09 - Vodka Not That Straight
Luego de dos días de conciertos seguidos en Italia, hoy al fin tocaba un día libre para poder recorrer las calles de Milán. No era que no me gustara mi trabajo ni mucho menos, al contrario. Es sólo que todo parecía moverse tan rápido que no te dejaba pensar, y a veces era necesario pensar en otra cosa o incluso en mí misma.
Había decidido ir con Kim a un bar hoy en la noche, y era claro que la propuesta había sido su idea. Por mala suerte Oliver no podía acompañarnos, ya que le había tocado el primer vuelo de las seis de la mañana, mientras que a nosotras nos habían dado el de mediodía.
Me encontraba frente al espejo del baño terminando de aplicar brillo labial y luego refregué mis labios como siempre hacía. Eché un último vistazo en el espejo a mi atuendo. Había decidido ponerme una camisa blanca que había metido dentro del pantalón negro de tiro alto, con unas botas negras de charol en mis pies, que eran lo bastante altas como para hacerme alcanzar el metro setenta. Acomode mi cabello con ondas recién hechas sobre mis hombros y salí del baño.
Tomé mi bolso negro y mi tapado del mismo color, y me lo puse antes de abandonar mi habitación. Bajé hasta la entrada del hotel unos minutos antes de las once de la noche, hora en la cual habíamos acordado con Kim para encontrarnos aquí. No tuve que esperar demasiado, cuando ella pronto apareció en un vestido corto y ajustado de color negro, un tapado largo color mostaza y unos tacones del mismo color que su vestido.
—No sabía que debía vestirme como para salir de fiesta —dije cuando estuvo frente a mí, mientras recorría su elección de ropa con la mirada una y otra vez—. Oh dios, me siento fuera de lugar. Debería regresar a cambiarme.
—Nunca es un mal momento para vestirse como una perra —dijo Kim mientras sonreía y cruzaba sus brazos sobre su pecho. Dios, como envidiaba la seguridad de esta mujer—. Vamos, te acompaño.
Subimos a mi habitación y ella se ofreció a ser mi estilista por esta vez. Me ayudó a escoger un vestido color negro corto con escote, dejando de lado los jeans y la camisa, pero manteniendo las mismas botas y el tapado. No pensé dos veces en cambiarme allí mismo, ya que no teníamos demasiado tiempo.
—Toma, ponte esto —Kim me arrojó un par de medias trasparentes y me las puse de inmediato—. No querrás morir de frío.
Terminé de vestirme, y con un vistazo en el espejo y un cumplido de parte de Kim me bastó para estar lista. Hicimos nuestro camino de vuelta hacia abajo por las escaleras, ya que este hotel era más pequeño que en los que habíamos estado anteriormente y el ascensor nunca estaba disponible.
Pedimos un taxi en la puerta y le indicamos a donde ir. Más temprano habíamos estado preguntando sobre lugares a donde ir, y nos habían recomendado la calle Vía Marco Polo que era una de las que tenía más vida nocturna en todo Milán, por estar llena de clubes, bares y pubs.
Cuando llegamos decidimos entrar a uno que había llamado mi atención por la enorme terraza decorada con luces de carnaval y plantas que tenía un ambiente especial. Nos sentamos en una mesa alta justo en el centro del lugar, que había sido una de las pocas opciones que quedaban entre las que estaban libres.
—Me encanta todo el ambiente del lugar —dijo Kim—. Espero que los tragos estén a la altura —reí cuando ella frotó sus manos de manera ansiosa.
—Ya veremos.
La noche empezó tranquila, con una pinta de cerveza cada una que supimos disfrutar con paciencia mientras fluía una conversación sin sentido sobre tendencias de moda. La verdad era increíble como las redes sociales podían llegar a influir tanto en las decisiones de las personas, desde algo tan simple como vestirse hasta la música que escuchas.
—Te digo, es increíble como los artistas pueden llegar a liderar las listas en semanas —se quejó Kim—. Los chicos han tenido pura suerte de que se fijaran en ellos de entre tantos otros.
—Sí, tal vez —concordé con su punto de vista, pero no por completo—. Pero yo creo que sin talento y pasión no llegas a nada, no importa que tanta promoción o rostros lindos hayan —Kim asintió.
—Tienes razón.
Entre temas triviales pedimos algunos otros tragos, algunos más tranquilos y otros más atrevidos como el trío de shots de la casa, que consistía en tres shots de tequila, vodka y ron. Ordenamos una ronda cada una, y ya eran casi las tres de la mañana cuando las cosas comenzaron a descontrolarse.
—Lo siento mucho, de verdad —se disculpó desesperada Kim por tercera vez luego de tirar uno de sus tragos al piso.
