41. Otras versiones de amor.
Fury empieza a correr por toda la casa, como siempre hace cada vez que vuelve de estar mucho tiempo con Key. Supongo que es su manera de volver a familiarizarse y fijarse en qué ha cambiado. Pista: nada. Arrastra el gato morado hacia todos lados. Me recuerdo que si algún día consigo que este sin el gato por cinco segundos, voy a lavarlo y dejarlo reluciente.
—¡¿Quinn, eres tú?! —exclama mamá. Deduzco que su voz viene de la cocina, así que en vez de responder, voy directo hacia ella.
Esperaba encontrar a Lily también, pero me sorprendo cuando es solo mamá la que está frente la cocina mientras mezcla alguna salsa. El olor me resulta familiar, y pronto sé que es la comida que nos preparaba cuando los gemelos y yo éramos niños. Cocinar nunca fue un fuerte en Natalie, pero sabe hacer esta receta como si fuera de ella.
—Hola —saludo cuando me siento sobre uno de los taburetes de la isla. Observo como rápidamente abre un gabinete, saca lo que parece ser pimienta y empieza a echarle a la salsa.
—¿Estuviste con Key? —me pregunta sin girarse a verme.
Tiene su cabello rubio atado en un moño desordenado, una camiseta que luce de Matthew y pantalones de pijamas. Siento que hace milenios que no la veo así. Sin maquillaje y ropa meticulosamente seleccionada. Me gusta. La vuelve más real. Menos malvada.
—Sí —contesto.
Pase todo el día en casa de Key. Reese tuvo que irse después de almorzar, pero yo me quedé. Me puse al tanto con Max y jugamos con Fury toda la tarde.
—¿Toda la noche? —me pregunta. Ahora sí, voltea para encontrar mis ojos. No me inmuto. No es ningún secreto que hubo unas cuantas veces que pasé noches en casa de Liam y ella sabía. Sin embargo, se siente diferente. Es la misma mirada acusadora que me dio Reese cuando les conté lo que pasó la noche anterior.
—Si. Sus padres estaban en la gala, me fui con ellos —respondo.
Mi madre tiene un superpoder, y es saber cuando alguien le está mintiendo. De vez en cuando intenta jugar conmigo con sus técnicas que usa con sus clientes. Aún así, cuando llevas mucho tiempo en el juego, terminas por aprenderlo mejor que el entrenador.
Asiente.
No sé si me cree o no, pero no presiona más.
—¿Es una ocasión especial? —le pregunto y señalo con mi cabeza la cacerola.
—No —responde en un resoplido y continua trabajando—. Matthew se fue de viaje esta mañana, Zack está en casa de Marine, así que pensé que podríamos cenar nosotras. Rick vendrá también, volvió antes de San Francisco.
Parpadeo con sorpresa. ¿Qué acaba de decir?
Al notar que no respondo, mamá se gira. Es cuando tengo que forzarme a aclarar mi garganta y asentir.
—Perfecto. Voy a cambiarme —le digo saltando del taburete y saliendo de la cocina con el ceño fruncido y... una sonrisa intentando hacerse lugar entre mis labios.
—¡Baja a ayudarme después! —exclama.
Me sorprendes, Natalie.
Por favor, no lo eches a perder.
***
La cena pasa sin complicaciones.
Primero, pasé media hora aprendiendo la receta de mamá y luego ayudándola. Entre eso, sorprendentemente, hablamos como dos personas civilizadas. Me contó que tiene planeado volver a trabajar en otoño, en una firma de Miami y luego empezó a a hacerme preguntas sobre la universidad y mi vida.
Le conté sobre mis amigos, sobre Key y Reese particularmente porque luego... Muchos más amigos no tengo. Le hablé mucho sobre Marine y sobre el día de compras que tenemos planeado en dos días. Me miro serio y me dijo "¿No tuvieron uno hace una semana?". Dos semanas, en realidad, pero ¿quién está contando?
Ignoramos monumentalmente el tema de Liam, aunque puedo darme cuenta de que tiene ganas de preguntarme sobre él.
Cuando llega Rick a casa, los tres nos sentamos en el patio porque el clima está agradable después de la tormenta de ayer. Rick entretiene a mamá mientras le habla sobre su nuevo trabajo, hasta que mamá se reclina en su asiento y nos mira acusadoramente.
—Pueden contarme sobre su viaje a San Francisco —dice en un tono de obviedad—. Podemos hablar de su padre, no es un tema prohibido.
¿No es?
Intercambio miradas con Rick. Noto que tiene un corte de pelo reciente y se ha afeitado antes de venir. Hace que cuando su mandíbula se tensiona, se note más.
—San Francisco estuvo bien —responde él finalmente cuando deja su servilleta sobre la mesa.
—¿Solo bien? ¿Cómo está su padre?
Mamá sabe lo esencial. Que papá consiguió un trabajo en San Francisco, y ahora volvió a casarse con Lauren. Dudo que sepa más de eso. Nosotros no hablamos de él con ella y viceversa. El divorcio fue... fue necesario pero sucedió demasiado tarde. Cuando mamá ya estaba viendo a Matthew a escondidas. No terminaron "delicadamente".
—Bien —respondo esta vez yo y aclaro mi garganta—. Está feliz. Con su nuevo trabajo y Lauren.
Rick asiente.
—¿Lauren les cae bien?
—Sí —contesto inmediatamente. Tal vez... Demasiado inmediatamente. Rick me da una mirada de "más lento"—. Me enseñó a cocinar lasagna y estamos organizando la boda de Hannah y Nate.
—La boda —dice mamá al recordarlo y asiente—. Me alegro que se lleven bien con ella. Si tu padre la eligió, debe ser una buena persona.
Toso. Rick está haciendo su mejor esfuerzo para no reírse.
Rápidamente cambio el tema de conversación. Esto es más incómodo que la charla sobre el sexo con protección que me dio obligadamente cuando tenía quince.
Tiempo más tarde, Rick y mamá levantan los platos mientras yo los empiezo a poner en el lavavajillas. Rick me mira con una ceja alzada, sabiendo perfectamente que elegí el trabajo más fácil.
Fury entra a la cocina en busca de sobras. Le doy unas cuantas verduras que sobraron y por supuesto, no las come.
—Le traje un helado —anuncia Rick cuando se arrodilló a acariciarle las orejas.
—Los perros no pueden comer helado —le digo cuando cierro el lavavajillas y me levanto del suelo—. No lo ilusiones.
—Es helado para perros, inteligente.
—¿Existe eso?
—Aparentemente, sí —contesta. Se dirige hasta el refrigerador. No tengo idea en qué momento guardó un helado allí. Lo saca de su envoltorio y me lo entrega. Efectivamente, es helado para perros. Vuelve a arrodillarse a Fury, quien claramente prefiere el helado a las verduras que intenté darle.
Mamá llega unos minutos después, en los que yo me las pasé observando cómo Fury devora el helado de la mano de Rick. Nos dice que irá a dormir. Saluda a Rick con un abrazo y besa su mejilla. La diferencia de altura casi me hace reír.
—¿Quieres algo para beber? —le pregunto cuando abro el refrigerador de bebidas y empiezo a observar todo. Lo volvieron a rellenar cuando estuve en San Francisco.
—Ya sabes lo que me gusta —dice.
Se lava las manos cuando el helado ya es inexistente. Fury se va de la cocina, recogiendo su gato en el camino.
No fallo cuando saco su cerveza favorita. Intento sacar mi favorita también... Que al mismo tiempo es la favorita de Zack y me terminó pegando la adicción.
—¿Qué crees que estás haciendo? —me pregunta Rick y señala la segunda lata.
—Rick, por favor. Tengo dieciocho. En cualquier otro país ya es legal.
—No en este.
—Pero... Zack me deja.
Arquea sus cejas. Probablemente no fue una idea brillante decirle eso.
—¿Me viste cara de Zack?
Pongo mis ojos en blanco.
—Solo una. No es como si fuera a emborracharme.
Rick entrecierra sus ojos por unos instantes pero termina asintiendo. Le entrego la suya y le digo que salgamos al patio. En el camino, enciendo las luces y le digo que nos sentemos en una de las tumbonas cerca de la piscina.
—¿Sabes algo de Ashton? —le pregunto al mismo tiempo que abro mi lata de cerveza. Rick observa todos mis movimientos con cuidado. Como si estuviera viendo a un bebé jugar con navajas.
—¿Nuestro hermanastro? —se ríe—. No mucho. Solo que ya está fuera de riesgo y que Lauren lo está obligando a quedarse en con ellos en San Francisco lo que queda del verano.
Resoplo.
—¿Surfear borracho? Eso es... suicida —le digo. El gusto amargo de la cerveza me recorre la garganta, pero al mismo tiempo es refrescante.
—Exactamente. Es suicida —me responde Rick sin ninguna pista de broma en su tono—. Y muy estúpido. No sé qué problemas tiene ese chico pero son graves.
Asiento.
—Papá me dijo que hay una historia complicada con su padre —explico—. Y al parecer, Ashton fue el que peor se tomó todo.
Rick asiente, como si supiera algo más pero no me lo dice. Tampoco presiono. Sea cual sea la historia de Ashton, no es mi problema y no tengo que entrometerme. Menos si nunca nos hemos conocido.
—Rick —empiezo y aclaro mi garganta. Pasa su mirada del agua de la piscina hacia mi—. Antes de que papá se vaya a Santa Mónica, quería decirme algo. No pudo terminar y no tuve la chance de preguntarle porque Lauren salió de casa llorando y bueno, el resto de la historia.
Mi hermano me mira por unos instantes antes de alzarse de hombros.
—Puede haber sido cualquier cosa.
—¿No tienes idea que puede ser? —le pregunto.
Creo que si algo heredé de mamá además del cabello y la contextura física, es la habilidad de detectar mentiras. Y a juzgar por la mirada desentendida de mi hermano, no tiene absolutamente idea sobre qué le estoy hablando.
¿Qué es tan importante para papá que tiene que decirmelo solo a mi y no a los gemelos?
—La verdad es que no. ¿Por qué no lo llamas? Mañana estarán de vuelta en San Francisco, seguro va a atenderte.
Asiento.
—Eso haré.
La conversación sigue su curso hacia otro tema. Casi una hora después, Rick me dice que tiene que irse. Mañana es lunes y tiene que estar a primera hora en la oficina. Obviamente aprovecho para burlarme y hacer chistes sobre su trabajo a lo que me empuja, casi haciéndome caer en la piscina.
Rick se despide. Me quedo en el porche con Fury mientras veo como se aleja de la propiedad de los Gallaghers... Y mía, supongo.
Cuando estoy adentro, voy a mi habitación. Me pongo un pijama y decido deshacer el bolso que traje de la casa de Key. Me saqué la ropa de Liam después de almorzar y me puse algo que dejé hace mucho tiempo. Unos jeans y una blusa que pensé que había perdido.
Dejo la camiseta de Liam y los pantalones encima de mi cama.
Suspiro.
¿Y ahora qué hago con esto?
El resto de la ropa de Liam que tengo de cuando estábamos juntos está al fondo de uno de los tantos cajones de mi vestidor. Marine me hizo ponerlos ahí. Su otra opción era tirar todo a la basura, pero todavía no estaba lista para hacer eso.
Así que hago lo que venía evitando hacer. Apago las luces y me recuesto sobre la cama, abrazando la camisa de Liam como si fuera mi linea de vida. Sigue teniendo su olor, por más que haya estado con ella la mayor parte del día.
Cierro mis ojos y me imagino cómo se habrá despertado esta mañana. Conociéndolo, no fue ninguna sorpresa descubrir que no estaba a su lado. Lo habíamos dejado en claro "solo por esta noche". Y cumplí mi promesa. Solo esa noche. El recuerdo me tendrá que mantener de alguna manera
Reese tiene razón.
Hice algo estúpido.
Estaba bien con el espacio entre los dos.
Lo que hice anoche fue un intento por querer hacerlo sentir mejor. ¿Pero a qué costo? Al costo de un corazón roto.
Pensé que mis noches de llorar por Liam se habían acabado. A la familiar picazón en mi nariz le siguen los sollozos. Me pregunto si él se sentirá igual que yo. Aunque lo dudo. De los dos, Liam siempre fue el más fuerte. Estará bien.
¿Yo, por otro lado?
Quiero creer que sí.
—¿Quinnie? —inquiere una voz desde mi puerta.
Mamá.
¿Justo ahora?
Extiendo un brazo y enciendo la lámpara de mi mesita de luz. Rápidamente, escucho unas patitas en el suelo. Dos segundos después, Fury está encima de mi mientras me limpió las lágrimas. ¿Ahora no se puede llorar en la oscuridad?
Estaba tan ocupada pensando en Liam que olvidé dejar la puerta abierta para Fury.
Mamá se acerca cautelosamente. Tiene su bata de seda puesta y luce como si en realidad, nunca se hubiera ido a dormir. Se sienta en el borde de mi cama.
—¿Sí? —inquiero y aclaro mi garganta.
Definitivamente no engaño a nadie. Sabe que estuve llorando.
—Fury estaba intentando abrir la puerta —me explica. Sus ojos verdes, los cuales no heredé, me miran como si me comprendieran—. Lo escuché y después te oí llorar.
—Estoy bien —me defiendo inmediatamente.
Fury apoya su cabeza sobre la curva de mi cadera, como si supiera de alguna manera que necesito apoyo, cariño, lo que sea. No sé que necesito.
Mamá lleva su mirada a la camiseta negra de Liam que estoy abrazando como si fuera otra parte de mi. Arquea una ceja.
—Hazte a un lado —dice.
Frunzo el ceño. ¿Qué dijo? Parpadeo unas cuantas veces. ¿Esto es real?
Aclaro mi garganta y hago lo que me dijo. No pierde tiempo en levantar el edredón y meterse en la cama conmigo. Sus brazos me envuelven y yo apoyo mi cabeza en su hombro. Fury se adapta rápido, recostando su cabeza en mi muslo.
No me abraza así desde... Creo que nunca lo hizo. Quizás una vez cuando era pequeña y estaba enferma. ¿Tal vez?
—Hablé con Liam en la gala —rompe el silencio.
Mi cuerpo se pone rígido.
—¿De qué hablaron?
—De ti, por supuesto —responde. Elevo la cabeza para encontrar sus ojos. Necesito más información—. Le advertí que no te haga daño.
Dios mio.
—¿Por qué hiciste eso? Liam no me hace daño... Él... —titubeo sin animarme a decir las palabras—. El daño me lo hago sola con mis expectativas.
Mamá se ríe por lo bajo. Frunzo el ceño. ¿Qué parte de esto le parece divertido? Corre un mechón de cabello de mi frente y lo esconde detrás de mi oreja.
—Sé que Liam no te hace daño. Tuve tiempo para conocerlo cuando estabas en el hospital. Es... Es un chico increíble, Quinn. Es fuerte, es maduro y lo más importante, te quiere mucho.
—¿Entonces por qué lo amenazaste? —pregunto. Me acerco más a ella, abrazándola con más fuerzas y ella lo nota porque empieza a acariciar mi rostro con delicadeza.
—No lo amenacé, Quinn —espeta casi en un tono divertido—. Simplemente quería saber en qué página estaba con respecto a ti. Nunca me dijiste por qué terminaron.
Tomo una profunda respiración y cierro mis ojos.
—¿Recuerdas a Olive? —le pregunto. Ella asiente—. Liam está en un momento de su vida muy complicado. Su padre está... No está. Olive necesita ayuda y es complicado. No quiere arrastrarme a ese estilo de vida. Dice que está protegiéndome.
Se queda en silencio por unos segundos. De seguro preguntandose lo estúpido que eso suena. Así me sentí al principio.
—Liam te quiere más de lo que pensé —dice finalmente—. Cualquier otra persona hubiera sido egoísta y te hubiera hecho quedarte.
—Me ama —respondo en un tono de voz bajo—. Hicimos muchas cosas mal durante el camino... y ahora que es el fin, se siente injusto. Nunca tuvimos la chance de ser felices juntos —resoplo—. Y sé que es tonto. Que solo tengo dieciocho años y una vida por delante pero... se siente tan real.
—No es tonto —me corrige rápidamente—. Amar a alguien no es "tonto". No importa la edad que tengas, Quinn. Una de las cosas que admiro de ti es tu capacidad para querer a la gente.
Resoplo.
—Querrás decir para arruinar a esa gente.
Esta vez no se ríe.
—Siempre te esfuerzas en ver lo peor de ti. A veces es más fácil admitir nuestros errores que nuestras virtudes —murmura y yo la escucho con atención—. Es menos complicado decir que somos menos, porque así no hay expectativas. ¿O me equivoco?
Respiro hondo.
—No, no te equivocas.
Ella asiente.
—¿Crees que Liam se está equivocando con su decisión? —interroga.
Me quedo en silencio por unos segundos aunque tengo la respuesta clara hace mucho tiempo.
—No. Al principio estuve enojada con él porque me dejó... Pero con el tiempo lo entendí.
—Eso es, Quinn. El amor no siempre se trata de estar juntos. En algunos casos se trata de dejar ir y dejar crecer. Ambos tienen caminos diferentes que recorrer y que se permitan hacerlo no solo demuestra cuan fuerte son los dos, pero cuánto se aman.
Trago saliva.
¿Dónde estuvo mamá toda mi vida cuando necesitaba este tipo de charla y consejos? ¿Cuando Zack terminó conmigo? ¿Cuando lloré por Tyler, por Scarlett, por Liam? ¿Todas esas veces que me tocó llorar en silencio sabiendo que a ella no le podía interesar menos mi vida?
¿Por qué ahora?
—Voy a estar bien —es lo único que digo—. Solo necesito... Tiempo.
—Estoy segura de que estarás bien, Quinnie. Tienes tantas cosas por delante, tanto por vivir y experimentar... Vas a estar bien —dice. Me estrecha con más fuerzas—. Sé que no fui la mejor madre del mundo durante los últimos años, pero te estoy diciendo la verdad cuando te digo que quiero intentar mejorar mi relación contigo. Detesto haberme perdido tantas cosas... Y perdón por lo que te hice pasar. Cuando estés lista para perdonarme... —titubea—. Espero que lo hagas.
Sonrío de lado.
—Te perdono, mamá —murmuro enterrando mi cabeza en su hombro—. Te perdono.
***
Al día siguiente, estoy haciendo algo que nunca pensé que estaría haciendo.
Surf.
No debería sorprenderme. Vivo en Miami, la gente de nació en la ciudad probablemente aprendió a caminar al mismo tiempo que aprendieron a surfear.
Nunca fui muy fan de la playa, a pesar de tenerla a unos minutos. Después de vivir en Portland toda mi vida, la última adicción que desarrollé es a la playa.
Reese, nacido y criado en Miami, mister deporte y todo eso, al parecer también es perfecto surfeando.
—Quinn, no es tan difícil —se queja acercándose con su tabla a donde estoy yo.
Pongo mis ojos en blanco.
—¡Sí es difícil! —exclamo.
Estamos desde las seis de la mañana en la playa. Según Reese, la mejor hora para surfear. La playa que eligió, mágicamente no tiene turistas. Supongo que ser local tiene sus ventajas y conoce las mejores playas con las mejores olas y que no están infestadas de gente.
Siendo honesta, no estaba muy segura de esto al principio.
Reese me dijo que un grupo de mis ex compañeros de clase vendrían a surfear temprano. Por supuesto, Key, el anti deportes, obviamente se quedó durmiendo. Reese me insistió tanto que terminé cediendo. Así es como terminé con él, Mark, Preston y el resto del grupo de amigos de Reese.
Al parecer, además de ser jugadores de fútbol, saben surfear.
Reese me prestó una de sus tablas y me enseñó las cosas básicas sobre la arena, como moverme, como levantarme y mantenerme sobre la tabla. En la arena es fácil. ¿Sobre el agua? Es otra historia.
Suspiro. Por lo menos conseguí sentarme sobre la tabla. Acomodo mi bikini para asegurar que mis amigas estén en su lugar. ¿Por qué Reese no me dijo que no debería haberme puesto una bikini de dos piezas para surfear? Claro. Porque se seguro no tiene en cuenta eso cuando surfea porque no tiene tetas.
—Preston no deja de mirarme —murmuro con el ceño fruncido.
Preston es el chico rubio que está en el equipo de fútbol. Compartimos algunas clases en Everdeen y sé que estuvo saliendo con Emily Murph por un tiempo pero terminó en nada.
Mark se acerca con su tabla. Echa su cabello hacia atrás y gira para ver a Preston. Suelta una carcajada.
—Quinn, ¿has visto como luces en un bikini? —pregunta Mark riendo. Le salpico agua con mi pie—. Preston no sabe comportarse cuando hay chicas, y como verás, eres la única chica.
—Huh. Sí, soy la única suficientemente estúpida como para venir a la playa a las seis de la mañana —espeto.
—Es divertido —empieza Reese—. Ven, vamos a intentar de nuevo.
—No —me apresuro a decir—. Suficiente.
Mark simplemente se ríe.
—Después de esto vamos a almorzar y luego tenemos planeado pasar la tarde en el yate de la familia de Preston. ¿Vienes? —me pregunta Mark—. Vendrán otras chicas. Sé que Emily y tú no se llevan bien pero no tienes por qué estar con ellas.
Miro a Reese.
—Key vendrá —me dice y asiento más tranquila.
—Sí, entonces sí —digo.
No voy a dejar que alguien tan insignificante como Emily me arruine mis planes de verano.
Un rato después, los chicos siguen surfeando mientras yo decido volver a la orilla. Es agotador intentar y no poder. Antes de dejar irme, Reese me hizo prometer que voy a volver otro día y no terminará el verano sin que yo haya aprendido a surfear.
Con mi tabla en un brazo, camino hacia el auto de Reese. Dejé mi bolso con todas mis cosas ayer y necesito hablar con papá por teléfono. Papá ya debería estar levantandose ahora.
Me seco las manos antes de agarrar el celular y encontrar su contacto. Cierro la puerta y recargo mi espalda en la puerta. Tres tonos después, papá atiende.
—Quinnie, ¿cómo estás? —me pregunta. De fondo, puedo oír el ruido de la cafetera de la cocina. Acaba de despertar. Seguro está preparando el café para Lauren como hace todas las mañanas.
—Bien —contesto y llevo mi mirada a la playa, donde Mark y Reese están jugando a ahogarse. Muy maduro.—, ¿ya están de vuelta en casa?
—Sí, llegamos ayer a la noche —explica y luego suspira—. Trajimos a Ashton con nosotros.
—¿Y cómo está?
—Mejor —responde—. Sigue haciendo reposo. ¿Estás en la playa?
—Sí —contesto con una sonrisa—. Reese está intentando enseñarme a surfear.
Papá se ríe.
—No me hagas lo mismo que Ashton.
Ahora soy yo la que se ríe.
—No te preocupes. No lo haré —bajo la mirada al suelo, observando cómo mi cabello gotea y respiro hondo—. Papá... Antes de que Lauren salga de la casa estabas por decirme algo. Nunca me lo dijiste. ¿Qué era?
Resopla y trás unos momentos de silencio, habla.
—No es nada.
Frunzo el ceño.
—¿No es nada? Parecía importante —repongo.
—Confía en mí, no es importante —dice—. Iba a decirte cuanto extrañaba tenerte cerca.
Está mintiendo.
Aclaro mi garganta.
—Papá, sabes que puedes decirme lo que sea —continuo—. No intentes protegerme.
—Quinnie, es mi trabajo protegerte —es su respuesta, en un tono que me ruega que deje de presionar—. Y no te preocupes, realmente no era nada.
Medito en mi cabeza si es buena idea seguir presionando. No lo es. Conozco a papá. Si dijo algo, no va a cambiar de parecer por más que insista.
—Está bien —resoplo—. Tengo que irme. Enviale saludos a Lauren y a Ashton.
—Lo haré. Cuidate.
Corto lo llamada y suspiro. ¿"Nada"? Seguro.
nota:
tanto tiempo. Estar resfriada no ayuda en nada, nada. Peero, pude traerles este capítulo. Espero que les haya gustado y que finalmente Natalie empiece a caerles mejor.
Estaba pensando en un retoo, ¿qué opinan? ¿1000 votos y subo el próximo capítulo?
Estoy emocionada porque lean el capítulo que viene, va a ser... divertido jajajajaj
gracias por la paciencia!
los quiero mucho,
cande.
redes sociales para que no se pierdan de los adelantos, vivos, etc, etc:
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