Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Ocho

Elsa abrió la puerta de su departamento, el alivio que sintió al llegar le causó un suspiro enorme y bien profundo de alivio. Estaba verdaderamente agotada. Tras de ella Jessie, Alex y la pequeña Ross entraron corriendo.

Elsa gimió con fastidio y arrastrando los pies se dirigió hasta su suave y adorado sofá de color crema. Pero el placer no duro mucho, porque apenas su cabeza toco los almohadones celestes, Ross le salto encima con una preciosa sonrisa de diversión en su aniñado rostro.

—Papá llamo, Elsa. ¡Lo hizo, lo hizo! —las palabras de Ross la hicieron saltar y su boca se abrió en una "o" perfecta. Ya se imaginaba lo que Jack estaba pensando de ella, pero número uno; Ella tenía responsabilidades, y número dos; nunca había tenido que cuidar de alguien que no fuera ella misma.

Se apretó el puente de la nariz con los dedos y resoplo sin mirar a Ross. Ross hizo una mueca y bajo de su regazo más veloz que un rayo de luz.

—¡Dios!, debe pensar que soy una irresponsable...

—¿Y qué si lo piensa? —la interrumpió Jessie, con un aire extrañamente calmado, desde la barra de la cocina —. Digo, el tampoco lo es, ¿no es así?

—Es verdad —la siguió Alex, el niño no apartó la mirada del suelo, parecía algo... Afligido, pero tampoco era algo que Elsa pudiera arreglar, ¿o sí? Pues si podía, ella no lo notaría —. Ni siquiera creo que le resulte relevante. Esta en Las Vegas, divirtiéndose como nunca.

Elsa se paso las manos por el rostro y se puso de pie. No sabía si aquellos niños estaban descongelando su lado emotivo o si era que su periodo estaba próximo a llegar, pero de repente se sentía mal por ellos. Porque eran niños solitarios y carentes de amor. Eso la confundía.

—Chicos... —sus labios se movieron sin su autorización y en un minuto ya tenía las miradas puestas en ella, pero recordó que ella no era la chica dulce que ofrece discursos motivaciónales, ni nada por el estilo —. Deberíamos ir hacer la comprar. No hay nada en la nevera.

Jessie rodó los ojos y se quitó el abrigo, lo dejo en la barra de la cocina y se sentó. Eso le dijo a Elsa que no iría con ella de ninguna forma. Elsa se paso la lengua por los labios y busco la mirada de Ross.

—¿Tú que me dices Ro?

Digo, que no estoy de humor para el pasillo de lácteos, ni de congelados, ni ningún otro. Pero haré el intento porque lo más seguro es que ocupes ayuda.

Elsa alzó levemente sus comisuras, Ross era un encanto de niña. No entendía que estaba mal con su madre, o con Jack, o en lo que había sido de sus vidas. Porque Elsa estaba segura de que si ella llegará a tener una hija como Ross, bueno, jamas la alejaría de su lado. Jamás.

Sacudió la cabeza y tomo su bolso del sofá. Alex corrió hasta el sofá y se acurrucó entre los almohadones. Dándole a entender que el tampoco tenía ganas de salir de casa. ¿Casa? No, corrección, del departamento en donde se hospedaban.

—Bien... Chicos, creo que esta más que claro que mi confianza en ustedes es nula, osea, cero.

—¿Qué? —sonrió Jessie con cinismo, Elsa rodó los ojos —. Hemos echo de todo por ganarla, ¿en que nos equivocamos?

—Muy graciosa, Jessie. Ahora es cuando agradezco que las ventanas no se abran, de cualquier forma dejare cerrado con llave. Es para prevenir.

—Esta bien —comento Alex desde el sofá, por un minuto Elsa lo encontró terriblemente adorable —. Realmente no tenemos ganas de nada, yo solo quiero dormir y una buena ración de galletas con dobles chispas de chocolate y una malteada de fresa con vainilla.

—Veré que puedo hacer por ti.

—Pero papá no nos deja comer eso...

—Ay, cierra la boca Ross —el tono de Jessie fue duro y Ross no puedo esconder un puchero. Elsa no pudo negar que sintió lastima y molestia, porque no veía el problema que tenían los mayores con la pequeña Ross, era dulce y pensaba que su padre era un superhombre, ¿podrían culpar la por eso?

—Hey, sin peleas. —Elsa tomo la mano de Ross de entre la suyas, Ross la tomo con fuerza y pareció aliviar aquel malestar en sus ojos. Elsa le sonrió, débilmente, pero igual lo hizo —Ven, Ross tenemos cosas que comprar.

—Esperen —musitó Jessie, de las bolsas de su abrigo saco un par de dólares y con timidez se acercó a Elsa, sin mucha prisa, pero si con vergüenza —. Necesito.... Yo, quiero. Es que...

—¡Oh, es ese momento del mes en el Jessie sangra!

—Maldición, cállate Ross —Alex río desde el sofá y Elsa hizo un esfuerzo sobrenatural para que la carcajada en su garganta no escapara —. Es que siempre tienes que llamar la atención.

Ross se escondió tras las piernas de Elsa y esta no pudo evitar dirigirle una mirada acusadora a la mayor. Vale, Ross no tenía porque dar detalles, pero Ross era una niña pequeña. Además, le había facilitado las cosas a Jessie.

Elsa no tomo los billetes, se echó la bolsa al hombre y le dio un guiño. Jessie bajo la mirada a penada y regreso a su lugar. Justo en ese momento Elsa recordó lo difícil que también fue para ella aceptar que todos los meses su período llegaría, acompañado de cólicos y cambios de humor. Entonces, comprendió esa parte.

✖ Elsa ✖

Tome un par de cajas de cereal con fibra, porque escuche por ahí que la fibra mejoraba la digestión. Un galón de leche, porque la leche era necesaria en el apartamento. Yogurt de fresas y de manzana. Jugo también y un par de congelados.

Ross, frente a mi, no paraba de cantar una canción bastante pegadiza. Yo empujaba el carrito y ella balanceaba sus pies con una inusual emoción. Eso me derritió.

—Vamos a ver... —Murmuré mientras miraba en los estantes de tés.

—Elsa —llamo Ross, mi mirada se posó en ella rápidamente —. No quiero sonar como una molestia, pero a nosotros no nos gusta el té.

—¿De ningún tipo? —cuestionó rascando mi barbilla. Ella hace una mueca y niega con determinación.

—De ningún tipo —afirmó —. Pero nos gusta el helado, los bizcochos rellenos, el pescado frito y los macarrones con queso.

Me cruzó de hombros y la miro alzando una de mis cejas.

—¡Vaya!, en mi nevera nunca he tenido helado de ningún tipo o pescado frito, jamás he comprado bizcochos rellenos, y no sé preparar macarrones con queso.

—¡Vaya, Elsa!

Esta vez reí, de todas formas no podía impedirlo, y arrastre el carrito hasta el pasillo de golosinas. Estando ahí, compre un paquete de galletas con chispas de chocolate y otro paquete de bizcochos rellenos de crema pastelera. También compre palomitas de maíz para el microondas. Y pensé que en mi casa nunca había tenido tantas calorías, ni siquiera cuando llegaban mis sobrinos.

—¿Eso esta mejor?

—Mucho mejor, Elsa. Estos son mis favoritos. Te lo juro.

—Ya lo creo, Ro.

¡Oh, no! Ahí estaba otra vez ese diminutivo cariñoso. Esos diminutivos que usas con alguien porque quieres hacer de su nombre algo más especial y algo más íntimo. Pero, eso no.... No quiero hacer de Ross un nombre especial o íntimo, no quiero nada.

—¿Podemos llevar helado? Solo un poco. De vainilla o de cookies and cream... ¿Sí?

—No, Ross —fue lo primero que salió de mi boca. Y me alegro de que fuera eso, no podía darles confianza. No podía porque ellos eran niños, niños mimados y vengativos, y yo no soportaba a los niños —. Con lo que llevamos es más que suficiente.

—Sí, pero el helado es perfecto. Te hace sentir mejor cuando te sientes triste, su sabor dulce se lleva lo amargo de tú día. Además es divertido.

Mentiría si dijera que no lo pensé, porque vaya que lo hice, pero me negué al final. Porque un par de ojos enormes, azules y suplicantes no me iban a convencer. Tenemos límites y debemos respetarlos. Yo no seré su amiga y ellos no serán mi consuelo. Eso no pasará.

Él último pasillo que visitamos fue el de higiene y salud. Ahí tome un paquete de tampones, unos hisopos y un desodorante. Lo que llevo siempre, porque es lo que necesito. Es lo que necesita una soltera, sin hijos, ni gato, ni pero...

Jessie & Alex

Alex se había quedado dormido en el sofá. Jessie conocía esa costumbre de su hermano, el dormir en las tardes era un hábito. Llegaba de la escuela y lo primero que hacía era subir a su cuarto y tomar una siesta de hasta 3 horas. Eso le recordaba a su madre, porque ella era tan perezosa como él.

Sin embargo, Jessie no tenía ganas de ver a su hermano dormir la siesta y no estaba tan cansada para tomar una. Entonces se paso por el departamento, husmeando por el lugar.

En el cuarto de Elsa no encontró mucho. Solamente mucha ropa, fotos de ella con sus amigas y con un par de gemelos... Eso le extraño. Creía que ella y sus hermanos eran los primeros infantes que pasaban por la vida de Elsa.

Luego reviso sus cajones. Habían muchas más cosas ahí, un collar de color azul con iniciales EyA  y muchas más fotos en una caja. Una idea brillante se le vino a la mente, y no sé lo pensó no dos veces para llevarla a cabo. Le gustaba hacer a Elsa rabiar, hacerla rabiar como nunca.

Tomo el collar de entre sus cosas y reacomodo todo. Cerro el cajón y salió de la habitación. Se aseguró de que Alex aún estuviera dormido y por fin escondió el collar en su abrigo. Al otro día llevaría a cabo su plan. Y conseguiría matar dos pájaros de un tiro.

Después de todo era solo una joya, seguramente otro enamorado tonto e ingenuo le podía regalar más.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro