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Seas tú ángel o demonio

"Los gatos negros te traerán mala suerte."

Recuerda haber escuchado aquello varias veces, las advertencias de la gente supersticiosa poco le importaron incluso en la infancia pero no sería eso lo que hiciera que su vida fuera marcada por la tragedia.

Siempre amó a los animales y sus padres le llegaron a permitir conservar consigo varios tipos de mascotas, sin embargo hubo una que fue rechazada a pesar de ser la más adorada por Poe.
La primera vez que su vida se cruzara con un gato negro estaba aún en la temprana niñez, un encuentro que se grabara en su memoria al hallar a ese compañero cuya presencia se volviera imprescindible en cada uno de sus días. A pesar de que su familia se negara a conservarlo buscó la forma de cuidarle, escapando cuantas veces pudiera para llevarle comida y pasar tiempo juntos.

Ese gatito fue en un principio desconfiado pero no tardó en acceder al afecto sincero que Allan le ofrecía, volviéndose luego una sombra que vivía apegado a él y se mantuviera a su lado por varios años.

Fue entonces como, poco antes del inicio de su adolescencia, su querido amigo le sería arrebatado de una forma cruel; cayendo en manos de esas personas con temores ridículos sobre la falsa naturaleza que veían en criaturas inocentes a causa de su ignorancia. Su amada mascota fue herida, destrozaron uno de sus ojos y le estrangularon al colgarle desde la rama de un árbol. Aquel día se convirtió en una de sus pesadillas más frecuentes durante los años posteriores y no hubo momento en que no se reprochara el no haber sido capaz de protegerlo de la maldad del mundo, un mundo donde puedes ser juzgado y condenado por el simple hecho de ser desagradable para alguien aún si no hay un sólo motivo lógico para ello.

Pasó mucho tiempo en el que Edgar rechazara la idea de tener una mascota, pero como una extraña jugarreta del destino, poco después volvió a cruzar su camino con un segundo gato negro que le siguió hasta casa y al cual, sin poderle negar la entrada, decidiera esconder de sus padres resguardándolo dentro de su habitación.

El animalito tenía un gran parecido a la mascota que perdiera anteriormente, exceptuando por esa única mancha de pelaje blanco que rodeaba su cuello, detalle que su mente llena de nostalgia relacionó con la semejanza a la marca de una soga. Por ello creció en él un afan de sobreprotección que le llevara a mantenerlo lejos de todo aquello que considerara peligroso, obstinado en no cometer el mismo error que en el pasado le arrebatara a su querido compañero.

Pero parece que algo se encargaría de intervenir por segunda vez en sus planes, presentándose como una señal más cruda y específica, aterrando el corazón de Edgar.

Un incendio en casa mientas él y sus padres estaban fuera parecía una tragedia general pero el chico no pudo evitar estremecerse al saber que el fuego parecía haber iniciado desde su habitación. No encontró razón lógica para ello por más que lo pensara y sólo le quedó caer de rodillas llevándose una mano al rostro, afectado por las náuseas que su estado nervioso le diera en consecuencia de la imagen que se encontrara al mirar los escombros del lugar.

En una de las paredes, como si se tratara de una pintura grabada por las mismas llamas que consumieron el lugar, estaba la silueta de un gato.

Después de aquel incidente la familia se mudó, comenzando desde este hecho una cadena de acontecimientos que llevaron al declive la hasta entonces estable relación con sus padres. La salud de su madre se volvió más frágil, el temperamento de su padre se hizo cada vez menos tolerable para él y pudo sentir en si mismo cómo algo no andaba bien;todo el tiempo se encontraba desanimado o molesto y a veces iniciaba discusiones sin sentido.
Se sentía ahogado en la mala energía que parecía transmitir esa nueva casa, condición que afectara a todos los integrantes pero pareciera únicamente reconocida por él y nadie más.

