este capítulo es super largo, perdón de antemano si lo encuentran muy denso, pero ya van a entender que no se puede cortar. el próximo capítulo lo subo en unas cuantas horas o mañana:)
Seth entrecierra sus ojos y por unos segundos, entramos en una batalla de miradas que termino ganando cuando lo escucho bufar.
—Nate y Hannah. Se comprometieron. Vine desde Los Ángeles para felicitarlos —me explica finalmente.
Hay poca luz, pero de todas maneras puedo ver los restos de su bronceado por su luna de miel en Hawaii. La camiseta blanca que tiene puesta lo hace resaltar aún más.
—Me refiero qué haces aquí —enfatizo con obviedad moviendo mis brazos en el aire para indicarle que me refiero al club.
—¿Tengo prohibido divertirme, Lagarto? —arquea sus cejas.
Lo observo unos segundos, chequeando en mi cabeza de que haya oído bien.
Me río.
Hace mucho que no me llama así y se siente bien hacer de cuenta por unos momentos que todo sigue igual que antes.
—No, es solo... Extraño. Eres la última persona a la que esperaba encontrar aquí. ¿Viniste con Jess?
—Era el plan, pero tiene trabajo —se cruza de brazos—. ¿Ahora me dirás qué haces tú aquí y por qué apestas a tequila?
—No apesto a tequila —me defiendo débilmente. Creo que sí, apesto a tequila. Aunque más que nada es porque me tiré un poco sobre mi vestido por accidente.
—Lagarto, creo que nos conocemos bastante como para que no sepa que estás desviando tus respuestas —declara.
—Tengo un amigo en San Francisco —le explico al alzarme de hombros.
Frunce el ceño.
—¿Qué amigo? ¿Rick sabe que estás aquí? —dispara empezando a preocuparse.
—Sí sabe. Ahora que no vives conmigo, tengo que decirle sobre mis planes.
Seth se ríe.
—Te encantaba que te cubra, ¿no es así? —inquiere a lo que yo sonrío y asiento. Tal vez las cosas si pueden ser como antes. Tal vez no tiene el cerebro tan lavado por Jess como yo pensé—. ¿Sigues recordando las tres reglas?
—No —respondo inmediatamente.
—Si las recuerdas —me desafía con la mirada. Niego con la cabeza y me muerdo el labio. En realidad, las recuerdo muy bien pero decirlo en voz alta es... Vergonzoso—. Las recuerdas, no me mientas.
Ladeo mi cabeza por unos segundos. Ya qué.
—No feos, no pequeños y con condón —repito y pongo mis ojos en blanco. Seth solo me las dijo una sola vez bromeando durante la época en la que vivíamos juntos pero de alguna manera, mi cabeza logró guardar ese tipo de información y no la mitad de las cosas que "aprendí" durante mis años de secundaria. En fin.
Seth suelta una carcajada que creo que se lo escuchó al otro lado del club.
—Sabía que las recordabas. Ahora, ¿con que amigo estás?
—No lo conoces. Es amigo de Zack —contesto. Seth asiente. Sabe que ahora Zack y yo nos llevamos mejor, pero para él, sigue siendo el mismo imbécil que del cual le conté hace más de dos años.
—¿Y dónde está tu amigo?
—Lo dejé bailando con una chica —respondo encogiéndome de hombros—. Probablemente debería ir a chequear.
Seth asiente. Dudo sobre si despedirme ahora o no. Mi situación con Seth es complicada. Después del beso en su despedida de soltero, no hemos hablado mucho o en absoluto. Ignoramos el beso como si nunca hubiera pasado y yo intento actuar como si Jess no me hubiese dicho "No voy a mentir, arriesgué mucho en esa despedida de soltero. Cuando volvió y me lo contó, supe que eras un simple capricho."
—Quinn —suspira. Su tono me hace saber que las chistes y las bromas se acabaron. Esto es importante. Lo miro paciente, esperando a que encuentre las palabras para decirme lo que sea que tenga que decirme—. ¿Podemos hablar sobre mi despedida de soltero?
La Quinn de antes, tal vez hubiese hecho una broma sobre lo divertido que fue el lugar de la despedida y lo buena que estaba la música. Cualquier cosa con tal de disminuir mi incomodidad y nervios. ¿La de ahora? Bueno, la de ahora tiene un par —muchos— de chupitos de tequila encima y una mejor lógica en la cabeza.
Asiento.
Seth me devuelve una mirada aliviada.
—Debí haberte buscado antes para hablarlo —empieza. Se rasca su mandíbula con las yemas de los dedos—. No lo hice porque pensé que me odiabas y tienes razón. Fue... Injusto lanzarte todo eso, revelarte tantas cosas y luego ni siquiera hablarlo contigo. Lo siento.
¿Pensaba que lo odiaba?
—También fue mi culpa. Para un buen tango hacen falta dos —digo suavizando mi mirada. Me olvido de todo mi alrededor, como si estuviéramos en una burbuja de nuestro propio invento—. Nunca te odié, Seth. Y tampoco quise hablarlo porque todo era demasiado. Esa semana en Los Ángeles fue intensa, solo quería volver a casa y olvidarme de todo —hablo encontrando la manera perfecta de no mencionar la visita de Liam y todo lo que eso trajo, además de mi conversación con Jess.
—Todo lo que te dije en Los Ángeles era verdad. Sí sentía muchas cosas por ti que no sabía cómo explicar. Aproveché la situación y ambos estábamos borrachos para besarte. Fue de imbécil.
—Son cosas que pasan, supongo —respondo. Me alzo de hombros y esbozo una sonrisa tranquilizadora, porque Seth parece a punto de colapsar de los nervios—. No quiero que afecte nuestra amistad. Perdí a demasiadas personas por situaciones como estás y no estoy dispuesta a perderte a ti.
—Nada va a cambiar. Tal vez debería dejar de ignorarte ahora que sé que estamos bien.
—¿Tú crees? —cuestiono alzando una ceja incrédula—. No fue lindo enterarme por Rick que ibas a casarte. Extraño que seas mi amigo, ¿sabes? Que te hayas alejado así me dolió —confieso.
—Lo siento, no debí hacerlo —responde y sacude su cabeza ligeramente—. Entonces... ¿Estamos bien?
—Sí, Seth. Siempre estuvimos bien. Aunque.... tengo que saber algo.
—Lo que quieras.
Me toma unos segundos juntar lo necesario para decírselo. No quiero que se lo tome de mala manera, simplemente tengo que asegurarme. No estaría siendo una buena amiga si no se lo pregunto.
—¿Eres realmente feliz con Jess?
Seth me sonríe y resopla.
—Sí. Realmente soy feliz con ella. Entiendo que no somos perfectos y que los dos cometimos muchos errores en el camino, pero tenemos mucha historia y una conexión que no siento con nadie más. No le hubiera pedido que se case conmigo sin estar seguro —me explica, a lo que yo asiento. Jess me dijo cosas similares cuando hablé con ella.Tal vez después de todo, sí son tal para cual—. Sé que parece cualquier cosa. Después de nuestras rupturas y reconciliaciones, y todas las locuras que hice por ella... Pero de verdad la amo. Y sé que ella me
ama a mi con la misma intensidad.
Ahora soy yo la que sonríe. Estiro mis mis brazos porque, ¿qué mejor que cerrarlo con un abrazo? Seth acorta la distancia para rodearme con sus brazos.
—Te extrañé, lagarto —murmura cuando lo estrecho con más fuerzas. Sigue usando la misma colonia de siempre que me trae tantos recuerdos y me hace sentir un poco más en casa.
—Yo también, Sethy Seth —respondo con voz burlona logrando que se ría.
Cuando nos separamos, ambos estamos sintiéndonos mejor y se nota.
—Así que, dijiste que viniste con un amigo. ¿Quieres que te ayude a buscarlo?
Me encojo de hombros.
—Puedo encontrarlo sola si quieres estar con tus amigos.
Por poco pone sus ojos en blanco.
—Mhm, no me muero de ganas. Son primos de Jess y viven en la ciudad. Bastante insoportables pero no podía decirles que no.
—En ese caso, vamos a encontrar a Miller. Estoy segura de que te caerá bien. Miller le cae bien a todo el mundo —le explico y hago un ademán con la cabeza para que me siga.
Eso hace mientras vamos hacia la pista, donde escucho la música más alta. Es una canción que no reconozco. Intento buscar con la mirada como si fuera un escáner a la cabellera rubia de Miller. Si es que decidió volver a la zona VIP y no me encontró allí... De seguro ya está llamando a la policía. Aunque no recibí ningún mensaje de su parte, por lo que supongo que sigue con la pelinegra de piernas kilométricas por alguna parte.
Volteo a ver a Seth y acercándome a su oído para que me escuche, le digo que busque a un chico rubio, de ojos marrones y camisa blanca que esté con una chica de cabello oscuro en un vestido rojo.
Continuo buscando entre la masa de personas sin mucho éxito. Debemos llevar cinco minutos recorriendo la pista de baile cuando Seth me toca el hombro y señala hacia mi derecha con su mano.
—Por favor dime que ese no es tu amigo —lo oigo hablar por encima de la música.
No me cuesta nada enfocarme en lo que Seth apunta. Uno de los guardias, de esos enormes, vestidos de negro y con comunicadores en la oreja, sostiene a Miller y está arrastrándolo hacia la salida. No logro verlo bien, pero ese cabello dorado es imposible de perder.
Tiene que ser broma.
Hago señas a Seth para que me siga porque efectivamente, mi amigo al que están arrastrando a la fuerza. Doy lo mejor de mi mientras intento correr en tacones y esquivar a las personas bailando.
—¡Miller! —exclamo para llamar su atención pero mi voz se ahoga con la música y la multitud.
¿Qué se supone que pasó?
Ya han echado a Miller de la discoteca cuando llego hacia la salida, empujando la puerta para terminar en la calle. El aire veraniego me recibe y el contraste al calor que hacía adentro es aliviador.
La calle está llena de personas. Sigue habiendo fila para entrar.
El guardia empuja a Miller hacia la acera y este se tambalea pero logra mantenerse de pie. Me acerco a la velocidad de un rayo, sorprendida de que no me haya roto los talones al correr con estos zapatos tan altos.
—¡Miller! —exclamo y siento mi voz salir mucho más horrorizada de lo que tenía planeado. Pongo mis manos en su hombro y lo obligo a que gire para enfrentarme. Ahogo un grito al darme cuenta su ojo empezando a ponerse morado y su pómulo rojo e inflamado. Tiene un corte en la ceja.
—¿Qué pasó? —interrogo al escudriñar cada centímetro de su rostro en busca de otra herida que haya pasado por alto—. Miller, ¿qué pasó? ¿dónde está Kelsey, Chelsea...?
—Daisy —me corrige.
—¡Y a mi qué! —chillo frustrada—. ¿Qué te pasó?
Tomo los costados de su rostro con mis manos y se queja un poco del dolor cuando accidentalmente uno de mis dedos toca su pómulo inflamado.
—Un imbécil. Eso pasó. Me descuide dos segundos y adivina quién decide hacer una aparición. El ex de Daisy. Comenzó a ponerse pesado con ella y lo tuve que golpear.
—¿Lo tuviste que golpear? —repito arqueando una ceja.
—Sí. El tipo estaba drogado o algo así. No entendía no como respuesta —gruñe.
Asiento comprensiva.
—¿En dónde está ahora?
—Es amigo de los guardias, por eso no lo echaron.
—¿Y Daisy? —inquiero mientras pienso que esa chica no tiene cara de llamarse Daisy.
—Con el resto —contesta. ¿Y qué hace que no está afuera con el tipo que acaba de defenderla de su ex violento? Me tengo que morder la lengua para no soltarlo.
No sé que me hace abrazar a Miller. Luce como si necesitara un abrazo. No nos conocemos tanto, pero nunca lo había visto tan molesto y decaído por algo. Siempre tiene una actitud envidiable frente a todo. Lo rodeo con mis brazos y a pesar de que él no me devuelve el abrazo completo
—Vamos a casa, ¿sí?
—¿Necesitan que los lleve? —nos pregunta Seth a mi espalda. Noto que Miller se da cuenta de su presencia e inmediatamente frunce el ceño cómo puede.
—¿Quién es este? —inquiere deshaciendo el abrazo y poniendo su atención en mi—. ¿Qué te dije? ¿No recuerdas la regla dos? "No ojitos con desconocidos". Por favor, Quinnie. Jason va a matarme, Zack va a matarme, tu hermano Nate y su gemelo van a matarme... y no me sorprendería que Rocky Balboa quiera matarme también.
No puedo contener las risas.
—Agregame a la lista, porque yo también voy a matarte, ricitos de oro —repone Seth. Extiende su mano y Miller la estrecha de mala gana—. Soy Seth.
—Es mejor amigo de mi hermano Rick y mi amigo—le explico a Miller—. Me topé con él en la barra.
—Menos mal —contesta en un resoplido de alivio.
—Seth, ¿de verdad no te molesta llevarnos? —le pregunto—. Miller estuvo bebiendo y no está en condiciones de conducir.
—Sí, no hay problema. Tengo un auto rentado y no bebí.
—No voy a dejar mi auto en este lugar —empieza Miller en protesta. Me cuesta tomarlo en serio cuando su ojo está de color violeta.
—Vas a tener que —replico—. Lo buscaremos mañana.
Está a punto de volver a protestar cuando pongo mi mano en su brazo y le indico a Seth que nos vayamos. Miller me sigue a regañadientes.
—Es un Mustang GT último modelo, Quinnie. No puede pasarle nada —se queja a mis espaldas.
En medio de la calle, Seth se frena de seco y voltea.
—¿Un Mustang GT? —inquiere con las cejas alzadas como si no hubiese escuchado bien.
—¡Sí! —chilla Miller exasperado—. Al fin alguien entiende. Hombre, sabes que no puedo dejar un Mustang GT en un estacionamiento.
Cierro mis ojos con fuerzas por unos segundos mientras intento juntar la fuerza y paciencia necesario para esto.
—¿Cuánto te salió? Estaba pensando en cambiar el Lambo que tengo en casa por un Mustang —dice Seth al voltearse por completo. Se cruza de brazos, enfrentando a Miller y una partecita de mi sabe que si no detengo esto ahora, va a tomar horas hasta que terminen de hablar.
—Mucho —enfatiza Miller—. Casi cien mil. Un regalo por haber entrado a UC Hastings.
—¿Derecho? —le pregunta Seth con interés a lo que el otro asiente. Ambos tienen la misma edad y aparentemente, los mismos gustos. Quizás se puedan llevar bien.
—Los Lambos tienen lo suyo —continua. Noto que arrastra un poco las palabras. No creo que Seth se de cuenta, pero yo sé que la versión sobria de Miller no habla así—. Pero son muy pretenciosos. Un Mustang GT es más... Elegante. Disimulado pero no tanto. Es perfecto.
—Vivo en Los Ángeles. Allí todo es pretencioso —le responde Seth.
—Entonces cómprate un Aston Martin DB11 o el DBS. Rojo, por supuesto. Cualquier otro color sería un crimen.
—Escuché que el Bentley Continental GT es mejor —Seth pone las manos sobre los costados de su cadera, preparado para quedarse un largo rato a conversar. Lo único que hago, es mirarlos muy atenta como si esto fuese un sueño.
No estoy borracha, y es real. Miller, con ojo morado y rastros de sangre seca en la cara, conversando con Seth sobre autos, afuera de una discoteca en la ciudad de San Francisco. ¿Cuáles eran las chances?
—Es la competencia, sí. Pero los Bentley son un asco, hombre. Aunque la potencia es un poco mejor... Apenas.
Seth asiente considerando las recomendaciones de Miller.
—Linda charla —aclaro mi garganta—. ¿Podemos irnos? Quiero desinfectar las heridas de Miller y darle hielo para ese ojo.
Este bufa y voltea a mirarme como si acabara de decirle que la cita de juegos se acabó.
—Bueno, mamá —gruñe. Intenta llevarse la mano a su ojo. No dejo que lo haga cuando la atrapo en el aire. Suelta otro gruñido.
—No va a sucederle nada a tu auto. Es un estacionamiento privado. Va a estar bien. Mañana podemos pasarlo a buscar —digo con las esperanzas de que por fin entienda. Volteo a Seth sin esperar una respuesta—. ¿Vamos?
Sin decir nada más, continuamos caminando hacia el estacionamiento del club. Miller y Seth aprovechan para seguir hablando sobre autos. Sus potencias, el consumo, equipos de suspensión, neumáticos y un montón de términos que ni siquiera sabía que existían.
Cuando llegamos al Audi rentado de Seth —porque puede ser rentado pero nunca perderá el estilo—, Miller me gana el asiento delantero sin siquiera dejar de hablar con Seth quien le responde todo tan entusiasmado como él.
Aunque es sorpresivo, no me quejo. Miller necesita la distracción después de haber golpeado y ser golpeado por el ex de una chica que aparentemente, no lo vale.
