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iii. the queen

⸙ ࣪ ۰ ‣ CAPÍTULO TRES
⚔️   la reina  🪙

todo poder humano se forma de paciencia y tiempo

La reina Aemma había muerto. El día de su despedida había sido en una colina cerca al mar, con un cielo despejado y un silencio muy pesado.

Alysanne estuvo a lado de Rhaenyra todo el tiempo, hasta cuando la hija del rey tuvo que ordenar el incineramiento de su madre y el pequeño hermano que había perdido no mucho después.

Desde la pérdida de Aemma, los días se volvieron muy rutinarios, tristes y difíciles para ambas. Rhaenyra dejó muchas de sus responsabilidades, y Alysanne en su afán de acompañarla, también.

Aún cuando hubo muchas dudas y negaciones acerca de ello, fue para la Targaryen una buena distracción enseñarle a Alysa a montar en dragón, y para la Velaryon, aunque le costará admitirlo, una de las mejores sensaciones que pudo conocer. De igual manera, aumentar su capacidad de combate con varios entrenamientos logró despejar un poco su mente.

Alysanne pasaba el mayor tiempo posible encerrada en su habitación, o con Rhaenyra, o quizás acompañando a alguno de sus familiares. Ya no se le veía en eventos sociales, y por las noches ya no iba a hurtadillas al pueblo.

Una mañana, en la que como de costumbre el Consejo Privado del Rey se reunió, Alysanne acompañó a Rhaenyra en su labor de servir vino, siendo que la princesa estaba siendo obligada.

—Antes de comenzar, Su Excelencia —pidió Otto Hightower la palabra mientras la Velaryon le servía vino a su padre—, tengo un informe que me siento obligado a compartirle; Anoche, el príncipe Daemon compró una de las Casas De Placer en la calle de la Seda, para entretener a la guarida de la ciudad y otros amigos suyos.

La simple mención del problemático hombre llamó la atención de todos los presentes.

—Brindó por el Príncipe Baelon, llamándolo... El heredero por un día.

Aquella declaración fue lo necesario para fastidiar a los Targaryen presentes, y también a Alysanne, pues ella había amado mucho a Aemma y le parecía una bajez haber hecho eso contra uno de sus hijos, refiriéndose al cruel destino que había tenido.

—He corroborado este informe con tres testigos distintos. La noche fue, por todos los medios, una celebración.

El rey Viserys se levantó de la mesa con fuerza, causando ruido al golpearla con los puños. Él ordenó que se le trajera a Daemon.

Alysanne supo que su insensato conocido estaba en más problemas, lo que la hizo pensar en quiénes tenía realmente como aliados, si es que lo eran en primer lugar.

Ese mismo día por la tarde, Alysanne se preparó para ir a hablar con el rey. Ella se había estado evitando aquel momento, pues sentía un fuerte sentimiento de rechazo por lo que le había hecho a Aemma, pero sabía que ella hubiera querido que su esposo estuviera bien. Además, Alysanne se había proyectado a un futuro, a lo que ocurriría si el rey muriera y su único heredero fuera Daemon. Ella, si bien entendía la buena posición que tenía su familia, necesitaba una confirmación del apoyo de la corona.

Cuando se sintió lista y dio el primer paso hacia la puerta, algo la interrumpió. No pudo abandonar su habitación, ya que alguien la buscó. Su guardia, un miembro de la casa Strong, le anunció la presencia de Daemon Targaryen.

—No deseo... —dijo, quedándose a la mitad cuando vio a Daemon cruzar por la puerta sin importarle el permiso—. Está bien, Harwin, déjanos a solas.

El hombre de cabello castaño y ojos marrones acató la orden un poco dudoso. Él sabía acerca de la situación con el príncipe gracias a su padre, ya que estaba en el Consejo Privado, por eso mismo temía que Alysanne, quién se había vuelto su amiga durante los años que la había resguardado, tuviera acercamientos con él.

—¿Qué deseas, Daemon?

—A ese guardia le preocupas —mencionó, yendo a sentarse con toda la libertad en los sillones.

Él buscó la mirada de Alysanne, encontrándose con una poco amigable.

—Está bien, al parecer ahora ya nadie me quiere en esta corte.

—Daemon, ¿acaso crees que tus acciones te hacen merecedor de cariño?

—Cometí un error, no debí haberme metido con ese niño.

—Ese niño tuvo en sus pocas horas de vida más poder del que tú vas a poder tener en mil años —soltó furiosa, dando un paso hacia él—. Daemon, no eres más que el hermano de un afortunado, eres egoísta, imprudente e irresponsable.

Fue ahí que el Targaryen se puso de pie y se acercó a ella, siendo más amenazante de lo que hubiera esperado. Sus palabras herían su ego, y eso era algo que él no iba a permitir.

—¿Y tú, Alysanne? ¿Acaso eres mucho más? Solo la hija de una mujer que jamás pudo lograr nada. Eres sumisa, retraída, temerosa, no tienes aspiraciones. Tu presencia es inútil en esta corte. Tú no dejarás de ser, nada.

Y el sonido de una fuerte cachetada resonó en toda la habitación.

—¡Vete de aquí! ¡Largo! —ordenó, observando muy alterada la marca que había dejado en el rostro del ojiazul, quién curiosamente sonrió a los segundos—. Aléjate con todo tu cinismo y no me vuelvas a buscar, Daemon.

Su grito hizo que Strong entrará a la habitación. Eso fue lo que Targaryen necesitó para entender que definitivamente debía irse.

No entendía aún cómo habían llegado a ese punto. Él había ido con Alysanne por apoyo, pero al parecer los ánimos no fueron los adecuados, y su reacción precipitada tampoco.

Al final, la Velaryon no fue a ningún lado.