No pasó mucho tiempo para que la frustración de ese modo de vida le hiciera a abandonar su hogar antes que su padre decidiera cumplir una de esas constantes advertencias sobre enviarlo a un colegio militar, amenaza adornada con la excusa de las conexiones que poseía en aquella institución y las cuales podrían asegurarle su futuro.
Teniendo eso en mente Edgar se aferró a continuar estudiando en su actual preparatoria a pesar de la distancia que se marcara entre ésta tras la mudanza, situación perfecta que le permitió conseguir su propio departamento cerca aunque la presión de ese hombre continuara luego sobre su rendimiento escolar. No le importó, siempre que pudiera sentirse lejos de la sofocante vibra de aquella casa.

Aunque luego pensaría mejor sobre si ese era el verdadero origen de tan desagradable sensación.

Fue poco después de la llegada a la residencia que lo encontró a él...

Regresaba de hacer sus primeras compras para la cena cuando sus pasos se detuvieron ante un pequeño obstáculo en el camino, la incertidumbre lo dejó quieto sin saber cómo debía proceder al tener a un pequeño gato negro frente a su puerta.
El felino se hallaba recostado en el tapete colocado fuera del departamento y sus orejas se movieron al percibir la presencia del estudiante, los ojos verdes se mostraron como una joya entre la oscuridad del lustroso pelaje negro y se levantó con pereza estirando su cuerpo en medio de un bostezo antes de dar sus primeros pasos.

Aún pasmado por las innumerables emociones mezcladas que brotaran a partir de esa imagen sólo le vio llegar hasta él, sentándose justo delante antes de maullar por primera vez esfumando con ello el temor del que había sido preso y derritiendo en ternura su corazón.

Todavía tiene grabada la emoción transmitida por esa mirada esmeralda en aquella ocasión, aún cree fervientemente que parecía intentar decirle algo.

Como si clamara un "Al fin te he encontrado."

Despertó por un ligero dolor en el cuerpo derivado de la presencia de un peso incómodo y al intentar moverse para aligerarlo recibió un quejido adormilado que le hizo mirar hacia abajo. La vista se enfoca en su mascota o más bien la forma humana de ésta durmiendo sobre él; la cabeza y los brazos descansando en su pecho mientras que una de sus piernas estaba entre las suyas.

Olvidó la idea de moverse en parte para evitar que el otro despertara y enfrentarse a un momento incómodo pero también, y su principal razón, el no perturbar la imagen tan pacífica del azabache que todavía dormía profundamente.

La habitación era iluminada por la luz del día, lo suficiente para saber que estaba cerca de la hora de levantarse y a pesar de eso continuó quieto, apreciando con mayor detalle las características físicas de ese demonio.

Aunque si lo pensaba bien no podría llamarle de esa manera en aquel momento pues, dormido tal como estaba, lucía bastante diferente a lo habitual. Le parecía que la calma en su placentero descanso lo hacía ver más vulnerable y la forma en que sus manos se movían a veces, reforzando el agarre su ropa, le llegó a parecer demasiado tierno.

Más que un demonio, justo ahora estaba más cercano a verse como un ángel.

Espera...¿Qué acababa de pensar?

La reacción a sus mismas divagaciones se expresa en un movimiento involuntario que hace a Edogawa removerse, un gemido perezoso salió de su boca reprochando la interrupción de su siesta y aún sin querer levantarse sólo se encoge en su sitio buscando luego cambiar su postura haciendo que el más alto se tensara al sentir un roce accidental contra su entrepierna.

Ranpo apenas abre los ojos un poco y una expresión curiosa parece despertar por los latidos que resuenan junto a su oído, demasiado ruidosos a su parecer. Y Poe no conseguía comprender como era posible que pudiera pasar de verse dulce e inofensivo a volver a ser ese astuto demonio con tan sólo exponer aquellos orbes esmeralda y sonreirle de esa manera.

Incapaz de sostenerle la mirada sólo la evita sintiendo al más bajo incorporarse con lentitud pero sin bajarse de encima, cuando vuelve a girar el rostro para tratar de saber la razón de su demora encuentra ese rostro demasiado cerca, poniéndole más nervioso porque luego de eso recibiera el roce de su nariz en una suave caricia contra la suya.

Se seguía comportando como un gato a pesar de que ha adoptado una forma humana... ¿O es que no es consciente de que lo está?

—R-Ranpo...—Murmura indeciso y el otro parece reaccionar, se aparta un poco como si no comprendiera algo hasta unos instantes después.

No dice nada pero la expresión de su rostro había cambiado sin que el más alto pudiera entender el motivo detrás de esa decepción encubierta por un puchero infantil y el repentino arrebato que lo llevara a apartarse de él para ocupar un espacio en el otro extremo de la cama, una clara muestra de rechazo.

¿Se ha enojado?

¿Por qué?

Aún confundido se levanta, mira el reloj del buró corroborando que tenía el tiempo justo para prepararse antes de ir a clases por lo que decide dejar de lado el asunto un momento.

Edogawa por su parte sólo continuaba fingiendo que dormía, escuchando los pasos de un lado a otro y ruidos fuera de la habitación para luego percibir la presencia de su humano de nuevo acercándose.

—Ranpo, despierta.

Ignorándolo simplemente se removió en su sitio soltando un débil quejido en señal de molestia ante su llamado.

—Ranpo, sé que estás escuchando.

A esa voz se suma el contacto de una mano sobre su hombro con el fin de moverlo para hacerlo levantar y no tuvo de otra que girarse para prestarle atención, eso después de haberle dado una pequeña mordida antes de que su diestra se alejara de él.

—¿Qué quieres?—Exige desganado.

—Si vas a seguirme a la escuela de nuevo deberías levantarte de una vez.

—Es demasiado temprano aún.—Se excusa, regresando a su posición.

—No, no lo es.

—Sí lo es.

Suspirando rendido se aparta un poco de la cama, observa al más bajo quien le daba la espalda mientras abrazaba una de sus almohadas y se tomó un momento para pensar una manera de conseguir su objetivo.

—Si recuerdo bien dijiste que querías conocer este mundo desde una perspectiva humana ¿verdad?

Edogawa gira el rostro lo suficiente para mirarle de soslayo permitiendo a Poe continuar sin saberse ignorado.

—Bueno, si eso es lo que buscas puedes empezar conociendo el modo de vida de un estudiante, un estudiante normal.—Continúa.—No necesito recordarte que en esto estamos juntos, el pacto requiere algo de ambos y podemos cooperar para que no sea un problema, ¿bien?

Frunciendo los labios y exhalando rendido Ranpo se incorpora, al llegar al borde de la cama inclina la cabeza en un gesto resignado.

—Bien.

—Gracias.—Concede aliviado alcanzando a tomar la mano del azabache para de la cama y hacerlo seguirle.—Ya me he adelantado un poco, sólo ve a tomar un baño y alcánzame en la cocina.

—¿De qué estás hablando?—Poe siente al otro tensarse mientras pronunciaba aquello, no sabe qué es lo que no pudo haber entendido y pensaba repetir todo de nuevo cuando la respuesta a su dilema fue expuesta en el gesto de desagrado de Ranpo.

¿También ahora debía pasar por lo mismo? ¿En serio?

—Si vas a pasear por ahí como un humano debes...

—¡No quiero!—Interrumpe, negando con firmeza.

—¡De acuerdo! Entonces usa tus poderes para asearte.—Propone cruzandose de brazos.

—¿Por qué debería desperdiciarlos en algo como eso?

Seguro de que la discusión no los llevaría a resolver algo y por el contrario estaba retrasándoles más de lo necesario se limitó a sujetarlo de nuevo, empujándolo por los hombros pafa conducirlo al baño a pesar de la resistencia ejercida por Edogawa.

