
06 - See You Soon, London
Aplasté la enorme maleta con las rodillas una vez más, intentando que la ropa no rebalse por todos los bordes. Finalmente logré cerrar el cierre por completo, y me arrojé en la cama agotada. Limpié con mi muñeca los rastros de sudor que quedaban en mi frente. Parecía que había corrido una carrera o había asistido a una sesión intensa del gimnasio, pero no tenía tiempo para ducharme de nuevo.
Observé la hora en mi celular y tenía que estar en el aeropuerto en menos de una hora. Este quedaba cerca de mi casa, pero con el tráfico podía tardar unos veinte minutos en llegar.
Revisé mis mensajes, los cuales se basaban en despedidas y buenos deseos de mis amigas en la gira por Europa.
Maldita sea, me iba a Europa.
Contesté sus mensajes, diciéndoles cuánto las quería y que iba a extrañarlas demasiado. Si bien los tres últimos días los había dedicado a ellas, sabía que iba a extrañarlas. Y mucho. Ellas era quienes estuvieron siempre ahí para mi, en las buenas y en las malas, incluso en las noches de fiesta y en las mañanas de resaca. Kelly, Court y Ash eran mi sostén en esta vida.
—¿Lista para irnos? —preguntó mi hermano Benjamin asomándose por la puerta de mi habitación, vistiendo su clásico traje negro y camisa blanca, que era su uniforme de trabajo y marca personal.
Él se había ofrecido a llevarme hoy hasta el aeropuerto antes del trabajo, con la excusa de que las tarifas de los taxis eran muy elevadas últimamente. Pero yo sabía que era porque iba a echarme de menos, aunque él no quisiera admitirlo. Y yo también iba a extrañarlo.
Él vivía también en Londres, de hecho su casa no estaba muy lejos de la mía, pero la suya estaba más cerca del centro ya que su trabajo como abogado lo demandaba. A sus treinta y dos años tenía su vida resuelta; un trabajo estable en el que le iba muy bien, un coche deportivo, y una gran casa en el centro de la ciudad, en la cual vivía con las dos grandes mujeres de su vida, su esposa Lorraine y mi sobrina de cinco años, Brenda.
Él tenía la vida tradicional perfecta que todo buen londinense querría. Y a pesar de que esa no era ni cerca la vida que quería para mí en un futuro, estaba muy feliz por él. Aunque me costara admitirlo, él era mi pequeño orgullo. Sí, ya sé que me llevaba más de diez años, pero aun así él era el hermano pequeño en mi corazón.
—¿Puedes ayudarme a llevar las cosas? —pregunté levantándome de la cama. Él asintió—. Genial, tu lleva la maleta —sonreí maliciosamente por hacerle llevar la enorme y pesada maleta a él.
—Ja, ja —rió de forma sarcástica, pronunciando cada silaba con detenimiento—. Te dejo hacerte la lista conmigo sólo porque te voy a echar de menos —me señaló mientras tomaba la maleta con la otra mano.
Ambos no reímos. Había un aire nostálgico en la habitación, un aire a despedida. Y yo por supuesto intenté romperlo, dándole una patada en su trasero para que comenzara a caminar.
—Oye —se volteó ofendido, con su mano donde lo había golpeado.
—Fue con amor —rodé los ojos, restándole importancia—. Eres toda una reina del drama.
—Bueno, pues ya verás entonces cuando me despida de ti con amor en el aeropuerto —sonrió.
—Vamos, que se hace tarde —apuré, y acto seguido el comenzó a caminar y desapareció de mi habitación.
Tome el bolso de mano y lo colgué en mi hombro, y agarré el móvil que estaba sobre la cama. Caminé hasta la puerta de mi habitación y me volteé para cerrarla, pero detuve la acción cuando mi vista se cruzó con una foto que tenía con mis padres en una pizarra de corcho.
Hacía tanto tiempo que no los veía o que no hablaba con ellos, que parecían siglos. No estaba peleado con ellos, sólo estaba distanciada. Pero no era su culpa. Era simplemente porque me recordaban a una etapa de mi vida que prefería olvidar. Cerré los ojos un momento, con fuerza, y sin quererlo una ola de recuerdos atravesó mi mente como una ráfaga, pero estos desaparecieron cuando mi hermano me gritó desde abajo que me apurase.
Largué aire pesadamente. A pesar de todo lo que provocaban, corrí para arrancar la foto, doblarla dos veces y meterla en un bolsillo olvidado en el interior de mi bolso. Sólo por si acaso.
Ahora sí salí de mi habitación y cerré la puerta. Corrí escaleras abajo y atravesé la sala para llegar hasta la puerta principal, cerrándola detrás de mí y asegurándola con llave, que luego arrojé dentro de mi bolso.
Está era la casa donde había crecido, y estaba llena de recuerdos junto a mis padres y mi hermano. Ahora yo vivía sola aquí con todas sus memorias, ya que mi hermano ahora vivía con su esposa y su hija, y mis padres habían decidido quedarse en Nueva York por trabajo. Pero yo había vuelto a Londres. Éste es y siempre sería mi hogar, eso no podía negarlo, y había una conexión invisible que me hacía volver a él. Siempre.
Finalmente subí al auto en el asiento del copiloto y me abroché el cinturón de seguridad. Ben arrancó el auto y comenzó a conducir camino al aeropuerto. No hubo mucho tráfico a pesar de que las nueve de la mañana solía ser hora pico en el centro, por lo que llegamos al más rápido de lo que pensaba.
Mi hermano aparcó en el estacionamiento del aeropuerto y fue bajó mi gran valija amarilla del auto. Comenzamos a caminar hacia el área en la cual habían indicado que debía reunirme con el resto del equipo.
Por lo que me habían comentado, siempre que debíamos trasladarnos a la siguiente ciudad del tour, salían tres vuelos, todos privados. Uno por la mañana con la mitad del staff y otro pasado el mediodía con el resto, ya que para transportar más de trescientas personas no alcanzaba con un sólo avión. Y por último, un jet con los miembros de la banda y los más allegados a ellos. A mí me había tocado el vuelo de la mañana.
Detuve mi paso cuando llegamos a la "Zona 3", lugar que había sido pautado como punto de encuentro a las 9:15 AM.
—Bueno, supongo que hasta aquí llego yo —dijo mi hermano, observando la cinta que indicaba el área de abordaje.
Se volteó hacía mí y me dio un fuerte abrazo, de esos que me daba de pequeños cuando mis padres me retaban y yo corría a sus brazos en busca de refugio. Sus abrazos olían a hogar.
—No tienes una idea de lo que voy a extrañarte —apreté el agarre.
—Yo también, pequeña. Cuídate mucho, por favor —dijo antes de separar nuestro abrazo.
—Eso haré. Diles a Lore y a Bren que voy a echarlas de menos también —sonreí.
—Yo les paso el mensaje, tranquila. Ahora ve, que seguro están esperándote.
Me despedí de él con un último abrazo, y me alejé arrastrando mi valija. Atravesé el guardia que había al final de la cinta luego de mostrarle mi ticket, identificación y pasaporte. Me volteé una vez más y saludé a mi hermano con la mano, y el respondió al gesto.
Finalmente avancé y llegué a la sala de embarque, y me encontré con que estaban todos allí. Había una larga fila, la cual ya estaba avanzando porque las personas estaban comenzando ya a subir al avión. Estuve a punto de ponerme última en la fila, pero visualicé unos rostros familiares más adelante y decidí acercarme a ellos.
—Hola chicos —saludé cuando llegué al lado de Kim y Oli. Algunas personas estaban mirándome mal por colarme en la fila, pero me daba igual.
—¡Ey! —Kim sonrió y me abrazó—. ¿Llegas recién?
—Sí. ¿Qué tal están?
—Cansado —dijo Oli con pesadez.
Tuvimos una conversación animada mientras la fila avanzaba, hasta que llegamos a la señora que estaba revisando la documentación de los pasajeros antes de abordar.
—Disfrute su vuelo —dijo la señora cuando me devolvió mi documentación.
Ella me dio un papel con información, el cual pegué en mi maleta y se lo entregué a un hombre antes de ingresar a la manga. Al ser un vuelo privado no necesitábamos realizar el tedioso check-in, lo cual era algo que agradecía.
Guardé todo en un estuche transparente con cuidado y luego dentro de mi bolso, mientras caminaba hasta la puerta del avión. Una vez que entré me senté en el primer asiento libre que encontré, ya que al ser un vuelo privado los tickets no tenían un número de asiento asignado. Me quedé un poco más atrás de la mitad del avión.
Unas personas que no conocía se sentaron a mi lado, así que descarté la posibilidad de que Kim y Oli me acompañen en el vuelo. Después de todo era un vuelo corto y no me importó. Me puse a escuchar música y me acomodé mejor en el asiento.