—No se preocupe señorita, estas cosas suelen pasar —dijo el empleado del lugar cuando termino de limpiar el piso. Se puso de pie a un lado mío y me sonrió descaradamente—. ¿Te quedarás más tiempo por aquí? Tal vez podría perdonar a tu amiga si me pasaras tu número —coqueteó con un acento italiano que hubiera hecho caer a cualquiera, pero que a mí me hizo sentirme incómoda.
—Más cuidado cuando coqueteas con mi novia, idiota —lanzó Kim. ¿Qué rayos estaba pasando?—. Ahora vete antes de que te de una patada en ese trasero tuyo.
En el momento en que Kim se plantó amenazante frente al empleado, supe que era hora de irnos antes de que las cosas terminen mal. Por su cara estaba bastante segura de que no tenía miedo de hacer lo que decía, y la mezcla de bebidas probablemente había hecho que yo tampoco este del todo cuerda en este momento.
—Kim, creo que deberíamos irnos —le dije acercándome a ella, pero no despego su mirada intimidante del chico—. Por favor, ya es bastante tarde —esta vez la tomé del brazo y reaccionó a mis palabras.
—Sí, seguro. Vamos.
Cada una sacó algo de dinero de su bolso para pagar la cuenta y lo dejamos sobre la mesa antes de retirarnos del lugar. Bajamos por las escaleras como pudimos hasta salir del lugar. Tuvimos que esperar un rato para poder conseguir un taxi ya que la oferta es menor a estas horas, y podía sentir como el frío estaba calando a través de mi abrigo. Me abracé con fuerza mientras repiqueteaba mis pies contra el suelo en un intento de mantenerme caliente.
Finalmente conseguimos un taxi que nos dejó en la puerta del hotel en menos de veinte minutos. Y si pensamos que bajar de esa terraza era complicado, la verdad no era ni de cerca tan retador como subir hasta el quinto piso por las escaleras. Tuve que quitarme los zapatos para poder pisar más firme y evitar lastimarme un tobillo, pero al parecer para Kim sus tacones no eran un problema.
—No quiero irme a dormir aún —dije caminando ya por el pasillo del quinto piso.
—Creo que puedo hacer algo al respecto —dijo Kim con una sonrisa que indicaba que estaba tramando algo—. Nos vemos en tu habitación en diez minutos —se echó a correr hasta su habitación mientras chocaba con algunas paredes, y no pude evitar reírme.
Me paré en la puerta de mi habitación, que se encontraba justo frente al ascensor. Tenía un cartel con el número quinientos treinta y ocho en dorado que combinaba con la sofisticada madera oscura de la puerta. Entré en mi habitación y corrí como pude hasta arrojarme en un sillón gris de dos cuerpos que estaba contra una de las paredes de la habitación, y ni siquiera me importó cerrar la puerta antes de hacerlo. Y tampoco tenía ganas de levantarme a abrirle a Kim cuando viniera.
Me quité el abrigo y lo arrojé en algún lado junto a mis zapatos, quedando solo con el vestido puesto. La calefacción del hotel hacía que el ambiente se mantenga en una temperatura cálida, pero hoy el calor se sentía más insoportable que nunca. Ahora estaba comenzando a relajarme, y me di cuenta del cansancio que sentía en ese momento. Mis ojos se sentían pesados y mantuve una lucha con mis párpados por mantenerse despiertos, pero de un momento a otro me rendí.
No fue hasta que sentí una luz brillante apuntando a mi rostro que volví a abrir mis ojos. Tuve que entrecerrarlos y llevar una mano a mi rostro para cubrirme, hasta que me acostumbre lo suficiente como para abrirlos y ver lo que estaba pasando realmente.
—Posa perra, te ves bien como la mierda —Kim se encontraba apuntándome con la cámara de su celular y haciendo una especie de sesión de fotos improvisada.
—No estoy segura de hasta qué punto eso es un cumplido, Kim —me quejé.
—Tú solo posa —dijo ella suspirando y moviendo su cabeza de un lado a otro, como si la situación la tuviera realmente agotada.
No me opuse otra vez a su pedido y comencé a posar. Estaba demasiado segura de que cada vez que el flash era disparado mis ojos se entrecerraban tanto que desaparecían de mi rostro, pero aun así di lo mejor de mí en ese estado.
Estuvimos unos minutos en ese rol de fotógrafa—modelo, hasta que ella se dignó a dar por terminada la sesión diciendo que ya había suficiente material.
—Te las enviaré ahora mismo —anunció Kim.
Y sin esperar a una confirmación de mi parte, mi teléfono comenzó a sonar con la lluvia de fotos que estaba recibiendo en este momento. Lo tomé para ver las fotos, y me sorprendí al ver que de las más de trescientas que habíamos hecho, al menos una me gustaba.
