Prólogo.
Hace mucho tiempo, más allá de los confines del mundo conocido, existió un reino perdido, rodeado por montañas tan gigantescas que sus picos tocaban las nubes, y por ríos cristalinos que reflejaban los cielos como espejos.
En esos remotos parajes, la naturaleza, vibrante y pura, parecía estar envuelta en un hechizo antiguo, como si todo allí estuviera gobernado por una magia que solo los dioses entendían. Sin embargo, en medio de esta belleza, se cernía una sombra oscura, un terror ancestral que atacaba sin piedad cada año.
Una vez al año, al llegar el invierno y con él las primeras nieblas, un terrible dragón descendía del abismo, desde lo más profundo de la isla que parecía perderse en el horizonte. Su enorme figura, como una sombra del caos, volaba a través del reino, su rugido resonando en las montañas, haciendo temblar la tierra. Su aliento abrasaba las cosechas, las llamas de su fuego destruian todo lo que tocaba. Los ríos se secaban a su paso, y la lluvia que debía sanar la tierra, se transformaba en una tormenta tan furiosa que los cielos se oscurecían con el mismo veneno del dragón.
El pueblo, aterrorizado, decidió rendirse ante esta amenaza, ofreciendo lo único que podía apaciguar su hambre: las más jóvenes y puras entre las sacerdotisas del reino.
Eran elegidas por su pureza, sus almas limpias como el lino blanco que las envolvía, y colocadas en barcas adornadas con joyas que reflejaban los últimos rayos del sol, mientras el viento suave susurraba a su alrededor. Los aldeanos, con temor reverente, cantaban una canción ancestral, sus voces elevándose como un eco lejano, hasta convertirse en un canto gutural que viajaba hasta los confines más oscuros del mundo, llamando al dragón.
Cada vez más fuerte, el canto resonaba en la fría noche, y cuando el último susurro se perdía en el aire, los cielos se oscurecían por completo. Las nubes se retorcían, formando una espiral de tormenta. Y, en ese preciso momento, el dragón, cuyo nombre era olvidado por todos, pero cuyo terror nunca desaparecía, se alzaba desde las profundidades del océano.
Sus gigantescas alas batían con furia, haciendo que los árboles más robustos se inclinaran ante su fuerza. Sus ojos, oscuros como el vacío, brillaban con una luz maligna mientras observaba a las sacerdotisas, y con un solo gesto se llevaba a la más pura de ellas.
Y así, el pueblo vivía en paz durante tres años más, hasta que el ciclo debía repetirse.
Pero en el último ritual, algo cambió.
La sacerdotisa elegida, concebida en el santo templo de la diosa del sol, una joven tan hermosa como la luna llena, estaba perdidamente enamorada de un guerrero del reino.
Su amor, tan inmenso y profundo, desbordaba su corazón. Cuando el dragón la raptó, el guerrero, ciego por la furia, juró que viajaría a la isla del dragón, enfrentando la muerte para rescatarla.
Según cuenta la leyenda la misma diosa le guió el camino para poder rescatarla.
Pero al llegar, se encontró con la amarga verdad: ella ya había sido devorada por la bestia.
Nublado por la tristeza y la ira, el guerrero penetró la guarida del dragón, donde una feroz batalla se desató. Rugidos ensordecedores, fuego que consumía el aire y sangre que teñía las rocas, marcaron ese enfrentamiento. Pero, finalmente, el guerrero, con su coraje inquebrantable, derrotó a la bestia.
El pueblo fue liberado del miedo y el guerrero, ahora conocido como el cazador de dragones, recibió la admiración de todos.
Con el paso de los años, el reino recuperó su alegría y paz. En agradecimiento a su valentía, el rey, en un acto de honor, le entregó la mano de su hija en matrimonio. La princesa, nacida bajo el resguardo y la divina luz de la diosa del sol, también era sacerdotisa, y su destino estaba marcado por las estrellas.
No era solo un matrimonio de honor, sino una unión que sellaba una promesa eterna, pues generaciones tras generaciones, las hijas del reino, nacidas bajo la bendición de la diosa, serían entregadas en matrimonio a los descendientes del cazador.
Así, lo que antes había sido un ritual de sacrificio, se convirtió en una ceremonia nupcial, un recordatorio perpetuo de aquella sacerdotisa que sacrificó su vida y el guerrero que arriesgó su alma para salvarla.
Viviendo así en prosperidad.
O así fue hasta ahora.
Cuando Denki volvió en sí, un relámpago rasgó el cielo.
La lluvia caía en torrentes, empapando su piel fría. Un dolor abrasador se expandía por su costado, y su grito de agonía se perdió en el estruendo de la tormenta.
La neblina de su mente le impedía ver con claridad, pero no necesitaba hacerlo para entender que seguía en el aire. La manta ceremonial había desaparecido en algún punto arrancada por el viento, y su cuerpo temblaba, no sabía si era por el frío o por miedo.
Aun así, nada se comparaba con el horror de sentir la garra de la bestia perforando su costado izquierdo.
El miedo se convirtió en determinación.
Sus dedos buscaron con torpeza el rubí colgando en su cuello, sintiendo la energía pulsar en su palma.
Inspiró hondo, en su interior, la energía se agitó como un sol atrapado en la oscuridad, y con un grito de esfuerzo, hundió la joya carmesí en la escamosa garra del dragón.
Un rugido estremecedor hizo temblar el cielo.
Por un instante, su cuerpo flotó en el vacío.
Y de pronto, el mundo se inclinó bajo sus pies. Denki cayó.
El viento silbaba en sus oídos, cortándole la piel mientras se precipitaba vertiginosamente. Las rocas la recibieron con golpes implacables, sintiendo su piel rasgándose, su aliento robado con cada impacto.
Luego su cuerpo estrelló en un charco de agua helada.
Lo último que sus ojos percibieron fue el cielo lejano, cubierto de nubes tormentosas, y el aire que olía a lluvia y a sangre, hasta que finalmente, la oscuridad la envolvió, y el mundo se desvaneció.
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Hace mucho que no escribo una nota de página y me pone nerviosa jaja.
Sean bienvenidos a esta nueva historia, espero que la disfruten tanto como yo al escribirla. Ahora aclaremos un par de puntos antes de proceder al primer capítulo:
1. ¿Porque decidí hacer a Denki mujer?
Últimamente me ha llamada mucho la atención fanarts de Denki gengeberd y he de admitir que me han encantado y si bien amo su personaje masculino creo que en femenino se vería hermosa y no he encontrado con ninguna historia donde lo sea así que aquí estamos jaja.
2. Amo el Shinkami y sin embargo esta historia es TodoKami.
Aquí no tengo excusas, al igual que fanarts de Denki mujer me he encontrado con muchas imágenes de ellos como pareja y he de admitir que me siento cautivada por su dinámica.
Y pues eso seria todo. Sus comentarios son más que bienvenidos, me ayudarían mucho una crítica constructiva para saber cómo seguir mejorando no sólo essta historia si no todas las que están por no venir.
Besos. Nos vemos en el que sigue 💓
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