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Capitulo 1: Medenberk y Nakoah

—Se firmó un tratado de paz.—anunció mi padre Theban

La cena era silenciosa, más que de costumbre, lo único que se escuchaban eran nuestros cubiertos chocar contra los platos y eso, brevemente. Los pasos de los sirvientes apenas eran viento en la alfombra cada que se movían a retirar platos o servir más vino.

—¿No estábamos ya en paz?—preguntó Gustaf, mi hermano menor

Gustaf compartía los mismos rasgos que mi padre en cuanto al físico, cabello castaño oscuro, ojos entumecidos y ese hoyuelo típico del lado izquierdo, en lo único que se parecía a mi madre Lara era en el tono de piel pálido.

Yo en cambio parecía ser lo contrario a toda la familia, mi madre rubia, de ojos verdes, baja, con porte y una elegancia y presencia envidiable. Dicen que saque su temperamento al ser tan estratégica y de cabeza fría. Mientras que Gustaf sacó el de nuestro padre. Tengo el cabello negro, los ojos almendrados y de color avellana.

El reino de Medenberk, bajo la familia D'amore, esos, somos nosotros. Los "rojos" como nos conocen en el campo de batalla.

—Cese al fuego.—lo corrigió Lara—Medenberk nunca ha estado en paz... Con Nakoah no.—dijo con una mueca

El silencio tenso aún más la situación, bebí un poco del vino que habían servido en mi copa, madre tenía razón, Medenberk jamás ha estado en paz con el Oriente.

—¿y que fue lo que hizo que aceptarán la paz?—pregunté

Mi padre me miró mientras se llevaba un bocado a la boca, yo espere su respuesta en silencio, Gustaf también lo hizo pero en cambio recibimos otro tema...

—Mañana, antes de que sea mi reunión con mi consejo, iremos a entrenar con los caballeros del Este. Al parecer necesitan ser más dinámicos con la espada y no solo bloquear, cuento contigo Alleah—se limitó a decir

—¿El príncipe del cielo menguante, vendrá?—casi me atragando cuando Gustaf pregunto eso

Madre me hecho una mirada de advertencia que solo hizo que me doliera el estómago. Theban se pasó los dedos por la barbilla pensativo.

—Si... Creo que si, ¿Acaso deseas pelear con el?—bromeó mi padre—Taehyung es un buen espadachín.

—Tú entrenabas con el, ¿te acuerdas?—me recordó mi hermano

—Si, es bueno.—me limitó a responder mientras le piso el pie a mi hermano

—¡Auch!—se queja mientras dejan otro plato, el postre

—¿Tú que opinas, Alleah?—me pregunto Lara

—¿De acuerdo a que, madre?

—El príncipe de Yubek.—dijo con cierto tono de obviedad mi madre

Yubek era el territorio conocido como "El reino del cielo menguante", debido a las lluvias de estrellas que ocurrían cada año con bastante popularidad, a pesar de ser del Oriente compartía división con algunos pequeños países del Occidente. La familia Kim realizó lazos bastante fuertes con la familia D'amore, tanto, que llegue a compartir la mayoría de mi infancia con Taehyung, solo que mientras el tenía 17 yo tenía 14. El me enseño a usar la espada, la escritura de su nación y la lengua madre que más predominaba en Yubek y si, algunos migrañas de Nakoah.

—Es buen hombre, su reino es fuerte y apacible.—respondí a la pregunta capciosa de Lara

Cuando me volvieron a llenar mi copa, Lua dejó discretamente bajo mi plato una nota. Mis padres y Gustaf comenzaron hablar de la suyo.

Almacén de vinos, Derecha, izquierda.

Arrugue la nota metiéndola en la manga de mi vestido, todos parecían estar en su mundo. Terminé la cena y quien me miraba fijo, era mi madre.

◇    ◇     ◇

Espere hasta que ya no escuche más pasos, espere hasta que ya no existiera ni una sola luz y mi dama de compañía se fuera. Bajo mis sábanas, contaba mentalmente los segundos, hasta que se escuchó el sonido del reloj de las doce.

Me levante, buscando mi bata, sentí lo helado del suelo que me dio escalofríos, pero mayor era la adrenalina y las emociones que se guardaban en mi pecho. Apenas encontré mi bata a oscuras y salí a hurtadillas de mi habitación, dirigiéndome hacia el almacén de vinos, memorizando los detalles de la nota; 《Derecha, izquierda》

Todo estaba tan solo y oscuro, que la única que vela que iluminaba era casi nada, a tientas busque al autor de mi mensaje, pero antes de que yo hiciera algo, sus manos me tomaron por la espalda, ahogue un grito tomando aire.

Apenas los labios de Taehyung se pegaron a los míos reí brevemente, mi espalda chocó contra la pared, mientras yo lo abrazaba por el cuello, sus manos me atraían hacia el, apenas posesivo, apenas mostrando sus verdaderas intenciones, cuando su lengua acarició mi labio inferior, me tembló el alma y el se alejó, en ese juego malicioso de tirar y jalar

—¿Hace cuanto que llegaste al reino?—pregunté

—Recién llegue y quise verte.—confesó

Sus ojos estaban puestos sobre los míos, jamás me cansaría de adorarlo como lo hacía ahora.