La puerta del cuarto se abrió de golpe chocando contra la pared, la posición había cambiado en el transcurso del camino pero aunque Ranpo se hubiese movido o usara uñas y dientes para impedir seguir siendo empujado acabó sobresaltandose al sentir el borde de la bañera a sus espaldas.

El sonido del agua que continuaba llenando la tina le alarmó y pasando de los intentos de Edgar por hacerle ceder sólo pudo moverse con insistencia rememorando el rechazo por la situación, rasgo que se mantenía en su ser después de los años vividos en el cuerpo de un gato; sin embargo el movimiento brusco género el efecto contrario llevándolos directo a la bañera.

Poe se quejó adolorido por algunos golpes en la dura superficie abriendo los ojos de a poco luego de cerrarlos con fuerza debido al susto, gruñó exasperado y dispuesto a reprender al causante del accidente. Lo habría hecho de no ser porque éste se encontraba ocultando el rostro en uno de sus hombros, aferrándose a él aún después de que estuviese parcialmente hundido en el agua. Le escucha murmurar algo pero no lo entiende, Ranpo se aparta para tratar de hablar con mayor claridad, algo que si bien debería haber funcionado sólo pudo dejar al estudiante más aturdido de lo que estaba.

—¡Sácame!—Su exigencia que quiso tener un tono molesto acabó como súplica debido al desagrado por el contacto repentino que le empapara casi por completo.

Pero el otro no se mueve, aún tratando de procesar el efecto que esa vista había generado en él y acaba sonrojandose avergonzado por los pensamientos ridículos que habían poblado su mente apresurado luego en intentar salir de la tina. Las manos mojadas trataron de apoyarse en el borde fallando por completo llevándole entonces a caer sobre Ranpo y el gemido adolorido de éste sólo le pone más nervioso.

—¡Perdón!—Su disculpa se repite varias veces mientras intenta levantarse y Ranpo busca lo mismo por su cuenta consiguiendo con ello parar en varias posiciones vergonzosas e incómodas hasta que ambos lograron incorporarse en la bañera; con las ropas completamente mojadas y desarregladas, aferrándose cada uno a los brazos del otro en un agarre tembloroso, temiendo poder resbalar otra vez.

—¿Entiendes ahora por qué odio esto?—Recrimina Edogawa sacudiendo la cabeza para apartar el cabello que se le había pegado a la cara.

—Habría salido todo bien si no hubieras hecho tanto lío al entrar.—Contraataca Allan liberando una de sus manos pasándola por su rostro buscando también despejar su vista, llamando así la atención de ese demonio que no pudo evitar contemplarle en detalle.

—¿Y bien?

—¿Qué?

—Ya me tienes aquí, ¿Cuándo se supone que comenzarás a bañarme?

—¡E-Eres una persona no un gato! ¡Puedes hacerlo por ti mismo!

—Como si supiera...—Resopla indispuesto, no le toma mucho recuperar su sonrisa tras pensar en algo para ganar esa discusión.

Inclinándose hacia delante consigue desequilibrar al más alto llevándolo hacia abajo y colocándose encima le evita cualquier oportunidad de levantarse.

—Parece que has olvidado lo que tú mismo dijiste antes.—Le insinúa, ignorando la tensión visible de Poe al tenerlo tan cerca.—Aprender a vivir como una persona normal, ¿Eso me has propuesto? Bueno, pues cumple con tu parte y enseñame como hacerlo.

Cuando advirtió que Edgar estaba por negarse movió la cabeza en un gesto reprobatorio y sin perder la confianza sólo suspira antes de adelantarse a interrumpirle.

—Sabes que de lo contrario no voy a dejarte salir.—Advierte sin mostrar interés.—Es realmente tarde, ¿No crees?

Exhalando rendido Poe no encuentra más opción que ceder dejando en el otro una satisfecha sonrisa.

Definitivamente los gatos negros no le habían traído mala suerte pero éste estaba haciéndole la vida más complicada de lo que ya era.

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Próximo capítulo:
Cacería

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