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07 - Coffee Talks


Los últimos días habían sido una locura por aquí. La segunda parada del tour había sido París, y las fans francesas habían dado de que hablar. Algunos de los chicos habían salido a recorrer la ciudad, cuando algunas fans los vieron y comenzaron a publicarlo en las redes sociales. Comenzaron a llegar cada vez más personas, y los chicos terminaron encerrados en una tienda de ropa por el gran tumulto que se había acaparado en las calles de la ciudad, intentando encontrarlos y conseguir algo de ellos a toda costa.

El gran error fue que decidieron salir por su cuenta y no llevaron a nadie de seguridad, por lo que se hizo mucho más difícil localizarlos y sacarlos de allí. Y eso no fue lo peor, sino que lo más trágico fue que casi llegan tarde al concierto por todo lo que ocurrió.

Estaban todos como locos y de los nervios por la situación, incluyéndome. El clima fue súper tenso, pero se aliviano cuando llegaron los chicos justo a tiempo para cambiarse y salir al escenario. Todo eso había ocurrido el día de ayer, y espero que no haya otro día así o más estresante en toda la gira, aunque había tantas variables que eso era algo difícil de esperar.

Actualmente eran las 3:25 PM en Ámsterdam. Hoy teníamos el día libre ya que el concierto sería mañana, pero de todas formas decidieron movernos a todos aquí un día antes. No estaba segura si ya estaba planeado o si era por el problema que había ocurrido con las fans lo que hizo que todo se adelante a último momento, pero sinceramente estaba agradecida de ello.

Era mi primera vez aquí en Ámsterdam y había decidido ir a conocer la ciudad junto a Kim y Oli. Ellos ya habían estado aquí en el último tour, así que dejé que me arrastraran a donde ellos quisieran ya que tenían al menos una idea de qué hacer o a dónde ir.

—Eso estuvo asombroso —dije mientras salíamos por la puerta del lugar.

La casa de Anna Frank, que ahora era un museo histórico, realmente estuvo muy bien. Amaba conocer lugares y culturas nuevas, pero sin duda lo más impresionante y lo que siempre llamaría más mi atención sería su historia. El hecho de encontrar razones de por qué algo era de la forma en que es hoy me encantaba, y de alguna formaba dejaba a mi alma curiosa más tranquila.

—Alucinante, ¿verdad? —habló Oli.

Hoy nos habíamos despertado temprano para poder recorrer la ciudad, ya que el frío que hacía te obligaba a volver adentro antes de que anocheciera si no querías morir congelado. O con un resfriado, y permítanme decir que no sé cuál era peor. De hecho, ya el poco calor que el sol daba en invierno estaba desapareciendo a esta hora.

—Chicos, creo que voy a volver al hotel —dije titiritando del frío—. Siento que me estoy congelado ya.

—Eres una londinense terrible, deberías estar acostumbrada al frío —dijo Kim.

—Ya, lo sé. Yo ya voy a regresar, ¿Que harán ustedes?

Oli y Kim se miraron por un momento, con una pizca de complicidad. Sonrieron como si ambos supieran en que estaba pensando el otro, y era exactamente lo mismo.

—Creo que iremos a algunas tiendas antes de volver —dijo Oli.

—Sí, nos ha quedado pendiente unas cuantas tiendas de ropa de diseño de la última vez que estuvimos aquí —añadió Kim—. ¿Segura que no quieres venir?

—No lo creo —sonreí—. Una taza de café caliente me llama más en este momento.

—Tú te lo pierdes —Oliver hizo un gesto con sus manos y guiñó el ojo en un intento fallido de parecer cool.

Me despedí de ellos y comencé mi camino de vuelta al hotel. Este se encontraba algo alejado del centro para no llamar tanto la atención, pero aun así estaba cerca. No tanto como para caminar hasta ahí, por lo que tomé un taxi y llegué en menos de quince minutos.

Había algunas fans en las puertas detrás de las vallas de seguridad que habían colocado, así que me acerqué hasta el frente y le mostré a un hombre mi identificación del staff. Este movió un poco una de las vallas para dejarme pasar y la puso de vuelta en su lugar detrás de mí.