Y a decir verdad, el vuelo fue bastante rápido, ya que antes de que me diera cuenta ya nos encontrábamos aterrizando en Estocolmo, la primera parada del tour. Me levanté de mi asiento y bajé del avión. Seguí a la multitud hasta el sector donde debíamos retirar las valijas, y reconocí al instante cuando mi maleta pasó por la cinta. La recogí y me dirigí hacia la puerta. Allí había una mujer, la cual reconocí como Abby, con un megáfono indicando que había buses afuera para llevarnos al hotel.
Así que eso hice. Me subí al primero que encontré, y pensé por un momento que no había visto a mis amigos desde antes que despegara el avión. Pero bueno, seguro los vería más tarde.
Llegamos al hotel luego de unos quince minutos. Bajamos e ingresamos por lo que era la parte trasera del hotel, y caminamos hasta la recepción. El hotel era enorme, lo suficiente como para alojar a todos.
Me senté en un sillón, mientras un hombre nombraba a cada uno de nosotros para entregarle la llave de su habitación. Mientras esperaba a que me llamen, me entretuve mirando a través del vidrio que daba a la calle a la enorme cantidad de fans que se encontraban en la puerta, algunas con carteles y otras que solo gritaban. Era increíble lo que un par de chicos con buenas voces podían llegar a causar.
—Evans, Audrey.
Oí mi nombre finalmente y me acerqué a recoger la llave. Me subí al ascensor y oprimí el botón del piso siete, donde me había tocado. Cuando llegué al piso comencé a buscar mi habitación, hasta que me topé con la 718. Bingo.
Ingresé y dejé mis maletas a un lado. Una gran cama se encontraba en el medio de la habitación, y en frente de esta una TV la cual estaba más que segura que no tendría tiempo de ver.
Me acerqué a la enorme ventana por la que ingresaba toda la claridad del día, por la cual no fue necesario que entendiera la luz. Una hermosa vista a las calles de Estocolmo se encontraba ante mí y caí en cuenta de la suerte que tenía de haber conseguido esta pasantía.
* * *
Luego de almorzar en el hotel tuve que ir hasta el estadio donde sería el concierto esta noche para comenzar a preparar todo. Y cuando llegué, todo era una locura.
Resulta que había un escenario distinto para cada continente, y al ser la primera noche de la gira europea todos estaban súper estresados intentando armar la nueva estructura con la que no estaban familiarizados. Para mi suerte el equipo de sonido era siempre el mismo, así que yo no tendría que pasar por eso.
Pero por lo que sí tuve que pasar es por la nueva camada de instrumentos que habían traído, y que a partir de ahora serían parte de los shows. Mientras algunos se encontraban afinando guitarras, conectando cables o colocando los pies de los micrófonos, a mí me había sido asignada la batería. Y para mi suerte, era un instrumento con el que estaba más que familiarizada.
Yo amaba la batería. Era increíble la versatilidad y libertad que te permitía, lo que te dejaba crear combinaciones infinitas. Y créanme, porque según mis cálculos, tenía incluso el doble de variables que un piano o una guitarra. Era asombroso.
Una vez que terminé de preparar la batería con todas las indicaciones que me habían dado, me senté en la banqueta detrás de esta. Me habían dicho que debía probarla antes de la prueba de sonido para estar segura de que todo estaba listo y en condiciones, así que eso hice.
Subí las mangas de mi camiseta hasta mis codos, tomé las baquetas y dejé que mis manos fluyeran a su gusto por todo el instrumento. El ritmo de una de mis canciones favoritas de Guns N' Roses comenzó a resonar en el lugar.
Siendo sincera, no creo que haya un sentimiento más puro y de libertad que expresarte a través de la música. No sabía por qué, ni desde cuándo, pero cuando la música estaba a mí alrededor me sentía completa. Me sentía yo misma.
Una vez que toqué la canción completa, comencé a improvisar un ritmo. Mi cuerpo me pedía más, así que por los siguientes minutos di toda mi energía en golpear aquel instrumento, y se sentía demasiado bien.
Mi respiración estaba agitada y sentía como estaba sudando por todo lo que estaba dando de mí en ese momento. Cuando terminé, di un golpe final en uno de los platillos. Quité el cabello que había caído sobre mi rostro e intenté normalizar mi respiración, cuando alguien interrumpió mis pensamientos.
—Eso estuvo bastante bien —un chico castaño de unos veintitantos años estaba a mi lado, y parecía que había estado allí parado un buen rato. A decir verdad, nunca lo había visto.
—Gracias —dije, con mi respiración casi normal—. Sólo estaba probando que funcionara, de todas formas —agregué, restándole importancia. Odiaba pensar que había estado mirándome y que había notado algún que otro error.
—Pues con las ganas que le pusiste no parecía que fueras en broma —añadió—. Diablos que eso estuvo bien. Hablo en serio.
En donde había hecho mi Licenciatura, la Real Academia de Londres, era un lugar con un alto nivel y reconocimiento a nivel mundial, y es por eso que era sumamente exigente, y esta clase de comentarios no eran habituales. Es por eso que me sentía incómoda con los cumplidos, porque a lo que estaba acostumbrada era a la presión constante de hacer lo correcto al ciento diez por ciento.
Ahora, sin embargo, era diferente. Ya he pasado por la etapa de aprendizaje y presión, y a pesar de que estaba constantemente aprendiendo, intentaba enfocarme más en la energía que daba y que transmitía al hacer música. Se sentía bien por un momento que no importe quien eres, sino pura y exclusivamente la música.
—Eso intento —sonreí de lado, no muy convencida—. No te he visto antes por aquí —añadí.
—Bueno, trabajo aquí. Y eso es algo extraño, teniendo en cuenta que estas ahora sentada en mi puesto —¿De qué me perdí?—. Soy Josh, el baterista de la banda.
Eso explicaba mucho. Mis nervios se multiplicaron al darme cuenta que quien me había estado observando tocar era un profesional, y no lo había notado hasta que me lo dijo. Tenía un serio problema con relacionar nombres y rostros que debía resolver.
—Oh, lo siento. No te he reconocido —me disculpé—. Debe ser porque nunca me toca el área del escenario, siempre estoy detrás. Soy Audrey —me presenté.
—No te preocupes, no es como si estando aquí en el fondo me reconocieran todo el tiempo —ambos reímos ante su pequeño chiste.
Me levanté del asiento, dejando el lugar libre para Josh. Mi trabajo aquí ya estaba hecho y ya era casi la hora de que comenzara la prueba se sonido, más que nada porque se debían acostumbrar a los nuevos instrumentos.
Él se sentó en la banqueta y tomo las baquetas, haciéndolas girar en sus manos como típico truco de baterista.
—Se ve bien, ¿Verdad? —dijo él, haciendo alusión al aspecto de la nueva batería.
—Demasiado —añadí.
Y era cierto. No es que la antigua batería fuera fea ni mucho menos, sólo que era la misma con la que había tocado desde los comienzos de la banda, toda negra y con el logo de One Direction en el frente. Supongo que ello crecieron y su música fue madurando, y ahora una batería plateada y roja lucía mucho mejor con su estilo y los colores del escenario.
Me quedé hablando un rato con Josh, dándole algunos consejos sobre el nuevo instrumento, aunque claramente no los necesitaba.
Luego hablamos sobre algunos temas triviales, como donde habíamos estudiado o cuál era nuestra canción favorita para tocar. Me di cuenta en ese momento que nuestro estilo no era demasiado diferente, además de que él era un chico increíblemente agradable.
Tuve que despedirme de él en cuanto me llamaron, ya que la prueba de sonido no estaba lejos de comenzar. Caminé hasta mi puesto junto al escenario, donde las consolas estaban siendo conectadas y encendidas para dar comienzo al espectáculo. Hoy había decidido prestar atención a la prueba de sonido de la banda, ya que la vez anterior había estado demasiado ocupada como para fijarme en ello.
Unas cuantas canciones después fue suficiente como para darme cuenta que esos cuatro músicos sabían lo que hacían. Había algunos ritmos que eran bastante complicados, y sin embargo se las arreglaban para que sonara fluido y a la perfección.
No había puesto a escuchar demasiado el sonido de la banda, pero con estos pocos minutos me alcanzó para comenzar a descifrar por qué tenían tanto éxito. Tenían ritmos con acordes o sonidos que cambiaban toda la composición de la melodía y los hacían pegajosos, incluso te daban ganas de bailar aunque no estuvieras en el humor para hacerlo.
Sólo espero aprender y llevarme buenas recuerdos de esta experiencia, la cual no me estaba defraudando en absoluto por ahora.
Pero como dicen por ahí, sólo espera y verás.
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¡Hasta acá el capítulo!
¿Creen que Audrey logrará tener una experiencia tranquila a lo largo del tour?
¿Qué creen que ocurrirá?
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