Encuentros Sorpresas
El día era calmado y el pequeño grupo recorría las praderas de Hyrule a paso constante.
La ayuda de Epona para poder recorrer el enorme camino que tiene por delante, era de mucha ayuda.
-¿Todos bien? – Desde su montura, Link le habló a sus acompañantes.
-Todo perfecto por aquí. – Marín le dio el visto bueno desde su lugar, a la vez que estaba viendo el paisaje. – Es increíble pensar que las praderas de Hyrule hayan cambiado tanto.
Y ese era un pensamiento que Malon compartía con su prima. Ya que, aún recuerda en su infancia, lo verde y bello que eran las praderas.
El placer de recorrerlas a caballo y ver el paisaje. Todo cambió desde ese día... las plantas empezaron a morir y nada estaba siendo lo mismo.
Link por su lado, sólo pensaba en lo mucho que el paisaje cambió. Para él, todo era de golpe. No hubo cambio progresivo, o tiempo para hacerse a la idea o acostumbrarse a las cosas. No, todo era... inmediato.
Sintió a Navi en su hombro, como dándole el apoyo mental que necesita, a la vez que lo miraba con cierta preocupación en su mirada.
El hada lo sabía, Link se sentía culpable de todo esto. Él sacó la Espada que era la barrera final. Lo hizo con la mejor de las intenciones, pero todo fue contra producente. Y ella sabía lo mucho que le dolía pensar en eso.
Al final, ella solo pudo seguir viendo al frente.
-Agh, ¿Qué tan lejos está ese lugar que dijeron? – Claro, el ambiente de silencio se fue cuando Ingo habló.
Malon lo miró algo molesta, a la vez que Marín le lanzaba una mirada asesina, que lo mantuvo en silencio.
Puede que sepan ahora que el tipo estaba siendo controlado por magia oscura. Pero eso no hace que las cosas se olviden. Para nada.
Link soltó un suspiro, el tipo si que era gruñón.
-Usted no hable. – Marín lo silencio, a la vez que.... – Son 3 días a caballo. Pero les aseguro que por este camino, reducimos la mitad del tiempo.
-¿Por qué...?
-Es una ruta que no todos conocen. Mi padre y yo la usábamos antes de que todo se vaya al demonio. – Link asintió a las palabras de Malon. – Es más, ahí me encontraré con unos amigos.
-¿Amigos? – Malon se sorprendió. Primera vez que oye eso.
-Amigos no de manera exacta. Pero son gente que conozco. Ellos están... en eso. Tú sabes... - vaya que estaba siendo algo cuidadosa con lo que estaba hablando. Eso era bueno.
-Yo sólo espero que tengan algo de comer. – Link se tomó el estómago. – Puede no parecerlo, pero llevo días sin comer algo que no sean frutas...
Siendo exacto, 7 años sin probar carne. Y en el Rancho Lon Lon no le dieron mucho, dado que tampoco había mucha comida.
Sólo unos trozo de pan, huevos y leche. Eso no es consistente por el amor a Farore...
-Creo que estás obviando el hecho de que... bueno...- Navi le habló con algo de pena. – No te has dado tampoco una ducha en... ¿Cuándo fue...?
Malon y Marín se mostraron algo asqueadas al oír ello. Demonios...
-... En mi defensa, no he tenido tiempo. – es verdad... 7 años dormido es no tener tiempo. En serio.
-... Cuando lleguemos a ese lugar, un baño será lo primero que tomarás Chico Hada.
-¿Sigues con el apodo...?
-Dije chico. Es una mejora de niño. – La sonrisa burlona de Malon hizo que Link haga un puchero. Honestamente, a veces actúa como un niño.
Navi voló alrededor de la cabeza de Link, para tomar altura y ver que les deparaba. Sólo había más camino en frente de ellos.
Volvió con Link y...
-¿Segura de que esos dos que están por recogerte son de confianza? – le hizo la pregunta a Marín. – Digo, no deseamos una pelea en medio de todo esto ahora.
-Lo son. Son parte del ejército que la princesa y la Reina están creando. Son de los mejores en su campo. Una usa el arco y el otro la lanza. Deberían de verlos pelear. – Marín sonó emocionada al decir ello.
Se notaba que era joven, a pesar de todo. Y eso era algo que le sacaba una risa a todos. Sobre todo a Malon.
Ya estando con eso en claro, Link sólo siguió mirando al frente. Sólo unos días más... y podrá verla.
Sacó de su alforja el pañuelo que ella le dio. Para él solo han sido unos días, pero el sentimiento que hubo cuando ella le dio esto, pesaba más.
Se preguntaba... ¿ella pensará lo mismo?
Han pasado 7... puede que no sea así más. Y que ella haya seguido con su vida, preparándose para seguir la lucha contra Ganondorf.
Y aunque la idea le duela, no quita a que seguirá luchando para poder ayudarla.
Porque en parte entendía una cosa, no era un deber a ella lo que lo impulsa. Era devoción... y aún cuando no sabe de dónde nació, no piensa detenerse.
No ahora...
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En el límite norte del reino de Hyrule, donde la combinación de montañas y praderas eran presentes, dando un aire diferente al área central del reino, se puede ver como un pueblo que se ha construido desde sus bases, empieza sus labores de la mañana.
La gente empezaba el día. Ahora debían de trabajar para hacerse con la comida, de poder vivir un día más.
La agricultura y la ganadería se había vuelto un trabajo que todos en este pueblo nuevo, que estaba conformado por gente de toda clase social en Hyrule, siendo muchos los que habían huido del ataques de Ganondorf a la ciudadela.
En una pequeña casa, se pudo ver cómo una chica salía, su vestido mostraba que estaba lista para el día. No era extravagante, pero si se notaba con estilo.
-Diana, no olvides tus deberes del día.
-Ya lo sé mamá. – La chica respondió desde su puerta. – Iré a ver a Zel, nada del otro mundo.
La chica de largo cabello negro y unas pocas pecas en su cara, más en su nariz, mostraba estar algo molesta con que le digan eso. Ya lo sabe.
La mujer que apareció ante ella, era una versión mayor. De seguro en sus últimos treinta o primeros cuarenta. Su cabello era corto hasta por debajo de los hombros, pero de un color marrón castaño que demostraba cuidado.
-Recuerda que ella tiene sus deberes. Y aún cuando nos ayuda con ciertas cosas, ella también se prepara para...
-Lo sé... papá fue con la tía Selene a...
-Así es. La reunión de esta semana se llevará acabo y desea tener todo en claro. Ya muchos parecen no querer seguir esperando y quieren...
-¿Repetir la estupidez de la última vez? Pensé que esas muertes ya les habrían enseñado algo. – Diana soltó un suspiro. – No importa, te veo luego mamá.
La mujer vio a su hija irse. Parece que será otro día en donde nada nuevo pasa.
Un día más en un reino destruido, gobernado por Ganondorf.
....
Diana caminaba por el pueblo que ha sido su hogar estos 4 años.
No era nada extravagante. Y fácilmente era pasado desapercibido.
No sólo ello, también estaba la cosa que muchas personas aquí no se habían acostumbrado aún a la vida que llevan. Y eso no era culpa de ellos, sino de que no todos tienen la misma capacidad de cambio.
Ella vio como algunos trabajan para poder hacer que las cosechas sean fructíferas, pero la calidad del suelo ha empeorado este último año.
Duda que el que viene, sea productivo. Siendo esa una de las razones por la que muchos ya se están desesperando por un ataque contra...
-Oh, buenos días Diana. – un hombre robusto le habló a la muchacha, quien le sonrió.
-Buenos días Señor Tarín. – La muchacha detuvo su andar. - ¿cómo están las cosechas?
-Ah, ya sabes cómo están. Nada nuevo. No hay mejoría. – el hombre se mostró triste. – Ni los hongos que recolecto tienen tan buen aspecto. Es como si la tierra poco a poco perdiera su vida.
Diana asintió, era curioso como el reino vecino, el que bordea de modo limítrofe con ellos, esté como si nada. Pero ya hay rumores de que... algunas plantas se han visto muertas en sus cultivos sin razón aparente.
Al parecer, la influencia de Ganondorf sigue creciendo... en 7 años alcanzó cada rincón de Hyrule. En unos pocos años más, ¿A dónde llegará?
-Marín aun no...
-Esa niña terca no ha dejado de decir que desea que Malon esté aquí. Se fue aún cuando le dije que no o qué llevara a alguien para que la acompañe. Cada día de parece más a su madre.
Diana rio al oír ello, parece que todas las familias son un mundo.
Se despidió de Tarín para seguir con su camino, sabe a dónde debe de un ir, pero ahora ello debe de cruzar cierto camino y eso es lo que la molesta.
Sus pasos la llevaron a donde sería el campo de entrenamiento para la milicia que se estaba creando aquí. Una milicia, que en su opinión, es pobre en muchas cosas.
Este pequeño ejército se empezó a crear tras el ataque fallido de un grupo de soldados que habían sobrevivido al golpe de estado de Ganondorf.
No era muchos, peor eran veteranos de la guerra. Veteranos que habían vivido la guerra civil y empezaron a formar este ejército con ayuda de personas, de diferentes edades y géneros, que deseaban pelear para recuperar el reino.
La diferencia de sexos murió y las mujeres podían pelear y entrenarse para ser soldados. Hasta ella lo ha hecho, siendo buena con la lanza, pero no es miembro del ejército de manera oficial.
Es más, el mejor luchador del ejército es una mujer Sheikah que va y viene, nadie sabe bien de ella. Sólo que un día apareció para pedir ayudarlos y que había sido entrenada por Impa, la misma que era la líder en jefe del ejército ahora que... no quedaba nada más de algo rango para dirigirlo.
El ataque que se trató de hacer meses atrás... pensaron que era una oportunidad de oro, creyendo que Ganondorf había perdido poder al no mostrar signos de actividad.
Fue un error. Puede que en el pasado, ella no hubiera sido creyente de las Leyendas... pero ahora lo es. Cree en la magia y las Leyendas del pasado tras ver lo que Ganondorf ha hecho. Y tras ver, lo que Zelda puede hacer desde que ese marca apareció en su mano.
Una mano que es un secreto a voces. Sólo los que la vieron ese día hace 7 años, lo saben. Y también, lo han guardado en secreto.
Diana llegó al campo de entrenamiento. Viendo a los soldados, sólo así los podía llamar, entrenar. Todo bajo el mando de alguien.
El chico era de una contextura que denotaba haber entrenado su vida para la vida del guerrero.
Vestía lo que era la armadura reglamentaria de lo que fue el ejército de Hyrule. Portaba una espada larga para usar con las dos manos. Su expresión seria denotaba profesionalismo.
Ella se le acercó, para darle el buenos días.
-Hey Blason. Buenos días.
El chico se giró a verla. Unos segundos pasaron y él dio un asentimiento, no diciendo nada más.
Ella dio un gruñido al ver ello. Sigue con eso...
-¿Qué? ¿Ya no deseas hablar? – Diana siguió, pero no tuvo respuesta. – Claro, ahora no desea hablar tras lo que pasó hace meses atrás.
-Ya hablamos de eso. – el chico respondió con el tono formal de todo caballero o soldado.
-No. Tú hablaste. Más bien, sólo dijiste que lo olvidemos tras revolcarnos en la cama...
Diana no mostró ningún tipo de reacción o de miedo por la mirada que Blason le dio. Pero sabía que eso lo había afectado.
Este miró a los que estaban entrenando. Cómo diciendo que ya regresa.
Tomó a Diana del brazo y ella se dejó llevar, hasta que llegaron a la parte trasera del almacén de armas que estaba ahí.
Ella se liberó del agarre con fuerza, mostrando su disconformidad.
-¿Tienes que hablar de eso ahora?
-Si, dado que uno no está siendo tan hombre como para hacerlo. – La chica casi pareció escupirle. – Sólo quiero que tengamos las cosas claras.
-Todo es claro, lo que pasó esa noche fue...
-¿Un error? – Diana sonó dolida. – eso es lo que tratas de decir, ¿No? Ja. Eres increíble, ¿lo sabías? Tratas de ser el ejemplo claro de caballero, cuando uno no se comporta así tras dormir con una chica.
-Diana...
-¡Estábamos juntos! ¡Meses! ¡Y a la primera vez que terminamos en la cama, pides que todo termine! – Ella prosiguió. – Entendí que empezó todo por lo de tu padre, pero no añades el rechazo de Zelda.
-Mi padre murió como un caballero de Hyrule...
