11. Drama adolescente
MINHO.
Jisung era tan bonito, quería decírselo siempre para que nunca se le olvidara.
Aunque tenía una personalidad arisca y casi siempre estaba a la defensiva como un pequeño Chihuahua, su verdadera esencia siempre estuvo oculta detrás de esa fachada de indiferencia: Un chico dulce y gracioso.
Durante el día mientras me visitaba en el Hospital, vimos una película de Marvel desde mi laptop-mi abuela la había llevado para no morirme de aburrimiento-Jisung se había sentado junto a la cama en una de esas sillas incomodisimas que estaban por la habitación y miró la película conmigo, estaba en Inglés pero con subtitulos en Jangul y ambos estábamos satisfechos con eso.
Media película después Jisung se había quedado dormido con su cabeza y brazos apoyados del borde de la cama. Sonreí y cerré la laptop que reposaba en mis muslos.
Afuera el cielo se tornaba de un gris oscuro que amenazaba con explotar en gruesas gotas de lluvia, cuando escuché los truenos supe que un aguacero se acercaba.
Recordé con pesar la expresión asustada de Jisung cuando me preguntó por Yongbok, y no lo culpaba, seguramente debía tener la cabeza hecha un desastre igual que yo, tendría montones de preguntas que yo no podría responderle porque tampoco tenía las respuestas, solo sabía que lo había besado y eso había sido increíble, pero mis emociones eran un lío. Sabía que sentía cosas por Jisung desde hace varios días atrás pero reprimi mis sentimientos. Estaba repitiendo lo que experimente con Yongbok: Indecisión, miedo y una inexplicable atracción.
Siempre fui muy popular entre las chicas de mi instituto, y no dudaba en enredarme con alguna que me gustara, jamás pasó por mi cabeza que podía existir una posibilidad de sentirme atraído por un chico, hasta que conocí a Lee Yongbok. Recién transferido a mi institución el rubio había sido bien recibido por su despampanante personalidad y su bonito físico. Pronto se hizo amigo de Bang Chan, y gracias a eso pudimos conocernos. Me agradaba tanto que en ocasiones me volvía su sombra, pasábamos todo el tiempo juntos, solos o con los chicos, sobre todo jugando vídeo juegos en mi casa o haciendo tareas, en fiestas o en los parques. Tiempo después supe por el mismo Yongbok sus preferencias y también me confesó que salía con uno de los jugadores del equipo de fútbol, Seo Changbin. Desde el día uno lo desaprobé y me enfureció que estuviera saliendo con alguien, sobre todo con él. Pensaba que mis ataques de celopatia se debían a que conocía la clase persona que era Seo, y no quería que dañara y aplastara los sentimientos de mi mejor amigo, pero el tiempo me dió una cachetada de realidad. Estaba celoso porque él me gustaba, y no reparé en eso hasta ese día:
La noche de mi discusión con Yongbok llovía, no era una llovía torrencial pero las gotas podían mojar a cualquiera en dos simples segundos, ese día me había quedado en el entrenamiento de Baloncesto, pertenecer al equipo era un pasatiempo para mí, porque a diferencia de mis compañeros no era algo a lo que yo quería dedicarme toda mi vida. Cuando se me hizo muy tarde salí del instituto y subí al auto, había puesto algo de música y recordé muy enfadado que el duende pecoso de Yongbok tenía días desapercibido, no había contestado mis mensajes, no había nadie en su pequeño departamento y mucho menos me contestó el celular, habían pasado tres días desde la última vez que pisó el instituto y yo había empezado a preocuparme, hasta que lo había visto ese mismo día. A través de las pesadas gotas de lluvia y el vidrio empañado vi que estaba sentado en una banca de la parada de autobuses, su ropa y su cabello rubio estaban mojados, acerqué el auto y soné la bocina, pero Yongbok solo se limitó en caminar en dirección contraria cuando supo que era yo. Me bajé del auto angustiado y corrí tras de él, lo llamé, le grité, pero entonces él corrió lejos de mí también, cuando lo alcancé estaba llorando, su labio estaba roto, su ojo morado, y su pómulo verde, sabía que no era reciente. Obligué a Yongbok a subir al auto aunque se negó miles de veces, me rogó y me suplicó que no hiciera nada cuando supe quién le había hecho eso. Yongbok era mi mejor amigo, sentía por él cosas que no podía describir en palabras, y esa noche me dejé llevar por la inminente ira que me abrazó el cuerpo, conduje cómo un lunático solo pensando que necesitaba moler a golpes al imbécil de su novio, Seo Changbin.
Durante todo el camino Yongbok lloró y me pidió que parara, que nada de lo que hiciera iba a cambiar lo que había pasado, pero yo no lo escuchaba, yo no pensaba en nada más que en llegar a la casa de Seo. Le grité mucho esa noche, le reclamé que no podía seguir con él, que no era sano y que le terminara, Yongbok negaba con la cabeza histérico y asustado por mi actitud, en ese momento presenció un lado de mi que no conocía, mi lado sobreprotector. Yongbok me gritó también, me reprochó que no era fácil deshacerse de Changbin, que estaba loco y que lo había amenazado muchas veces, que le tenía mucho miedo y yo no podía hacer nada, me rogó que lo llevara a mi casa y nos quedáramos ahí, pero yo no escuchaba, le respondía con más gritos, más protestas, le grité que por qué estaba con él, que no era más que una mierda de persona y me gritó de vuelta que era mi culpa porque él solo quería olvidarme, porque yo jamás correspondería sus sentimientos.
Luego de eso todo se volvió borroso. Desperté nueve días después, en una habitación de hospital, con una herida suturada en mi rodilla, y Yongbok ya no estaba. Lo que viví después de él fue peor que morir en ese accidente, porque lo había entendido, siempre lo quise de esa manera... pero yo ya no podía decírselo.
Jisung me había preguntado esa misma mañana si me gustaba Yongbok, no fue la pregunta en cuestión lo que me dejó analítico, sino el hecho de saber que sí me gustaba, lo quería y lo extrañaba, pero de mis labios salieron un simple y tosco "no".
Pude haberle explicado mejor las cosas. ¿Pero hacia dónde me llevaba eso? ¿Qué quería yo de Jisung? Lamentablemente vivíamos a kilómetros de distancia y en solo cuestiones de unas semanas volveríamos a nuestra habitual rutina.
En países diferentes.
No quería herir a Jisung. Sabía perfectamente que Yongbok sufrió mucho por mi culpa. Porque nunca fui capaz de ser sincero conmigo mismo y aceptar que era bisexual.
Y que eso estaba bien.
De haber tomado decisiones diferentes en el pasado habría correspondido los sentimientos de mi mejor amigo y así él no habría corrido a los brazos de un abusivo, nos habríamos evitado mucho drama y discusiones. Habríamos sido felices.
Pero ahí estaba yo, nuevamente sientiendome un desastre desde que conocí a Jisung. Hacía aflorar una emoción nueva en mi con el paso de los días. Pero también estaba asustado, porque no podía saber con exactitud qué curso tomaría el barco, si me llevaría hasta la orilla o si me dejaría náufrago, o si simplemente podía ser capaz de agarrar el timón.
La cabecita de Jisung se movió cuando mis dedos se hundieron en su mata de cabello rubio, pero no se despertó, quizás estaba teniendo un sueño muy agradable o tal vez no había podido dormir solo en la Hacienda porque era un cobarde.
El pensamiento me hizo estirar las comisuras. Porque Jisung no era ningún cobarde, de hecho él había alejado a la serpiente de mi y yo le estaba profundamente agradecido. Por eso, y porque al estar cerca dándome ánimos, me hacía sentir menos solo.
Mis dedos hicieron suaves masajes entre sus mechones y cuando mi abuela apareció de la nada caminando hacia nosotros, quité la mano de su cabeza, sobresaltado.
Mi abuela lo notó, pero prefirió ignorarlo y sonreírme de manera amorosa antes de hablar.
---Es hora de irnos---me explicó con calma, mirando a Jisung dormir plácidamente casi encima de mí---¿Tú cómo te sientes?
---Estoy perfecto, quiero irme---resongué, con una sonrisa inocente en mi cara.
---Eso no lo decides tú---me recordó, mientras doblaba una manta afelpada que me había llevado, luego miró a Jisung---¿Quieres que lo traiga mañana?
Negué con la cabeza.
---No es justo para él, debería descansar y no preocuparse por mí.
Mi abuela resopló, un gesto normal de ella cuando yo me ponía muy terco y un poco idiota.
---Se preocupa porque te estima---añadió con calma---Él se está encariñando.
Bajé la vista ante su imponente mirada de reproche, incapaz de hacerle frente a nada en ese momento. En cambio, miré a Jisung, sus labios estaban abultados por la posición que tenía su rostro, de su comisura corría un casi invisible hilo de saliva, su rostro completamente relajado.
---Quizás no vuelva a verlo jamás---murmuré atropelladamente, con dificultad por el peso que conllevaban aquellas palabras.
Mi abuela se rió de mi dramatismo, aunque lo hizo con discreción.
---Minho, no estábamos en el siglo dieciocho---replicó con burla---No tienes que mandar cartas o viajar por semanas montado en un caballo, solo tomar un avión---luego lo pensó mejor y añadió---¡Ni siquiera eso! ¿Acaso no tienes Kakao? Porque yo sí.
Me reí de su cara, una que me presumió que ella no era anticuada y aburrida, como otras abuelas.
---No creo que Jisung use Kakao---le aseguré, mirandolo con fijeza embelezada---Pero puedo enseñarle.
---No creo que Jisung no tenga Intagram, también pueden hablar por ahí---luego soltó aire como si recordara algo importante---Debes mejorar el inglés.
Asentí dándole la razón, pero ella siguió de parlanchina y eso provocó que Jisung se despertara. Aturdido, él miró a todos lados y luego se estrujó los ojos con un pequeño puchero.
---¿Me dormí?---se quejó aún somnoliento, me miró con una sonrisita apenada---Perdón.
Asentí quitándole importancia para que él no se sintiera mal por eso, para que supiera que estaba todo bien.
---No pasa... nada.
Mi abuela se tapó la cara con la manta que tenía en la mano, negándo con la cabeza, aunque no dijo absolutamente nada entendí que su gesto se debía a mi asqueroso Inglés. Jisung se rió.
Cuando se reía, sus ojos almendrados se hacían más pequeños, sus mejillas redondas más grandes y adorables, sus encías me mostraban una hilera recta de dientes blancos. Su sonrisa corazón era la más linda que haya visto jamás.
¿Quería perder eso también?...
~°🪷•~
Me dieron el alta dos días después de la visita de Jisung. Hubieron algunos inconvenientes porque esa madrugada, después que Jisung había regresado a casa, yo había tenido una recaída que me provocó convulsiones, entonces le supliqué a mi abuela que no le dijera nada a Jisung, porque no quería que él viniera y me viera en ese estado. Tampoco quería preocuparlo más, porque no era ciego, podía ver sus ojeras bajo sus ojos almendrados y su angustia escondida en sus pupilas.
No sabía si eso haría enfadar a Jisung, y comprobé que no cuando regresé a la Hacienda después de dos días. Él se había alegrado tanto que no se apartó de mí en ningún momento, esa noche tuvimos una cena familiar para celebrar mi regreso y luego ambos nos pusimos a mirar una vieja película de terror en la televisión de la sala.
Por la mañana, el sonido de varias voces en la planta baja me despertó, con la vaga sospecha de que podían ser mis padres, aparte las sábanas, bajé de la cama y caminé descalzo por el suelo de madera, en pijama y con sueño.
Bajé las escaleras con pereza y hasta bostesé, pero en la sala no conseguí a mis padres, en realidad no había nadie.
---¿Abuela?---grité.
---¡Aquí!---escuché a los lejos.
Caminé en dirección a la sala comedor, la cual solo se usaba en ocasiones importantes y de carácter elegante.
La encontré arreglando la mesa, junto con la chica que siempre la ayudaba, había un enorme ramo de flores de distintos tonos de rojo que reposaba encima de la mesa, también habían dos cajitas blancas y un pastel azul con blanco, con una vela en medio. ¿Mis padres habían hecho eso para mi? Vaya, eso era sorpresivo. Quizás se sentían culpables por no visitarme en el hospital. Solo me habían llamado y mandado mensajes con stikers. Me acerqué curioso y leí lo que decía en la tarjeta blanca con dorado que tenía el arreglo floral, estaba en Inglés:
Felices 18, querido Sungie.
Mamá y papá te aman.
ª
¡¿Era el cumpleaños de Jisung?! Pero qué... Barrí otra vez con la mirada todo lo que estaba encima de la mesa. A mí boca abierta le entraron moscas, pestañeé varias veces.
---Buenos días, cielo---me saludó mi abuela cuando vió que no hablé---Cierra la boca Minho.
Mi abuela se acercó a mí con un pequeño arreglo de flores y chocolates, me lo entregó y yo junté las cejas más confundido que extrajero en Venezuela. El ramo de flores tenía una tarjeta similar a la anterior, solo que ese tenía un mensaje muy distinto, y en Jangul:
¡Mejorate pronto, querido Minho!
-Familia Han.
---Los padres de Jisung mandaron todo esto por su cumpleaños---me explicó mi abuela---Se enteraron tarde de tu accidente y estaban muy apenados con nosotros, así que aprovecharon para celebrar el cumpleaños de Jisung y también que estás mejor de salud.
---No sabía que Jisung...---me callé de golpe---¡Un regalo! ¡Necesito un regalo!
Mi abuela se burló de mi arranque de histeria, sin dejar de poner servilletas de tela sobre la mesa.
---Deberías empezar por quitarte el pijama y lavarte los dientes---me sugirió.
Eso no impidió que diera gritos internos desesperado. ¡Era el cumpleaños de Jisung! ¡¿Qué le iba a regalar?!... Mi esquizofrenia se intensificó porque conocía lo juzgón que podía llegar a ser. ¿Y sino le gustaba? ¡Mierda, mierda!
¿Qué le regalabas a Jisung fresita Han?...
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