Verdades Reveladas
En el interior de la casa de Saria, se podía ver el como la reina Selene estaba con una expresión triste.
Había regresado de hablar con el brote del Árbol Deku. El pequeño ser le había comentado todo lo que sabía en relación a lo que le había pasado a Mari y...
Fue mucho que digerir para la reina. El saber el destino final de su amiga, la hizo sentir que no la honró como debió.
Aún herida, sabiendo que iba a morir, llegó hasta este lugar y pudo dejar a Link a salvo. Y siempre sintió que esa era la manera en la que Mari habría deseado irse.
A pesar de que recién tenía 18, Mari era fuerte y valiente. Amaba a Link, que priorizó su supervivencia a la suya misma. Lo que la hizo sonreír a pesar de la tristeza y el obvio dolor que sentía.
Y en honor a su amiga, debía de decirle a Link la verdad. Por más inútil que suene, merece saber quiénes eran sus padres. La clase de personas que eran, así como también lo que ellos lograron.
Por eso, cuando oyó que iban a la casa de la que ahora era el Sabio del Bosque, supo que era una oportunidad. Dado que esa Kokiri había cuidado a Link...
Una vez fue a verlo, se vio con la enorme sorpresa de que estaban viendo las cosas de bebé de Link. Algo penoso para el muchacho por lo que vio. Y no sólo ello, también estaba la tela que ella le había dado a Mari.
El día que ella se iba a esa aldea con León, le entrego una de las mantas que tenía. Originalmente había hecho varias para Zelda, pero una la dejó para Link. Como un pequeño regalo.
Mari se negó, decir que era mucho el solo recibir algo así de caro, porque la tela era la más fina que se pudo hallar.
Pero tanta fue su insistencia, que Mari aceptó el regalo. Diciendo que se lo pagaría luego con su propio regalo para Zelda.
Jamás pasó... esa fue la última vez que la vio en vida. Y aún le da dolor el recordarlo.
Pero al final, aquí aún estaba el recuerdo vivo de Mari con Leon.
Link miró a la reina, quien se dio el lujo de caminar a donde estaba Zelda, sentarse a su lado y tomar la tela con sus manos para poder verla fin sus propios ojos.
-... Esta tela era de las tantas que le hice a Zelda. Era una madre muy nerviosa, que exageré en varias cosas. Mari me decía que me relaje, pero ella era igual con Link. Lo protegía mucho...
Selene alzó la mirada y notó la mirada de todos.
-... Madre. Dices que...
-La tela se la di para que cubra a su hijo con ella. Hacia frío en esos días, más en la zona donde iban y eso podía ser malo para el bebé. Y... fue la última vez que la vi. A ella, su esposo y su hijo. Unos días después, hubo un ataque a ese pueblo.
-Lo recuerdo. – Shawn habló al saber de ese acontecimiento. – Fue un evento en donde uno de los pueblos que estaba surgiendo fueron atacados por los que quedaban de los enemigos que fueron derrotados en la Guerra Civil.
-De manera oficial, así es. Pero nunca supimos quienes generaron el ataque. Sólo que León defendió el pueblo con los soldados que tenía a su disposición. Siendo él una de las bajas... peleando hasta el final.
Selene alzó la mirada. Posó sus ojos en Link, quien estaba acercándose. El chico se sentó, esperando que ella siga con el relato.
-.... Puede que sea difícil de creer. Pero eres el vivo retrato de tu padre. Eres igual a Leon a esta edad, pero tienes la mirada alegre e inocente de Mari. Y la testarudez de los dos... es más, el nombre Link no es común en estos días. A tu padre se le ocurrió, porque pensaba que serías el lazo a algo más grande.
Selene quería reír. Leon no se había equivocado. Su hijo estaba siendo el nexo a algo grande. Muy grande. Se preguntaba que habrá pensado de ver a su hijo siendo el Héroe Elegido por las Diosas
Tal vez se habría sentido orgulloso. Mari habría estado con el corazón en la mano todo el rato.
Si, así habría sido. Y ella se hubiera reído.
-Esto es curioso. Antes de que ellos se fueran, Mari y yo presentamos a Link y Zelda cuando eran bebés. Link estaba cerca del año y Zelda sólo tenía 8 meses.
-Oh, me imagino la escena. – Diana rio, aún procesando la idea de que ella y Link eran parientes.
-Lo fue. Zelda estaba toda curiosa, mientras que Link parecía sólo acercarse a ella. Fue tierno. Parece que desde bebés esos dos tenían un lazo fuerte.
Los dos involucrados se mostraron apenados, pero la mujer rio un poco antes de seguir.
-Ella pensaba que no hubiera sido mala idea hacer que esos dos sean amigos. Era algo que todos anhelábamos. Pero ya vieron como pasaron las cosas.
Zelda podía ver la incomodidad en Link. Para él debía de ser raro el escuchar de sus padres biológicos. Y no era sorpresa para ella que sea así, para él debía de ser como que le hablen de unos extraños.
Para ella sería así. No sería algo de alegría, sino de confusión. Incertidumbre y quizás mucha tristeza.
Selene lo noto y supo que quizás lo mejor no era hablar más de ello. Se puso de pie, para decir que lo mejor era que se vayan a descansar. Que mañana seguían hablando de algo más.
Y eso fue lo que todos hicieron, porque sentían que el tema no fue del agrado de Link.
Fue el primero en irse de ahí. Ya intuían a donde iba.
-Mamá, ¿Era una buena idea decir que...?
-Puede que no. Pero a su vez, no podemos obviar que Link necesita saber esto. Para empezar a saber quién es en verdad.
Zelda no fue capaz de refutar nada de lo que su madre le dijo. Porque de cierta manera, tenía razón.
Y todos lo sabían.
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Link camino hacia la zona donde yacía el Brote del Árbol Deku. Necesitaba con certeza, saber si es que... que...
Una vez cruzó el caminó y se vio con los restos del Árbol en su cara, pero su mirada se posó en el pequeño Árbol.
-Link. Me alegro de verte. – fue la repuesta del pequeño brote, el cual sonaba como lo había dicho. Feliz.
Pero Link no lo estaba. Y el brote lo veía en sus ojos. Parece que la reina ya le dijo la verdad. Y era su turno de darla.
-Veo que la reina te dijo la verdad de las cosas.
-Lo hizo. Y no sé qué esperaba que dijera al saber que ... no sé qué pensar al saber de dos personas que no conozco. – Link alzó un poco la voz antes de notar que hacer ello, no lo ayudaría en nada.
El brote soltó un suspiro. Verlo así, era de esperarse. Antes estaba confundido, ahora sentía que no conocía nada de él mismo.
-Cuando mi padre te acogió, tomó la decisión que lo mejor era guardar la verdad. Porque no sabía cómo lo tomarías.
-No tenia el derecho de hacerlo... - Link apretó los puños. – Al final, aún tras casi morir no me dijo nada. Sólo me dijo que le vaya y que busque a Zelda. Que vaya y cumpla una misión. Nada más.
El Brote Deku vio rabia en sus ojos, resentimiento. Y no lo culpaba. Sabe mejor que nadie de las decisiones de su padre, dado que posee sus conocimientos. Y eso es lo que hace que pueda entender a Link...
-Aun siendo él mi padre, hay cosas que no entiendo de sus decisiones. Y no estoy de acuerdo en la manera en como hizo varias cosas. Ocultarte la verdad, mandarte a esa misión sin darte tiempo de entender que pasaba. Quizás, sólo quiso que fueras feliz el mayor tiempo posible. Pero fue un error... - Link vio al Brote alzar la vista. – Lo que hizo, sólo te trajo más dolor. Forzó a que tengas que acostumbrarte a un mundo que no conocías. Y eso solo demuestra que no es la edad lo que nos hace sabios. Sino la experiencia y los errores.
-... No te culpo de nada...
-Pero culpas a mi padre. Sé que le tenías cariño. Y aún así, lo recientes como nadie por lo que hizo contigo. Por el haber arruinado muchas de las cosas que creías. Así como el de darte una falsa esperanza cuando te pidió que lo ayudes, aún sabiendo que era inútil. No sé... sus decisiones siempre las pensó mucho en el futuro del reino y del bosque... pero, ¿dónde entras tú? ¿no pensó en el daño que te iba a hacer? Quizás lo hizo, pero lo puso a un lado para poder centrarse en lo que importaba.
-No sabes las ganas que tengo de decirle algo. Aún si no me oye... - Link se sentó frente al Brote. – No sabes lo mucho que tengo que...
-¿Por qué no lo haces? Yo no te voy a juzgar. Estás en tu derecho. Es más, haré que nadie se acerque aquí un rato. – Link bajó la mirada. – Anda. Hazlo.
Quizás era porque sabía que no sería juzgado que se puso de pie, pasó del pequeño árbol y se puso a unos pasos del enorme árbol muerto que era el Gran Árbol Deku.
Y lo primero que hizo, fue darle un golpe al tronco muerto.
-Lo sabías. ¡lo sabías! – Volvió a dar otro golpe. - ¡Sabías que era diferente! ¡sabías que yo no era Kokiri! ¡Sabías que jamás sería como el resto! ¡Sabías que un hada nunca me iba a elegir! ¡y aún así, tuviste el descaro de darme esperanzas! ¡De que ese día llegaría! ¡Me mentiste en la cara! ¡Cada día fue una mentira! ¿¡Era eso todo lo que yo significaba!? ¡Una pieza de un destino que no quería! ¡Eso es lo que soy para ti y a esa Ave que se dignaba en darme ánimos sólo para que me acerque a sacar la Espada Maestra!
Link empezó a sentir que su pecho se estaba contrayendo muy rápido por como respiraba. Pero no le importaba si le dolía, sólo le importaba que...
-¡Y tuvo el descaro de mandarme al mundo sin darme tiempo de entender que pasaba! ¿¡Que demonios!? ¡Vaya manera de darle apoyo a uno Raruru! ¡Y me importa nada que seas uno de los sabios, porque juro que te voy a golpear a la otra que te vea, viejo barrigón!
Sintiendo sus lágrimas salir, dada la frustración y el dolor que se había guardado, Link se las limpió y alzó la mirada. Viendo al muerto Árbol Deku.
-¿Alguna vez seré más que sólo una herramienta más del destino que todo el mundo dice que tengo? ¿Seré más que solo el Héroe del Tiempo del que todos profesan, será el que salve Hyrule? ¿acaso sólo soy eso y nada más? – Link se arrodilló y llevo una mano a la cara. - ¿Qué soy de verdad? Si todo lo que me han dicho ha sido falso o algo que esperan de mí. ¿Qué soy...?
-Eres quien tú deseas ser.
Link posó la mirada a un lado, viendo que era Saria. Pero a la vez, se le veía diferente. Estaba rodeada por un Aura verde y casi parecía ser transparente.
-Saria... ¿Cómo...? Pensé que...
-Decir que ser una Sabía tiene sus ventajas no bastaría. – La Kokiri sonrió. – Puedes dar gracias al espíritu del antiguo Sabio del Bosque que habita en mi. Él me dijo que si me concentraba lo suficiente, podía venir a verte. Al menos mientras estés en la zona del Bosque, al ser este mi territorio.
Link no supo que decirle. Tantas cosas pasaban por su cabeza, pero a la vez...
-Pensé que no...
-No te desharás de mí tan fácilmente. – Saria camino hacia donde estaba el Brote Deku. – Gracias por el buen trabajo, pequeño.
-Hago todo lo que puedo. Pero hay cosas que solo un amigo de toda la vida puede hacer. – el Brote miró a Saria.
La Kokiri sonrió agradecida por el voto de confianza. Caminó a donde estaba Link y se sentó a su lado. Su presencia aún espiritual, daba cierta sensación de que estaba ahí físicamente.
-Lamento jamás haberte dicho la verdad Link. Yo estuve ahí cuando tu madre llegó y te dejó a nuestro cuidado. – Saria comenzó su relato. – Cuando creciste, estuve muy tentada de decir la verdad. De decirte que no eras como el resto. Pero no pude. Porque tanto el Gran Deku me dijo que no era lo mejor, como por miedo. No sabia tu reacción... y yo sólo quería que seas feliz. – Link la miró y ella bajó la mirada. – Sé que no fuiste jamás feliz aquí. Siempre estabas para cosas mayores. Una vida lejos de este bosque. Y tuve miedo de que decirlo, haría que te fueras. Pero pasó al final, y no de la mejor manera.
Link recordó ese día y lo mucho que le costó irse. No porque el lugar le fuera de su agrado a ese punto de su vida, sino porque se estaba alejando de lo que conocía. Lo doloroso que fue el entender que ahora solo se podía velar por él mismo.
-No sabes cómo maldije al Gran Deku por lo que hizo. El de haberte dado una esperanza falsa cuando te dijo que vayas al interior de su cuerpo para acabar con lo que sea que estaba ahí. El como solo te dijo de lo que debías de hacer, pero a su vez... por no ver que no estabas listo para tal carga aún. Estabas dolido y muy pequeño... Cualquiera lo vería. Pero es como lo dijiste, a nadie le importó... y lo lamento. Fueron los años que me hicieron verlo.
-Saria, yo...