-En un ataque suicida a un tipo con el poder de los Dioses en la palma de su mano. – le hizo el recordatorio. – Pudo ser tu padre, pero no me vas a negar que... ese fue un error en todos sus cabales.
El chico no dijo nada.
-Eso ya no importa... y yo te dije como estaban las cosas cuando...
-Si. Si... sentimientos, que será algo del momento. Blah, blah. – Diana alzó las manos, harta. – Mira, yo sólo vine para que las cosas estén claras. Dar vuelta página. Es todo... pero no voy a esperar a que te dejes de tonterías y me vengas a ver.
-Yo hice lo que debía de hacer. Las cosas iban a ser peor, si es que seguíamos con eso. – Blason dio su opinión. – es mejor así.
-...Quizás. Pero no olvides donde estamos y en qué momento. La respuesta de Zelda no cambiará... y tú lo sabes. – Diana miró en cierta dirección. – Aún lo espera.
-Ese chico...
-Sabes mejor que nadie lo mucho que ella lloró los primeros días. Por su padre, el reino... por él. Ella tiene la fe de que él sigue con vida. No se la quitemos.
Blason mostró rabia al oír ello y la chica negó con la cabeza. Aún tras tanto él no...
-Es más, sabes que el reino de al lado desea darnos apoyo militar, si es que Zelda acepta casarse con el príncipe.
-La reina no...
-Sé lo que han dicho en las reuniones. Yo también estoy ahí a veces, ¿Lo olvidas? – Ella lo interrumpió. – Pero conoces a Zelda. Si las cosas no mejoran...
-Por eso nos preparamos. No podemos aceptar la ayuda de un reino que desea que le vendamos nuestra Princesa por poder militar.
En eso le debe de dar la razón, pero tampoco puede mandar a estos chicos a la muerte. Eso no estaba bien. Y ella se lo debe de hacer saber.
De todas maneras, ella misma sabe que puede que no haya otro camino, a menos que pase un milagro. El tiempo se les acababa.
-Iré a verla. Debe de estar en el lago tocando la Ocarina, como siempre lo hace cada día.
Diana siguió su camino, ignorando la cara de molestia de Blason por la mención de la Ocarina.
Ella sabía la importancia de esa Ocarina para ella... Más que nadie. Dado que Zelda una vez perdió los papeles cuando Blason mencionó algo contra el instrumento...
Aún jura que tiembla al recordar los ojos de Zelda ese día. Juraba que no veía a una princesa o una Reina. Sino a una Diosa que estaba lista para lanzar su castigo divino por un sacrilegio hecho a su persona.
Caminó un poco más hacia donde debía de estar el lago y empezó a escuchar una tonada. Sabía de donde venía.
A más se acercó, más claro era...
Llegó al lago y pudo verla... portaba un vestido simple, aún sin joyas o un maquillaje, lucia bella y espléndida. Cómo si las mismas Diosas la hubieran traído a este mundo. Su largo cabello rubio se movía al son del viento. Estaba metida a la orilla del lago, sus pies siendo cubiertos por el agua.
Pudo ver las botas de ella y sabía que lo hacía para poder sentirse mejor. Así era como siempre lo ha hecho desde que empezó esta rutina.
Camino unos pasos para estar a sólo unos metros de ella y....
-Zelda.
Su voz sacó a la chica de su rutina. Alejó la Ocarina de sus labios y se giró para verla. Sus ojos azules como dos zafiros mostraron alegría al verla. Sus labios rosáceos se extendieron para mostrar una clara sonrisa.
-Diana, buenos días.
-Vaya que lo son. – la chica vio a su amiga salir del lago, sus pies descalzos pisando el pasto. – No importa el día o el clima, siempre haces eso...
Zelda sonrió al oír ello.
-Es... una manera también de darle respetos a Nayru. Ya sabes...
-Lo sé. Tu patrona... - ambas saben de qué hablan. – Vine a ver cómo estabas.
-¿De verdad? Pensé que hoy irías a entrenar con el ejército.
-Nah. Hoy no tengo ganas de eso ni de nada más. – Diana miró con melancolía el lago. – Aún no es fácil estar a sólo metros de él tras...
-Oh Diana. Lo lamento. – Zelda se mostró triste por su amiga. – En estos días, algo de felicidad nos vendría bien y aún así...
-Je. Yo sabía en qué me metía. Ya me lo dijo mi mamá. No te metas con alguien que no siente nada por ti. – Zelda se mostró algo incómoda. – Hey. No es tu culpa.
-Si solo... no sé que hice para que Blason sienta eso. Es decir, somos amigos de toda la vida. – Zelda mostraba que no lo sabía.
Para ella todo eso fue una sorpresa. El día de cumpleaños 17 no fue tan lindo tras eso...
-Sabes como son los sentimientos. A veces no se necesita mucho Zelda. – Diana le sonrió, a la vez que la princesa se ponía sus botas. – Digo, lo tuyo no es que tampoco sea la gran ciencia.
Zelda dio una ligera risa, a la vez que se mostraba triste y miraba la Ocarina de las Hadas, el recuerdo que Link le dio.
-... No puedo creer que me tomó 3 años darme cuenta de ello.
-Eras una niña. Y el reino se fue al traste. No me sorprende... Es más, la Reina casi hace una celebración cuando oyó la verdad de tu boca.
Zelda bufó. Desde que estaba en este lugar, su actitud de princesa era algo que solo mostraba cuando eran reuniones importantes o mostrar una cara ante el ejército que estaban creando para hacer frente a Ganondorf.
-De todos modos, Zelda... Quiero saber cuales son tus planes. – Diana miró a su amiga. – Hay rumores de que los reinos cercanos ya se empiezan a ver afectados por... el poder de Ganondorf. Y solo han pasado 7 años... si le damos más tiempo...
-Lo sé. – Zelda miró el dorso de su mano derecha, antes de ponerse los guantes. – Pero es de esperarse, tiene la bendición de Din...
-Más bien se la robo.
-Detalles. – Diana sonrió al ver como Zelda le decía lo de siempre. – Solo falta saber donde esta la de Farore y...
-¿Crees que sea él si sigue con vida...?
-Diana. – LA chica se tensó al oír el tono de Zelda, metió la pata. - ¿Qué te dije de decir supuestos?
-... Es una posibilidad Zelda. Son 7 años desde ese día y jamás hemos sabido de...
