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"A veces, la vida nos enfrenta a decisiones que no estamos preparados para tomar, pero es en esos momentos cuando descubrimos quiénes somos realmente."

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Isabella nunca había imaginado que un día se encontraría en una situación como esta. Sentada en el sofá de la casa de Lara, las luces tenues de la sala la rodeaban, creando un ambiente de calma que contrastaba con la tormenta interna que estaba atravesando. Las manos de Isabella se entrelazaban con nerviosismo mientras intentaba procesar la idea que le había dado vueltas durante los últimos días: algo no estaba bien.

Lara había sido la primera en notarlo. Durante toda la semana, Isabella había estado evitando las comidas, sintiéndose débil, cansada y sobre todo, extrañamente mareada. Las náuseas se habían convertido en su sombra constante, y la fatiga le había dificultado incluso levantarse de la cama. Al principio, intentó ignorarlo. Después de todo, siempre había sido sensible a cambios hormonales, y las tensiones de la vida universitaria a veces podían jugarle malas pasadas. Pero lo que Lara había dicho esa mañana resonaba en su mente una y otra vez.

"Isabella, creo que deberías hacer una prueba de embarazo."

La voz de Lara había sido suave, pero firme, como si supiera algo que Isabella aún no estaba dispuesta a admitir. Isabella no quería creerlo, no aún. No estaba lista para afrontar algo tan grande.

Había pasado semanas desde la fiesta. ¿Cuánto tiempo había pasado? Tal vez un mes. Una noche de alcohol, risas y cuerpos entrelazados, un momento fugaz con Robby, un chico que ni siquiera conocía bien. Había sido una noche sin promesas, sin compromisos. Entonces, ¿cómo era posible que ahora estuviera aquí, sentada en el sofá de Lara, preguntándose si realmente estaba embarazada?

Lara, que la había conocido desde pequeña, la miraba con una mezcla de comprensión y preocupación. Sabía que su amiga no se sentía preparada para algo tan serio, pero también sabía que Isabella necesitaba enfrentarlo. No podía seguir ignorando las señales.

Isabella respiró hondo, tratando de calmar sus pensamientos. Necesitaba respuestas. Necesitaba saber si estaba viviendo una pesadilla o si, en realidad, su vida estaba a punto de cambiar para siempre.

-Voy a hacerlo-dijo Isabella finalmente, con voz débil, como si ella misma no estuviera segura de si lo decía en serio. Lara asintió y la miró con cariño.

-Te apoyo, Isabella. Cualquiera que sea el resultado, estaré aquí para ti.

Isabella se levantó, caminando hacia el baño de la casa de Lara. El pequeño pasillo que conducía al baño parecía interminable. Sus pasos resonaban en sus oídos mientras se dirigía hacia lo que podría ser el momento que cambiaría su vida. Cuando llegó al baño, se quedó mirando el pequeño paquete en sus manos. Un test de embarazo. Nada más, nada menos.

Lo sostuvo entre sus dedos, como si temiera que pudiera quebrarse o desaparecer en sus manos. Miró su reflejo en el espejo. Su piel se veía pálida, su mirada distante. En sus ojos brillaba una incertidumbre que nunca antes había experimentado. Sabía que, si la prueba daba positivo, las cosas serían diferentes. Su vida tomaría un rumbo que ella misma no sabía si quería seguir.

Con manos temblorosas, abrió el paquete y sacó el test. Siguió las instrucciones con cuidado, aunque sabía que su mente estaba nublada por el miedo. El proceso parecía tomar una eternidad, y cuando finalmente colocó el test en el lavabo y esperó, el tiempo se alargó aún más. El sonido de su respiración era lo único que podía oír. Su mente se llenaba de preguntas sin respuestas.

"¿Qué voy a hacer si realmente estoy embarazada?", pensó. "¿Cómo le voy a decir a Robby? ¿A mi familia? ¿A Lara?"

Las líneas del test comenzaron a aparecer lentamente, pero aún así, Isabella no se atrevió a mirarlas. Temía lo que pudiera ver. Sin embargo, su cuerpo pareció reaccionar antes que su mente. Se acercó al test y vio lo que tanto había temido: dos líneas rosadas, claras e inconfundibles. Estaba embarazada.

La sensación de shock la golpeó como una ola, y por un momento, Isabella sintió que las piernas le fallaban. Se apoyó en el lavabo, mirando el test como si no pudiera creerlo. Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos, pero ella las contuvo, respirando hondo.

-Esto no puede ser real-, murmuró para sí misma, tratando de entender lo que estaba viendo. -Esto no puede ser.

Se quedó en silencio unos minutos más, mirando el test, sintiendo la presión de la realidad golpearla con fuerza. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué significaba esto para ella? Sabía que tenía que enfrentar la verdad, aunque no estaba lista.

Con las manos aún temblorosas, salió del baño y se dirigió de nuevo al salón, donde Lara la esperaba. Cuando Isabella entró, Lara la miró directamente a los ojos, como si ya supiera la respuesta.

-¿Es positivo?-, preguntó Lara suavemente, su voz tranquila pero llena de apoyo.

Isabella asintió lentamente, sintiendo que su mundo se derrumbaba un poco más.

-Sí-, susurró. -Estoy embarazada.

Lara no dijo nada al principio. Simplemente se levantó y la abrazó, envolviéndola en un gesto lleno de consuelo. Isabella no podía evitar sentirse abrumada. Las lágrimas comenzaron a caer, pero esta vez, no las contuvo. Finalmente, se permitió sentir todo lo que había estado reprimiendo.

-Lo siento, Lara-sollozó, su voz quebrada. -No sé qué hacer.

-Todo va a estar bien, Isabella-, respondió Lara, acariciando su espalda. -Lo resolveremos juntas. No estás sola.

Pero, aunque las palabras de Lara eran reconfortantes, Isabella no podía dejar de pensar en Robby. El chico con el que había compartido una noche sin compromisos, sin saber lo que venía. ¿Cómo iba a reaccionar él? ¿Sería capaz de asumir la responsabilidad de ser padre?

-¿Y Robby?- preguntó Isabella, sin levantar la vista. "¿Cómo le voy a contar esto?"

Lara la miró con comprensión.

-Lo enfrentarán juntos, lo sé. Pero lo primero es que tienes que estar bien contigo misma. El resto vendrá después.

Isabella se permitió un respiro, sabiendo que tenía mucho que hacer, muchas decisiones que tomar. Pero por el momento, lo único que podía hacer era afrontar la realidad, paso a paso. Y, al menos por ahora, Lara estaba allí para ella.

Esa noche, después de una cena algo silenciosa con Juliana, Isabella se recostó en su cama, absorta en sus pensamientos. El peso del día había sido más grande de lo que había imaginado. El resultado de la prueba, las náuseas que no se iban, y el peso de un futuro incierto la tenían atrapada. Pero lo que más la atormentaba era la falta de respuestas.

De repente, su teléfono vibró, rompiendo el silencio de la habitación. Era un mensaje de Lara.

"Isabella, sé que estás pasando por un momento complicado, pero creo que debes saber esto. Si alguna vez decides hablar con Robby, aquí tienes su número y dirección. No quiero que lo hagas por obligación, pero creo que es importante que tomes una decisión cuando te sientas lista. No es algo que te imponga, solo quiero que sepas que tiene derecho a saber."

Isabella miró la pantalla, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que Lara había conocido a Robby por un tiempo, pero nunca le había mencionado que ella tenía sus datos. Lara siempre había sido muy protectora con ella, y, a pesar de todo, no quería presionarla.

No estaba segura de qué hacer con la información. Su mente ya estaba hecha un caos con tantas dudas y pensamientos. No quería que Robby se enterara tan pronto, pero al mismo tiempo sentía que el momento llegaría inevitablemente. Tenía miedo de lo que podría pensar él, de cómo las cosas cambiarían.

Decidió que no era el momento de tomar decisiones importantes. Todavía no. Podía esperar, pero, al menos, ya tenía la información que necesitaba si decidía hablar con él.

Guardó el teléfono y dejó que las sombras de la noche la rodearan. Tenía tantas preguntas, pero la respuesta parecía estar más allá de su alcance. Lo único que sabía con certeza era que nada sería igual después de esto.

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