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35. ¿Qué haces tú aquí?

Hola! Mi recomendación para este capítulo si es que se olvidan de las cosas fáciles es que reelean los siguientes capítulos:

Capítulo 16, 19 y 24 de The Last Heartbreaker.

antes que nada, quiero dedicarle este capítulo a abruugonzalezz porque cumplió años el domingo, pero recién pude subir capítulo hoy:) espero que la hayas pasado muy lindo!!! te quiero montones y gracias por tanto.


—Quinnie, Quinnie, Quinnie —silba Miller desde el pie de las escaleras del pequeño porche de la casa de papá en Pacific Heights. Apaga su cigarrillo casi consumido por completo y sonríe de oreja a oreja—. ¿Quién diría que te verías tan sexy en tacones?

Me río desde la puerta. ¿Quién diría que Miller sabe ponerse una camisa? La tela blanca se ajusta a su cuerpo y tiene los dos primeros botones sueltos, como si fuese un casanovas de comedia romántica. Combina vaqueros color caqui con unas zapatillas blancas.

Me corrijo, ¿quién diría que Miller sabe arreglarse? Por lo que recuerdo de las fiestas de su fraternidad, apenas se ponía una remera encima. San Francisco le está haciendo bien.

Alguien carraspea a mis espaldas.

—¿Con este vas a salir? —bufa Nate poniendo una mano en la puerta y forzando con mi brazo para abrirla por completo. Frunce el ceño y escanea a Miller de pies a cabeza sin aprobarlo. Siendo realistas, podría traerle al mismo Harry Styles y Nate lo seguiría mirando como si estuviese a nada de matarlo.

—Dios, Nate, atrás. Ya te expliqué todo —me quejo empezando a empujarlo con mi cadera para que vuelva a la casa.

Miller arquea sus cejas sorprendido. Seguro no ve el parentesco. Pone las manos en los bolsillos de sus vaqueros y se acerca rápido subiendo las escaleras para presentarse.

—Hola, soy Miller, amigo de Quinnie —habla con una sonrisa estelar. Ahora que puedo verlo mejor, noto su look usual con su cabello rubio desordenado.

Nate asiente no muy convencido.

—¡Rick! —exclama mi hermano echando su cabeza ligeramente atrás para que se lo oiga dentro de la casa.

—¡No! No llames a Rick —siseo abriendo mis ojos alarmada. Si Nate está en el nivel cinco en la categoría "hermano mayor sobreprotector", Rick es dueño de toda la  jodida categoría.

Se ríe pero asiente y deja de llamarlo.

—Soy Nate, hermano de Quinn —se presenta y estira su mano. Miller encuentra la suya y comparten un apretón de manos que a juzgar por la expresión de Miller, casi se le rompen los huesos.

Cuando pienso que esto se va a poner peor (con preguntas incómodas), Hannah llega al rescate. Se acerca a nosotros con el ceño fruncido. Mira a Miller por unos segundos y luego a mi rostro de "por favor, sálvame".

Aclara su garganta y pone su mano encima del bicep de mi hermano. Noto su nuevo anillo en todo su resplandor mientras acaricia a Nate para calmarlo.

—Bebé, vamos a ver una película. Deja que Quinn se divierta —dice. Tal como esperaba, mi hermano Mister "Estoy enamorado hasta los calzones de mi novia", relaja su expresión, voltea a verla y pone su mano encima de la de ella.

Asiente.

—Miller, no te conozco pero si mi hermana quiere salir contigo es por algo. Cuídala. Llega a suceder algo, y no vas encontrar tu lengua para contarlo porque voy a cortarla con una sierra eléctrica.

Hannah suelta un grito ahogado y lo obliga a hacerse hacia atrás. Nate obedece y retrocede hacia el interior de la casa.

—¿Acaso estuviste viendo El Padrino? —chilla frustrada y niega con la cabeza. Se dirige a mí con una pequeña sonrisa—. Diviértanse.

Asiento, encontrando la salida perfecta para empujar a Miller por los hombros para que retroceda y nos vayamos.

—¡Pero no tanto! —exclama Nate antes de que Hannah tenga la oportunidad de cerrar la puerta.

Una vez en la calle, suspiro. Miller simplemente se ríe.

—No sabía que tenías otro hermano —señala. Saca las llaves de su auto y le quita el seguro. Las luces de un Mustang GT negro tintinea desde el otro lado de la calle.

—¿Otro? Tengo dos hermanos. Gemelos —le explico mientras cruzamos. Los tacones rojos que me prestó Hannah son hermosos y demasiado altos. Nada a lo que no esté acostumbrada. El vestido negro que estoy usando, es mi "comodín" y sirve para cualquier ocasión, incluida esta. Se ajusta a mi cuerpo como una segunda piel y llega hasta la mitad de mis muslos.

—¿Nate y...? —inquiere intentando sacarme más información.

—Nate y Rick —respondo. Una vez dentro del auto, noto que huele a nuevo. Acaba de instalarse en San Francisco, ¿y ya tiene auto nuevo? —. Y también tengo más hermanastros por parte de Lauren, la esposa de mi papá. Son mellizos. Caroline y Ashton.

Miller suelta una risa y voltea a verme luego de encender el auto.

—¿De verdad? —inquiere al notar que no estoy riéndome—. ¿Gemelos y mellizos?

—Así es —resoplo, pero en realidad, me parece divertido.

Abrocho mi cinturón de seguridad y Miller sale del lugar en donde estacionó.

—¿Qué tienes planeado para esta velada romántica?—inquiero en un tono burlón mientras observo cómo acelera por las calles de la ciudad.

—Ya quisieras que sea una velada romántica —bufa. Se estira para poner música. Una canción de Drake empieza.

—Oh —suelto fingiendo estar dolida—. ¿Entonces nuestro beso no significó nada?

Miller se ríe pero me contesta.

—Iremos a Inferno. Es uno de los mejores club de la ciudad. Créeme, me tomé la libertad de visitarlos todos —dice. No me sorprende. Miller supuestamente está en San Francisco por una pasantía en un bufete de abogados y en septiembre, empieza abogacía en UC Hastings. Tiene para tiempo en esta ciudad.

—¿Solo los dos? —le pregunto.

—Pff, ya quisieras tenerme solo para ti —responde. Voltea a mirarme fugazmente con una sonrisa arrogante—. Y no, no solo los dos. Hay un grupo esperándonos en Inferno. Están en la pasantía conmigo. No son tan divertidos como yo, pero van a caerte bien.

Asiento.

—Y antes que lleguemos —agrega luego de aclarar su garganta—. Tenemos que poner unas cuantas reglas...  Regla número uno, no te separas de mi. Es una ciudad desconocida y no quiero perderte o peor. Una extensa lista de personas va a querer cortarme la cabeza si te pierdo esta noche.

Bufo.

—No soy un perro, no voy a perderme.

—Información dudosa —responde y cuando estamos en un semáforo en rojo, tamborilea sus dedos sobre el volante—. Regla número dos, nada de ojitos con desconocidos o mis amigos. Heyward va a asesinarme si se entera. Y regla número tres, trata de no beber demasiado. Puede ser peligroso. Creo que está de más decirte que no descuides tu vaso y no aceptes nada que no venga de mi.

—Anotado —chasqueo mi lengua y observo mis uñas por unos segundos.

Durante el camino a Inferno, nos ponemos al día sobre nuestras vidas. Miller me cuenta que está disfrutando mucho su pasantía, a pesar de tener que levantarse de lunes a viernes a las seis de la mañana. También que está emocionado por UC Hastings en otoño. Al principio tuve mis dudas, pero ahora veo que realmente le gusta lo que está por hacer. Hablamos de cosas sin mucha importancia. Mi experiencia en el aeropuerto de camino hasta aquí y sobre el compromiso de Nate y Hannah. Nada sobre Jason, aunque supongo que ya debe saber que ahora somos solo amigos.

Una vez en Inferno, luego de estacionar, Miller y yo nos acercamos a la entrada. Los amigos de Miller tienen una mesa en la zona VIP del club, así que nos salteamos la larga fila de personas porque estamos en la lista. No me piden identificación a pesar de que claramente, no parezco de veintiuno. Nos ponen unos brazaletes amarillos fluor.

Camino junto a Miller por el pasillo oscuro que dirige hacia la discoteca. Son apenas la once, pero ya hay un montón de gente. "No hands" de Waka Flocka Flame hace temblar el suelo. Rodeamos la pista de baile para llegar al VIP. Le enseñamos al guardia de la entrada nuestras pulseras y se hace un lado para dejarnos pasar.

—Son ellos —señala Miller con su mano a un grupo de hombres y mujeres en una de las mesas del medio. Se están riendo escandalosamente. Hay muchos cocktails y botellas dando vueltas.

Uno tipo que acaba de tomar un chupito, nos ve llegar y sonríe. Intento sonreír de vuelta pero no me sale. De repente, pienso... ¿En dónde demonios me metí?

El grupo consiste de tres hombres, de la edad de Miller, tal vez un poco más grandes y dos mujeres con lo que juro que es maquillaje profesional. Me dan una sonrisa amable y la devuelvo, aunque no puedo evitar sentir que entre ellas y yo hay un jodido abismo de distancia. Lucen mayores... Y yo luzco de dieciocho.

Miller me presenta a todos como su amiga de Portland, omitiendo los detalles de mi edad, por suerte. No es que me avergüence tener dieciocho, es solo... precaución, creo. Me dice los nombres de todos, pero apenas los capto.

—¿Qué quieres beber, Quinnie?—pregunta Miller—. ¿Tequila por los buenos tiempos?

Asiento. Tal vez beber logre sacarme un poco de los nervios de encima. Miller se va hacia la barra, dejándome con sus amigos que ya están empezando a emborracharse. Me hacen muchas preguntas.

—¿De qué universidad te graduaste, Quinn? —pregunta el pelirrojo despreocupado. No lo hace provocando, sino porque de verdad piensa que ya me he graduado.

Apenas logré graduarme de Everdeen.

—Miami U —respondo. Técnicamente, no es tan mentira. Algún día me graduaré de ahí.

—¿Qué planeas hacer ahora? —pregunta una de las chicas luego de darle otro trago a su trago rosado—. Miller solo nos contó que estás de visita en la ciudad.

¿Donde. Mierda. Está. Miller?

—Eh, sí. Estoy de visita. Y aún no descifro esa parte —respondo intentando sonar convincente.

Ella asiente con la cabeza como si realmente me entendiera.

Finalmente, veo la cabellera dorada de Miller acercarse a nosotros. Sostiene como si fuese un talento natural, tres chupitos de tequila en cada mano. Los deja sobre la mesa y murmuro un "gracias".  Agarro uno y brindo con Miller antes de beberlo. El líquido es familiar y amargo mientras lo trago.

—Sin caras, esa es mi nena —silba y alza su mano para que choquemos los cinco. Lo hago, encontrando la situación muy familiar.

—Miller, no me digas nena —le recuerdo.

—Ahg, pensé que ibas a dejarlo pasar —bufa antes de beberse otro chupito.

    Un rato después, estamos sentados en un sofá cerca de la mesa con aún más chupitos. Por lo que estuve observando Miller no se lleva muy bien con su grupo. Solo se junta con ellos porque no tiene a nadie más. Él es más de fiestas fuera de control, juegos como verdad o reto que terminan con incendios o con gente desnuda nadando en piscinas desconocidas. Esa es la salsa de de Miller. Gente como Zack, Jason y sus amigos de la universidad.

Así que por más que haya dicho que no lo tendría para mi sola, realmente, lo estoy teniendo para mi sola.

Bebo el cuatro chupito de tequila y lo paso como agua.

—Con más calma, apenas empieza la noche —Miller me recuerda observando con ojos precavidos.

—Tengo una resistencia increíble —respondo aunque sea mentira. Chequeo la hora en mi celular. Estamos aquí hace una hora ya.

—Claro, claro —por poco pone sus ojos en blanco—. Le prometí a Jason que te cuidaría.

Alzo mis cejas sorprendida.

—¿A Jason?

—Sí. Tal vez encuentres esto deslumbrante, Quinnie, pero somos amigos. Nos hablamos —suelta sarcástico.

Su mirada va hacia una de las chicas en la mesa. Su compañera de pasantía. No le recuerdo el nombre. Solo sé que tiene el cabello castaño y largo, y grandes ojos verdes.

Ella le devuelve la mirada y yo observo todo como si fuese un partido de tenis.

Carraspeo.

—¿Te dijo que ahora somos solo amigos? —le pregunto mientras debato en mi cabeza si es demasiado pronto para un quinto shot de tequila. Probablemente lo sea.