—Mañana hacemos oficial la bienvenida.—añadió—Si hubiera sido otra persona ya estarías muerta.

Arqueo una ceja con cierta irónica mientras me cruzó, el da un paso atrás y asiente, mientras sonríe con esa cara de niño malvado.

—Supe que eras tu.—respondi—Difícil no reconocerte.—al decir eso me acerque a el—Eres muy transparente para mi.

El me sostuvo el mentón mientras acercaba su rostro.

—No acerques así.—advirtió

—¿o que?—murmure contra su boca

Yo sonreí vencedora cuando el no contesto en primer instancia, sin embargo cuando miro directo hacia la puerta del almacén, deslizó su mano hasta la mía.

—Ven, quiero hablarte.

Mire a la misma dirección que el, pero por seguridad a no ser descubiertos preferí no preguntar en ese momento. Camine a la par de el hasta que llegamos a una de las salidas secundarias del castillo, evitando a los guardias en turno llegamos al granero más lejano, no había nadie, ni seguridad, ni velas, solo iluminado por la luna.

—¿Que pasa?—pregunté cuando el cerró la puerta

—Me pareció escuchar a alguien.—se limitó a decir

Yo frunci el ceño y negué.

—Si quieres secuestrarme...—bromeé

—Mañana lo haré.—aseguró con una voz tan firme que por poco le creo

Me acerque hasta la paja del granero y lo voltee a ver.

—¿A qué viene eso?—pregunté

Taehyung me miró desde la puerta, sus ojos me pasaron la vista por todo el cuerpo, entonces, después de pensar sabrá Dios que, caminó hacia a mi.

—Ya no quiero verte así, en secreto Alleah.—confesó y estiró su mano para tirar de uno de mis dedos—Ya no más.

Nuestra relación inicio por mera "equivocación", un día estábamos entrenando y se nos fue de las manos, jamás lo hemos hecho, debido a que siempre nos planteábamos el hecho de que su familia y la mía tendrían muchos inconvenientes debido a que el no es el principal heredero al trono, debido a que su padre prefirió darle lugar al hijo de su concubina. Por esa razón Theban no estaba muy de acuerdo con que me empezará a gustar mi compañero de todo.

—Sabes lo que opinan los demás.—masculle, bajando la mirada

—Alleah—me llamo firmemente y tomo mi mejilla en su mano—... Mañana, pediré tu mano en matrimonio.

—¿Que?—susurre

—Al parecer las cosas se están volteado, mañana lo sabrás.—me dijo guiñando un ojo—¿Entonces?

—¡¿Estas demente?!—exclame

—Un poco, quizá

Solté una risa nerviosa, a lo que el me beso la frente y después toda la cara.

—¿Aceptarías casarte conmigo?

—Acepto.






Mientras regresaba, vi una puerta entre abierta al filo de las escaleras, ahí asomaba la luz de una vela, eso, me asustó, pero lo que más me aterró fue ver a Lara al pie de estas.

—Te estaba esperando.—dijo y eso me bajo la sangre

—Fui por agua.—excuse

—¿Al granero?

《MIERDA》

Ella bajo de los escalones de dos en dos, esperaba que me dijera una advertencia o algo más, pero su palma contra mi mejilla hizo eco en todo el salón. Sentí un dolor punzante y latente en mi mejilla, sentí la vergüenza en mi cara claramente.

—Sígueme.—ordenó

Sin chistar, la seguí hasta el salón donde estaba la luz que había visto antes salir por la puerta ella cerró con llave, la chimenea estaba encendida y había una pila de papeles en el escritorio. Era su biblioteca principal.

—¿Cuanto tiempo tiene el príncipe en el país?—preguntó de golpe

—Llegó hoy.—respondí aún con la mano en mi mejilla

Ella se movía de un lado a otro, me ofreció un tarro de agua.

—mojate los dedos y luego la mejilla.—indicó—¿Hace cuanto empezaron?

No respondí.
Si estaba dispuesta a golpearme en la otra mejilla, prefería eso a decirlo, no tenía nada de malo, pero a estas alturas, Lara pensaría que ya no era la doncella perfecta. Ella suspiró pesadamente y se dirigió hacia el escritorio.

—Un muchacho dulce y recto, de buen corazón.—habló mientras tomaba unos papeles—Ya no debes de verlo.

—¿Que? Madre, ya no lo veré más a escondidas, pero por favor no me...—ella me interrumpió

—Le harás más daño a él de lo que el lo hará contigo.

—Eso es imposible, mamá, nos queremos.

—¿Sabes porque va haber paz en tu país si quiera?—ella me volteó a ver y alzó los papeles—Tú mano, es lo que nos va a librar de la guerra Alleah.

Fue como si me hubieran hecha dos un balde de agua fría

—El emperador de Nakaoh ha pedido tu mano en matrimonio, a cambio de paz.

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