-Vi a Rauru. Sabía lo que te había hecho. El de no haberte preparado, el de sólo esperar a que despiertes y te mande a pelear. Lo golpee... - Saria rio al ver la expresión de Link y como el Brote Deku tenía la boca abierta. – Jejeje. Él también puso esa cara. Le recrimine, aunque él decía que sólo así había una posibilidad de salvar Hyrule. Pero... ¿cómo puede salvar uno Hyrule si está perdido? Creo que ha estado tanto tiempo siendo Sabio, que se olvidó de lo que es la empatía. No es que lo pueda culpar, la verdad. Alejado de todos... olvidas esas cosas aunque no quieras.
Saria miró a Link. Y a su vez, ella mostró esa expresión que siempre le daba.
-Sé que te duele Link. Y estás en todo tu derecho de maldecir a todos. Pero no olvides que al final, tú eres el que elige tu vida. Nadie más.
Link sintió como Saria se puso detrás de él y lo abrazó con fuerza. Eso hizo que él abra los ojos con sorpresa y se sienta cómodo por el contacto. Hace tiempo que no se sentía así. Cómodo... feliz.
Extrañaba los abrazos de Saria.
-Puede que haya sido, como dices, tu destino hacer esto. Pero has sido tú el que ha afrontado todo. Quien lo ha superado... que en el fondo, siempre has tenido el alma de un Héroe.
-Pero Saria... yo... dudo. Tengo miedo...
-¿Quién no lo hace? Para serte sincera, me preocuparía que no te sintieras así. – ella sonó divertida al decir ello, lo que lo hizo reír. – Recuerda Link, es ese valor que te hace avanzar a pesar de todo, lo que siempre te ha definido. No lo olvides.
Antes que Link pueda decir algo, sintió como el peso de Saria se fue de golpe. Se giró para buscarla, pero ella ya no estaba.
Sonrió triste, ella ya se había ido...
-¡Ah, lo olvidaba! ¿Desde cuándo tienes el cabello tan largo? ¿hay una chica que deseas impresionar? Jejeje.
Fue lo último que oyó de ella, antes de que su presencia se fuera totalmente. Link se quitó el sombrero y se tomó la cola baja que usa para amarrarlo. Sonrió al pensar en lo que dijo. Ya que no era como si lo hubiera hecho adrede. Su cabello ya estaba así cuando despertó.
-Saria nunca ha dejado de ser un alma amable. – El Brote Deku dijo ello con alegría. – Puede que sea algo que no podamos cambiar, pero siento que la amistad que nace en la infancia es la más pura que puede existir. Y tienes suerte de haber logrado crear un lazo en esos días, Link.
El muchacho sonrió a las palabras del Brote Deku y no pudo evitar pensar que a veces, le gustaría poder volver a esos días. El poder disfrutar de esos días cuando aún no sabía lo cruel e injusta que es la vida.
-Siempre lo fue. Y me alegra pensar que ella... jamás cambió. – Link sonrió. – Lamento haber...
-No tienes que pedir muchacho. No es malo soltar tu molestia. Es más, creo que eso es lo que hace la carga que uno lleva consigo sea más llevadera. Mucho más llevadera...
Quizás. Y no niega que se siente mucho mejor consigo mismo por lo que acaba de pasar. Sin contar que las palabras de Saria le han quitado un enorme peso de encima.
Al final, se sentó al lado del Brote Deku y...
-... Jamás olvidaré lo que el Gran Árbol Deku hizo... pero lo entiendo. Más yo no...
-No debes de perdonar nada. Sé que mi padre lo hizo todo por el bien mayor. Y aunque te quiso mucho, el mundo estaba primero. Ahora no debe de ser así... Es tu decisión ahora si deseas pelear o no. Nadie te lo recriminará... Ya has visto que es así.
Link solo quedo en silencio, pero a la vez sonreía. Quizás sea cierto. Quizás... ya deba dejar de pensar tanto en maldecir el destino que le tocó y empezar a ver que puede hacer en este.
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Zelda estaba en su tienda con su madre, la última comiendo de la comida que les habían traído. Ella no, la verdad de todo, es que no tenía apetito.
-Oh Diosas... El jamón ahumado es lo mejor. Aun no sé como lo hacen, son momentos como estos en que me gustaría abusar mi poder de reina. – Zelda sonrió al escuchar a su madre. A la vez que... bueno... - ¿Pasa algo? Has estado callada y eso no es normal en ti.
-... Quizás porque es que deseo pensar en lo que nos dijiste hace un par de horas. – La chica se cruzó de brazos. – No puedo creer que no hayas dicho nada. Sabías que Link era...
-Era una sospecha. No más. – Selene dio su razón. – No era seguro, podía haber muchas coincidencias. Pero nada certero, hasta que vi a Link siendo un adulto. Era la viva imagen de su padre... Solo que tenía la mirada de su madre. Ahí todo encajó.
-Aun así, me lo pudiste decir. Ahora Link puede pensar que yo...
-Zelda, no es tu culpa que no haya dicho nada. Y Link lo sabe. Si se debe desquitar con alguien, será conmigo. No contigo.
La chica desvió la mirada, viendo los apuntes que había estado preparando para hablarlos con Link. Si lo que ha investigado resulta ser cierto.
-... Sabes una cosa hija, creo que te estas involucrando mucho de manera emocional.
-¿En qué sentido? – Zelda alzó la mirada, mostrando malestar al decir ello. - ¿Insinúas algo?
-No. Solo que no olvides tu entrenamiento. Impa siempre dijo que...
-Impa jamás a... - No pudo ni decir la palabra, dado que no estaba segura aún. – Impa jamás le ha importado tanto alguien.
-¿No cuentas tú?
-Sabes a lo que me refiero... ¿Y que hay con el cambio de actitud? Antes me decías que vaya. Haga algo, ahora...
-Porque no deseo que sufras si es que... - Selene no pudo terminar la frase, pero Zelda lo intuyó y apretó los dientes. – Sabes mejor que nadie que Link no puede...
-No termines esa frase. ¡No lo hagas! ¡Él no...!
-Zelda, debes de ser realista. El mismo brote Deku lo dijo, Link regresó medio muerto del Templo. Es posible que termine con los demás, pero también que no logre...
-¿¡Y que deseas que haga!? ¿¡Que le diga que ya no pelee!?
-¡Quiero que dejes tus sentimientos de lado hasta el final de esto! ¿¡Que no lo entiendes!? ¡Eres una princesa antes que nada Zelda, no una chiquilla!
-¿¡Cómo te atreves a pensar que mis emociones nublan mi juicio!? ¡Todo lo que he hecho ha sido para el bien del reino!
-¿¡Como lo de hace 7 años!? – Zelda ahí sintió que un golpe le habría dolido menos. - ¡Si no hubieras sido terca, no habría pasado lo que tanto te atormenta! ¡Y ahora eso es lo que te tiene así! ¡Quieres evitar que Link muera, pero no ves la realidad de que quizás ese sea el destino que le depara!
-¡Cállate! ¡No me hables de estupideces cuando ni tú ni mi padre me creían! – Zelda derramó unas lágrimas. - ¡Todo lo que hice fue porque nadie me creía! ¡Ni Impa me creyó en su totalidad, dado que sospechaba ya de antes como tú! ¡Link me creyó sin dudarlo! ¡Un completo extraño me creyó y no mi familia! ¿¡Crees que no oía las charlas que tenías con mi padre!? ¡Me creían loca!
-¡Zelda, eso no es...!
-¡Es la verdad! ¡Mi padre creyó que estaba loca y tú ni me defendiste, pensaste que deliraba! ¿¡Cómo crees que me sentí!? ¿¡Mis propios padres me creían loca!? ¡Eso era lo que me enfureció y solo hizo que los resienta! ¡Por eso me calle! ¡Y aun ahora lo hago!
Selene miró a su hija con sorpresa y algo de horror. ¿Su hija la resentía? Pero siempre ha...
-¿Todo este tiempo...?
Zelda bajó la mirada, su mente trabajaba a mil y su corazón lo sentía en la garganta. Quería ya no decir más, que lo deje ahí. Pero el gato ya había salido de la bolsa. ¿Por qué callar? ¿Para que decir que todo estaba bien cuando no era así?
-... Si. – Dijo finalmente con seriedad. – Desde que oí eso... Ya no fue lo mismo. Y no ayudó lo que pasó. Todo lo que ocasionó mi intento de querer hacer las cosas solas, porque fui incapaz de confiar en mis padres de nuevo.
-Zelda, yo...
-¿Sabes que es gracioso? Que fue el entrenamiento de Impa lo que me ayudó a soportar el dolor y todo lo demás. Pero... ¿De que sirve si no se va? ¿De que sirve callarlo cuando está ahí, esperando a salir? ¿De que sirvió todo el entrenamiento de Impa si al final en mi mente maldecía a mi padre por su estupidez?
-No hablas en serio. Sabes bien la gran persona que era tu padre. – Selene se recuperó del shock y se puso seria al oír ello. – Tu padre siempre hizo todo por el bien del reino. Él creía en la unión de las razas y la confianza de los que venían.
-¿¡Y mira donde lo llevó!? ¡Ganondorf sabía de su mala maña de aceptar a todo el mundo con los brazos abiertos si solo juraban lealtad a la corona! ¡Eso es lo que nos condenó, su exceso de credulidad!
Zelda sintió como su madre la abofeteo y ella se quedó en shock, dado que jamás esperó eso de ella. Y la misma Selene menos, dado que cuando se dio cuenta de lo que hizo, se arrepintió.
-... Tú...
-... No hables mal de tu padre. No era perfecto, pero nos amó mucho. Y tú lo sabes Zelda. – Selene trató de no llorar ahí mismo. – Aun con sus defectos, fue mejor rey que muchos. No... no lo culpes del dolor que sientes por tus propios errores Zelda.
-... No lo haría, si me hubieran creído desde el día uno, madre. – Zelda no contuvo sus palabras y el ligero tono venenoso al final.
Selene le estuvo por decir algo, solo para verla tomar sus apuntes e ir a la salida de la tienda.
-¿¡A donde crees que vas Zelda!?
-¡Me voy! ¡No quiero estar aquí más! – La chica ni pasó a verla, solo estaba caminando a la salida de la tienda.
-¡No me des la espalda Zelda! ¡Soy tu madre y me debes de obedecer!
-¡Y yo soy mayor de edad! ¡Puedo hacer lo que me dé la gana!
Y así, Zelda salió, gritando a los soldados de que se quiten de su camino, a la vez que Selene quiso ir tras ella. Pero... ¿Qué le podía decir? ¿Cómo podía decirle que todo puede olvidarse cuando todos estos años ella...?
-... ¿Por qué te lo callaste Zelda? – La reina se sentó y se llevó las manos a la cara, para ponerse a llorar. - ¿Por qué tiene que pasarle esto a nuestra familia?
Primero la muerte de su esposo, luego el resentimiento de su hija a ellos.
Por primera vez en años, Selene se sintió nuevamente perdida.
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Link estaba regresando a la aldea tras pasar horas hablando con el Brote Deku. Debe de admitir que ese pequeño si que sabe dar buenos discursos.
Se sentía mejor, además que pudo hablar con Saria. Eso bastaba para calmar su ánimo. Se sentía un poco más seguro de lo que debía de hacer. Y pudo sentir la Espada Maestra latir en respuesta, como alegrándose por él.
-Eres una espada muy peculiar. Casi parece que sabes que pienso. – Miró sobre su hombro izquierdo para ver el mango de la espada.
No recibió respuesta. No la esperaba de verdad... pero estaba conforme con saber que la espada era un apoyo. Era un arma Legendaria e imagina que tiene aún sus secretos.
Link siguió su camino hacia donde sería su casa. Estaba deseoso de dormir y la noche ya había llegado. La luna parecía ya ser el indicativo de que el descanso del día era ya necesario.
Sin embargo, en medio de la oscuridad que estaba en el pueblo, vio una figura caminar a toda prisa a lo que él sabía era la entrada al Bosque Perdido.
Eso solo lo puso de los nervios, dado que era una locura que alguien esté yendo a ese lugar en estos momentos y a estas horas, no sabiendo nada del camino.
Corrió para detener a esa persona, quién era veloz para su desdicha. Pero eso no le impidió lograr seguirle el rastro y seguirla.
Sus pasos eran veloces y constantes, en un deseo de no perder de vista a esa persona. No quiere imaginar la culpabilidad que uno puede sentir si que deja que alguien se pierda en estos bosques.
Pero para su sorpresa, que fue grata, vio como la persona no fue por el camino que llevaba a lo que era la profundidad del Bosque, que era lo peligroso, sino a un lado de este. Que sino mal recuerda, es un campo pequeño.
Apresuró el paso, logrando ver que la persona en cuestión se detuvo y se apoyó al lado de un tronco, que abrazo sus piernas y parecía estar llorando.
A Link eso le pareció raro. Más por el hecho de que la persona que estaba aquí, se adentró al Bosque Perdido para llorar. Hablando de locuras.
Se le acercó, para decirles que no era buena idea quedarse. Aún sin adentrarse mucho, la magia del Bosque trabajará de todos modos y no desea que nadie se vuelva un Stalfos en su guardia.
-Disculpa. Pero este no es un buen lugar para que... - Bien se le acercó, las nubes que estaba en el cielo dejaron de cubrir la luna y la luz de esta le permitió ver quién era... - ¿¡Zelda!?
Fue lo que atinó a decir al ver a la chica, quien giró la mirada para verlo. Sólo para desviarla a los segundos.
Pero en ese instante, notó que ella estaba llorando. Y aún deseando preguntar qué pasaba, no era el lugar para hablarlo. Menos en este bosque que puede ser peligroso si no sabes el camino de regreso.
Era una fortuna que él lo sepa...
-Zelda, vamos. Hay que regresar.
-No. No pienso volver.
Link se sorprendió al oír a Zelda decir ello. Más cuando ella abrazó más sus piernas.
-No digas eso, si nos quedamos mucho rato puede ser peligroso. La posibilidad de que algo pase es...
-Pues que pase. Para lo que me importa. De seguro eso pondría feliz a muchos. Que la incapaz de la princesa Zelda desaparezca por estúpida.
El muchacho no creyó lo que oía. Eso no era... ¿en que estaba pensando?
-Nadie piensa eso.
-¡Lo hacen! ¡Todos lo hacen! – Zelda alzó la mirada y sus ojos estaban hinchados por las lágrimas que salían de estos. - ¡todos piensan que no valgo nada, que mi título es vacío y que aún así, me digno en actuar como si fuera la heredera al trono, cuando no soy eso! ¡ya no!
-Zelda yo...
Link no sabía que decirle, no estaba seguro de cómo afrontar la situación donde Zelda estaba segura de seguir con esto. De decir lo que ella cree o sabe, lo que la gente dice de ella.
-Cada día veía sus miradas. Cómo nos culpaban por lo que pasó, de haber dejado a Ganondorf entrar al reino. No saben la verdad, mi padre en su ilusión de que podía unir el reino sin alzar conflicto, lo dejó entrar. ¿¡Que culpa tengo yo del error de mi padre!? ¿¡Que no ven que traté de evitar esto!? ¡JA! ¡Y aún así, fui yo quien condenó todo! ¡Yo lo sé, todos los saben... mi madre lo sabe!
-No es así...
-¡Tú no hables! – El grito que ella le dio, uno cargado de dolor y de mucho resentimiento a varias cosas. - ¡que sabes tan bien como yo que lo que hicimos hace años sólo nos condenó! ¡En mi ingenuidad te mandé a una misión que te puso en peligro! ¡Que sólo hizo que sufras y para cereza del pastel, te quitó 7 años de tu vida! ¡apuesto que piensas lo mismo que el resto, que es mi culpa! ¿¡No!?
-¡Sabes que no es así!
-¡Mentira! ¡Todas son mentiras! – Zelda alzó la mirada y sus ojos ya estaban hinchados, su cara denotaba su rabia y frustración. Si cabello estaba desordenado por el modo en que sus dedos recorrían su cabello en un intento vano de que su mente se ordene. - ¡Me debes culpar de algo! ¡Dime la verdad! ¡Porque todos lo hacen! ¡Mi pueblo me culpa por algo que no pude evitar! ¡mi madre me culpa por lo que pasó al no poder confiar en ella y mi padre! ¡Hasta esa Malon me culpa por lo que te pasa, que sino fuera por mí no estarías en peligro todo el tiempo!
-¿Malon dijo...?
-¡Y tienen razón, eso es lo peor! – Zelda alzó las manos con fuerza, como dando enfoque en lo último. – ¡todos tienen razón! ¡soy una maldita desgracia como princesa y como persona! ¡No pudiendo hacer nada por lo gente, no pudiendo ayudarlos! ¡no pudiendo evitar que mi amigo pague el precio de mi ignorancia! ¿Acaso esta es una burla de las Diosas a mi persona? ¡Pues son unas...!
-Zelda, no creo que sea buena idea insultar a las Diosas... - Link dijo ello con algo de temor, siente que eso no es correcto.
-¡Pues me da igual! ¡Cómo todo lo demás! – Y sentía que no le harían nada por hacerlo. Que extraño... alzó la mirada y... - ¡Si esta es su manera de decirle al mundo y todas las futuras generaciones que pueden haber, que fui la peor Princesa del Reino, pues felicidades! ¡Eso es lo que soy, la última de una nación que se fue al cuerno por estupideces que pude evitar de tener el conocimiento de ahora o de no haber tenido ese maldito sueño! ¡Si fue por ustedes que lo tuve y eso desembocó en esto, pues jodanse!
Link no pudo creer lo que oyó, esto reafirma que Zelda no era el estereotipo clásico de princesa.
-Zelda, sabes que no soy muy creyente. Pero creo que...
-¿¡Y crees que les importa lo que pensamos!? ¡Porque no es así, se largaron tras dejar un poder que al final sólo corrompe! ¡Eso es lo que hicieron y nada más! ¡Apuesto que están allá arriba viendo todo y se jactan de lo lindo del papelón que estoy haciendo, pero que a mí me da igual! ¡Así que Ja!
Link se acercó más a ella, pero la princesa se puso de pie y dio unos pasos lejos de él.
-No te acerques.
-Zelda, sólo trato.
-¡Aléjate! – El grito bastó para detenerlo. – Sólo traigo desgracias a quienes se me acercan. A todo lo que aprecio lo acabo dañando y... no merezco la devoción que me tienes. No merezco ni siquiera él cariño que otros me dan, si solo traigo dolor a los que me rodean.
Link pudo oír como el tono de voz de Zelda se hacía más bajo. ¿esto era lo que ella se había guardado 7 años? Y pensaba que él era del problema existencial...
-Yo no creo eso...
-Entonces eres un crédulo tonto como mi padre. – Zelda habló con desdén. – Al final, eso lo mató. Y creer en mí, sólo te llevará a la muerte también.
-... Si así salvo el reino, lo acepto. Acepte ser tu campeón sabiendo el riesgo...
Las palabras de Link hicieron que ella lo vea con horror aún tras esos ojos hinchados y el aspecto tan fuera de ella. Zelda no creyó lo que había oído.
-¿Estás loco...? Ay, que pregunta. Obvio que lo estás por seguirme a mí... - Parece que lo entendió. – Pues si es así, ya no necesitas serlo. No necesitas seguirme a mí, puedes...
-Sabes que no funciona así.
-¿¡Me estás desobedeciendo!? – Ahí Zelda no pudo ocultar su sorpresa, quizás algo de su educación como princesa y que Link jamás le había dado la contraria hizo que reaccionara así. - ¡Soy tu princesa, debes de hacerme caso!
-No cuando estás en un estado donde no estás pensando bien lo que dices. Pensé que eso estaba claro. – Link se le acercó y ella dio otro paso hacia atrás. – Te juré lealtad a ti, porque creo en lo que estás haciendo. ¿Qué hay si te has equivocado o lo que el resto piensa? ¿Qué importa si soy yo el que sale herido? ¡yo elegí seguirte! ¡Y no me arrepiento de ello!
-No hablas en serio. Debe de haber una parte de ti que me culpa. Que me detesta por algo. Debe de haberla... - Zelda se negaba a creerle. Porque no es posible que no la culpe de nada. No puede ser tan bueno...
-Bueno te culpo por haberme hecho caer al arrollo.
-¡Eso no cuenta!
Zelda gruñó al ver como Link reía. Estaban hablando de un tema diferente y serio, sólo para que él venga con sus tonterías. ¿¡En serio!?
Link sólo rio más al escuchar el gruñido de Zelda, haciendo que ella se moleste más. A la vez que se le acercaba, ella no notando ello dado su estado de molestia.
Pero ya estando a unos pasos de ella, es que...
-No Zelda, no te culpo de nada. Cada cosa que me ha pasado, fue decisión mía. Yo te creí y tome esos viajes. Yo tomé la Espada Maestra y fue el que perdió años de su vida dormido. Cada cosa mala que me ha pasado, fue por culpa mía. De nadie más. Y si es el Destino ha hecho que estas cosas me pasen, pues seguiré avanzando. Para crear mi vida en este destino que me tocó.
Zelda no supo que decirle, más cuando lo vio ya cerca de ella. Su deseo de alejarse volvió, pero no ayudó que él la tomó de la muñeca con fuerza.
-Suéltame.
-No.
-¡Que me sueltes! – Ella hizo fuerza para que la suelte, pero él era más fuerte. Aún con su entrenamiento Sheikah, sabía que su fuerte no es la fuerza física. - ¡te ordeno que me sueltes Link!
-Una vez te solté y me arrepentí. – ella alzó la mirada con sorpresa. – Cuando nos despedimos ese día hace 7 años, no sabes lo mucho que deseaba irme contigo... alejarme de ahí. Pero no lo hice, porque quería cumplir mi promesa. Pero no quita que me dolió. Que en lo poco que te conocí, dejaste marca en mí como nadie lo hizo. Sabía que mi deber era luchar a tu lado desde el momento en que me dijiste toda la verdad y vi tu determinación para proteger este Reino.
Zelda sintió que sus mejillas empezaron a arder por sus palabras. No era justo que él le diga eso ahora que está voluble. Porque sabe que las defensas de su corazón estaban abajo. Tiene que alejarse...
Debe de alejarlo. Tiene que enterrar esa emoción como juro que lo haría a ella misma. No puede dejar que se le acerque más. Porque solo lo lastimara en el mejor caso y en el peor... lo deberá de enterrar.
Volvió a tratar de alejarse, sólo que esta vez él uso su otra mano para hacer que la cabeza de ella se quede quieta y él choque su frente contra la suya, haciendo que él la mire directa a los ojos. Un acto que la dejó sin aire, más al ver la determinación en sus ojos azules como el cielo.
-... Puede que creas ser un desastre Zelda, pero yo también lo soy. No sé a dónde voy y mucho menos, sé qué hacer con mi vida. Lo único que sé, es que no puedo dejar de lado lo que inicie. Y que no deseo dejarte sola con esta carga. No lo haré. Y aunque el mundo entero esté en tu contra, entiende que yo estaré ahí para ti. Porque sé que siempre actuarás por el bien de los demás. Por ello, no me importaría dar mi vida.
-No hablas en serio... - Zelda no pudo resistir más y lo miró directamente. – Tu vida vale mucho Link. Para muchos, para mí... que mueras por esto. Por lo que te pido... no podría soportarlo.
Link pudo ver con claridad el rostro de Zelda por la poca distancia que los separaba. Notando lo mucho que ella parecía estar actuando como si esto la asustara.
Podía ver los detalles en sus pestañas, sus ojos zafiro, la pequeña nariz que se mostraba roja por haber llorado o por el frío. Así como sus labios rosáceos, que los tenía ligeramente separados.
El impulso de querer cortar la distancia nació, pero lo suprimió. Ni sabe de dónde vino eso, pero en estos momentos lo que importaba era que ella entienda que él no la culpa de nada. Que cada acción suya, es por decisión propia y si muere... lo hará tras saber que salvó a Hyrule.
-No pienso morir Zelda. Eso tenlo por seguro. – Dijo con toda la confianza que tenía, que sabía no era mucha. – No descansaré hasta ver a Hyrule libre de Ganondorf. Hasta no ver que la gente pueda vivir en paz... hasta no ver que puedas reclamar el trono y llevar al reino por el camino que merece. Hasta no ver o saber que eso pasará, no pienso morir.
Zelda quiso decirle algo, que estaba siendo un idiota. Pero algo en sus palabras la hizo sentirse bien. Sentía el sentimiento que estaba deseosa de enterrar quedarse y para su desgracia, empezar a crecer.
Cerró los ojos en un intento de que eso no pase. Sus palabras siguientes, esperaba que bastaran para...
-... Sabes bien que no te puedo dar nada. Que aún tras todo, sólo recibirás el gracias de la gente. Puede que incluso la historia te olvide como al resto de los Héroes que te precedieron. ¿Cómo puedes seguir peleando por un reino que sabes que te va a olvidar?
-Porque es lo correcto. – Link sonrió un poco, aún sabiendo que era cierto.
La gente se olvidará de él un día. Ese era el Destino de los Héroes. El olvido... esa era su eterna recompensa. Lo sabía, pero a su vez...
No le importó. Sentía que era lo normal. Que al final de su vida, sólo quedaría la leyenda de alguien valiente e impasible, no la verdad. No la verdad de que era un niño asustado en el fondo. Que no sabía que estaba haciendo. Que solo le quedaba avanzar. Que solo deseaba ayudar a la persona por la que sintió devoción en el momento que la vio de verdad por primera vez.
-Me basta con saber que tú me recuerdes. Que en algún lado de tu mente y corazón, tengas un pequeño espacio para este terrible caso de Héroe.
Zelds lo maldijo. Maldijo a las Diosas. Maldijo a su madre y padre. Maldijo a los padre de Link. Maldijo el buen corazón del muchacho... Se maldijo a ella misma y a su maldito corazón por el brinco que dio al oír esas palabras y ver esa sonrisa suya. De que para él, esa era recompensa suficiente. Que eso bastaba.
Fue ese brinco en el corazón y el calor que la invadió, que le hizo entender que aunque lo intente... ella no podía huir de la realidad de que...
La chica solo bajó la mirada y puso su cabeza en el hombro de Link, lo que lo confundió.
-... Soy un desastre de persona.
-No eres la única.
-Yo... aún no sé cómo superaremos esto.
-Yo menos. Tú eres la inteligente.
-Ni sé si ganaremos.
-Pues hay que ser optimistas.
Quiso contener la sonrisa que se estaba apoderando de su cara. Él no estaba ayudando a que ella se hunda en la miseria en la que quería estar. Al contrario, le estaba dando esperanzas con su actitud. De que pueden lograrlo. De que pueden enmendar los errores de los dos.
-.... ¿Aún sabiendo el desastre que soy... te quedarás a mi lado?
Sentía su corazón de los nervios y la anticipación por la respuesta. Cerró los ojos cuando sintió que él abría la boca.
-Solo si estás dispuesta a que un Héroe de cuarta como yo se quede a tu lado. Tú eres la que tiene ese poder. Nadie más.
Ella soltó una risa con un sollozo, demostrando que agradecía sus palabras y que al mismo tiempo, le dolía pensar que él...
Sólo pudo dejar que él le dé un abrazo. Uno que denotaba que él estaría con ella hasta el final. Uno que mostraba lo mucho que para él esto era de importante.
Que al final, cómo él, ella estaba perdida. Y que ambos se necesitan del uno al otro para poder superar lo que sea que se les viene.
---
En su camino de regreso al Bosque Kokiri, Link llevaba a Zelda de la manos para que no se pierda. Un gesto algo fuera de lugar para ella, dado que no era una niña que tiene que guiar por un camino que no conoce. Ella bien puede caminar sola.
Pero él le dijo que no iba a correr el riesgo de que se pierda. El Bosque Perdido era un lugar peligroso.
Ella tenía ganas de decirle que eso no era problema para ella. Cómo Sheik, ella lo había seguido y se sabía el camino. Pero calló. Porque su alter ego era un secreto que pocos conocen. Y sabe que si Link se entera, se negará a que lo ayude. Debe de seguir con este secreto un poco más.
Zelda alzó la mirada, notando como Link miraba al frente y detesto el calor que fue a sus mejillas.
Se había jurado enterrar lo que sintió hace años. Cuando lo entendió a sus 13, juro que si lo veía de nuevo le pediría perdón. Pero que jamás actuaría en base a lo que había sentido en su momento a los 10 años.
Ella era consciente de que le había gustado Link de niña. Y no se avergonzaba de admitirlo a sus 17. ¿Quién no había tenido su primer amor a esa edad?
Pero a su vez, las circunstancias la hicieron crecer rápido. La hicieron creer que había más que solo emociones infantiles.
Dejaba que su madre y Diana la molesten con esas emociones, dado que no le veía lo malo. Hasta ella se divertía. Pero juraba que nunca actuaría en base a ellas. Juraba que pasara lo que pasara, ella solo sería una amiga que lo ayudaría llegado el momento.
Y eso fue lo que pensó una vez lo vio tras tantos años. Porque al mismo tiempo, ella pensó que él era Kokiri. Y estos jamás crecían. Eran niños eternos. Ella sabía con certeza, que jamás habría algo más. Pero atesoró la sensación mucho tiempo, hasta que pensó que lo mejor era dejarlo ir. Dejarlo en el recuerdo.
Pero jamás contó que al verlo, no vio al niño que su mente tanto atesoró. Sino a un hombre. Uno que, imposible de negar, le pareció el más apuesto que había visto. Y ella había visto hombres apuestos en su vida.
Zelda no era tonta, sabe que sintió atracción física. Pero no más, ella conocía sus prioridades. Conocía que... no podía actuar en base a viejos sentimientos.
Y eso era lo que la frustraba aún más. Porque al final, todo se fue al traste. No había salida y ella lo sabía. Sabía que...
-Listo. Hemos vuelto. – Las palabras de Link la sacaron de sus pensamientos internos. Ella viendo cómo él sonreía por haber llegado en una pieza.
-¿Tanto los asusta el Bosque Perdido?
-Es algo natural, dada la cercanía que he tenido con ese lugar desde niño. Siempre hemos sido conscientes de que la gente que se pierde ahí, jamás sale o se les encuentran. Y no ayuda que a veces, se pueden oír los gritos de ayuda de la gente que se pierde.
Zelda se puso azul al escuchar ello. ¿De verdad pasaban esas cosas? Eso sí la asustó. Y mucho.
-¿Y no iban a ayudarlos?
-Las intenciones están. Pero el problema yace que cuando uno se pierde en el corazón del Bosque Perdido, es prácticamente imposible hallar a alguien. Porque el mismo bosque no desea que esa persona sea hallada. Es como si tuviera vida... recuerdo una noche de muy pequeño, antes de tener mi propia casa, que oí los gritos de alguien a la lejanía. Saria me dijo lo que ahora sé... y que jamás me adentre al bosque sin saber el camino o con un hada que me guíe.
-Te sabes el camino ahora... ¿no?
-Solo porque Saria me lo dijo años después. Y aún sabiéndolo, una desconcentración sería fatal. Por eso jamás me adentre mucho de niño. Sólo con Saria me daba ese lujo. Y ahora con Navi, que puede decirme si me alejo del camino o no.
Zelda veía con interés esa pieza de conocimiento que Link le estaba dando. Era algo novedoso. Más por lo que el dijo. Tal vez debería de crear una manera de limitar el acceso de la gente al bosque. Ella logró meterse porque estaba molesta y al menos sabía lo que era el lugar. Pero de ahí, no quiere correr el riesgo de perderse. Ahora ve lo estúpida que fue...
Solo fue por seguir a Link y con Kain, que había marcado el camino la última vez, que hallaron la salida. Se notaba que le faltaba mucho por aprender. Sobre todo, en relación a lo que es su reino.
Pero agradeció a Link por el nuevo conocimiento y...
-No deseo ir a mi tienda. Eso significa hablar con mi madre y... no me siento con los ánimos.
Y Link pareció entenderlo, ya que asintió con una sonrisa. Ella solo pudo abrazar sus apuntes con la información que tenía y...
-Entonces ven a mi casa a dormir. No es la gran cosa, pero servirá.
Zelda tragó saliva y asintió sin pasar a verlo.
Él la guío a donde estaba su casa y la ayudó a subir por las escaleras para llegar a esta.
Una vez dentro, Zelda vio que el lugar era simple. Mucho a decir verdad. Y eso era agradable. Siente que se ha olvidado de los lujos y las extravagancias de su vida como princesa.
Ver la pequeña cama que estaba ahí, la hizo pensar varias cosas. Y todas la ponían de los nervios.
Al menos se distrajo con ver qué Navi dormía plácidamente sobre una almohada. Parece que ella si está relajada.
-Ten. – Posó su vista en él. Le había traído unas mantas. – La cama es pequeña, por lo que dudo que la puedas usar.
-Esta bien, no me molesta dormir en el suelo. – y así sentía que era mejor dado su estado mental.
