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𝐨𝐧𝐞. in the heat of summer

𝐨𝐧𝐞. en el calor del verano


🍂 Agosto, 1959.

              LA CASA ESTABA ENVUELTA EN UNA CALMA ABSOLUTA, UN SILENCIO POCO HABITUAL QUE JULIET RARA VEZ PODÍA DISFRUTAR. Era uno de esos días grises y nublados de finales de agosto, con nubes tan bajas que parecían abrazar la quietud del pueblo. No obstante, aunque el verano estaba llegando a su fin, el calor agobiante persistía aferrándose al aire con una pesadez palpable en el ambiente. Juliet solía aprovechar esos pequeños momentos de total tranquilidad ──que rara vez le eran concedidos ──, para permitir que su amor culposo por el arte emergiera sin restricciones, concediéndole un espacio a su faceta creativa.

Esos instantes significaban una sola cosa: su madre no se encontraba en casa.

Sin embargo, para sorpresa de Juliet, aquel día de verano su madre sí estaba en la casa. Margaret no solía quedarse quieta ni por una milésima de segundo. Pero aquel día, su mente parecía estar completamente absorta en asuntos laborales, lo que le impedía dedicar tiempo a imponer sus ideas sobre el futuro de Juliet o recordarle, como de costumbre, el rol que se esperaba de ella en sociedad.

Margaret Keating ──conocida principalmente por su apellido de casada, Beaumont──, era una mujer de una elegancia imponente, meticulosa y con un carácter tan firme como sus opiniones. Juliet comprendía que muchas de las actitudes de su madre eran el resultado de una vida entera dedicada a satisfacer expectativas sociales y familiares. No obstante, el verdadero problema era que, en lugar de romper con ese ciclo, Margaret parecía perpetuarlo, aplicando los mismos patrones de control y conformidad en su hija.

Por otro lado, su padre, Colin Beaumont, era el completo opuesto de su esposa, Margaret. Mientras ella imponía su carácter estricto y tradicional, Colin mostraba un enfoque más pragmático y reservado, a veces incluso, más relajado. Trabajando como gerente de una prestigiosa compañía de inversiones, Colin había tenido oportunidades sociales y profesionales que su esposa nunca llegó a experimentar, lo que lo convertía en un hombre calculador, pero no tan rígido como ella.

Aunque compartía la idea de que Juliet debía asegurarse un futuro estable, su enfoque era sin lugar a dudas, distinto. De cara al exterior, proyectaba una actitud firme y desapegada, permitiendo que Margaret tomara las decisiones que creía correctas sobre la vida de su hija. Sin embargo, en la intimidad, Colin mantenía una relación más cercana y comprensiva con Juliet, un vínculo que, aunque sutil, le ofrecía un respiro en medio de la estricta dinámica familiar.

A diferencia de la relación tensa que Juliet tenía con su madre, su hermano Tommy era quien soportaba el peso de las estrictas expectativas de su padre. Mientras Juliet vivía desafiando las reglas, Tommy era el hijo modelo: siempre obediente, siempre dispuesto a cumplir con lo que se esperaba de él. Esa diferencia de actitudes era una constante fuente de fricción entre ambos. Para Tommy, Juliet era una joven irresponsable, y consideraba que su actitud era una falta de consideración hacia todo lo que sus padres hacían por ellos. A menudo, le reprochaba que debía centrarse más en su futuro y en hacerlos sentir orgullosos, un comentario que siempre dejaba una sombra de incomodidad en su relación.

──¿Todavía no están listos? ──la voz de su madre Margaret irrumpió en el silencio de la sala de estar. La mujer de porte elegante ingresó con pasos firmes, vestida con un traje de verano en colores cafés, mientras terminaba de colocarse sus aretes de perlas.

──Shhh, estamos a un movimiento de definir al ganador ──murmuró su esposo, mientras su mirada permanecía fija sobre Juliet, quien analizaba con detenimiento las piezas de ajedrez en el tablero frente a ella.

Ambos habían perdido la noción del tiempo en la serenidad de la casa, donde solo el suave tic-tac de un reloj rompía el silencio. Una de las actividades favoritas que Colin compartía con su hija era jugar ajedrez, un ritual que los unía desde hacía años. Con paciencia y dedicación, él le había enseñado todo lo que sabía del juego, aunque siempre insistía modestamente en que no era ningún experto. Sin embargo, eso nunca lo detenía de desafiarla a una partida, que, en ocasiones, se prolongaba durante horas.

Juliet se reclinó en el cómodo sillón color caoba y estudió el tablero una última vez. Su padre, sentado frente a ella, la observaba con una mezcla de curiosidad e interés. A su izquierda, su madre observaba en silencio, con la impaciencia en su mirada creciendo a cada segundo. Una sutil sonrisa se dibujó en el rostro de Juliet, brillando en señal de triunfo. Tomando a su reina, hizo su movimiento final.

──Jaque mate.

La expresión de Colin se transformó en una mezcla de sorpresa y diversión; sus cejas se alzaron mientras sus ojos brillaban con admiración. Por un instante, su mirada quedó fija en el tablero de ajedrez, estudiando cada pieza con detenimiento, como si intentara encontrar algún error en la jugada solo para fastidiar a su hija. Finalmente, se reclinó en su asiento con un suspiro profundo, un gesto que combinaba derrota y respeto.

──Has estado practicando, ¿no? ──comentó, con un dejo de orgullo en su voz. Sin embargo, Margaret no encontró humor en la situación. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho, un dejo de desaprobación en sus ojos.

Juliet sonrió orgullosa, su rostro pareció relajarse luego de la respuesta de su padre. No había notado la tensión que había acumulado producto del silencio de Colin. No obstante, el momento estaba cargado de satisfacción por parte de Juliet cuando su padre sonrió, admitiendo la brillantez de la jugada de su hija.

──Todavía no entiendo por qué la complaces con estos juegos ──intervino Margaret de repente──. Debería estar haciendo algo más productivo con su tiempo.

Colin dejó escapar un suave suspiro mientras su sonrisa se desvanecía, dejando traslucir una mezcla de resignación y desacuerdo en su rostro. Por su parte, Juliet suspiró con evidente molestia, evitando intencionadamente el contacto visual con su madre. Podía sentir su mirada desaprobatoria sobre su nuca, después de todo, Juliet no necesitaba mirarla a los ojos para adivinar la expresión de descontento que, con toda certeza, ya se había instalado en su rostro.

Desviando la mirada hacia su esposa, Colin buscó plasmar sobre sus labios una sonrisa amorosa, pero su voz mantenía un tinte serio cargando de valor sus palabras.

──Margaret, el ajedrez es un juego, sí ──dijo Colin, levantándose del sillón──, pero la ayuda a desarrollar el pensamiento estratégico. No es completamente improductivo.

La expresión de Margaret no se suavizó. Por el contrario, frunció los labios por un momento antes de mirar su reloj colocado delicadamente en su muñeca.

──Como sea... Debemos irnos, ahora. La reunión en casa de los Danburry es en menos de veinte minutos ──sentenció Margaret observando a su esposo e hija una última vez antes de abandonar la sala con pasos firmes.

Levantándose con desgano del sillón, Juliet dejó escapar un largo suspiro. La idea de acompañar a sus padres a una reunión en casa de unos amigos de la familia le resultaba agotador. No sólo por el hecho de tener que fingir ser alguien que no era, sino por la simple idea de que su madre estaría controlando cada una de sus respuestas y cada uno de sus movimientos. Si era completamente honesta, siendo los últimos días de verano, Juliet anhelaba poder quedarse en casa, disfrutando de la tranquilidad. Sin embargo, sabía que eso no sería posible, porque por más que pudiera encontrar las palabras para expresar lo que sentía, su madre nunca lo permitiría.

No obstante, la voz de su padre hizo detener el andar de Margaret, quien los esperaba impaciente en el recibidor de la casa.

──Hablé con Tommy esta mañana ──dijo Colin mirando a su esposa──. Me pidió si podíamos pasar por la academia para entregarle algunas cosas.

Juliet sabía que Tommy, siguiendo el deseo de sus padres, estaba inscrito en la academia durante la escuela de verano, estudiando latín con poco entusiasmo. Sin embargo, el comentario inesperado de Colin pareció romper la monotonía y capturó por completo la atención de Juliet.

──¿Qué necesita? ──preguntó Margaret, con tono autoritario como de costumbre.

──Mencionó algo sobre necesitar más ropa, algunos libros... lo habitual ──Colin hizo una pausa por un momento, antes de agregar:──. Pensé que podría ser una buena idea que Juliet pasara a dejarle esas cosas. No está demasiado lejos y le dará algo que hacer mientras nosotros estamos en la reunión ──sin esperar una respuesta por parte de su esposa y con una sonrisa gentil, Colin volteó a ver a su hija──¿Te importaría ir a Welton por un rato, Juliet?

Un dejo de sorpresa cruzó la expresión de Juliet ante la sugerencia de su padre, sus ojos parecieron brillar ante la idea de poder escapar de los deberes impuestos por su madre. No pasaba seguido que su padre se manifestara en contra de los planes de Margaret para beneficiar a Juliet, pero cuando lo hacía, ella misma podía reconocer el gesto de complicidad en su mirada. Por su parte ──y como era de esperarse──, Margaret, con su mentalidad tradicional, miró a su esposo con una mezcla de sorpresa y fastidio, pero antes de que pudiera siquiera discutir, Juliet respondió, con un tono de sutil emoción en su voz y la mirada fija en el rostro de Colin.

──Por supuesto ──afirmó──. Puedo encargarme de eso, padre. ──el enojo en el rostro de su madre ahora era más evidente. Colin asintió con la cabeza mientras sonreía satisfecho.

──Bien. Está decidido, entonces ──sentenció. Sin embargo, al ver el descontento en el rostro de su esposa, aún sonriendo agregó:──. Solo le tomará una hora, Margaret. Las vacaciones casi terminan, déjala que se divierta un poco.

A pesar de su silencio, el rostro de Margaret denotaba descontento absoluto, mientras su mirada iba de Colin a Juliet y viceversa. Juliet podía sentir la emoción y alegría que escalaba por su cuerpo mientras reprimía una sonrisa ansiosa sin dejar de mirar a su madre a sabiendas, que Margaret no podía negarse. Finalmente, ajustando el broche de su bolso con un chasquido sonoro, Margaret respondió, sin dejar de mostrar un pequeño gesto cargado de desaprobación.

──Supongo que está bien ──dijo fríamente, antes de avanzar en dirección a la puerta──. Pero no tardes demasiado, Juliet. No me importa si aún son vacaciones, quiero que estés en casa antes del anochecer.

Juliet asintió firmemente antes de observar a su madre abandonar la casa, seguida por la figura de su padre, quien antes de salir, se detuvo en el marco de la puerta y volteó a ver su hija una última vez.

──Hay una pequeña lista con lo que pidió tu hermano en la mesa de la sala, junto al teléfono ──le indicó su padre──. Diviértete, pero recuerda ser responsable.

Juliet finalmente sonrió.

──Gracias, papá.

Colin le dedicó una última sonrisa, cálida y despreocupada, antes de abandonar la casa. Juliet permaneció en el umbral hasta que el auto de sus padres se alejó por la calle, desvaneciéndose en la distancia. Solo cuando estuvo segura de que la casa estaba completamente vacía, permitió que la emoción fluyera por su cuerpo. Una sensación de libertad la invadió. De pronto, el calor sofocante del verano se desvaneció, dejando atrás esa sensación agobiante y como si el cielo mismo se hubiera alineado con sus emociones, las nubes grises que lo cubrían hasta ese momento comenzaron a disiparse lentamente.



              LA ACADEMIA WELTON. Juliet pensaba que aquel lugar parecía la postal perfecta de Vermont, o una pintura que fácilmente podría colgar en una de las paredes de algún consultorio médico. Su hermano Tommy estudiaba en la academia hacía ya dos años, y aunque Juliet había deseado asistir también siquiera a un lugar que se le pareciera, se llevó la decepción de su vida cuando supo que el lugar solo admitía estudiantes varones. No obstante, existían esos pequeños momentos donde Juliet ──o mayormente sus padres──, podían visitar a Tommy. Lo cual, en esta oportunidad, le brindaba el perfecto momento para explorar los alrededores de la academia sin las restricciones de su madre.

Juliet no se sorprendió cuando, al abrir la puerta de su habitación, el rostro de su hermano dejó ver la evidente decepción que le trajo la presencia de su hermana menor. No obstante, Juliet mantuvo su sonrisa característica plasmada en sus labios, mientras cargaba una mochila en uno de sus hombros. Dentro, estaban las cosas que Tommy había pedido a sus padres.

──Así que decidieron enviarte a ti ──comentó Tommy, con un suspiro resignado, mientras se apartaba de la puerta para dejarla pasar──. Déjame adivinar, lo olvidaron.

──De hecho, aunque te parezca una sorpresa, no lo olvidaron. Simplemente tenían una reunión en casa de los Danburry ──respondió Juliet, dejando la mochila sobre la cama de su hermano con un gesto ligero.

Tommy soltó una risa seca, cruzando los brazos mientras la miraba con esa mezcla de escepticismo y resignación que Juliet ya conocía demasiado bien.

──Claro, porque discutir sobre vinos caros y viajes a Europa es más importante que asegurarse de que su hijo tenga lo necesario ──replicó, mientras tomaba asiento en su escritorio cerca de la ventana, su tono cargado de sarcasmo.

Juliet no respondió de inmediato. En su lugar, se tomó un momento para observar la habitación de su hermano. Era pequeña, cálida pero con un aire estricto, como todas las de Welton, pero había algo en ella que reflejaba a Tommy. Los libros apilados cuidadosamente en el escritorio, algunas hojas con bocetos de lo que parecían ser paisajes imaginarios y, sobre todo, una guitarra apoyada en la esquina, algo que Juliet sabia que sus padres probablemente desaprobarían si lo descubrieran.

──¿Sigues tocando? ──preguntó Juliet, señalando la guitarra con un gesto de su barbilla.

Tommy la miró, su expresión endurecida relajándose por un instante antes de volver a su habitual frialdad.

──No tengo mucho tiempo ──contestó, volviendo su atención a sus estudios──. Welton no es exactamente el lugar para... eso.

──Eso suena como una excusa ──replicó Juliet con suavidad, acercándose a la guitarra y pasando los dedos por las cuerdas sin llegar a tocarlas realmente──. Siempre hay tiempo para las cosas que amas.

Tommy dejó escapar una risa amarga. Juliet pensó que había tocado un nervio sensible con aquel simple comentario. De pronto, un breve silencio se extendió entre ambos antes de que Tommy se apartara del escritorio para tomar la mochila de la cama y comenzar a revisarla. Juliet aprovechó para sentarse en el borde de la cama, observándolo.

──Tú... ¿estás bien aquí? ──preguntó de pronto, su tono más bajo, más serio. Tommy se detuvo por un instante, los hombros tensándose, pero no levantó la mirada.

──Estoy bien, Juliet ──respondió cortante, aunque el suspiro que siguió dejó entrever que la intención no había sido esa. 

Juliet asintió, aunque sabía que esa respuesta no era del todo sincera. En ocasiones, parecía que ella y Tommy estaban al borde de convertir la tensión de su relación en una cercanía que ella siempre había anhelado. Pero cuando Tommy parecía dispuesto a estar ahí para Juliet, la barrera entre ambos de pronto se hacía evidente nuevamente. Y Juliet había aprendido a no presionar a Tommy. Si ese era el vínculo que estaban destinados a tener, entonces ella estaba dispuesta a resignarse a esa relación. Al menos, aún en esas circunstancias, podía tener a su hermano cerca.

Juliet se levantó de la cama, sintiéndose de repente fuera de lugar en la habitación de su hermano. Tommy siempre había sido un enigma para ella: tan cercano y distante al mismo tiempo, como si siempre estuviera luchando con algo que no podía poner en palabras.

──Supongo que ya te he quitado mucho tiempo ──dijo Juliet con un tono que intentaba ser despreocupado──. Si necesitas algo más, sabes que puedes decírmelo...  

Tommy cerró la mochila con un movimiento seco, sin siquiera voltear a mirarla. Juliet no insistió. Avanzando hasta la puerta de la habitación, con una mano en el pomo de la misma, Juliet volvió a mirara al interior del dormitorio, pero la atención de Tommy estaba puesta en sus propios asuntos.

Sin articular ninguna palabra, Juliet cerró la puerta detrás de ella y se quedó en el pasillo por un instante, exhalando profundamente como si hubiera estado conteniendo la respiración sin siquiera notarlo. No importaba cuánto lo intentara, siempre terminaba sintiéndose rechazada por su hermano, como si hubiese una barrera invisible entre ellos que nunca lograba romper.

Decidió que lo mejor sería despejar su mente. Aún tenía tiempo suficiente para disfrutar de la tarde antes del toque de queda instaurado por su madre. Había visto un camino arbolado cerca del campus cuando llegó y había traído su bicicleta por si tenía tiempo libre. Ahora le parecía la excusa perfecta para alejarse un rato antes de regresar a casa.

El aire fresco y la suave, cálida brisa de verano la envolvieron en cuanto salió del edificio principal. Juliet se subió a su bicicleta, dejando que sus manos descansaran con confianza en el manubrio, y comenzó a pedalear lentamente por el camino de grava. Su cabello color miel ondeaba con gracia en el viento, y una brillante sonrisa se dibujó en sus labios, reflejando un instante de pura tranquilidad.

Sin embargo, esa paz se rompió de forma abrupta cuando, al doblar una esquina del edificio, un joven apareció inesperadamente en su campo de visión, caminando con aire despreocupado por el sendero. Juliet reaccionó instintivamente, girando el manubrio para evitar un choque,  el crujido de las ruedas sobre la grava resonó en el aire.

──¡Cuidado! ──exclamó Juliet, frenando bruscamente y tambaleándose para no caer de la bicicleta.

El chico que casi atropellaba se giró rápidamente, con los ojos abiertos de par en par, como si lo hubieran atrapado en medio de algo que no debería estar haciendo. Juliet frenó abruptamente, pasando junto al joven castaño antes de detenerse por completo unos metros más adelante. Su corazón latía con fuerza, resonando en sus oídos, mientras un temblor nervioso recorría su cuerpo tras el susto. Con movimientos lentos y cautelosos, bajó de la bicicleta, intentando recuperar la compostura.

Giró la cabeza hacia atrás y lo vio: el joven aún permanecía inmóvil, con una expresión que oscilaba entre la sorpresa y el miedo. Sus ojos, abiertos de par en par, la observaban en un silencio cargado de incertidumbre. Juliet tragó en seco, notando cómo su respiración seguía acelerada, mientras intentaba controlar el nerviosismo que aún le tensaba los músculos.

Desvió la mirada hacia el manubrio de su bicicleta, sus dedos se apretaron con firmeza alrededor de él antes de girar el vehículo con cuidado. Avanzó unos pasos en dirección al castaño, las ruedas de la bicicleta crujían suavemente sobre la grava mientras retrocedía sobre sus propios pasos hasta quedar frente a él. Sin embargo, antes de poder emitir una disculpa, la voz del castaño llegó a sus oídos.

──¿Te encuentra bien? ──preguntó, con una voz cálida. Juliet, aún sujetando firmemente el manubrio, respiró profundamente para calmarse antes de responder.

──Si yo... lo siento. Fue mi culpa, doblé demasiado rápido ──contestó, esforzándose por mantener un tono neutral a pesar de su ligero sobresalto.

El chico le ofreció una cálida sonrisa, con un toque de nerviosismo. Ahora que Juliet lo observaba más de cerca, notó sus ojos brillantes y vivaces, y cómo llevaba los libros apretados contra el pecho, como si estuviera más acostumbrado a los pasillos de una escuela que a pasear despreocupadamente por senderos.

──Quizá podrías ponerle una bocina ──bromeó el, señalando la bicicleta. Juliet parpadeó, sorprendida por su respuesta despreocupada, pero pronto esbozó una sonrisa que no pudo reprimir.

──No es la primera vez que me lo dicen ──respondió ella con una pequeña risa. Sin embargo, al ver la duda y curiosidad en el rostro de él, ella negó restándole importancia──. Larga historia. Enserio lo lamento. Soy Juliet, por cierto ──dijo mientras extendía una mano hacia él con una sonrisa amable.

──Neil Perry ──respondió él, estrechando su mano con un apretón breve pero amable──. ¿Vives cerca o sólo estás de paso? ──preguntó el chico, inclinando la cabeza con curiosidad, como si realmente quisiera conocer la respuesta.

──Sólo estoy de paso ──explicó Juliet, dejando caer su mano al costado rompiendo con suavidad el pequeño contacto──. Mi hermano estudia aquí. Vine a traerle algunas cosas, pero antes de irme pensé en aprovechar el paisaje.

──¿Tu hermano? ──preguntó Neil, ladeando ligeramente la cabeza con curiosidad.

──Tommy Keating ──respondió ella, algo dudosa. Sabía que en ocasiones, su hermano y su grupo de amigos no eran los más amistosos de la academia──. Es posible que lo conozcas, está en último año.

Neil pareció reflexionar por un instante, el nombre repitiéndose silenciosamente en su mente, su expresión iluminándose brevemente antes de asentir.

──No lo conozco personalmente, pero si lo he visto por los pasillos ──Juliet asintió, el temor a la reacción del castaño se disipó. Sólo entonces, ella observó los libros que Neil llevaba.

──¿También estudias en verano? ──preguntó, señalando con su mirada los libros que Neil sujetaba contra su pecho. Neil sonrió con una carcajada breve, como si hubiera sido atrapado en el acto, antes de asentir.

──Sí, química. Es... intensa ──admitió Neil con una mezcla de resignación y humor, alzando ligeramente los libros como si el peso fuera más simbólico que físico──. Pero mi padre quería que adelantara. 

Juliet arqueó una ceja, su curiosidad picada por la mención del padre de Neil.

──¿Adelantar? ¿Por qué la prisa? ──preguntó, apoyándose ligeramente en el manubrio de su bicicleta mientras lo observaba con interés.

Neil suspiró, como si estuviera acostumbrado a responder esa pregunta pero nunca terminara de encontrar la respuesta correcta. Juliet pudo ver como, por un breve instante, el brillo en la mirada de Neil parecía apagarse.

──Digamos que mi padre tiene... grandes planes para mí. Un futuro perfectamente planificado ──respondió con una sonrisa que no alcanzó a llegar a sus ojos. Rápidamente cambió de tema, como si no quisiera profundizar en ello──. Pero bueno, al menos tengo la oportunidad de disfrutar del paisaje entre clase y clase.

Juliet notó el cambio repentino en su tono de voz, pero decidió no insistir. En cambio, le devolvió la sonrisa, esta vez más cálida.

──Bueno, espero que al menos valga la pena ──dijo Juliet a modo de apoyo, aunque tan pronto como esas palabras abandonaron sus labios, ella maldijo internamente.

Neil asintió fingiendo pensar una respuesta.

──En realidad, casi ser atropellado por una chica fue lo más interesante de mi día ──bromeó Neil, sus ojos brillando ligeramente mientras miraba a su alrededor antes de volver a mirar a Juliet, quien soltó una risa suave, sorprendida por el comentario.

──¿Es tu manera de hacer que me sienta menos culpable por casi atropellarte con mi bicicleta? ──preguntó casi a modo de sarcasmo, pero manteniendo una sonrisa plasmada en sus labios. 

──Definitivamente ──aseguró Neil──. Aunque no sé si agradecértelo o pedirte que tengas más cuidado la próxima vez.

──Haré mi mejor esfuerzo ──dijo Juliet con un tono divertido, antes de volver a montarse en su bicicleta──. Bueno, Neil Perry, ha sido un placer conocerte. No quiero quitarte mas tiempo que seguramente, podrías estar usando en química. 

Neil sonrió, inclinando ligeramente la cabeza. Sin embargo, aunque Juliet había dado por terminada la conversación, apenas comenzó a pedalear con intención de alejarse tomando el mismo camino de ida, la voz de Neil la hizo detenerse nuevamente. 

──¿Ya tienes que irte, Keating?

Neil dio un paso hacia adelante, sujetando los libros contra su pecho, su expresión curiosa pero ligeramente esperanzada. Juliet frenó la bicicleta de golpe, girándose hacia él con las cejas ligeramente arqueadas.

──¿Por qué lo preguntas? ──respondió ella, claramente intrigada──. ¿No se supone que tienes química que adelantar?

Neil se encogió de hombros, manteniendo esa sonrisa divertida que parecía iluminar su rostro. No respondió, pero su silencio, lejos de ser incómodo, flotó en el aire como una pausa intencionada, resonando con una calidez inesperada. Para Juliet, que apenas lo conocía, ese silencio fue más acogedor de lo que habría imaginado. A pesar de la urgencia que marcaba el paso del tiempo restante en su estadía en Welton, algo en la presencia de Neil la invitaba a detenerse, a considerar la posibilidad de ser quien ella anhelaba ser, al menos por un tiempo.

Una sonrisa apareció en los labios de Juliet, y sus ojos, que hasta entonces habían cargado la sombra de sus dudas, se iluminaron con una chispa renovada.

Fue en ese preciso momento, en el calor del verano de finales de agosto, bajo el cielo dorado del atardecer, que Juliet supo que el pánico que la había consumido ante el inevitable final de las vacaciones ─ese sentimiento sofocante de saber que pronto regresaría a una vida que no sentía como propia─ comenzó a transformarse. Frente a sus ojos, lo que antes era una existencia en blanco y negro, rígida y dictada por las expectativas de otros, comenzó a llenarse de color y calidez.











──────── GIULY AL HABLA. . . AL FIN PRIMER CAPÍTULOOOOOOOOOOOO! Lamento mucho la tardanza amores, la escena de Neil y Juliet no terminaba nunca de convencerme jsjsjsjs así que espero que haya quedado decente ah

Espero es haya gustado, lamento si quedó super extenso pero quería narrar bien la vida de Juliet y el primer encuentro con Neil 🥹❤️ No olviden dejar algún voto y/o comentario para saber lo que piensan y si les ha gustado. Nos leemos pronto amoressss. 


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