Cuando bajamos a la cocina, Aggie ya está sentada en uno de los taburetes mientras corta una generosa rebanada del pastel de chocolate que Liam hizo.
—¿Ya están presentables, tortolitos? —inquiere en un tono burlón. Se chupa los dedos con restos de chocolate y nos mira con las cejas alzadas.
—¿Quieres café con eso? —le pregunta Liam mientras se acerca a una de las alacenas. Saca de ella tres tazas.
—No, gracias. Estoy intentando desintoxicarme —resopla. Me siento en uno de los taburetes a su frente—. Cuatro tazas por día no es sano y todas esas cosas.
Las palabras están en la punta de mi lengua. Quiero preguntarle. La innata curiosidad que tengo me lo pide a gritos. Quiero saber qué está pasando entre ella, Nick y Tyler. Lo último que me recuerdo es que los tres apenas podían verse a la cara y que Nick se transfirió de Universidad.
Aggie y yo nos llevamos bien. Somos amigas. No tanto como antes, pero me considero su amiga. Simplemente creo que no queda muy bien soltar las preguntas como una cachetada. Liam me dijo que sabe lo que está pasando, no con muchos detalles pero tiene una idea. Me contó algo, pero necesito oírlo de Aggie.
Liam vuelve con dos tazas humeantes de café solo y un vaso de jugo para Aggie.
—¿Qué tal está? —le pregunta Liam.
—Espectacular, como siempre —responde ella mientras saborea cada bocado. Nos quedamos en silencio. Yo solo miro como se lleva el tenedor a la boca—. Quinn —carraspea dándome una mirada.
—¿Qué? —inquiero y me echo hacia atrás en el taburete.
—Deja de mirarme así. Puedes preguntármelo —dice y se ríe. Como si la situación ya no dolería. Me sorprende, pero no tanto. Conozco a Aggie. Sabe como hacerte creer que es la persona más feliz y sin preocupaciones del mundo, cuando la realidad es muy distinta.
—¿Preguntar qué? —frunzo el ceño.
Liam tiene la audacia de reírse.
—Nick y yo nos llevamos... Mejor. No diría bien, porque sé que me sigue odiando por lo que hice pero al menos podemos estar en la misma habitación. No hablamos mucho, casi nada diría. Tyler es... Tyler. Él tiene su propia manera de lidiar con las cosas. Ahora estamos en términos más... Accesibles. Ya no lloro cada vez que los veo, es un gran avance. ¿Él y Nick? La tensión entre ellos sigue siendo enorme, pero creo que podremos solucionarlo. Con tiempo. Tuvimos que poner una pausa momentánea a nuestra pelea para volver a Miami —suelta sin siquiera parar un segundo. Lo dice rápido y yo capto cada una de sus palabras porque para el chisme soy una bala.
Me tomo un segundo para procesarlo todo.
—Te salteaste las partes más divertidas —interrumpe Liam. Volteo rápidamente a su dirección. ¿Qué partes?
—No son divertidas, Liam. ¿Cuándo vas a crecer? —masculla con pastel en la boca.
—El día que los dos llegaron, se vieron y dos horas después, se pelearon en la sala de estar. Rompieron una mesa.
—Y un espejo —agrega Aggie en un resoplido.
Alzo mis cejas y me inclino más hacia la mesa. Bebo un poco de mi café. Esto se está poniendo interesante.
—Inmaduro —concluye la rubia.
—Pero necesario —sigue Liam—. Ambos tenían ira acumulada. Mucho más Nick. Tyler solo respondía para no terminar de camino al hospital.
—¿Nadie estaba para pararlos?
—Sí, Liam —suelta Aggie en un gigante tono de amargura—. Pero según él, era un "mal necesario".
No me asombra. En absoluto.
—¿Y qué pasó con la Universidad? —interrogo con total seriedad.
Aggie se pasa una mano por su moño y resopla como si fuese un caballo.
—Me frustra hablar de eso.
—Pero llevas dos meses en Miami. ¿Planeas transferirte?
—Podría. No lo sé todavía. Cambridge y todas esas personas con acento británico pueden esperar un jodido semestre.
—O dos —agrega Liam.
—O dos —asiente ella.
Una vez que me han puesto al corriente con todo, y de todo me refiero hasta de las vidas de personas que ni siquiera me interesan como Riley Crawford y Scott Van Lexer, Aggie se levanta de su taburete y se estira. Ya son las seis de la tarde.
—¿Ya te vas? —le pregunta Liam.
—¿Acaso tienes algo planeado? —inquiere ella.
—No...
—¿Y si hacemos una noche de Monopoly? —suelto al pregunta al aire con algo de temor. La gran cuestión es que no quiero quedarme con la duda.
Aggie se voltea a verme como si acabase de ver a una chica usando un bolso Prada de la temporada pasada. Arquea las cejas.
—¿El coma te dejó tonta?
—Aggie —empieza Liam en un tono de advertencia para que cuide sus palabras. Quiero chasquear mis dedos en frente de su rostro y decirle que puedo defenderme sola, pero lo repaso en mi mente y sé que cuando lo diga en voz alta, va a sonar demasiado infantil.
—¿Por qué no? —le digo alzándome de hombros—. No hablo con Nick y Tyler desde que me desperté. Son mis amigos también.
—¿Tyler, tu amigo?
—Aggie, ¿puedes terminar con el mal humor? —espeto empezando a sentir mi paciencia agotarse.
Ella se mordisquea el labio, entonces lo entiendo. No está en contra de la idea, está nerviosa y tiene miedo de lo que pueda resultar. No la culpo, si fuese ella, ya estaría corriendo lejos.
—No creo que sea una buena idea, eso es todo —responde ella.
Lanzo una mirada a Liam para que me apoye.
—No suena mal —dice él y aclara su garganta—. Podríamos preguntarles si quieren venir. Una noche como los viejos tiempos. Porque, ¿qué peor se pueden poner las cosas?
Touché, Liam. Touché.
Aggie nos mira luciendo ansiosa y a punto de arrancarse los pelos de la cabeza. Se muerde la lengua y parece evaluar en su cabeza la situación.
—Está bien. Ustedes ganan. Una noche de Monopoly, como los viejos tiempos.
Sonrío triunfante y emocionada con la idea.
***
Aggie se muerde el labio tan fuerte que estoy segura de que está sangrando. Hecha un ovillo en una esquina del sofá de la sala de juegos, mira nerviosa cada tres segundos la puerta.
—Agustine, tienes que relajarte —le repito.
Liam fue a abrirles la puerta a Nick. Tyler nos dijo que vendría, pero no especificó a qué hora.
—Es muy fácil decirlo —masculla.
Cinco segundos después, antes de que pueda decirle algo un poco más alentador para calmar sus nervios, la puerta se abre. Primero veo a Liam y a Nick que viene por detrás. Me sonríe al verme. Salto del sofá y corro a abrazarlo.
—¿Qué tal te trata la vida, Quinnie? —pregunta mientras me estrecha con más fuerzas. El cuerpo de Nick es cálido y huele bien, como siempre. Nunca pensé que abrazar a Nick sería tan reconfortante.
—Me dispararon y estuve en coma dos meses. Bien, ¿a ti?
El pecho de Nick vibra con sus risas, pero se calla abruptamente. Rompo el abrazo y me doy cuenta de que se ha percatado de que Aggie está en la misma habitación. No es ninguna sorpresa. Le dijimos a Tyler y a Nick que ella estaría aquí. No queremos una tercera guerra mundial, solo un rato juntos.
Un silencio casi fantasmal se instala en la sala cuando Nick y Aggie se miran a los ojos. Creo que puedo sentir hasta mi corazón dejar de latir. No sé si quiero que vuelvan. No soy quien para querer eso o no, pero sí quiero que ambos sean felices. Se lo merecen. No son personas malas. Aggie hizo lo que hizo y se equivocó, mucho. Eso no la convierte en la villana de la película. Si alguien tiene que entenderla, soy yo.
—Hola, Nick —saluda la rubia. Su voz tiembla ligeramente. Ruego en mi cabeza que no llore, porque eso nos complicaría todo.
—Hola —saluda él en un tono monótono. Se acerca y se sienta en el sofá. Liam se sienta a su lado en silencio.
Aprieto uno de mis puños y respiro hondo. Si alguien tiene que hacer magia en esta reunión, soy yo. Me acerco al grupo.
—¿Pizzas? ¿o comida mexicana? —pregunto una vez que estoy junto a Aggie.
—Pizzas —declara Liam. Nick asiente—. Y muchas cervezas. Esto va a ser más incómodo que una estaca en el culo.
—¡Liam! —exclamo regañándolo. De soslayo, noto que las mejillas de Aggie se tornan rojas. Nick simplemente mira hacia otro lado.
Él se alza de hombros.– Pediré las pizzas —dicho eso, se pone a usar su celular, dejándonos perplejos a todos.
Antes de que pudiera abrir la boca para decir algo menos.... Menos estúpido a comparación de lo que dijo Liam, escucho el timbre y sé que es Tyler.