-Puede estar escondido o... - La princesa trató de seguir. – No me quites la esperanza Diana... No sabes lo mucho que desee jamás meterlo en esto. Mi egoísmo y arrogancia hicieron que él sufra mucho...
-Creo que es de esperarse que pienses así. Pero él se veía feliz de poder ayudarte. Era un chico raro en lo poco que lo vi. – Sonrió con gracia. – Pero se necesita de un raro para ganarse el profundo afecto de la Princesa Zelda, ¿no?
Ver a su amiga sonrojarse, hizo que Diana niegue con la cabeza. En serio... las cosas eran claras y obvias en varios sentidos. Blason no podía competir con ello... Y mucho menos lo haría ese príncipe engreído.
Aun recuerda las primeras noches desde el ataque, el como Zelda despertaba llorando en las noches, pidiendo perdón a Link por lo que le hizo hacer. Por meterlo en esto. Es más, a veces siente que la pobre aun tiene las pesadillas.
Logró solo algo de calma cuando empezó a tocar la Ocarina todas las mañanas. Y tocaba tonadas que decía le nacían del corazón. No era algo que ella entienda, es más...
-¿No más sueños raros?
-Deje de tenerlos desde ese día. – Zelda miró el lago. – Desde que Ganondorf se hizo del Poder, no he sido capaz de volver a tener esos sueños. Es como... si se hubieran bloqueado. Solo tengo pesadillas. De gente muriendo... del mundo siendo consumido en las tinieblas.
Diana veía el cómo su amiga parecía sufrir por lo que estaba pasando y no la culpa. Ella estaría igual si es que...
-Pero, de manera extraña, tuve un buen sueño para variar hace poco. – Diana notó la sonrisa que la chica tenía. – Soñé... que volvía. No lo vi con claridad, pero era él... tenía a Navi con él. Sé que era él... fue bueno verlo de nuevo, al menos en un sueño.
-Zelda, si algo sabemos, es que tus sueños no son solo eso. – Diana se puso a su lado. – Eres... especial. Y eso lo saben todos, la única aquí que puede usar magia. Dudo que tus sueños no digan algo que puede pasar.
-... ¿Crees que significa que él...?
-No lo sé, dime tú. – Diana le sonrió.
-No deseo tener mis emociones en medio de todo esto...
-Oh, ahora la Princesa Zelda tiene sus emociones a flor de piel. Si su yo del pasado la viera ahora... ¡El escándalo!
-Púdrete Diana...
La chica soltó una fuerte risa al oír a Zelda. La vida lejos del castillo la ha vuelto más real con ella misma. Eso la hacía querida en todo el lugar. Todos aquí son leales a la Familia Real de Hyrule. Y eso era algo que la misma Zelda... apreciaba.
-Por cierto Diana... ¿Has podido...?
-Zelda...
-Solo digo. Ya ha pasado tiempo. – Ahora era la princesa la que se burlaba. Extraña a la Zeda de antes ahora.
-... No me pidas que supere mi antigua relación tan pronto. Deja que llore un poco...
-Oh por favor... Aun con Blason no dejabas de hacer comentarios que estaban fuera de lugar en relación a los soldados.
-Hey, perdí mi virginidad mujer y me rechazaron al día siguiente. Dame algo de tiempo de duelo... - Diana fingió ofensa. – Que tú desees ser mujer de un solo hombre, es otra cosa.
-Es parte de mi educación.
-Educación mis polainas. Lo dices porque no te quitas a Link de la cabeza. – Zelda se sonrojo un poco. – Y él era un Kokiri, ¿no? De seguro seguirá como hace 7 años. Un niño... pedófila.
-¿¡Y eso por qué!?
-¡Sabes porque! Ya me imagino todo si las cosas se llevan a cabo.
-Eres la peor mejor amiga del mundo.
-¡Gracias!
Ambas se quedaron viendo varios segundos, antes de reír. Algo de normalidad no les venía mal.
-Vamos, hay que ir a donde está mi madre. Creo que se prepara para la reunión de mañana.
-Ngh... Odio a ese Rey y su príncipe. ¿Te lo dije?
-... Miles de veces.
....
En una casa, que se denotaba ser más grande que las demás. Una mujer de cabello rubio hasta los hombros, estaba viendo lo que serían unos papeles. Unos formularios y demás...
-... Apenas podremos soportar los meses que vienen. Todo se pone peor...
-Su majestad.
La mujer se giró y se pudo ver que a pesar de que debía de estar en sus 30 o primeros 40, se notaba cansancio en sus ojos.
-Oh, dime Kain. – El que estaba frente a ella era un Sheikah. De los pocos que habían logrado quedad con Impa.
El joven tenía cabello blanco como la mayoría de estos, sus ojos rojos denotaban seriedad. Además, que su porte denotaba firmeza, así como lealtad. Llevaba la ropa tradicional Sheikah y también, unas cuchillas en caso él deba de pelear.
-Lady Impa ha mandado un mensaje. – Oh, esas eran noticias que no esperaba. – El halcón mensajero llegó esta mañana.
-¿Y que dice?
-Dice que Rancho Lon Lon parece haber sido víctima de un incendio. – La mujer se mostró horrorizada al oír ello, ¿Acaso...? – Dice que no se preocupe, no hubo víctimas. De ningún tipo.
-Entiendo. – Significa que los que la habitaban huyeron y esa era una buena noticia. – Sigue con el buen trabajo.
-Señora... También hay algo más. – Ella lo miró con duda. – Hay reportes de que Bokoblins han estado apareciendo cerca del pueblo. Eso es alarmante, dado que dudo que soportemos un ataque con los pocos soldados que tenemos y sus habilidades.
Era verdad. Selene no deseaba ser negativa, pero si algo sabe, es que el ejercito que tienen, o lo que queda de este, no era el mejor.
Maldijo por lo bajo a Forge y su estúpido ataque suicida hace meses... eso los dejó en mal estado. Pero al menos Ganondorf no sabe nada de ellos... Suena cruel, pero la muerte rápida y total de esos soldados, fue... una bendición.
-... Manda a que vigilen las entradas del pueblo y las cercanías. Tú y los demás Sheikah, sigan con lo suyo.
-... ¿La llamo a ella también?
-Sabes que ella tiene otro trabajo.
-Con su permiso entonces.
Kain se retiró yéndose en las sombras del lugar, a la vez que Selene soltaba un suspiro. Miró la ventana y sentía que cada día solo los acercaba más al final.
