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Uno

Malentendido
New York city

En un departamento en Manhattan, una rubia andaba con cierta rapidez por su apartamento. Sacudía por allá y limpiaba otro lugar, estaba realmente ajetreada. La chica vivía ahí desde hace tres años, trabajaba justo en el centro, como una diseñadora.

Elsa era una soltera exitosa, trabajo , y romances fugaces la describían a la perfección, ¿Cómo no ser lo?, Elsa era una mujer muy guapa, con un gran empleo, y una carrera a punto de surgir, con la vida perfecta.

Esa mañana había recibido una llamada de uno de sus ex novios, de secundaria donde le acentuaba la importancia de verla. Jackson Frost, o como ella le llamaba Jack guapísimo Frost. Pues el peliblanco era toda una estrella de los negocios, igual a ella. Elsa creía que el volvería a buscarla, y que tal vez podrían divertirse, ¿O porqué la llamaría un viernes por la noche? Si no era para pasarla bien, como en la secundaria. En que error más grande estaba.

El sonido de la puerta la interrumpió de su labor. Rápidamente se arreglo el vestido de encaje negro , y se soltó el platinado cabello que le caía en ondas por la espalda, hasta la cadera.

Revisó su aliento y calmó su respiración. Se dirigió a la puerta y la abrió. Un peliblanco con un traje muy elegante yacía en la puerta, Elsa sonrió ante tal hombre. No había cambiado nada. El la miro y la abrazo.

—Estás hermosa Elsa. —Le Susurró el chico. Ella sintió su corazón correr como loco.

—Tú estas bastante guapo.
El abrazo se deshizo y Jack la miro de pies a cabeza.

—¿Vas a salir? —Se atrevió a preguntar, al verla tan arreglada.

—No, yo...es que...—Decía Elsa con un tono nervioso, mientras se rascaba la nuca. ¿Qué no era eso lo que el quería?

—¿Porqué me llamaste?—Se aclaró la garganta.

—Quería pedirte un favor. —Dijo el peliblanco. ¿Así que eso era todo un estúpido favor? La chica forzó una sonrisa. No sé habían visto desde hace años y ahora que la volvía a ver quería pedirle un favor... Por favor, Jack había perdido el encanto ¿o qué?

—¿Qué clase de favor?

—Es uno que durará todo el fin de semana. —Mencionó el chico, mientras se rascaba la nuca con cierto nerviosismo.

—Es que yo...

—Antes de que digas que no. —Le interrumpió el chico. —Quiero aclarar, que eres la única persona en la que confió para esto. —El tomo sus manos y la miro con súplica. —Por favor.

—De acuerdo. —Murmuró la chica. El le sonrió ampliamente. Mientras la abrazaba con fuerza.

—Gracias.

—Papi ya estamos listos. —Una vocesita femenina destruyo el momento. Jack se separó y tomo en sus brazos a la pequeña niñita rubia de ojos azules.

—Elsa ella es Ross. Ross ella es Elsa. —Las presentó el chico. Elsa río nerviosa, mientras la pequeña la miraba con desagrado.

—¿Te casaste, y tu viste una hija?—Pregunto la platinada.

—En realidad tres.

—¿¡Tres hijos!?—Exclamó. Jack asintió con diversión. Dos niños más aparecieron de tras de el. Un niño y una chica de doce años.

—Y ellos son Alex y Jessie. —Ambos niños la miraban con cierto asco. Elsa sonrió nerviosa.

—Niños ella es Elsa y los cuidara por todo este fin. —Los niños negaron con asco. Mientras Elsa se contenía, mal diciendo por dentro. —¿Puedes hacerlo?

—¿Qué?.. Quiero decir, sí, seguro puedo. —Se tropezó con las palabras. Jack sonrió y le entrego a la pequeña Ross, que Elsa cargó con dificultad.

—Niños no quiero problemas. ¿Esta claro Jessie?

—Esta claro papá. —Respondió la chica de mala gana, el peliblanco suspiró con pesadez.

—Bien, Alex no permitas que se meta en líos. —Señalo Jack al niño. El niño río y le brindo un guiño de complicidad. —Te voy a extrañar mi pequeño gorrión. —Abrazo a la pequeña con anhelo, y luego a Elsa susurrando: "Confió en ti."

Los niños la odiaban, jamás en su vida había sido fan de los niños, ni si quiera de sus sobrinos.
Elsa no sabía que hacer, ni por donde comenzar, los niños la miraban con cierto asco.

—Bien...—Suspiró ella al cerrar la puerta.

—Tenemos hambre. —Reclamó el niño. Elsa bufo.

—Yo... veré que tengo en la nevera. —Aún con la niña en brazos y con los enormes tacones que la mataban, Elsa se dirigió a la nevera.

Bajó a la niña, que corrió hacia la sala y metió su cabeza en la nevera. ¿Qué le podía dar a un trío de niños quisquillosos?

—Eres otra de esas arpías que quieren separar a esta pequeña familia. —Una voz femenina la sobresalto, haciendo que su cabeza se golpeara. Saco un tazón lleno de verduras, mientras que con la otra mano masajeaba el lugar golpeado.

—Yo no sé de que hablas. —Admitió la rubia confusa, la chica solo rodó sus azules ojos. — Además yo no diría que es pequeña. —Agregó la rubia.

Cuando la chica estuvo a punto de contestar un ruido de un cristal cayendo al suelo, las sobre salto y ambas corrieron al living.

—¿¡Qué demonios hicieron!?—Grito la rubia. Los niños solo rieron. Elsa rápidamente se agacho recogiendo los pedazos del marco de una foto.

—Ya calma te  ,solo fue una foto. —Gruñío la chica rubia. Elsa la fulminó con la mirada. ¡En que demonios se había metido ella!

Puso tres platos en la mesa, en ellos había: Brócoli, zanahorias, lechuga, y guisantes. Los niños lo miraban asqueados.
Pero era todo lo que ella tenía, pues no podía romper su dieta.

—Coman, es rico y además nutritivo.

—¿Con esto conseguiste ese cuerpo?—Pregunto la chica, mientras pinchaba con su tenedor un pedazo de brócoli.

—Exactamente Jessica. —Respondió Elsa.

—Es Jessie. —Corrigió la rubia.

—Yo no consumo estas porquerías. —Tercio Alex,  alejando el plato de él.

—Entonces ordenaré pizza. —Sentenció la rubia, tomando el teléfono de la pared.

—Papi no nos permite comer eso. —Hablo la más pequeña.

—El no esta aquí para verlo tonta. —Dijo Alex mientras le sacaba de manera infantil la lengua a Ross, y la hacía llorar.

—Basta, no quiero que llames así a tu hermana. —Dijo Elsa, quien esperaba en la línea de la pizzería. Alex  la miro retador.

—¡Tonta, tonta, tonta!—Canturreaba el, mientras Ross lloraba, y Jessie reía como loca. La migraña amenazaba con aparecer en cualquier momento.

Poco después tocaron la puerta, y Jessie abrió, un chico de diez y ocho años con cabellos negros y desordenados apareció con una gorra con el logotipo de "Pizza Hut" La chica lo miro encantada.

—¿Pizza de jamón y queso?—Pregunto el chico. Jessie asintió. El chico le entrego las pizzas y ella sonrió aún más. Si había algo que le encantaba a Jessie eran los chicos, pasaba por la típica etapa de las hormonas alborotadas. —Ok. Serían once dólares. —Pidió el con una sonrisa. Elsa apareció por de tras llamando la atención del muchacho, pues aún no se quitaba aquel vestido que le quedaba increíble. Jessie la miraba mal.

—¡Hiro!—Exclamó ella, y el joven sonrió de lado. —¿Aún en este trabajo?—Aventuró Elsa mientras buscaba dinero en su bolso.

—Solo sera un mes más. —Se encogió de hombros el chico. —Te mencioné que iré a la universidad de Chicago.

—¡Felicidades!—Exclamó Elsa, para luego abrazarlo. Jessie rodó los ojos molesta y se dirigió a dentro con las pizzas.

—¿Quieren hacer algo divertido?—Les pregunto la rubia a sus pequeños hermanos. Ellos asistieron divertidos.

—Bien, este es el plan....

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