—Iré a abrir —digo aliviada de tener un escape. Aunque no es como si alguien más fuese a ir.
Aggie intenta gritarme algo con los ojos, pero soy demasiado rápida para escaparme de situaciones incómodas. Me voy rápidamente. Bajo las escaleras y llego a la puerta. Abro.
—Quinn —suelta Tyler con sorpresa. Lo repaso con la mirada, porque he llegado a un punto en el que de vez en cuando, al pensar en Tyler, me cuesta imaginármelo como está ahora. Porque cambió tanto por dentro y por fuera. Ya no es el mismo chico que conocí en el departamento de Rick y Seth.
Lo saludo con una sonrisa. No sé si abrazarlo. Así que me quedo quieta, sin embargo él toma la iniciativa y se acerca con brazos abiertos. No voy a admitirle en voz alta lo feliz que me hace abrazarlo. Ni la felicidad que me trae que las cosas estén bien entre los dos.
Cuando nos separamos, le doy otra mirada. Viste vaqueros oscuros y una sudadera morada. Su cabello castaño está mas largo que antes, tanto que algunos mechones caen por su frente. Su rostro, en sí, luce más maduro. Las facciones de su mandíbula más definidas, su mirada un poco más profunda.
—¿Ya estás mejor? —pregunta él mientras subimos las escaleras.
—Sí. Sigo yendo a fisioterapia y viendo a mi psicóloga, pero dentro de todo, estoy bien.
Tyler asiente.
Llegamos a la sala de juegos, ambos sabemos el camino tan a la perfección que podríamos hacerlo con los ojos cerrados. Abro la puerta y espero ver... Sangre, muerte y ojos llorosos. No sé en que orden.
—Aiken —suelta Liam y se levanta a saludarlo.
Todo está extrañamente bien, incluso a pesar de que el apretón de manos entre Nick y Tyler sea intenso de ver. Y más aún cuando saluda a Aggie. Me cuesta definir qué quiero más. Verlos arreglarse y llevarse como antes, o palomitas y chocolates para observar el espectáculo.
—Las pizzas llegan en veinte —avisa Liam lanzándose al sofá—. Juguemos una partida antes.
—¿De...? —inquiere Tyler confundido.
Tal vez no hayamos incluido eso en la invitación pero son detalles, nada muy importante. A pesar de que sé exactamente el lazo especial que hay entre este grupo y un juego de mesa tan tonto.
—Monopoly —responde Aggie.
Parece que al fin se cargó el estómago de valentía. Se inclina sobre la mesa y saca de debajo la caja. Lo escondí ahí para tenerlo listo.
Tyler intercambia miradas con Liam, a lo que se alza de hombros. Finalmente, asiente y se deja caer en un sofá individual.
—Juguemos —sentencia y abre la caja.
Transcurre la noche y no deja de asombrarme. No esperaba nada de esto, a decir verdad. Apenas empezamos a jugar, es como si fuéramos los mismos de antes. Uhm, bueno. No exactamente, no voy a mentir. Pero sí resulta siendo algo extraño. Nos reímos. Liam bromea con Nick y también con Tyler. Molesto a Aggie cuando queda en bancarrota, ella —estando mucho mas relajada— me sigue las risas.
¿Y la cereza del postre?
Nick, como siempre.
—¿Qué tienes debajo del almohadón, Nicholas? —dispara Tyler dirigiéndole la palabra por primera vez en la noche.
Me tenso y ruego que no haya peleas.
—Nada —responde tan rápido como una bala. Qué ironía.
—¿Qué tienes? —vuelve a presionar Tyler. Lo mira como si sus ojos tuviesen rayos láser.
—¡Que no tengo nada! —insiste.
—No te creo, juro que vi un billete de 500.
Tyler se levanta, listo para cruzarse de lugar y obligar a Nick a moverse para sacarle el billete escondido. No me sorprende lo de Nick, es un tramposo innato para juegos de mesa.
—¡Qué no tengo nada! —exclama él y hace lo que temía: Se inclina a la mesa, pone sus manos sobre el tablero y lo hace volar. Sale despedido en el aire y el borde golpea a Liam en la frente. Se queja del dolor. Las piezas salen volando por toda la sala.
—¡Nicholas! —lo regaña Aggie.
Nick respira pesado mientras nos mira a todos. Antes de que Liam pudiese saltar a asesinarlo, el timbre suena.
—Las pizzas —murmuro aliviada.
***
El juego de mesa ha quedado atrás. Las pizzas hacen que nos olvidemos de todo, casi. Mientras comemos, abro una cerveza. Por alguna razón, hoy tengo ganas de una.
