26. Sobre Rixi y Quinnie.
adivinen quien mierd escribio este capítulo de 4000 palabras en una sola noche? sí, yo
Apenas entramos a casa, el olor a galletas recién horneadas me rodea y me hace flotar sobre una nube. Son las famosas galletas de Lily.
Zack deja nuestras cosas a un costado del hall de entrada y cierra sus ojos aspirando el olor a galletas.
—Mhm, me voy a casar con Lily —dice en un suspiro enamorad antes de dirigirse derecho a la cocina.
Carraspeo.
—No creo que Marine encuentre eso divertido.
—Cállate —es lo que obtengo como respuesta. Escucho unas patitas acelerar desde el patio trasero y me tiro de rodillas al suelo para recibir a Fury. Salta, casi tirándome hacia atrás. Por estar jugando afuera con la lluvia, está mojado y sucio pero no me importa. Una semana sin este ser me estaba por volver loca.
En la cocina, Lily está limpiando la mesa. Sonríe al vernos. Yo escondo a Fury detrás de mis piernas para que no vea que está dejando un rastro de tierra mojada.
—¿Nos extrañaste, Lils? —inquiere Zack abriendo sus brazos para rodearla en un abrazo. La diferencia de altura es cómica.
—La casa estaba muy tranquila —responde. Es mi turno de abrazarla, aprovechando que Fury volvió a salir. Dios, qué perro inteligente.
—¿Esas son galletas? —le pregunto echándole un vistazo a la mesada. Un tazón lleno de las galletas con chispas de chocolate me devuelve la mirada.
—Sí, pero acabo de sacarlas del horno. Van a tener que esperar unos minutos a que se enfríen.
Zack suelta un bufido sarcástico y se lanza a las galletas. Se lleva una a la boca e inmediatamente pone una mueca porque se quema. Puedo jurar que no tiene veintidós años, sino cinco.
—Te dije —señala Lily y niega con la cabeza—. Dejen sus cosas arribas, tomen una ducha y yo les preparo algo.
Sonrío. Amo cuando Lily está de buen humor con nosotros. Como dos soldaditos, Zack y yo le hacemos caso. Estamos subiendo las escaleras cuando oigo los zapatos de tacón de mamá resonar en el parqué de arriba.
—¿Qué tal el viaje? —pregunta al vernos al pie de las escaleras.
—Fue bueno salir un poco —responde Zack alzándose de hombros.
Mamá sonríe. Primero le da un abrazo a Zack y luego salta a abrazarme a mí como si el mundo se estuviese por acabar. No puedo decir que me quejo. Adoro esta versión de Natalie. Su perfume de rosas me envuelve.
—¿Te divertiste?
—Sí, mucho —contesto.
Fue una semana... Interesante.
Por un lado, formé una amistad con Miller. Totalmente inesperado. No esperaba congeniar tan bien con el chico que molestaba cada vez que estaba en la fraternidad. Resulta que a pesar de las bromas y el humor extraño que tiene, es un buen chico. Nos empezamos a seguir en Instagram y lo agregué a Snapchat. Le prometí que el próximo mes, cuando esté visitando a papá en San Francisco, nos veríamos.
Con quien sin duda alguna voy a seguir en contacto es con Marine. Estará en Miami el resto del verano, con viajes a Nueva York ocasionalmente, como en el que está ahora, pero me hizo jurar que nos juntaríamos seguido. Otra amistad inesperada. Nunca pensé que Marine sería la clase de chica que me caería bien. Esta semana me mostró como realmente es. Se unió conmigo en este plan de "odiar a Josie". No tuvo siquiera una chance de sacar sus garras. Marine y yo hacemos el mejor dúo.
Y luego... Jason. Lo último que creí estar buscando es una relación... Sin embargo esto extraño que empezamos con ese beso, me gusta. Me siento cómoda, me divierto y tal como él lo dijo, estamos llevándolo lento. Viendo a dónde demonios planeamos llevarlo. Escondernos de Zack fue divertido. Cada día que pasábamos en la casa, nuestras excusas se volvían más y más visibles. Miller fue de gran ayuda para cubrirnos cuando a Jason se le daba por robarme el aliento en besos.
Decidimos esperar para contárselo. Quién sabe si este es uno de esos romances pasajero que va a terminarse en unos cuantos días... o no. En el caso que sea no, vamos a decírselo. Espero que Zack no pierda la cabeza tanto. No es mi dueño, ni el de Jason. Tiene que poder entender esto de una manera sensata.
Antes de ir al baño, le envío un mensaje a Reese, avisándole que ya estoy en la ciudad y que tenemos que hacer algo esta noche. No espero su respuesta y me doy una ducha. El vuelo de cinco horas fue agotador. En un principio, pensé que Jason volvería a Miami con nosotros, pero no. Se queda en Portland una semana más, para pasar tiempo con sus hermanos mayores y su familia. Así que tengo siete días para aclarar mi cabeza y darme un tiempo para pensar sobre todo lo que sucedió en este viaje.
Después de una ducha larga, me envuelvo en una toalla y entro a mi habitación. Veo que Reese me ha contestado.
Reese: Nos juntamos a ver el juego en la casa de Mark. ¿Te paso a buscar y vamos?
Aprieto mis labios. ¿De verdad quiero juntarme con mis compañeros de clase? Ya nos graduamos, no les debo nada.
Yo: ¿Emily estará ahí?
Reese: Probablemente porque es amiga del grupo, pero vamos a ignorarla.
De verdad quiero ver a Reese. Y a Key, solo que mientras esté de viaje, puedo juntarme solamente con su novio. Que además de ser el ex mariscal de campo de Everdeen, es conocido como Señorito Popularidad. Tiene tantos amigos que no entiendo cómo se acuerda de todos.
Bufo. Supongo que puedo hacer el esfuerzo de ignorar a Emily Murph. Después de ese día en mi cumpleaños, no he vuelto a verla. Ella no se molestó en disculparse y yo trato evitar cruzarme con ella. Si esto con Jason despega, no creo poder seguir ignorándola. Es su prima.
Yo: Está bien. ¿A qué hora?
Reese: 8. Nos vemos, Quinnie.
Apenas son las cuatro. Tengo la tarde para descansar y jugar con Fury antes de que piense que lo dejo apropósito. Después de vestirme, bajo a la cocina para comer las galletas que Lily nos prometió. En la mesa Zack ya está devorando un plato entero.
Mientras comemos, ponemos al tanto a Lily sobre nuestro viaje porque le encanta el chisme. Ella nos cuenta que mientras nosotros no estuvimos, mamá y Matthew tuvieron varios amigos en casa para cenar.
—Zack, ¿no vas a contarle a Lily sobre Marine?
Las cejas de Zack se disparan al techo. Termina su galleta y pasa su mirada de mi a Lily.
—¿Quién es Marine? —pregunta Lily. Tengo que beber más limonada para suprimir la carcajada que amenaza con salir. Lily es como la mamá oso de Zack. Si fuese por ella, lo protegería hasta del suelo mojado.
—Una amiga —carraspea.
—¿Solo una amiga? —inquiere ella y entrecierra sus ojos—. Tú no tienes solo "amigas".
—Para todo hay una primera vez —declara esquivando la mirada de Lily. Se levanta de su silla y recoge sus cosas para llevarlas al fregadero—. Creo que ya es momento de terminar el interrogatorio.
—Ni siquiera ha empezado, Zachary —murmuro. Vive con Lily. No hay chance de que salga de esta.
—Mi mamá está en la ciudad. Voy a cenar con ella —explica caminando hacia la salida de la cocina—. Tengo que irme. Lily, como siempre, un placer tus galletitas. Por mi, deberías hacerlas todos los días.
Lanza un beso al aire y se va.
Sigo conversando con Lily y le cuento más sobre Marine. En eso, veo por una de las ventanas de la cocina, el Aston Martin rojo de Zack acelerar hacia las puertas de metal para irse. Lily parece reacia a oir más sobre Marine, pero de todas maneras intento ponerla en buen lugar bajos sus ojos. Después del fiasco de Addelaide, esa novia que Zack se consiguio solo para molestarme, Lily no quiere saber absolutamente nada sobre los amoríos de mi hermanastro.
Media hora después, ayudo a Lily a levantar nuestros vasos y platos. Le digo que si mamá pregunta, esta noche saldré. No especifico a que hora voy a volver, pero le aseguro que temprano. No creo poder soportar mucho esta noche.
Mato el tiempo que me queda antes de que Reese me pase a buscar jugando con Fury. Encuentro su pelota favorita en la inmensidad del patio y aprovechando que la lluvia ya paró, le lanzo la pelota hasta que se cansa y se acuesta jadeante a mi lado.
Bajo el porche del patio, hablo un poco por teléfono con Key. La diferencia de horario entre Miami y Europa es una mierda, pero encontramos momentos para hablar. Me cuenta sobre lo bien que la está pasando con Max (aún no se han peleado) y sobre todos los lugares que está visitando por tercera vez ya.
Le cuento que saldré con Reese esta noche y me hace prometer que no le robaré su novio. Le digo que estará por verse, solo para molestarlo. También me dice que en lo posible, no me acerque a Emily. No será problema. No quiero ni verla ni en una foto en Instagram. Esa chica me traicionó más veces de lo que debería haberle permitido. En mi cumpleaños quise pensar que tal vez, sería diferente. Emily es la prueba viviente de por qué no vale la pena dar tantas oportunidades. Hay personas que necesitan un psicólogo, no más chances.
Casi son las ocho cuando decido subir a vestirme. Me decido por unos shorts y un top que se ajusta a mi cuerpo, zapatillas blancas y una chaqueta blanca que Natalie me trajo de Boston que me encanta. Como lo predije, Reese me pasa a buscar quince minutos tarde por lo que hice bien en no prepararme antes. Termino de ponerme máscara de pestañas antes de agarrar mi bolso y salir de mi habitación. Bajo las escaleras rápido para no hacerlo esperar tanto.
Afuera, me espera el auto negro de Reese. Salto los escalones del porche y abro la puerta.
—Rixi, ¿me extrañaste? —inquiero lanzandome a sus brazos. Me devuelve el abrazo.
—No me digas Rixi, Quinnie—se ríe.
—¿Qué? —protesto volviendo a mi lugar y poniendome el cinturón de seguridad—. ¿Solo puedo decirte Rixi cuando estás borracho?
—Basicamente —asiente.
Tiene puesto un jersey de los Dolphins. Es blanco y tiene el número 3 en color turquesa.
—¿El partido es de los Dolphins? —inquiero inmediatamente recordando a Jason. Aún no empezó su temporada con ellos, pero dentro de poco, será él a quien estaré viendo por una pantalla. NFL. Impresionante.
—Sí. La temporada aún no empezó. Es un amistoso. Da lo mismo, todo es excusa para beber.
Me río. Dios, voy a extrañar a este chico. A diferencia de Key y yo, que iremos a Miami U, Reese recibió una oferta de una universidad en California. Va a estar en su equipo de fútbol y es una oportunidad que no puede dejar pasar. Aún no he hablado esto con Key. En casi dos meses, Reese y él inevitablemente se separán. Supongo que pueden hacerlo funcionar a la distancia pero... Nunca es lo ideal. Siguen aplazando hablar sobre lo que quieran o no, va a suceder. Key estuvo a punto de cancelar todo su viaje a Europa con tal de quedarse y pasar más tiempo con Reese. No lo hizo solo porque su novio se lo prohibió.
Es trágico, de verdad. Están juntos hace tan poco y se hacen tan felices que hasta mi me dolerá verlos separados.
En el camino a casa de Mark le cuento sobre mi viaje y él me pone al tanto de lo que estuvo haciendo. Señorito Popularidad sin dudas tiene una agenda apretada.
Cuando llegamos a la casa, Reese estaciona su auto junto a otros que están en la entrada. Nunca antes estuve en casa de Mark, a pesar de que sé que suele tirar muchas fiestas. Es enorme, como la imaginaba. Rodeamos la fuente que hay en el medio.
—Si te sientes incómoda, me dices cuando y nos vamos —dice una vez que ha apagado el motor—. Siempre y cuando sea después del juego.
—Estaré bien, Rixi —respondo y le guiño un ojo al ver que pone una mueca con mi apodo—. Emily no va a ser molestia, sé usar a chicas como ellas de trapo.
Alza sus cejas divertido.
—Esa es la actitud.
Chocamos los cinco antes de bajar del auto.
Una vez que entramos a la casa, Reese me guía hacía una sala que luce como si hubiese sido creada para Mark y sus amigos se junten. Me pregunto por qué demonios no vine antes. En mi primer año en Everdeen, estuve muy ocupada juntandome con los que son un año más grandes que yo. Después, hice una parte de mi último año en Portland... Cuando volví a Everdeen estaba ocupada con Liam y poniendome al tanto de todas las asignaturas y exámenes que realmente nunca me di un tiempo por conocer a mis compañeros de clase. Darme cuenta de esto me abruma. Sacudo mi cabeza levemente y me concentro en el panorama que tengo en frente.
Hay alrededor de veinte personas en esta sala. En una de las paredes, hay una pantalla gigante y el juego acaba de empezar. Hay sofás, con muchos chicos que reconozco del equipo. También chicas, esas que antes estaban en el equipo de porristas conmigo hasta que decidí que ser animadora no era realmente lo mio. Identifico rápido a Emily. Tiene su cabello pelirrojo suelto y ahora es más corto, casi a la altura de sus hombros. Me hubiese dado cuenta de ello antes, pero dejé de seguirla en Instagram después de mi cumpleaños.
Inmediatamente hacemos contacto visual y por como me mira, en defintiva no se arrepiente por el acto que se mandó en mi fiesta de cumpleaños.
Quiero patear algo. O patearle la cara.
—Ven, vamos a sentarnos —me dice Reese.
Pasamos por la mesa rectangular que usan para Beer Pong.
—¡Reese! —exclaman unos cuantos de sus amigos. Respiro hondo. Siempre y cuando esté al lado de Señorito Popularidad, estas chicas no me harán nada—. Nos tenías preocupado —dice Mark.
Le pasa una lata de cerveza al instante.
—Quinn, qué sorpresa —dice Mark. Estoy segura de que compartíamos Historia con la señora Podds. Es imposible no recordar esa piel oscura y esos ojos marrones que parecen estar analizandote todo el tiempo.
—Hola, Reese me invitó, espero que no te moleste —carraspeo sintiendome fuera de mi elemento.
—Pff, claro que no. Eres bienvenida siempre —me dice. Pone una lata de Bud Light en mis manos. No la rechazo, por más que no me sienta con ganas de beber. No creo que quede muy bien decirle que no.
A diferencia de la mayoría de las chicas que están apiñadas en un costado, sin que les importe el juego, Reese me hace sentarme entre él y Mark.
—¿Cómo has estado? —me pregunta Mark—. No te veo desde la graduación.
—Mhm, viajando, intentando distraerme —respondo alzandome de hombros—. ¿Tú qué tal?
—Además de emborracharme todos los fines de semana, estoy trabajando por el verano para mi papá —responde.
Me río.
