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39. Siempre fui yo.

Narra Quinn.

—¿Quieres bailar?

Me muerdo la lengua e intento aparentar que no estoy asombrada con la pregunta. Entré a este salón sin saber qué me esperaba. Bailar con Liam no estaba en esa lista hipotética. Cruzarme con él, por más ingenuo que suene,  tampoco estaba en la lista.

Me extiende su mano, pero yo solo puedo concentrarme en sus ojos. Esos ojos oscuros que siempre me inquietaron y me llamaron la curiosidad. Lucen atormentados, luce dolido... Como si me estuviera rogando algo. Rogando que le diga que no. Y es probablemente lo que debería contestarle. Recoger la dignidad que me queda e irme. ¿En qué estaba pensando cuando vine? En nada, probablemente.

Sin embargo, quiero bailar con Liam. Quiero que me sostenga en sus brazos.

Quiero aparentar por unos minutos que somos felices.

Asiento con la cabeza. Mi mano tiembla mientras tomo la suya. El toque se siente extraño. Mi estómago cosquillea y siento como si fuera la primera vez.

Liam también lo nota. Sea lo que sea que esté sintiendo, es grande. Tira de mí con cuidado, como si estuviera esperando que en cualquier momento me vaya.

Pf, Hamilton. No me iré a ningún lado.

Me guía hasta el centro de la pista. Noto muchas miradas en nosotros. En nuestros pasos, en nuestras manos entrelazadas. En mi cabeza, aparece la estúpida pregunta de si pueden oír mi corazón latiendo tan desenfrenadamente que me aterra.

Desde que llegué a la gala, solo me he cruzado con Marine y Tyler. Sé que mi mamá y Matthew están en algún lugar cerca. Marine me puso al tanto: aparentemente, Jason también está aquí. Lo cual me pone nerviosa, y me hace sentir culpable por haber aceptado la mano de Liam. Sin embargo, me recuerdo que Jason y yo somos amigos, y que no le debo nada.

Y realmente, lo único que me importa en este momento es Liam.

Mi corazón da un vuelco cuando me acerca a su cuerpo, el contacto se siente como una descarga eléctrica. Poderosa, pero al mismo tiempo peligrosa. Por instinto, mis manos se deslizan por sus hombros, encima de su saco negro que es parte del traje que me tuvo con la boca abierta cuando lo vi.

Liam pone sus manos en mi cintura. Se siente extraño, se siente como si no fuera real.

De fondo, una canción vieja de Alicia Keys está sonando.

Al principio, ninguno de los dos dice nada, como si estuviéramos asustados de decir algo y arruinar el momento. Mis ojos nunca abandonan los suyos.

—¿Qué tal San Francisco? —me pregunta y rompe nuestro silencio.

—Bien —respondo. Bien, pero San Francisco se sentía como nuestro lugar y volver sin ti fue duro—. Siempre es bueno volver a ver a papá y Lauren.

Evito decirle que ahora están en Santa Mónica porque Ashton estúpido Hawthrone decidió que ir a surfear borracho era buena idea. Casi se ahoga y muere si no hubiese sido por un hombre que estaba pescando cerca. Esa es la historia que me contó papá por el teléfono hace unas horas.

También me callo sobre el asunto con papá que dejó sin resolver pero apenas pueda y esté más tranquilo, volveré a presionarlo.

—¿Cómo están? —me pregunta.

Entrelazo mis manos por detrás de su cuello y con mi pulgar jugueteo con un poco de su cabello. Si bien estamos bailando muy cerca, no estamos exactamente pegados. Sospecho que Liam está queriendo poner una distancia entre los dos, por razones obvias.

—Dentro de todo, bien —contesto. Aclaro mi garganta—. ¿Tú cómo estás? ¿Estás enojado conmigo?

Niega inmediatamente con la cabeza.

—No estoy enojado contigo. Nunca lo estuve —dice y siento mis hombros relajarse.

—¿Cómo estás? —vuelvo a presionar, sin pasar por alto que ignoró la primera pregunta. ¿Qué tienen los hombres con solo contestar una de las preguntas que les haces?

Ladea su cabeza por unos instantes, luciendo inseguro. Mis ojos van a parar a su cuello, viajan por su mandíbula hasta volver a encontrarme con los suyos. Se da cuenta de la mirada que acabo de darle. Sus ojos parecen oscurecerse por unos segundos. La tensión sexual que hay entre los dos se palpita hasta el aire.

—Hoy se hacen cuatro años de la muerte de Blair y mi mamá —suelta como si hubiese estado luchando entre decírmelo o no.

¿Justo hoy? ¿Por qué eligieron esta noche para la gala? ¿Quién fue el imbécil?

—Lo siento —murmuro en respuesta. Liam se limita a asentir, a puesto que escucha lo mismo todo el tiempo. Reuno un poco de coraje, queriendo hacerlo sentir mejor—, me hubiera gustado conocerlas. Si criaron a alguien tan excepcional como tú, deben haber sido increíbles.

Eso me gana una pequeña sonrisa de su parte. Extrañaba verlo sonreír.

—Mi mamá te hubiese amado, estoy seguro —dice. Me toma de la mano y me hace dar una vuelta. Mi cabello y mi vestido revolotean en el aire hasta que Liam vuelve atraparme. Ahora nuestros cuerpos están completamente pegados. A pesar de los tacones, tengo que elevar un poco la vista para poder verlo mejor—. ¿Y Blair? Hubieran sido mejores amigas. Ambas tienen esa actitud de diva.

Me río.

—No soy una diva.

Ahora es Liam quien se ríe. Se siente como música para mis oídos.

—Lo eres, totalmente.

Pongo mis ojos en blanco.

La música cambia y no puedo evitar fruncir el ceño. La melodía introductoria de piano me suena familiar, pero no recuerdo de donde. Estoy segura de que la escuché antes. Además, es una elección bastante rara para la música que usualmente ponen en este tipo de eventos.

Liam cierra sus ojos por unos segundos.

—Aggie —murmura y niega ligeramente con la cabeza. Arqueo una ceja y miro a Liam en busca de respuestas—. Esta canción. Esto está planeado. ¿Por qué recien me doy cuenta ahora?

—¿Qué cosa, qué está planeado? —interrogo.

—Escucha —me dice simplemente.

"Si el mundo se acaba, tú vendrías, ¿verdad?
Si se cae el cielo, yo te abrazo más,
tú y yo juntos solo porque sí
Ni siquiera te tendrías que despedir"

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

Ahora la reconozco. Key estuvo obsesionado con la canción hace unas semanas. Habla sobre un apocalipsis, y como dos personas que no están juntas, quieren volver a reencontrarse. Solo porque se necesitan, porque es el fin del mundo.

Trago saliva.

Dejo de hacer preguntas, dejo de pensar en cómo ahora no me parece tan conveniente que Tyler me haya guiado hasta la pista de baile para hablar, dejo de pensar en los mensajes de Aggie y Nick que lograron que venga a la gala.

Simplemente apoyo mi cabeza su hombro. Liam me abraza, sosteniéndome con fuerzas. Pongo una mano sobre su pecho, justo encima de su corazón para poder sentir sus latidos que estoy segura que sincronizan los míos en cuanto a velocidad.

Cierro mis ojos.



Narra Liam.

Mi cabeza está en blanco.

Quinn está en mis brazos y eso es lo único que importa y por fin, tiene sentido en mi vida. Su mano en mi pecho pueden sentir mis latidos pesados y rápidos. Su respiración choca contra mi cuello, enviandome temblores por todo el cuerpo.

El momento es perfecto, solo que en las situaciones equivocadas.

—¿Gatita? —murmuro cerca de su oído.

—No escucho ese nombre hace una eternidad —murmura con una sonrisa. Eleva su cabeza para mirarme.

Y yo pensaba que nunca volvería a llamarla así.

—¿Recuerdas esa gala de beneficencia hace dos años?

Junta sus cejas en confusión.

—¿Cuál? —me pregunta.

—Tu primera gala en Miami. Fuimos juntos —le digo. Inmediatamente, asiente al recordarlo. Sonrío un poco, porque lo que estoy por contarle es algo que me guardé por mucho tiempo—. ¿Recuerdas el apagón?

—El beso —murmura de repente como si lo recordara con lujo de detalles. Abre sus ojos bien grandes con sorpresa.

—Fue un buen beso, ¿no crees?

—Fuiste tú —declara aunque sale más como una pregunta.

—Siempre fui yo.

Quinn arquea sus cejas.

—¿Planeaste el apagón?

Me río.

—Sí. Unos cuantos billetes y el tipo de mantenimiento estaba listo para cortar las luces a mi señal —contesto. Quinn me golpea en el hombro a lo que yo sonrío.

—¿Por qué lo hiciste?

