Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

«4»

Those who died are justified
For wearing the badge
They're the chosen whites
You justify those that died
By wearing the badge
They're the chosen whites
Those who died are justified


— Me lancé un gas.

— Lo sé, Roger, me di cuenta —dijo Brian abriendo las ventanas para que pasara el olor.

— ¡Eh, ciérrala! Los gases huelen geniales, y este salió con un olor fantástico —dijo—. Tiene tanto olor a... caca.

— Eres más raro que la mierda —bufó.

— Lo sé —se sacó un moco y lo lanzó por la ventana. Brian hizo una mueca de asco—. Brian, déjame oler mi gas.

— No.

— Pedos.

— Roger, no tienes nueve años.

— Pedos salvajes —siguió.

— ¿Qué mierda te pasa? —preguntó Brian con hastío.

— Que quería oler mi peo y me cagaste la oportunidad, repollo —le dijo.

— Deja de decirme repollo, además estás siendo un asqueroso.

— Soy un asqueroso que aportó significativamente al caso, y que se ha ganado tu marchito corazón —guiñó un ojo.

— No te has ganado ninguna mierda, deja de hincharme las pelotas —le dijo.

— ¿En qué sentido te las hincho? —enarcó una ceja.

— Eres un depravado.

— Al menos lo admito, no como ustedes, los estadounidenses que fingen ser santos mientras la sociedad mira —dijo.

— Estás demente también.

— Todos estamos en cierta forma, dementes, la diferencia es entre quienes lo admiten y quienes no —dijo con seguridad—. Tú tienes trastorno...

— No tengo trastorno obsesivo compulsivo, fue un mal diagnóstico por parte del psiquiatra de la academia, que después otro psiquiatra más calificado desmintió —dijo—. Deja de creer que soy un bichito raro como tú.

— Típico de gente que cree estar cuerda —masculló Roger.

— No soy un puto fenómeno —masculló.

— Tener trastornos mentales no te hace un fenómeno, mononeuronal. Solo te hace eso, alguien que padece un trastorno mental. Te recomiendo dejar de ser tan troglodita y tan retrógrado.

— Yo te recomiendo dejar de ser tan raro —contraatacó.

— No gracias, es mi mayor cualidad —expresó guiñándole un ojo. Brian rodó los suyos, notoriamente molesto.

— ¿Puedes callarte? Ya vamos a llegar a la estación y no creo que El Capitan Hutton esté muy feliz por tu desobediencia respecto a entrevistar a la esposa.

— ¿Y? ¡Tenemos una sospechosa! Nadie dice "queremos una compensación monetaria..." —hizo un tono femenino y cantarín, mientras hacía caras extrañas sacando la lengua y poniendo los ojos en blanco.

— Parece que estuvieras teniendo un orgasmo —dijo mirándolo extrañado.

— Esa es la idea, pedazo de babosa con rizos —rodó los ojos y Brian también lo hizo.

— Aún así, te... no, me equivoco, ¡nos van a regañar! —exclamó.

— Uy, qué miedo, el capitán Hutton no podrá darte nalgadas —rodó los ojos.

— ¿Qué mierda pasa contigo?

— Uy el capitán Hutton se enojará con su baby boy —siguió molestándolo.

— Roger, para —dijo molesto.

— Y tendrás que pedirle perdón a tu daddy chupa-

— ¡Ya cállate, por la mierda! ¡Cállate! —le gritó.

— Iba a decir el lomo, cochino de mierda, recuerda que tú eres el chupalomos —le dijo. Brian rodó los ojos, perdiendo la paciencia.

— Eres insoportable.

— Gracias, guapo —le guiñó un ojo.

— Además tengo pareja, y no es el oficial Hutton —siguió.

— Poco me importa, la verdad —dijo Roger. Brian rodó los ojos.

— Y es una chica.

— ¿Para qué tienes que probar tu heterosexualidad, Brian? —enarcó una ceja.

— ¡Bien, no es mi novia! Pero sí hemos salido.

— Nadie te preguntó, Brian —repuso Roger.

— Ugh, qué insoportable.

— Lo sé, yo también estoy saliendo con alguien —dijo con normalidad—. Se llama Chris.

— Bien, no me importa.

— A mí tampoco me importaba tu supuesta novia, y aún así me lo dijiste —repuso.

— Dios, ¿cómo puedes ser tan irritante? —preguntó con fastidio.

— Es mi talento natural —sonrió.

— Como sea, solo cállate —suspiró.

— Nop.

— Taylor, cállate —insistió.

— Manzanita del Perú, cuántos años tienes tú.

— Dios mío, ya vas a empezar —masculló.

— Todavía no lo sé, pero pronto lo sabré —siguió cantando—. Tengo uno, tengo dos, tengo tres...

— Cállate.

— Tengo cuatro, tengo cinco.

— ¡Ya cállate, maldita sea!

— ¡Tengo seis, tengo siete, tengo ocho! —comenzó a gritar.

— ¡Cállate! —le gritó más fuerte.

— ¡Tengo nueve, tengo...!

May no lo soportó más y le empujó con brusquedad la cabeza contra el vidrio, dejando a un Roger tieso, con los ojos abiertos y la boca entreabierta.

El semblante del mayor cambió a uno horrorizado, y rápidamente comenzó a revisar a su compañero. ¿Acaso estaba muerto? ¿Lo había asesinado? ¿Acaso estaba volviéndose alguien que era incapaz de medir su fuerza? Quizás eso era, o quizás estaba despertando una bestia en su ser, y el pobre e inocente Roger había pagado ante eso.

— Roger. Roger, mierda, Roger, reacciona —comenzó a sacudirlo con exasperación, con miedo—. Roger, no te mueras, maldita sea, perdóname, Roger, por favor.

— ¡Já! ¡Te la creíste! —exclamó el rubio comenzando a reír a carcajadas mientras Brian lo miraba perplejo—. ¡Tu cara! ¡Estabas aterrado! —siguió riendo—. ¡Te veías tan estúpido!

— Maldito hijo de puta, pensé que te había matado —bufó, sin evitar soltar con ello un suspiro lleno de alivio. Pese a no soportar a ese maldito renacuajo con cara de ángel, no quería asesinarlo. No era capaz de arremeter contra una vida.

— Oww ¿te preocupas por mí, ricitos? —preguntó con sorna.

— No —respondió de forma seria.

— Oww, sí lo haces, sí lo haces —le apretó una mejilla y Brian le dio un manotazo en la mano como si fuera un gato engrifado—. Algún día seremos novios, ¿sabes?

— Sí, seguro —soltó una risa sarcástica—. Y fíjate que después nos vamos a casar —dijo con ironía para después hablar seriamente—. Escucha, Roger, no me gustas, no me atraes, y mucho menos lo harás alguna vez. Prefiero tragarme un alambre de púas antes de tener algo contigo.

Y entonces la expresión de Taylor cambió drásticamente, a una que denotaba tristeza. Sus ojos se llenaron de lágrimas y miró hacia la ventana.

— Ya para con tus juegos, no tienes seis años —lo reprochó Brian. Pero notó como el contrario soltaba un sollozo.

«Mierda, verdad que está trastornado» pensó el rizado con pesar.

— Oh, no te pongas así... lamento lo que dije... eres un chico lindo, te daría oportunidad, pero no me gustan los chicos y...

— ¡No me gustas, maldita bola de estambre! —le gritó entre sollozos, que más denotaban molestia—. ¡Me heriste los putos sentimientos, hijo de la gran puta, pedazo de animal con sífilis, adefesio mugroso, escarabajo putrefacto, con lepra, con sarna, con...!

— Lo siento, lo siento, lo siento —intentó calmarlo—. Entiendo que esto sea difícil... con la bipolaridad es normal que reacciones así.

— ¡Esto no es por la bipolaridad, pedazo de ignorante! ¡Es por el TPL, idiota! —exclamó limpiándose las lágrimas—. Maldita sea —miró hacia abajo con frustración y soltó otro sollozo.

— Yo... lo siento —dijo en voz baja.

— Estoy tan solo, por la mierda —masculló intentando calmarse. Brian lo miraba preocupado, y Roger lo miró con cólera—. ¡Lárgate, maldito hijo de perra!

— Roger, cálmate, por favor, quiero ayudarte.

— Necesito aire, déjame bajarme —dijo frotándose los ojos.

— No, Roger, me tienes preocupado, no dejaré que te vayas así como así... vamos, déjame darte agua.

— ¡No quiero tu maldita caridad, estoy bien, solo quiero mi medicina! —gritó, y comenzó a murmurar—. Manzanita del Perú, cuantos años tienes tú, todavía no lo sé, pero pronto lo sabré, tengo uno, tengo dos, tengo tres...

Brian lo miraba con cierto pánico. No podía mentir que la locura de su compañero lo estaba atemorizando. Pasaba de un estado mental a otro, y pese a que en su ignorancia pensó que era por su bipolaridad, había resultado ser por el trastorno de personalidad límite, como le había indicado.

— ¿¡Dónde mierda está en ansiolítico!? —gritó—. Tengo cuatro tengo cinco, tengo seis...

— Yo... ¿ne-necesitas un hospital? —preguntó con temor.

— No, no gracias, Bri... —suspiró—. Creo... que ya pasó, lo siento —se frotó el rostro—. Manzanita del Perú, cuántos años tienes tú...

Brian lo dejó que cantara el resto del camino. Roger se detuvo en sesenta y cuatro, ya más tranquilo, y mirando a la ventana.

— Odio tener esta mierda, me odio, me odio, me odio —masculló.

— Hey, piensa que pese a eso, eres un detective y un policía increíble —lo consoló Brian intentando que se le pasase lo que sea que estuviera teniendo.

— ¿Crees que soy un policía increíble...? —lo miró asombrado.

— Sí, Rog... ¿acaso no te viste en la escena del crimen? ¿O entrevistando a Natalie Manson? ¡Eres increíble! Además, por algo te graduaste antes...

— Solo fue porque tenía una euforia causada por la bipolaridad —masculló.

— Aún así, salvaste a muchos la siendo solo un cadete. Cuéntame cómo fue.

— ¿Cómo fue qué? —preguntó.

— Tu experiencia en ese tiroteo donde salvaste a todos.

— ¿Qué tiroteo?

Brian pudo soltar por fin una risa ante sus bromas, dando por confirmado que el rubio se sentía mejor.

— Tú sabes, Rog.

— No, no lo sé —continuó sonriendo con sorna. Brian le bajó la gorra del uniforme cubriéndole los ojos—. ¡Bien, bien, sí sé! —exclamó riendo. Brian también rió un poco.

«Estábamos haciendo unas pruebas cuando sentimos unos disparos.» comenzó «Al inicio pensamos que solo era un simulacro o que estaban practicando tiro, hasta que comenzó a sonar una alarma y nuestros superiores comenzaron a asustarse

«Nos equiparon con lo necesario, todos estaban cagados de miedo, me incluyo. Creíamos que íbamos a morir, y aún éramos demasiado jóvenes para eso. Tuvimos que salir a ayudar a los oficiales superiores a controlar la situación. Dos de mis compañeros murieron, siete resultaron heridos. Otros civiles también. Habían al menos ocho personas disparándose. Hombres y mujeres, que no cesaban el fuego tanto entre ellos, como hacia nosotros. Pensé que iba a morir.»

«Pero por primera vez en mi vida, mi bipolaridad me jugó a favor. Es una mierda tenerla, pero había olvidado tomarme el litio esa mañana, y estaba empezando una euforia que frené a penas todo terminó con medicación. Tomé un fierro, le disparé a tres, uno murió. Los otros estaban heridos. A un cuarto lo dejé inconsciente con un fierro en la cabeza y los demás huyeron.»

«Me sentí el rey del mundo. Me sentía la ley viva en dos piernas. Me sentía superior a mis compañeros, a mis superiores incluso. Me sentía superior a los idiotas que habían comenzando el tiroteo, y me sentí orgulloso de haberle quitado la vida a uno.»

Brian lo escuchaba atento. Con cierto temor tras oír lo último, pero sin dejar de prestarle el máximo de atención.

— Hasta que mi episodio eufórico terminó —sonrió con tristeza y se rascó el cuello—. Fue apenas desperté al día siguiente de haber tomado el litio. La noche anterior estuve celebrando.

«Me sentía como la mierda. Me sentía un asesino. No solo había matado a ese loco, sentía que le había fallado a mis dos compañeros caídos. Que mientras sus familias lloraban sus pérdidas yo estaba en un bar. Tomando Stella Artois y celebrando, riéndome, disfrutando.»

«Y no podía dejar de pensar que el gran Roger Taylor, era solo un muchacho asustado. Era solo un asesino primerizo que era tan maldito, tan demente, que pese a haber matado a tres personas... había ido a celebrar su supuesto triunfo.»

Roger suspiró tras su relato y miró al techo de la patrulla. Brian soltó otro suspiro y lo miró.

— Cualquiera hubiera tomado esa medida, Rog —lo quiso consolar—. Era un tiroteo. Eran ellos o tú, ellos o los civiles del lugar, ellos o tus demás compañeros.

— Pero ese loco tenía familia. Investigué, tenía una hija, Brian. Una hija. Y la niña tenía unos cuatro años —lo miró con tristeza—. Esa niña no tenía la culpa de nada, y por culpa de un asesino vestido de policía, tendrá que crecer sin un padre.

Brian suspiró, mirando el camino.

— Hay cosas que no podemos controlar. Quizás ese padre hubiera sido peor tenerlo cerca —dijo.

— No sé, Brian... —suspiró—. Me da miedo acercarme a la familia y hacerles daño. Solo... les envío cartas en navidad y en festividades. Pidiéndoles perdón. Nunca han respondido. He hecho lo mismo con la de las familias y ellos me dicen que no es mi culpa, pero yo sigo sintiendo que lo es.

— No fue tu culpa, Rog.

— No solo maté a ese tipo. No pude salvar a mis compañeros. Ni a esos civiles muertos. Sí, salvé a muchos, pero no a todos. Eso no es un triunfo completo, y para mí un triunfo a medias simplemente no es uno.

Brian estaba viendo por primera vez el lado humano de Roger, y se sintió mal por él. Se sintió afortunado. Sintió lástima por aquel desquiciado y trastornado chico.

— Aún así. Piensa en las cosas buenas de ese día —repuso.

— Oh, mato a tres personas y cientos de civiles y me dan una medalla y además me hacen graduarme antes. ¡Yupi! —dijo con ironía—. Mi alegría por mi supuesto éxito solo duró lo que duró la euforia causada por la bipolaridad.

Brian volvió a mirarlo preocupado y le dio una suave caricia en la espalda. Luego volvió a mirar el volante.

— Tranquilo, tener un trastorno mental no te hace alguien loco —imitó en cierta parte su frase, al no recordarla textualmente.

Roger soltó una risa desanimada y lo miró.

— Gracias, Brian. Aunque seas un idiota y no me dejes cantar la manzanita del Perú.

— Para eso estoy —aseguró. Y se dirigieron a la estación.

N/A: no romanticen la bipolaridad xfa. Intento no hacerlo xd, si parece que lo estoy haciendo, perdón pero no es la intención y se verá a lo largo de la evolución del personaje de Roger

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro