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iv. relationships

‧₊˚「 CAPÍTULO CUATRO 」˚₊‧
• segundo acto •
🫀  relaciones  🗡️

❛ necesito algo más
perder la compostura
error favorito ❜
i'm yoursisabel larosa

Alyssa Targaryen observaba cómo atendían al rey, quien ya estaba en su habitación, recostado en la cama. Vio cómo se negaba con insistencia a que le dieran más leche de amapolas. Él quería estar consciente.

—Creo que ya es suficiente —intercedió la peliblanca al ver la terquedad de los súbditos—. El rey necesita descansar.

Todos tuvieron dudas con obedecer a una niña, pero antes de que el rey pudiera apoyarla, alguien más lo hizo.

—Ya han oído a la princesa de la vida, pueden irse.

Alyssa miró hacia atrás en tanto oyó esa voz, encontrándose con Daeron Targaryen.

Su corazón de inmediato se intranquilizó, ella creyó que pronto se le saldría por la boca si decía palabra alguna. Estaba ahí, su eterno compañero.

—¿Cómo has estado, Lyssa? —preguntó Daeron, sintiéndose nervioso por el silencio de la de ojos heterocromáticos.

Alyssa solo asintió como boba. Pronto Daeron estuvo recibiendo entre sus brazos a la joven Targaryen. Ambos rieron, felices de volver a verse. Las cartas no podían llenar el vacío que sentían al estar lejos, verse era una dicha.

—Muy bien —respondió la descendiente de Alysanne, sonriéndole de oreja a oreja. Ella supo que pronto sus ansias manejarían la situación y ella no podría parar de hablar—. Ya sabes, montando en Alba, leyendo... También entrenando. Papá dice que, debo mejorar mis habilidades de combate. Mamá también, pero cree que no debo vertir toda mi energía en ello. Aemma por otro lado siempre quiere llevarme a entrenar, ya que según se siente muy sola entrenando. Quiere ser una futura reina en toda la extensión de la palabra. Te lo comenté, ella...

—Está comprometida con Jace —continuó, haciendo a Alyssa negar con la cabeza mientras intentaba mantener una sonrisa.

—Lo siento, hablé mucho —lo reconoció, muriendo internamente de vergüenza.

—Está bien —calmó, enternecido—. Siempre me gusta saber qué es lo que te ocurre.

El príncipe tomó todo el valor del reino y llevó su mano hacia la mejilla de la joven, para luego besar su frente con cuidado.

Alyssa sentía cómo su corazón se derretía. Su respiración empezó a regularse, recordando que era Daeron, que la conocía y quería como era.

Entonces, recordó al rey. Notó que todos los sirvientes ya se habían ido, y pensó en qué segundo.

Ella se aproximó a Viserys, notando que intentaba dormir un momento. Se lamentó haber hablado sin parar hace unos segundos, irrumpía la paz del rey.

—He notado cómo cuidas a mi padre —comentó Daeron, bajando su tono de voz mientras se acercaba a Alyssa, quedando a su lado izquierdo—. Te lo agradezco.

—No es molestía —aseguró—. Aprecio mucho al rey.

—Igual te lo agradezco.

Alyssa le sonrió, y entonces, Daeron recordó algo. De la bolsa de cuero que cargaba, empezó a sacar con cuidado un objeto.

—¿Qué haces? —preguntó al verlo tan concentrado.

—Te traje un regalo de Antigua —informó, terminando de extraer el presente. Era una caja mediana, ni tan grande ni muy pequeña—. No es nada tan extravagante, pero... podría gustarte.

Él le entregó el presente a Alyssa, quien había quedado conmovida. Traía un pequeño seguro que ella sacó con precaución, entonces la caja empezó a abrirse como los pétalos de una flor. Una hermosa mariposa de papel pudo expanderse, y la Targaryen detalló la belleza de la manualidad, al igual que a la flor que había debajo.

—¿Te gusta?

Pero el brillo en los ojos de Alyssa era respuesta suficiente. Ella había quedado maravillado, era mejor que cualquier joya u otra cosa.

—Lo amo —respondió antes de dejar el objeto un segundo sobre la cama y abrazar a Daeron, quien la recibió entre sus brazos gustoso, una vez más.

Daeron amaba a Alyssa tanto como ella podía amar los pequeños detalles. La conocía tan bien, era su mejor amigo aunque sus corazones quisieran ir más allá.

—Gracias, Daeron.

—No fue nada, Lyssa.

🍀 “oh, cariño, todas las luces de la ciudad nunca brillan tanto como tus ojos” 🌆

Rhaena Targaryen había huido de su prometido. Pero no tanto de él, si no de la familia que traían detrás.

Alysanne había querido que ella conversará "a solas" con Lucerys, para que pudieran acordar mejor sobre el matrimonio. Pero Daemon no había querido dejarlos, y a Daemon no podían dejarlo solo Rhaenyra y Alysanne, y bueno, a Aemma y Jace les gustaba curiosear.

Ahora, la excepcional se hallaba escondida detrás de una esquina. Recostada contra la pared mientras recuperaba la respiración por tanto correr. Luke la había ayudado también, haciéndose el que estaba distraído en alguna otra cosa y no le daba la atención suficiente, por lo que se fue. Se lo agradecía.

Al recuperarse, estuvo dispuesta a buscar un nuevo escondite. Quizás la cocina, biblioteca o una habitación vacía. Cualquier cosa le servía.

Estaba tan distraída mirando hacia atrás, que no pudo preveer lo que ocurrió luego. Alguien la tomó del brazo y jaló. 

—¡Oye! —gritó antes de que pusieran una mano sobre su boca. Continuó gritando, pero sin ser comprendida.

—Debes calmarte, dioses —habló su opresor, quitándose con la mano libre la capucha que traía encima.

Rhaena no podía ser culpada por alterarse de aquella manera si alguien aparecía de forma tan misteriosa a querer secuestrarla.

Pero entonces, cuando pudo ver el rostro debajo de la tela, sus ideas y gritos cesaron.

Era Aemond Targaryen, y a pesar de que la luz era tenue, ella podía ver el brillo en su mirada, resaltaba a pesar de todo.

Rhaena maldijo por los siete infiernos, por todos los dragones y mares. ¿Por qué él? ¿Por qué esa persona que le impedía dejar atrás el pasado? ¿Por qué el Targaryen que ella no quería olvidar, aunque su cabeza lo intentará tanto?

Su corazón de inmediato empezó a acelerarse, como si su simple presencia presionará un botón en Rhaena que hacía que, cada partícula de su cuerpo, empezará a enloquecer.

—Confiaré... —susurró el príncipe unos segundos luego, alejando su mano que ya había sido hasta mordida.

Rhaena de inmediato le plantó una cachetada. —¡¿Cómo te atreves?!

Aemond tomó su mejilla, un tanto sorprendido. Vaya, sí que le había dolido, y eso no se lo había esperado.

—Golpeas fuerte —admitió antes de sonreírle ladinamente—. Deberíamos entrenar juntos algún día.

Rhaena quedó sin palabras, quería golpearlo, gritarle, enfrentarlo. Y él solo, le pedía que entrenarán juntos.

—¡¿Qué?! —explotó, queriendo volver a atacarlo.

Pero Aemond fue rápido y atrapó la muñeca de Rhaena.

—No caigo en el mismo error dos veces.

—¿Ya estudiaste mis movimientos, acaso? —preguntó enfadada, comprendiendo que Aemond era fuerte y se le sería difícil soltarse.

—Seré directo —avisó, tomando su otra muñeca por si acaso—. ¿Vas a perdonarme, Rhae?

Y realmente fue muy directo. No le dejó tiempo ni para procesar que estaba una vez más cerca a él. Ella quedó boquiabierta, pero tuvo que recomponerse pronto.

—Lady Rhaena —corrigió, queriendo empujarlo hacia atrás con su cuerpo. No logró mucho, y solo los acercó más—. ¿Por qué no me deja en paz, príncipe? Ya ha hecho mucho —continuó, empezando a domar las incontrolables mareas en su interior

Quizás la violencia no le funcionaría muy bien, pero actuar con cautela e inteligencia como le había enseñado su abuela, podría ser más útil.

—Suelte mi mano —pidió, manteniendo su mirada neutral con un poco de odio. Sus ojos eran muy expresivos—, si fuera tan amable...

—Principe —concluyó su oración luego de sonreírle—. ¿Sabes que no me molesta que me trates de esa forma? Resulta... muy atrayente.

Pero por los Siete que Aemond no ayudaba mucho a su auto control. Rhaena ya no sabía si quería irse, golpearlo o quedarse a su lado por siempre. Se obligó a despavilar su mente.

—¿Qué es lo que quiere? —preguntó como si no lo supiera ya—. Creí que su único deseo, el más grande y cegador, ya lo había conseguido.

Aemond volvió a sonreír de lado, acercando su rostro al de ella lentamente. Entonces todo el poder de Rhaena pareció desaparecer, sintió pánico y quedó paralizada, pero él solo aproximó sus labios a su oído, luego de haberla hecho sufrir un poco.

—Te quiero a ti.

Rhaena rogó por fuerza de voluntad, imploró que alguien evitará su imprudencia.

Rhaena siempre había deseado a Aemond, y Aemond siempre había amado a Rhaena. Pero el destino no parecía quererlos juntos. Entonces, ¿por qué estos jóvenes eran tan testarudos y regresaban siempre el uno al otro?

Al parecer alguien oyó las plegarias de la Targaryen, y su mente poco a poco se fue despejando.

Ella no apartó la mirada del frente, mientras Aemond no se alejó, llevando su boca por la piel suave de Rhaena hasta llegar a sus labios.

La castaña dejó que su primo creyera que estaba manejando la situación, y espero a que bajará la guardia. Cuando así lo hizo, y sus labios estuvieron tan cerca que rozaban, ella sonrió.

Pronto Aemond se contrajo de dolor por el rodillazo que la Targaryen le había dado en la entrepierna.

Rhaena sonrió y acarició su mejilla con burla un par de segundos antes de alejarse. Podía haber estado muy cerca de caer en ese anhelado deseo, pero el resultado que había obtenido no estaba nada mal.

Aemond la siguió con la mirada hasta que desapareció de su campo de visión. Echó la cabeza hacia atrás mientras empezaba a sonreír de oreja a oreja.

Aemond Targaryen no podía comprender cómo estaba tan fascinado con Rhaena a pesar de no haberla visto por tanto tiempo, a pesar de cómo lo trataba. 

Rhaena Velaryon tampoco podía explicarse cómo, creyendo haber enterrado a Aemond muy en el fondo, ahora resurgía en su corazón como un poderoso dragón que con sus llamas encendía todo a su alrededor.

🕯️“perdimos muchas cosas en el fuego, así que me tomó tiempo averiguarlo
no puedo perderte, nena” 🐉

Aemma había intentando que en su vida todo, en lo posible, fuera muy ejemplar. Obedecía, pero también imponía sus ideas con mucho respeto. Ir a Pentos durante más meses que sus hermanas fue decisivo para forjar una personalidad más solitaria, autónoma.

Por ello, cuando regresó con toda su familia y sus compañías se multiplicaron, en un punto se sintió sofocada. Entrenaba con su dragón Meraxes casi diario, y también se ejercitaba, mayormente sola.

Pero, Jace logró destruir esa barrera, y desapareció hasta los escombros. Con su agradable compañía hizo que Aemma amará más a la gente, lo amará a él.

Aemma se había enamorado de Jacaerys Velaryon.

Él había sido tan solo Jace, el primogénito de la mujer que sus padres amaban, de una mujer que ella quería mucho. Eran solamente buenos amigos, una familia. Pero de repente, Jace se había vuelto un sueño recurrente, su mayor fantasía.

Cada que volaba en su dragón, creía oír la voz de Jace detrás de ella, pidiéndole que la esperará, que quería ir con ella. Pero no había nadie.

Tenía un fuerte enamoramiento adolescente. Y le dolía saber que el fracaso era lo más probable si lo intentaba. Arruinaría su amistad y las buenas relaciones familiares.

Pero ella estaba tan, tan equivocada.

Jacaerys Velaryon había terminado igual de enamorado por Aemma, por su bondad y su corazón, por cómo sus pómulos resaltaban cada que sonreía, por su mente e inteligencia, por cómo le podía leer hasta la más aburrida historia y para él podría ser lo más interesante en los Siete Reinos.

Entonces, ambos cayeron en el error. Una noche donde las nubes cubrían los cielos y el viento era fuerte, ellos se ayudaron a evitar que el frío llegará a sus corazones. Se quedaron en la biblioteca frente a la chimenea, conversaron y rieron.

Pero no pudieron evitarlo más, sus miradas lucharon por encontrarse y ya no apartarse, sus corazones quisieron finalmente unirse. Un beso fue su error favorito.