—Creo que me gusta esta —le enseñé la única foto que era decente.
—Deberías subirla, salió realmente bien —asintió—. Podría vivir de esto —reímos las dos.
Me incorporé en el sillón para quedar sentada y dejar un espacio para que Kim pueda acomodarse a mi lado. Subí la foto a mi instagram, sin importarme mucho quien la vería mañana o si me arrepentiría de hacerlo.
—Mira lo que tengo —Kim abrió su mochila y sacó una botella de vidrio que contenía líquido transparente, pero estaba segura de que no era agua—. ¿Lista para una ronda de shots de vodka?
—Es algo tarde para eso, Kim. Nuestro vuelo sale al mediodía —dudé e hice una mueca poniendo mis labios de costado.
—Hagamos un juego, por favor —suplicó.
—Está bien —suspiré. Cuando eché un vistazo a la hora, ya eran casi las cuatro y media—. Tienes hasta las cinco para sorprenderme.
—Más que suficiente.
El juego que Kim propuso fue verdad o reto, vaya que originalidad. Pero había cambiado las reglas del juego un poco; si te negabas a responder algo tenías que beber un shot, y si no querías hacer el reto debías quitarte una prenda de ropa. No me quejé, ya que en media hora no podía llegar más que a unos cuantos shots.
—Antes de empezar debemos tomar cinco shots cada una.
Kim abrió la botella y sirvió un poco de vodka en la misma tapa. Sin planteárselo un segundo lo llevó a sus labios abrió la boca y dejó el líquido atravesar su garganta. Y a pesar de que la bebida era saborizada de frambuesa, el gusto seguía siendo fuerte y no pudo evitar hacer una cara rara.
—Eso es trampa, no estaba en la reglas —me quejé con el ceño fruncido y señalando a modo de reproche.
—Bueno yo ya he tomado, así que sería injusto para mí que no lo hicieras —levantó sus hombros e inclinó su cabeza hacia un lado—. Si no puedes quitarte una prenda, tú eliges.
—Dame ese shot —elegí, resignándome a que era la mejor opción.
Repetimos lo mismo unas cuantas veces más, hasta alcanzar los cinco shots cada una. Por el momento no me sentía peor que cuando salimos del bar y hasta me encontraba más despierta, pero las bebidas blancas siempre son traicioneras y atacan cuando menos te lo esperas. Me tocó a mi primero luego de perder en piedra, papel o tijera.
—¿Verdad o reto? —preguntó Kim. Había algo malvado en su sonrisa que me hizo escoger la primera opción.
—Verdad.
Kim se quedó pensando por un momento, refregando sus manos en las mejillas mientras tenía la mirada pérdida en el suelo.
—Ya sé —dijo saliendo de su trance—. Si tuvieras que tener sexo con alguien del staff, ¿a quién escogerías?
Oh, no. Kim era una maldita perra, había comenzado con una pregunta súper picante. De cierta forma lo esperaba, porque vamos, es Kimberly de quien estamos hablando. No podría haber esperado menos.
—¿En serio tengo que responder? —pregunté con inocencia, aunque sabía que a ella no le importaba.
—No, puedes cambiar a reto si quieres. Sólo tendrás que hacerlo en lugar de decirlo —se rió. Era un ser malvado—. Los chicos de la banda también están incluidos, por si no sabías si Harry era una respuesta válida —guiñó el ojo.
Que perra. Y eso que ella lo era a diario, pero al parecer estar borracha llevaba su actitud a todo un nuevo nivel. Y como olvidarnos de su querido filtro, que obviamente ella si lo olvidaba todo el tiempo.
Me planteé la respuesta por un momento, hasta que me di cuenta que me lo estaba tomando demasiado serio. Era un tonto juego, a las cuatro de la mañana, mientras estábamos borrachas y puertas adentro de mi habitación. Yo en serio necesitaba soltarme.
—Sí, probablemente elegiría a Harry —decirlo no fue tan malo como pensaba.
Es que vamos, el chico no estaba nada mal. Además, era una de las pocas personas que conocía algo más que de solo cruzármela en los pasillos, y era condenadamente amable y buena persona. Y créanme, que en cuanto al sexo, no podría hacerlo jamás con una persona con la que haya algo de su personalidad que no me guste.
—¡Lo sabía! Sabía que te follarías a Harry Styles si pudieras —dijo demasiado alto y luego rió de forma escandalosa mientras echaba su cabeza hacia atrás y recostaba su espalda sobre el sillón.
—¡Kim, cállate! —grité para que me escuchara sobre el sonido de su risa— Se supone que debemos enterarnos sólo nosotras, idiota.
Me puse paranoica de solo pensar que era un hotel bastante pequeño y que no sabía si Harry podía estar tres pisos más abajo o en la habitación de enfrente. Era casi imposible de todas formas que a esta hora alguien hubiera escuchado ya que seguramente estaban durmiendo, pero el primer vuelo salía a las seis de la mañana y era muy probable que algunas personas ya estén despiertas preparándose o yendo a desayunar.
—Está bien, lo siento —dijo esta vez demasiado bajo, casi en un susurro. Yo rodé los ojos y me reí un poco—. Ahora es mi turno. Elijo verdad.
Cuando quise pensar en una pregunta, fue cuando me di cuenta que mis neuronas ya no conectaban demasiado. Me estaba costando bastante trabajo lograr razonar, así que no me esforcé en formular una pregunta.
—¿Con quién del staff tendrías sexo? —pregunté.
—Oye, eso lo he preguntado yo —frunció el ceño.
—No veo dónde están las reglas que me prohíban hacerlo —me defendí satisfecha, y Kim se rindió.
—Está bien —bufó—. No tengo que pensarlo demasiado. Me refiero, ¿has visto a Josh Devine últimamente? Estoy bastante segura de que mover esos brazos en la batería no es el único ejercicio que está haciendo —dijo ella muy sincera.
No pude evitar reír, una risa sincera de diversión y de estar pasándola bien. Y al parecer Kim se contagió de mi risa, y al mismo tiempo comenzó a dar patadas que me terminaron tirando del sillón al suelo. Me quedé allí recostada sin parar de reírme, y a Kim no le importó seguir con el juego cuando me preguntó que elegía.
—Verdad —respondí.
Cuando esas palabras salieron de mí, ella me miró y se dio cuenta de que estaba en el piso. No se molestó en ayudarme, sino que al parecer le pareció muchísimo mejor la idea de arrojarse del sillón y arrastrarse hasta quedar a mi lado.
—He visto el tatuaje de tu oreja —empezó— ¿Has estado con muchas chicas?
—Bueno, no sé con qué te refieres a muchas —dije dudando mientras me concentraba en mirar al techo recostada hacia arriba—. Pero sí, he estado con algunas.
—Oh, bueno —respondió.
Por un momento nos quedamos en un silencio que no era demasiado cómodo, y sentía que si no hablaba podría dormirme en menos de un minuto. Así que la mejor salida posible fue seguir con el juego.
—Te toca, Kim. ¿Verdad o reto?
—Verdad —respondió.
—No quiero pensar, así que voy a copiarme de tu pregunta otra vez —anuncié.
—Pensé que eras más creativa, Evans —bromeó Kim.
En el momento que me volteé para mirarla un segundo, ella hizo lo mismo mientras sonreía. Pero no duro mucho, ya que volvimos nuestra vista al techo.
—¿Has estado sólo con chicos? —al menos me tomé el esfuerzo de volver a formular la pregunta.
—Sí —asintió.
Ella puso los labios hacia un lado haciendo una mueca rara. Y lo que pensé que era una pausa para continuar, luego entendí que en realidad era el fin de su respuesta.
—¿Verdad o reto? —preguntó Kim sin muchos ánimos, lo que era extraño en ella.
—Reto —respondí no muy segura de mi elección.
En el momento en que respondí eso, el rostro de Kim se iluminó como si esa elección hubiera devuelto la emoción a su vida. Volteó su rostro hacia mí, y de pronto sentí como si estuviéramos más cerca que antes. Él clima en la habitación cambio de un momento a otro, de una forma extraña que no supe describir.
—Bésame —dijo Kim luego de una pausa.
¿En serio esa palabra había salido de sus labios? Medité que iba a hacer a continuación, pero realmente no tuve tiempo de pensarlo. Ya que sin esperarlo, Kim posó su mano en mi mejilla y pegó sus labios con los míos.
Me quedé tensa ante la sorpresa. No podía creer lo que estaba pasando, no lo esperaba de parte de Kim. Me encontraba confundida, pero lo que hice a continuación fue responderle el beso.
Mis amigas siempre decían que un beso no se le niega a nadie, y menos si te lo pide. Así que aquí me encontraba, borracha a las cuatro de la mañana, en mi habitación de hotel besándome con una amiga que conocía hacía poco tiempo y que hasta hace un rato estaba segura de que le gustaban solo los chicos.
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¿Qué opinan de este capítulo? ¿Qué creen que pasará en el siguiente?
Espero que hayan entendido el doble significado del título del capítulo, pero por las dudas los explico: Vodka Not That Straight ➡ Vodka no tan puro/hetero
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