-... 7 años... Y ningún día en ese tiempo, ha habido paz.
Ganondorf había convertido el reino que ella tanto amaba en un infierno. Y aunque deseaba detenerlo, no era estúpida para hacer un ataque suicida. No solo ello, tiene que seguir protegiendo a Zelda y la carga que ella porta.
-... A veces siento que... debí de ser más clara y decirte mis sospechas Daphnes. Quizás... - Sabe que nada cambiará el seguir pensando en supuestos, pero era un tipo de alivio el hacerlo. Al menos para ella.
En eso, la puerta se abrió, dejando ver a Zelda y a Diana. Las dos parecían haberse divertido el día de hoy. Y eso la alegraba.
Sabe que su hija ha sufrido por estos años, pero quiere que se sienta al menos libre.
-Buenas tardes tía Selene.
-Hola Diana. ¿Te quedas a comer?
-No, solo vine para acompañar a Zelda. Tengo que hacer unos trabajos. Que me mandó mi madre. Y mi padre desea que también lo ayude en unos tratados. Vendré mañana a la reunión, eso sí. – Se disculpó Diana con algo de pena.
-Entiendo. Estaremos a la espera de tu presencia mañana.
Diana asintió, se despidió de Zelda y salió por la puerta, a la vez que la Princesa la cerraba. Caminó a donde estaba su madre y...
-¿Algún reporte?
-Nada nuevo... Solo lo mismo. Ganondorf buscando los trozos que quedan de la Trifuerza. – Zelda tomó su mano derecha al oír ello. – Ah... y que el Rancho Lon Lon fue reducido a cenizas...
-¿Qué...?
-Tranquila. No hay víctimas que lamentar. – Eso pareció calmar a Zelda. – También, que hay Bokoblins en la zona. Hay que estar alertas. Mandé unos Sheikah a vigilar con unos soldados...
-... Sabes que yo...
-Zelda. – la mujer miró con seriedad a su hija. – Dejé que hagas eso, por una razón. Te alejaba de la culpa y te hizo centrada, pero no es para que puedas ir por ahí. No olvides lo importante que eres y la carga que llevas.
-Lo sé... ¡Es solo que...! – Zelda se puso de puso de pie y caminó a la ventana. – Debería de hacer más. No estar aquí, esperando. Yo no...
-Tu tienes tu misión...
-¿¡Cuál!? ¡Los Sabios no...! No he tenido mensajes de Rauru en 3 años. No desde la muerte de los Sabios... Sé que sobrevivió. Pero...
-Sabes porque debe de estar oculto. – Selene caminó al lado de su hija. – Desde ese día, hemos prestado atención a las leyendas y los textos de los Sheikak. Todo es claro... pero nos falta el Elegido de las Diosas. Sin él... no lograremos nada.
-... Parte de mí, desea que no sea él. Ya ha pasado mucho por mi estupidez. Pero la otra...
-... Oh Zelda. Deja de culparte. – Selene puso una mano en el hombro de su hija. – él lo hacía con gusto y se veía que... no le molestaba.
-... Aun así, no lo hace correcto.
-Todo ha sido decisión de él. No es tu culpa. Deja de pensar eso. Eso solo hará que cometas una estupidez el día que lo veas de nuevo.
-... ¿No es un "si lo veo nuevo"?
-Nah. Ese chico está vivo. Lo sé... Me recuerda a alguien. Demasiado terco y obstinado para morir. Es más, creo que al final, solo hay que esperar el momento preciso para su aparición.
-... Gracias mamá. No sabes lo mucho que me alegra que digas eso.
Selene sabía que su hija seguía esperando. No la culpa... era notorio todo desde que era una niña y aunque han pasado los años, el sentimiento seguía ahí. Zelda quería mucho a ese muchacho, por lo que hacía, lo hizo... por creer en ella cuando otros no.
-No olvides que mañana tenemos esa reunión con el Rey y el Príncipe del Reino de Labrania.
Zelda puso mala cara, pero asintió. Ella tampoco deseaba tener contacto con ellos. Pero era lo que les quedaba. Si desean apoyo, deben de llegar a un acuerdo.
Pero la petición de matrimonio, jamás la va a aceptar.
---
Al día siguiente, Link estaba maldiciendo todo...
-Agh... lo que daría pata recordar esa canción y hacer que llueva...
-No... Solo harías que tengamos un diluvio.
Aunque Navi decía eso, la verdad de las cosas, era que este sol los estaba matando. Epona andaba a paso lento para no cansarse tan rápido por el calor que hacía.
Debido al estado de la zona, el calor era más... bochornoso. Y sabía que sus acompañantes estaban igual, dado que estaba sudando.
-... Link, ¿no crees que deberíamos buscar una cueva o algo para descansar al menos un rato?
-¿Donde? – Marín le refutó a Malon lo que pedía. – Si no lo ves, estamos en medio de la parte de praderas de esta zona. Diosas... Lo que daría porque llueva...
-No ha llovido como se debe en años. – Ingo estaba echado, tratando de no morir rostizado. – Agh... esto es tortura.
-No se queje... - Navi alzó la voz desde donde estaba. – Link, quizás debamos de tomar un respiro. A este paso, hasta los caballos estarán... - Epona dio un relinchido. – No digo que no lo puedas soportar, pero me preocupa tu salud.
Link rio al ver la interacción de esas dos. La habilidad de comunicarse con los animales de las hadas, era útil en estos momentos. Pero le debía de dar la razón a Navi.
Se bajó de Epona, para poder darle un descanso. Pero en ello...
Sintió un pulso en su mano izquierda, así como la sensación de peligro.
Sin perder el tiempo, alzó el Escudo Hyliano. Logrando bloquear una flecha que iba a él.
-¿¡Qué está...!? – Malon dio un grito al ver la agresión contra su amigo, a la vez que veía como de un escondite, salía alguien con una lanza, listo para atacar. - ¡Link!
El muchacho sacó la Espada Maestra tras agacharse para poder acelerar un poco el desenfundarla. Y fue al ataque, bloqueando la lanza con el Escudo Hyliano, aunque la fuerza de la estocada solo hizo que se resienta un poco.
Dio un salto a un lado para para luego impulsarse detrás del sujeto y darle una patada en las rodillas. Este se quejó y cuando Link alzó la espada para dar un corte...
-¡ALTO! – Marín gritó con fuerza, haciendo que el chico se detenga. - ¡Son ellos! ¡La gente con quien me iba reunir!