Uno que cometieron varias veces desde aquel momento. Tardaron un poco en descubrirlos, pero cuando tuvieron que decidir qué era lo que realmente querían, supieron sin dudas que la respuesta era el otro.

Pronto estuvieron comprometidos. La boda se realizaría cuando ambos se sintieran preparados y su amor hubiera sido confirmado de todas las maneras.

También cuando Daemon finalmente pudiera permitir, y concebir la idea de que, para una de sus hijas, ya no sería el hombre más importante.

Por otro lado, Alysanne Velaryon y Rhaenyra Targaryen estuvieron sumamente felices de que precisamente ellos dos, los primogénitos, fueran los que se unieran por el amor, uno tan puro como el que ellas se tenían.

Aemma amaba a Jace de una manera muy real, al igual que él a ella. Se mantenían juntos a lo largo del día, pero dejando respiros para no perder aquella chispa de espontaneidad.

Ahora, en la Fortaleza Roja, la Targaryen terminaba de arreglarse para la cena de aquella noche con ayuda de algunas doncellas mientras Jace leía en un sillón dentro de la alcoba designada a su prometida.

—Jace, ven aquí por favor —pidió la ojiazul, confundiendo al joven.

Las muchachas se iban, dejándolos solos.

—¿Quién...? —fue lo único que su boca pudo articular.

—Creo que solamente tú, Jace, estás aquí —respondió. Ella se veía en el espejo, notando que algo le hacía falta a su presentación—. Trae una pieza del joyero por favor.

—¿Qué cosa en específico? —preguntó, poniéndose en marcha de inmediato. Al abrirlo, se encontró con joyas muy hermosas. Su Aemma tenía un gran gusto, y los colores que a ella más le gustaban, el azul, rojo, negro y dorado, le quedaban muy bien.

—Elige tú.

El lugar se quedó unos segundos largos en silencio. Aemma pensó en por qué Jace se tardaba tanto, así que fue hacia afuera de la sección de la cama.

—¿Qué ocurre?

—No puedo elegir cuál collar te quedaría mejor... —respondió entre dientes, concentrado en su tarea—. ¿Dorado? ¿O...?

Y las palabras se fueron volando cuando divisó a su prometida. Aemma se veía preciosa en un vestido azul con aplicaciones doradas, uno que él le había regalado.

—¿Qué tal? —preguntó la de cabellos plateados y largos.

—El collar dorado —susurró torpemente, sin poder comprender lo que le decía por lo embelesado que había quedado viéndola.

—El collar dorado —repitió, sonriendo por la manera en la que lo había dejado. Ella se fue acercando, haciendo que Jace retomará la compostura.

—Sí te colocaste aquel vestido —comentó, recibiendo a su prometida, que rodeó su cuello con ambos brazos. Él tomó su cintura.

—¿Creíste que te engañaría?

—No. —La seguridad de Jace hizo a Aemma sonreír.

—Bueno... ¿puedo engañarte ahora? —preguntó con un brillo juguetón en la mirada.

—Estaría encantado —respondió de inmediato, perdiéndose en sus ojos azules.

—Cierra los ojos —ordenó, oyendose tan autoritaria como su madre.

Jace no levantó objeciones y sus ojos se cerraron.

Aemma detalló su rostro, acarició su cabello castaño y sus mejillas. Entonces, unió sus labios en un dulce beso, delicado y siempre con esmero.

Ambos no eran expertos, pero aprendían y disfrutaban juntos. Eran el primer amor, y si bien estos tenían la fama de no ser para siempre, a Rhaenyra Targaryen, y a muchos otros, les había funcionado.

A Jacaerys y Aemma les esperaba un futuro brillante por delante, o eso creían inocentemente.

💫 “eres la mas hermosa por mucho
tomaste mi melodía rota y
ahora escucho una sinfonía” 🎶

La cena que Viserys Targaryen había pedido con toda su familia, era un hecho.

El bando de los Verdes y el bando de los Negros estaban en un mismo lugar sin tener permitido matarse. Una larga mesa en la que se habían dispersado, dejando al centro un espacio para el rey. Cuando llegará, tendría a su segunda esposa e hijos a la derecha, mientras a su izquierda tendría a la familia de su primogénita, entre ellos a las nietas que él tanto quería.

Aemma se situaba con sus hermanas en la esquina, ella al extremo, para que a su otro lado pudiera estar Jace. Alyssa estaba al centro y Rhaena al otro extremo, teniendo a su lado derecho a Lucerys. A lado de Lucerys, estaba Daemon, luego Alysanne y Rhaenyra, la Velaryon en el centro.

Las jóvenes jinetes interrogaban a la mayor de las hermanas.

—¿Qué es enamorarse?

—¿Cómo sabes que estás enamorada?

—¿No puede confundirse con, odio?

—¿Quizás amistad?

—Por los dioses... ¿Niñas, de quiénes se han obsesionado? —preguntó, sorprendida por tantas preguntas siendo que a sus hermanas poco les interesaba ese tema.

—¿Dices que es más un tema de obsesión? —indagó Rhaena, queriendo evitar mirar hacia el lado de los Verdes, en donde estaba Aemond, conversando con sus hermanos mientras la miraba fijamente.

—No... Bueno, podría ser. ¿Estás demente?

—Oh, espero que no —respondió la castaña, deseando realmente aquello. Ya no quería sentir nada por Aemond, volvía a dolerle.

—Entonces... ¿Puede confundirse con una amistad?

Las mellizas se miraron entre si antes de fijar el objetivo en Daeron. Sonrieron cómplices, confundiendo al príncipe, que había sido atrapado admirando a Alyssa desde la lejanía.

—¿Él? —preguntó Rhaena con intenciones de distraerse un rato fastidiando a su hermana—. Es el más sumiso de sus hermanos. Además de que, ¿no era escudero en Antigua?

—Lo es —respondió Alyssa, quedando perdida en la mirada de Daeron, quien no lograba integrarse en la conversación con sus hermanos por lo distraído que la Targaryen lo tenía.

—¿Te gusta?

—No lo sé —respondió en automático.

—¿Es tu mejor amigo?

—Sí.

—¿Pero quieres que sea más que tu amigo?

—Eso creo.

Las mellizas soltaron una risa antes de chocar las manos. Habían logrado un buen descubrimiento en poco tiempo.

—¿Qué...? —preguntó Alyssa desorientada.

Aemma indicó que ella lo explicaría, pasó por sus dedos el suave cabello de su hermana menor con una sonrisa. —Sucede que, pequeña Lyssa, tú también caíste por uno de ellos.

—¿También?

—Igual que Rhaena —afirmó, haciendo que la castaña se quejará.

—¿Que Rhaena? —repitió la menor algo asustada. No podía creer que tuviera sentimientos tan fuertes por Daeron. Ella solo lo quería, amaba su compañía, verlo ya alegraba su día y pensarlo por las noches hacia de sus sueños más placidos.

Entonces entendió.

—Como Rhaena.

Aemma sonrió, viendo a sus hermanas asustadas por sus sentimientos. Negó con la cabeza mientras veía a su prometido conversar con Helaena, él sonreía y eso ya la hacía sentir bien.

—Tomen, ayuda a despejar la mente —les invitó una copa de vino, actuando de mala influencia por primera vez. Les guiñó un ojo antes de unirse a la plática de su prima y prometido.

Rhaena y Alyssa tomaron el consejo de Aemma, mientras sus padres conversaban con Rhaenyra y las veían.

—Siempre he creído que Alyssa terminaría con Daeron —confesó Nyra dándole un sorbo a su copa de vino.

—Yo le tenía un poco de fe a Aemond y Rhaena —continuó Alysanne, observando un instante al joven príncipe—. De pequeños daban demasiada ternura.

—¿Podrían no... Hablar de eso frente a mí? —pidió Daemon, sintiendo que pronto le daría un ataque de alguna cosa mala.

Rhaenyra y Alysanne sonrieron por su pánico. Su primera esposa unió sus labios en un tranquilizador beso, mientras Nyra solo acarició su mano con una sonrisa que terminó de apaciguarlo.

—Está bien, dragón, todo lo está.

Pero las cosas son tan susceptibles al cambio, que pronto podría no estarlo.

¡la reina de los dragones ha hablado, tus votos y comentarios ha ordenado! 👑

capítulo dedicado a las niñas de aly. <3

pensé mucho en hacer una historia a parte, pero no creo poder tener el tiempo, así que, algunos capítulos se enfocarán mucho más en aemma, rhaena y alyssa. eso sí, pondré un aviso por si no están interesados en leer más sobre ellas y sus parejas.

eso es todo, gracias a quienes continúan apoyando la historia. ♡

























































































































































J E M I I S A 🦋
30 / 11 / 2022

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