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Cap 12

Klaus

Pasó 1 semana de que Alondra y las demás dejarán en evidencia las falencias y sus habilidades ante todos, cosa que produjo que todos, sin excepción empezarán a entrenar el doble, los de informática se sintieron humillados al saber que ellas fueron quienes quebraron el sistema, Marakov se toma más tiempo en los entrenamientos de circuitos y esta vez los intenta completar descalzo, “la rubia si que hirió su orgullo".

Handel por otro lado ha estado de igual forma practicando su sigilosidad y puntería. Cada cual fue golpeado y mostrado una realidad que no veían “ni siquiera yo".

—Por lo visto todos sus soldados se dispusieron a hacer que sus cuerpos dolieran hasta para respirar —dice el Ministro parándose al lado mío mientras vemos desde una ventana a los soldados.

—Su orgullo fue herido, no quieren ser inferiores.

—Veo —algunos caen, sudan, raspan, sus pechos suben y bajan de una forma muy visible —pero esto no los ayudará a mejorar —giro a verlo —si su objetivo es superar a Alondra este entrenamiento no servirá de nada.

—No los está menospreciando demasiado? —gruño mi respuesta —ellos son sus hombres no ellas.

—Pues ellas están demostrando ser mejores que mis soldados y usted —mi espalda se encuadra ya que ni el ni nadie va a venir a decirme que mi trabajo es mediocre.

—Usted tampoco es perfecto, Ministro Grey —el frunce el ceño y me encamino hacia el campo, “esos de abajo son por los que el tiene que dar la cara no por ellas", al estar cerca me saco la camisa del camuflaje quedando solo con una camiseta sin mangas —Más rápido! —demando y cada uno empieza a esforzarse más —Somos soldados, demuestren el porqué están aquí! —todos gritan su respuesta.

—Lindo grito motivacional —escucho a mi espalda y la rubia sonríe con burla mientras que la castaña está en su teléfono y Alondra observa a mis soldados —les darás un chocolate y una estrellita dorada al terminar? —no le respondo y solo vuelvo mi atención al frente.

—Quien es su meta?

—Que? —contesto a la hacker.

—Que quien es su meta? —vuelve a preguntar —quién esta en su cabeza? A quien quieren superar?

—Esa respuesta ya la sabes —ella no me mira pero veo una sonrisa ladina, desde atrás saca un arma y la apunta al cielo dando tres disparos, cada uno se pone alerta, algunos le apuntan y otros se ponen alerta listos para defenderse y atacar —dejen de perder el tiempo en cosas inútiles! —grita —su objetivo es la Sociedad de la Rosa, no nosotras, son ellos a quienes tienen que tener en sus cabezas al momento de entrenar! —cada hombre y mujer la mira con el ceño fruncido pero atentos.

—Déjalos Alondra, ellos no saben nada sobre asesinos, solo son soldados de guerra ni siquiera sirven para un espionaje —escupe la rubia.

—Que dijiste? —increpo hacia ella —creen que lo saben todo solo por haber sido sometidas a un entrenamiento especial? —se mantiene viéndome —estos hombres de igual forma valen, sufrieron, mataron y son capaces de cualquier misión.

—Pues no lo demuestran —réplica la rubia —tu mismo viste como las ratas estaban en tus filas, bien infiltrados y cómodas.

—Aquí nadie niega su sufrimiento, Coronel —interviene la castaña —pero esto no es un juego, tienen que empezar a cambiar o está central acabará en manos de la Bratva —que mencione a la mafia rusa enciende mis alertas —Landel no volvió sin su mayor apoyo, hace dos días se reunió con los Zares, dejando claro su reintegración a esa organización, lo que le da acceso a cada vínculo, socio y armas de la mafia si de eso precisan —giro a ver a Alondra quien solo asiente sería.

Ella voltea hacia los soldados erguida y recién me fijo que lleva el camuflado de la central.

—Si quieren realmente la caída de esa sociedad tendrán que dejar de pensar como soldados, no son héroes aquí —habla —no están salvando a nadie, sino que mantendrán el orden que los de arriba requieren para que los civiles sigan disfrutando la vida que tienen —veo como cada uno empieza a ponerse firme —si su meta es solo vencernos piensan de forma muy pequeña —la rubia pasa por mi lado colocándose al lado de Alondra.

—Ustedes tienen que ser el grano en el culo de los malos, vuélvanse peores que ellos, si ellos mienten, ustedes háganlo pero mejor, si engañan lo mismo y si matan —hace una pausa —Pues demuéstrenle porque son conocidos como los Leones de Rusia —veo en los ojos de varios brillar de entusiasmo y determinación —así que muevan sus asquerosos culos que todos empezarán un entrenamiento conmigo, claro si es que son los suficientemente valientes para tomarlo —se miran entre sí cuando todos, exceptuando a Marakov se colocan en filas.

—Todos somos capaces de cumplir cualquier entendimiento que nos dé Capitana Paravel —afirma uno mientras se coloca firme y los demás lo siguen, Marakov se adelanta hasta quedar en su delante.

—No seré tu perro, sino tu igual, Capitana.

—Muévete entonces, mi igual —responde —todos, empezarán conociendo su territorio en las condiciones que lo esta él Capitán Marakov, espero que estén a la altura porque quien flaquee y me haga perder mi tiempo le meto una bala en el culo —carga un arma en su delante —ya tengo autorización del Ministro.

Veo que algunos traga y la rubia empieza a caminar hacia afuera, todos se miran confundidos y ella se da cuenta —no pensarán que será dentro de su patio de juegos, no? Caminen! —vuelve a emprender el camino y los soldados la empiezan a seguir.

—Lexy, ve al área de informática y empieza dar clases —le ordenan a la castaña y ella bostezando acepta dirigiéndose adentro.

—Y tu que harás? —cruzó mis brazos viendo a la hacker, ella se me acerca hasta que solo estamos distanciados con un paso.

—Te enseñaré como hacer un plan de infiltración muñequito —su dedo índice toca mi brazo —así ya no tendrás otra mancha en tu lindo expediente, no es bien visto para tu postulación a General —que mencione eso hace que agarre su muñeca y la atraiga hacia mi.

—Deja de meterte en mis cosas Alondra.

—Puedo hacerlo —responde —tu te metes en las mías, no es lo más justo? —hace un gesto de falsa modestia que me hace soltarla.

—Fue el Ministro quien me brindo la información.

—Pero tu ya estabas buscando por tu cuenta, cosa que te fue imposible de conseguir ya que Tyler sabe bien como esconder lo que quiere bajo siete llaves —mete sus manos en los bolsillos —recuerda que lo conozco más que tu o cualquier soldado de bajo rango.

—También conoces bien a todos los Generales —noto su pequeño cambio en los ojos.

—Imposible no hacerlo, ellos fueron mis primeros clientes por así decirlo —veo un vacío en los ojos de Alondra, uno que la envuelve en un aire frío —Vamos, que hay mucho que hacer.

Al estar en mi oficina no esperaba ver a Julia sentada en mi escritorio, de solo un sostén deportivo y cacheteros, al notar a la hacker se endereza y busca de forma rápida su ropa.

—Vaya muñequito, pero si no eres del todo correcto después de todo —se burla Alondra —usando la oficina para tus…necesidades —aprieto mis puños controlando el enojo, “varias veces le dije a Julia que no haga estas cosas a no ser que yo esté dentro”.

—Lo siento mi Coronel, yo solo…

—Suficiente Capitana Maxwell, retírese y espere a su sanción.

—Si mi Coronel —hace su despedida y Alondra se aparta para dejarla salir, veo que frunce los labios aguantándose la risa.

Al salir es que no aguanta más y comienza a reírse —eres todo un hijo de puta —dice mientras se ríe —no tenias que ser tan insensible con la mujer, mira que no cualquiera te va a esperar de esa forma.

—No es tu asunto, así que deja de hablar y pongámonos a trabajar.

—Uy pero que genio, mira que no es novedad, es algo de lo más natural cogerse a los colegas —estrello mi puño en el escritorio ya envuelto de rabia.

—Te dije —hago una pausa —que no es tu asunto —ella me mira fijamente, sus ojos no se apartan de los míos, yo solo me enderezo mientras que ella se acerca hasta que devuelta estamos de frente.

— Sadece askeri değil de adamı görmem seni rahatsız ediyor mu? (Te molesta que vea al hombre y no sólo al soldado) —mi mano va a su cuello apretándolo y la mitad de su cuerpo termina tendida en mi escritorio mientras la ahorco.

—No vuelvas a hablar en ese idioma.

—Por qué? Te recuerda algo? —dice bajo ya que le estoy cortando el aire, ella no muestra miedo ni intenta alejarse de mi agarre —por qué te reprimes Klaus? — la suelto como si su piel quemara —no recuerdo que Turquía sea un país tan feo como para despreciarlo.

—No sabes nada —escupo.

—Misión de rescate —empieza —A cargo del Capitán Coleman, sujeto a rescatar, la hija del próximo candidato a la presidencia del país, resultado; todo un éxito —ella me mira con la cabeza inclinada hacia un lado.

—Por qué preguntas algo que de seguro ya sabes?.

—Porque el que tiene que soltarlo eres tu no yo.

—Y que sabes tu de soltar? Porque dudo mucho Alondra, que tu hayas soltado la muerte de tu padre —está vez es ella quien me tiene contra el escritorio pero no me ahorca sino que clava una daga cerca de mi rostro.

—Estúpido muñequito, yo no suelto mis desgracias —baja hasta que su cara esta a un lado de la mía y su lengua pasa por mi mejilla —yo me alimento de ellas, así es como vivo —se endereza llevándose consigo la daga que veo como la vuelve una pulsera cualquiera.

—Por qué haces esto? —se que todos sus movimientos no son al azar, ella sonríe muy ampliamente, pasa su lengua por sus dientes superiores antes de decir.

—Porque deseo ver una espectacular batalla entre dos frentes; del lado de los buenos están ustedes y de los malos los de la Rosa —me enderezo imponiendo mi altura a la de ella —dame un buen espectáculo muñequito —susurra, mi brazo rodea su cintura con fuerza contra mi y se que esta sintiendo la erección que se formó al momento de ella dejarme tenerla debajo de mi.

—Te daré un buen último espectáculo antes de enviarte a la completa oscuridad, hacker de mierda —sus manos van hacia abajo y con una sola agarra mis bolas haciendo presión en ellas de una forma que me alivia pero a la vez aumenta mi libido.

—Que comience los preparativos entonces —siento un pinchazo que la aparto y veo un dardo pequeño en mi pierna —primera lección: no me dejes acercar mucho que suelo ser un poco peligrosa.

—Maldita…—siseo antes de caer en el suelo desmayado en el suelo de mi oficina.

Alondra

Veo el cuerpo del muñequito, tendido y respirando de forma muy tranquila, “estarás un poco confundido pero despertarás renovado", me rio aunque debo admitir que ver ese lado salvaje me prendió un poco y no está mal dotado, “ya veo porque esa Capitana lo estaba esperando de esa forma".

Me siento en su silla y abro su computador llamando al otro sujeto que también tengo que atender.

—Veo que eres puntual —la imagen de Landel se muestra del otro lado —y bastante eficaz.

—Dudabas de mis habilidades?

—No, pero en estas misiones siempre puede ocurrir algo desaventurado —dice —un ejemplo claro eres tú matando a mis valiosos infiltrados.

—No es mi culpa que fueran tan fáciles de matar —este suelta una risa mientras niega con la cabeza —solo tendrás un minuto para sacar todo lo que puedas, entiendes?

—Si —responde, conecto el USB al computador para instalar todo lo necesario así Landel pueda acceder a la computadora del muñequito —deberé tener cuidado a partir de ahora —yo lo miro con una expresión interrogante —cuando te tenga de nuevo frente a frente, me aseguraré de que tus manos estén a mi vista, no deseo terminar como el Coronel —yo suelto una risa.

—Para eso tendría que permitirte tocarme, cosa que lo dudo.

—No afirmes nada anticipadamente, todo puede cambiar —ignoro sus palabras y contacto a Lexy por el auricular.

—Listo.

—Bien, dame un segundo —escucho su teclado desde el otro lado —que entre.

—Ahora —ordeno al señor de la Rosa y este de forma rápida accede a la información, veo como copia y lee todo de forma rápida, hay un archivo que tiene el nombre de su hermana y es uno que le había enviado la primera vez a Tyler aparte de las coordenadas del casino, él lo abre y le echa un vistazo rápido, su ceño se frunce  ya que no espero que los militares tuvieran tan rápido información sobre Nadia Kingston.

—Hijos de puta —no es algo concreto, pero si confirma que esta viva, que el cuerpo de quien habían declarado como Nadia en ese entonces era de otra niña.

—20 segundos —le recuerdo y cierra el archivo volviendo a copiar todo lo que tienen, cada archivo de soldado de su base y los generales como registros médicos —fuera —desconecto el USB, terminando la conexión para que no sea rastreado por nadie, observo al muñequito que sigue inconsciente.

—Buen trabajo, Comandante Vélez —su halago suena tan falso como las palabras de aliento de Sasha hacia los soldados —estaré esperando a sus colegas muy pronto —corta la llamada y solo me dejo caer en el sillón.

—Corto?

—Si —le respondo a Lexy —interviniste la cámara?.

—Si —responde —y el muñequito?

—Dormido como tronco —lo pateo en el estómago y no se inmuta —que mierda fue lo que me diste para que le inyectara?.

—Un somnífero un poco modificado, es una nueva creación que se está moviendo por el mercado negro, no deja rastro en la sangre cuando pasa su efecto y el individuo olvida los últimos 10 minutos —me explica —así que no recordara que lo dejaste noqueado.

—Más bien —digo —y que supiste de ese pequeño incidente que tuvo? —la línea queda en silencio por unos minutos.

—La hija a quien rescató a los días de volver se quito la vida —es algo que no espere escuchar, esas cosas ya no se colocan en los reportes.

—Causa de muerte?.

—Sobredosis, la chica estuvo cautiva 2 meses, en los cuales recibió un trato muy particular.

—Que quieres decir?.

—Cayó en manos de la maffiya —suelta —dos meses en los cuales fue sometida a las creaciones de esa organización, lo que te di para el muñequito fue creación de ellos —veo de nuevo al Coronel —imagina el alcance que tienen sus drogas, no por nada controlan y lideran el mercado negro junto con la Bratva.

—Todo un imperio que controla cada rincón —digo bajo —la volvieron adicta.

—Si, ellos mismo le hicieron llegar la dosis que necesitaba —“así que viste uno de los alcances del diablo”, la maffiya es una de las organizaciones más grandes y temidas del bajo mundo; ellos, la Bratva, la mafia Italiana y Española, son las organizaciones más grandes y de mayor poder, nadie se atreve ir contra ellas, todos saben que su alianza está sellada por medio de la sangre, “por eso Landel volvió a estar en buenos términos con la Bratva", si quiere volver a resurgir a su sociedad, debe tenerlos de su lado.

—Sigue ayudando a ese sector —corto la comunicación apoyando la cabeza en el sillón.

Imagino que te sentiste un verdadero inútil", muchas veces las misiones no terminan cuando se derrota al enemigo, sino que lo hacen momentos después cuando te relajas y estás con la guardia baja.

Las palabras del muñequito vuelven a mi cabeza, “soltar eh…”, una palabra que no tiene cabida en mi vida, como le dije, me alimento de mis desgracias, ellas me rigen y son mis cimientos, “fue por eso que nos escogieron", hasta Ferdel lo sabía, de recordar las peleas cuerpo a cuerpo que tuvimos me duele las costillas.

—Recuerda Alondra, tu estás siendo entrenada para matar, no eres soldado, ni espía, eres un fantasma, un ser que no existe y que lo único que será visto serán los resultados de sus órdenes, entendiste?

—Soy un fantasma de esos viejos de mierda?! —grito enfurecida —soy mejor que ellos, mejor que cualquiera de esa maldita central, porque tengo que bajar la cabeza por viejos inútiles! —su puño se estrella contra mi cara mandándome al suelo.

—No seas engreída, por esos viejos de mierda ahora tienes esas habilidades y esta vida. Sino fuera por la orden de ellos no estarías aquí ni llevarías mi apellido —me levanto llena de rabia —estás enojada? Me tienes rabia? Bien, aliméntate de eso, nada de sentimientos buenos, ni esperanza de alabanzas —agarra mis mejillas con fuerza que mis labios de fruncen —no quieres que te manden, entonces se mejor que todos, jamás dejes de mejorar ni de entrenar, te golpean te levantas, te apuñalan lo devuelves, te derrotan vuelves y los destruyes —hace una pausa, su agarre se vuelve doloroso —recuerda tu identidad y actúa como debes —quiero gritarle pero con lo último que dijo cierro mis ojos, respiro hondo y despacio, este me suelta y da unos pasos atrás —ahora dime, quien eres? —demanda, abro mis ojos para responderle.

—Alondra Vélez, Comandante del escuadrón FANTASMA —digo claro y firme, mi padre solo asiente con la cabeza y quiere concertar un golpe de nuevo en mi rostro pero lo esquivo y me encimo en el haciéndole una llave que lo termina botando al suelo conmigo encima de él clavándole el brazo en su cuello. Este sonríe al ver mi reacción y me aparta un mechón de mi cabello.

—Recuerda siempre, un Vélez podrá tener a alguien más arriba pero jamás se dejara caer, somos animales de caza, no importa que disfraz usemos —quito mi brazo y el se levanta quedando sentado conmigo en su regazo, toma mi rostro con ambas manos y apoya su frente con la mía —pero sobre todo, recuerda que eres mi hija, Alondra —yo asiento sin dejar de mirarlo.

“y hasta ahora sigo respetando ese lema, viejo" saco el dardo y me levanto dejando al muñequito en el suelo. Al salir veo al secretario del muñequito que me mira con nerviosismo, baja su mirada e intenta distraer su atención, “es tierno, un alma tranquila".

—Me podrías ayudar —le pido —el Coronel al parecer se desmayo y es demasiado pesado para levantarlo —uso un tono suave para que baje su guardia.

—El Coronel se desmayó? —pregunta consternado, yo hago una señal de silencio.

—No querrás que toda la central se entere —él se da cuenta de su error y asiente —esta demasiado tenso, este trabajo exige demasiado de un ser humano y el Coronel es demasiado orgulloso para pedir descanso o ayuda.

—Tiene razón —se acerca hacia la puerta y yo le doy paso, va corriendo hacia el Coronel y entre los dos lo ponemos en el sofá —jamás pensé que el Coronel pudiera bajar la guardia de esa forma y menos…—se calla.

—Y menos con una criminal —completo, veo que se pone nervioso —tranquilo, es lo que soy y no es vergüenza pero no te confundas —apunto hacia el muñequito —no bajo sus defensas, su cuerpo le jugo una mala pasada y termino desmayado, solo eso.

—Usted no es tan mala —niego son una pequeña sonrisa.

—Cuídalo, avísame de que despierte —este se endereza y me da un saludo.

—Si mi Comandante —“un golpe inesperado" pienso y salgo de la oficina. Los preparativos ya iniciaron, el segundo encuentro se está formando pero esta vez las condiciones y los participantes estarán casi a la par.

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