—Porque... —empiezo y resoplo ligero. Nos hago voltear. La canción ya está terminando y no quiero que lo haga—. Acababas de terminar con Tyler, y de verdad tenía muchas ganas de besarte. Ya me habías rechazado una vez, entonces encontré el momento. Fue inmaduro, sí, pero fue necesario.

Quinn me mira con incredulidad por unos segundos. Esa expresión es reemplazada por una sonrisa dulce.

—¿Y por qué hacerlo en el apagón? ¿Por qué no besarme como deberías haberlo hecho?

—Porque no era el momento indicado. Solo te habría confundido más.

Ella asiente.

—Entonces luego hiciste como si me hubieses encontrado y me hiciste creer que fue Tyler  —habla y me toca a mi asentir.

—Era más fácil que creas eso.

Quinn suelta una carcajada y descansa sus manos en mi hombro.

Si hay algo que noté desde que entró esta noche, es que está más feliz. La noto más saludable, con ojos brillosos que me indican que a pesar de todo, está mejor. Y eso me hace sonreír.

Finalmente la canción cambia. Eso parece despabilar a Quinn de cualquier trance en el que entró apenas empezó a sonar.

—Liam, quiero dejar algo en claro...—empieza. Luce nerviosa mientras espera para decirme lo que sea que quiera decirme.

La miro atento, esperando a que me pelee, a que me diga que fue un buen baile pero que la suelte. Que sea más fuerte que yo.

Sin embargo, esas no son las palabras que salen de su boca. De hecho, no tiene la chance de decir nada. Alguien carraspea a mis espaldas y no me hace falta siquiera voltear para saber quien es. El rostro de Quinn pierde sus colores.

El tipo de los deseos suicidas, por supuesto.

—Queens, ¿podemos hablar? —inquiere.

Volteo sobre mi hombro. Jason Heyward está parado a un metro de mi. Tiene las manos enterradas en los bolsillos de su traje y puedo oler la champaña costosa que se sirve en la gala hasta aquí.

¿Ahora quiere hablar? ¿Cuando Quinn está literalmente en mis brazos? ¿Quién se cree?

Quinn me mira estando nerviosa. Intento darle mi mejor cara de póquer, pero esta chica me conoce demasiado. Sabe exactamente qué está pasando por mi cabeza. Nunca fui del tipo celoso, pero este Jason está tentando mi paciencia. Por instinto, mi mano se cierra aún más sobre la cintura de Quinn.

No tengo ningún derecho de hacer esto, pero lo que siento es completamente diferente a lo que debería hacer.

—Jason... —empieza con una voz dulce. Me doy cuenta de que está intentando elegir sus palabras con cuidado. No quiere lastimarlo—. Ehm, ¿puede ser luego?

—No —responde a lo que yo arqueo una ceja, por poco está arrastrando sus palabras—, es importante.

Porque alejarla de mí es importante.

—Jason... —empieza Quinn sin saber qué hacer.

Debería hacer algo. Como por ejemplo, moverme y e irme.A la azotea, a fumar, a beber un poco más si es que Jason Heyward nos dejó algo. Sin embargo, me quedo en mi lugar a pesar de que no debería. Quinn tampoco hace un intento para irse y eso me mantiene andando.

—Queens, por favor. Es importante —vuelve a pedir. Da unos pasos hacia adelante para estar más cerca de ella.

Por segunda vez escucho que la llama Queens. Al principio pensé que se había equivocado, que está demasiado borracho como para pensar con coherencia pero ahora me doy cuenta de que es un apodo regular. Me tiene ardiendo de celos aún más.
No eres su novio, Liam. La dejaste. En la jodida noche de su cumpleaños.

Los hechos que son tan reales como mi nombre me tienen soltando la cintura de Quinn. Vuelvo a poner mis manos a mis costados. Ella lo nota, porque su mirada baja directamente a mis manos.

—Voy a darles privacidad —digo finalmente y retrocedo. Jason es rápido en ocupar mi lugar.

Deduzco que alzar un camión con una sola mano es hubiera sido más fácil que decir esas palabras.

—Liam, no —Quinn alza la voz, sorprendiendome—. No te vayas.

Frunzo el ceño. Estoy intentando descifrarla pero me está costando.

—Queens, sabes que no es una buena idea —le dice Jason. Intenta mantener su voz baja, con las esperanzas de que no escuche pero lo hago perfectamente.

—Jason, por favor. No puedo hacer esto ahora. Necesito hablar con Liam, necesito...—su voz se apaga.

¿Necesitas qué, Gatita?

—Sabes que no es buena idea. Es tu ex, el tipo te dejó, por amor a Dios. Estoy evitando que cometas un error —Jason toma un paso más hacia adelante. Deduzco que a estas alturas, Quinn detectó su aliento a alcohol.

Quinn no dice nada. Se muerde el labio. Me doy cuenta en la forma en la que mira a Jason. Sabe que tiene razón, sabe que es una mala idea que yo soy una mala idea. Detesto ser la persona que la hace sentir así.

Jason estira su mano para cerrarla encima de la muñeca de Quinn. Hace el estupido intento de tirar de ella.

Quinn tira para su lado, intentando ser soltada. Pierdo cualquier tipo de paciencia cuando Jason vuele a presionarla, intentando que lo siga.

—Suéltala —ordeno sin pensarlo.

Jason resopla por la nariz, molesto conmigo. Pienso que va a hacerme caso, pero no. Vuelve a intentar llevarse a Quinn, quien no se ha movido un centímetro de su lugar.

—Nos vamos —le dice mirándola a a los ojos. Quinn mueve su muñeca en un intento de librarse. Esa es mi señal.

—Suéltala —vuelvo a repetir.

De nuevo, Jason no la suelta. Pongo una mano en el brazo de Jason y lo echo hacia atrás, obligando a que se aleje de Quinn. Pensé que pondría algún tipo de pelea pero debe ser que está más borracho de lo que pensaba que está.

Me mira como si quisiera matarme. Ahora es él quien da un paso hacia mi. Está buscando una reacción, y si sigue comportándose de esta manera, va a tener una. Sobre su rostro.

—¿Es en serio? —me pregunta casi bufando—. ¿Vas a hacerle esto? ¿De nuevo?

Aprieto mi mandíbula. No tengo que hacer un espectáculo, no tengo que llamar la atención como pudiera haber hecho en cualquier otro lugar. No le haría esto a papá ni a Jared, habiendo cientos de personas a nuestro alrededor y muchos de ellos fotógrafos y prensa.

Tomo una profunda respiración.

—No sé qué quien te crees que eres. No sabes de lo que estás hablando.

—¿Quieres saber quién soy? —inquiere arqueando una ceja—. Soy la persona que se preocupa por Quinn y quiere cuidarla. Muy diferente a ti

Esta vez siento que tengo que hacer un esfuerzo inhumano para no golpearlo directo en el rostro. ¿Que no me preocupo por Quinn? Lo que vengo haciendo todo este tiempo es preocupándome por ella.

Quinn parece decidir que es momento de intervenir. Se pone en medio de los dos antes de que Jason pueda dar otro paso. Si lo hace, estoy seguro de que ya no podré contenerme y alguien va a aparecer en el periódico mañana por golpear al novato de los Dolphins.

Pone sus manos sobre Jason, obligándolo a retroceder.

—¿Quieres hablar? —le pregunta finalmente sonando abatida—. Está bien, hablemos. Lejos.

La decepción se instala en mi pecho y es un sentimiento que odio. ¿Qué esperaba? ¿Que Quinn me elija a mí después de todo lo que le hice?

Jason asiente, luciendo más seguro de si mismo.

Quinn voltea a mirarme. Con los ojos quiere decirme que lo siente, pero que tiene que alejar a Jason antes de que nos matemos entre nosotros.

Debería girarme. No lo hago. Me quedo en mi lugar, observando como Quinn se lleva a alguien que no soy yo, y se aleja de mi.

***

De nuevo, estoy en la azotea.

Las gotas de lluvia son ligeras y esporádicas. Algunas me golpean en el rostro mientras mis antebrazos están apoyados sobre la balaustrada metálica.

Me queda media hora más para poder irme. Quiero volver a casa, chequear en cómo está Olive y dormir. Esta noche fue lo suficientemente desastrosa.

Escucho unos pasos a mis espaldas. Tacones, para ser exactos. Cierro mis ojos con fuerzas. No tengo energía para lidiar con esto ahora.

—Winter, te dije que no quiero hablar.

—No vuelvas a confundirme con ella, iugh —habla fuerte y claro la voz de Quinn. Volteo al mismo tiempo que una gota de agua cae sobre el puente de mi nariz.

No digo nada. ¿Qué puedo decirle? ¿Gracias por encargarte de tu noviecito celoso y volver media hora más tarde?

Al principio, se queda en la entrada. Probablemente contemplando que está lloviznando. Cuando se da cuenta de que no diré nada a menos que ella lo haga, empieza a romper la distancia entre los dos.

—Lo siento por dejarte en la pista así. Jason estaba...—se queda callada y resopla—. Tenía que encargarme antes de que pase algo más.

Asiento.

—No tienes que disculparte. Estás saliendo con él.

Quinn frunce el ceño, estando a un metro de distancia.

—No estoy saliendo con él —responde.

Alzo mis cejas con sorpresa. ¿Entonces qué información me trae Tyler? Una muy mala, aparentemente.

—¿No?

—Sali con él por un tiempo —responde finalmente alzándose de hombros—. Pero estamos mejor como amigos.

Asiento intentando no mostrarle muchas emociones.  Estoy aliviado. No debería estarlo. Quinn puede estar con quien sea pero... Por poco sonrío. Ahora entiendo por qué Jason contesto eso cuando le pregunté a propósito quién se creía que era.

Al notar que no voy a decir nada más, Quinn reúne aire. Mira hacia los costados, quitando su atención de mi por primera vez desde que entró a la azotea. Observa la ciudad, la playa y el increíble juego de luces que forma.

—Estabas por decirme algo antes de que nos interrumpan —le recuerdo. Sus ojos vuelven a mi.

—Sí —responde y da un paso más hacia mi. Y yo soy el imbecil que da otro paso más hacia ella—. Vine esta noche porque... Quería verte, supongo. Sé que estás empeñado en alejarme y lo entiendo. Te entiendo. Pero pasaron algunas cosas en San Francisco que me hicieron ponerme las cosas en perspectiva. Ehm... Supongo que lo que quiero decirte con esto es que no estoy buscando causarte problemas, solo... estar para ti esta noche.

Mierda, ¿qué hice para merecerla? Es eso. No la merezco.

—Gatita, tu nunca me causarías problemas —respondo. De repente me odio por hacerla sentir así.

Corto la distancia entre los dos. Una de mis manos encuentra la suya. Entrelazo mis dedos con los de ella y Quinn me deja.

—De hecho, parte de mi estaba esperando a que vinieras. La parte egoísta —le digo. Corro un mechón de cabello que por el viento se cruza por su rostro—, perdón por haberte hecho sentir así.

Esta noche, ayer, el día que terminamos, en Los Ángeles, en el hospital, en todos lados.

De nuevo, la mirada que me da Quinn es indescifrable. Esta en un limbo entre querer alejarme lo más lejos que pueda y luego está esa chispa deseosa que me dice todo lo contrario.

Mis ojos me traicionan y bajan a sus labios. Podrían pasar años pero mi cabeza seguirá recordando el sabor de ellos y como se sienten cuando están contra los mios.

Me estoy muriendo por hacerlo. Tan solo tengo que inclinarme un poco más.

—Quiero esto —dice Quinn sorprendiéndome un poco, como si pudiera leer lo que está pasando en mi cabeza—. Aunque sea solo por esta noche. Ambos lo necesitamos.

Dios.

¿Y quién soy yo para tenerla esperando?

Con una mano en su rostro, inclino su cabeza y antes de que pueda convencerme de que es una mala idea, mis labios están sobre los suyos. Se siente como si fuera de otro mundo. Extrañaba esto. Nos extrañaba.

Quinn colapsa contra mi cuerpo y yo la abrazo por la cintura para mantenerla cerca.

Siempre pensé que era ridículo sentir todo esto por una persona. Que cada centímetro de tu cuerpo, incluso la punta de tus dedos, sientan esas corrientes de electricidad. Entonces llegó Quinn para hacerme saber que no es ridículo. Es real.

Mi lengua encuentra la suya. Quinn suelta un gemido que rápidamente se ahoga en mi boca. No quiero soltarla nunca, y al mismo tiempo sé que soltarla es todo lo que tengo que hacer.

Hay un relámpago sobre nuestras cabezas. Y luego un trueno que hace temblar el suelo.  Apenas soy capaz de oírlo porque mi cabeza está en otro lugar. 

El beso es desesperación completa. Está diciendo todo lo que nos hemos extrañado, todo lo que me hace sentir esta chica.

Segundos después, las gotas de lluvia se vuelven más pesadas, más consistentes. Es una tormenta con toda sus letras. Las gotas se deslizan por debajo de mi traje, me empapan la ropa, el cabello, absolutamente todo pero aún así no soy capaz de despegarme de Quinn.

Siempre fuimos nosotros.

Aunque sea por una noche.








nota:
nos vemos en unos días. gracias por ser pacientes❤️

love,
cande.

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