2. Si no hay amor, que haya ositos de felpa.
Usar mi teléfono se siente raro. Y nunca pensé que lo sentiría así. En realidad, cualquier acción que requiera que use mis dedos me resulta extraña.
Mientras deslizo mi pulgar por Instagram, me doy cuenta de que realmente, me he perdido dos meses de mi vida. Una cosa es oírlo, otra es ser consciente de ello mediante fotos. Porque el resto del mundo siguió y sigue andando, no importan que me suceda.
Son casi las doce de la noche y estoy sola en mi habitación de hospital. Se supone que tienen que darme el alta uno de estos días. Lo que más quiero es deshacerme del olor a desinfectante que me rodea y estar con Fury. Key lo estuvo cuidando mientras "no estaba". No me sorprendió cuando el rubio me visitó ayer y me trajo las noticias. Fury sigue con su tratamiento y está mucho mejor. Y mucho más grande. Sabía que no podía confiar en Zack para que cuide de él. Estuvo ocupado haciendo Dios sabe qué, pero viene a visitarme poco y nada.
Hace dos días desperté, desde entonces soy noticia en Everdeen y en la vida de las personas que me conocen. Soy noticia hasta para mi misma. Es abrumadora la cantidad de mensajes por Instagram que recibo de personas que ni siquiera me conocen. O piensan que sí porque me ven en los pasillos de la escuela. Intento responderlos a todos, pero sé lo que quieren. Detrás de los "Me alegra que estés tan bien", también hay preguntas que delatan que quieren ser los primeros en obtener el chisme completo. Qué pasó, cómo, dónde, qué hay sobre la hermana de Liam e incluso si sigo estando con Liam.
No los culpo, de cierta forma, es como si yo fuese un reality show para ellos. Mi vida se siente un poco dramática últimamente. Soy el centro de atención, nunca en mi vida me sentí tan atendida como ahora.
Papá viajó desde San Francisco apenas se enteró de que desperté y llegó hace un día. Por lo que me contó, viajaba una vez por semana para verme. Sonreí cuando me lo dijo. Aproveché para charlar con él como no lo hacía desde Navidad. Me contó sobre Lauren, su nueva novia, que al parecer van tan enserio que ella va a mudarse a su casa. No me habló nada de una boda y espero que no lo haga pronto, eso sería demasiado grande para procesar. Continuando, no volví a ver a Aggie, Nick y Tyler desde ese primer día en el que me saludaron, intercambiaron unas cuantas palabras conmigo y luego se fueron. Liam me dice que es están en Miami desde que se enteraron de que Olive apareció. Ese hecho fue un imán que los atrajo a todos de nuevo a Miami. No tuve chance de preguntar qué sucedió con la universidad y sus estudios, Liam apenas pasa tiempo conmigo y lo entiendo completamente, tiene que ocuparse de Olive mientras Malcolm trabaja.
Sorprendentemente, hoy por la tarde recibí una visita de Emily Murph. La pelirroja alborotada que viste Prada y siempre parece tener planes detrás de sus planes, llegó con una canasta inundada en chocolates. Se puso a parlotear sobre su vida, la mía y la de ciento de otras personas. Lo encontré insoportable, pero también necesario. Emily es ese «mal necesario» que todos debemos tener en nuestras vidas. Me hizo olvidar sobre estar en hospital y tener una intravenosa en mi brazo. El resto de mis visitas se empañaba bastante en cuidar mi bienestar. Fue bueno que a Emily le haya importado poco y nada. Me distrajo.
Pero ahora, sola en mi habitación inundada en este silencio que rige casi como una ley en este hospital, es cuando puedo pensar. Dejo mi celular a un costado y cierro mis ojos. Ya que todo está oscuro, me pregunto: «¿y ahora qué?». Demonios que se siente extraño estar viviendo esto. Un día estaba caminando por los pasillos de Everdeen con Key mientras me quejaba de la señora Podds y sus inusuales tratos, y ahora estoy en una cama de hospital. Falta un mes para que terminen las clases, para graduarme, aunque claro está que a mi me va a tomar un rato más que el resto. Y luego del verano...
Joder.
Cuando lo recuerdo abro mis ojos de golpe y me siento sobre la cama con rapidez. ¿Cómo lo pude olvidar? Mis manos tiemblan mientras agarro mi celular y busco en Internet la pagina de la Universidad de Miami. Tendrían que haber subido sus aceptados para este año en marzo. Ingreso mi cuenta con mis datos y antes de que la pagina color naranja pudiese cambiar y mostrarme si entré o no a la universidad de mis sueños, me echo hacia atrás recostando mi espalda.
¿De verdad quiero mirar?
¿Qué pasa si no entro? Las universidades que tengo como segunda y tercera opción ni siquiera me gustan un poco. Además, ¿cómo demonios puedo irme a estudiar un lugar que no sea Miami? Trago saliva. Reúno aire e intento pensar que también reúno coraje. Me vuelvo a sentar, ahora sostengo el celular con firmeza y fijo mi mirada en la pantalla.
Esto tiene que ser mentira.
Entré.
Sonrío al ver el "¡Felicitaciones!" gigante en la pantalla y mas detalles sobre mi aceptación. Dejo escapar un chillido de emoción mientras siento mis pómulos. congelarse por la felicidad. Me recuesto enterrándome en las almohadas y suspiro sintiéndome realizada, por lo menos algo está saliendo bien.
De repente, la puerta de mi habitación se abre y yo giro mi cabeza velozmente. No espero a nadie, puesto a que los horarios de visita son de día y ya ha terminado hace mucho. Tampoco a una enfermera porque un doctor me ha hecho un chequeo hace dos horas, ya tengo calculado la rutina que tiene conmigo. Así que me sorprendo cuando veo atravesar el umbral de la puerta a Jason Heyward. Por poco me olvido de su existencia y eso me hace sentir un poco culpable.
Cierra la puerta detrás de él y me mira como si literalmente, fuese la primera vez. Generalmente, podría decir que mirar a alguien así es romántico pero en este caso es diferente. Luce asombrado, sus ojos marrones se abren más de lo normal y su boca se abre ligeramente. Entiendo que no nos hayamos visto hace más de dos meses, pero, ¿realmente es necesario lucir como un tonto?
Esto es el colmo.
—Jason, ¿qué haces aquí? —le pregunto. Echo un fugaz vistazo al reloj en la pared, ya va ser la una de la mañana.
—También me alegro de verte —dice él.
—Es enserio. ¿Qué haces aquí?
Mi vista baja a sus manos y me percato del oso de felpa marrón que se agarra de su mano.
—Haciendo la historia corta, mi tía trabaja aquí y me hizo pasar —explica. Camina hacia mi y se para al borde de mi cama. El tonto pensamiento de si mi cabello luce como un ¿Cnido de pájaros o no flota en mi cabeza—. ¿Cómo te sientes?
—Viviendo el mejor momento de mi vida, ya sabes —carraspeo con sarcasmo.
—Chistosa. Te traje un regalo.
Como si la situación no fuese suficientemente extraña, Jason me extiende su mano con el oso de felpa. Quiero reírme, pero en vez de eso, una sonrisa se estira en mis labios. Jason vino hasta aquí, a pesar de conocernos muy poco y me trajo un oso.
—Gracias.
—Hubiese venido antes pero acabo de volver de viaje con el equipo —dice pasando su mirada del juguete a mis ojos—. Es un alivio que estés bien.
—Supongo que sí. Gracias por venir, sé que no somos muy cercanos. Es dulce que te hayas tomado el tiempo.
—Es una pena que no seamos tan cercanos.
Estoy por responder un "sí" con un resoplido cuando me doy cuenta del doble sentido de sus palabras. Arqueo mis cejas.
—Seríamos buenos amigos —explica alzandose de hombros.
Entrecierro mis ojos por un segundo y luego ladeo mi cabeza. La situación me lo está pidiendo a gritos por poco. Tengo que decirlo.
—Jason, escuché cuando le hablaste con Zack sobre mi —suelto como si fuese una papel en llamas que no quiero sostener—. Sé que... —me quedo callada al darme cuenta de que me he metido en la situación más incómoda del universo.
—¿Sabes que me gustas? —inquiere casi con una sonrisa.
El calor sube a mis mejillas como si de repente tuviese doce años y estuviese hablandole al chico que me pone nerviosa. Asiento y toso para disimular las ganas de morirme.
—Entonces supongo que no hay más secreto. Es verdad, me gustas. Honestamente me agarró muy desprevenido pero lo supe desde que pasamos el día en mi departamento y te vi usando mi ropa.
—Jason... —murmuro.
Un pensamiento macabro y casí melancolico se cruza por mi cabeza. Está situación hubiese sido muy tentadora de aprovechar y torcer si estuviesemos dos años atrás. Jason me lo está poniendo en una bandeja de plata ahora mismo, pero yo no tengo que caer en esas costumbres de nuevo.
—No hace falta que digas nada. Entiendo que tienes novio y no voy a intentar a acercarme con otras intenciones, no soy esa clase de tipo. Por eso no te lo dije, no quería ponerte incómoda.
Inflo mi pecho de aire y asiento.
—Tal vez yo nunca te conocí bien, o tal vez cambiaste, pero lo hiciste para bien. No seré yo pero estoy segura de que hay una chica para ti esperandote el algún lado, solo que no soy yo.
Me sonríe a medias y se cruza de brazos.
—Definitivamente no hay rastro de esa chica chillona que empezó a salir con mi mejor amigo hace unos años.
—Nop, ya se ha ido hace tiempo.
Jason se ríe, aunque se siente más como si lo hiciera por compromiso.
—Entonces ya no me debes una cena, si es que lo recuerdas.
—Un alivio —suelto exagerada y Jason niega con su cabeza.
Podría decirle que cenemos como amigos, pero ya conozco ese camino. Así es como empiezo a cavar mi propia tumba.
Jason se sienta en la silla que hay a mi lado y nos quedamos charlando porque tiene que hacer tiempo hasta que el turno de su tía (es enfermera) se termine para llevarla a su casa. Así que durante la siguiente hora, el sueño desaparece y mientras juego con las patas de mi nuevo oso de felpa, charlo con Jason.
—Entré a Miami U —suelto cuando empezamos a hablar sobre fiestas de fraternidades. Es la primera vez que lo digo en voz alta y para ser más precisa, la primera vez que le digo a alguien.
Jason alza sus cejas y sonríe sorprendido.
—Felicidades, Quinn. ¿Era tu primera opción?
—Sí —respondo con orgullo.
Seguimos hablando sobre más cosas. Ahora, Jason se encarga de relatarme sobre lo que vivió en esa universidad (en un mes se gradua) y me cuenta sobre absolutamente todo. Fiestas, lugares para salir de noche, los mejores restaurantes de comida y el mejor puesto de café del campus. La conversación se torna interesante.
A eso de las dos, Jason tiene que cortar nuestra charla. Se despide de mi sin siquera acercarse y no hace promesas sobre vernos luego. Se despide corto, con un "adiós, Quinnie" y un asentimiento de cabeza.
***
Un día después, estoy entrando a casa. Como caminar me cuesta menos, no necesito ninguna silla de ruedas ni muletas. Mamá camina detrás de mi. Apenas pongo un pie adentro, mis ojos escanean la sala de estar como si fuesen rayos laser.
—¡Fury! —chillo arrodillándome en el suelo. Mi coqueto perro de pelaje dorado se acerca a mi corriendo, sus patas se resbalan en el suelo y tengo que frenarlo con un abrazo. Noto que ha crecido mucho, ya no es ningun cachorro. Y lo más importante, luce más animado y contento. Key no mentía, el tratamiento está haciendo buen efecto.
Fury lametea mi cara y se hace pis (es literal) de la emoción. Inmediatamente, mamá gruñe cuando ve el suelo de parque mojado. Yo solo puedo reírme y sonreír como idiota.
—¡El perro ha hecho pis! —exclama Lily en un chillido. Por poco me olvidaba de esta señora que más que trabajar en la casa, es como un fantasma que acecha por todos lados—. ¡Quinn, ven a darme un abrazo!
Alzo mis cejas con sorpresa, no esperaba este tipo de recibimiento de parte de Lily. Me levanto del suelo y me acerco a abrazarla. No ha cambiado un pelo, sigue vistiendo esos trajes anticuados y su cabello en una trenza pescado como es usual.
—Te extrañé, Quinnie —me dice mientras estrecha sus grandes brazos a mi cuerpo.
A veces me gustaría poder decir lo mismo.
Cuando me da mi espacio, subo con Fury las escaleras hacia mi habitación y lo primero que hago es desplomarme en mi cama acompañada de patitas emocionadas y ladridos, hasta su ladrido es diferente.
Mi teléfono vibra mientras juego con Fury y cuando lo desbloqueo, instantáneamente sonrío al leer el mensaje de Liam:
Hoy tendremos una cita, solo tú y yo como los viejos tiempos. Tengo que recuperar el tiempo que me robaron contigo. ¿Te busco a las 7?
Sonrío como una quinceañera enamorada y respondo que sí en un chasquido de dedos.
Las cosas no marchan tan mal como parecen.
nota:
espero que su semana esté yendo mejor que lo normal.
las quiero infinidades
love,
cande.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro