𝕊𝕒𝕟𝕘𝕣𝕖
La mañana era tranquila, revisada los tomates en el huerto, habían algunas fresas listas y también un par de rosas. Corté ambas y dejé una en la tumba de Sarah. No llegué a conocerla pero sé que era una niña genial.
Las cosas cada vez eran más extrañas con Joel, a veces despertaba a media noche por pesadillas, intentaba calmarlo pensado que eran sobre su hija, pero, algo me decía que no era eso.
No quise decirle, pero hace unos días vinieron unos sujetos, no se acercaron mucho, se fueron luego de unos minutos rondando por el área, fue raro, pensé sin prestarle más atención.
El moreno había salido dos días antes, volvería por lo menos en dos días más, preparé mi cena y le di un poco a Mochi, me preocupara que un día de estos Joel no regresara, que alguien lo torturara por comida.
Mi pequeña gata era mi única compañía, de hecho ha sido así desde hace años, la encontré a un lado del edificio donde vivía, era apenas una cachorra.
De pronto, llamaron a la puerta lo que logró sacarme de aquel recuerdo, me preocupé y tomé mi arma, me acerqué lentamente, era la respiración de Joel.
- ¿Tan pronto vuelves? -pregunté mientras abría, él entró rápido y volvió a cerrarla con seguro,- ¿Estás bien? -volví a preguntar cuando lo vi ir al sótano.
-Me siguen... -respondió mientras tomaba una escopeta.- estaba recolectando cosas cuando me emboscaron, intenté perderlos pero tenían perros.
En su hombro había sangre, su camisa estaba rasgada y tenía mordidas de perro, eso se infectaría si no lo trato.
- Detente, te curaré, -cerré la puerta que daba a la cocina y la de abajo,- no nos encontraran aquí, tenemos comida y agua, que hagan lo que quieran con la casa, me importas tú ahora. -lo senté sobre una caja y empecé a curar su hombro.
No pasó mucho cuando sobre nosotros se escucharon pisadas, eran cinco personas tal vez.
- ¿Dónde estas imbécil? -habló uno de ellos.- Linda casa, deberíamos acomodarnos.
- Mira eso... alguien nos preparó la cena, -tiraron la mesa causando un gran estruendo.- seguro está aquí.
El lado bueno era que la puerta de la cocina ahora estaba cubierta por una alfombra que escondía el pequeño acceso.
Joel soltaba un par de quejidos cuando terminé de suturar la mordida más grande, menos mal que Mochi es...
Mochi...
- ¿Qué tenemos aquí? -habló él primero, escuché el maullido de mi gata.- es tan lindo... no quisiera herirlo.
Cuando intenté moverme, Joel me atrapó en sus brazos y cubrió mi boca, intenté con toda mi fuerza soltarme de su agarre, pero fue inútil.
- Tomen lo que puedan, -habló el segundo.- comida, ropa y medicina; luego quemaremos el lugar.
Por favor... no le hagan daño, es solo un gatito.
Luego de varios minutos de movimiento, las pisadas salieron de casa, exceptuando a una persona sobre nosotros.
- Mataste a mi perro. -habló esa voz.
¡No!
- Te devolveré el favor, -escuché como el horno era encendido, mis ojos estaban inundados en lágrimas, pronto mi pequeña empezó a llorar de forma horrible.- lo lamento gatito, no fue tu culpa...
- Lo siento... -Joel intentaba calmarme mientras ambos escuchábamos los aullidos de dolor que lanzaba mi gatita.- Lo siento...
Cuando la puerta de casa se cerró Joel bajó la guardia, así que lo golpeé en las costillas para intentar subir, pero la puerta de la cocina estaba atascada, lloraba con el corazón partido hasta que Mochi dejó de aullar.
Lo lamento pequeña, pero ya no sentirás dolor...
Volví al almacén y me senté en un rincón, lejos de Joel, no podía creer todo esto. Me cubrí con mi chaqueta, podían haber muchas provisiones pero no habían cobijas, ropa o una salida.
Tomé una lata de conserva "Melocotones en almíbar" la abrí y comí unos cuantos bocados, aunque no quería comer, sabía que no podía perder energía.
- Tn, lamento lo qué pasó, pero no puedes derrumbarte así... -habló Joel mientras se acercaba a mi,- esos tipos, me atacaron mientras... revisaba una casa, entraron en silencio y al morderme ese perro dejé un rastro. -se sentó a mi lado y le pasé la lata.
- Casi no he comido y aún queda mucho. -ignoré lo que me dijo antes, no estaba en el momento para discutir sobre esto.
Comió en silencio mientras lo veía temblar un poco, aunque sobre nosotros el fuego arrasaba con todo éramos incapaces de sentir el calor de las llamas.
Me puse de pie y busqué entré las antiguas cajas de Bob, las dejé a un lado por respeto pero tal vez algo nos ayude.
Encontré un par de suéteres y más ropa, un viejo walkman y una cajetilla de cigarros.
Le tiré al moreno un suéter mientras me ponía el otro, encendí un cigarro y me acomodé en el suelo donde había colocado pantalones y camisas a forma de colchón.
- Mañana buscaremos una forma de salir de aquí, -hablé dándole la última calada al cigarro para apagarlo contra el muro.- deberías descansar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro