Capítulo 4
Jake Pierce.
Estoy en una banda.
Estoy.en.una.jodida.banda.
Mamá lanza un grito emocionado en cuanto termino de hablar.
—¡Oh, cariño! ¡En sensacional! —cruza la sala a toda prisa antes de envolverme en sus brazos.
Suelto un quejido cuando este se hace demasiado fuerte, sin embargo, mantengo la sonrisa en mi rostro.
—Sabía que lo conseguirías, amor —asegura colocando las manos a los costados de mi rostro —eres tan talentoso.
—Gracias, mamá —respondo con una sonrisa —Sé que dije que intentaría pasar más tiempo en casa, pero...
—Oh, no —dice ella sacudiendo las manos —sé que ahora tendrás más ocupaciones, Jake. No te preocupes por mí, estaré bien. —afirma. —Ahora tal vez deba de hacer ese pastel de zanahoria que tanto te gusta, solo para celebrar.
Asiento, sin apartar la pequeña sonrisa del rostro mientras la observo moverse con prisa por la cocina en búsqueda de todos los ingredientes que necesitará.
Conocí a Margot Pierce a la edad de quince años, luego de haber pasado poco más de una década en hogares temporales, estaba convencido de que a ese paso terminaría por cumplir la mayoría de edad y entonces la casa hogar en la que estaba terminaría por echarme a la calle.
Pero Margot llegó antes de que eso pudiera suceder. No parecía alguien que quisiera o necesitara de una adopción, era una mujer alta, delgada, joven. Su cabello rubio ondulado y su piel bronceada la hacían lucir como una modelo. El aire frío que emanaba de ella me hizo pensar que tal vez era esa clase de personas que se ofrecían a dar hogares temporales a chicos como yo solo por el dinero que eso significaba.
Sin embargo, fue todo lo contrario. La amabilidad y calidez que sentí con ella desde el primer momento en el que la conocí, no había desaparecido. Se ganó la confianza de un chico que prácticamente estaba convencido que viviría en las calles, y se convirtió en mi madre.
Impulsó mis deseos sobre la música, me regaló mi primera guitarra porque la que tenía, que fue una donación en la casa hogar, estaba demasiado vieja como para producir música decente.
E incluso adaptó un pequeño espacio en la casa para que me sirviera a modo de estudio, lugar en donde pasaba largas horas componiendo. Aun cuando no me atrevía siquiera a mostrarle esas letras.
—Todo esto es gracias a ti —respondo consiguiendo que ella eleve la mirada. Se limpia las manos en el delantal que se ha puesto, y sonríe.
—Lo que has logrado es por tu increíble talento —asegura. —Yo solo intento darte lo mejor que puedo.
—Me sacaste del sistema de adopción, eso es más de lo que merecía.
—Jake, cielo, tu mereces mucho más —asegura —lo sabes. ¿no? Mereces todo lo bueno que la vida quiera darte, no debes rechazarlo.
Ella camina los pocos metros que nos separan, antes de envolverme en sus brazos. Esta vez, lo hace de una forma más suave, más cálida.
—Tal vez debas de invitar a los chicos a comer —sugiere —ya sabes, quiero conocer a los chicos que estarán rodeando a mi hijo.
—Todos ellos son increíbles —confieso —No tienes que preocuparte.
—No estoy preocupada —responde sin mirarme y con eso, sé que miente.
Entendía que estuviese preocupada, es decir, pronto su hijo se enfrascaría en una carrera de artista junto con tres chicos que eran desconocidos para ella. Todos con historias diferentes, era normal que quisiera conocerlos.
—Bien, los invitaré a cenar —informo tomando mi celular y buscando el chat grupal que Alexander había creado.
"Hey, chicos. Mamá quiere invitarlos a cenar ¿aceptan o tengo que inventar una excusa válida?"
Envío el mensaje, manteniendo la mirada fija en la pantalla mientras espero por una respuesta. Stephen es el primero en responder.
"Para nada, una cena con tu familia jamás se rechaza ¿a qué hora debemos de estar ahí?
Luego le sigue el mensaje de Ethan.
"¡Comida gratis! No podemos faltar. Ahí estaremos amigo"
Y, por último, el de Alex.
"¿Debo llevar vino? ¿Qué clase de vino les gusta a tus padres?"
Omito el responder a cada mensaje así que escribo uno solo.
"A las ocho en punto, perfecto, le diré a mamá que estarán aquí y Alex, a mamá le gusta el vino, pero creo que tiene suficiente en casa, así que no es necesario"
Guardo el celular luego de responderles y me acerco a mi madre.
—Estarán aquí a las ocho —informo.
—¡A las ocho! ¡Tengo tanto por hacer! —exclama con emoción. —Ven ayúdame, que necesitamos hacer una cena digna para sorprender a tus amigos.
Y con eso, lanza un delantal de flores y mariposas en mi dirección que me coloco gustoso para ayudar a mamá a cocinar.
(...)
Los chicos llegan a las ocho en punto, ni un minuto más, ni un minuto menos.
Mamá los saludó a cada uno, habló con ellos un rato antes de que los cinco pasáramos a la mesa a cenar.
—No sabía qué clase de vino le gustaría, así que opté por algo seguro —Alex le entrega a mi madre una bolsa de papel, en donde perfectamente se puede distinguir una botella.
—Oh, Michel Chapoutier —pronuncia mamá con una sonrisa —eres de buenos gustos. —afirma. —Me alegra saber que mi hijo no estará rodeado de muchachos con tatuajes, adictos al cigarrillo y...
—¡Mamá! —mi madre me observa con sorpresa. Pese a eso, los chicos frente a mí parecen divertidos. —Creo que eso no es necesario.
—Tranquila, señora Price, que su hijo está en perfectas manos con nosotros —asegura Stephen con una sonrisa divertida. —Nos aseguraremos que esté bien siempre.
—¿Lo ves? No es necesario —insisto con intención de cambiar el tema de conversación sobre mi bienestar.
Luego de eso, Margot se dedica a interrogar a cada uno de mis amigos sobre su vida, o de todo lo que se le ocurriese, no parecen incómodos y en cierta parte, eso en algo que me deja un poco más tranquilo.
Para cuando la cena termina, y ellos deciden que es hora de marcharse, los acompaño a la salida.
—Gracias por la invitación —pronuncia Alex con una sonrisa —tu madre en encantadora.
—Sin duda alguna, y tiene un sazón que creo que podría pedirle que me adoptara —asegura Stephen —deberías invitarnos a comer más seguido.
—¡Vuelvan cuando quieran! —grita mamá desde la puerta. —¡Esta ya es su casa!
—¡Gracias! —los chicos responden al unísono robándome una sonrisa.
—Oh, amigo, tu mamá es asombrosa —afirma Ethan —estaremos encantados de venir a comer tanto como desees invitarnos.
—Ya, no quieran robarse a mi madre —bromeo. —Gracias por venir, era importante para ella conocerlos.
El auto que se nos había asignado para viajar en grupo estaciona justo enfrente.
—¿Vinieron juntos? —inquiero.
—Al parecer Daniel quiere que tengamos apariciones juntos tanto como sea posible —informa Alexander. —Eso significa que no puedo sacarme a estos dos de encima.
Steph se lanza contra él y estoy seguro que, de no poseer un buen equilibrio, ambos hubiesen terminados sobre el césped llenos de lodo.
—Un día de estos acabarás con mi integridad física —reprocha Alexander apartándose de él —Jake, tal vez debas advertirle a tu madre sobre Stephen. —bromea.
Ruedo los ojos.
—Gracias por venir chicos —respondo. —En serio.
Ellos se encogen de hombros.
—Un placer, y esperamos una segunda o tercera invitación, nosotros encantados —responde Ethan.
Los tres se despiden, los observo subir a la camioneta y luego se marchan. Un suspiro brota de mis labios en cuanto observo a la camioneta alejarse por la calle, era increíble la amistad que los cuatro habíamos formado en poco tiempo.
The Last Desire pronto sería un gran proyecto, y no había nada mejor que enfrentarlo junto con los mejores chicos que podrían existir.
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