7. Mercado de lágrimas
MINHO.
Han y yo no pudimos terminar de limpiar el desastre antes del anochecer, así que al día siguiente ambos tuvimos que regresar al jardín para retomar las tareas y luego ayudar a mi abuela a llevar las Azaleas a la camioneta. No puedo decir que las cosas entre Han y yo cambiaron pero ya eran un poco más llevaderas, todos los días conocía algo nuevo de él, sea bueno o sea malo era algo y casi siempre para no decir que siempre, terminaba por sorprenderme.
Cuando terminamos con el jardín, yo subí a mi habitación para quitarme la ropa llena de tierra y darme una ducha. Había visto a Han entrar en su habitación también, pero cuando me vestí con ropa cómoda y bajé las escaleras de dos en dos para tomar el desayuno me topé con Han otra vez.
Estaba apoyado en la isla de la cocina, sentado en uno de los taburetes. Tenía el celular en la mano y unos palillos en la otra. Cuando me acerqué más él alzó la cabeza y yo me quedé paralizado. Tenía las mejillas redondas llenas de comida, como si tuviera suficiente espacio en ambas para más de tres bocados al mismo tiempo, sus labios se veían abultados, rosados y húmedos, el labio superior era más delgado, el labio inferior era más carnoso y ponposo, su nariz que ya era pequeña se veía aún más pequeña porque las mejillas regordetas se robaban la atención. Entonces de repente se me apretó el estómago, una corriente de cosquillas me invadió y el corazón me latió en el pecho con fuerza, impidiendome respirar correctamente. Así que me apresuré a desayunar. Porque era por eso ¿verdad?
Han había dejado de masticar y ahora ambos nos veíamos de manera extraña, con el ambiente cargado de algo nuevo, algo agradable pero que a su vez asustaba, él pareció abochornado ante la situación, en cambio yo, estaba completamente exaltado por las recientes sensaciones.
---Hola---fue lo que se me ocurrió murmurar nerviosamente a pesar de que ya nos habíamos visto.
Hice un intento de sonrisa y Han apartó la mirada apenado, lo observé masticado rápido.
---Hola---balbuceó en coreano también, con la boca llena aún y una sonrisa plana.
Mientras tanto yo tomé algo de jugo y agarré unos palillos para servirme kimchi. Han siguió mirando su celular hasta que rato después, se tragó el jugo en un segundo, dejó todo lo que ensució en el lavadero y se fue casi corriendo. ¡Nada más se salvaba porque teníamos a alguien que hacía el aseo!
Después de comer esperé a Han y a mi abuela en la sala de la casa, jugando que las llaves de la camioneta. El primero en aparecer fue Han.
Y pensé que él se pondría otra de sus ropas caras y exageradamente elegantes para ir al pueblo, pero me sorprendió verlo con tenis, pantalones deportivos y una sudara a pesar de que hacía calor. ¿Cómo podía ponerse eso con tanto calor? Sí que era raro ese chico.
Tiempo después mi abuela apareció muy alegre y jovial, soriendonos a los dos. Me quitó las llaves de la camioneta y negó con la cabeza, dándome a entender que no iba a manejar yo. Así que estando en la camioneta Han y yo nos sentamos uno al lado del otro, con una distancia de por medio, porque cada uno había reclamado una ventana, mi abuela conducía y mi abuelo prefirió quedarse en casa a ver televisión.
Fue un viaje silencioso y deprimente. Nadie pronunció una sola palabra, y para empeorarlo Han no dejaba de mover su pierna, parecía un tic nervioso y eso me impacientaba, no le dije nada pero en más de una ocasión lo miré molesto y en respuesta él me observó con indiferencia.
Cuando llegamos al mercado del pueblo hacía un calor insoportable, (más insoportable que Han) y habían demasiadas personas por ser domingo, los puestos ambulantes se alineaban de ambos lados de la carretera, algunos vendían frutas, verduras, artesanías, ropas, y así seguían hasta el final de la calle. Junto a mi Han miraba todo con cierto brillo curioso en sus ojos, pero su expresión era plana. Todo en él gritaba que quería irse, y lo comprendía porque a mi tampoco me gustaba ir de compras, solo que tal vez a él si le gusta ir de compras, pero no en este pueblo pequeño con olor a pescado, sino en grandes tiendas de París.
Ayudamos a mi abuela a bajar las Azaleas de la parte de atrás de la camioneta, para llevarlas a su floristería.
La campanilla sonó cuando mi abuela empujó la puerta y detrás del mostrador de vidrio la nueva empleada nos sonrió de oreja a oreja.
---Señora Lee, ¿Cómo ha estado?
La chica salió del mostrador, hizo una reverencia y no dejó de sonreír jamás, me miró, luego miró a Han que estaba junto a mí ---y seguramente los brazos de fideos le temblaban por el peso del soporte para plantas---luego volvió a mirar a mi abuela.
Dejamos las bases con las plantas dónde mi abuela nos indicó, tuvimos que pasar hasta más allá del mostrador y dejarlas encima de una mesa larga de madera. Cuando terminé me sacudí las manos de los pantalones y Han se sacudió las ropas con la nariz arrugada por el disgusto que le provocaba ensuciarse. Volvimos con mi abuela quién ya estaba hablando con la chica.
Cuando me acerqué a ellas mi abuela me señaló---Oh Dahyun, él es mi nieto Minho y este su amigo Jisung.
¡¿Su amigo Jisung?! ¿Eramos amigos?
Le sonreí forzadamente a la chica como saludo, por otro lado Jisung se acercó sonriendo y le tendió una de sus pequeñas manos, la cual Dahyun vi muy consternada pero se la estrechó de todos modos.
---¿Eres de por aquí?---la chica lo examinó de pies a cabeza con curiosidad y un brillo maravillado en sus pupilas.
---Él no entiende mucho el Coreano---le expliqué cuando vi que Han no contestaba.
---Oh, lo siento mucho.
Le hice una seña de que no se preocupara por eso, pero ella siguió pareciendo avergonzada y al mismo tiempo fascinada por Han. Él mientras tanto la ignoró monumentalmente, con su espalda recta y sus brazos detrás de su cuerpo, se concentró en observar las rosas amarillas que estaba exhibidas, por lo tanto yo me concentré en apartar la vista de sus nalgas. Ya sé, era ridículo de mi parte, pero ya se me estaba haciendo una mala costumbre. Mi abuela por otro lado se puso a atender unos ramos detrás del mostrador sin siquiera importarle que la chica estaba ahí acosandome.
---Y dices que no habla mucho coreano, ¿no?---Dahyun me buscó con la mirada y yo aparté mis ojos de la espalda baja de Han.
---Así es, sabe de coreano lo que yo de inglés, o sea muy poco---le expliqué con fastidio.
Dahyun miró a Han y sonrió, era una sonrisa boba de colegiala hormonal y cabeza hueca. Yo rodé los ojos pero ella no se dió cuenta de mi desplante, en cambio siguió haciéndome preguntas.
---¿De dónde es?
Me crucé de brazos con cara de: ¿no estás viendo que no quiero hablar contigo? Pero aún así le respondí secamente, sin tener otra alternativa.
---Inglaterra.
Ella soltó un suspiro, se tapó la boca con las manos y sus ojos que ahora estaban enormes por la información barrieron a Han de cabeza a pies.
---¿Tiene novia?
La pregunta también me hizo dudar a mi. ¿Tenía novia? Era imposible que tuviera novia, no lo veía así, me parecía que podía tener todo, hasta una enfermedad veneria, pero nunca novia, eso no, eso no podía ser posible.
Mi abuela quién se mantuvo escuchando la conversación con una sonrisa divertida en el rostro, alzó la vista por encima de los anteojos y preguntó a Han:
---¿Jisung, tienes novia?
Han se giró y miró a mi abuela con cierta intriga, era como si tuviera un signo de integración en la cara, el wtf? se quedó corto ante su semblante. Dahyun y yo también lo miramos esperando que él respondiera de una buena vez, ambos ansiosos, de haber podido morderme las uñas lo habría hecho.
Han negó con la cabeza, miró directamente a mí abuela quién fue la que formuló la pregunta, ni siquiera nos puso atención a nosotros dos, entonces respondió:
---Soy gay.
La mandíbula de Dahyun cayó al suelo de madera, yo me mordí la mejilla para no reírme de ella, luego estaba mi abuela, que dejó la tijera a medio camino y se llevó la mano libre a la boca y luego estaba yo, que ya lo sabía porque era muy evidente.
---Y no tengo novio---aclaró, como si fuera necesario para él hacerlo.
Sí, eso sí que lo entendí perfectamente, él no tenía novio y tampoco era problema mío si lo tenía. ¿Verdad?
El silencio que se alzó entre los cuatro fue pesado, Han lo notó y se rascó el puente de la nariz, mi abuela también lo notó y se apresuró a cortar más tallos, Dahyun probablemente quería que la tierra se la tragara, así que ella se alejó de ambos casi con la cara enterrada en el pecho.
---Llevalo a dar una vuelta---me sugirió de pronto mi abuela---Todavía no me voy.
Asentí obediente y cogi a Han de la mano para arrastrarlo fuera de la tienda, la campanilla sonó cuando salimos, sus ojos almendrados y asombrados se posaron sobre nuestras manos unidas. Inmediatamente lo solté y comencé a caminar ignorando el hormigueo nerviso que el gesto inocente causó en mi cuerpo.
Han me siguió, ambos paseando un buen rato por el mercado pero sin alejarnos mucho el uno del otro, yo me distraje viendo unas pulseras y él siguió mirando otros puestos que estaban a poca distancia de mí.
De pronto algo me rozó el tobillo, casi solté una grosería, pero me la guardé cuando noté que era una gato. Me pasó el cuerpo y la cola por la pantorrilla y maulló exigiéndome atención. Me agaché para estar a su altura y sonreí cariñosamente cuando se dejó tocar. Me gustaban los gatos, pero en casa no me dejaban tenerlos. Ese gato era enorme, panzón y con el pelaje naranja, le acaricié la cabeza y soltó un ronroneo.
---Que lindo eres.
Luego de eso me erguí aún sonriendo, y lo dejé allí para continuar con mi camino, aunque la sonrisa se me borró del rostro cuando noté que Han no estaba cerca mí. ¿Acaso se perdió intentando regresar a su casa? Entre en pánico. Porque si Han se perdía mi abuela me iba a matar.
Mis piernas empezaron a andar, caminé rápido y aparté personas sin dejar de ver a todos lados, tuve el impulso de gritar su nombre pero lo deseché, lo busqué sin perder la compostura, y casi me di por vencido, solo que lo encontré en el lugar que menos pensé, lejos de los mini puestos de mercado, justo cuando se empezaban a asomar las tiendas de ropa y calzado, lo vi parado en frente de una vitrina. Tuve que acercarme un poco más para poder observar qué era eso que lo tenía tan ensimismado. Lo que Han estaba viendo era una guitarra acústica, exhibida en un aparador de una tienda vintage de segunda. ¿Han sabía tocar la guitarra? Lo miré dubitativo y probablemente mi mirada fue pesada para él, porque se giró.
Sus mejillas y la punta de su nariz estaban sonrojadas por el sol, o eso pensé yo hasta que lo miré directamente a los ojos, los cuáles estaban un poco cristalizados.
¿Él estaba llorando?
Cuando Han cayó en cuenta que era yo quién se había parado detrás de él se limpió los ojos con las mangas de la sudadera y pasó por mi lado avergonzado, con la cabeza gacha, dejándome con las palabras en la boca.
~°🪷•~
En el algún momento todos caemos en el encanto Quokka.
Te entiendo Minho, también fui
Pequeño adelanto...
En el próximo capítulo les contaré un poco acerca del pasado de Jisung.
Besitos geis♡
▪︎Hana
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