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"A veces, el amor no se mide en caricias ni en promesas, sino en las tensiones que ambos corazones intentan soportar sin quebrarse."

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Al día siguiente, Carrie aún dormía profundamente en su cuna, su respiración suave y tranquila. Robby, decidido a enseñarle a Isabella algo que él sentía importante, no dudó en insistir en que le mostrara un poco de defensa personal, aunque ella no estaba completamente segura de si era necesario. Al final, decidió ceder, confiando en que Robby lo hacía con buenas intenciones y con suavidad.

Se encontraban en el rincón de la casa donde habían improvisado un pequeño espacio de entrenamiento, cubierto con una alfombra gruesa. Algunas pesas y una bolsa de boxeo se encontraban en los rincones, dejando claro que este era un lugar donde Robby pasaba tiempo entrenando, incluso mientras esperaba momentos para hacerlo con Isabella.

Él se mantenía firme, guiándola suavemente a través de varios movimientos, corrigiéndola, y mostrándole cómo mejorar su concentración. Aunque a Isabella le costaba entender el ritmo de lo que intentaba hacer, algo en la paciencia de Robby la relajaba y lograba que siguiera.

Al principio, Robby se la tomó con calma, pero cuando vio que ella comenzaba a dominar uno de los movimientos, le pidió que intentara realizarlo de forma más efectiva. Sin embargo, al ejecutarlo, él la derribó con un giro rápido.

-Tienes que concentrarte más, Isabella-, le dijo, dándole espacio para levantarse. Ella le miró con una mezcla de frustración y diversión, incapaz de evitar una sonrisa al mismo tiempo.

Robby sonrió también, luego la miró con un brillo juguetón en los ojos y, antes de que pudiera decir algo más, Isabella se acercó y, con una rapidez inesperada, le robó un beso. Robby se detuvo en seco, sorprendido por su valentía, y se quedó mirándola por un instante.

El beso breve hizo que él bajara la guardia por un momento, pero rápidamente, Isabella cambió de posición y lo inmovilizó con habilidad, usando su peso a su favor. -¡Gane! dijo, sonriendo de manera triunfante, mientras su tono se tornaba juguetón.

Robby la miró, sus ojos llenos de admiración pero también un tanto desconcertado por la agilidad de Isabella. Antes de poder reaccionar, ella sonrió con complicidad, y Robby, con una risa baja, comenzó a hacerle cosquillas en los costados. Isabella soltó una risa inesperada, dándose cuenta de que, por más que intentara, Robby siempre sería más rápido.

-¡No es justo!- gritó entre carcajadas, moviéndose un poco para tratar de alejarse de sus manos, pero Robby la mantenía firmemente en su lugar mientras continuaba con las cosquillas.

-Lo siento, es parte del entrenamiento-, dijo él, riendo, disfrutando del momento a pesar de lo agotados que se sentían.

La risa de ambos llenaba la habitación, y, por un momento, no importaba nada más que ellos dos. Finalmente, la situación se calmó cuando Isabella, agotada por reír, dejó que Robby la soltara, mirándolo entre sonrisas.

-¿Te sientes como una experta ahora?- le preguntó, mientras él la ayudaba a levantarse.

-Tal vez no una experta, pero definitivamente ganadora-, respondió Isabella, lanzándole una mirada de victoria mientras se acomodaba el cabello, ahora despeinado de la pequeña lucha juguetona.

Días después, Isabella paseaba con Carrie dormida en su carrito mientras hacía algunas compras en el centro comercial. Todo transcurría tranquilo hasta que una visiblemente molesta Samantha LaRusso se le acercó directamente, cortándole el paso.

-¿Cómo puedes andar tan tranquila como si nada, Isabella?- soltó Sam, cruzándose de brazos.

Isabella la miró confundida. -¿Perdón? ¿De qué estás hablando ahora?

-Sabes perfectamente a qué me refiero-, insistió Sam, su tono cargado de acusación. -¿Qué clase de persona puede justificar lo que Robby y los de Cobra Kai hicieron? ¡Le cortaron el cabello a Halcón! Eso es una bajeza.

El desconcierto en Isabella era evidente. Frunció el ceño, tratando de entender a dónde iba Samantha con aquello. -No tengo idea de qué hablas.

Sam bufó con exasperación. -Es que no puedo creerlo. Desde que estás con Robby, parece que avalas todas sus idioteces. Eres cómplice, Isabella. Antes tenías más decencia.

El último comentario encendió algo en Isabella. Se enderezó, mirando directamente a Sam con calma, aunque sus ojos brillaban de indignación.

-No sé qué idea tienes sobre Robby ni sobre mí, pero quiero que sepas algo: no voy a quedarme callada mientras lo insultas.

Sam cruzó los brazos, retándola. -Es la verdad. Él es problemático y tú ahora eres igual que él. Está arrastrándote a su nivel.

-No hables de lo que no sabes-, contestó Isabella con firmeza. -Robby no me arrastra a ningún lado. ¿Por qué crees que siempre es el villano? Porque es fácil juzgarlo, ¿verdad? Nunca te detuviste a pensar que quizás tiene razones para lo que hace.

-¿Razones? Por favor. No es más que un chico perdido.

Isabella apretó la mandíbula, pero mantuvo su postura. -Es mucho más de lo que tú te imaginas, Samantha. Al menos él no abandona a los que ama.

El comentario hizo que Sam la mirara con incredulidad, pero antes de que pudiera decir algo, Isabella continuó:

-¿Sabes cuándo cambié realmente? Tal vez cuando Alexander me llevó a la fuerza y tú no hiciste absolutamente nada para ayudar. Me viste sufrir, y ni siquiera lo intentaste.

Sam bajó la mirada, visiblemente incómoda. -Yo... no sabía qué hacer...

-Ya no importa", interrumpió Isabella, respirando profundamente. -Pero no vuelvas a insultar a mi familia, ¿queda claro? Si tienes un problema con Robby, enfréntalo tú. Yo no voy a permitir que lo desacredites frente a mí otra vez.

Sin esperar respuesta, Isabella retomó el carrito de Carrie y se alejó de Sam, su corazón acelerado pero lleno de orgullo. Aunque sabía que tendría que hablar sobre esto con Robby más tarde, lo único que le importaba en ese momento era haber defendido a quienes amaba.

Isabella regresó a casa después del tenso encuentro con Samantha, llevando a Carrie dormida en sus brazos. Apenas cruzó la puerta, notó la expresión seria de Robby. Algo no estaba bien.

-Robby, necesito preguntarte algo,- comenzó, pero él levantó una mano para interrumpirla

-Antes de eso... ¿desde cuándo hablas con Alexander?- preguntó él, con un tono más cortante de lo habitual.

Isabella parpadeó, confundida. -¿Qué?

-Vino hace un rato. No lo dejé pasar,- respondió Robby, cruzándose de brazos. -Y quiero que sepas que no quiero a ese tipo cerca de esta casa, ni de ti, ni de Carrie.

Ella lo miró sorprendida y un poco molesta. -Robby, sé que tienes tus razones, pero no puedes simplemente decidir quién entra en mi vida. Alexander es mi hermano, después de todo.

-Es tu hermano, sí, pero también fue el que te arrastró a todo ese caos, ¿o no? Estoy haciendo lo mejor para ti, Isabella, para protegerte. No lo quiero cerca, punto.

-¿Lo mejor para mí?- Isabella dejó a Carrie cuidadosamente en su cuna, tratando de controlar su tono. -Sé que quieres protegerme, Robby, pero yo soy capaz de decidir qué es lo mejor para mí. No puedes controlarlo todo.

Robby frunció el ceño, pero no respondió de inmediato. Parecía debatirse entre su preocupación y su orgullo.

Intentando aliviar la tensión, Isabella agregó: -Hablando de decisiones... me encontré con Samantha hoy.

Eso captó su atención de inmediato. -¿Qué pasó con Sam?

Ella respiró hondo antes de contestar: -Estaba muy molesta. Dijo que tú y los de Cobra Kai le cortaron el cabello a Halcón.

Robby apartó la mirada, como si lo estuviera pensando. -Sam siempre tiene una versión de la historia que me pone como el culpable.

-Solo quería que me lo aclararas,- dijo Isabella, ya sintiendo que la conversación había llegado a un punto en el que ninguna de las dos partes iba a ceder.

Se hizo un silencio incómodo entre ellos hasta que Isabella se forzó a hablar con un tono más suave. -Voy a preparar la cena. ¿Puedes cuidar a Carrie mientras tanto?

Robby asintió, aceptando en silencio. Isabella le entregó cuidadosamente a Carrie y fue a la cocina. Mientras comenzaba a sacar ingredientes, intentaba tranquilizarse. Aunque amaba a Robby, no podía ignorar la sensación de que la tensión entre ellos estaba creciendo, y no estaba segura de cómo manejarlo.

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