Capitulo IX
No tuve reacción, estaba paralizado, sostuve mi afilada arma con gran desesperación, en su próxima acción pensaba apuñalarlo, pero no podía.
Él me miro, acerco su rostro sucio y sonrió. Su arma era mejor que la mía, con solo verla me aterraba su amenaza de muerte, empecé a llorar.
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