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La ley del territorio

El agarre que los une no pierde su fuerza, Ranpo guía a Edgar sin dirigirle aún una sola palabra y el estudiante se siente un tanto tenso por la seriedad tan ajena al carácter habitual que ya conocía. Quiere preguntar el porqué de la repentina salida y la actitud que tomó ante Fyodor, también la razón por la que éste quisiera hablarle. Pero el segundo choque contra su hombro por lo que iba del día impide su intento de adentrarse al tema, se gira hacia el grupo para disculparse pues al estar siendo llevado por el otro no pudo evitar aquella fricción, a pesar de que el mayor daño se lo había llevado él.

—Fíjate por dónde vas.—La expresión molesta sigue a cierta confusión y termina con una sonrisa burlona.—Vaya...¿Edgar está fuera durante el almuerzo?

La incomodidad de Poe es notoria y ni siquiera la disculpa sale de su boca. Por razones como éstas se quedaba dentro del salón en la hora de descanso...para no cruzarse con ese tipo de personas.

Un grupito de tres, todos ellos venían molestandole desde varios meses atrás por conflictos con la familia del padre de Edgar. Rencores heredados hacia la sola mención del pellido Allan clasificando a su hijo como receptor de venganza. Los mismos tres chicos que, al no compartir aula con él, utilizaban la hora de salida para amedrentarlo en su camino a casa, la última vez iniciando una pelea injusta en el callejón donde acabaron golpeandolo y apropiándose de su dinero.

Prefiriendo no meterse en ningún problema intenta darse vuelta para retirarse, inconscientemente reforzando la unión de su mano con la de Ranpo y para no involucarlo en su situación da un paso para cubrirlo evitandole recibir la atención de ellos.

—Hey...¿A dónde vas?—Con un tono divertido que disfraza mal el desprecio lo detiene tomándolo por la muñeca y elevando esta a la altura de sus rostros.

—¡No te vayas tan pronto!—Apoya otro.

Edgar se queja por la presión en su herida, la expresión de dolor es un aliciente para aquel que le sujeta por lo que los dedos aplican más fuerza sobre el área.

Sin embargo ante su vista otra mano aparece para posarse en el punto de tensión con un toque hasta cierto punto delicado. La repentina intromisión del azabache extraña al chico que termina soltando a Allan pero no cede por completo al freno impuesto por sus acciones.

—Lo siento pero ha sido suficiente, ¿Podrían dejar de hacerle perder el tiempo?

Sin dar crédito a la intervención del azabache incluso Poe no encuentra cómo reaccionar. Al salir de su expectación el estudiante que había sido casi obligado indirectamente a soltar a su víctima enarca una ceja mirando al de orbes esmeralda.

—¿Qué es esto? Ah...Lo entiendo.—Sonríe retomando su postura confiada.—¿Te has atrevido a salir sólo porque has conseguido a alguien que interceda por ti ahora?

—Ranpo...—Murmura Allan de un modo temeroso sintiendo el vacío de su propia mano ante la ausencia de la del azabache llevándola por instinto hacia el brazo de éste pidiéndole así retroceder.

—Edgar...sabes bien que otros amigos te han dejado antes.—Comentan de forma hiriente.—Él no tardará en hacerlo también.

Sin poder argumentar algo al respecto permaneció en silencio como una manera de aceptar esas palabras pero una risita le hace levantar el rostro que se muestra confundido por el repentino gesto de Ranpo.

—¿Dejarlo dices?—Habla con una sonrisa.—¿Por qué haría eso?

Retrocede hasta alcanzar a Edgar, la mirada cargada de recelo no pierde de vista al resto mientras rodea al más alto con sus brazos aferrandose a su costado.

—Esta persona me pertenece asi que ustedes no volverán a tocarlo ¿De acuerdo?

¿Pertenecerle?...¡Alto! ¡¿Por qué tenía que decirlo de esa manera?!

Ellos...

—Espero que lo hayan entendido.—Murmura tras soltarlo volviendo delante del grupo para elevar una mano dejando que las puntas de los dedos apenas tocaran el pecho del chico quien, a pesar de no haberse tratado de un contacto firme, retrocede como si recibiera un leve empuje.—Porque siempre puedo explicarlo de otra forma.

Gruñendo fastidiado el chico busca apartar el contacto con brusquedad pero Ranpo aparta la mano antes de que alcanzara a tocarle pareciendo ya desinteresado en su existencia.

—¡¿Quién querría acercarse a ustedes, par de raros?!—Declara llamando a sus compañeros a retirarse.

La mueca de desagrado y malas miradas recaen tanto en el azabache como en Edgar quien todavia no sabe cómo reaccionar a la escena que había despertado el interés de otros alumnos de diferentes clases que rondaban el pasillo. Mira a los otros irse y aunque la situación no había sido cómoda...no recordaba a nadie actuando de esa forma por él hasta ahora.

—Ranpo...

—¡Bien! ¡La gente molesta ya no es problema!—Con una voz notablemente más animada se da vuelta y Poe no puede ante la diferencia de esa actitud de antes frente a la que veía ahora.

Ranpo suspira más relajado, desahogar su tensión acumulada contra otros disminuyó el malhumor provocado por Dostoyevski.

Por su parte Allan se percata de cierto ardor en el área cubierta bajo las vendas, al revisar nota un par de manchas de sangre generadas por la presión sobre su herida.

—Yo...Necesito hacer algo. ¿Puedes esperar aquí?

—¿Eh? ¿Por qué? Ya te lo dije, no puedo estar...

—¡Debo ir a los baños para cambiar una de mis vendas! ¡No tienes por qué seguirme incluso allí!—Exclama elevando el tono de voz sin querer.

—Lo he hecho antes.—Contesta con simpleza sin encontrarle lo malo.

—¡Era diferente!—Se defiende sin poder evitar sonrojarse de golpe recordando las ocasiones en que un curioso gatito se colaba en la ducha y asustado por el agua terminaba llendo de un lado a otro sin hallar de nuevo por dónde salir, obligándole entonces a tomarlo con cuidado para alejarlo de la regadera.—¡No vuelvas a mencionar eso! Por favor...¿Es demasiado pedir que me esperes sólo un par de minutos?

—Bien.—Concede sin estar del todo conforme.

Cuando el otro sigue por el pasillo Ranpo exhala resignado apoyándose en la pared obligado a permanecer en ese sitio al menos por el momento.

Edgar termina de colocar la venda limpia sobre el corte tratado en el hospital, arregla sus mangas para cubrirla y abriendo la llave del grifo toma un poco de agua para lavarse la cara; se apoya en la losa del lavabo dejando que la frente tocara el espejo esperando a que el sonrojo pasara por completo.

Un casi imperceptible chillido junto al sonido de rasguños llaman su atención y se endereza extrañado recordando que al entrar el lugar estaba vacío.

—¿Cómo estás pagándole a Edogawa?

Jadea asustado retrocediendo por impulso al no haber sido capaz de notar la presencia del dueño de aquella voz suave que ahora tenía un tono curioso.

—¿P-Pagándole? No entiendo...de qué hablas.—Titubea sintiéndose intimidado por la profunda mirada violeta.

—De la forma en que está tomando tu alma.

Aún aturdido consigue entender aquello y la confusión crece al mismo tiempo que el rubor de sus mejillas al tener en mente la respuesta que el otro quiere pero negándose a decirla.

—Espera.—Niega evitando responder buscando en su lugar hacer sus propias preguntas.—¿Cómo es que tú...

La sonrisa de Fyodor le hace callar y retroceder un paso por cada uno que avanzaba éste hasta que el espacio se le termina, siente que su corazón casi se detiene cuando la espalda choca con la pared fría.

—Dime...¿Puedes recordar desde cuando compartimos clase?

—¿Eh?

—¿Desde cuando?—Insiste una vez que ha llegado hasta él.

Nervioso por la cercanía desvía la vista buscando aclarar sus ideas. Lo intenta, recuerda su ingreso al colegio pero no a Fyodor.
Todavía tiene memorias de los alumnos que iniciaron las clases de literatura junto a él...pero Dostoyevski no figuraba entre ellos.

A su mente viene todo el transcurso de su primer año, parte del segundo y es hasta entonces que, apareciendo como un pequeño fragmento borroso, puede ver la imagen de la mirada violeta de un joven de cabello corto devolviéndole un libro que se le había caído por accidente.

El recuerdo del contacto de las manos en aquella ocasión es lo único que obtiene, todo comienza a parecer confuso y ahora se siente mareado, sus ojos se abren como reacción a la realidad que se expone después de analizar aquello.

"Cuando es necesario puedo manipular las mentes de los humanos para influenciar su realidad."

"Tú mismo has sido afectado por eso desde hace un tiempo."

—¿Quiere decir...que tú también eres unos de esos demonios?

—No has respondido a mi pregunta. ¿De qué forma está tomando tu alma?

—¿Para que quieres saber eso?—Se queja incómodo.

—Tengo curiosidad y también algo qué decirle a Edogawa.—Sonríe apoyando la mano junto al rostro del otro.—Ahora mismo tú me sirves para ambas cosas.

—¿Q-Qué...?—El resto de la cuestión se pierde en el siguiente segundo volviéndose un quejido ahogado mientras la nuca se golpea en la pared por la forma repentina en que Dostoyevski buscó su boca tomándole por sorpresa.

El primer impulso es tratar de apartarse pero ninguno de sus intentos funciona ya que su cuerpo no consigue moverse...más que eso, el mínimo intento de hacerlo parece frenado por una fuerza sin origen aparente.

Duele...

Sólo unos segundos después del contacto es invadido por un profundo dolor, no se trata de un daño físico y es lo poco que puede entender. Es un dolor que lo recorre completo, lo rompe, le arranca de a poco algo que aún a pesar del martirio que implica se niega a soltar...pero es débil, no puede contra la criatura que tiene en frente y la desesperación genera un frágil gimoteo.

Fyodor se separa apenas lo suficiente sin parecer sorprendido cuando un bolígrafo cruza en su campo de visión alcanzando a rozar algunas hebras de su cabello negro y acabó por estrellarse contra la pared; la fuerza con que fue lanzado bastó para que terminara en pedazos librándose del aura negra que le envolvía.

—¿Qué...estás...haciendo?—La voz gélida y pausada hace a Edgar dirigir su vista hacia la entrada. Aunque la mirada que Ranpo tenía ahora no era dirigida a él sintió su sangre helarse.

La risita del demonio de ojos violeta es lo que termina por empeorar el ambiente. Toma su distancia de Poe haciendo que este ceda por completo a la debilidad que le impedía sostenerse en pie y acaba cayendo.
Sentado ya en el suelo se lleva una mano a la boca para cubrirla, temblando por el recuerdo de las sensaciones experimentadas hace poco y que aún no se iban por completo.

—Ese movimiento ha sido lento hasta para ti.—Comenta Fyodor, llevando el pulgar a la comisura de los labios para limpiarse.—¿Realmente estás alimentándote bien, Ranpo?

—Sabes que no puedes ir y tomar la energía de las personas por la fuerza.—Habla ignorando las palabras que sólo buscan molestarle.—Sobre todo de aquellos que ya tienen un pacto...¡Hacer eso les produce daño! ¡No podemos lastimar humanos! Es una de las reglas que...

—¿En serio tú vas a hablarme sobre respetar las reglas?—Cuestiona irónico inclinando el rostro con un ademán de falsa reflexión.—Alguien que roba presas que habían sido trabajadas con tanto esmero por otros.

—Yo no te robé nada.

—Te interpusiste en el camino para conseguir un alma que debió haber sido mía. ¿No te parece que fue un acto muy bajo?

—¿Y a ti no te parece demasiado buscar otro contrato? Ya tienes a alguien de quien obtener alimento...
¿Entonces por qué insistir tanto en tenerlo precisamente a él?

—Tal vez...por la misma razón que tú.—Se encoge de hombros tomando rumbo a la salida, deteniéndose un momento junto a Ranpo.—No es el tipo de alma que se pueda dejar ir tan fácil ¿Verdad?

El más bajo aprieta los dientes evitando responder y permanece quieto hasta que escucha la puerta cerrarse tras de sí, reaccionando entonces para acudir hasta el estudiante que sigue arrinconado, temblando y con la mirada perdida en algún punto del suelo.
Baja a su altura estando frente a Poe y se acerca buscando apartar la mano con la que éste se cubría la boca.

Frunciendo el seño se muestra molesto mirando en esos labios algo que cualquier otro no podría, una marca dejada como declaración de un demonio que no piensa ceder en ese conflicto de intereses. Gruñendo irritado usa el dorso de su mano para frotarlo en la zona recibiendo el quejido de Allan quien no termina de reaccionar por completo hasta que le ve demasiado cerca, la experiencia vivida anteriormente con Fyodor le hace alejar el rostro reflejando su temor al evitar cualquier contacto en ese momento.

Edgar no podía con su situación, no sólo por sentirse asqueado por el ultraje al que fue sometido sino por darse cuenta de lo mucho que había sido afectado con todo aquello. Su conflicto emocional radicaba en el hecho que estaba comenzando a olvidar y que Fyodor se encargó de recordarle de la peor forma posible.

Una fuente de alimento...

Desde el punto de vista de un demonio él sólo era eso.

Ya lo sabía.

Claro que lo sabía, lo entendió desde el principio.

Pero...

El caos de sus pensamientos se detiene cuando percibe el roce de los brazos de Ranpo a sus costados; con las manos apoyadas en el suelo el azabache ha terminado de adentrarse a su espacio, la cautela en cada movimiento recordaba a aquel gatito que buscaba recostarse a su lado sin ser descubierto. Aunque todavía está inseguro esta vez no lo rechaza, esta vez no puede y el más bajo termina ocultando el rostro en su cuello, su aliento le provoca nervios pero más aún el movimiento que hace al cabello negro y castaño frotarse entre sí.

Manías felinas para definir territirio según recuerda.

Le hace gracia y no entiende por qué todo parece tan agradable después de eso, tampoco el porqué de las lágrimas que humedecen sus ojos y debe reprimir cerrándolos con fuerza.

Se negaba a pensar que todo el cariño brindado por ese ser que le sacó de su soledad fuera falso...y sólo haber sido visto como un simple objeto desde eln
principio.

Sin darse cuenta sus manos se han aferrado a la ropa de Edogawa y su rostro se apoya en uno de los hombros de este llamando así su atención y haciéndole separarse para contemplar por sí mismo ese llanto silencioso lleno de miedos e inseguridades.

Ranpo acerca su rostro, frotando y buscando el mayor contacto con Edgar. Su vista vuelve a los labios lo que le lleva a lamerlos recibiendo con ello un pequeño sobresalto que detiene su acción apenas unos instantes para después volver a repetirla.

Allan ya no mantiene los ojos cerrados a pesar de que solía ser algo casi instintivo para él cuando el otro se acercaba tanto. Podía sentir una gran diferencia entre este demonio y Fyodor, muy aparte del dolor que experimentó fue consiente del claro desinterés en su persona, no había nada más que la intención de satisfacer su propia necesidad de provocar la molestia de Ranpo.

Esto era diferente...

Se encoge en su sitio presa del escalofrío que genera la caricia sobre sus labios, una orden silenciosa para separarlos que Poe acata sin problema. Permite al de ojos verdes calmar el hambre que creció desmedida por el acontecimiento reciente, aunque los motivos reales no fueran entendidos por ninguno en ese momento.

Es la primera vez que Edgar no se opone o muestra alguna resistencia ante Ranpo, no lo hace e incluso toma las prendas de este aferrándose con manos temblorosas pero sin la intención de querer soltarlo pronto.
Olvida el detalle del sitio en el que se encuentran, incluso después que la campana anunciara el fin del descanso, sin notar cuando la puerta se abre y una mirada curiosa contempla la escena.

El espectador retrocede cerrando de nuevo, su cuerpo se apoya en la puerta resguardando el sitio mientras el resto de estudiantes volvían a sus clases.

—Parece que se llevan demasiado bien.

Una sonrisa inocente decora su rostro mientras toma rumbo a su aula, desinteresado y silbando una melodía.



Próximo capítulo:

"El pacto de Fyodor"

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