En el momento que ingresé por la puerta el calor de la calefacción golpeó mi cuerpo. Oh, gracias Jesús. No entendía como todas esas fans podían soportar el frío allí afuera.

Me quité los guantes y froté mis manos con la intención de entrar en calor, mientras caminaba hasta el ascensor. Marqué el número de mi piso, y en menos de lo que esperaba ya estaba cerrando la puerta de la habitación detrás mío. Arrojé los guantes y las llaves encima de la mesa de entrada y luego me quité el gran abrigo gris que había hecho lo posible por mantenerme caliente en este frío clima. Lo colgué en un perchero, agarré mi móvil del bolso y luego lo dejé junto a los guantes en la mesa.

Me senté en la cama y desbloqueé mi teléfono para ver todas las notificaciones que me había perdido, ya que los guantes me impedían usar el móvil. Descarté las más irrelevantes, como las de instagram o twitter, y me concentré en los mensajes que tenía de mi hermano y mis amigas. Respondí primero a mis amigas, haciéndoles saber que estaba bien y que había hecho hoy.

Mi hermano, por otro lado, estaba un poco más entusiasmado y me obligó a hacer una video llamada con él. En cuanto lo llamé, él apareció en la pantalla con mi pequeña sobrina Brenda sentada en su regazo, de la cual estaba cuidando ya que Lorraine aún estaba en el trabajo. Hablamos un rato de cómo me estaba yendo por aquí, de su ajetreado trabajo allí en Londres y del helado clima que estaba arrasando en Europa ahora mismo. Me despedí luego de un rato y finalmente colgué la video llamada, no antes de que Brenda envíe unos cuantos besos voladores con sus pequeñas manos. No es como si tuviera otra tía además de mí, pero igualmente era bueno aclararlo por las dudas.

El tiempo se había pasado volando, cuando me di cuenta de que ya eran las 7:48 PM. La cena estaba dándose ahora mismo en el gran comedor para todo el staff, pero me sentía con ganas de cenar. Pero por lo que sí estaba muriendo ahora era por un gran y caliente café, así que decidí no cenar e ir directo a la cafetería que estaba en último piso a cumplir mi capricho.

Me puse un buzo grande y cómodo encima de mi polera negra, tomé mi bolso y mi móvil, y salí por la puerta de mi habitación. Tomé el ascensor hasta el piso más alto, dónde se encontraba la cafetería del hotel.

Me senté en una mesa para dos personas y puse mi bolso en la otra. No me importó de todas formas, ya que la mesa se encontraba contra una enorme ventana desde la cual se podía observar toda la ciudad. La ciudad de las bicicletas se veía hermosa por la noche.

Luego de esperar un rato sin que nadie viniese a atenderme, me di cuenta de que yo debía acercarme a ordenar, y así lo hice. Pedí un capuchino con cacao, canela y crema, y un muffin de chocolate con chips que se veía delicioso. Pagué mi pedido y en menos de diez minutos ya lo tenía en mis manos.

Caminé otra vez hasta la mesa en la que estaba, y me sorprendió que nadie la haya ocupado, ya que el lugar estaba bastante lleno y era la única mesa que quedaba junto a la ventana. En el momento que acomodé mi trasero en la silla, una voz se hizo presente.

—Creo que es bastante injusto que hayas tomado la última mesa con vista a la ciudad cuando he estado planeado sentarme ahí desde antes de ordenar —aparté mi vista de la ventana y me encontré con dos ojos verdes siendo los portadores de aquella voz—. Más aún cuando estás sola en una mesa de dos.

Harry llevaba puesto algo que estaba casi segura que era un pijama, pero él lo llevaba como si fuera un atuendo casual y el último grito de la moda. En una mano tenía un vaso con bebida caliente, y en la otra una bolsa de papel con algo de comida y su móvil. Y como siempre, una bonita sonrisa estaba plasmada en su rostro.

—Puedes sentarte si quieres.

—¿Estás segura, Audrey?

—Sí, no hay problema.