Le doy mi dirección a Seth y le indico que nos deje allí, porque tengo que desinfectar los cortes de Miller. Me ahorro decirle que lucen bastante mal.
Son las dos de la mañana. Seth sale del estacionamiento y estira su mano para poner música. Una canción que no reconozco comienza a sonar. Frunzo el ceño. ¿Qué pasó con los conciertos a los que estaba acostumbrada? ¿Maroon 5, The Chainsmokers y Shawn Mendes?
—¿Te gusta Nirvana? —inquiere Miller casi muriendose de la emoción.
Pongo mis ojos en blanco al mismo tiempo que apoyo mi cabeza en el respaldo y le echo un vistazo a la ciudad por la ventanilla.
—Es lo mejor que hay. Después de blink-182, claro —responde Seth.
—¿Desde cuando te gusta ese tipo de música? —frunzo el ceño al acercarme. Me coloco entre los dos asientos de adelante, sintiéndome toda una niña pequeña.
—Desde siempre... ¿Lo dices por la música que ponía mientras íbamos a Everdeen? —arquea una ceja y se voltea a verme. Asiento rápidamente—. Me gusta también. Aunque solo la ponía porque sabía que a ti te gustaba.
Vuelvo a asentir, esta vez sorprendida. No me había dado cuenta de ello.
No digo nada más. Dejo que sigan hablando y dejo de prestarles mucha atención. Lucen muy a gusto charlando y es bueno que se estén llevando bien.
Muchas canciones de Nirvana después, nos detenemos frente a la casa. A juzgar por las ventanas con sus luces apagadas, todos deben estar durmiendo. Contemplo la idea que acaba de aparecer en mi cabeza como un chasquido de dedos.
—Seth, ¿quieres entrar? Puedo prepararnos algo para comer —digo al aferrarme al pequeño bolso Chanel con el que estuve toda la noche.
—Hazle caso —responde Miller con su mano ya puesta en la puerta, listo para salir—. Después puedes llevarme a mi departamento. No está tan lejos. Además, si los hermanos de Quinnie se despiertan, es mejor que estés ahí. No quiero morir hoy. Ya sabes. Mejor prevenir que curar.
—Está bien. Puedo quedarme un rato —responde Seth. Estaciona el auto en un espacio vacío y apaga el motor.
Una vez en el porche, busco las llaves en mi bolso y abro la puerta. Al entrar, enciendo las luces de la entrada y les hago seña para guiarlos por los pasillos hacia la cocina. Se sientan en los taburetes y yo me dirijo directo al refrigerador para sacar lo necesario para armar sandwiches. Cuando llevo todo a la mesa, me doy cuenta de que Seth y Miller siguen hablando como si no hubiera mañana. Ahora, de fútbol americano.
—Eres de Miami, ¿verdad? —le pregunta el rubio mientras se prepara su sándwich. Traigo las bebidas. Coca Cola para Seth y agua para Miller. Empiezo a prepararme mi sandwich en silencio mientras escucho su conversación—. Entonces, los Dolphins.
—Solo lo mejor de lo mejor —responde Seth.
—¿Has oído hablar de Jason Heyward? —le pregunta mordiendo su sándwich sin piedad.
Arqueo una ceja, muy atenta a lo que va a decir a continuación. En mi cabeza, el equipo de control de daños está listo y en forma para ser requerido.
—El novato que entra en esta temporada, sí.
—Es uno de mis mejores amigos —alardea Miller con orgullo en su voz antes de beber agua. Me mira por el rabillo de su ojo en busca de una reacción. No le doy ni una y cierro mi sandwich ya preparado.
—¿De verdad? Wow. Es de lo mejor que han podido elegir. Estuve viendo ESPN la semana pasada, sus estadísticas son impresionantes. Una muy buena adición. Y es graduado de la Universidad de Miami, lo vi un par de veces en el campus y en fiestas. Mi hermano es entrenador de los Hurricanes, su equipo de la universidad. Quinn, tú irás a Miami U —comenta Seth en un intento de sumarme a la conversación para que no quede tan desplazada.
—Mhm —asiento intentando lucir indiferente y destapo mi botella de agua. Carraspeo—. De hecho, Jason y yo nos conocemos. Zack, Miller y él son mejores amigos.
—Se conocen muy bien —resalta Miller y yo siento toda la sangre de mi cuerpo subir directamente a mis mejillas.
Seth frunce el ceño y está a punto de preguntarme a qué se refiere cuando alguien entra a la cocina.
Es Rick.
Tiene unos shorts deportivos que usa para dormir y ninguna camiseta encima. Apenas consigue abrir sus ojos.
—Aquí vamos —canta Miller en un murmuro y procede a terminar su sandwich.
—¿Qué...? —interroga confundido. Pasa su mirada por los tres en un intento de descifrar esto—. ¿Seth?
—Sorpresa —contesta antes de pararse y abrazarlo.
—¿Qué haces aquí? —le pregunta cuando ya se han palmeado la espalda y han puesto distancia entre ambos.
—Estoy de visita. Me encontré a Quinn y a su amigo en Inferno. El resto es historia —explica.
—¿Tú eres el amigo? —Rick se inclina para tener una mejor vista de Miller quien está detrás de Seth.
—Dios santo, Nate. Nos conocimos hace unas horas. Sigo siendo Miller aunque tenga un ojo morado —dice y mueve su mano en un gesto de desinterés.
Seth se ríe, y yo estoy a punto de hacerlo también. Carraspeo para ahogar las risas.
—Es Rick. El otro gemelo —le explico.
Miller gira su cabeza para ver a mi hermano con mucho asombro, como si ahora estuviera viendo a otra persona.
—Son... iguales.
—Ese generalmente es el punto de tener un gemelo idéntico. Tienes amigos muy inteligentes, Quinn —bufa mi hermano de brazos cruzados.
—Ey, más despacio, gemelo idéntico —suelta sin humor—. Soy inteligente. Y también algo borracho.
Rick entrecierra sus ojos, observando con desconfianza por unos momentos hasta que sacude su cabeza y parece decidir que es un caso perdido.
—¿Qué le pasó en el ojo? —vuelve su atención a mi.
—Tengo boca para hablar, gemelo idéntico —tose Miller.
—¿Estás buscando que te empareje el otro ojo, tipo inteligente?
—Suficiente —bufo con las ilusiones de que se lleven tan bien como sucedió con Seth, ahora extintas—. Vamos arriba. Hay un botiquín de primeros auxilios.
Saltando de mi lugar, abro el frezeer y saco una bolsa de hielo perfecta para su ojo. Con un ademán, le indico a Miller que me siga. Feliz de salir de la cocina, me sigue. Subimos las escaleras en silencio para no despertar a nadie y lo llevo hasta el baño. Cierro la puerta tras nosotros y me quito los tacones que ya están empezando a molestarme. Los dejo en una esquina.
—Y el gnomo de jardín vuelve a su altura —habla mientras mira el baño con atención. Es espacioso, tanto que podría entrar a cinco personas cómodamente. Me agacho lo suficiente para abrir el gabinete de abajo y sacar el botiquín que sé que papá siempre guarda. Se acostumbró a tener uno en la casa desde que los gemelos y yo éramos niños. Más que nada porque mis hermanos eran muy propensos a accidentarse al jugar.
—Siéntate —digo señalando el espacio vacío en la mesada continua al lavabo.
—Mhm, eso no va a funcionar —comenta al observar la altura—. No vas a poder alcanzar mi rostro.
—¿Quién te crees? ¿La torre Eiffel? Siéntate —ordeno dejando el botiquin a un lado y abriéndolo. Escaneo con la mirada, encontrando todo lo que necesito. Vendas, desinfectante, y hasta una pomada para su ojo.
—Tengo una idea mejor —contesta. Estoy por preguntarle a qué se refiere cuando siento dos manos en mi cintura. Me alza girandome para que ahora sea yo la que este sentada sobre la mesada.
—¿Está es tu idea? —le pregunto con el ceño fruncido—. ¿Está es la parte en la que tengo que abrir mis piernas para que te pongas entre ellas? Tengo un vestido, Miller.
Suelta unas cuantas carcajadas.
—Ahora veo que el parecido entre tus hermanos y tú no es físico, pero de actitud. Nunca pedí que abras tus piernas.
Pone sus manos en mis rodillas y las mueve hacia un lado, ladeando un poco mi cuerpo y se pone a mi frente, con mis piernas cerradas.
—¿Lo ves? —inquiere.
—Lo veo —contesto y saco el desinfectante y un sobre estéril con gasas. Rompo el sobre y echo desinfectante—. No te preocupes, es para niños. No va a dolerte.
—Estás subestimando la cantidad de peleas en las que me metí —comenta observando con atención todos mis movimientos—. Una vez me cosieron una herida sin anestesia. Fue una noche intensa.
—No me sorprende —murmuro en respuesta y paso la gasa por su ceja, limpiando la sangre seca.
—Así que, —empieza luego de conseguir mantener silencio por cinco segundos—. ¿Seth y tus hermanos no saben sobre Jason?
—No —contesto—. Apreciaría que se quede así. No es ningún secreto... pero mis hermanos son muy protectores conmigo.
—Sí. Me di cuenta —suelta un bufido—. Muy primitivo, ¿no crees?
—Quizás. Tienen sus razones. Me vieron pasar por mucho y creen que voy a romperme en cualquier momento si no me cuidan.
Asiente.
—Entonces... —empieza cuando estoy poniendo una venda sobre un corte que está volviendo a sangrar—. Me debes una explicación. Digo, si no quieres hablar, está bien. No voy a presionarte. Solo tengo curiosidad.
—Uhm, ¿por dónde empezar? —hablo, accediendo a contarle un poco más sobre mi vida a Miller—. Voy a tratar de contarte lo esencial, porque sino estaremos diez días en este baño hasta que termine de hablar.
—Huh, entonces fue épico.
—Podría decirse —murmuro en respuesta. Le entrego la bolsa de hielo cuando terminé con sus heridas superficiales y él se la lleva a su ojo—. Liam y yo tenemos una historia larga y complicada. Lo conocí hace dos años... En ese momento, era mejor amigo del chico con el que empezaba a salir. Con el tiempo, me di cuenta que encajamos muy bien. Empezamos como amigos y creció. Porque fue inevitable enamorarnos. No esperaba que pase realmente, pero cuando una persona empieza a gustarte más por dentro que por fuera, cuando sientes esa conexión tan especial que nunca sentiste con nadie antes... Simplemente sucede sin pedirle permiso a nadie.
Miller asiente.
—¿Y por qué terminaron? —me pregunta.
—Es... difícil. Al principio, Liam y yo nos peleamos por algo que pasó con su mejor amigo. Por algo que le hice a su mejor amigo. Eventualmente, logramos arreglarnos pero luego situaciones más fuertes que nosotros nos ganaron. Liam está en un momento de su vida muy complicado y doloroso. Tiene demasiadas cosas encima. Terminó conmigo porque las cosas no eran lo mismo que antes y no quería hacerme más daño.
—Pero lo hizo de todas formas.
—Sí —suspiro alzandome de hombros—. Pero al mismo tiempo, no. Me salvó de una situación peor. Todo el mundo dice que cuando alguien está roto, tienes que estar para esa persona, ¿verdad? Pero... Apenas conseguí salvarme a mí misma. Con el tiempo, entendí porque Liam hizo lo que hizo. Porque me ama, porque quiere lo mejor para mi y estar con él ahora mismo no lo es. Nos íbamos a terminar destruyendo por completo. No lo resiento... solo... estoy triste de que haya terminado.
Miller se queda en silencio. Pasa su pulgar por debajo de mi ojo derecho y es cuando me doy cuenta de que estoy llorando. Son lágrimas confusas. Hay tristeza en ellas, así también como hay nostalgia y un poco de felicidad. Nunca me pasó esto antes. Nunca al hablar de Liam.
—Lo sigues amando, ¿verdad?
Asiento con la cabeza.
—Como siempre.
—Vas a superarlo, Quinnie. Tienes toda la pinta de ser una luchadora en esta vida. Vas a poder con esto —dice en un tono suave y me abraza, apoyando su cabeza en mi hombro. Pasa su manos por mi espalda, intentando consolarme.
—Voy a superarlo —murmuro intentando convencerme de ello, tal como le digo a mi psicóloga cada vez que hablamos sobre esto—. Solo necesito tiempo.
❤️nota:
si miller no les gustaba antes, y sigue sin gustarles... eh, no sé en qué mundo viven.
espero que les haya gustado este capítulo tanto como a mi. 💘
voy a subir el próximo dentro de muy muy poco, le falta solo una partecita por escribir.
:) no se olviden de votar y comentar❤️
love,
cande
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