2. Mal empleado
JISUNG.
Bienvenidos a la Hacienda Lee. Si buscas un espacio mugroso y caluroso para morir atacado por gallinas este lugar es para ti.
Recité aquello en mi mente con sarcasmo, mientras caminaba de vuelta a la casa. Recordé las palabras de la abuela Lee que me pidió de manera muy dulce que fuera por su querido "Minhoney".
El mielsita nunca apareció pero si puede encontrar un montón de gallinas locas que fueron por mí de la nada. ¿Había algo peor?, me estremecí con asquito. Mañana mismo me regresaría a Liverpool.
Los abuelos Lee no eran malos, no eran nada de lo que había pensado, ellos eran dos ancianos que vivían solos y apartados de todo. Cuando los vi ese día yo estaba entrando a la enorme casa, me acordé entonces de lo que me dijo mi madre, debía saludar con respeto a mis mayores, era algo muy normal de su cultura aunque yo no estaba familiarizado con muchas cosas, había intentado hablarle en Coreano a la señora Lee pero para mi sorpresa ella hablaba un perfecto inglés americano y de inmediato nos llevamos bien. Por otro lado el señor Lee era callado, supe su condición y no hice muchas preguntas. Me dieron una habitación que cuando vi me quitó las ganas de vivir, por lo opaca, sencilla y poco colorida que era, un empleado de la casa había dejado mis tres maletas cerca de la puerta y luego de eso yo me había sentado en la cama a llorar. Sí, a llorar, porque no quería estar en ese lugar, con extraños y con olores nauseabundos.
Cuando entré a la casa por la puerta trasera, me concentré en buscar a la abuela, muy tierna y muy dulce pero por su culpa casi muero picoteado, además iba a decirle que tenía empleados muy mal educados y guapos. (Lo de guapo no se lo iba a decir, por supuesto)
La señora Lee estaba en la cocina cortando vegetales porque al parecer cocinaba ella misma la comida. En casa mis padres tenían una sola empleada que hacía todo, pero sus comidas no olían tan bien cómo esa. La abuela me miró y dejó de picar los vegetales.
---¿Qué te pasó?---su expresión de perplejidad me dejó en claro que debía tener un aspecto terrible---Estás rojo como un tomate.
---Fui atacado por gallinas---dije avergonzado.
---¿Y Minhoney?---preguntó viendo a todos lados, ignorando por completo mi confesión, como si eso no fuera gran cosa.
---Nunca pude encontrarlo---suspiré abatido y con drama, ella retomó lo que había dejado a medias---Señora Lee, me topé con un empleado muy mal educado.
Me escrutó el rostro extrañada, se giró para poner los vegetales en una sartén y se limpió las manos en el delantal de flores.
---Todos mis empleados son muy amables---me sonrío---Tienen años aquí trabajando.
---Me apena mucho decirlo---puse cara de niño bueno---Pero me trató horrible.
---¿Le hiciste algo a las gallinas?---me miró dudosa.
---No, por supuesto que no.
Negué con la cabeza. Pero ganas no me habían faltado de lanzar patadas como loco. La señora Lee iba a contestar pero se vió interrumpida por una tercera persona:
---¿Abuela?
Esa voz, esa horrible voz yo la conozco. ¿Había escuchado bien? ¿Eso que escuché en coreano fue "abuela"?...
El tan nombrado "Minhoney" hizo aparición en la cocina, tenía un par de botas negras en la mano, la suela estaba lodosa y llena de plumas, él estaba descalzo solo con calcetines, me miró de arriba a abajo con burla, y luego dirigió su atención completamente a la señora Lee. Yo no pude evitar abrir la boca mientras sumaba 2+2 en mi cabecita brillante. ¿Ese era Lee Minho? ¡¿Acaso no era un simple empleado?!...
---¿Qué le pasa?---le murmuró muy cerca del oído a su abuela, pero yo pude escuchar y entender perfectamente.
---Tú...---intenté formular una frase coherente en coreano pero mis labios se movieron sin ningún sonido.
Minho me miró con una ceja alzada, me juzgó la expresión de perplejidad que de seguro tenía por enterarme que era el nieto de los Lee y no el empleado del cual me estaba quejando. Minho me habló en Inglés:
---¿Estás bien?
Asentí y decidí no darle importancia al hecho de que él era Lee Minho. La señora Lee le puso atención a la comida nuevamente justo cuando una empleada llegó para ayudarle o terminar el trabajo, nunca lo supe porque yo ya me estaba alejando de ellos.
---Han...---me detuve antes de llegar a las escaleras. Todavía no comprendía cuál era su razón para llamarme por mi apellido, era molesto.
Minho seguía sosteniendo esas botas sucias y yo no podía entender cómo no las había tirado a la basura, arrugué la nariz porque estaba seguro de que quizás lo que tenían las botas no era lodo.
Observé a Minho a la expectativa de algo, ¿Se iba a disculpar? ¿Se iban reír? Pero sólo se acercó lo suficiente, tanto que me quedé muy quieto, y unos segundos después vi como me quitaba algo del cabello.
Una pluma.
¡¿Tuve una pluma en mi cabello todo este tiempo?! Juro, que me iría mañana mismo de aquí, solo debía hacer unas llamadas, una que otra súplica...
En cuanto a Minho sólo resoplé y rodé los ojos, lo dejé ahí en medio de la sala, no me importaba nada en ese momento, nada que no sea volver.
Cuando estuve en la habitación, busqué mi celular dentro de mi bolso Versace, solté algunas groserías olvidando mi decencia por un momento, debía conseguir el wifi, porque hablaría con mis padres, haría lo que sea, hasta un servicio comunitario en las suciedades de Angola era mejor que estar aquí.
Regrese a la sala, donde me encontré a Minho sentado y apoyado completamente de espaldar del sofá marrón, tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, sabía que no estaba dormido porque sólo habían pasado unos segundo desde que subí las escaleras, así que lo llamé:
---¿Minho?
El mencionado abrió los ojos y se acomodó, se veía cansado así que quizás si se estaba durmiendo ahí sentando. No perdí el tiempo y le mostré mi celular, más específicamente el ícono del wifi, lo que le causó algo de gracia, las curvas de su boca se elevaron con malicia.
---No tenemos wifi aquí---expresó secamente, volvió recostarse y cerró los ojos.
---¿Qué?---insistí.
Él me miró mal humorado desde su posición, entonces se puso de pie, me arrebató el celular de la mano y señaló el ícono del wifi, y luego negó con el dedo índice.
---No wifi---enfatizó pausadamente como si yo fuera un tarado.
Casi le estampo el celular en un cachete pero me contuve, eso no era muy decente de mi parte.
Minho me regaló una mirada diabólica, el brillo en sus ojos era de pura maldad, él definitivamente disfrutaba verme así, ¿Y yo que le había hecho? Nada. Me odiaba sin sentido, no sabía nada de mi, no me conocía, si él se portaba así era porque quería, no porque tuviera motivos, yo jamás le caía mal a las personas, tenía muchos amigos y una vida envidiable, todos me amaban.
Así que si Lee Minho me detestaba, era mucho su problema.
Le di la espalda y lo dejé solo, casi me fui corriendo hasta la habitación que me habían asignado. Estaba furioso, me sentía impotente porque no podía hacer nada. ¿Qué sería de mi ahora? Ni siquiera podía hablar con mis amigos o mis padres. ¿No había wifi en ningún lugar de este chiquero? Era humillante, esto si que era un castigo.
Cuando llegué a la habitación cerré de un portazo y aventé celular contra la pared, en una descarga de furia. Quería llorar, quería gritar, quería maldecir a todos, pero lo único que pude hacer fue tirarme en la cama y estrujarme los cabellos, las lágrimas corrieron por mis mejillas redondas sin mucho esfuerzo y al poco tiempo sin saber por qué me quedé dormido.
Tres toques en la puerta me hicieron despertar de golpe, me quedé viendo la madera blanca como un estúpido aún sin orientación.
---Siga---murmure con la voz pastosa, mientras me estrujaba los ojos.
---Hola.
El cuerpo ancho de Minho apareció por el marco de la puerta, se había cambiado de ropa, quizas hasta se duchó, podía oler su perfume desde mi lugar, tenía el celular en la mano y lo veía muy concentrado, sus cejas se hundieron y luego me vió, miró el celular, y luego finalmente leyó:
---Ya puedes... uhg---se pegó el celular más a la cara---Venir... a comer.
Mi ceja se alzó cayendo en cuenta de que su Inglés no era malo, era pésimo, sumándole a eso que lo pronunciaba muy mal y le faltaba seguridad, pero al menos se esforzaba.
---Tú Inglés es peor de lo que pensé---dije con una risita.
Al ver que él parecía estar aún tratando de entenderme, busqué otra manera de explicarle, sus cejas seguían muy juntas.
---Tú...---lo señalé---Malo Inglés.
Terminé de hablar con el mismo tono que él había usado unas horas antes, cuando me dijo que no había wifi, y eso obviamente no le agradó, inmediatamente puso cara de palo porque sabía que me estaba burlando de él. Aunque pensé que me diría un montón de cosas, o hasta me golpearia, lo que pasó fue todo lo contrario, él suspiró abatido y asintió dándome la razón.
---Lo sé...---murmuró, su expresión se relajó y me miró a los ojos---...Ayúdame.
Rodé los ojos y me puse de pie, sonaba y se veía sincero, tal vez de verdad quería mi ayuda o la necesitaba, pero yo no había ido a dar clases de inglés, ni a hacer amigos, mucho menos a tratar de comprenderlo, yo solo quería irme de ese lugar lo antes posible.
---Minho, escúchame...---él asintió y me puso atención mientras yo me acercaba, viéndolo mejor parecía un conejito, se me hizo gracioso---No quiero.
Lo pronuncié pausadamente y en coreano para que entendiera. De su parte no recibí respuesta, solo abrió la boca para quizás decirme algo pero yo negué con la cabeza, nuevamente se puso serio, esa seriedad particular que no lo abandona y para rematar recordé el poco coreano que había aprendido de pequeño justo en ese momento, pude decirle sin ninguna dificultad:
---No tengo hambre---musité de mala gana---Vete.
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