-¿Marín? – El tipo en el suelo, se quitó la capucha para... - ¡Es Marín! ¡Hey, no sigas!
El hombre le gritó a alguien a lo lejos, para que no siga con el ataque. Este tenía un cabello marrón rojizo, así como también ojos marrones. Su contextura era robusta, perfecta para portar una lanza de gran tamaño.
La gabardina que llevaba con capucha, cubría lo que era una armadura que los soldados de Hyrule usaron. Se puso de pie y Link vio que le sacaba como 20 centímetros... se siente diminuto.
-... Oh, pero es Marín. Pensé que era un enemigo.
Caminando hacia ellos, era una mujer cabello negro corto, mirada afilada y ojos celestes. Vestía como el otro sujeto, una armadura de soldado y una gabardina con capucha. Pero llevaba un carcaj con ella y un arco en la mano izquierda.
-Si, que bueno que no pasó a mayores nuestro error...
-¿¡No!? – Malon alzó la voz al oír ello. - ¡Nos atacaron! ¡Atacaron a mi amigo!
-Que parece sabe defenderse. Y muy bien, por lo que vi. – La chuica miró a Link, quien no había guardado su arma. – Sigue en guardia... ¡Me agrada este chico Shawn!
-Ya Alice. No exageres. Aunque no niego que es bueno... Si Marín no hubiera dicho algo...
-Te pasa por confiado. – La chica negó con la cabeza. – En fin, Marín... decías que solo venías con tu prima. No con más gente. Por eso la confusión.
-Pues... pasaron muchas cosas. Lo lamento...
-No te preocupes Marín. Sabes cómo es Alice. No la tomes en serio. – Shawn calmó a la chica, quien sonrió algo mejor.
-Bah... eres un blandengue. – Alice miró a los que no conocía. – Ella debe de ser tu prima Malon. ¿Y el señor que está ahí...?
-... Es Ingo, trabajaba en el rancho con... mi padre. – Malon respondió, sintiendo que así era mejor y evitaba un mal entendido.
-Vale... ¿Y tú, chico bonito?
Link alzó una ceja por lo dicho, pero prosiguió...
-Link. Me llamo Link... - Navi estaba al lado de él, siendo visible para todos y maldijo eso, demonios...
-... Hey, tiene un hada y su nombre...
-Si. – Alice asintió a las palabras de su amigo. – Tú debes de ser quien la princesa Zelda siempre ha hablado. Eres la envidia del Capitán Blason muchacho. Y se ve que le ganas en apariencia, eres apuesto.
-Alice...
-¿Qué? Solo digo. No lo llevaré a la cama, la princesa me mataría si siquiera lo intento. Pero nadie dice que no pueda mirar. – La chica dio una sonrisa burlona al decir ello.
Shawn negó con la cabeza, al mismo tiempo que Malon y Marín veían a la mujer con molestia por su atrevido comentario.
Link no entendía... ¿Llevarlo a la cama? ¿A dormir...? Oh bueno, tampoco es que desee eso ahora.
-En fin, vamos. Los escoltamos al pueblo. Hay mucho de que hablar.
Shawn tomó el mando, a la vez que Link jalaba a Epona de las riendas. La yegua necesitaba un descanso de él, por lo que decidió caminar.
...
Tras unos minutos de camino, los dos soldados compartieron con ellos el agua que tenían y lo agradecían de gran manera. Aunque también, pesaba mucho que estaban en medio de un calor de los mil demonios.
Link se enteró de que Shawn tenía 20 años, así como Alice. Los dos eran mayores que él. Eso era bueno de saber. A su vez, pensaba que era necesario de entender que...
-Con que eso pasó. – Alice estaba caminando al lado de Marín, quien había contado lo que había pasado. – Esos malditos...
-Ganondorf si que ha crecido en influencia. No es que me sorprenda. – Shawn caminaba a lado de Ingo, que se sentía abrumado por la presencia del sujeto ahí presente. – Pero se ve que eres un buen peleador Link. Lo sentí cuando bloqueaste mi arma con ese escudo.
-Si... Se parece a los que usaban los Caballeros de más alto rango en el Reino hace años... mi padre me decía que tener uno, era símbolo de gran habilidad. – Alice veía el escudo en la espalda de Link. - ¿De donde lo sacaste...?
Link dudó un poco en responder, así que...
-La princesa se lo dio hace años. – Fue Navi la que respondió. – Según ella, era mejor para los encargos que le mandó a hacer.
-Viejo, aun no me creo que tenga un hada frente a mí... - Shawn se mostraba aun muy impactado por la presencia de Navi.
-Pues créelo... - Malon sabe lo que es la sorpresa. Ella misma la había sentido.
Link seguía en silencio, no había dicho nada en cuestión de minutos. Y era porque no sabe cómo tratar con estos extraños. Parece que aún con el tiempo, su costumbre no ha cambiado.
Peor, es que dado el tiempo que ha estado dormido, sabe que algunas de sus actitudes son aún de niño. No puede dejar que las vean. Tiene que estar sereno y firme.
-Dime algo... ¿De donde sacaste esa espada tuya? – la pregunta de Alice lo puso nervioso, aunque lo escondió muy bien. – Por lo que vi a la distancia, es muy buena.
-Es verdad. – Shawn le dio el apoyo a su amiga. - ¿Quién te la hizo? Nos gustaría algo similar.
No puede decir que es el Arma Legendaria. La Espada Maestra... por lo poco que ve, la gente ha empezado a creer en la magia de nuevo. Pero lo de la Espada Maestra lo debe de ocultar hasta que sea el momento preciso.
-Nos la dio alguien en nuestro viaje de 7 años. – Fue Navi la que respondió. – Lamentablemente, no sabemos dónde está esa persona ahora.
Al menos Navi es mejor mentirosa que él.
Alice afiló la mirada al ver que era el hada quien respondía por él.
-Oye, deja que el chico hablé. Por lo que vi, no es mudo.
-Hmph. Link no es de hablar mucho. Así que no importa. Yo doy mejores respuestas.
Si algo era claro, era que se creó un aire tensión entre esas dos. Y nadie quiso decir nada para meterse ahí.
-Por cierto Link... - Shawn le habló al muchacho. - ¿Cómo conoces a la princesa con exactitud?
-Teníamos... una meta en común. Por eso nos conocimos. – Fue una respuesta simple y al punto.
-Ya veo. La princesa es alguien muy querida en el pueblo, pero muchos han oído de tu nombre. – Link lo miró con duda. – La princesa ha hablado de ti más de una vez.
El muchacho se mostró apenado al oír ello. ¿Zelda hablaba de él?
-Ja. Decirlo de esa manera se queda corto. – Alice se rio. – Todos sabemos lo mucho que la persona llamada Link significa para la princesa. Muchos están celosos de ti por estar tan presente en la mente de la Princesa de Hyrule. Decir que el Capitán Blason odia la simple mención de tu nombre.
-¿Blason...? – Ese nombre se le hacía familiar.
-Ah, el ahora líder del ejército. Tras nuestra gran metida de pata por culpa del anterior líder. Decir que somos más una guerrilla que un ejercito, es decir mucho.
-Lo que Alice trata de decir, es que nuestras fuerzas han disminuido mucho. – Shawn no quiso ir a detalles.
-Oí de ello. – Malon se llevó un dedo al mentón y se puso a pensar. – Que un grupo de rebeldes trató de atacar al ejercito de Ganondorf. Pero fue... reducido en poco tiempo. No hubo sobrevivientes. El mismo Ganondorf se hizo cargo de ello. Muchos dicen que estaba tan furioso ese día que se desquitó con ellos. – Nadie dijo nada a lo que Malon había contado. – los rumores son rápidos.
-Pues este no es rumor. Es verdad, no quedó nada. Ni cuerpos que velar. Así de sencillo. – Alice apretó los dientes al recordar que... - Todo por un idiota orgulloso que...
-Alice... - la chica miró a Shawn y se cruzó de brazos. – ella... como muchos, no nos agrada de hablar de ese tema.
-Es entendible. – Ingo asintió. – Nadie desea recordar cosas malas.
El silencio reinó en el lugar, hasta que Navi decidió hablar.
-¿Qué nos pueden decir de esa resistencia que han ido creando?
-No mucho. La idea es tener la fuerza militar para derrocar a Ganondorf. – Alice fue la que habló. – Pero dudo que eso baste. Se ve a lo lejos que el poder de ese sujeto es algo que supera todo lo mortal.
De todos modos, por algo es que Link estaba aquí. Si lo que Rauru le dijo es verdad, su oportunidad yace con los sabios y la liberación de esos templos.
Sólo necesita saber dónde pueden estar y podrá empezar con su trabajo. Sabe que el tiempo es algo que no tienen.
Y eso también hace que su miedo siga creciendo. ¿en verdad él es capaz de hacer esto? Espera no fallar y hacer que el mundo empeore.
Ya es su culpa que Ganondorf haya entrado al Reino Sagrado por tratar de sacar la Espada Maestra. No tiene que...
-Link... - Malon lo sacó de sus pensamientos al tocar su hombro. - ¿estás bien?
El chico miró a Malon, mostrando que no había estado presente en pensamiento.
Él pasó a verla y le dio una pequeña sonrisa, como diciendo que todo estaba bien. Pero ella no le creyó. Lo notaba en su mirada, estaba... con miedo.
La chica tomó su brazo, en un intento de calmarlo y él lo apreció. El gesto era tranquilizante.
Alice notó la actitud de la granjera con ese chico. Con que la princesa tiene competencia... esto será divertido de ver.
En eso, Link se detuvo. Todos lo hicieron y Epona dio un relinchido que denotaba su preocupación.
-¿Link...? – Navi voló hacia su amigo, quien estaba viendo a todos lados.
La Espada Maestra estaba vibrando en su espalda y el dorso de su mano izquierda le estaba ardiendo por una razón.
Siguió con su búsqueda visual, hasta que halló algo.
-¡Abajo!
Link urgió a todos a hacerle caso, a la vez que ponía a Epona y el otro caballo a resguardo tras una roca cercana.
Nadie entendía que hacía, hasta que lo vieron...
A la lejanía, en marcha hacia una dirección que Marín, Alice y Shawn reconocían.
-... Son Bokoblins.
-Y van al pueblo.
Los dos soldados sabían que esto solo significa problemas. Para ellos.
---
En el pueblo, la reunión se estaba llevando acabo.
La presencia de las dos personas que quedaban de la Familia Real era obvia. Ambas vistiendo lo mejor que tenían en estos momentos.
También estaban Diana y su padre, el último un señor que mostraba ser un comerciante que ha recibido buena educación por su buen porte y ropas. Así como Blason, al ser el ahora líder del ejército y otro soldado, que mostraba ser su mano derecha.
-Es grato que nos haya recibido su majestad. – El hombre que estaba frente a ellos, era un tipo que mostraba ser de la realeza, las vestimentas vendían esa idea.
Era algo gordo, viejo y de una expresión que denotaba que tenía confianza.
Aunque a su lado, estaba un joven que vestía ropas finas, caras y con detalles que destilaban su precio exorbitante. Su cabello castaño estaba bien peinado y sus ojos verdes brillaban con anticipación. Era de un porte delgado, pero que no bordeaba lo enfermizo. Se veía que había tenido sólo la vida que un Palacio le puede dar.
Diana hizo un gesto de burla al oír al rey, pero su padre la calló con la mirada y ella se encogió de hombros.
Aquí, estaban presentes sólo los de alto mando y los que si tenían voz y voto en las decisiones que pueden dirigir el destino del Reino De Hyrule.
La mayoría de los antiguos Concejeros murieron en la invasión o huyeron para jamás volver. Y Selene sólo podía cintura en los presentes, exceptuando el rey y príncipe de Labrania.
El reino de Labrania estaba al este de Hyrule. Un reino no tan grande, pero que tenía una rica cultura en sus cultivos y productos naturales.
Recientemente, se han hecho de un buen poder militar y... Selene deseaba que al menos les den algo de ayuda cuando sea el momento de atacar a Ganondorf.
-No es nada Rey Elrick. Sabe que siempre ha sido un placer estas reuniones.
Zelda miró a su madre de reojo, vaya que se había vuelto buena mentirosa y todo una política.
-Lo sé. Y siempre un placer verla a usted y su hija, ¿no lo crees Antony?
-Sin duda que lo es padre. – El príncipe miró a Zelda y le dio una sonrisa. – Princesa Zelda.
La chica solo dio un asentimiento formal. De esos que solo puede hacer para que la dejen en paz. Diosas...
-Creo que debemos de ir al punto de esta reunión. – Selene sentía la incomodidad de su hija. – Queremos saber si tenemos el apoyo que le pedimos hace meses.
La propuesta era simple. Si los ayudaban y salían victoriosos, Selene prometió darle al reino vecino algo a cambio si estaba en sus posibilidades. Además, de que estaba la posibilidad de ese reino de crecer.
-Su Majestad. Sabe mejor que nadie, lo mucho que me gustaría ayudarles. Más por respeto y en memoria del Rey Daphnes, que en paz descanse. – Selene tragó saliva al oír el nombre de su esposo. – Pero sabe que esto es riesgoso. Ese sujeto, Ganondorf, simplemente es un ser fuera de serie.
-Ósea, no desea ayudarnos. – Zelda ya lo intuía.
El nombre de Ganondorf ya había llegado lejos, más allá del reino de Hyrule. Es de esperarse que le teman a la imagen que el Gerudo ha mostrado estos años.
-Lo llaman el Rey Demonio. Debe de ser por algo. – Zelda se mordió la lengua para no decir a nada ante la cobardía de este sujeto. – No veo beneficioso que... arriesguen sus vidas por un reino que está ya en sus ruinas.
Diana vio como madre e hija afiliaron la mirada, la ofensa era grande. Y también vio como Blason tomó aire.
Ella miró a su padre y este negó con la cabeza, intuyendo que con eso, las negociaciones fallaron.
Y era de esperarse, todos los presentes amaban Hyrule. Era su patria y la querían recuperar de las manos de ese maldito. Por lo que los comentarios de este rey no son bienvenidos.
-Por ello, les damos una mejor oferta. – El rey prosiguió. – Podemos anexar este pequeño pueblo a nuestro reino y tendrán todos los derechos de cuidados del reino de Labrania.
-... Supongo que eso no es gratis.
-Su Majestad, si me permite. – El príncipe tomó la palabra. – También nos encantaría contar con la posibilidad de unir nuestras familias. Tengo entendido, que la Princesa Zelda está en la edad donde ya puede elegir un pretendiente. Me gustaría tener la oportunidad de... ser yo.
Y ahí, es que Diana vio como Blason parecía listo para sacar su espada y atacar a ese príncipe por la insinuación tan descarada. Siendo sólo detenido por su segundo al mando de sacar la espada.
-¿Desea desposarme? – Fue la pregunta de Zelda, no ocultando su fastidio. Al diablo la calma y poner una cara neutral.
-Princesa, estoy seguro que alguien de su clase ya debe de estar cansada de esa vida. Su belleza sólo se puede apreciar en un palacio y le aseguro que si se casa conmigo, no sólo tendrá una buena vida, sino que su pueblo podrá vivir más tranquilo dentro de nuestro reino.
El príncipe le dio su mejor sonrisa, algo que pudo encantar a varias chicas por lo que Diana pensó.
Pero eso no servía con Zelda, quien se mostraba seria y fría. A veces siente que su amiga bien puede ser una princesa de Hielo por la frialdad que salen de sus ojos zafiro.
-¿Dice que mi pueblo necesita de un matrimonio para poder vivir? ¿Un intercambio? ¿Un trueque? – Zelda habló con imponencia, tanto que muchos sintieron un escalofrío en sus espaldas por su voz. – No soy un objeto. Y mucho menos mi pueblo necesita de caridad de gente que no desea ni velar por ellos. Así que no, la petición se rechaza.
La cara del príncipe era un poema. Jamás esperó ser rechazado por Zelda.
-Princesa, por favor... piense en los beneficios de...
-Creo que mi hija fue clara. – esta vez fue Selene la que habló. – No deseamos un trato así, donde la mano de mi hija deba de ser una moneda de intercambio. Así no es como operamos.
La mujer se puso se puso de pie, mostrando la actitud de alguien que ha pasado estos 7 años tratando de tener a su gente en pie. De una mujer que la tragedia la ha vuelto más dura y fuerte, así como sabia.
-No digan tonterías, están peleando una batalla en vano. – El príncipe trató de hacerlas cambiar de opinión. – Un reino en ruinas no lo vale.
-Puede estar en ruinas como dice. – Zelda dio unos pasos, el aire alrededor de ella cambio. – Pero es nuestro hogar. Y lo recuperaremos. Con o sin su ayuda.
Antes que alguien más pueda decir algo...
Kain apareció en medio de la sala desde las sombras, asustando a los dos invitados, ya que jamás habían visto a un Sheikah.
-¡Majestades, emergencia! – La reina y la princesa prestaron atención a sus palabras. - ¡Bokoblins! ¡Cientos de ellos! ¡Están por llegar al pueblo!
A esas palabras...
-¡Preparen armas! – Zelda miró a Blason. - ¡Que se preparen para la lucha y defender el pueblo!
-¡Cómo diga majestad! ¡Vamos!
Su segundo al mando asintió y fue tras él a la salida. Diana miró a su padre, quien le dijo que vaya con cuidado.
-Un momento, ¿En verdad van a...?
-Si desea vivir, si. Dígale a los pocos soldados que trajo, que se preparen para la lucha. – Selene mostró la dureza de su mirada al rey que estaba asustado, así como el príncipe. – Ah. Y ya no requerimos nada de ustedes, si les da miedo pelear con unos Bokoblins. Kain, escolta a estos dos con sus hombres.
-A sus órdenes.
Selene salió rápidamente de su casa, siendo seguida por Zelda y el padre de Diana.
-Al menos ya no debemos de preocuparnos por... molestias.
-No seas cruel Alfred. – Selene sonrió un poco a las palabras del hombre. – Bokoblins , no puedo creer que...
-Este siempre ha sido su territorio. Es de esperarse que... estén aquí. No tiene nada que ver con... la carga de la princesa.
Pero Zelda sentía que podía hacer más. Por ahora, sólo puede ir a darle motivación a los soldados que tienen y cuando tenga la oportunidad... actuará. Aunque su madre no le gustó la idea.
---
A las afueras, se puede ver como un enorme grupo de Bokoblins estaba caminando en dirección de donde estaba el pueblo donde quedaban mucho de los supervivientes de Hyrule.
Siendo dirigidos por uno más grande, que portaba una enorme tachar y huesos como joyas que eran las víctimas que había matado...
La invasión estaba por iniciar.
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