—Es gracioso. Todavía recuerdo cuando no bebías, Quinnie —comenta Nick en un tono burlón al verme darle un sorbo—. Decías que no tenía sentido.
—Y yo intentaba convencerte de que sí tenía —agrega Liam. Se limpia un poco de salsa de tomate de su labio con una servilleta—. Todavía recuerdo ese día. Nick me hizo prometer que no me acercaría a ti.
—Me hiciste caso, ¿no es así? —bufa Nick dándole una mirada burlona.
Liam se alza de hombros y se ríe. Su celular suena, interrumpiendo el buen —y extraño— momento que estábamos teniendo.
—Vuelvo en un segundo —dice. Leo de reojo que quien llama es Malcolm. No le prestamos atención cuando se levanta de su lugar y sale de la habitación, apenas lo hace, el silencio nos invade. Aggie se revuelve incómoda, yo me termino lo poco que queda en mi cerveza. Tyler resopla.
—Liam me dijo que tienes novia —suelto disparandole una mirada. Con tal de acabar con este silencio incómodo.
—Algo así. No oficializamos nada y... ella está en Inglaterra —responde alzándose de hombros.
Me revuelvo incómoda. ¿Por qué siempre le va tan mal en el amor? Tyler es un chico que se merece la Luna, las estrellas y el jodido universo. Me pregunto cuando vendrá una chica que lo quiera tanto y lo haga tan feliz como se merece.
Asiento y así de rápido volvemos al silencio.
—Iré chequear en Liam —aviso. Salto del sofá y me escapo de la situación incómoda en un santiamén. Una vez que estoy en el pasillo, noto a Liam con la frente apoya en la pared y sus manos en la cabeza. Resopla frustrado, sin darse cuenta de que estoy cerca. ¿Qué demonios?
—¿Liam, qué pasó? —le pregunto cuando me acerco. Coloco una mano en su hombro y lo obligo a voltear. Me mira. Noto el dolor de sus ojos y como comienzan a humedecerse cuando me ve.
—Era papá —responde. Su voz suena rota y desgarrada—. Hay noticias sobre el caso de Olive.
Trago saliva sintiéndome nerviosa. No suenan como buenas noticias. Espero paciente a que hable y aprieto su hombro.
—Tengo... Tengo que decirle a Tyler —es lo único que dice. Niega con la cabeza rápidamente.
—¿Por qué a Tyler?
—Es mejor que lo escuche primero por mi.
Mis manos tiemblan cuando se zafa de mi agarre y se dirige de nuevo a la sala en donde estamos todos. Reacciono rápido y lo sigo. Mi cabeza es como un gran torbellino que no entiende nada e intenta armar teorías. Solo que, realmente, podría ser absolutamente cualquier cosa.
—¿Qué sucede? —Aggie es la primera en disparar la pregunta, ya que es la primera que se da cuenta del estado inestable de Liam. Se acerca a nosotros.
Nick y Tyler voltean sus cabezas para vernos confundidos.
—Liam —vuelvo a presionar. Siendo honesta, no quiero presionarlo porque es claro que es algo enorme lo que va a soltar y no doy más de la intriga. Mi estómago se ha enredado de una manera fenomenal.
—Hablé con Malcolm, sobre la... investigación de Olive —nos dice a todos, pero mira solamente a Tyler. Respira hondo y su voz se quiebra—. Emma dio el nombre de uno de los clientes del negocio de violaciones que tenían.
Siento las piernas temblarme cuando entiendo hacia donde está yendo todo esto. Por favor, que no sea verdad. Que no sea verdad.
—Juro que lo hizo a propósito, la muy perra sabe cómo darle justo en el clavo —masculla Liam enojado. No puedo estar más de acuerdo con él. Pensar en Emma solo hace que mi corazón se vuelva de ácido y las ganas de ahorcarla me superen los pensamientos.
—¿Quién era el cliente? —le pregunta Aggie.
Liam hesita. Está asustado, por ende yo también. Las palmas de mis manos se humedecen.
—Stephen Aiken —contesta Liam en voz baja, pero lo suficientemente alto para que todos lo escuchemos y nos volvamos de piedra.
Mi estómago da un vuelco cuando reconozco el nombre del tío de Tyler, la persona que lo crió toda su vida para ahorrarles a él y a su hermana la desgracia de ser huérfanos. Retrocedo un paso e intento recuperar la respiración mientras me hago la idea en la cabeza. El tío de Tyler fue un cliente y Olive el producto.
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