37. Una mujer en una misión (parte 2)
Dos días después, es viernes. También es el cumpleaños de Marine Oppal, así que me encargo de llamarla por teléfono y preguntarle si recibió mi regalo. Hice que le enviaran una canasta llena de sus chocolates favoritos y muchas muchas botellas de alcohol porque es su cumpleaños numero 21. Porque, ¿quién no planea beber hasta un coma alcoholico en su cumpleaños numero 21?
Le dije a Zack que le regale algo con brillos. Unos aretes o algo así. El problema es que Zack quería direcciones específicas, un enlace del sitio web con los aretes exactos. Le dije que no, que si quiere regalarle algo, que piense él. Otra cosa que le dejé claro es que si bien a Marine le fascinan los regalos materiales, no es lo que necesita. Dios sabe que Scott Van Lexer se cansó de comprarle regalos costosos con tal de que ella le perdonara toda y cada una de sus infidelidades. Zack me dijo que ya viajarían a Bora Bora para festejar su cumpleaños y que eso no le parece algo materialistico, sino un viaje en donde harán muchos recuerdos. Le sugerí que intente hacer algo él solito. Se me río un poco pero luego considero seriamente cuando se dio cuenta de que yo no estaba bromeando, ni siquiera durante un segundo. Fue ahí cuando me cortó la llamada, seguro para ponerse a pensar.
¿Diciendo la verdad? Me gusta que Zack haya encontrado a alguien que logre sacudirlo así.
—¿En qué piensas tanto? Siento que vas a hacerle un agujero a la pared con la mirada —papá palmea mi espalda cuando pasa por mi lado para sentarse en su lugar.
—Nada —respondo alzandome de hombros y llevando el vaso de limonada a mis labios. Le doy un trago, sintiendo el gusto a jengibre. Pedí que no tuviera jengibre. Ya qué—. Hoy es el cumpleaños de una amiga y no voy a poder pasarlo con ella.
Papá asiente.
—Estoy seguro de que van a poder recompensarlo. Vuelves el lunes a Miami, van a tener todo el tiempo del mundo —dice en un tono alentador.
Sonrío un poco. Supongo que tiene razón.
Nuestra comida llega apenas unos minutos después y estoy aliviada porque me moría de hambre después del viaje hasta aquí.
Papá se tomó el viernes libre de trabajo para hacer un pequeño viaje a Napa Valley, una pequeña región al norte de San Francisco. Está a tan solo una hora de la ciudad, y a pesar de eso, nunca antes había venido.
Hoy es la excusa perfecta. El clima está agradable, el cielo despejado y para ser California, es un milagro que no esté derritiéndome del calor. El viaje lo hicimos solo papá y yo. Dice que quiere pasar más tiempo conmigo y lo entiendo, durante esta semana, los gemelos y Seth lo tuvieron casi secuestrado. Fueron a partidos de basketball, casinos y todo el tiempo están jugando al poquer. Nada de eso me llama remotamente la atención.
Cuando Rick y Seth le dijeron a papá que ellos también querían venir a Napa, él simplemente les dijo que no. Y sí, la niña de papá necesita su tiempo de calidad. Recuerdo vivamente que esta mañana les saqué la lengua antes de subirme al auto.
Ahora estamos en un viñedo, porque Napa es famoso por todos ellos. "Ashes & Diamonds" es un lugar tranquilo, grande y se puede respirar la paz. Es un contraste increíblemente relajante luego de estar en la ciudad. Siento la misma tranquilidad que la primera vez que observé el lago en frente la casa de Jason en Portland.
Amo la ciudad, pero también es necesario momentos como este.
No sé en qué momento el almuerzo pasó de moda. Estamos teniendo nuestro brunch. Me parece una estupidez el concepto de brunch. Aunque no voy a negar que la comida sabe fantástica.
Estamos en una de las mesas cerca a la pared de vidrio con una hermosa vista a los viñedos.
—Es lindo —señalo embobada con el paisaje verde, olvidandome de mi comida—. Pero, ¿por qué un viñedo? No es como si fuera a probar la degustación. Sigo siendo menor.
Papá arquea una ceja a mi dirección.
—¿Te gusta el vino?
—No —contesto y arrugo mi nariz. Tiene gusto a que algo se murió dentro de ese líquido rojo purpúreo y dejo un gusto amargo que ni siquiera es agradable de oler.
—Pensé que apreciarás la calma —señala echándole el mismo un vistazo por el vidrio—. Estar con Rick y Nate todo el tiempo no es exactamente calma.
Esta vez consigue que me ría.
—Definitivamente no. Aunque extraño vivir con ellos —confieso.
Vuelve su mirada a mi, esta vez mucho mas suave y comprensiva.
—Yo también extraño tenerlos cerca. Es increíble. ¿En qué momento crecieron tanto? —pregunta resoplando más para él que para mi—. Nate va a casarse. Eso es algo para asimilar.
—Ni que lo digas.
—¿Estás bien con la boda?
—Sí, claro que sí —me apuro a responderle—. Hannah me parece una chica increíble, y Nate la ama.
—¿Entonces por qué la cara?
Porque me parece apresurado. Porque ¿quién mierda se casa tan joven y no se divorcian al cabo de cinco años? Bueno, tal vez tengo mala imagenes sobre las bodas desde que Seth se casó con Jess —por más que diga que se aman con intensidad, sigo sin comerme el cuento— y luego están mis padres. Ellos se casaron jóvenes. Creo que incluso más que Hannah y Nate, y miren en qué resultó eso.
Por no agregar que últimamente me siento como la patrulla anti amor.
—Nada. Es sólo... Raro ver a Nate casándose, formando una familia y todo eso.
Olvidándose un poco más de mi.
—Es una suerte que tu madre haya dado a luz a gemelos entonces —declara. Alzo mis cejas con sorpresa. Creo que es la primera vez en un largo tiempo que escucho hacerlo una referencia sobre Natalie.
—Sí, todavía me queda Rick para exprimir.
Excepto que cuando estamos en Miami apenas me responde los mensajes, nos vemos a duras penas una vez por semana. No lo culpo. Está empezando un nuevo trabajo e intentando ser el soltero más codiciado del Estado.
—La primera vez que vine aquí, traje a tus hermanastros —me cuenta. Creo que se dio cuenta que hablar de mis hermanos no está ayudando a mi buen humor—. Ashton y Caroline.
—¿De verdad? —inquiero con indignación dramática—. Qué traición.
Se ríe y niega con la cabeza.
—Necesitaba conectar con ellos, que me conozcan y sepan que no soy ningún tipo de amenaza —me explica.
—¿Y qué tal eso?
—Terrible —responde frustrado—. Caroline fue más comprensiva. Ella es la buena de los dos. Incluso me enteré que ahora se intercambian libros.
—Algo así —asiento.
—Y Ashton... Es complicado. Tiene un humor fuerte, es... El chico es un descontrol sin límites y usa eso para defender a su madre como si yo fuese el villano de la historia —me explica.
Nuevo hermanito tiene problemas de ira. Lo agrego a mi lista mental con toda la información que estoy juntando sobre ellos.
—¿Qué sucedió con su padre?
—Lauren y él se divorciaron hace cinco años. No voy a contarte los detalles pero fue feo —explica.
—Estoy segura de que con el tiempo vas a poder ganártelos —digo alzandome de hombros. Me ahorro decirle que al principio pensé que Matthew y yo nos odiaríamos pero eventualmente logramos llevarnos bien.
—Eso espero. Lauren está sufriendo mucho por Ashton. Siente que es su culpa que el chico sea... —titubea sin encontrar las palabras.
—Un jodido desastre —completo desastre.
—Quinn —me regaña.
—¿Qué? A veces las palabrotas son necesarias para expresarse. No lo digo yo, lo dice la vida.
Pone sus ojos en blanco y continuamos comiendo hasta que papá decide ir directo al grano. Era bastante obvio que había una razón oculta de este improvisado viaje a Napa.