El partido continua y todos ponen su atención en el. Mi atención es bastante vaga. No soy fan del futbol. Lo entiendo y de vez en cuando lo disfruto, pero no es realmente lo mío. Sin embargo, puedo ver que realmente es el elemento de Reese. Está todo el tiempo saltando de su lugar y gritandole a la pantalla.
Sin que Mark se dé cuenta, le paso mi cerveza a Reese.
—Lo siento, Quinnie pero mi límite es una. Tengo que conducir.
Resoplo.
—Puedo conducir yo, si quieres —le digo alzandome de hombros.
—Es la mejor idea que se te ocurre en años —contesta. Besa rápidamente mi frente antes de abrir la otra lata.
Intento mantenerme distraída, pero es una tarea difícil. Emily está ocupandose de que me dé cuenta de que está hablando mal de mi con sus amigas. ¿No tuvo suficiente ya?
En el entretiempo, aprovecho para ir a la mesa de las bebidas y agarrar una lata de CocaCola. Como esperaba, y como un buen depredador haría, Emily espera a que este sola para atacar. Se acerca a mi a pasos rápidos.
—¿Qué quieres? —escupo sin un poco de delicadeza. Abro la lata.
—¿Podemos... Hablar? —tose como si las palabras le costaran.
—No lo sé, creo que ya hablaste suficiente de mi con tus amigas —respondo e inclino mi cabeza al grupo de mis ex compañeras que nos miran de reojo.
—No son mis amigas —se cruza de brazos.
—Eso, sí te creo —silbo—. Una persona como tú es incapaz de tener amigos.
Estoy por esquivarla y volver con Reese cuando me detiene al cerrar su mano en mi codo.
—Emily, si no quieres que esto termine mal, tienes que soltarme ya —declaro. Suelto fuego por mis ojos. Despacio, me deja ir.
—Lo siento, ¿sí? —bufa—. No debí haberte hecho eso.
—¿Tú crees? —inquiero indignada—. Fui una tonta por confíar en ti tantas veces. Es obvio que no puedes cambiar nunca.
—Esa noche bebí de más y los celos me pudieron. De verdad te consideraba una amiga, Quinn —respira. Noto una pizca de dolor en sus ojos, pero esa pizca puede transformarse en un oceano y aún así, no la perdonaría. No en este milenio, al menos—. Key y tú fueron lo más real que tuve en mi vida. Esa noche... Todo volvió. Mi obsesión con Liam, cuando me separaste de Tyler... Lo siento. Dejé que lo peor de mi se volviera contra ti.
—No voy a perdonarte, Emily —declaro—. Yo también pensé que podríamos ser amigas. Decidí pasar por alto como me trataste cuando llegué a Miami y el incidente de la pastilla. ¿Pero dejar que me humilles de esa manera, contando todos mis secretos en mi cumpleaños? Eso es algo que no puedo perdonarte. Porque sé perfectamente que apenas puedas, volverás a hacerlo.
—No busco que seamos amigas de nuevo, reconozco que la cagué. Mucho. Solo quiero pedirte perdón y que sepas que lo siento por hacerte sentir así.
—Y yo no busco perdonarte. Lo mejor es que nunca más vuelvas a hablarme antes de que vuelque mi bebida sobre tu cabeza.
—Dios, eres imposible. No sé que ve mi primo en ti.
Por un segundo, pensé que las disculpas de Emily eran verdaderas. Como me diría Key "Hierba mala nunca muere". ¿Y Emily? Es inmortal.
—Supongo que no ve una manipuladora malcriada. Eso ya lo ve en ti —respondo. Estiro las comisuras de mis labios en una sonrisa cínica. La mano en la que sostengo mi lata de CocaCola arde. Quiero lanzarsela justo en la nariz—. Espero no volverte a ver más, Emily. Porque si vuelves a acercarte a mi, juro que voy a hacerte la vida imposible. Mucha suerte en Yale.
Ella no me contesta, y yo no me gasto en esperar una respuesta. Volteo y vuelvo con Reese, quien estuvo observando cada uno de mis movimientos.
—¿Qué tal eso? —me pregunta cuando vuelvo a sentarme en mi lugar. Bebo un trago—. No intervení porque parecías tenerlo bajo control.
—Emily no va a joderme la vida más —respondo y me alzo de hombros.
—Bien, Quinnie —dice y retoma su conversación con Mark y el resto.
En eso, mi celular suena y recibo un mensaje de Jason. Estaba preguntandome cuanto iba a demorarse en enviarme uno. Le di mi número hace unos días.
Jason: Hola, qué tal todo? Apenas pude mandarte un mensaje ahora, mis sobrinos son agotadores. Qué estás haciendo?
Yo: Viendo el partido de los Dolphins con Reese.
Jason: Ah, sí? También lo estoy viendo. Espera unos meses más y podras ir a verme al estadio.
Sonrío. Podría vivir eso.
—¿Qué demonios estás haciendo? —espeta Reese. Sacudo mi cabeza, saliendo del pequeño trance en el que entré al releer ese último mensaje. Sin que me pueda defender, Reese me arrebata el celular de las manos y lee los únicos tres mensajes que hemos intercambiado.
Mira hacia su alrededor y vuelve a mirarme a mi con seriedad.
—¿Jason Heyward, es en serio? —inquiere en voz baja. Seguro para que Emily no nos escuche, aunque realmente no me importa si lo hace o no.
—¿Qué problema tienes?
Le quito el celular y lo bloqueo.
—No, no yo. ¿Qué problema tienes tú? ¿Están saliendo? Dios, por supuesto que están saliendo. ¿Qué esperaba al tenerlos a ambos en una cabaña en miedo del bosque? —habla Reese. Rápido y paranoíco.
—No estamos saliendo. No aún —le explico—. Es... Es nuevo. Estamos viendo.
—¿Sí? —inquiere sarcástico y se ríe—. Dios, ¿te estás dando cuenta?
Frunzo el ceño. ¿Qué mierda le sucede a Reese?
—¿Darme cuenta de qué? ¿De que por primera vez en meses estoy finalmente sintiendome bien con alguien?
—No. De que lo estás usando por despecho.
Abro mis ojos bien grandes al oirlo.
—No lo estoy usando por despecho, Reese.
Él respira hondo y relaja esa expresión de alarmado.
—Puede que no te des cuenta, pero yo sí. Hace dos semanas seguías llorando por Liam. ¿Esperas que ahora me crea que lo has superado magicamente? ¿Qué de repente te gusta Jason y no solo porque es una distracción de tus verdaderos sentimientos? ¿Qué pasó con "quiero usar este año para viajar, para conocer nuevas personas y concentrarme en la universidad"?
Trago saliva. Reese acaba de abofetearme mentalmente.
—Ese sigue siendo el plan. Y Jason no es nada serio, ambos lo sabemos.
Pone sus ojos en blanco.
—Quinn, ese pobre chico lleva enamorado de ti hace tiempo. Tú misma me lo has dicho. ¿Crees que le va a gustar "nada serio"? ¿Por cuanto tiempo piensas que van a estar tonteando hasta que se convierta en una relación?
—Reese, estás exagerando la situación.
Niega con la cabeza.
—No, tú la estás tomando muy a la ligera. Y yo estoy intentando protegerte. Has pasado por mucho. Por más de lo que una persona de tu edad debería pasar. ¿No crees que es momento de ponerte a ti primero? ¿De estar sola?
Me muero el labio y esquivo su mirada. Odio que tenga razón.
—Confío en Jason. Vamos a llevar esto lento. Apenas nos estamos conociendo mejor. Él me dijo que quiere que vayamos lento.
—Por supuesto que te dijo eso. No quiere asustarte y que salgas corriendo por la primera puerta. Mira Quinn, no soy Key. No soy tu mejor amigo pero estoy seguro de que Key te diría lo mismo que yo.
En eso tiene razón. Es como si Reese hubiese canalizado a Key. Es lo que él me diría.
—También eres mi mejor amigo, Rixi —murmuro. No se lo había dicho antes. Reese se ha vuelto casi fundamental en mi vida.
Sonríe un poco.
—Qué bien, porque eres mi mejor amiga, Quinnie. Es por eso que no quiero que termines peor. No soy nadie para decirte qué hacer pero... Piensa en esto bien, ¿sí?
Asiento. Lo pensaré. No contesto el mensaje de Jason. Es mejor esperar a que vuelva.
***
Tres horas más tarde, estoy arrastrando el culo borracho de Reese de nuevo a su auto. Ya todos están despidiendose y es momento de que Señorito Popularidad haga su salida también. Me despido de Mark, quien me dice que esperará verme en alguna de sus fiestas. No le prometo nada, no creo meterme en una fiesta en donde esté Emily por voluntad propia.
—Extraño a Key —murmura Reese mientras salimos de la casa. Meto las manos en sus jeans y encuentro la llave de su Audi último modelo—. No quería que se vaya a Europa por tanto tiempo, pero no quería ser un egoísta, ¿sabes? Key quiere mucho a su hermano.
Me río. Amo la versión borracha de Reese.
Después del partido, todos decidieron pasar a bebidas más fuertes que cerveza. Me reí mucho con la versión de todos borrachos.
—Entra —le ordeno a Reese. Cuando se sienta, le pongo el cinturón de seguridad. Rodeo el auto para entrar. Es manual, pero puedo manejarme con eso.
—Trata bien a mi auto, Quinnie. Que si no, voy a hacerte pagar —masculla.
Pongo la llave en el contacto. Apenas se enciende, Reese pone música. Una canción vieja de Britney Spears suena y comienza a bailarla.
Niego con la cabeza y salgo de la casa de Mark. El camino es corto, porque casi no hay autos en las calles. En vez de llevarlo en su casa, quedamos con que Reese se quedaría a dormir en la mía y se iría mañana cuando se le pase su borrachera.
Cuando estaciono el auto frente a mi porche, Reese está terminando de cantar a todo pulmón "Baby one more time". Me abuchea cuando quito la llave del contacto y la música se apaga.
Agarro la mano de Reese y lo guío por dentro de mi casa, recordandole cada tanto que tiene que mantenerse callado.
—¿Una habitación de invitados? —bufa Reese cuando abro la puerta—. Quinnie, creo que ya estamos en un punto de nuestra amistad en el que podemos dormir en la misma cama.
Elevo mis cejas.
—No es como si fuese a pasar algo, picarona —se ríe—. Me gustan los chicos... Y las chicas, pero no me gustas tú. Mi... ya sabes, solo ya sabes con Key.
Ahora es mi turno de reírme.
—Está bien —accedo. Cierro la puerta de la habitación de invitados y lo llevo a la mía.
Abro la puerta y tanteo con mi mano el interruptor de la luz. Apenas se enciende, salto del susto tropezandome con Reese.
—¿¡Qué haces aquí?! —chillo sintiendo el corazón en la boca.
nota:
estaba debatiendo si dejar el capitulo así y no... mi tendencia de ser mala ganó... hagan sus apuestas sobre quien es esta persona en la habitación de Quinn
sin querer, este cap se volvió en un especial de Reese. Me encanta su amistad con quinn y siento que no esta tan valorada como debería. qué opinan sobre lo que le dijo a Quinn???
para las que escucharon CALM, ¿cual es su canción favorita? yo estoy entre Not in the same way y Best Years.
no se olviden de votar (casi que llegaron al reto del cap anterior, pero no soy mala como para dejarlos sin capitulo)
los quieroo!
love,
cande.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro