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"El amor no siempre elimina los errores del pasado, pero es lo que nos da la fuerza para construir un mejor mañana."

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La luz del mediodía bañaba suavemente la sala mientras Isabella y Carrie estaban sentadas en el suelo, rodeadas de papel de regalo y cajas de cartón. En el centro de su atención, una caja recién abierta mostraba un pequeño conjunto de ropa para bebé, acompañado de un peluche suave y una tarjeta que aún descansaba sobre el papel de seda.

Isabella sostenía a Carrie en su regazo, sonriendo mientras le mostraba el peluche.

-Mira, Carrie, ¿te gusta? -preguntó con ternura, acercándoselo a la carita de la bebé, quien balbuceó suavemente mientras movía las manitas hacia el juguete.

De pronto, la puerta principal se abrió, y Robby entró al departamento con una bolsa de supermercado en la mano.

-¿Qué hacen aquí, tan calladitas? -preguntó Robby con una sonrisa, dejando las bolsas en la cocina y acercándose al salón. Sin embargo, su mirada se detuvo en la caja abierta y en los regalos que descansaban a su alrededor.

-Ah... nada, solo estábamos viendo algunas cosas nuevas para Carrie -respondió Isabella con rapidez, tratando de recoger la tarjeta antes de que él se acercara más.

Robby arqueó una ceja, caminando hacia ellas mientras señalaba la caja.

-¿Algunas cosas nuevas? ¿De dónde salieron? Pensé que habíamos dicho que no íbamos a comprar más ropa hasta que creciera un poco más.

Isabella tragó saliva, tratando de mantener la calma.

-Sí, lo sé... pero una amiga me envió esto como regalo. Ya sabes, para Carrie.

Robby asintió lentamente, sus ojos recorriendo los objetos antes de detenerse en la tarjeta que aún estaba semioculta entre los papeles.

-¿Una amiga, eh? -repitió, extendiendo la mano para tomar la tarjeta antes de que Isabella pudiera reaccionar.

Ella abrió la boca para decir algo, pero Robby ya había leído el nombre escrito en la parte superior de la nota: "Con amor, Johnny."

El ambiente en la sala cambió en un instante. La expresión de Robby pasó de la curiosidad al enojo contenido mientras apretaba la tarjeta en su mano.

-¿Johnny? -dijo, su tono lleno de incredulidad. Miró a Isabella, buscando alguna explicación-. ¿Mi padre?

Isabella intentó alcanzar su brazo, hablando rápido.

-Robby, espera. No es lo que piensas. Él solo quería...

Robby dio un paso atrás, su rostro tenso.

-¿Querías que lo escondiera, Isa? ¿Pensaste que no lo sabría?

-No quería que te molestara -dijo Isabella, su tono suplicante-. Solo quería... evitar problemas.

Robby la miró en silencio durante unos segundos que se sintieron eternos. Luego, sin decir otra palabra, dejó caer la tarjeta sobre la mesa y se dirigió a la puerta.

-Robby, espera, por favor -intentó Isabella, levantándose del suelo mientras Carrie dejaba escapar un pequeño balbuceo.

Pero él no se detuvo. Salió por la puerta, cerrándola detrás de él con más fuerza de la necesaria, dejando a Isabella y Carrie en un silencio lleno de incertidumbre.

Isabella se dejó caer de nuevo al suelo, con la mirada fija en la puerta. Sostuvo a Carrie contra su pecho, susurrándole suavemente:

-Todo va a estar bien, pequeña... todo va a estar bien.

El ruido de los nudillos de Robby golpeando la puerta del departamento de Johnny resonó en el pasillo vacío. Johnny, con una cerveza en mano, abrió la puerta, sorprendido al encontrar a su hijo ahí.

-¿Robby? ¿Qué haces aquí?

Robby entró sin pedir permiso, su postura rígida y su rostro cargado de enojo.

-Tenemos que hablar.

Johnny cerró la puerta detrás de él, algo confundido, mientras dejaba la cerveza sobre la mesa.

-¿Qué pasó ahora? -preguntó con cautela.

Robby lo miró directamente, sin rodeos.

-Quiero que te alejes de mi familia.

Johnny parpadeó, incrédulo.

-¿De tu familia? ¿De qué estás hablando?

Robby dio un paso más hacia él, su voz fría pero firme.

-Me enteré de los regalos que le estás mandando a Carrie. Estás haciendo esto a escondidas, detrás de mi espalda. Te dije que no quería que estuvieras cerca.

Johnny levantó las manos en señal de defensa.

-Es mi nieta, Robby. Solo quería... no sé, hacer algo por ella. ¿Es tan malo?

-¿Tan malo? -Robby rió sarcásticamente antes de mirarlo con seriedad-. Nunca has estado para mí, ¿y ahora quieres aparecer como el abuelo perfecto? No lo necesito y Carrie tampoco.

Johnny apretó la mandíbula, claramente herido por las palabras.

-Oye, estoy tratando de arreglar las cosas. No fue fácil para mí...

-No estamos hablando de ti -lo interrumpió Robby-. Esto es por mi familia. Yo sé lo que es mejor para ellas, y tú no eres parte de eso.

El ambiente se tensó. Johnny cruzó los brazos y exhaló profundamente antes de hablar.

-¿Eso es todo lo que viniste a decirme?

Robby negó con la cabeza, su expresión endureciéndose aún más.

-No. También quiero hablar de Halcón y los chicos de tu dojo.

Johnny alzó una ceja.

-¿Qué pasa con ellos?

-Han estado intimidando a un chico -Robby se inclinó hacia él-. Si eso no se detiene ahora, habrá consecuencias.

Johnny frunció el ceño.

-¿Consecuencias?

Robby no retrocedió.

-No me importa lo que pienses. Yo sé cómo arreglar las cosas.

Johnny suspiró y se pasó una mano por el cabello, frustrado.

-Lo que te enseña Cobra Kai no eres tu, y quiero estar cerca de mí nieta, no puedes prohibirlo.

-Yo sé lo que estoy haciendo con mi familia-dijo, su tono bajo y peligroso-. Y no necesito que metas a mi hija en tu mundo de caos.

Johnny intentó decir algo más, pero Robby levantó una mano para detenerlo.

-No voy a discutir contigo. Ya te lo dije, quiero que te mantengas lejos.

Se dio la vuelta, abriendo la puerta antes de detenerse para lanzar una última mirada a Johnny.

-Y detén lo de Halcón. Es tu problema, arréglalo.

Con esas palabras, Robby salió del departamento, dejando a Johnny con una mezcla de frustración y tristeza. La puerta se cerró con fuerza, resonando como un eco de las decisiones y los conflictos que todavía los separaban.

Isabella estaba sentada en el sofá, balanceando suavemente a Carrie en sus brazos mientras la bebé emitía suaves suspiros. A pesar de la calma de la noche, los pensamientos de lo ocurrido con Johnny aún rondaban su mente. La puerta principal se abrió lentamente, y Robby apareció en el umbral, su rostro reflejando una mezcla de arrepentimiento y cansancio.

-¿Puedo hablar contigo? -preguntó Robby mientras cerraba la puerta detrás de él.

Isabella lo miró brevemente antes de volver su atención a Carrie.

-Si es para otra discusión, no quiero hacerlo ahora.

-No, no -respondió Robby rápidamente, levantando las manos en señal de tregua-. Solo quiero disculparme.

Isabella arqueó una ceja, intrigada pero aún cautelosa. Robby se acercó y se sentó a su lado en el sofá, manteniendo una distancia respetuosa mientras miraba a Carrie.

-Me equivoqué hoy. Reaccioné de forma exagerada y no te escuché.

Isabella suspiró, acariciando suavemente la cabecita de Carrie.

-Robby, no era mi intención ocultarte lo de los regalos. Simplemente pensé que sería más fácil evitar cualquier conflicto si no lo sabías.

Robby asintió lentamente, sus ojos enfocándose en Isabella.

-Lo entiendo, y creo que eso fue lo que me molestó más. No deberías sentir que necesitas esconder cosas de mí, especialmente cuando se trata de Carrie.

Hubo un momento de silencio, roto solo por los suaves sonidos de la respiración de la bebé.

-Es solo que... estoy tratando de protegerlas a ustedes dos, ¿sabes? -continuó Robby, su tono lleno de sinceridad-. Sé cómo puede ser Johnny, y no quiero que eso afecte nuestras vidas.

Isabella lo miró a los ojos, notando la vulnerabilidad en su mirada.

-Lo sé, Robby. Pero él es su abuelo, y aunque no confíes en él, no significa que no pueda tratar de ser mejor por ella.

Robby dejó escapar un suspiro, asintiendo nuevamente.

-Lo sé, y estoy tratando de verlo desde tu punto de vista. Pero todavía siento que necesito mantener esa distancia. Por ahora.

Isabella inclinó la cabeza, evaluando sus palabras antes de responder.

-Solo quiero que entiendas que estoy de tu lado, Robby. Siempre.

Él sonrió levemente, sintiéndose reconfortado por sus palabras. Con cuidado, extendió los brazos hacia Carrie.

-¿Puedo?

Isabella sonrió y le pasó a la bebé. Robby la sostuvo con ternura, mirándola con una mezcla de amor y determinación.

-Voy a hacerlo mejor -prometió, mirando primero a Isabella y luego a Carrie-. Por ustedes dos.

Isabella le acarició suavemente el hombro, inclinándose para besarle la mejilla.

-Eso es todo lo que necesito oír.

La familia permaneció unida en el silencio, dejando atrás la tensión y construyendo un puente hacia un futuro más fuerte.

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