—Así que... —aclara su garganta a pesar de que acaba de beber agua—. Terminaste con Liam.
Asiento con la cabeza y me termino mi limonada de un tirón, deseando que sea algún licor puro. Hablé sobre Liam con Miller hace unos días y me puso en un humor estúpidamente sensible. Ayudó que en esos días haya estado en mi periodo pero... Decidí que voy a evitar hablar de Liam lo más que pueda.
Aunque no parece que papá esté dispuesto a aceptar eso.
—¿Te hizo daño?
—No... —respondo. Aunque sí. No era su intención pero los daños son inevitables—. Simplemente no funcionaba.
—¿Alguna vez te conté sobre esa vez que hablamos cuando estuvo en San Francisco el año pasado?
Niego con la cabeza.
Y no quiero oírlo. Va a hacerme sentir peor, lo sé.
Sin embargo, mis tendencias masoquistas son de otro mundo y me quedo en silencio para oírlo.
—Tú me dijiste que hable con Liam y le cuente sobre su madre, Cait y mi amistad con ella. Apenas empecé a hablarle noté de inmediato lo mucho que la extraña y a su hermana también —revela. Mi corazón se encoge y las repentinas ganas de abrazarlo para protegerlo de todo me arrasan de pies a cabeza. Quiero encontrar a Liam, abrazarlo fuerte y prometerle que todo va estar bien. ¿Pero como prometerle algo que ni siquiera sé si será real?
—A Liam lo sigue esta sombra de tristeza a todos lados. No hace falta ser un experto para darse cuenta. Ha pasado por tantas cosas que ningún chico de su edad tendría qué.
El sentimiento de culpabilidad me envuelve. Debería estar con él. ¿Cómo puedo ir diciendo que lo amo tanto si no soy capaz de hacerle frente a la situación?
Respiro hondo.
Liam no me quiere cerca. Tengo que respetar eso.
—Podemos... ¿Hablar de otra cosa? —inquiero al sentir mi labio temblar. Papá inmediatamente deja el tema. Coloca su mano encima de la mía sobre la mesa y asiente con la preocupación brillando en sus ojos.
—Sí. Lo siento, no quería ponerte mal.
—No lo hiciste —miento con una sonrisa débil—. Está bien.
—¿Quieres que vayamos a hacer el recorrido?
Cierto. El punto era pasear por el viñedo y luego asistir a la desgustación.
Asiento sin decir nada más.
***
Horas más tarde, está anocheciendo y papá aparcando en frente a la casa.
Pasamos todo el día recorriendo Napa y hablando de todo. Todo menos Liam, por supuesto.
Apaga el motor. Observo por las ventanas que dan hacia la calle que las luces están encendidas y los chicos probablemente estén haciendo algo divertido dentro. Desde aquí puedo ver el Audi rentado de Seth estacionado. La casa esta completa.
Estoy por salir del auto cuando papá prouncia mi nombre.
—¿Qué pasa? —inquiero, mis manos aún sobre la puerta cerrada.
Respira hondo antes de voltear y encontrar mis ojos. Lo leo rápidamente en toda su expresión. Sea lo que sea, no es bueno.
—Hay algo más que tengo que decirte —dice finalmente.
Suelto mi agarre en la puerta y vuelvo a enderezarme en mi asiento. Esto huele a malas noticias. Y siendo realistas, estoy a una mala noticia más de volverme completamente loca.
—¿Sobre qué?
Mi cabeza es un torbellino de ideas. ¿Lauren está embarazada? No es joven pero tampoco es tan grande, sigue habiendo una posibilidad. ¿Será sobre Natalie? ¿Qué habrá hecho otra vez?
—Algo que debería haberte dicho hace mucho —resopla abatido—. Realmente no hay manera suave decirlo. Le di muchas vueltas.
¿Está enfermo? ¿Eso intenta decirme? ¿Me dirá que tiene una enfermedad terminal? ¿Tal vez cáncer?
Se queda en silencio.
—¿Es... De vida o muerte? —interrogo en un hilo de voz.
Papá se da cuenta a lo que me estoy refiriendo porque abre sus ojos como platos y niega al sacudir la cabeza.
—No es nada de eso. No es de vida o muerte, Quinn —me asegura y siento que respiro mejor.
—¿Entonces qué?
Sigue dando vueltas al intentar encontrar las palabras. Es como si estuviera tratando de ordenar sus pensamientos.
Ni siquiera logra decir una sola palabra cuando la puerta de entrada se abre de un golpe que me hace saltar de mi lugar. Afuera, Lauren baja las escaleras del porche como si estuvieran prendidas en fuego. Las lágrimas caen desesperadamente por su rostro.
¿Y qué mierda?
Papá se da cuenta de ello también, porque sale de un auto en la velocidad de un parpadeo para encontrar a Lauren a mitad de camino. Lo sigo, cerrando la puerta del auto tras mi.
Lauren colapsa en los brazos de mi padre.
—Tenemos que... Tenemos —intenta hablar pero los sollozos se tragan sus palabras. Conozco ese sentimiento de desesperación. Miro hacia la casa, Hannah está en la puerta, observando la escena sin saber qué hacer.
Cuando nuestras miradas se encuentran, sus ojos me hacen saber que ella tampoco tiene idea qué está pasando.
—Lauren, respira —mi papá pasa una mano por su espalda—. ¿Tenemos que qué?
—Tenemos que ir a Santa Mónica —respira finalmente aunque sigue temblando—. Ashton... Ashton tuvo un accidente. Richard, es serio. Tenemos que ir ya mismo.
Un escalofrío me recorre el cuerpo mientras que mi cuerpo se congela en mi lugar. Ashton. El hijo de Lauren. Ni siquiera lo conozco pero por alguna jodida razón, también tengo ganas de llorar.
¿Así de desesperada y rota habrá sonado mamá cuando se enteró que me habían disparado?
Papá no se congela como yo. Se toma unos segundos para digerir la noticia y actúa con una calma y agilidad que me asusta. Sin embargo, noto el destello de miedo en sus ojos.
Carga a Lauren hacia dentro de la casa y me apresuro a seguirlos. Una vez adentro, empieza a ladrar órdenes como si hubiese hecho esto ciento de veces.
—Hannah, ¿puedes ir a nuestra habitación y preparar un bolso con ropa para Lauren? —inquiere dirigiéndose a mi cuñada. Asiente y sin esperar un segundo, voltea y desaparece por las escaleras.
—¿Qué... qué hago? —pregunto pero me ignora.
—¡Nate, saca dos vuelos para Santa Mónica ya! —exclama a mi hermano. Es cuando me doy cuenta de que los chicos están en la sala de estar y probablemente escucharon la conmoción de afuera.
No pierde tiempo al sacar su celular y ponerse a buscar vuelos.
—Rick, prepárame un bolso con ropa. Rápido —le ordena a mi otro hermano.
Lauren sigue temblando y sollozando en los brazos de mi papá. Es la primera vez que la veo perder los papeles así. Luce tan... vulnerable que me asusta.
Al cabo de pocos minutos, Nate alza la voz.
—Salen en una hora —dice rápidamente—. Tienen que ir al aeropuerto ya si quieren llegar a tiempo.
Hannah y Rick bajan las carreras a los tropezones casi con dos bolsos.
—Yo los llevo —esta vez es Seth quien toma un paso hacía adelante, enseñando las llaves de su auto.
Papá asiente. Seth recibe los bolsos, los carga sobre su hombro y los tres salen por la puerta. Me apresuro a salir también.
Seth pone el auto en marcha, papá y Lauren se sientan en los asientos traseros porque ella no deja de llorar y parece que va a romperse por completo al instante que mi papá la suelte.
No termino de procesar absolutamente nada cuando Seth avanza por la calle como si la jodida policía lo estuviera persiguiendo.
Dejo escapar el aire que ni siquiera sabía que venía conteniendo.
—¿Qué mierda está pasando? —bufa Rick cuando cerramos la puerta y estamos solos.
—Ashton... Tuvo un accidente, algo así. Llamaron a Lauren cuando estábamos en la cocina preparando la cena y... —Hannah suspira y sacude su cabeza—. Todo sucedió tan rápido.
—Mierda —consigo mascullar.
—Sí. Mierda, mucha mierda —bufa Rick pasándose una mano por el cabello.
***
Esa noche no soy capaz de dormir.
Doy vueltas y vueltas sobre la cama, intentando sacarme de la cabeza la vida.
No sabemos nada sobre papá, entonces ni una sola palabra sobre Ashton. No recibe nuestros mensajes ni llamadas. Estoy segura de que se quedó sin batería porque pasamos todo el día en Napa y no pudo cargarlo.
Intente contactar a Caroline, tampoco responde mis mensajes por Instagram. No la culpo. Si mi hermano tuviese un accidente, lo último que haría sería estar en Instagram.
Son las cuatro de la mañana cuando recibo un mensaje. Casi me tiro sobre mi mesita de luz, esperando que sea papá.
Frunzo el ceño. Es Nick. En Miami son las 7 de la mañana, ¿qué hace despierto tan temprano?
Nick: Buenos días, Quinnie. ¿Irás a la gala?
¿Acaso no se comunica con su novia?
Bufo. Por supuesto que se comunica. Sabe que no iré y este es otro intento para conseguir que vaya.
Quinn: ¿Y dañarme un poco más? Paso.
Su respuesta es inmediata.
Nick: Nadie tiene las bolas para decirtelo, pero Liam va a necesitarte ahí. Por favor.
Quinn: Él dijo que me necesita?
Esta vez, se toma dos minutos para responderme.
Nick: Bueno... No. Nosotros sabemos que sí.
No respondo nada más. Bloqueo mi celular y escondo mi rostro en mis almohadas, porque de repente, estoy considerando una mala idea.
Liam puede intentar engañar a todos si quiere. A las únicas personas que no logra engañar a sus mejores amigos.
Cierro mis ojos.
¿Y si es verdad? ¿Y si me necesita y mi orgullo no me permite ver eso? Las ganas de que Liam me quiera en su vida son casi asfixiantes así como inexistentes. Si intenta correrme de su vida de nuevo, esta vez será un golpe muy bajo.
Es una gala y estoy invitada. ¿Tan mal sería estar allí aunque en las sombras para asegurarme de que este bien?
Liam no tiene a nadie capaz de dejarlo todo y correr al aeropuerto para asegurarse de que este bien. No tiene a una Lauren que pondrá el mundo de cabeza con tal de cuidarlo. Y yo no soy su madre pero... Suelto un bufido que se ahoga en mis almohadas. Pero de todas maneras puedo preocuparme y poner el mundo de cabeza.
Antes de arrepentirme, salto de mi cama, enciendo la luz y busco la maleta vacía en la esquina. Sintiendo la escena particularmente familiar, empiezo a lanzar toda mi ropa sobre la maleta.
Dejo "Asesinato en el Orient Express" en el cajón del escritorio junto a "Historia de dos ciudades", el libro que le compré a Caroline. Sin nota, porque no tengo tiempo.
Desconecto mi celular y empiezo a buscar vuelos a Miami en Internet. Consigo uno que sale en cuatro horas, perfecto.
Una hora después, termino de guardar todo y me cambio de ropa.
Falta media hora para que amanezca, así que aprovecho la oscuridad para escabullirme. Solo que esta vez, no es con lágrimas en el rostro, sino con una misión. ¿Lo que comparte el pasado y el presente? Un corazón roto.
nota:
esta soy yo, ignorando todas y cada una de mis responsabilidades para actualizar porque es mucho mas divertido hacer esto ajsjajsjdjsa
Espero que les haya gustado esta maratón:)
Empiecen a hacer sus apuestas para los próximos capítulos;)
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cande.
PD: el próximo capítulo lo narra Liam
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