ser tan atrevido pero tampoco muy recatado, viéndose naturalmente elegante. Su piel —ni negra ni blanca, sino más bien como morena ruborizada—, lucía maravillosa también.
Agarré mi teléfono y grabé un vídeo corto en la conversación de Whatsapp con Patrick, enseñándole un poco de cómo me veía esa noche.
—Vestida para la ocasión pero con ganas de que seas tú quién me desvista esta noche. Lástima que no vendrás.
Tecleé y envié el mensaje junto con el vídeo, leyendo un poco de la conversación previa que habíamos tenido esa tarde.
— ¿Qué es mejor que acompañar a tu novia en una cena importante? Sabiendo que no soporto a mi familia, creí que no me dejarías sola en esto😔 —reclamé.
—Desde que el padre de Nolan lo abandonó cuando teníamos 10 años le prometí que cada vez que necesitara ayuda con algo no habría excusas, siempre lo ayudaría. Sabes que estamos en nuestro último lapso y él no va realmente bien, está en riesgo de repetir el año, y realmente quiero graduarme junto a mi mejor amigo😥 —explicó.
Ese lado sensible y humano de Patrick era muy admirable, pues nunca rompía una promesa.
—Patrick Andrew, ¿Realmente vas a dejar de apoyar a tu novia por una tonta promesa de niños?
—Sabes perfectamente que nunca rompo una. Si lo quieres tomar bien o mal realmente no me importa ya. Sólo quiero decirte que te amo y que trataré en lo posible de desocuparme temprano para poder verte amor. No te enfades por favor, sabes que soy así💖.
Después de ese último mensaje de su parte no le había respondido hasta mandarle el vídeo corto de cómo lucía esa noche.
—Te ves perfecta como siempre —respondió segundos después.
Sonreí tímidamente a la pantalla del celular.
—Creo que deberíamos de bajar antes de que los chicos se aburran —dije, dándole una última mirada a mi reflejo en el espejo.
—Dame diez segundos —pidió Emma—. Pero primero cierra los ojos —ordenó, y así lo hice.
Me quedé de pie frente al espejo con mis ojos cerrados, sintiendo un par de segundos después que algo rodeaba mi cuello, seguido de una pequeña presión en los lóbulos de mis orejas y por último algo en mi cabello.
—Ábrelos.
— ¿No te parece demasiado la tiara? —cuestioné, viendo los accesorios que mi mejor amiga me había colocado.
En mi cuello había un collar de diamante, el cual hacía juego con los aretes que colocó en mis orejas y la tiara que estaba en mi cabello.
—Tienes que demostrarles a tus familiares quien sigue siendo la reina de la villa, ¿Qué mejor que una tiara para dejarlo en claro?
***
Al pisar el patio de la villa —en donde se estaba llevando a cabo la celebración—, una mezcla de diversos perfumes se colaron en mis fosas nasales, acompañados con el suave aroma de la comida que llevaban los meseros y el suave sonido de la música clásica que había contratado mi abuelo.
Revisé mi celular nuevamente mientras me adentraba en el lugar, releyendo la conversación con Patrick dándome cuenta de que él había ignorado por completo mi insinuación y sólo respondió haciendo referencia a cómo me veía esa noche.
¿Había sido su respuesta al hecho de que había ignorado su "te amo"?
Era la primera vez que lo decía —o en ese caso, lo escribía—, y realmente no supe cómo reaccionar ante sus palabras. Para mí "te amo" eran palabras muy fuertes que no se le decían a cualquiera, más aún cuando se suponía que nuestra relación era sólo una fachada de negocios entre sus padres y mi abuelo.
Como dije antes sí estaba enamorada de él, pero no creía que él lo estuviera de mí, al menos hasta que leí ese mensaje en mi habitación antes de que llegara Emma —quien por cierto ya me había dejado sola—.
¿En qué momento se había perdido?
Me olvidé por un momento del mensaje de Patrick y llamé a Jayden por celular, quien tardó un poco en responder.
— ¿Dónde estás? —pregunté.
—No es un buen momento Ed —dijo un poco agitado.
— ¿Quién coño es Ed? —pregunté, frunciendo el ceño.
—Ed no puedo hablar ahora, adiós —dijo, colgando el teléfono.
Me quedé pensando unos segundos dado a que estaba confundida
¿Por qué Jayden estaba tan agitado?
O mejor aún.
¿Quién era Ed?
Dejando el tema de Jayden atrás, procedí a llamar a Michael a ver si tenía suerte con él.
— ¡Vero estás viva! —dijo en tono burlón, una vez que contestó—. Pensé que ya te habías fugado lejos de tu familia.
Reí sarcásticamente ante su comentario—. Deberías montar un stand up, ¿Dónde estás?
—En todas partes —dijo, colgando el teléfono—. Y en ninguna —susurró justo detrás de mi oído, cosa que me causó escalofríos.
— ¡Hey! —Exclamé, golpeándolo con mi codo en la costilla.
Michael reía sin parar.
— ¡No es gracioso! —reclamé, frunciendo el ceño.
— ¿Cómo que no lo fue? —dijo Emma riendo—. Debiste haber visto tu cara.
—Algo me decía que esto era muy elaborado para Mike.
— ¡Hey! —Se quejó Michael—. Tienes razón.
— ¿Esa no es...? —dijo Emma señalando delante de nosotros.
— ¡Ho-ly-shit! —interrumpí—. ¿Qué mierda hace Anna aquí? —dije caminando hacia ella, con los chicos siguiéndome.
— ¡Sonría aquí, Señorita Altamira! —pidieron varios reporteros a la vez, por lo que me detuve en seco.
Anna se encontraba en el área de photocall posando para los diversos medios de comunicación presentes en el evento, por lo que tuve que sonreír, dejarme llevar por los flashes de las cámaras y posar para diferentes cámaras a la vez.
— ¡Ho-ly-shit! —murmuró mi mejor amiga, posicionándose a mi derecha.
—Pero miren lo que trajo el río —murmuré en un tono bajo, para que sólo escucháramos Anna, Emma y yo—. La hora de las zorras es después de las doce.
—Eso te lo digo a ti, querida —respondió Anna en el mismo tono de voz que el mío, llevando su cabello hacia atrás con su mano derecha.
Michael se paró a la izquierda de Anna, dejándola en medio de él y yo: los cuatro estábamos posando para las cámaras como si nada estuviera ocurriendo.
— ¿Cómo te colaste? —pregunté—. Especifiqué que no dejarán pasar a las perras callejeras.
—Tu seguridad es tan deficiente como la salud de tu abuelo —respondió, esbozando una patética sonrisa burlona.
—Escúchame bien... —dije entre dientes mientras sonreía, con tono amenazante.
—No —interrumpió Anna— Escúchame tú a mí, ¿Realmente quieres armar un escándalo en la cena por la que tu abuelo tanto se ha esmerado?
—Ando tan de buenas que te daré a escoger, ¿Quieres irte o quieres que te saque? —la desafié.
— ¿Y quién me va a sacar? —preguntó, dando un paso delante de nosotros. Un flash se disparó y Anna volteó a mirarme de forma despectiva—. ¿Tú o una de tus mascotas? Bueno, al parecer ya no son tan fieles a su dueña, pues sólo están ahí parados viendo como tratas de sacarme de tu fiesta, sin decir palabra alguna. Claro, sin mencionar lo tensa que están las cosas entre tú y tu abuelo. De lo único que estoy segura es que no quieres hacer un escándalo, revuélcate querida, pero de aquí no me sacas —golpeó mi hombro derecho con su hombro izquierdo y desapareció entre la multitud.
Emma miró a Michel e hizo un gesto para que se acercara a mí, por lo que posamos los tres para las fotografías mientras yo fingía estar bien.
¡Mierda!
¿Cómo permití que una poco cosa como Anna me humillara en mi propia casa?
Y lo que lo hacía peor era que en algo tenía razón: no podía —o mejor dicho no quería—, dañar la cena por la que mi abuelo trabajó tanto. Al menos no enfrente de toda esa gente.
—Señorita Altamira —llamó una reportera, por lo que Emma me dio un pequeño golpe en mi hombro con el suyo.
Sin darme cuenta había fijado mi mirada en Anna, y no tenía precisamente una sonrisa en el rostro. Negué con la cabeza y volví a la realidad rápidamente.
— ¡Hola! —saludé de la forma más alegre a la reportera.
—Soy Mallory Jones para Rosefield News, ¿Tiene algo que comentar acerca del vídeo que está circulando en redes?
— ¿Cuál vídeo? —pregunté confundida, temiendo a que la respuesta que obtendría sería la que esperaba.
Mantuve una sonrisa forzada mientras la reportera buscaba en su celular, pues otras cámaras estaban apuntando hacia mí grabando o tomando fotografías. Segundos después el vídeo de esa mañana —aquél que se había regado en mi instituto gracias a Anna y había llegado a la prensa—, se estaba reproduciendo en la pantalla de su teléfono.
Mi estómago dio un vuelco y un nudo se formó en mi garganta, por lo que hice el mayor esfuerzo en mantener la sonrisa que tenía en mis labios.
—Lo siento, pero esta noche sólo quiero enfocarme en preguntas relacionadas a mi encuentro familiar —sentencié alejándome del lugar, siendo seguida por mis amigos mientras escuchaba mi nombre ser pronunciado por varios reporteros.
Escuché como mis amigos trataban de seguirme el paso mientras decían mi nombre una y otra vez, pues yo me había adelantado y dejado atrás. Segundos después me detuve en seco por lo que ellos me alcanzaron, parándose frente a mí.
—Gracias por el apoyo —dije sarcásticamente, mirando a Emma y a Michael—. ¿Un ratón les comió la lengua?
—Yo... —murmuró Emma.
—Ya pasó Em —interrumpí.
Me molestó un poco el hecho de que Emma y Michael se hayan quedado callados junto a mí cuando Anna dijo aquellas cosas, pero más me enfadaba el hecho de que ella estuviera rondando por mi casa, en mi cena, bajo mi techo.
Mi teléfono comenzó a vibrar en mi mano derecha anunciando que una nueva notificación había llegado a él.
NUEVO MENSAJE.
BLOCKED ID.
Leí en su pantalla, por lo que desbloqueé el celular y me metí en la bandeja de mensajes para leer el que acababa de llegar.
De: Blocked ID.
Pobre Verónica.
Parece que olvidaste que el que la hace, la paga.
¿Qué sería ser una posible celebridad sin algún que otro escándalo en su vida?
Pero créeme que este no será el primero, y mucho menos el de esta noche.
¡Espera por ello!
XOXO
—V.
***
GLOSARIO.
Floor: suelo.
Blue whale: ballena azul.
Green: verde.
Baby: bebé.
Whatsapp: aplicación de mensajería instantánea para teléfonos inteligentes, en la que se envían y reciben mensajes mediante Internet.
Photocall: Es el espacio privilegiado que ocupan celebridades, personajes reconocidos o simplemente gente famosa cuando llegan a un acto, antes de entrar al local del mismo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro