21. Equipaje extraviado
Dos años y seis meses después...
Minho era el mejor estudiante de su generación, y aunque todavía faltaban algunos semestres para la graduación no cabía duda de que sería uno de los pocos en graduarse con honores.
Aquel semestre de primavera, Minho fue elegido como único participante de su facultad para asistir a una semana de conferencias y auditorias importantes en la ciudad de Nueva York.
Dicha actividad era muy popular entre los estudiantes de Economía Empresarial, y muchos de ellos en todo el mundo peleaban por conseguir una vacante. Minho nunca se esperó que le ofrecieran tal oportunidad, aunque al principio la carrera no le apasionaba mucho con el paso del tiempo le fue agarrando cariño a tal punto de ser uno de los mejores en el área.
Ese también fue el caso de Jisung Han, a quién sólo le faltaban dos años más para graduarse. Jisung decidió irse por Economía Industrial y fue reconocido entre los estudiantes más destacados de su Universidad y de su facultad y cuando le dieron la noticia de que había sido seleccionado entre varios, Jisung no se sorprendió, porque había trabajado duro para obtener esa oportunidad y se sintió orgulloso de él mismo, porque sabía que lo lograría.
Las Universidades cubrirían todos los gastos y tanto Minho como Jisung estaba emocionados y nerviosos, pasarían una semana entera en la gran ciudad de Nueva York, rodeados de otros estudiantes de diversas partes del mundo con el mismo interés de nutrirse las neuronas en conocimientos.
Minho se sentía preparado y seguro, había logrado dominar el Inglés a la perfección gracias a las arduas clases virtuales para las que tuvo que madrugar, le impresionó lo mucho que había mejorado en los últimos años, eso también le abrió muchas puertas en la Universidad.
Una semana después de recibir la noticia, Minho empacó sus cosas y abordó un avión con destino a su destino. El vuelo fue algo largo y le agotó las energía, aterrizó por la noche y durante ese corto período que estuvo en el aeropuerto, muchos otros estudiantes al igual que él estaban llegando a su destino.
Entre las personas que iban y venían de un lado al otro en el aeropuerto estaba Jisung. El vuelo de Jisung también aterrizó esa misma noche, y aunque el ahora peli negro deseaba saltarse todos los protocolos para llegar rápido al hotel, no le quedó de otra que esperar por su equipaje, apenas había llevado una maleta pequeña de color gris.
Minho hizo todo el aburrido proceso de chequeo y esperó para sacar su pequeña maleta gris. Al mismo tiempo que a solo unos pocos metros de distancia Jisung así lo mismo.
Finalmente cuando Minho tuvo el equipaje en manos pudo salir al parqueadero donde un taxi lo llevaría al respectivo hotel donde se hospedería.
Mientras el vehículo recorría las abarrotadas calles de Nueva York, Minho veía por la ventana, haciendo un lista mental de todos los lugares a los que quería ir antes de regresar a Seúl.
El chófer encendió la radio de pronto y el silencio incómodo que antes reinó fue remplazado por la melodía pegajosa de Perfect Strangers.
Minho se giró su cabeza en dirección al reproductor de música mientras un sinfín de imágenes desordenadas lo trasladaban a la Hacienda de sus abuelos y el día que viajó con Jisung a Gimpo. El estómago de Minho se contrajo y se sintió raro al recordarlo, como si algo en su interior le arañara las entrañas, se preguntó en el silencio oscuro del auto. ¿Qué sería de la vida de Jisung? ¿Estaría bien? Minho había perdido el contacto con Jisung hacia mucho tiempo, cuando sus intereses y responsabilidades lo agobiaron a tal nivel de que no tenía tiempo para casi nada. En aquel entonces también empezó a salir con su ahora ex novia Soyeon, y no supo nada más de Jisung porque el chico tampoco le escribió. Minho entendió que el interés ya no era el mismo y debía dejarlo ir. Aunque unas cuantas veces se preguntó si Jisung se acordaría de él.
La respuesta a esa pregunta estaba solo unas cuadras de distancia, Jisung había tomado un taxi que lo llevaría al hotel donde se hospederían la gran mayoría de los estudiantes que asistirían a las actividades los próximos cinco días. Jisung miró por la ventana las calles repletas de personas y se prometió hacer tiempo para salir a conocer. Mientras estuvo en el taxi tarareo las canciones que pasaban por la radio, todas viejas a su parecer, de esas que le gustaban a él. Hasta que la última canción que sonó le abrió paso a la siguiente. Jisung reconocería la canción aunque estuviera sordo: Perfect Strangers.
Recordó los días que estuvo en la Hacienda Lee y tuvo una aventura efímera con el nieto de los dueños, aún se sentía raro pensar en eso. Jisung sintió como se le erizaba la piel de los brazos. No había sabido nada de Minho los últimos años, y aunque quiso escribirle más de una vez, se recordó que tal vez Minho ya ni siquiera se acordaba de él. ¿Minho estaría bien ahora?...
Cuando Minho llegó al hotel se reportó en recepción para reclamar su tarjeta, luego esperó el ascensor, entró en la cabina arrastrando su maleta y antes de que las puertas se cerraran la figura de un chico de cabello negro se paró donde antes él había estado frente a la recepción, el chico le daba la espalda a Minho y por alguna razón se le hizo familiar, pero antes de que pudiera indagar de dónde había salido ese pensamiento las puertas del ascensor se cerraron.
Minho entró en la habitación del hotel y no le dieron ganas de hacer nada más que no fuera tirarse en la cama y dormir corrido hasta la mañana siguiente, y lo hubiera hecho de no haber sido porque también deseaba darse una ducha. Así que no tuvo más remedio que buscar dentro de su maleta sus artículos de higiene personal, pero cuando la tapa estuvo completa abierta Minho hundió las cejas, porque aquella no era su maleta.
El equipaje gris que Minho pensó que era el suyo no tenía nada que ver con su estilo, mientras husmeaba encontró suéter de distintos colores, hoodies, un par de tenis, unos frascos con cremas para el rostro, algunas mascarillas, una caja sin abrir de perfume, y una libreta marrón que parecía tener más años que el mismo Minho. Revisó la libreta también pero no encontró más que palabras sueltas en inglés, pequeños párrafos tachados algunas hojas las habían arrancando de su lugar. Minho leyó fugazmente un párrafo que encontró solo y sin tachones:
Cuando mis manos te rozan
Cuando te miro
Me quedo sin respiración
Nunca antes me había sentido de esa manera
Sé que no es nada ordinario
Pero cada vez quiero más
Minho sonrió de medio lado por lo cursi, claramente esa ropa y esas cosas pertenecían a un chico.
¿Tal vez era atractivo? Minho se lo imaginó como un chico con lentes y alto coeficiente intelectual que amaba la poesía y el arte.
Volvió a cerrar la tapa de la maleta y llamó a la recepción para plantear una queja, aunque seguramente los del hotel no tenían la culpa, así que la recepcionista prometió hablar con los de la aerolínea y devolverle la llamada en cuanto tuviera información.
Le devolvieron la llamado casi a los pocos minutos, la voz que lo recibió al otro lado de la línea era de la misma recepcionista:
---Señor Lee, me informan que otra persona también reportó un equipaje extraviado---la recepcionista le habló con calma y educación---Me parece que hubo una confusión.
---Claramente la hubo sino no los habría llamado---soltó secamente---¿Tiene esa persona mi maleta? Es pequeña y de color gris, igual que la esta que tengo aquí.
---Sí señor, coincide con la descripción que nos han dejado---la muchacha murmuró apenada---Afortunadamente el chico se está hospedando en este hotel, así que le haremos llegar su equipaje enseguida.
---No hace falta, yo mismo se la puedo llevar---dictaminó‐--¿Cuál es número de habitación?---interrogó sin derecho a réplica.
---Señor Lee no es necesario que...---
---Lo haré yo mismo---resopló---¿Qué número es?
---Seiscientos cuarenta y dos.
---Perfecto---Minho colgó la llamada.
La habitación del chico extraño estaba en el mismo piso para la suerte de Minho, así que arrastró la maleta por el largo pasillo y paso junto a cinco puertas antes de pararse la puerta correcta y llamar con unos tres toques. Minho alzó la mirada cuando las luces del pasillo pestañeron de manera escalofriante, pero volvió a posarla sobre la puerta blanca unos segundos después, ignorando los vellos de su piel erizados.
La puerta se abrió y detrás de ella se dejó ver un chico con cabello negro desordenado, lentes de lectura, tenía un hoodie de color salmón y unos jeans anchos. Minho conocía perfectamente aquella mejillas redonditas, ojos almendrados y labios abultados.
---¿Jisung?
Minho casi se cae de la impresión y a juzgar por la expresión atónita de Jisung él tampoco podía creerlo.
---¿Minho?
Jisung dió un paso hacía atrás como si Minho fuera altamente peligroso, el pulso se le aceleró y la garganta se le secó, su cuerpo se sintió de goma.
En cambio Minho casi saltaba de la alegría y la sorpresa, no podía creer que aquel chico extraño de maleta extraviada era el mismísimo Jisung Han.
---¿Qué haces aquí?
Los ojos almendrados de Jisung no ocultaron su asombro, incluso detrás de esos lentes de lectura Minho pensó que los ojos de Jisung eran muy hermosos.
---Vine a traer tu matela.
Jisung sintió como su cuerpo reaccionaba ante la voz de Minho, ante su aspecto fuerte y varonil, ante su cabello castaño rebelde y ondulado, y su rostro perfilado, serio y ahora más maduro.
---No puedo creer que seas tú.
Minho sonrió de medio lado complacido por la reacción, Jisung también dejó salir una pequeña sonrisa. ¿Era eso acaso una coincidencia?
---¿Puedo pasar?
Jisung no supo cómo responder con palabras pero su cuerpo reaccionó casi de inmediato haciéndose a un lado para que Minho pudiera pasar arrastrando la maleta junto a él.
---Es que son idénticas.
Minho dijo aquello refiriéndose a la maleta que reposaba encima de la cama perfectamente tendida.
Pero Jisung solo se limitó a verlo como si Minho no fuera real y fuera solo una ilusión cruel de su subconsciente. Minho al notarlo aún tan estupefacto se echó una risa corta y baja, tenía el corazón acelerado y se sentía nervioso por alguna razón.
Jisung se movió de su lugar y bajó la maleta de la cama para ponerla en el suelo y entregarsela a Minho. El chico de cabello castaño prestó mucha atención a todos sus gestos y cuando Jisung estuvo cerca para entregarle la maleta Minho se quedó mirando una de sus muñecas. Jisung tenía puesta la pulsera que Minho una vez le había regalado.
Minho agarró su maleta y le entregó la que él tenía a Jisung, sin despegar la vista de su mano.
---Aún la tienes.
El regocijo que sintió Minho se notó en cada una de sus palabras, su mirada era una mezcla de sorpresa y añoranza juntas cuando Jisung examinó el rostro que tenía bastante tiempo sin ver y que apenas recordaba.
---¿Qué cosa?
Jisung estaba nervioso y la sensación de familiaridad y calidez que Minho le trasmitía lo asustó muchísimo. Jisung pensó que Minho ya era tema pasado.
---La pulsera.
Minho señaló el accesorio en la muñeca de Jisung. El chico de cabello negro enrojeció como si hubiera corrido una maratón y se bajó la manga de su hoodie.
---Es que... bueno, era un regalo...
Minho se rió de los balbuceos de Jisung, pensó que podían pasar muchos años pero Jisung seguía siendo igual de adorable aunque sus rasgos se vieran mucho más fuertes en ese momento.
---Está bien, me alegra mucho que te haya gustado.
La sonrisa que Minho le dedicó a Jisung le envió una corriente de sensaciones placenteras por todo el cuerpo.
---Has mejorado tu inglés---comentó de manera despreocupada el chico de cabello negro.
---¿Qué tal? Al final sí pude---se jactó Minho.
Jisung no pudo evitar rodar los ojos con fastidio y eso le provocó otra sonrisa a Minho.
---¿Si ves que nunca necesitaste que te enseñara?---reprochó Jisung con una sonrisa pequeñita.
---Pero me enseñaste otro tipo de cosas---Minho hizo énfasis en la última palabra. Recordando lo que había sucedido en la camioneta de su abuela algunos años atrás.
Jisung atrapó la indirecta casi de inmediato y se tapó la cara avergonzado y le dió la espalda a Minho quién se volvió a reír por la reacción que le provocó.
---No puedo creer que estés sacando eso justo ahora---se quejó Jisung.
---Perdón, fue solo una pequeña broma---Minho habló relajado y sólo así Jisung sintió la confianza de volver a girarse otra vez.
---No has cambiado nada---Jisung negó con la cabeza sonriendo.
---Te equivocas, he cambiado mucho pero mi humor sigue siendo el mismo---afirmó Minho con serenidad.
Jisung se mordió el labio de manera inconsciente mientras asentia con la cabeza pensativo. Minho tenía razón, ahora que ambos eran adultos habían muchas cosas de ellos que eran diferentes, todo, menos sus almas.
Sus almas seguían siendo las mismas, con recuerdos que tiempo no había logrado borrar. Las cicatrices en sus corazones apenas eran visibles, pero ahí seguían, como un claro recordatorio del pasado que compartían juntos.
---¿Por cuánto tiempo vas quedarte?
Fue Jisung quién rompió el silencio con esa pregunta, ambos chicos sentía el cambio drástico en la atmósfera. Minho lo observó directamente a los ojos, algo dentro de ambos se sintió extraño.
---Estaré una semana.
---¿Viniste a las conferencias?
La esperanza y la sorpresa brilló en la mirada de ambos, quizás los dos habían pensado lo mismo: Nos volveremos a ver.
---Sí, ¿También tú?
---Sí, también yo.
Jisung y Minho se sonrieron. Jisung sentía que aquello no era una coincidencia y que debía hacer algo. Minho sentía que finalmente el destino lo sorprendía a su favor.
---Nos veremos por ahí supongo---le dijo Minho a Jisung.
---Eso creo---asintió Jisung tímidamente.
Minho se acercó a la puerta y la abrió. Salió de la habitación seguido de Jisung que se quedó de pie bajo el marco de la puerta con una sensación de vacío en el estómago. ¿Eso era todo? ¿Se iría así sin más?
---Fue bonito verte otra vez, Jisung.
Jisung se derritió en su lugar, aquella sonrisa pícara y ladina de Minho lo dejó sin armaduras.
---También me alegra volver a verte, Minho.
Minho se enterneció por dentro cuando escuchó aquellas palabras, una sensación caliente le abrazó todo el cuerpo. Minho le regaló una última sonrisa antes de darse media vuelta y empezar a caminar por el pasillo.
---Minho, espera---la voz insegura de Jisung hizo eco en el pasillo.
Minho se giró sobre sus talones para encaralo nuevamente, Jisung estaba rojo como un tomate.
---¿Harás algo mañana por la tarde?
Minho sonrió, sin ocultar la alegría que sintió en ese momento. ¿Jisung realmente le había hecho ese pregunta?
---No, nada de nada.
Jisung asintió y sonrió también, Minho pensó que esa versión intelectual de Jisung lo perseguiria por el resto de su vida. Jisung se veía endemoniadamente bien. A Minho le tembló el cuerpo.
---¿Quieres ir mañana por un café?--- Jisung sonaba seguro pero su cuerpo no trasmitía esa seguridad---Hay una cafetería cerca de un lago y...
---Me encantaría---lo interrumpió Minho con una sonrisa encantadora.
Jisung sintió que se moriría ahí mismo porque Minho seguía siendo jodidamente guapo como los dioses del Olimpo.
Jisung se metió las manos dentro del bolsillo delantero de su hoodie. Se sentía apenado y emocionado a la vez.
---¿Nos vemos mañana entonces?---le preguntó al chico de cabello castaño que por mucho tiempo fue el único dueño de todos sus pensamientos.
---Nos vemos mañana, Jisung.
Ambos chicos se dieron la espalda para regresar a sus respectivas habitaciones, ambos con el corazón acelerado y piel erizada, ambos con los nervioso de punta y el estómago apretujado.
Jisung y Minho conocían aquellas sensaciones que cada uno causaba en el otro, porque no era la primera vez que se sentían así, pero esa vez era diferente, porque tenían la certeza de que ninguno había regresado a la vida del otro solo por pura casualidad.
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