i. the kingdom
⸙ ࣪ ۰ ‣ CAPÍTULO UNO
⚔️ el reino 🪙
❛ el poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla ❜
El reino era un lugar lleno de peligros, dentro o fuera de la corte, que pasaban desapercibidos para los guardias que resguardaban a la familia real, pues estos quizás no querían ver.
En cada esquina del desembarco del rey existían miedos, en los callejones oscuros o quizás bajo la plena luz del sol.
Pero, tal y como podía haber temor, este tenía que coexistir con el amor.
Alysanne Velaryon había crecido con ese cariño detrás de cada paso que daba, se había hecho una honorable dama con la compañía de sus padres y todo el reino, el cual estaba encantado ella. Alysanne era reconocida por ser una muchacha pacífica y considerada, era muy querida, más aún por ser la primogénita de la Reina Que Nunca Fue.
Ella se desarrolló en un ambiente de paz, el cual estuvo bajo el mando del primo de su madre, un hombre pacificador, quien tenía una hija con la que había prácticamente crecido, siendo Alysanne un poco mayor.
Rhaenyra Targaryen, al igual que su madre y padre, eran personas que la Velaryon apreciaba.
—¿Cómo te encuentras, Aemma? —cuestionó la de cabello albino, transmitiéndole con su mirada una grata sensación de paz a quien visitaba
Aemma Arryn, la reina consorte de Viserys Targaryen, la encargada de prevalecer su linaje, una mujer que Alysanne consideraba como su segunda madre.
—Es, agobiante —se limitó a responder, cansada como era costumbre en la condición que se encontraba.
Aemma tenía en su vientre la promesa de un nuevo heredero para el reino.
—Pronto acabará —recordó, tomando asiento en una esquina del mueble en el que la reina descansaba—, y podrás sentirte más aliviada.
Pero eso pareció causar más preocupación en la mayor.
—Eso espero... —murmuró, poco convencida.
El historial de la reina no era el mejor, ella había pasado por muchos abortos, le había llorado a muchos de los hijos que no logró abrazar
Cuando Alysanne escogió las palabras más adecuadas para brindarle consuelo, oyó las risas de un par de muchachas y caminó hacia la puerta para recibirlas.
—Me alegra que volvieras entera, Rhaenyra —comentó la descendiente del mar con una sonrisa al verla llegar en buen estado, sabiendo a dónde se había escabullido—. Tu madre siempre se pone inquieta cuando desapareces de esta forma —le hizo recordar, ladeando la cabeza.
—No entiendo cómo siempre lo averigua —murmuró, frunciendo su pequeño rostro con frustración.
—Quizás el olor, pequeña.
La ojiazul aceptó ese pequeño fallo y se abrió camino entre las mujeres que cuidaban de su madre para llegar hacia ella.
—Lady Alysanne —saludó con mucho respeto la hija de la Mano del Rey, quien había venido acompañando a su mejor amiga.
—Hightower —correspondió el saludo por cortesía. Alicent le caía relativamente bien, pero no creía que se mereciera la consideración que muchos le daban.
—Sabes que no me gusta que vueles cuando estoy en esta condición —recriminó la reina, acomodándose en el sillón con ayuda de una sirvienta.
—No te gusta que yo vuele cuando estás en cualquier condición —replicó su hija. Alysanne la tomó de los hombros con suavidad, indicándole que debía tener un poco más de comprensión con su madre.
—Majestad —saludó Hightower.
—Buen día, Alicent —saludó Aemma.
—¿Pudiste dormir? —preguntó Rhaenyra mientras Alysanne la terminaba de acercar a la reina.
—Lo hice.
—¿Por cuánto?
—No necesito que me cuides, Rhaenyra —aseguró Aemma mientras, la que consideraba como una hija, le alcanzaba un pequeño abanico.
—Bueno, aquí estás rodeada de sirvientes, todos enfocados en el bebé. Alguien tiene que atenderte a ti.
—Mi querida Alysanne cumple muy bien ese papel —dijo la reina, tomando la mano de la joven—. Ella no está todo el día montada en un dragón.
—Su majestad —llamó Velaryon, intentando que no recriminará más a su hija con el tema—, Rhaenyra también cuida de ti, y puedo asegurar que muy bien.
Las dos princesas le sonrieron a su reina antes de que ella dijera:
—Muy pronto, ustedes estarán pasando por esta situación. Esta incomodidad es cómo servimos al reino.
Pero Rhaenyra no estuvo de acuerdo, y aunque Alysanne tampoco, ella no lo expresó.
—Prefiero servir como caballero y estar en batallas en busca de gloria —contradijo la hija del rey.
Aemma soltó una pequeña risa y Alysanne sonrió.
—Debo irme —anunció la Velaryon al recordar su pequeño pendiente, dejándole un fugaz beso en el cabello a Rhaenyra y una sonrisa a Aemma.
—Tú deberías ir a darte un baño, hija mía —pidió la reina.
Alysanne dio una pequeña reverencia y salió del lugar, se apuró a llegar hacia el punto de reunión del Consejo Privado del Rey.
Si bien la retuvieron en la puerta unos segundos, dudando de su presencia al encontrarla innecesaria, ella pudo pasar justo a tiempo.
—La creciente alianza entre las ciudades libres ha dado por llamarse... La Triarquía, se han congregado en Bloodstone y por ahora en los Peldaños De Piedra acaban con su infestación de piratas.
—Bueno, suena sospechosamente a buenas noticias, lord Corlys.
—Siento mucho interrumpirlo, majestad, pero no entiendo cómo puede ser positivo el hecho de que un hombre llamado Craghas Dragar se autodenomine príncipe almirante de esta dudosa Triarquía.
La autoridad en su voz, al igual que su atrevimiento. llamó la atención de todos. Su padre, quien había iniciado con el reporte, la miró orgulloso. Él quería que su hija pudiera imponerse como su esposa no lo había logrado.
El rey, entonces, asintió, permitiendo que Alysanne continuará.
—Llaman a este hombre "El alimentador de cangrejos", debido a los métodos que utiliza para castigar a sus enemigos —prosiguió, observando a todos los lores alrededor de la mesa con determinación.
—¿Y se supone que debemos llorar por los piratas muertos? —soltó el rey Viserys, restándole importancia a la situación.
—No, majestad, debemos prepararnos para lo que está Triarquía puede hacerle a una de las principales fuentes de...
—Rhaenyra, llegas tarde —la interrumpió Viserys al ver llegar a su hija—. El copero del Rey no debe llegar tarde, deja a la gente con ganas de tazas.
Alysanne se sintió verdaderamente ignorada, lo que su padre, lord Corlys, notó. Él le brindó su apoyo, colocando su mano en el hombro de su hija con una sonrisa.
Su pequeña Aly, como le gustaba llamarla de cariño, tomó un poco de aire y retomó su idea:
—Como decía... —habló, ganándose las miradas de desaprobación de los lores, los cuales luego de un par de segundos tuvieron que aceptarlo por el enojo que notaron en los ojos de Lord Corlys—, le pido que no le permita a esta Triarquía tomar mucha latitud en los Peldaños de Piedra, majestad, ya que si esas rutas marítimas caen, nuestros puertos mendigarán.
—La corona ha escuchado su informe, lady Alysanne y Lord Corlys, y lo tiene en cuenta —detuvo la Mano del Rey, haciendo que los Velaryon buscarán en Viserys el apoyo para continuar, lo que no obtuvieron—. Gracias —añadió, observando a la ojiazul.
Y con esa última oración, Alysanne supo que su presencia ya no era tolerada más en esa estancia. Observó al rey y su primogénita antes de asentir con la cabeza, tomó el hombro de su padre por unos segundos con una sonrisa reconfortante antes de retirarse.
Cuando salió, se detuvo un segundo para respirar. Intentó más que nada reprimirse, matar toda emoción que la conduciera al odio. Sin lograrlo, se alejó lo más rápido posible del lugar sin fijarse hacia donde, sin notar a quien dejaba detrás de sus pasos.
Aquel sentimiento de inferioridad era uno de los más desafiantes para ella, era muy difícil de controlar y jamás buscaba tregua.
Pero entonces, la mujer que para Alysa era la más sabia y comprensiva, la encontró.
Rhaenys Targaryen era una mujer con la habitual belleza Targaryen, el pelo blanco y los ojos imponentes. Feroz y valiente, como su ascendencia y esperaba, su descendencia.
Ella ni siquiera necesitó explicaciones, de inmediato envolvió a su hija en un abrazo con calma, acariciando su espalda con suavidad, transmitiéndole mucha paz.
Rhaenys iba a ser siempre el lugar seguro de su hija.
Cuando la luna tomó el control de los cielos y fue la única capaz de iluminar las olas del mar, Alysanne escapó como lo hacía casi siempre.
Ella lo había soportado por mucho tiempo, había luchado con aquella aburrida vida dentro de la corte por muchos años, siempre acatando cualquier orden con un asentimiento de cabeza. Pero, era cansado, y esa necesidad de explorar su alrededor y vivir la adrenalina, había vencido.
Pero justo esa noche en King's Landing no fue como lo esperaba.
Las Capas Doradas del hermano del Rey actuaron, quizás muy cruelmente, o probablemente de la única manera capaz de hacer del reino un lugar seguro. La Guardia de la Ciudad de Desembarco del Rey actuaron contra los criminales que solamente dañaban, robando, violando o matando.
Nadie lo había esperado, y menos Alysanne. Su salida nocturna se había convertido en una auténtica masacre. La sangre en el suelo, los gritos rogando piedad, las espadas acabando con la vida de los hombres, eran algo que no iba a olvidar.
Ella intentó pasar desaparecibida bajo la atenta mirada de los guerreros, del líder de aquella matanza; Daemon Targaryen.
Y lo logró, o eso se obligó a creer. Cuando volvió a la corte luego de ver cómo desmembraman a los criminales, se apuró a llegar a su habitación.
Había sido brutal lo ocurrido, más de lo que alguna vez esperó de Daemon, quien además de ser parte de su familia, era muy cercano a ella.
Llegó muy agitada a su dormitorio por la paranoia que había sentido en todo el camino de regreso. Ella solo pudo recostarse en la pared más cercana esperando que su respiración se regulará y sus nervios se calmarán.
Pero nada de eso funcionó, no cuando alguien tocó su puerta con intenciones persistentes de entrar.
Sintió que en cualquier momento el pecho le iba a estallar. Odiaba en ese momento no haber tomado las lecciones de batalla que sus padres le habían propuesto de pequeña, haber preferido la lectura. Ella podía saber mucho de los reinos, de los peligros que rondaban por ahí, pero no era experta en nada relacionado a detenerlos.
—¡Alysanne! —exclamaron.
Todo se detuvo y sus ojos se abrieron aún más. Se trataba de él, y por los Siete Reinos, era la persona que Alysanne menos esperaba.
¡voten y comenten! 💐
JEMIISA ©
26 / 10 / 2022
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