—¿Qué? —inquiere confundido y vuelve su atención a mi. Frunce el ceño—. ¿Son solo amigos? ¿Pasamos por tanto para que sean solo amigos?

—Si, ¿no te lo dijo?

Miller ladea su cabeza algo inseguro.

—No le di mucho tiempo para que me avise. Fue una llamada rápida. Le dije que te sacaría algún lado en San Francisco, porque es la cosa correcta cuando estás por salir con la chica de uno de tus mejores amigos. Solo pudo advertirme que te cuidara antes de que corte.

—Ser solo amigos es lo mejor que puede pasarnos —agrego alzándome de hombros—. Necesito mi tiempo para cicatrizar heridas viejas.

Asiente en una mirada comprensiva.

—¿Quién fue?

—¿Quién fue qué?

—El que te rompió el corazón. Lo tienes escrito por todo el rostro.

¿Se nota tanto? Respiro hondo y sacudo ligeramente mi cabeza. Estiro mi brazo para alcanzar otro chupito.

—Hmh, tema sensible —apunta Miller mientras me mira beber el quinto de la noche.

—Sí, tema sensible —respondo. La estaba pasando bien. Y tengo miedo que si empiezo a hablar de Liam, voy a largarme a llorar. No quiero eso, no quiero arruinarme la noche ni la de Miller—, si quieres saber, vas a tener que esperar a que beba más.

Se ríe.

—Como digas.

Cuando terminamos los chupitos que tenemos sobre la mesa, decido pararme y es cuando siento la sensación de mareo por todo el cuerpo. Logro mantenerme de pie, porque realmente no me siento tan mal. Es el perfecto balance entre el cosquilleo y la sensación de sentir la cabeza más ligera que me gusta.

—Vamos a bailar —le pido a Miller extiendo mi mano para que la tome. Desprende la vista de su celular y arquea una ceja luciendo inseguro. Me hace bufar—. No seas aburrido. Me trajiste hasta aquí, me hiciste poner un vestido, tacones y maquillaje. Vamos. A.  Bailar.

Eso parece hacer el truco en Miller porque asiente y toma mi mano. Cuando se levanta, le suelto la mano porque siento que la chica que estuvo intercambiando miraditas con Miller, ahora nos está viendo como si quisiera prenderme en fuego. Soy un poco más inteligente que hacerle pensar lo equivocado.

—Invitala —siseo antes de irnos. Miller me mira sorprendido de que me haya dado cuenta. Pff, medio planeta se dio cuenta.

—¿No te molesta?

—¿Éramos exclusivos? Haces que mi corazón se parta, Miller —suelto sarcástica y pongo mis ojos en blanco. Lo oigo reírse.

Asiente silenciosamente. Espero en mi lugar mientras él se acerca a la mesa. Se inclina al oído de la chica —chica a la que tengo que aprenderle el nombre—. Ella sonríe y parece decirle que sí, porque Miller toma su mano y se acerca a nosotros.

Es cuando me doy cuenta que soy de nuevo la tercera rueda. Siendo muy honesta, ya me acostumbré y soy toda una experta en el campo. Es mi trabajo en la relación de Key y Reese. Nada que no haya intentado antes.

Le sonrío a la chica cuando se acerca a mí, para que sepa que no soy su enemiga. En todo caso, soy el jodido cupido o algo así. Ella me devuelve la sonrisa, entendiéndolo como una persona madura. Las chicas de mi edad ya me hubieran acuchillado por la espalda y se hubiesen pensado cien planes diferentes para arruinarme.

Los tres salimos de la zona VIP hasta la pista. Justo cuando entramos haciéndonos lugar entre la masa de cuerpos, el DJ cambia la canción tan suavemente que parece la misma. Subo la cabeza para verlo en la cabina. No es ningún Sean Mitchell, pero sin dudas sabe lo que hace. "How Deep Is Your Love" hace temblar el suelo y creo que hasta los dientes.

Hace un calor horrible, pero mientras empiezo a bailar, sintiendo el tequila bombearme en el corazón, todo es mucho más fácil. Estoy tentada a atarme el cabello pero me olvidé de traer una liga. La chica de Miller y Miller, están juntos.  Trato de ignorarlos para darles su espacio. Dos canciones después, "One Dance" de Drake empieza, y es mi señal para perderme. Hacer de cupido tiene sus ciertas cosas. Es todo diversión y rosas hasta que Miller pone sus manos en la cintura de su chica para que estén cuerpo a cuerpo. Ya no es diversión, es hora de irse.

    Llamo la atención de Miller con una mano y le indico con señas que iré a beber algo. Inmediatamente, abre sus ojos como platos a pesar de tener a la pelinegra pegada a su cuerpo como segunda piel. Niega con la cabeza y modula con sus labios "regla número uno". Regla número uno: no te separas de mi.

Mhm, sí... Cumplir reglas nunca fue mi salsa.

Le indico que iré al VIP con el resto del grupo y eso parece aflojarlo un poco porque asiente a regañadientes. Volteo en dirección al VIP, pero realmente, no voy hacia allí. Me desvío cuando estoy lejos de la vista de Miller, empujando a borrachos molestos que intentan tomarme de la mano para bailar.

Casi me río con la ironía. La última vez que tomé la mano de un desconocido para bailar, Scott Van Lexer apareció en mi vida como una plaga. No estoy buscando repetir esos episodios de temporadas pasadas.

Voy directo a una de las barras que está más atrajeadas que nunca. Encuentro un espacio libre para apoyarme y miro desinteresada el menú con las opciones de bebidas. Deslizo mi dedo por el pedazo de plástico, debatiendo mentalmente si quiero algún trago de nombre extraño.

Tal vez pueda un mojito...

Elevo la cabeza para llamar la atención de un bartender cuando mis ojos se clavan en la persona que está del otro lado de la barra circular. Entrecierro mis ojos y me inclino más para ver. Debe ser el tequila de mala calidad haciendo efectos en mi cabeza, porque estoy segura de que ese no puede ser Seth Jones quien está sentado en la barra.

¿Cuales son las chances de que esté realmente aquí y no lo esté confundiendo con otra persona?

Me desprendo de la barra y comienzo a caminar hacia el otro lado, sin ganas de quedarme con la duda. A medida que me acerco, estoy segura de que es Seth. Sus hoyuelos son inconfundibles, su cabello castaño oscuro con los sutiles rizos también son inconfundibles. Mi mirada rápidamente busca a Jess, pero no está. Está con unos tipos que nunca había visto antes.

Cuando estoy a sus espaldas, le toco el hombro. Sus amigos me ven primero, con las cejas alzadas y me miran de pies a cabeza como si fuese un pedazo de carne fresca. Iugh, ni en la próxima vida.

El presunto Seth voltea con una sonrisa. Sonrisa que se desvanece apenas me ve. Lo noto en sus ojos por la mirada de sorpresa que me da, este es sin dudas Seth Jones.

—¿Quinn? —inquiere también como si pensara que soy una persona que luce como yo.

—Seth —digo pretendiendo que sea una afirmación pero sale más como una pregunta.

La última vez que nos vimos fue en su boda hace semanas y semanas. Boda en la que apenas estuve, entre estar besando a Liam, después intentando que un niño encuentre a su madre y luego, llorar por Liam.

Se levanta de su taburete en un salto. Me toma del brazo y me obliga a caminar con él, dejando a sus amigos solos.

—¡Suéltame! —exclamo intentando zafarme de su agarre que tiene demasiada presión sobre mi piel.

Apenas lo digo, un grupo de chicas al cual acabamos de pasar se gira a vernos con la mirada alerta. Una de ellas se acerca a nosotros y pone su mano encima de Seth para detenerlo.

—¿Está todo bien? —me pregunta mirándome. Sus ojos oscuros buscan una respuesta verdadera.

—Ah, sí —contesto. Seth me suelta tan rápido como me agarró—. Mi amigo es algo torpe. Está todo bien, gracias.

La chica asiente no muy convencida y vuelve con su grupo.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta Seth cuando estamos solos, cerca de la barra y lejos de la pista principal de baile. Como no hay mucha gente alrededor, siento que puedo respirar con más facilidad.

—¿Qué haces aquí? —interrogo al cruzarme de brazos con la ligera sensación de que esto no va a terminar bien.









nota:

hooola,

espero que se estén cuidando, informándose y tomando mucha agua.

les dejo mis redes sociales donde siempre van a encontrar contenido extra:


love,

cande.

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