Dejó que la brisa llenará su habitación y calmará su estado de ánimo. El enojo nunca había sido su mejor compañía, y lo que había ocurrido se lo confirmó.

En un punto de la noche sintió hasta arrepentimiento por haberle dicho tales cosas. Ella en el fondo, quería mucho a Daemon, pues él había sido una de sus mejores compañías en la adolescencia, su amigo, su consejero, su amante.

Sentada sobre su cama, abrazó sus piernas y ocultó su rostro. Pensó en todo y al mismo tiempo no pudo comprender nada. Eran demasiadas cosas, y al parecer estas iban a aumentar.

Sin pasar muchos minutos, una muchacha de cabello blanco y ojos azules cruzó por su puerta, gritando buenas noticias.

Rhaenyra le dio el final perfecto a la noche de Alysanne anunciándole que su padre le habría prometido el trono de hierro al nombrarla su heredera.

Las medidas que tomó Viserys para asegurarse de la lealtad de las casas a su hija, tomó mucho esfuerzo y mucha dedicación de Alysanne, quien se había comprometido a encargarse de que el reconocimiento de Rhaenyra fuera perfecto.

—¿Estás segura de querer hacer esto? —le había preguntando Rhaenys al acompañarla en el último día de preparación.

—Por supuesto, madre.

—No te debes sentir obligada, Alysanne —le recordó, tomándola por la barbilla con suavidad para que la mirará—. No es nuestro deber asegurar su futura coronación.

—Mamá —susurró, entendiendo la raíz del problema.

A su madre, Rhaenys Targaryen, le habían negado su derecho al trono por el hecho de ser mujer, y por lo mismo, toda su descendencia había perdido esa posibilidad.

—Agradezco que no hayas heredado aquella ambición por el poder que tiene tu padre —murmuró con una ligera sonrisa mientras acariciaba su mejilla—. Puedes vivir mucho mejor sin ella.

—Lo sé —respondió, cubriendo la mano de su madre.

Pero entonces el recuerdo de Daemon cruzó su mente, sus hirientes y reveladoras palabras.

Alysanne continuó con su tarea, pensando en todo momento en cómo Rhaenyra ahora parecía tener el futuro más fundamental, y sin siquiera pedirlo.

Cuando llegó el día, ella acompañó a su prima de cariño y la ayudó con lo necesario, al igual que Alicent Hightower.

Alysa ya había terminado de acomodar el cabello de Rhaenyra, por lo que le colocó las manos en sus hombros.

—Eres lo mejor de tu madre —le aseguró, haciendo que la menor tomará sus manos e hiciera que la abrace—, y como ella, serás una gran reina.

Alicent terminó de alistar a Rhaenyra en silencio, y las tres partieron a la sala del trono cuando fue el momento.

La ceremonia no tardó en comenzar cuando Viserys vio a su hija ingresar. Él la contempló varios segundos, sintiendo a Aemma en su pequeña. Él sabía que ella estaría muy orgullosa de Rhaenyra y complacida con la decisión que se había tomado.

Alysanne entró detrás de la Targaryen, acompañándola todo lo que fuera posible, quedando en primera fila, en donde se encontraba también su casa.

Todos los lores del reino tenían que jurarle lealtad a Rhaenyra Targaryen como su futura reina.

—Corlys de la casa Velaryon. El señor de las Mareas y Maestro de Driftmark —llamaron, siendo el padre de Alysanne quien comenzaría con los juramentos.

Lord Corlys se colocó en el centro y se arrodilló ante la corona.

—Yo, Corlys Velaryon, el Señor de las Mareas y Maestro de Driftmark, prometo fidelidad al Rey Viserys y su heredero nombrado, la princesa Rhaenyra. Les juro lealtad, y los defenderé contra todos los enemigos de buena fe y sin engaños. Lo juro por los dioses viejos y los nuevos.

Y así, todas las casas importantes del rey hicieron su promesa.

Alysanne tomaba el brazo de su madre, transmitiéndole su apoyo. La de cabello plateado entendía lo que Rhaenys sentía al ver cómo apoyaban a su sobrina, siendo que con ella no lo habían hecho.

Entonces, el maestre colocó alrededor del cuello de Rhaenyra un pesado colgante de oro antes de que ella diera una reverencia en dirección al rey.

—Yo, Viserys Targaryen, primero de su nombre, Rey de los Ándalos, de los Rhoynar, y de los primeros hombres, Señor de los Siete Reinos y Protector del Reino, por la presente nombro a Rhaenyra Targaryen, Princesa de Rocadragón, heredera del Trono de Hierro.

Todas dieron una reverencia con la cabeza antes de que Rhaenyra volteara hacia su corte y, temerosa, alzará la mirada, encontrándose primero con una Alysanne sonriendo entre lágrimas.

—Felicitaciones —articuló muy bajo, siendo escuchada aún así.

La ceremonia entonces prosiguió, y fue hora del banquete. Cuando los lores empezaron a retirarse, Alysanne se acercó de inmediato para abrazar a la menor, quien la correspondió gustosa.

—No pude decirlo frente a toda la corte —comentó, tomándola por los hombros—, pero, princesa Rhaenyra, jinete de dragones y pequeña rebelde de dulce corazón, yo le declaro mi lealtad.

Ambas volvieron a unirse en un fuerte y reconfortante abrazo. Si bien la situación era tensa, y significaba el inicio de algo importante, ambas podían sentirse mucho más cómodas con la compañía de la contraria.

Ahora sí, todo el reino podía, y debía, celebrar a la nueva heredera del Trono de Hierro.

¡voten y comenten! 💐

y manden ayuda, ¿qué nombre le darían al dragón de Alysanne? ¿cuál les gusta? 👀















































































JEMIISA ©
01/11/2022

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