Link tomó su propia manta y la puso en el suelo también, recostándose cerca de la princesa. Al mismo tiempo que ella lo hacía, sólo que había ligera distancia que los separaba.
Ella se acostó y murmuró un buenas noches, antes de girarse y darle la espalda para dormir. Cosa que no le fue fácil. Más al saber quién tiene a la espalda.
Y así estuvo unos minutos... hasta que...
Oyó una tonada. Una que la hizo abrir los ojos y girarse para ver el origen.
Link tenía el pitillo de la Ocarina del Tiempo en la boca. Estaba tocando una melodía que no oía hace tiempo...
Él dejó de tocar, sólo para verla y notar que se le quedó viendo.
-¿Lo hice mal? No he tocado esa melodía en un buen tiempo.
-No. No... es solo que me sorprende que la puedas tocar sin problema. Es todo. – Zelda se acomodó sobre su almohada. – Fue Impa la que te enseño la melodía, ¿Verdad?
-Si. Dijo que sería una manera de que la gente vea mi conexión con la Familia Real. Y me ha servido. Para conocer a Darunia y entrar a la región de los Zoras.
Zelda sonrió al oír ello...
-Sabes, dicen que el origen de esa tonada es por una antigua canción que se usaba para dar culto a la Diosa Blanca Hylia. Que para seguir honrando su memoria, la tonada fue modificada a la que conoces.
-Wow. Eso es interesante. ¿y por qué la llaman la Nana de Zelda?
-Jajaja. Porque en mi familia es normal dar esos nombres a las princesas nacidas dentro de la familia. Era... ley que una niña usará ese nombre hace años, en honor a la primera Zelda, la de la leyenda del Héroe del Cielo. Pero esa costumbre se perdió hace años. Más porque ya la familia no deseaba seguir teniendo relación con las leyendas y cosas similares. Soy la Primera Zelda en 7 generaciones. Eso es mucho tiempo.
Vaya que lo era. Pero quedó en silencio, dejando que Zelda hable de su familia y el lado que no conocía.
Oír como la Familia Real en varias ocasiones no era la que él pensó, sino que poseía una historia oscura, lo hizo ver que no importa que o quién, el mal era algo que puede surgir hasta dentro de la Familia Real.
Que un Rey prácticamente se volvió un tirano por el miedo a perder el poder. Que con el tiempo dejaron de lado sus creencias religiosas y renegaron de las leyendas y las Diosas por una situación que casi los destruye.
Qué al final, el abuelo de ella era un rey pésimo que condujo al reino en un estado de separación por su trato a las demás razas. Y no sólo ello, dejó las arcas reales en un pésimo estado dada las extravagancias que tenía.
-...Quizás por eso mi padre trató de tener buen trato con todos. De esa manera, compensar el error de su padre. Sin notar que ese también era un error. – Fueron las palabras de Zelda tras unos segundos de silencio. – como ves, los de la realeza tendemos a meter la pata en grande. Y... eso es lo que hace que todo sea peor. Porque ese error afecta a todo el mundo. No sólo al que lo comete o a la gente cercana....sino a muchos más.
Link miró a Zelda, su mano derecha aún con la Ocarina del Tiempo. El Tesoro de la Familia Real. Pero a su vez, un objeto mágico de gran poder. Tan poderoso, que sabe que aún no ha visto todo su poder.
Zelda se siente afligida por sus errores y los de su familia. Y siente que puede estar recorriendo ese sendero. Lo que la asusta mucho.
Él solo alzó la mano izquierda y tomó la más cercana que estaba a él, sorprendiendo a la chica.
Zelda trató de luchar el impulso que estaba en ella de querer devolver el gesto. La parte más reacia estuvo por ganar, solo que al ver la sonrisa que él le dio... hizo que ella regrese la sonrisa y devuelva el gesto con su mano.
Ella sonrió un poco y Link solo volvió a tocar la Nana de Zelda, usando solo la mano derecha. La melodía solo hizo que el lugar entero se sienta en paz. Tranquilo, como ningún otro.
Zelda cerró los ojos y se dejó llevar por el cansancio y la paz que la canción le daba. No sin antes pensar muchas cosas.
Que debe de hablar con su madre
Que debe de seguir con sus investigaciones.
Que debe de... dejar de negarse a lo que pasa y siente.
Porque el simple contacto de manos, Zelda supo que no lo podía dejar ir.
... Y se odiaba por ello... Porque ella no lo merecía. Pero quería ser egoísta por una vez en su vida. Quería dejarse llevar por lo que sentía al menos una vez.
Ella cayó dormida mientras la tonada aun seguía. Link cerca de acabarla. Lo que hizo que ninguno viera como en el dorso las manos unidas de los dos, dos ligeros destellos aparecieron rápidamente para luego desparecer tan rápido como vinieron.
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En su castillo, Ganondorf estaba viendo a través de lo que era una proyección mágica, lo que era la Montaña de la Muerte. Parece que...
-Señor, hemos hecho lo que nos pidió. – Se giró para ver que Namir había llegado con otras Gerudos y también estaba acompañada de varios monstruos.
-... ¿Los capturaron a todos?
-No a todos, pero si a los necesarios. No logramos localizar al hijo del líder. Pero con lo que hemos hecho, él irá tras los que han sido apresados en su pueblo. Eso debe de bastar... Es más, le recuerdo que no quedan muchos Gorons tras lo de la última vez.
-Jajaja. ¿Cómo olvidarlo? El imbécil de su líder creyó poder hacer algo contra mí y desafiarme, que 20 Gorons fueron el precio de su rebeldía.
Ganondorf recordó con emoción la expresión de horror de los que vieron el precio de ir contra él. Es más, deben de estar agradecidos... Así evitan que eso salga de ahí los busque para poder comer.
-De todos modos, lleva a esos Gorons al Templo del Fuego. Prepáralos para lo que les depara. Ah... y si ven al líder de los Gorons, solo dejen que pase. Que haga el intento vano de repetir lo que su ancestro supuestamente hizo.
-¿Dice que esa leyenda no es...?
-Para nada. Los Gorons lo hicieron para vanagloriarse. Pero no quita que el arma que yace en ese Templo si es poderosa. Lo mejor sería... deshacernos de todo posible candidato para usarla. ¿No te parece?
Fueron sus palabras y las mujeres asintieron. Sin más, ellas se retiraron mientras Ganondorf miraba a la distancia lo que era el fuego de la Montaña de la Muerte. Sonrió al pensar que...
-Veamos que haces con esto, Héroe. ¿Estarás a la altura o sucumbirás? Espero que no me decepciones... Jejejeje.
El Rey del Mal estaba disfrutando de esto. El control del mundo y demás, pasaron a un segundo plano. Solo le importa ahora... divertirse.
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