018
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A veces, incluso en medio del caos, se encuentran momentos que hacen que todo valga la pena."
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Isabella estaba sentada en el porche trasero de la casa de los LaRusso, con los brazos en sus piernas y la mirada perdida en el horizonte. Todo lo que había pasado con sus padres la tenía en un estado constante de ansiedad. Aún cuando Robby intentaba distraerla, las sombras de su pasado no dejaban de perseguirla.
Robby apareció en el marco de la puerta, sosteniendo dos vasos de limonada. Al verla, sonrió con suavidad y caminó hacia ella.
-¿Por qué tan pensativa? -preguntó, ofreciéndole uno de los vasos.
Isabella aceptó con una leve sonrisa y dio un pequeño sorbo antes de responder:
-Solo estoy... pensando en todo. En mis padres, en el juicio, en el bebé... Es mucho, Robby.
Él se sentó junto a ella y dejó su vaso a un lado.
-Lo sé. Pero no tienes que llevar esa carga sola. Estamos juntos en esto, ¿recuerdas? -dijo, tomando una de sus manos-. Además, ¿qué te parece si tomamos un descanso?
Ella levantó la vista, mirándolo con curiosidad.
-¿Un descanso?
-Sí, una cita. Hay una pista de patinaje no muy lejos. Podríamos ir y divertirnos un rato. Hacer algo que no tenga nada que ver con abogados, padres manipuladores o juicios.
Isabella vaciló, mordiéndose el labio.
-No sé, Robby. Con todo lo que está pasando... ¿Y si ellos intentan algo? ¿Y si aprovechan para complicarlo aún más?
Robby tomó su mano con más fuerza, transmitiéndole una confianza que a ella le costaba encontrar.
-Escucha, Isabella. Ellos ya no tienen el control sobre ti. Estás aquí, rodeada de personas que te apoyan y que no dejarán que te hagan daño. No importa lo que intenten, siempre estarás protegida. Yo te protegeré.
Ella lo miró a los ojos, dudando por un momento, antes de soltar un suspiro.
-Está bien -aceptó con una pequeña sonrisa-. Pero si algo sale mal, será culpa tuya.
Robby rió, poniéndose de pie y ofreciéndole la mano para que se levantara.
-Confía en mí, no lo lamentarás.
Mientras Isabella lo tomaba de la mano, por primera vez en días sintió que quizás un momento de felicidad era posible a pesar de todo lo que enfrentaba.
La pista de patinaje estaba llena de luces brillantes y un ambiente festivo con música ochentera resonando por los altavoces. Isabella, vestida con un atuendo temático que combinaba tonos vibrantes, miraba a su alrededor con curiosidad y algo de nerviosismo. Robby, sonriendo confiado en su disfraz inspirado en Pretty in Pink, le dio un guiño antes de hablar.
-Voy por los patines. Quédate aquí, ¿sí? -le dijo, inclinándose un poco hacia ella.
Isabella asintió, viendo cómo desaparecía entre la multitud. Todavía tratando de procesar el ambiente, decidió buscar algo de beber y caminó hacia el mostrador.
-¿Tory? -preguntó, sorprendida al reconocer a la chica trabajando detrás de la barra.
Tory alzó la mirada y le devolvió una sonrisa al instante.
-¡Isabella! Qué gusto verte. ¿Qué haces aquí?
-Es una... cita.
Tory sonrió de verdad esta vez y se inclinó ligeramente hacia la barra.
-No te veo como alguien que diga que sí fácilmente a una cita. Parece que esa persona sabe cómo convencer.
Isabella rió con nerviosismo.
-Algo así... Y, bueno, ¿tú? No sabía que trabajabas aquí.
Tory hizo un gesto hacia su ropa.
-Trabajo aquí un par de días a la semana. Ya sabes, ganar algo extra. Y se pone interesante en noches como esta.
Las dos rieron y empezaron a charlar de forma natural, recordando el momento en que Tory le había prestado su teléfono cuando Isabella necesitaba escapar y esperar a Robby. Isabella realmente apreciaba el gesto, y eso las había conectado un poco.
Mientras hablaban, Isabella no notó que Robby ya estaba regresando con los patines. Él llegó justo a tiempo para escuchar la risa de ambas, pero cuando sus ojos se encontraron con Tory, el ambiente cambió inmediatamente.
La sonrisa de Robby se desvaneció y su mandíbula se apretó casi imperceptiblemente. Tory, notando su presencia, lo miró con expresión neutral, aunque sus ojos tenían un destello de incomodidad.
-Robby -dijo Tory, cruzándose de brazos con aire despreocupado.
-Tory -respondió él, apenas.
Isabella, ahora sí, percibió la tensión entre ellos.
-¿Se conocen? -preguntó, mirando entre ambos con curiosidad.
-Sí, de... antes -respondió Tory, evitando los detalles y quitándole peso con un gesto de la mano-. Drama entre dojos y todo eso.
-Algo así -murmuró Robby mientras le pasaba los patines a Isabella, sin quitarle los ojos de encima a Tory.
Tory se encogió de hombros, ignorando la evidente incomodidad de Robby, y volvió su atención a Isabella con una sonrisa amistosa.
-Bueno, diviértete en tu cita. Y no dejes que este aguafiestas arruine el momento.
Isabella rió un poco, mientras Robby exhalaba con impaciencia.
-Gracias, Tory -respondió Isabella mientras tomaba las bebidas que Tory le había preparado-. Fue bueno verte.
Tory asintió, esbozando una sonrisa genuina, aunque lanzó una mirada rápida a Robby, quien apartó la vista con un ligero movimiento de frustración.
Cuando finalmente se alejaron hacia la pista, Isabella no pudo contener su curiosidad.
-¿Por qué parece que no te llevas bien con Tory?
Robby suspiró mientras colocaba los patines en una de las bancas.
-Digamos que no tenemos los mejores recuerdos el uno del otro. Ella estaba en Cobra Kai; yo, en Miyagi-Do. Ya sabes, esas cosas no siempre terminan bien.
-Curioso... -murmuró Isabella, mirando de nuevo hacia Tory a la distancia antes de volver a enfocarse en Robby-. Bueno, mientras no haya problema esta noche, quiero divertirme.
Robby asintió con una pequeña sonrisa, dejando a un lado la tensión por el momento y ayudándola a ponerse los patines.
Robby, siempre atento, extendió una mano para ayudar a Isabella a incorporarse después de atarse los patines. Su expresión era una mezcla de nerviosismo y genuina preocupación mientras ambos se dirigían hacia la pista.
-¿Estás segura de que quieres hacer esto? -preguntó, su tono más serio de lo habitual-. No quiero que te pase nada... ni a la bebé.
Isabella lo miró, sorprendida por su preocupación, pero una sonrisa tranquila apareció en su rostro.
-Robby, he patinado desde niña. Mi abuelo me llevaba a pistas como esta todo el tiempo. Estaré bien.
Él la miró con escepticismo, como si estuviera evaluando su respuesta. Finalmente suspiró y sonrió un poco.
-De acuerdo, pero te advierto que estaré justo aquí. Si sientes que pierdes el equilibrio, me avisas.
-¿Te preocupas demasiado, verdad? -preguntó ella en tono juguetón, dándole un leve empujón con el hombro mientras entraban a la pista.
La música ochentera creaba el ambiente perfecto, y pronto ambos estaban deslizándose por el piso con movimientos fluidos. Isabella se reía ligeramente mientras ganaba confianza, y Robby no podía evitar sonreír al verla tan feliz.
En un momento, Robby extendió una mano hacia ella.
-Ven, ¿confías en mí?
Isabella arqueó una ceja pero aceptó, colocando su mano en la de él. Robby la llevó al centro de la pista, lejos del tráfico principal, y giró para mirarla a los ojos.
-Tienes razón, eres buena en esto. Pero... no me culpes si estoy un poco paranoico.
Ella sonrió, enternecida por su sinceridad.
-Es dulce que te preocupes tanto. Pero Robby, estoy aquí contigo. Y la bebé también está bien. No te agobies.
Él le dio una sonrisa cálida antes de jalarla ligeramente hacia él, asegurándose de no soltar su mano.
-Entonces, vamos a disfrutarlo, ¿sí?
Se deslizaron juntos por la pista, sincronizando sus movimientos mientras la música cambiaba a una balada ochentera. Robby aprovechó el momento, girándola suavemente como si estuvieran bailando sobre el hielo.
-¿Siempre eres así de encantador? -preguntó Isabella, riendo mientras se dejaba llevar.
-Solo con las chicas especiales -respondió Robby con una sonrisa que hizo que su corazón diera un pequeño brinco.
Ella lo miró, y por un instante el mundo alrededor pareció desvanecerse, dejando solo a ellos dos bajo las luces brillantes de la pista.
-Gracias -dijo Isabella suavemente, rompiendo el momento con una sinceridad que sorprendió a Robby-. Por todo.
Robby le apretó la mano con un leve asentimiento.
-Siempre estaré aquí para ti, Isabella. Lo prometo.
Y en ese momento, mientras patinaban juntos, todo el caos de sus vidas pareció quedar en pausa, aunque solo fuera por unos minutos.
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