4. Jinete inexperto
JISUNG.
Los tres días siguientes después del incidente en los manzanos fueron eternos para mí. No salía casi de la habitación en la que dormía, comía poco y no podía pegar ojo. Mis mañanas consistían en levantarme, lavarme la cara dos veces con jabón facial, ponerme parches para las ojeras, cepillar mis dientes, ducharme, ponerme cremas, lociones y mascarillas, peinarme el cabello, leer, escuchar música. Cuando me aburría de eso era porque ya la tarde estaba cerca, entonces me ponía a ordenar una habitación completamente ordenada, me acostaba y contaba cuantas maderas tenía el techo, a veces veía por la ventana, (por supuesto no vi nada interesante) volvía a acostarme para contar cuantas maderas tenía el techo otra vez, sobre pensaba, me enojaba, maldecia y cuando caía la noche me preparaba para "dormir" y repetir la rutina al día siguiente.
Solo que este día no fue así, este día saldría. Ya que mi cárcel de tres mil ectareas tenía más que sólo asquerosas gallinas, había decidido salir a caminar, sí yo, Jisung Han saldría a caminar por el monte con culebras en busca de una nueva aventura, solo me faltaba un burro y ya podría ser Sherk en el pantano. La diferencia era que aquí no había hada madrina ni varitas mágicas que concedieran mi deseo de volver a casa. Aquí solo había aburrimiento, sol, calor y animales apestosos.
Entonces esa mañana me puse la ropa mas fea que tenia en mis pertenecías, pescadores, camisa y converses. Cuando bajé por las escaleras no había nadie cerca, normalmente las mañanas eran ocupadas, incluso para Minho que no tenía que trabajar pero por alguna extraña razón le gustaba.
El sol me golpeó el rostro e inmediatamente me arrepentí de salir, pero como ya estaba afuera rodee la hacienda y pude ver como todos los empleados hacían su trabajo, incluso estaba Minho, cargando un bulto de algo que creo que comían los caballos, los sacaba de un camión y los dejaba en el suelo en pequeñas pilas, seguí mi camino pasé por los establos, oí a los caballos y el señor que los atendia me hizo una reverencia innecesaria. Me quedé viendo a un caballo blanco con suma curiosidad y me pregunté por qué nunca fui a clases de equitación y también recordé que nunca fui porque odiaba a los animales. ¿Pero podía montarme en un caballo? Me daba miedo si, pero también me daba intriga.
---Se llama Soonie---inquirió el cuidador, refiriéndose al animal que estaba observando con detenimiento.
Asentí en respuesta y me acerqué un poco más, por alguna razón el tipo me pareció una persona agradable a pesar de su aspecto desaliñado y pueblerino, como el de todos los demás en esa Hacienda, para mí era normal ver a tanta gente fea.
---Soonie es macho---Agregó, el cuidador---Tiene muy buena salud.
No entendía mucho pero Soonie estaba bien y eso era todo. Le expliqué entonces con gestos al cuidador que yo quería subirme en el caballo, el señor asintió sonriendo y enseñándome los dientes que le faltaban, lo vi buscar cosas, arreglar, poner quitar y en poco tiempo el caballo estuvo listo, con silla y esas cosas que había visto en películas (y no estaba hablando de Secreto en la montaña).
Antes de armarme de valor me giré para comprobar que efectivamente Minho estaba observando la escena con los brazos cruzados y una sonrisa burlona, a la expectativa de saber si iba a lograrlo o no, y que si no lo hacía probablemente se echaría a reír. Pero obviamente yo iba a poder, no había nada que yo no pudiera hacer, era bueno en todo y un simple caballo no iba a humillarme. Así que miré al animal con una sonrisa eficiente, agarré la silla con ambas manos y con fuerza, apoyé mi pie, respiré profundo y me impulse hacia adelante.
Supe que las cosas habían salido mal cuando a lo lejos la risa de Minho hizo que me hirviera la sangre. Me había quedado panza abajo sobre la silla y me faltaba el aire, por lo que tuve que deslizarme al suelo nuevamente. ¿Por qué no había podido hacerlo? En las películas se veía demasiado fácil. Minho pasó un buen rato riéndose de mi hasta que la mirada asesina que le regalé lo hizo callar de golpe, aún sonriendo dejó de mirarme y continuó haciendo lo que había dejado por la mitad.
Hice dos intentos más hasta que cuando ya el sudor me corría por la frente, (y otros lugares que están de más nombrar) logré quedarme sentado encima del animal. ¿Qué seguía? Bueno, el cuidador me ayudó a que Soonie diera unos pasos hacia adelante y caminara, solo caminar porque no estaba preparando para lo demás. El cuidador guiaba a Soonie de las riendas y yo miraba todo emocionado, me estaban paseando por el espacio abierto de la Hacienda como si yo fuera un príncipe y me encantaba, hasta que le ordené al cuidador con varios gestos que me diera las riendas de Soonie porque ya podía hacerlo yo solo, él dudó un instante pero me la entregó y entonces la agarré con ambas manos pese a que no sabia como manejarlo, pero mientras siguiera así todo estaría bien.
El cuidador se alejó un poco mientras yo paseaba encantado, tal vez las cosas no eran tan aburridas después de todo, hacer eso fue interesante, me gustó y me sentí poderoso como un rey de la era medieval, digno, con carácter, como si pudiera dar órdenes desde ahí a miles de soldados, me enorgulleció. Hasta que un sumbido molesto me pasó junto a la oreja y se mantuvo cerca, miré a todos lados asustado, porque era alérgico a las avispas. Busqué el origen del sonido pero no podía encontrar nada, batí mi mano de lado y lado para espantar y funcionó por un momento hasta que la vi, la avispa volaba cerca de mi cara y me alteré a tal punto que me puse a batir las manos como loco.
Mi acción paranoica provocó que Soonie corriera con fuerza y mi cuerpo se fue hacia atrás, pero fui más ágil y pude mantener el equilibrio, aunque era demasiado tarde porque Soonie estaba corriendo como tiro al blanco y a mi solo se me ocurrió gritar y agarrarme de su cuello. Soonie se mantuvo corriendo en círculos mientras yo gritaba y las demás personas se acercaban para ver el espectáculo. Minho también se había acercado con la preocupación surcando su rostro, a medias pude ver esas cosas porque la mayor parte del tiempo estuve con los ojos cerrados y la boca abierta. Cuando vi a Minho por el rabillo del ojo acercarse con sigilo para rescatarme, Soonie relinchó y alzó sus patas delanteras, me solté por impulso y mi cuerpo cayó de espaldas a la tierra, el golpe me quitó el aire y la vista se me nubló, la mejilla derecha me ardía y me palpitaba en una sensación caliente, el dolor en la mejilla no fue nada comparado a la caída, entonces de golpe cerré los ojos.
Desperté con un dolor punzante en la parte baja de mi espalda, cuando abrí los ojos puede notar que estaba en la sala de la Hacienda, acostado en el sofá más largo, parpadeé un poco sin entender por qué me dolía tanto la cabeza y la mejilla derecha. Me incorporé rápidamente y vi a la abuela Lee hablando con un señor bajito calvo de expresión serena. Minho estaba junto a ella, apenas supe que me estaba mirando serio e implacable bajé la mirada con vergüenza. ¿Por qué me daba vergüenza que me viera así? No solía doblegarme pero él sabía como hacer que yo me sintiera incómodo y molesto al mismo tiempo.
Entonces el señor calvo se acercó a mí y dejó el maletín cerca de una pequeña mesa, me examinó hasta el pelo por así decirlo mientras hablaba en coreano con Minho y su abuela, me dejé revisar porque realmente me dolían los huesos y la cabeza, por primera vez me quedé callado y no protesté en nada.
Para finalizar el doctor pueblerino mata vivos me puso una inyección en el brazo, no sabía para qué pero si eso podía aliviarme el dolor en la cadera mejor para mí. Mientras todo eso sucedía evitaba la mirada furiosa de Minho. ¿Y estaba molesto más o menos por qué? Yo debería estar molesto no él. La abuela Lee y su nieto empezaron una conversación mientras el doctor guardaba sus cosas nuevamente en el maletín.
---...Abuela, de verdad no puedo con él, es demasiado torpe.
Alcancé a oír la voz severa de Minho, a pesar de que no entendía nada, podían estar hablando de mi ridícula caída en caballo.
---No es torpe, solo no sabe mucho de estas cosas.
La abuela parecía estar regañando a Minho, pero jamás perdió su dulzura en la voz, su mirada maternal me escrutó el rostro adolorido. En cambio Minho estuvo en desacuerdo con ella, podía notarlo en sus cejas hundidas y labios apretados.
---Debería irse, ya te lo había dicho. Un día de estos lo vamos a regresar en un ataúd.
Minho murmuraba cosas no muy contento mientras su abuela negaba con la cabeza como si él fuera un fastidio. El doctor se alejó de mi, se despidió con una reverencia mínima y fue escoltado hasta la puerta por la abuela Lee. Minho y yo nos miramos fijamente, quizás quería decirme algo y no sabía cómo, yo me quedé ahí medio sentado medio acostado en el sofá. En la mesa junto a mi el doctor había dejado unas pastillas y sabía que debía tomarlas también en algún momento.
Minho me echó una última mirada de advertencia y enfado antes de dejarme solo, la asocié a esas miradas de reproche y decepción al mismo tiempo, como si yo fuera una molestia para él, una cosa sin remido. ¿Acaso pensaba que me gustaba estar aquí? Yo ni siquiera hubiera venido de no ser por mis padres, ni siquiera podíamos entablar una conversación y tampoco es que me importara, Minho solo podía ignorar mi presencia así como yo la de él.
Cuando me levanté del sofá para caminar escaleras arriba escuché como el celular encima de la mesa vibraba dos veces, la pantalla se encendió notificando un nuevo mensaje, pero lo que llamó más mi atención fue la foto de fondo que se dejó ver al instante. En ella Minho sostenía el celular para hacer una selfie y sonreía de medio lado, con su mano libre hacía el símbolo de paz y junto a él un chico rubio y pecoso sonreía también, su rostro era extremadamente lindo como de esos modelos de revista y debajo de sus grandes ojos se formaban pequeñas arruguitas, su mano izquierda estaba pegada a su mejilla formando un medio corazón y ambos llevaban uniforme. ¿Ellos eran amigos o acaso había algo más?...
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