Quité mi bolso de la silla y lo colgué en el respaldo de la mía, dándole vía libre a Harry para que tome el lugar. Él se sentó frente a mí y puso sus cosas sobre la mesa. Todo en esta situación se sentía surrealista, pero a la vez extrañamente familiar, tal vez como un déjà vu. ¿Acaso Harry Styles solía sentarse a conversar con extraños todo el tiempo? ¿O sólo yo percibía eso?

—Gracias —puso el codo sobre la mesa y apoyó el mentón en su mano. Puso su atención en lo que estaba afuera de la ventana—. Ámsterdam es alucinante, ¿No crees?

—Pues la verdad es que es una ciudad maravillosa —puse mi atención n el exterior, igual que él—. Nunca había estado aquí antes.

—Pero lo estás ahora.

—Sí, me siento bastante afortunada —sonreí—. Aún no me acostumbro al ritmo, de todas formas.

Quité mi vista de la ventana para darle un sorbo a mi café, y estaba delicioso. Sentí el líquido llegar hasta mi estómago y calentando un poco mi cuerpo. Realmente necesitaba esto. Le di una mordida al muffin de chocolate y sabía tan bien como se veía. Disfruté su sabor mientras lo masticaba en mi boca, deleitándome por el gusto exquisito.

—Sí, es algo intenso —sacó su vista de la ventana para enfocarse en mi ahora, mientras comenzaba a tomar su café—. Llevo cinco años en esto, y no creo que llegué a acostumbrarme nunca. Es todo tan... —hizo una pausa—... irreal —suspiró.

Bueno, si hablábamos de cosas irreales, estar sentada frente a Harry Styles bebiendo café se sentía bastante irreal.

—Sí. Es tan enorme lo que han logrado ustedes chicos, que es entendible que no lo procesen del todo —añadí.

Y era cierto. Ellos estaban en sus tempranos veinte años, y habían logrado llenar estadios, recorrer el mundo y ser amados por millones. Era más de lo que cualquiera podría soñar.

—De hecho, apesta —rió con un atisbo de tristeza—. A lo de sentir que vives en un sueño, me refiero. Es como si nunca estuvieras viviendo, realmente.

Y también tenía razón en eso. La mayoría sólo veía la mitad de la historia, todo el dinero y la gloria. ¿Pero realmente llegaría alguien a entender? La verdad, es que no lo creo. No podía ni imaginar por toda la presión que debían pasar, y todo para poder hacer lo que aman. Pero lamentablemente eso es lo que genera el equilibrio.

El universo no podía dejarte tranquilo, pues no. Porque al parecer, todos tenían una dosis de malas experiencias que equiparaban las buenas.

—En parte entiendo. Algo así siento con este trabajo. No entiendo mucho lo que está pasando realmente como el noventa y nueve por ciento del tiempo —ambos lanzamos una risa corta. Suspiré—, pero intento pasarla bien igualmente.

Hubo una pausa, pero él enseguida hablo para dirigir la conversación rápidamente a otro punto. No lograba entender aún si él era siempre tan agradable, o si simplemente necesitaba hablar con alguien, y casualmente se topaba conmigo.

Ambos continuamos comiendo mientras apreciábamos la vista del lugar. Miré la hora en mi celular, y de pronto apareció la duda en mi mente de por qué él no estaba comiendo y había decidido terminar en la cafetería. Y no estaba planeando quedarme con la duda.

—¿No deberías estar comiendo ahora? —solté de repente. Él puso su atención en mí, y sus ojos se posaron sobre los míos—. Ya sé que estás comiendo ahora, pero me refiero al comedor.

—¿No deberías tú también? —preguntó antes de beber un sorbo de lo que creía que era té.

Estaba casi segura que responder una pregunta con otra era de mala educación, pero él tenía razón. Yo estaba haciendo lo mismo que él. Y más allá de mi relación de adicción al café, no tenía otra respuesta.

—Bueno, sí. Es sólo que necesitaba un café más de lo que necesitaba comer.

—Ahí tienes tu respuesta, entonces —me dio una sonrisa de lado con un brillo de victoria en su rostro.

Touché —respondí, dándome por vencida.

El resto del tiempo volvimos a estar en silencio, dejando que el resto de las voces y el sonido de la vajilla llenaran el espacio. Era como la melodía de fondo que acompañaba la hermosa vista que teníamos a nuestro lado. El ambiente tenía una calidez extraña que me invadía y me hacía sentir cómoda de cierta forma. No estaba segura de si esa sensación era causada por el calor del café o por el agradable chico de cabello enrulado que estaba sentado frente a mí.

—¿Cómo termino tu noche en la fiesta? —preguntó él, rompiendo el momento de silencio con el cual me encontraba cómoda, pero al parecer a él le causaba ansiedad y había preferido romperlo.

—Muy bien, de hecho. No pensaba que podía pasarla tan bien con personas que apenas conocía.

Y era cierto. Había sido una gran noche para mí, a pesar de que apenas conocía a mis nuevos compañeros de trabajo y no sabía cómo la iba a pasar. Pero resultó sorprenderme.

—Me alegro que el accidente del champagne no haya arruinado tu noche —dijo moviendo sus manos mientras hablaba.

—Oh, no. No te preocupes, no ha sido más que eso, un accidente —dije restándole importancia—. Además conocí gente, como tú por ejemplo.

Un extraño cosquilleo de incomodidad recorrió mi espalda cuando dije eso último, y estaba casi segura que era por vergüenza, como si esas palabras no deberían haber salido de mi boca.

—De hecho agradezco haberte cruzado en la fiesta —algo dentro de mí se removió ante la idea—. Fuiste como un pequeño escape de las tediosas conversaciones de negocios —hizo una pausa antes de continuar—. Por cierto, ¿cómo es que lograste entrar a la terraza?

—Fue de casualidad. Resulta que mi amiga Kimberly se cruzó Louis, y creo que se llevan bastante bien, y él nos invitó a ir allí —él asintió, como si ahora comprendiera todo.

—Sí, Kimberly es una chica increíble —añadió Harry.

El café ya se había esfumado de nuestros vasos, pero no pareció impedirnos seguir conversando. De alguna forma no importó por el siguiente rato, ya que parecía que el hecho de conversar era más importante y entretenido que la ausencia del café. Y tampoco fuimos a pedir más, sólo nos quedamos allí hablando, y la simple idea me agradaba. Era todo demasiado acogedor.

Él me contó algunas anécdotas graciosas sobre conciertos pasados, mientras gesticulaba con sus manos en el aire como para dibujar la situación y darme una idea más clara de la experiencia. También hablamos sobre cómo me sentía con mi prácticamente nuevo trabajo y que había estado haciendo desde que llegué aquí.

—Deberías ver el show alguna vez —dijo cuándo le comenté había estado detrás del escenario cada noche.

—No sé si me dejarían, Harry —sonreí con pena—. Ya sabes, tengo cosas que hacer allí atrás.

Por más de que la idea de ver y sentirme como una fan por una noche me entusiasmaba, había obligaciones que debía cumplir, y sentarme a ver el show no era una de ellas.

—Yo podría arreglar eso —dijo mientras rascaba su nuca—. Podría hablar con Christian, y decirle que te deje ver el concierto un rato mañana.

—Me encantaría —sonreí sincera. En serio me agradaba la idea, y era un tanto emocionante.

—Perfecto —observó su reloj—. Creo que aún estoy a tiempo de hablar con el antes de que se duerma.

Eran las 11:37 PM justo ahora, y no podía creer cuanto había volado el tiempo. Hablar con Harry era algo que te hacía perder la noción, tal vez por su voz relajante o que siempre tenía algo interesante para decir.

—Está bien —dije mientras asentía.

—Bueno, entonces creo que debería irme ahora —se levantó de su silla, y yo imité su gesto.

El sugirió ir juntos hasta el ascensor, a lo que acepté. El oprimió el botón que marcaba el piso nueve, lo cual me hizo pensar que podría haber tomado la escalera ya que era sólo un piso debajo del que estábamos, pero no me quejé.

—Te avisaré lo que dice Christian mañana —se despidió cuando se abrieron las puertas del ascensor—. Nos vemos, Drey.

—Hasta luego —saludé.

Y luego de eso perdí de vista su figura mientras se alejaba por el pasillo y las puertas del ascensor se cerraban.














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Aquí les dejo una publicación del instagram de Audrey:

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-Julieta .xx






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